xiiii. confessions
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CAPÍTULO CATORCE
CONFESIONES
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EL MIEDO ERA ALGO que Leonardo no experimentaba hace demasiado tiempo. Eran contadas las veces que había tenido miedo. Y el ver a Draco en una camilla del hospital inconsciente lo hizo sentir miedo al máximo esplendor.
Leonardo tomó la mano de Draco la cual estaba fría y la acaricio lentamente tratando de darle calor. Su piel ya de por si era pálida y con el accidente parecía un muerto en vida. No pudo evitar recordar a Merope quién también estaba en ese estado cuando la encontró.
Nunca se permitía llorar, por alguna razón siempre quería demostrar que era fuerte, sin embargo las lágrimas comenzaron a bajar lentamente por su rostro, las limpió con su mano y miró a Draco.
¿Por qué se había enamorado de un adolescente? Y lo más importante ¿Qué había visto Draco en el? ¿Por qué alguien lo amaría?
Leonardo observó a Draco unos momentos mientras acariciaba su pelo con sumo cuidado, no quería lastimarlo. Sin darse cuenta el chico despertó abriendo sus ojos lentamente para acostumbrarse a la luz de la enfermería.
—¿Leo?—murmuro con la voz seca.
El nombrado se estiró un poco para alcanzar el vaso con agua y ayudarle a Draco a tomar de esta. El chico le dio una mirada de agradecimiento.
—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?, ¿Quieres que llame a....?
—¿Tu estás bien?—Draco lo corto haciendo que el hombre mayor lo viera.con incredulidad.
—¿Estás bromeando? Yo no fui al que le lanzaron una maldición oscura.
Draco sonrió levemente ante su visible preocupación.
—Estoy bien ahora que estás aquí conmigo.—confeso.
Leonardo asintió mientras jugueteaba con su mano. Draco al ver eso la tomo y entrelazó con sus dedos.
—¿Sucede algo?
El hombre lo miro y suspiró.
—Tuve miedo.—confeso.
—¿Miedo?—cuestiono.—¿Por qué tuviste miedo?
Leonardo lo miro incrédulo y rodó los ojos.
—Pudiste morir Draco, si Snape no hubiera estado ahí tu estarías muerto.—le recordó con dolor.—No podría soportarlo.—nego.
—¿Que cosa?
—El perder a alguien más...—lo miro pensando en lo que estaba por decir.—El perder a la persona que quiero.
Draco lo miro con asombro y artudimiento.
—¿T-Tu me quieres?—su voz entrecortada se asomó por sus labios.
Leonardo suspiró y tomó su mano con las fuerzas.
—Lo hago, y es por eso que no puedo perderte. Te quiero más de lo que debería quererte niño.—confeso mirándolo.
Draco sonrió y asintió.
—Yo también te quiero Leo.
—Por supuesto que sí.—se burlo haciendo que Draco rodará los ojos por su ego.
—Olvida lo que dije.—bromeo haciendo que Leonardo riera.
El hombre se puso de pie llamando la atenta de Draco.
—¿Qué pasa?
—Tengo que irme, no quiero hacerlo pero prometí que le mandaría una carta a tu madre sobre tu condición. Además tengo que ir a una reunión con Dumbledore.—explico haciendo una mueca.—No te quedarás solo, tus amigos han esperado afuera d ella enfermería todo esté tiempo.
—¿Lo han hecho?—pregunto con un brillo en sus ojos.
—Por supuesto que sí.—asintio.—Nos veremos después de acuerdo.
Draco se tensó sabiendo que cuando los se volvieran a ver sería cuando su misión estuviera en marcha.
—Todo saldrá bien Draco.—lo calmo al ver su estado. Se acercó a el para dejar un beso sobre sus labios que recibió el ama joven con gusto.—Cuidate hasta entonces.
Con eso dicho salió de la enfermería para ver a los amigos de Draco.
—Profesor Rosier.
—Pueden pasar mocosos.—dijo haciendose a un lado dejándoles el camino libre.
—Que lindo.—murmuro Pansy con sarcasmos entrando al lugar.
—¡Draquito!
Leonardo escucho las quejas de Draco a lo lejos y sonrió. El solo era aún niño en una guerra de adultos que no le pertenecía.
En su camino se encontró con Harry Potter quien al ver a Leonardo se apresuró a ir con el.
—Profesor.—lo llamó deteniendo su paso.
—¿Si, Potter?
—Solo quería preguntar cómo está Malfoy.
Leonardo suspiró y miro al chico quién realmente parecía arrepentido.
—El está bien, acaba de despertar. No tienes porqué preocuparte.
Harry asintió y su mirada se desvío un poco detrás del profesor. Estaba mirando a una chica pelinegra de ojos de color. Leonardo frunció el ceño al reconocer a su alumna de años menores.
De algún lado, ella se le hacía conocida, sin embargo su cabeza no estaba para pensar en ello.
—¿Te gusta?
La pregunta de Leonardo trajo de regreso a Harry a la realidad quien se sonrojó hasta la médula y comenzó a balbucear sin sentido alguno.
—Y-Yo no...
—Deberías dejar la vergüenza a un lado chico, tu padre estuvo detrás de tu madre por casi seis años y nunca se rindió. Deberías seguir su ejemplo.—dijo haciendo que Harry lo mirase.—Sin ser un acosador como el claro.
—Tal vez tiene razón..
—Yo siempre la tengo.—miro su reloj para ver la hora y maldijo.—Tengo que irme Potter, buena suerte.
Con eso dicho comenzó a caminar directo a la sala de menesteres. Tenía que terminar con la tarea de Draco. Al entrar al lugar no tardó mucho en ubicar el armario.
Suspirando se puso manos a la obra para reparar el pasadizo. Unas horas más tardes Leonardo escucho un perfecto "Click" que solo indicaba una cosa.
Estaba listo.
El caos en Hogwarts sería esa noche y no ha la nadie que pudiera detenerlo. Solo le tocaba a Merlín que nadie de las personas que el quería saliera herido. Tal vez sonaba mal, pero el resto era historia. El se preocuparía por su familia y siempre sería así.
De una cosa Leonardo estaba seguro, Albus Dumbledore moriría esa noche y Leonardo Rosier iba a hacer el encargado de eso.
Pasaría de ser Leonardo Rosier, el hombre que todos amaban y respetaban. A ser un asesino, el hombre que mato al mago más poderoso. Y eso aterraba a Leonardo.
El saber que por causa de eso muchas personas estarían decepcionado de el. Solo esperaba que donde quiera que estuviera Merope ella no lo odiara. También esperaba que Draco no lo viera como otro hombre, que lo viera como un asesino. No lo soportaría.
No soportaría perder a Draco.
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