xi. katie bell
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CAPÍTULO ONCE
KATIE BELL
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LEONARDO LEÍA, lo que parecía ser una revista mágica con aburrimiento. Narcissa intentaba despertar a Lucius de mil maneras pero incluso la mágica fallaba en el.
—¿Lo maté?—preguntó Draco mirando el cuerpo de su padre.
—¡Draco!—su madre le dio una mala mirada.
—No te preocupes.—le dijo Leo a Draco. —Si esta muerto, solo nos hiciste un favor a todos.
—¡Leonardo Rosier!—Narcissa le llamó la atención.
—Solo digo verdades.—contestó el hombre riendo levemente.
Mientras Leonardo leía la revista sintió una mano posarse en su muslo. No tuvo que levantar la vista para saber que se trataba de Draco. Lo miró de reojo y solo vio al joven sonreír de manera inocente.
—¡Draco!—el chico entró en pánico por el grito de tu madre. La miró con miedo.
—¿Si?
—Necesito tu ayuda aquí.—señalo a Lucius desmayado.
—¿Yo por que?
—Haz lo que te dice tu madre niño—comentó Leonardo ojeando la revista.
De mala gana se puso de pie y se acercó a su madre. Tomó la varita de esta y lanzó un aguamenti,enseguida Lucius despertó tomando una respiración.
—¿Me morí?—fue lo primero que preguntó.
—Ojalá.. —murmuró Leonardo.
—¡Draco!
—¡Papá!
—¿De dónde sacaste ese nombre?—preguntó sentándose con urgencia.
—Lo leí.—mintió.
—¿Dónde?
—En un libro. —respondió. —¿Me dirán quien es?
—No.—se negó Lucius limpiandose el agua.
—Mamá.—miró a la mujer.
—Es algo complicado cariño.—hixo una mueca. —Verás...
—¡No!—chillo Lucius. —Nunca más digan ese nombre en esta casa.
—¿Denisse?—preguntó con falsa confusión Leonardo.
—¡No!—chillo Lucius.
—¿No que? ¿No digo Denisse?—pregunto Draco.
—¡Basta Draco!
Leonardo se recargo en su silla mirando a los dos Malfoy's con diversión.
—De..
—¡Draco!—grito en forma de advertencia.
—Ni..
—¡Lucius!—siguió con el resto de su nombre, Narcissa por otro lado, al igual que Leo veía todo de manera divertida.
—Sse..
—¡Malfoy!
—¡Denisse Malfoy!.—grito Draco.
—¡Mocoso!—Lucius se puso a perseguir a Draco por toda la mansión Malfoy, mientras el chico huía de él.
—¿Deberíamos detenerlos?
—No, están pasando tiempo padre e hijo. —dijo la rubia comiendo palomitas y mirando la revista de Leo.
[...]
LEONARDO CAMINABA por las calles nevadas de hogsmeade. Se encontraría con Rabastan, para poder platicar con el. Draco dijo que tenía un castigo con Minerva pero que igual forma se en encargaría de un asunto.
No le tomó tanta importancia y siguió en su encuentro con Rabastan, en el camino pudo ver a Harry, Hermione y el hijo de los Weasley. No le presto atención a la intensa mirada de hermione, sabía que la chica tenía dudas, pero también sabía de sobra que ella no diría nada.
—¡Leo!—gritaron su nombre. Supo de inmediato quien era.
—Rabastan. —lo saludo y sintió como el hombre le daba un abrazo feliz.
—Te extrañe.—sonrio esperando una respuesta se su amigo.
—Vamos.—Leo comenzó a caminar rumbo al pueblo de hogsmeade.
—Yo también te extrañe Rabastan.—el lestrange comenzó a imitar la voz de su amigo.—Oh, gracias Leo, significa mucho para mí tus palabras.
El hombres suspiro y miro a su amigo. —Te extrañe mucho Rabastan.
—¡Ah, lo sabía!—lo abrazo de costado y comenzó a caminar con el. —¿Comparemos dulces?
—Si eso es lo que deseas.—aceptó el con facilidad.
Caminaron por las calles del pueblo recorriendo las tiendas y lugares. Su última parada era para tomar una cerveza de mantequilla. Iban directo a las tres escobas para eso, cuando Rabastan vio algo que llamó su atención.
—Oye Leo. —el otro hombre vio que su amigo no había avanzado como el y regresó al lugar donde se quedó parado.
Miró por el cristal de la tienda sólo para ver a una chica pelinegra casi idéntica a él.
—Es...
—No tiene caso Rabastan.—dijo Leonardo cortandolo. —Me voy.—habló de manera fría.
—Es Alex. —el castaño lo alcanzó. —¿Deberíamos hablarle?
—No me interesa nada que venga de ella. —respondió el.
—Ha pasado mucho tiempo.—quiso que su amigo entrará en razón.
—Por eso mismo, ha pasado mucho tiempo y no me interesa saber nada de ella. —con eso último dicho dio por terminada la conversación cuando entró a las tres escobas.
Los dos hombres llamaron la atención de la mayoría de personas. Las mujeres susurraban lo guapos que eran. Ellos ignoraron todo para ir a la barra.
—Dos whiskys de fuego. —pidió Rabastan.
La mujer asintió y ellos se encaminaron a una mesa, cuando alguien llamó la atención de Leo.
—Profesor Rosier.—el mencionado se giro para ver a Harry Potter.
—Sr. Potter. —Lo saludo antes de notar a sus compañeros. —Srt. Granger. —la chica ni siquiera pudo mirarlo a los ojos. —Sr. Weasley. —el último sonrió con vergüenza al saber que el hombre sabía su apellido.
—¿Qué lo trae por aquí?
—Vine por un trago...
—Vamos a emborracharnos. —lo interrumpió Rabastan.
Leonardo lo miró mal antes de darle un golpe haciendo reír a los tres adolescentes. Sin que se diera cuenta Draco Malfoy miraba todo con celos, «¿por qué le hablaba al inútil de potter?» pensó.
—¿Lo veré en mi fiesta de navidad Potter?—preguntó.
—Ahí estaré señor.—contrastó con una sonrisa.
—Muy bien.—asintió y miró a los otros dos adolescentes. —También están invitados.—los dos sonrieron con felicidad y agradecieron.
—Gracias Profesor.
—Qué tengan una buena tarde. —Leonardo y Rabastan siguieron su camino lejos de los niños.
—Que lindo eres de niñero.—el castaño aplastó la mejilla del pelinegro.
—Muerete.—murmuró dándole un manotazo.
[...]
LEONARDO MIRÓ a los tres chicos con impaciencia, sabía de sobra quien había sido el culpable del accidente de Katie Bell.
—Fue Draco Malfoy.—escuchó decir a Potter. Apretó sus puños con fuerza y se dio la vuelta para mirar a Minerva quien ya lo miraba.
—¿Tiene puebras Sr. Potter?—preguntó con calma.
—Solo lo sé.
—Escuche Sr. Potter. No sólo está acusando a uno de sus compañeros de casi matar a alguien, también lo hace sin pruebas.—dijo Leonardo y Minerva asintió estando de acuerdo con el.
—El profesor Rosier tiene razón, además el Sra. Malfoy estaba cumpliendo un castigo conmigo, el no asistió a hogsmeade.
—Supongo que hemos terminado aquí.—el hombre salió por la puerta para toparse a Severus quien hizo mala cara al verlo. —Snape.
—Rosier.—con eso dicho ambos siguieron sus caminos por separado.
Leonardo casi corrió a su habitación, algo le decia que Draco estaría ahí. Y no se equivocó pues el chico estaba sentado en su cama jugando con sus manos de manera nerviosa.
—Draco que... —se quedo callado al sentir como lo abrazaba con fuerza mientras lloraba.
—N-no que-ería. —tartamudeo sollozando.
Leonardo lo abrazo más a él y lo consoló.
—Lo sé, cariño.—pasó su mano por su cabello platinado para poder calmarlo. —Vas a estar bien. Lo prometo. —susurró en forma de promesa.
No dejaría que Draco saliera dañado de nuevo por nada, y sabía de sobra que el chico Malfoy no cumpliría su misión. Al final sería Leonardo quien lo hiciera. Por Draco se volvería un asesino.
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