v. claims and fights

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CAPÍTULO CINCO
RECLAMOS Y PELEAS
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—¡Muy buenas noches a todos! —dijo el director del colegio con una amplia sonrisa y los brazos
extendidos como si pretendiera abrazar a los presentes.

Draco miró desde su lugar a Leonardo quien se daba miradas de muerte con Snape. Seguía molesto con el por no haber sido invitado.

—¿Qué le ha pasado en la mano? —preguntó Pansy con asco.

No era la única que se había fijado en ese detalle. Dumbledore tenía la mano derecha ennegrecida y marchita.

Los susurros recorrieron la sala; Dumbledore, interpretándolos correctamente, se limitó a sonreír y se tapó la herida con la manga de su túnica morada y dorada.

—No es nada que deba preocuparos —comentó sin darle importancia—. Y ahora… A los nuevos alumnos les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito: ¡bienvenidos otra vez! Les espera un año más de educación mágica…

—La tiene como muerta —comentó Theodore con cara de asco—. ¿Sabes?, hay heridas que no se pueden curar. Maldiciones antiguas… y hay venenos que no tienen antídoto…

—… Este año nos complace dar la bienvenida a un nuevo miembro del profesorado: Leonardo Rosier. —
Éste se puso en pie; su traje impecable relucio, se quitó su característico sombrero y pasó una mano por su cabello haciendo que las chicas suspirén.

—¿Qué le ves?—Draco molestó a una niña de su mismo curso quien con temor apartó la mirada del hombre.

Sus amigos se dieron una mirada una vez más.

—. Es un viejo colega mío que ha accedido a ocupar el cargo de profesor de Pociones.

—¿De Pociones?

—¿De Pociones?

Las preguntas resonaron por el comedor; todos querían saber si habían oído bien.

—¿De Pociones? —se extrañaron también Pansy y Theo, y miraron a Draco—. Pero tú dijiste…

—El profesor Snape, por su parte —prosiguió Dumbledore, elevando la voz para acallar los murmullos—,Ocupará el cargo de maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras.

—¡No! —exclamó Harry, haciendo que muchas cabezas se volvieran hacia él. Pero no le importó.

Sin embargo los Slytherin aplaudieron felices por el logro de su profesor y jefe de casa. Dumbledore una vez más dio un discurso sobre cómo Voldemort ha Iá vuelto y finalmente los alumnos pudieron irse.

Los alumnos retiraron los bancos de las mesas con el estrépito de siempre, y cientos de jóvenes
empezaron a salir en fila del Gran Comedor, camino de sus dormitorios.

Draco observó cómo Leonardo desaparecía del lugar y comenzó a empujar a la gente para salir del lugar. Camino directo al que sabía que era el anterior de Snape. Que por ende sería de Leonardo ahora.

—¡Draco!—escucho que sus amigos lo llamaban. Intento ignorarlos pero fallo.

—¡Hurón del demonio!—detuvo su andar y se giro molesto con Blaise por el apodo usado.

—No que no te detenías—se burló Theo.

—¿A donde vas con tanta urgencia?—cuestionó Pansy con una sonrisa.

—Tengo que encargarme de algo.—mintió.

—¿De qué?

—Bueno, unos pendientes.—murmuró.

—No te creó—Blaise negó y miró a sus amigos que estuvieron de acuerdo—Si, no te creemos.

Lo miraron intensamente y el Malfoy terminó suspirando con derrota. Se recargo sobre una pared y pasó u a mano por su cabello desordenado.

—Iré con Leona... —se calló al ver las miradas—Con el profesor Rosier.—se corrigió a sí mismo.

—Ah pues te acompañamos—propuso Theo con malicia.

—Ve y muerete Nott—lo miró de mala manera.

—Siempre tan encantador.—murmuró el nombrado.

—Theo tiene razón, ya es tarde. Vamos a acompañarte—Pansy dijo para mala suerte de Draco.

De mala gana sus amigos lo llevaron hasta la oficina que ahora decía "Profesor Rosier".

—Saben que ya se me olvido.—quiso dar la vuelta e irse.

Fue retenido por los tres Slytherin. Blaise rodo los ojos y tocó la puerta. Esperaron unos momentos para que fuera abierta. Leonardo estaba sentado detrás de su escritorio, tenía unos lentes puestos, solo utilizaba sus camisa de manga larga que se pegaba a su cuerpo tonificado.

Sus brazos marcaban sus músculos, su pelo estaba desordenado y fumaba un cigarrillo.

—¿Si?—miró a los cuatro adolescentes.

Pansy mordía su labio, Blaise pestañeaba tratando de saber si era real, Theo tenía su boca abierta y Draco sentía que el corazón se saldría de su pecho.

—Mierda—maldijo Theo mirando al hombre.

—Draco quería... Preguntar algo—sin más que decir empujaron al chico dentro de la habitación.

Cerrando la puerta en el transcurso.

—Ese hombre es caliente—dijo Pansy.

—Absolutamente.

—Soy bi

Dentro de la oficina Leonardo veía a un Draco inseguro.

—¿Si Draco?

—¿Por qué no me llamaste?—se recuperó de su aturdimiento.

—Ah es eso. —soltó humo de sus labios.

—Si eso.—se veía molesto.

—No podría hacerlo.—se recargo en su silla pasando sus brazos por detrás de su cabeza.

—¿Por qué?—miró sus movimientos de manera atenta.

—¿Por qué?—sonrió divertido.—No podrían ver al nuevo profesor siendo amigo de un...

—Mortifago.—terminó el. —Te recuerdo que eres uno tu también.

—Mira niño..

—¡No! Tu también eres una mala persona—la sonrisa de Leonardo se borró de golpe. Su rostro sólo mostraba frialdad—. ¿No quieres estar cerca de mí por que soy un maldito mortifago?—pregunto con dolor.

—Baja la voz—lo mando a callar.

—¡Me importa una mierda el que me escuchen!—grito—. Si no quieres estar cerca de mi o que te vean conmigo bien. Pero mirate a un espejo. El que no tengas la maldita marca no te hace mejor persona—lo atacó sin medir sus palabras.

—¿Eso crees?—se acercó a él.—¿Crees que no te quiero cerca de mi?—pregunto arrastrando las palabras.

Draco se congeló en su lugar por el tono de voz.

—Que pensara la maldita gente cuando vean al nuevo maestro siendo amigo de un Malfoy y quien por cierto tiene un padre que es Mortifago. Ya es malo el hecho de que mi hermano lo fuera para que la gente piense que yo soy uno. Ahora tengo que estar en cubierto en esta maldita tarea, cuidando de ti y que todo salga bien para nuestro Señor.

—Y-yo.. —Draco quiso decir algo.

Nunca pensó en que todo era parte del plan.

—Pero sólo te importa un estúpido club—soltó con furia. —Tal vez no me equivoque sobre ti después de todo—el Malfoy lo miró con dolor. —¿Y crees que no tengo la maldita marca?

—Tu no..

Entonces Leonardo se abrió de un golpe la camisa revelando su pecho. En el estaba la marca de una serpiente. Draco ahogó un grito. Estaba al rojo viva y se movía constantemente. A su alrededor se veían quemaduras. Era horrible.

—¿Qué?..

—Vivo todos los días con esto en mi pecho, si el esta enojado la marca quema como los mil demonios, siempre está conmigo y no me ves quejándome—explicó mientras se colocaba la camisa una vez más.

—No sabía y...

—Vete de aquí—lo cortó de inmediato.

—Dejame...

—¡He dicho largo!—le dio un golpe a la mesa y se giro para verlo. Pudo ver a través de la camisa que aún no están bien abrochada que la marca había comenzado a quemar.

Al ver su mirada salió del lugar pata encontrar con sus amigos que parecían incomodos.

—Draco...

El chico camino fuera del lugar ignorandolos. No quería saber nada de nadie por el momento.

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