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CAPÍTULO TRES
CITAS OLVIDADAS
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LOS ENTRENAMIENTOS con Leonardo parecían volverse más fáciles para Draco, para su sorpresa pareció adaptarse fácilmente al hombre.

Seguía teniendo sus dudas sobre Leonardo y todo lo de su vida pasada pero a excepción de ello todo iba bien. Sin embargo Draco estaba volviéndose muy entrometido en su vida y no tenía idea del por qué.

—Mejoras más cada día—lo alago.—Sigue así niño—dijo mientras tomaba agua.

—Lo tomaré como un cumplido—habló mirándolo.

—Dilo quieres.—se canso de tener su mirada sobre el.

—¿Qué?—el joven se hizo el que no sabía nada.

—Quieres decirme algo, eres muy obvio aparte de entrometido.—señaló.

Draco se hizo el indignado de inmediato.

—¿Disculpa?—puso una mano en su pecho.

—Solo dilo niño—sonrió de manera divertida.

—¿Estás sonriendo?—cuestióno sorprendido.

Leonardo pareció darse cuenta de sus acciones por que borro su sonrisa. Draco enseguida se arrepintió de decirlo.

—¿Por qué mentiste?—preguntó tratando de cambiar de tema rápido.

—¿Disculpa?—lo miro sin saber de que hable.

—Cúando quién tú sabes... —murmuró en voz baja—Preguntó si te había ganado, tu mentiste. ¿Por qué?

—Créeme era lo mejor—aseguró mirando un punto fijo.—No querías que nuestro Señor se enterara.

—¿Por qué?—indagó queriendo saber más.

—Por qué es lo mejor para tu bienestar—lo miró intensamente.

[...]

—Así que Leonardo Rosier ¿es tu profesor?—Pansy preguntó con envidia.

—Si—fue la única respuesta.

—¡Ah!,—chillo.

—¡Pansy!—la regaño.

Aún en su mente esta lo último que le había dicho Leonardo. Quería lo mejor para el. Una vez más estába la pregunta que rondaba en su mente. ¿Por qué?

Acaso le importaba al hombre frío, o sólo le tenía lástima.

—Maldito suertudo. Leonardo Rosier es todo un bombón—tanto Pansy como Draco le dieron una mirada extraña a Theo. —¿Qué? El hombre está como quiere.

—Callate—murmuró Draco con un dolor en el pecho por el comentario.

—¿Celoso?—se burló Blaise desde la alberca.

Los cuatro amigos estaban disfrutando un tiempo en la mansión Malfoy, los Mortifagos tanto como el mismo Voldemort habian sido transferidos a la mansión Rosier por el mismo Leonardo.

Draco estaba agradecido por eso, tener a toda esa gente fuera de su casa lo tenía menos tenso. Y está feliz de que el y su madre estuvieran solos, ah sin olvidar a su padre quien recién salió de Azkaban. Pero el se la pasaba en Misiones como castigo.

—¿Por qué estaría celoso?

—¡No puede ser te gusta!—Pansy chillo.

—Oye no con mi hombre—Theo miró mal a Draco.

—No es tu hombre—el se la regreso.

—A Draqui le gustan mayores eh—Blaise se burló lanzandole agua.

—¡Que no!

—Oh por dios se van a casar—Pansy hablo ignorando a Draco.

—Mueranse—el chico suspiró caminando hasta la cocina de su hogar.

Si bien podría mandar a un elfo, prefería ir el mismo para no tener que soportar a sus amigos.

Al llegar busco más bedida al igual algo de comer. Sin darse cuenta de la presencia de alguien más en la habitación.

—Niño—murmuraron detrás de él. Dejó caer el vaso con su bebida y se dio la vuelta.

Miró a Leonardo quien tenía un brillo en los ojos que no había visto anteriormente. El hombre estaba recargado sobre la puerta sus brazos cruzados y una diminuta sonrisa en su rostro.

—Maldita sea...

—Maleducado. Tss, mal niño—se acercó a el, Draco trago grueso por su comentario y negó con la cabeza.

—Me asustaste—el señaló.

—Deberías de estar alerta siempre.—levantó sus hombros.

—Estoy en mi propia casa.—dijo.

—Incluso en tu propio hogar puede haber peligro.

—¿Me harías daño?—preguntó recargandose en la mesa.

—Nunca—respondió sin pensarlo.

Draco no tuvo palabras para decir, Leonardo por otro lado miró la vestimenta del joven. Estaba en una bermuda de playa, no traía camisa, por lo que su abdomen marcado se veía y su cabello estaba mojado ligeramente.

—Yo... Me tengo que ir—dijo antes de comenzar a darse una vuelta.

—¡Espera!—Draco lo detuvo. —¿Qué hacías aquí?

—¿Lo olvidaste?—preguntó parando y girando a verlo.

—¿Qué cosa?—estaba confundido.

—Olvidalo—antes de que pudiera detenerlo Leonardo desapareció.

Que mierda Draco tenía que recordar. Sin darse cuenta regresó con sus amigos quienes jugaban en el agua. Llegó a su silla y se sentó en ella. Tomó un sorbo de su bebida nueva y entonces un recuerdo le vino a la mente.

—¿Bromeas?

—Tengo cara de hacerlo.—Leo levanto una ceja.

—No, pero como es posible de que nunca hayas comido helado.

—Nunca tuve una infancia tan común—respondió en su defensa.

—Te llevaré entonces.

—¿A sí?

—Claro, ven el viernes por la tarde y iremos por el mejor helado que conozco.—propuso.

—Bien.

—¿Eso es un sí?

—Si—le dio una sonrisa y salió de la habitación.

Era un idiota, se había olvidado por completo de sus planes. En cuanto sus amigos propusieron el venir a su casa no lo pensó. Leonardo había ido a su casa por el y ni siquiera recordaba.

Se maldijo por ser un idiota.

[...]

RARA LA VEZ Leonardo Rosier se desepccionaba, pero sin embargo cuando vio que el chico Malfoy había olvidado su compromiso no evitó que la desepcion lo abundara. Una parte de él quería salir y comer helado como un joven.

Pero al ver que el no recordaba nada la desepcion y realidad lo golpearon. Suspiro negando con su cabeza. Tenía que dejar de pensar así. Se recargo en su cabecera con oesades. Escucho como llamaban a su puerta y soltó un gruñido. Lo último que quería era evr a alguien.

—¡Ahora no Rabastan!

—No soy Rabastan—escucho la voz de alguien conocido.

Se puso de pie al escuchar esa voz. Abrió la puerta solo para encontrarse a Draco detrás de ella. Con un bote de Helado en su mano.

—¿Qué..?

—Olvide nuestra cita lo siento pero traje el helado y perdón por tocar y interrumpirte tan tarde. Pero me he adentrado a tu casa sin que nadie me viera.—hablo de manera rápida.

—Ya veo—el lo miró de pies a cabeza.

—¿Puedo pasar entonces?—móvio sus cabeza en busca de una repuesta.

—Por qué no.—se hizo a un lado dejando que el joven entrará.

Tal vez no debería de haber hecho eso, dejar entrar a alguien más a su vida. Nunca salía nada bueno de eso, pero Draco poco a poco se adentraba sin evitarlo.