T2 E1: el oro

𝐜𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐨;

-¿Tienes miedo? -miro sus ojos, resplandecen grises como el cielo encapotado que cubre París. No respondo. No sé qué debo responder. Me extiende una mano enfundad en un guante blanco, pulcro a pesar de todos los tejados por los que deben haber pasado, de todo lo que deben haber robado- no debes tenerlo. Harriet, te brido una nueva vida. Una segunda oportunidad, ven conmigo, hija. -veo por primera vez en él un padre, aun así no un salvador.

-no lo tengo -miento y acepto su mano. Me dejo arrastrar entre los callejones de París. En los barrios bajos, antiguos, a las orillas del Sena. Mientras ando a su lado puedo escuchar el cabal del río, el aire está cargado de humedad y el hedor de las sucias aguas del alcantarillado que van a desembocar al Sena llega hasta nosotros. Entramos en un pequeño bar, los cristales del cual están tan sucios que des de dentro no ves la poca gente que pasa fuera. Todo huele a frito y ha alcohol. Sigo al hombre con el que he llegado hasta allí hasta una pequeña mesa al final del estrecho local. Siento los pies adherirse al suelo pegajoso de la suciedad que otras muchas suelas dejaron antes que las mías, y al despegarlos, si todo el mundo estuviese en silencio, podría incluso oírse un la masa que cubre el suelo estirarse con mis suelas para no soltarlas hasta romperse y volver a su lugar.

El hombre pide una cerveza para él y un batido para mí, pero cuando llega a la mesa lo aparto discretamente asqueada por el color y la textura de la masa brumosa que me habían servido en un vaso de esquinas rotas. Bebe de su baso sin pensárselo y vuelve a dejarlo sobre la mesa. Como mas lo observo más similitudes le encuentro con la imagen que se me presenta en el espejo.

-Tuviste suerte de que fuese yo a buscarte a la prisión y no tu madre. -sentencia.

-¿y eso? -pregunto más por descaro que por interés. Quiero que vea que no le tengo miedo. Pero no hay nada más difícil que engañar a un mentiroso- ¿has hablado con mamá?

-no en la última década -responde simple- pero sé que ella te mandó allí.

-No, eso no es verdad. Me dijo que escapara -rechisto- quería protegerme y me dijo que escapara.

-Y te dio una dirección, un puerto, una hora -añade él y yo asiento- ¿cuándo hablaste por última vez con tu madre, Harriet? -callo. No porque no tenga nada que decir, sino que demasiadas cosas pasan por mi cabeza y mi voz no es capaz de gestionarlo- Acabaste en Outer Banks porque tu madre lo quiso así. Ella y su cómplice -añade con una sonrisa y se lleva la jarra a los labios- no hace falta que preguntes, sé lo que vas a decir.

-¿cómo vas a saber nada de mí sí a duras penas sabes mi nombre? -le escupo con rabia las palabras.

-un padre conoce a su hija...

-sí, pero niega ser su padre y la abandona de igual forma.

-no hurguemos en el pasado querida -responda con vehemencia, haciendo tintinear el anillo que lleva contra el vaso- vive el futuro, y tu futuro, querida hija, soy yo. Ahora, ¿quieres saber que paso de verdad?

Lo pienso unos instantes sin apartar los ojos de su mirada grisácea.

-lo suponía. Esa mujer a la que mataste... Genevieve Raure, no se llamaba así ¿sorprendida? no, claro que no... a tu madre le encanta maquinar. Ella no era francesa, era americana, pero no una americana cualquiera, no... Era de Outer Banks. Estaba casada con un hombre de allí, tuvieron un hijo creo, debe tener tu misma edad si no hace. Pero se cansó y desapareció, no sé muy bien si fingió su muerte o simplemente se largó, la cuestión es que vino a París y se casó de nuevo con un hombre rico, un examante de tu madre, por si lo dudabas -añade riendo- esa mujer se hizo amiga de tu madre, por supuesto una autentica dama de teatro... Y como a las mujeres les gusta tanto hacer, hablaron. Hablaron sobre todo, incluso de su segunda vida, ella confiaba en tu madre, y mira por donde, termino muerta -dice levantando una ceja hacia mí-. Le hablo de la isla y de su exmarido, un loco obsesionado con un tesoro perdido, hundido en un barco. Le contó que tenía un plan para volver allí y quedarse con el tesoro. Lo planearon juntas. Y cuando todo estaba preparado... ¡pam! -se apunta con dos dedos en la cabeza como si disparase un arma- una chiquilla mata a Genevieve Raure, la perfecta mentirosa engañada por otra estafadora.

-mama no...

-¿mama no te dijo que le dispararas? -lo miró, pálida- mamá te dijo que la mataras, pero ella no sabía que tenía una hija, una hija que te vio. Y huiste, con la casualidad que terminaste en Outer Banks -sonríe cínico- que casualidad ¿verdad? Y, por casualidad, no conocerías algún chico... Uno que tenía tu edad, huérfano de madre, con un padre loco por un tesoro hundido en el mar...

-no, calla... -le digo, y una lágrima corre mi mejilla.

-uno del que te hiciste amiga, por qué "mamá" así lo quiso. Y luego le robaste.

-no.

-¿no? -repite incrédulo. No me cree.

-no les robe. Él está muerto.

-No Harriet... Piensa, por favor, que eres una Lupin ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con tu madre? Y luego dime, ¿dónde está el tesoro?

Me agarro con fuerza al canto de la mesa sintiendo mi pecho subir y bajar con fuerza, mareada. Veo las mismas imágenes en mi mente, las de siempre, una y otra vez. Pero esta vez tienen sentido. Las huidas nocturnas de mi madre, las cartas, los planos y murmullos, el arma, la sangre, el barco y la isla, el tesoro, el robo fracasado, los Poges, JJ... El robo no ha terminado.

-JJ -me alzó de la mesa y salgo del bar corriendo entre aquellas extrañas personas que me observan y salgo a la calle. Corro entre los callejones, pero no sé dónde ir. Miento, si sé dónde debo ir. Outer Banks. Solo me falta el cómo.

El calor de París llega a ser pegajoso contra mi piel cuando camino por las calles intentando trazar un plan. Busco el teléfono de prepago en mi bolsillo y marco el número. Espero. Un pitido, dos y tres, hasta que salta el buzón de voz. Vuelvo a marcar. Buzón de voz. Aprieto cada número con rabia por tercera vez, siento el pulso acelerado en una mezcla de miedo y rabia, pero lo que siento, por encima de todo eso es frustración. Suena un pitido, luego otro. Alguien me golpea y el teléfono cae al suelo.

-¿a ti que coño te pasa? –le espeto al chico que me ha golpeado. Me agacho a recoger el teléfono antes de que él pueda tomarlo en las manos. Cuando levanto la vista hacia él agacha la cabeza. La gorra que lleva le tapa el rostro y solo puedo llegar a ver una mancha de nacimiento en forma de corazón que asoma del cuello de la camiseta. Me lo quedo viendo por unos segundos que se está estático delante de mí hasta que se da la vuelta.

-nos vemos. –murmulla cuando ya se está alejando por el callejón. Arrugo la nariz disgustada, debería tener mi misma edad, quizás un año menos. Y por sus palabras puedo juzgar que iba borracho.

Lo ignoro y miro mi teléfono de prepago. Se ha partido por la mitad y solo unos cables conectan las dos partes. Lo guardo en el bolsillo, no puedo tirarlo sin más. Pero cuando meto la mano en el bolsillo encuentro algo: una bolsa de tela.

Al abrirla me encuentro un teléfono de prepago nuevo. Lo desdoblo y cae al suelo un papel con un número escrito. Mi padre, pienso. Tiro el número dentro de la bolsa, no lo necesito. En la misma bolsa hay también un sobre con las palabras escritas: para tu nueva yo. Dentro hay un fajo de billetes. Por último, en la bolsa, encuentro un papel plastificado, o eso me parece. "Puerto 302. Destino: Outer Banks". Es un billete de barco.

...

-¿está todo bien, cariño? –la señora a mis espaldas me observa por el espejo y yo asiento con una sonrisa en los labios. Miro mi reflejo. El pelo corto por los hombros, ondulado y negro. Con la nueva ropa. De la Raven que conocían en Outer Banks solo quedan los ojos verde azulados. Pago y me alejo de allí.

Tengo que cruzar la ciudad para llegar hasta el puerto. Para ello me dirijo hacia el tren. Cuando llego a la estación corriendo veo la andana vacía. La gente ya está dentro del tren que empieza a arrancar poco a poco. Suelta un silbido para hacer saber a los pocos viajantes que quedan por las vías que deben apartarse. Sin pensarlo empiezo a correr hacia él. Es el último tren que puede llevarme al puerto. Salto una valla y detrás de mí se escuchan los gritos de un revisor. No puedo detenerme ahora. En seguida me posiciono al lado del tren que avanza por las vías. Corro tan rápido que ni siquiera siento los pies tocar el suelo. El tren cada vez toma más velocidad y no tarda en dejarme atrás. Intento agarrarme al saliente del último vagón para subirme de un salto. Lo agarro con todas mis fuerzas, pero los dedos me resbalan y caigo al suelo. Ruedo unos metros y vuelvo a ponerme en pie con el mismo impulso de la caída. En ese tiempo el tren debería haber dejado la estación, pero en contra de todo pronostico parece frenar, en esos segundos salto dentro del último vagón y entro.

-¿Por qué frena? -la gente dentro del tren está revolucionada, haciendo teorías sobre una posible avería. Pero al momento de cerrar la puerta de atrás el tren vuelve a tomar velocidad.

"Las coincidencias no existen" solía decir mi madre. Intento expulsar ese pensamiento de la cabeza mientras busco un sitio discreto en el que sentarme. Travieso el último vagón y el penúltimo sin detenerme. Pero entonces veo al revisor hablar con una familia. Sin pensarlo giro a la derecha y me encierro en el baño. Es un lugar pequeño y el olor deja mucho que desear. Espero un minuto y otro hasta que oigo cerrar la puerta que da al siguiente vagón y salgo.

-perdón. -musito al encontrarme a un chico de frente. Él en seguida se aparta para dejarme pasar sin despegar la mirada del suelo. Le paso por al lado y sigo mi camino hacia el principio del tren. Allí por fin tomo asiento al lado de una ventana. Mi mirada se desplaza por el paisaje rural parisino sin llegar a ver nada, absorta en mis propios pensamientos. Todos vagan alrededor de una misma cosa: Outer Banks.

No ha pasado demasiado tiempo. No el suficiente como para considerar prudente volver siendo una fugitiva de la policía. Pero todo aquello manca de importancia cuando pienso en las personas que he dejado atrás. Mi única amiga, mis mejores amigos, aunque John B ya no este vivo. A JJ... Necesito volver a verlos.

Antes de que me dé cuanta el tren vuelve a frenar. Los vagones ya van casi vacíos, muy poca gente resta en ellos. Bajo a la estación. Allí el clima es mucha más húmedo y frío. Las nubes de lluvia se ciernen sobre las cabezas de los pescadores y se adentran mar adentro. Una neblina espesa cubre el suelo sin levantarse más allá de mi tobillo, aquel extraño humo parece surgir del mar. Todo el ambiente está cargado de un fuerte hedor a pescado y claramente no estoy en mi lugar. Todos los que me rodean, en su mayoría hombre, parecen viejos lobos de mar, vestidos con monos y gabardinas de colores chillones.

No tardo en encontrar el barco al que me dirijo. No debería sorprenderme al ver que no se trata de un barco de travesía turística sino de un pesquero. Se trate de mi madre o de mi padre, han vuelto a lucirse.

Al mostrarle el ticket para llevarme a Outer Banks el capitán parece escéptico. Se acerca el billete debajo de la nariz para verlo mejor y me lo devuelve.

-¿Cómo has dicho que te llamabas? -pregunta mi nombre por primera vez. Yo lo observo, no parece un hombre al que le puedas pedir un favor y no esperar que te pida nada a cambio. Así que decido mentir.

-Mary Jane Collins. -digo. El marinero vuelve a observarme y finalmente cede y me deja pasar abordo.

-no figurará ningún pasajero. -me advierte.- si te pasa algo no me hago responsable. Cuando le veas dile que me debe dinero.

-¿quién? -pregunto. No puedo saber si habla de mi padre o de mi madre. Si fuera de esta última entonces mi padre se equivocaría, ella no me habría abandonado. Pero todas aquellas preguntas se quedan en preguntas, ya que el capitán decide que es el momento de empezar a ignorarme.

La travesía es extremadamente larga. Pasamos dos días encerrados en el barco. El sol golpea sin piedad la cubierta del barco y a todos aquellos que osan pasearse por él. Entre esos estúpidos me encuentro yo. Noto el sudor bajar por mi mejilla. El sol abrasa la piel de todo mi cuerpo desprotegido de ropa.

Bajo del barco tan pronto como lo amarran a la orilla. La tierra firme marea incluso un poco después de tantas horas de tambalearse en el mar. Miro a mi alrededor. Pescadores que cargan con cajas de pescado. Mujeres que amarran barcos a la orilla y hombres que pasean por el puerto sin un rumbo fijo. Pero no es hasta que le veo a él que una sonrisa no me cruza el rostro y por fin lo asumo: estoy en Outer Banks.

-Te he echado tanto de menos. -me acerco a él con una sonrisa enorme, pero el hombre solo me responde con una mueca de disgusto.

-Lo siento niña, pero, no sé quién eres. -yo asiento repetidas veces.

-Claro, lo siento. Me ha recordado a alguien. -me disculpo al señor Heiward, el padre de Pope. Me alejo de él para adentrarme en el pueblo de Outer Banks. La gente que camina tranquilamente por la calle pasa por mi lado sin mirarme.

"El mejor escondite es a plena vista." Decía mi padre, antes de abandonarnos, claro. Yo siempre le daba la razón sin pensar que realmente era verdad. La gente no busca él lo que tiene delante de las narices.

El arrabal, des del verano en el que llegué se ha convertido en mi lugar favorito del mundo. A lo lejos se escuchan a unos niños gritar y a alguien cortando leña. Cuanto más me acerco a la casa de John B más segura estoy de que los golpes proceden de allí.

Me quedo estática, lejos del árbol que parece que quieran cortar. Pope sujeta el hacha entre las manos. Creo que Kiara llora, pero está tan hermosa incluso contraída por el dolor. Cuando da un paso hacia el árbol puedo verlo otra vez y por unos segundos se me olvida como respirar. Marca el árbol con un soplete y un hierro. Viste una camisa de franela a cuadros amarillos y marrones y el pelo rubio revuelto. JJ.

Tomo una gran bocanada de aire que se entrecorta como un temblor. Estoy aquí, frente ellos y no lo saben. ¿Qué hago? ¿Qué digo? La idea de que me odian vuelve más fuerte que nunca y el pensamiento de darme la vuelta e irme se me pasa por la mente. Pero todo se borra cuando JJ se gira a ver a sus amigos y su mirada se desvía hacia la mía. Aun con la mano en alto sujetando la petaca puedo ver el titubeo en la mirada. Creo que tarda tan solo unas décimas de segundo en reconocerme, pero cuando vuelve a girarse hacia el gran árbol no me queda ninguna duda: me odia.

Me doy la vuelta y me voy, pero no llego más allá que a la parte trasera de la cabaña de John B. Me desplomo en el suelo, derrotada. Es un entierro. Un entierro sin cuerpo. Sabía que John B estaba muerto, lo sabía, era consciente de ello, pero, hasta ese momento su muerte solo había sido una idea en mi mente, como un sueño consciente. Un sueño que una parte de mí esperaba despertarse y olvidar.

-has vuelto. -levanto la mirada y allí esta. Plantado en sus botas sucias delante de mí, buscando mi mirada para asegurarse de que soy yo.- Harriet. -dice mi nombre, pero me suena más bien a una pregunta. Duda.

Me pongo en pie delante de él arrastrando la espalda por la pared de pintura blanca y sucia de la cabaña de nuestro difunto amigo. Aún quedo por debajo de su barbilla. Las lágrimas corren mi rostro e intento sonreír, pero el miedo convierte mi gesto en una mueca, el miedo al rechazo.

-te he echado de menos. -consigo musitar. JJ se echa el pelo hacia atrás con ambas manos y aparta por un segundo la mirada. Su rostro se ilumina por una sonrisa y suelta una pequeña risa que consigue contagiarme plagada de tristeza.

-joder, Harriet... -se acerca hacia mí y con ambas manos agarrándome el rostro me besa. No es un beso largo, no lo suficiente. Pero nos basta como reencuentro.- joder... eres una jodida... -abro los ojos para poder verle, no me mira, la sonrisa ha desaparecido. Sus manos aun en mi rostro me acarician mientras su cuerpo se crispa. Me dejo amañar, disfrutando de cada una de sus caricias, sabiendo que duraran menos de lo que deseo.- una jodida mentirosa. -termina y vuelve a besarme en un beso lento y amargo.

-lo siento... -suspiro en sus labios volviendo a llorar.

-no... no digas eso. -me pide juntando nuestras frentes. Siento su aliento entrecortado contra mi rostro. Suelta mis mejillas para abrazarme y le devuelvo el gesto, hundiendo todos mis sentidos en él. El tacto de su piel, el aroma de su pelo, el gusto de sus labios sobre los míos y la visión de sus ojos azules.- no sabes todo lo que he pasado des de que te fugaste.

-ya... lo mío tampoco ha sido precisamente una fiesta. -replico con una pequeña sonrisa que consigo contagiarle. El sol empieza a caer sobre nosotros y la oscuridad no tarda en hacerse presente.

-¿qué te has hecho en el pelo? -me coloca un mechón de pelo corto detrás de la oreja sin dejar de mirarme.- estás preciosa. -me acerco a él y vuelvo a besarlo, pero me separa.- necesito que vuelvas ha hacerlo. -vuelvo a besarle, pero JJ se aparta con una pequeña sonrisa, deja su frente contra la mía y me susurra por encima del viento y el chirrido de los grillos.- esto no... lo que necesito que repitas es la desaparición. -lo miro con los ojos bien abiertos, captando la poca luz que puedo ver después de que el sol dejara Outer Banks.- desaparece.

-JJ... -pero solo digo su nombre, sabiendo que puede oír mi voz, sabiendo que la ignora y eso me hiere. Cuando lo pierdo de vista tengo por seguro que no lo volveré a ver, hoy no.

Me alejo de allí. No me estoy dando por vencida. Solo necesito un tiempo para pensar. En mí, en mi nueva yo: Mary Jane Collins. Cuando empiezas una nueva vida todo está por decidir: amigo y enemigos. ¿Quién es Mary Jane Collins? Una inadaptada o una chica inglesa de intercambio. ¿Soy una rica hundida en mi propia fortuna o una huérfana que vive en la calle?

-¡hey tú! -des de un callejón un chico llama mi atención. Es alto, a contraluz no puedo verlo bien. Me dirijo hacia él no tengo nada que perder.- Me da la sensación de que no tienes dónde pasar la noche. -dice como si nada cuando estoy suficientemente cerca para oírle sin alzar la voz.

-no gracias, tengo novio. -no sé si estoy empezando esta nueva vida con una mentira. Me gustaría pensar que no, pero me acaba de echar a la calle.

-no eres mi tipo. -contraataca él. Incluso con la poca luz que hay en el callejón puedo vislumbrar su sonrisa blanca.- ven conmigo. Sé un lugar donde puedes quedarte. -Se gira y hecha a andar, pero debe notar que titubeo por qué vuelve a girarse hacia mí con esa sonrisa brillante.- a no ser que prefieras quedarte por la calle. Te aviso de que la policía patrulla por todas partes y tú pareces ser una de esas chicas que no le conviene ser vista.

Cuando vuelve a girarse esta vez empiezo a seguirle el paso. Incluso de espaldas podría decir que está sonriendo. Me lleva hasta una pequeña cabaña de madera escondida entre los árboles del bosque, alejado de todas partes. Él entra primero y enciende una lámpara a pilas que cuelga del tejado. Con aquella luz al final podemos vernos el uno al otro. Nos quedamos un largo minuto en silencio. Le observo des del umbral de la puerta para decidir si puedo fiarme de él. Tiene los hombros anchos y una forma atlética y ágil, mi padre diría que tiene la percha de un ladrón. Su rostro algo alargado muestra unos pómulos impecables y una mandíbula afilada. Los ojos de un marrón inquietante como las hojas cuando empiezan a morir lentamente para caer del árbol. El pelo castaño y ondulado le caía desordenado por encima de las orejas. Vestía un pañuelo en el cuello y la mano izquierda poblada de anillos.

-¿has terminado? -preguntó con una sonrisa, cómo si mi comportamiento precavido le divirtiese.- prometo no matarte. -levanto la mano izquierda por encima del hombro en forma de promesa.- Soy Will. -yo asentí sin decir palabra.- este es el momento en el que me dices tu nombre.

-Jane. -respondí.- Mary Jane.

-Muy bien, Jane, Mary Jane. -volvió a burlarse de mí. Di media vuelta para largarme de allí molesta, pero Will me tomó del hombro.- es broma... lo siento, no volveré a reírme de ti. -lo miré un momento antes de decidir entrar a la cabaña. Era pequeña. Con un sofá, una mesa con dos sillas y una cama muy grande para uno y pequeña para dos.

-¿vives aquí? -Will asintió dejándome inspeccionar la zona- lo tienes hecho un asco.

-muchas gracias, lo he ensuciado yo solito.

Lo observé por encima del hombro quitarse los zapatos para tirarlos al suelo y dejarse caer al sofá. No pude evitar sonreír. Aquel chico, al igual que yo, no tendría más de diecisiete años.

-¿y tus padres? -me atreví a preguntar sentándome al sofá a su lado. Él se encogió de hombros en un total desentendimiento.

-¿y los tuyos? -imité su gesto. No era ninguna mentira, no sabía dónde estaban, que hacían o más bien dicho: que tramaban. Will sonrió.

-me caes bien, Mary Jane Collins. -Yo sonreí sin darme cuenta por unos segundos del pequeño error que había cometido Will. Yo no le había dicho mi apellido. Me levanté del sofá de un salto y Will me miró alterado.- ¿Se puede saber que te pasa?

-¿quién eres? -dije, preparada para salir corriendo. Will parecía confundido.- Collins, yo no te he dicho mi apellido. ¿Quién eres y de qué me conoces? -como respuesta solo recibí una risotada.

-cálmate, mujer. -hecho a mis pies mi cartera con el carnet falso que me había hecho antes de subir al tren.- solo quiero asegurarme que mis invitados no son ningunos criminales peligrosos. ¿Puedes calmarte, por favor? Ya te he dicho que no voy ha hacerte daño.

Volví al sofá algo insegura. Quizás solo estaba histérica por volver a Outer Banks.

-¿quién es tu novio? -preguntó después de unos segundos de silencio incómodo.

-has dicho que no soy tu tipo.

-no lo eres, me gustan guapas. -se rio y yo le empujé de un hombro. Will era extrañamente simpático. Era definitivamente una histérica, Will era de fiar.- es broma...

-vete a la mierda. -me reí con él.- no es exactamente mi novio.

-o sea que me mentiste. -razonó Will.

-no exactamente. No sabía quien eras y...

-me mentiste. -sentenció en broma.

-sí, bueno... Se llama JJ Maybank. Nos liamos este verano y no...

-¿no termino bien? -acabo mi frase.

-no ha terminado. -le corregí y Will alzo las manos como si le estuviese apuntando con un arma en el pecho.

-lo que tú digas, ricura. -se rio.- ¿Has dicho JJ? -yo asentí- No me jodas... sé dónde trabaja. Mañana por la mañana lo vamos a ver, si te parece bien. -yo asentí con una sonrisa en la cara.- ahora duerme un poco, te cedo la cama, ricura.

Me desperté con el sol que se filtraba entre los tablones de madera de la cabaña.

-por fin estas despierta. Estaba por llamar a la morgue. -bromeó Will. Y yo le sonreí adormilada.

Nos dirigimos a paso firme hacia Figure Eight. En un bar allí estaba él. Vestía un delantal negro y parecía estar discutiendo con unos Kooks.

-¿el rubio cabreado es tu no-novio? -me miró Will y yo hice una mueca de desaprobación cuando vi como JJ se sacaba el delantal y se lo echaba al pecho de otro hombre.

-sí... -dije entre dientes.

-¡eso JJ! ¡Vete cagando leches! -le gritaban des del bar. Noté como JJ se agarraba el pecho, justo en su corazón y sentí un pinchazo de preocupación y dolor en el mío.

JJ se giró hacia los Kooks mostrándole el dedo corazón antes de subirse a su moto. Encendió el motor y con un giro se montó en una de las jardineras quedando de cara a nosotros y empezó a acelerar haciendo que toda la tierra saliese disparada por el asfalto. Will a mi lado empezó a reírse y palmeó mi hombro contento de que alguien fastidiase a los ricos de la isla.

-Me cae bien, ricura. -me aseguró. JJ levantó la mirada mientras Will me susurraba esas palabras al oído y su cara era todo un mapa de rabia y frustración. Salió de las jardineras acelerando y giró frente a nosotros parando.

-sube. -Will dejó de reír y yo me quedé un segundo quieta sin saber que hacer.- no tengo todo el día, princesa. -me subí detrás de JJ a la moto sin decir nada. Eché un último vistazo a Will que me sonrió compresivo. JJ arranco para alejarnos lo más deprisa posible de aquel lugar mientras a lo lejos Will gritó:

-¡nos vemos esta noche, ricura! -me agarré más fuerte a JJ cuando aceleró después del grito de Will, aun así alcancé a escuchar sus risas. Nos dirigimos a toda pastilla al arrabal. Allí JJ empezó a disminuir la velocidad hasta parar en un semáforo.

-¿quién es? -dijo seco sin girarse.

-no deberías conducir tan rápido y sin casco. -le regañé sin responder.

-¿quién era ese? -repitió, sus palabras fueron demasiado contundentes para enmascarar los celos como había pretendido en su primer intento.

-un amigo.

-mis amigos no me llaman ricura. -yo reí por debajo de la nariz al oírle decir aquel apodo estúpido. Pero dejé de reír y pegué mi cuerpo al suyo para agarrarme cuando volvió a poner la moto en marcha. Después de unos minutos de conducción temeraria paró delante de su casa y puso los pies en el suelo para dejarme bajar.- hoy duermes aquí.

-Will me espera. -me excusé yo para irme. Esto era incómodo. Pero JJ se interpuso en mi camino.

-me importa una mierda lo que Will quiera o espere. Entra. -entré sin discutir más. No iba a negarme a algo que había estado anhelando todas estas semanas: volver a despertarme en su cama.

No había ni rastro del padre de JJ y decidí no preguntar, ese era un tema sensible para ambos. Me giré hacia JJ y parecía tenso, a penas era mediodía de un domingo de principios de septiembre.

-¿vamos a quedarnos aquí todo el día? -pregunté después de estar unos minutos allí plantados en silencio.

-sí. -respondió seco y entró a su habitación.

-pues que bien. -ironicé. Empecé a deambular por la casa mientras JJ estaba encerrado en su cuarto. Estaba todo hecho un asco. Me gustaría saber cuanto tiempo llevaba JJ viviendo solo. Encima de la encimera de la cocina había una caja de cartón, tenía marcas de agua por encima como si hubiese sido salpicada por algo. Al abrirla comprendí que no era agua, eran lágrimas.

Tomé la caja y la llevé conmigo al sofá. Dentro estaban las fotografías del verano. Todas ellas, salvo una. Devolví mi fotografía a la caja para luego darme cuenta de que allí estaba también mi carta, horriblemente arrugada de haber sido releída incontables veces.

-¿qué coño haces con eso? -me quitó la caja JJ entrando al salón.- No se toca lo que no es de uno.

-dijo el ladrón. -repliqué yo. JJ dejó la caja otra vez en la encimera y se sentó al sofá a mi lado.

-¿des de que te fuiste...? -dudó en preguntar- has estado con alguien? -rodé los ojos, me parece increíble que aun tenga que preguntar.

-¿en serio? -JJ asintió. Le vi en los ojos la necesidad de tener una respuesta y cedí.- no. Solo puedo pensar en ti. -JJ dejó caer una media sonrisa mientras se apartaba el pelo de la cara con ambas manos. Supongo que decidía que hacer.

-Harriet... ¿Qué me has hecho? -murmuró como una vocalización de sus pensamientos.

-¿y tú? -pregunté temerosa de la respuesta. Conocía la vida de JJ antes de que yo llegara a la isla, Kiara me había puesto al día. JJ sonrió.

-¿qué si me he acostado con alguien? -yo asentí y el rio sin ganas.- ni siquiera me he acostado contigo, princesa. El mundo me tiene a dos velas.

-eso no es verdad. -protesté- si nos acostamos... -pero callé, era verdad.

-no, nunca hasta el final. No es una queja, -añadió con una sonrisa en defensa propia.- solo un apunte. Eso si, las mamadas un die... -le cerré la boca con la mano para hacerlo callar riéndome con él.

-¡JJ! -le regañé.

-Era un cumplido... -rio y echó la cabeza a un lado para verme a la cara.- te he echado de menos.

-Y yo a ti, JJ... -le dije para luego acercarme para besarle, pero él giró el rostro hacia el techo.

-esta amistad. -nos señaló a ambos.- un poco desestructurada, caótica -me sonrió y yo le devolví la sonrisa sin ganas, no solo me había esquivado, me acababa de llamar "amiga". Entonces la ventana de encima de nuestras cabezas estalló en mil pedazos con el sonido de un arma resonando por el aire. Nos estaban disparando.- ¡Al suelo, Harriet! -me empujó JJ, pero logré soltarme y levantarme para ver el tirador. Para aquel entonces ya había huido.

-no lo he visto. -informé frustrada.

-¿estás bien? -se levantó JJ a mi lado quitándose los vidrios del pelo.

-ni que te importara, amigo... -le espeté molesta.- creo que voy a irme con Will. -pero antes de que pudiera dar dos pasos hacia la puerta JJ me tomó del cuello y me arrastró dentro de su habitación haciéndome caminar de espaldas. No paró hasta tenerme contra la pared del fondo de su habitación.

-no... -dijo enfadado, intentaba controlar la cólera, podía sentirlo en el agarre a mi cuello, era fuerte, lo suficiente para hacerme mirar hacia donde él quisiera, no pretendía ahogarme, no hasta matarme.- no quiero oír ese nombre.

-¿un amigo no quiere oír sobre mi otro amigo? -le sonreí retándolo. Me gustaba ver esa mezcla de furia y celos en él, le hacía ver más atractivo.

-puedes dormir en la cama. -soltó su agarre para dejar la habitación y cerrar la puerta a sus espaldas sin mirarme.

Me dejó allí, no quise salir hasta que el sol estuvo tan bajo que el cielo se tiñó de rojo. Salí del cuarto, JJ estaba cocinando algo.

-por fin sales. -me sonrió. Esa normalidad me asustaba, él me había encerrado.- no quería llamarte mi amiga. -se disculpó y yo me senté al otro lado de la pequeña isla de la cocina.- tienes que entender que esto... -nos señaló.- Harriet, lo siento, pero soy orgulloso y me revienta, pero no puedo.

-pero quieres. -aseguré y JJ asintió dejando todas las tareas de la cocina para centrarse totalmente en mí y asentir. Rodeó la isla de la cocina para posicionarse delante de mí, tan cerca que tuve que separar las piernas para dejarlo dar un último paso. Su mano volvió a mi cuello para levantar mi barbilla, estaba totalmente a su merced y lo dejé que me besara, como le diera la gana. Que me marcara. Me daba igual. Solo quería sentir su respiración y su corazón lo más cerca posible.

-te perdono. -susurró contra mis labios.

-¿qué? -me aparté de él. Me levanté del taburete, pero JJ me tomo de los muslos y me sentó en la encimera para seguir besándome, pero me aparté.- has dicho que me perdonas. ¿Por qué exactamente? -ahora estaba cabreada. Él era consciente que había hecho todo eso por mi madre. No había venido hasta aquí para pedir su perdón.

-has venido para que te perdone. -justo eso. Pensé.

-tú eres gilipollas, JJ. -le aparté saltando de la encimera.- no hice nada de eso por gusto, perdona a mi madre, en todo caso. He tenido mucho tiempo para pensar, y si algo tengo claro ahora es que no todo es culpa mía.

-culpa mía, dice, sí, culpa tuya, el robarme. Culpa nuestra el no poder separarnos. -se acercó a besarme otra vez. Estaba furiosa, pero más estaba necesitada. Ya lo había perdido una vez.

-eres lo peor. -susurré besándolo aun.

-tú también. -respondió devolviéndome a la encimera.

...

-tengo que irme al instituto. -susurró JJ. Abrí los ojos y ya estaba vestido y listo para marcharse.

-quédate. -le pedí y JJ sonrió.

-no vuelvas a decirlo o me perderé el primer día por tu culpa. -rio dejando un beso en mi frente.

-quédate conmigo. -pedí otra vez con una sonrisa y JJ negó.- y lo llevamos hasta el final. -JJ se quedó quieto en el marco de la puerta un par de segundos perdiendo la sonrisa, pero la recuperó en seguida.

-nah, vas de farol. -rio y yo me levanté de la cama para abrazarle.- Kie va a venir a buscarme, tengo que irme.

-yo quiero ver a Kie. -pedí. Quería ver a mi amiga. Pero JJ me impidió el paso.

-no es buena idea. Por el momento dejémoslo en un secreto, solo entre tú y yo.

-y Will. -arrugó la frente disgustado y me dio un beso largo.

-adiós. -le hice adiós con la mano cuando se escuchó un par de pitidos de coche fuera de la casa y JJ se fue de allí.

Tan pronto perdí el coche de vista salí de la casa en dirección a la cabaña de Will. No tardé más de quince minutos hasta llegar. Entre sin llamar y allí estaba: durmiendo a moco tendido en el sofá.

-¡manos arriba esto es un atraco! -grité. Will saltó en el sofá incorporándose y mirando a todos lados. Empece a reírme a carcajadas al ver la cara de dormido y miedo que llevaba.

-¡serás estúpida! -me gritó lanzándome los pocos cojines que tenía en el sofá.- me has asustado.

-tendrías que haberte visto la cara. -seguí riendo.- ahora que dices susto, tengo que contarte algo. -empecé, pero Will me cortó.

-¿susto? ¿Así de grande la tiene? -no puedo describir la cara que puse, pero puedo asegurar que a Will le pareció la cosa más cómica de la historia.

-no, Will, en serio. Ayer nos dispararon. -dejó de reír a duras penas para mirarme a los ojos. Al ver que no bromeaba su semblante se tornó serio.

-¿estas herida? ¿quién fue el hijo de puta? -se levantó del sofá de un saltó después de asegurarse de que estaba bien. Parecía cabreado.- por fin hago una amiga e intentan matarla. Y una mierda, vamos a pillar a ese subnormal.

-me parece muy bien. -asentí sonriente.- y además conozco a los mejores detectives de la isla.

- a, no, -negó él repetidas veces con la cabeza.- nada del poli.

-no son policías, están en el instituto, de hecho. -Will me sonrió tomando una bolsa del suelo que se colgó del hombro y abrió la puerta para dejarme salir.

-eso ya me gusta más, ricura.

La escuela esta a una media hora larga andando desde la cabaña de Will. Por el camino me dedico a explicarle que pasó ayer cuando nos dispararon, como JJ me impidió ver nada.

-aquí es. ¿El que está allí en las mesas no es tu novio? -señaló Will. Definitivamente. JJ estaba en las mesas de fuera del instituto con Kiara y Pope. De un momento a otro empezaron a gritar y a saltar. Me giré a Will un segundo debatiendo que debía hacer.

-espérame aquí un segundo, ahora vuelvo. -le pedí y me fui hacia ellos corriendo.

-como me dejes aquí tirado como ayer te cierro la puerta y no te dejo entrar. -gritó a mis espaldas. Sabía que bromeaba, así era Will, no iba a dejarme fuera por la noche aunque lo dejara aquí esperando tres días.

Cuando me acerqué a ellos lo suficiente vi que se abrazaban, estaban felices. Kiara levantó la mirada del hombro de Pope y me vio. Por unos segundos pareció dudar. Pero cuando mi amiga vio la cara de JJ al verme no le quedó ninguna duda.

-¡Raven! -vino hacia mí corriendo y me abrazó. Aquel nombre me provocó un pequeño y doloroso pinchazo en el pecho.- ¡Harriet, estás bien! No me lo puedo creer, tú estas aquí y John B y Sarah están vivos. -me quedé estática. ¿Qué acababa de decir?

-¿qué? -pregunté sorprendida. JJ asintió con la cabeza sin perder la sonrisa y vino hacia mí para abrazarme.

-John B está vivo, Harriet. -le devolví el abrazo y JJ me levantó del suelo haciéndome girar.- ¡Pogues para siempre! -yo reí con sus gritos mientras una lágrima surcaba mi mejilla y volví a los brazos de Kie que también lloraba.

-Harriet... -me susurró en el abrazo.

-Kiara, no sabes lo que te he echado de menos.

-chicos, ¿Qué hacéis aquí? -llegó un hombre con barba al vernos en el patio.- entrad. -los Pogues entraron y yo me quedé allí fuera.- no te conozco, ¿eres nueva?

-aún no estoy matriculada. -dije sin pensar. Las mentiras ya llegaban a mí de forma natural.- Soy Mary Jane Collins, he venido ha hacer la matrícula.

-bien, sígame señorita Collins. -pidió el profesor. Le seguí sin rechistar de reojo aun alcanzando a ver la cara de menosprecio y decepción de los Pogues. Si por una vez en la vida, en ese momento, hubiese dicho la verdad en lugar de esa fantasía mejorada que me inventaba para sobrevivir, las cosas habrían sido más fáciles y los Pogues no me odiarían. Pero eso no podía saberlo.

Salí a la media hora de allí y me dirigí a Will que me esperaba tumbado en la hierba ajardinada de los alrededores del instituto.

-Arriba bello durmiente. Tenemos trabajo. -le desperté. Will no tardó en empezar a caminar a mi lado. Ese día llevaba una camiseta sin mangas negra y una gorra roja en la cabeza que escondía su pelo desordenado, en el cuello como siempre, esa bandana que me recordaba a John B.

-Muy bien, ¿dónde vamos? -preguntó.

-A la escena del crimen. -llegamos a casa de JJ en media hora. Estaba tal cual la noche anterior, los vidrios por el suelo y la ventana rota.

-joder... realmente quien disparó tenía mala puntería. -rio Will.- busquemos la bala. -indicó y entramos a casa de JJ. Empezamos a buscar por el suelo. Apartando los pequeños trozos de vidrio con las palmas.

-mierda. -llevé mi dedo a hacia arriba viendo la sangre caer por la muñeca. Me había cortado.

-Deberías tener más cuidado, Jane. -se acercó hacia mí, Will viendo mi herida con cara de preocupación.

-que gusto escuchar por fin mi nombre. -me reí para restarle importancia y Will me sonrió. Era todo un coqueto, pero de la mejor forma posible.

-calla, ricura. -se rio de mí. Inspeccionó la herida para cerciorarse de que no tenía trozos de vidrio incrustados y todo seguido se metió mi dedo en la boca.- limpio. -celebró dejando de lamerme el dedo.

-¿Sabes que tienen grifo, verdad? -me alejé a la cocina. Will detrás de mi empezó a soltar palabras nerviosas e inconexas mientras se rascaba la nuca.- ahora si, limpio. -Will sonrió y volvió a buscar hasta que al fin se levantó con el casquillo de bala en la mano.

-Eureka. -dijo pasándome la bala.- ¿sabes de qué arma es? -yo negué- yo tampoco... Pero conozco a un tipo que quizás si lo sabe.

-está bien, pero tendremos que hacerlo mañana. -pedí y Will rodó los ojos.- No hagas eso, tengo que volver con los Pogues...

-está bien, no voy a esperarte despierto, que lo sepas. Si llegas y estoy durmiendo no voy a cederte la cama como ayer, que ni siquiera viniste. -yo sonreí y le dejé u beso en la mejilla como agradecimiento antes de salir hacia el puerto. Seguramente estarían alrededor del naufragio, el local de los padres de Kie. Y así fue. Los encontré en el puerto hablando entre ellos y me acerqué.

-haciendo espionaje. -respondió Pope a una pregunta que no había alcanzado a oír.

-una misión encubierta. -dijo JJ poniéndose la gorra hacia atrás.

-a mi me suena bien. -respondí llegando hasta ellos. No me habían visto hasta ese momento y la sonrisa se les borró de las caras.- ¿cuándo empezamos?

-nosotros esta noche. -respondió Kie.- Pero no debemos hablar con desconocidos, ¿verdad? -se giró hacia los Pogues.

-yo no conozco a ninguna Mary Jane Collins. -cercioró Pope. Miré a JJ en busca de soporte, pero él miraba al suelo. Los Pogues se levantaron y pasaron a mi lado sin decirme ni una palabra.

-quédate al margen, Harriet. -me susurró JJ antes de ir con sus amigos. Me quedé allí sola, en el puerto. Esperando. No sabía muy bien a qué. Me senté en el banco que ellos habían dejado para reflexionar un segundo y entonces se oyó un disparó. Las bombonas que tenía a mis espaldas explotaron y salí rodando por el suelo. Aquella parte del puerto, toda de madera, empezó a incendiarse. Me levanté como pude y me tiré al agua lejos de las llamas abrasadoras. Empecé a nadar para alejarme, pero, delante de mí, el agua fue atravesada por otra bala que pasó justo delante de mis narices.

Nadé debajo del puente del puerto en llamas. No podía respirar ni fuera del agua del humo y sentía mi piel abrasarse. Seguí el puerto alejándome de allí buceando. Los pulmones me ardían, pero si sacaba la cabeza tenía miedo de que me dispararan. Llegué lo más lejos que pude y entonces salí del agua y eché a correr, totalmente empapada, entre los bomberos y la policía, hacia el bosque.

Llegué a la cabaña corriendo y para mi sorpresa la encontré bacía. Will no estaba. La puerta se abrió de golpe y entró alterado llegando hacia mí en dos pasos largos.

-¡¿de qué coño vas, Jane?! Estaba en el centro y la gente ha empezado ha hablar de una explosión cerca del naufragio y... -le interrumpí abrazándolo. Le estaba mojando toda la ropa, pero a Will no pareció importarle. Me abrazó con fuerza dejando la cabeza sobre la mía.- no vuelvas a darme un susto así, ricura. Me niego a quedarme sin compi de piso. -yo reí para restarle importancia.

-no ha sido una casualidad. -expliqué mientras empezaba a cambiarme con ropa de Will.- lo han vuelto ha hacer. Dos disparos. El primero encendió el puerto, el segundo en el agua.

-joder, Jane... Alguien de verdad quiere verte muerta. -se revolvió el pelo sentado en el sofá. Ya había terminado de vestirme, pero me hacía gracia verlo esperar de espaldas.- ¿por qué tardas tanto? -dijo y me reí un poco.- eres lo peor. -se giró hacia mí ya completamente vestida.

-ya lo sé, Will... Lo que quiero saber es quién.

N/A: Bienvenidos a todos los lectores a la nueva temporada de Royal lies. Si no te has leido la primera parte (Fake Princess) ya casi que no lo hagas por que te has comido todos los spoilers posibles. A los nuevos lectores: Hola, soy Raven, la autora. Se me da fatal ir al día, aun así me he propuesto publicar un capítulo por semana :) Dicho esto:

¿qué opinamos de Will?

¿qué opinamos de la segunda temporada de OBX (sin spoilers)?

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