𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚-𝒇𝒐𝒖𝒓. let's fulfill the prophecy.
・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙩𝙬𝙚𝙣𝙩𝙮-𝙛𝙤𝙪𝙧.. ✦ ❝ let's fulfill the prophecy ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .
SIX YEARS LATER.
𝐁𝐑𝐀𝐍𝐆𝐖𝐘 𝐈𝐁𝐀 𝐏𝐀𝐒𝐄𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐑𝐈𝐍𝐂𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐆𝐑𝐀𝐍 𝐂𝐀𝐒𝐀 encendiendo distintas velas por doquier, aquellas potentes llamas de fuego crecían y crecían sin cesar. Cada vez que el olor a fuego violento invadía sus fosas nasales, daba un leve y relajante suspiro. Ella no era una gran fanática de las festividades navideñas, cuando vivía en la Academia Sparrow no la celebraban como tal, solo una cena nada acogedora en familia y abrazos mayormente falsos.
—Dios, si sigues así vas a convertir mi casa en un santuario y terminarás como el tío Klaus. —llamó la atención Claire mientras tosía y agitaba su mano derecha para sacar el humo de las velas recién apagadas por ella. Su niñera solo respondió agitada.
—Carajo, me asustaste, pequeño monstruo. —Brangwy se dio la vuelta para sacudir el cabello de la pequeña hija de Allison, luego se echó en el gran sofá grisáceo que adornaba en el centro de la sala hogareña con los ojos completamente cerrados.
—¿Harás desayuno? Muero de hambre. —cuestionó la niña fastidiada para recargarse en el mismo mueble que la rubia.
—En la cocina hay pizza que sobró de anoche, y si no, ve y prepárate una tostada. —respondió Brangwy agobiada.
—Se supone que eres la "niñera." —la rubia soltó un quejido en protesta mientras fruncía sus párpados todavía cerrados, Claire solo se cruzaba en brazos.
Brangwy resopló con diversión, señalando su mano derecha— eso sucederá hasta que me case.
Claire rió con sarcasmo, seguía aún con sus brazos cruzados.
—Por favor, hay más probabilidad de que yo me reproduzca antes de que el tío Cinco te proponga matrimonio.
La rubia abrió sus ojos, fingiendo estar ofendida— ¡oye! Eso es muy cruel.
Pero en el fondo, sabía que tenía razón. Su relación amorosa junto a Número Cinco había tenido un desarrollo a lo largo de los años algo diferente. Su trabajo en la CIA ocupaba gran parte de su tiempo y pues, digamos que su amada no estaba del todo en favor de aquello. Los cambios rústicos que se presentaban en su relación tampoco eran de su agrado.
Recordaba sus desveladas hasta altas horas de la noche tan solo para ver sus ojos verdes que brillaban al divisarla somnolienta recostada en el sofá, sin embargo, eso cada vez iba cambiando.
Después de cumplirse un año desde que su padre, Reginald Hargreeves, reiniciara el universo, Brangwy comenzó a trabajar para Allison, cuidando ni más ni menos que a su pequeña hija: Claire. Un pequeño ser humano que luchó para ganarse el corazón de la rubia, aunque normalmente debería ser al revés. Claire pasaba demasiado tiempo junto a ella, por lo que la mayor parte del tiempo también le robaba su energía, pero sin darse cuenta, Brangwy ya conocía cada uno de sus secretos, sus actitudes y hasta sus debilidades y fortalezas. El lazo que tenían ambas era espléndido.
En más de una ocasión, la pequeña hija de Allison estaba encantada de visitarla al departamento que compartía junto a su novio. Bajo la obligación de su rubia, Cinco ayudaba a Brangwy con solo leerle cuentos a Claire hasta quedarse dormida en su regazo.
Él podía ser una roca de superficie rústica y dura, pero cuando se trataba de complacer a la rubia, todo era diferente.
—Como sea, ¿a qué hora llega tu mamá? —Brangwy se levantó del cómodo sofá para dirigirse hacia la cocina seguido de la menor.
Ambas recargaron sus antebrazos en el grán mesón de isla que dividía parte de la cocina. La rubia estaba abriendo la caja de pizza de pepperoni, en la cual solo se hallaban dos rebanadas medianas, ella tomó una y Claire la otra. Degustando su increíble desayuno, tomó la palabra nuevamente.
—Escucha, sé que anoche hiciste doble turno, y debes estar cansada. —Brangwy observaba atenta mientras masticaba un trozo de pepperoni— no finjas preocuparte por mí.
Brangwy analizaba cada una de sus palabras, Claire era una niña bastante lista para su edad como para darse cuenta de la vida ajetreada que estaba tomando la rubia. Y es que, en aquellos seis años de cambio había madurado, o al menos ya no se veía como una demente a simple vista. La hija de Allison le tenía un gran cariño a su cuidadora, a pesar de que no diera la mayor parte por ella y sabía que solo lo hacía por el dinero. Sin embargo, siempre la tenía a ella al final del día.
La rubia tomó su mano mientras le demostraba una sonrisa, y cuando finalmente estaba por contestarle, el teléfono fijo de la casa comenzó a sonar, indicando que alguien estaba llamando por aquél número. Brangwy velozmente pasó su último pedazo de pizza por su garganta para seguido de eso, dirigirse a donde provenía dicho sonido.
—¿Sí? —contestó de mala gana tomando el teléfono color crema, mientras mordía una de sus uñas esperando alguna respuesta de la otra línea. Su rostro cambió repentinamente al oír dicho recado— ¿qué? Taylor, anoche hice doble turno, no puedo ir hoy..—dijo incrédula ante la petición de su jefa, del otro lado de la línea se oía como la llamada había sido colgada.
Sus expresiones eran poemas, o al menos eso pensaba Claire, que se reía de ella desde el otro extremo de la sala.
—Pequeño monstruito, ¿qué tal si vas al sótano con tu tío Klaus? —Brangwy hizo una sonrisa algo falsa mientras sostenía a la menor de los hombros.
—Si solo te quieres deshacer de mí puedes decirlo. —imitó con un tono dramático mientras bajaba las escaleras envueltas en papel de burbujas que conducían hacia el sótano. La rubia sonrió divertida viendo la escena. Sin embargo, fue interrumpida por el sonido de la puerta principal, anunciando la llegada de Allison.
—Oh. Hola, Brangwy —saludó con un abrazo, el cual fue correspondido por un corto periodo— ¿llevarás a Claire a la fiesta de su prima Grace? Necesito ese favor. —decía con urgencia a la par que juntaba sus manos en súplica.
—Eh.. no puedo.. —negó rascando su rubia cabellera — voy de salida, ya sabes, ocurrió un percance en la cafetería. ¡Adiós! —se despidió rápidamente para luego traspasar el marco de la entrada principal, cerrándola por completo.
Allison se quedó con la palabra en la boca mientras veía como Brangwy se fugaba rápidamente, dio un suspiro agotada para luego bajar al sótano mientras llamaba los nombres de su hija y hermano. Recorrió los barandales cubiertos de papel de burbujas hasta divisar a su familia.
—También tenemos un televisor arriba, ¿lo sabían? —llamó la atención de ambos chicos, quienes se encontraban sentados viendo un programa de televisión notablemente aburrido. — oye, Klaus, ¿vas a ir a la fiesta de hoy? —Klaus, resoplando, dirigió su mirada de confusión hacia su hermana—. La fiesta de Diego y Lila, es el cumpleaños de Grace. —
—Ni loco.
—Por favor, necesito que lleves a Claire. —ladeo su cabeza suplicante— se quedará a dormir con sus primos.
—No pienso ir. —protestó la menor.
—Sí irás. —recalcó su madre.
—Allison, ¿pretendes que asista a un evento donde habrá bebidas alcohólicas y parientes problemáticos? —Klaus soplaba el rotulador negro con el que había escrito en su mano la palabra "parar"—. Eso es un boleto sin escalas a Detonantelandia para alguien como yo, quiero quedarme en mi habitación.—soltó paranoico.
—Recuerdenme aumentar el sueldo de Brangwy, por el amor de Dios. —.
El sonido tintineante de las llaves manejando la cerradura principal resonó por todo el departamento de Brangwy, el cual con empeño mantenía, era acogedor y al menos no era una pocilga, como Claire solía llamarlo.
Brangwy se quitó los zapatos dejándolos a un lado de la puerta. Un suspiro salió de su boca mientras colgaba su abrigo en el perchero.
La rubia avanzaba por el pequeño lugar con sus párpados levemente fruncidos y totalmente agobiada, pero su sorpresa fue evidente al abrir los ojos y encontrarse con tres largas velas encendidas en el centro del pequeño y acogedor comedor que se hallaba a pocos metros de la sala. Había dos platos planos y vacíos con algunos cubiertos a los lados, a parte del delicioso olor que invadía sus fosas nasales proveniente de la cocina.
Brangwy dio un pequeño chillido seguido de adentrarse a la cocina. —creí que estarías trabajando. —soltó con una sonrisa sincera— ¿necesitas ayuda con eso? —cuestionó viendo aquella cena siendo servida en el comedor.
—Me tomé la tarde libre. —respondió la voz a su lado— te extrañé.—Brangwy se sentó en la mesa para finalmente comer el plato que tenía enfrente.
—Yo también te extrañé, Cinco. —soltó la rubia para acercarse al chico para revolver un poco el cabello que se había dejado crecer, y darle un corto beso sobre la comisura de sus labios. Al separarse, Brangwy tomó su mano mientras envolvió el espagueti con su tenedor para luego saborearlo.
—¿Cómo te fue hoy con Claire? —preguntó Cinco mientras limpiaba su boca con una servilleta, mirándola expectante.
—En sí, con ella está todo bien... —contestó nerviosa, al ver la expresión del chico arqueando una ceja, volteo su rostro totalmente avergonzada hacia otro lado para evitar verlo—. La cafetería está comenzando a tener problemas.
—Mierda, Brangwy... —Cinco analizaba bien sus palabras antes de soltarlas, se preocupaba por ella incluso más de lo que debía. Pero al fin y al cabo, era su genial y enloquecida novia de quien estábamos hablando—. ¿Y qué piensas hacer al respecto? —tomó un sorbo de su copa de vino caliente.
—Ese es otro problema. Necesito tomar un lugar en la CIA —escupió como si nada, provocando que su amado casi se atore con un pedazo de carne.
—No —dijo seco, negando con su cabeza —. Ya hemos hablado de esto. —su tono firme asustó a Brangwy.
—¿Piensas que no me puedo tomar el trabajo en serio, verdad? —mordió el interior de su mejilla mientras arqueaba una ceja—. ¡Pero he tenido el mismo entrenamiento que tú! —reprendió la rubia.
—Brangwy, no lo entiendes... —murmuró Cinco mientras escondía un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja—. Se necesitan expertos, y no es por ofender, pero se necesita discreción, cosa que tu no tienes. —Brangwy puso los ojos en blanco a la par que bufaba. El chico calmó su expresión—. Solo quiero protegerte. —.
Brangwy resopló y dejó caer los cubiertos, aún seguía incrédula— ¡por favor, Cinco! Tengo dos malditos empleos, estoy por perder uno —la rubia se exaltaba cada vez más—. Realmente aprecio que quieras protegerme, pero no hace falta.
El pelinegro solo suspiró, tratando de mantener la calma en su rostro.
—¿Has sabido algo de Ben? —inquirió cortando otro pedazo de carne, sin depositar su vista en ella. Se mostraba tenso, por lo que prefería cambiar de tema.
La rubia dirigió sus ojos color avellana hacia él nuevamente, dio un suspiro largo antes de hablar— hoy lo liberarán. Luther me avisó que pasará a recogerlo y luego irán a la fiesta de Grace. —envolvió el espagueti en su tenedor nuevamente.
El ojiverde frente a ella cerró sus ojos mientras resoplaba, lo había olvidado por completo.
—¿Y estás lista para verlo? —intentó proseguir la conversación con naturalidad, sin embargo, la mirada color avellana que tenía sobre él le ponía los nervios de punta.
—No lo sé, si te soy honesta —bebió de su copa de vino por breves instantes—. Nunca creí que solamente quedaríamos él y yo desde que... —Cinco sabía la tristeza que llegaba a sentir su rubia a veces, ella y Ben nunca fueron buenos conviviendo juntos, pero trataban de esforzarse en hacerse compañía el uno al otro desde que Sloane desapareció junto al reinicio del universo.
Cinco tomó la mano de Brangwy que se encontraba reposada en la mesa, para luego besar su dorso delicadamente. Quería transmitirle que todo estaría bien en aquél reencuentro, pero ni siquiera él sabía si todo saldría como lo acordado.
—¿Por qué ocurrió? ¿Desfalco, estafa piramidal? —Cinco se recargaba sobre la barrera de la colorida piscina de pelotas mientras sostenía una botella de cerveza.
Aquellos jóvenes habían llegado a la fiesta de cumpleaños de la pequeña Grace finalmente. El lugar estaba lleno de demasiado color, luces navideñas por doquier, cientas de burbujas explotando sobre sus narices, y lo peor de todo: estaba repleto de niños de diferentes edades.
Se veía el esfuerzo que Lila y Diego hacían para complacer a su pequeña y mantenerla feliz, era una dicha que después de todo lo que habían pasado pudieran formar una linda familia. Aquél salón de juegos era enorme, perderse allí dentro no sería una tarea muy difícil, los gritos de los pequeños infantes llenaban el lugar, haciendo que los jóvenes se irritaran de vez en cuando.
Ben finalmente había llegado junto a Luther, su aspecto lucía descuidado, pasar cuatro años en la cárcel sí que le habían afectado— criptomonedas. Web 3.0, bebé —contestó el asiático ante la curiosidad que presentaba su cuñado—. Me persiguieron solo porque soy un renegado, un rebelde como Elon. —sonrió levemente.
—Sí, y también porque llevaste a la quiebra a diez mil personas. —el pelinegro observaba de vez en cuando hacia la multitud de infantes, donde se encontraba su rubia abrazando a la pequeña cumpleañera Grace.
Ben regresó a su mirada seria— fue una cacería de brujas.
—Sí, bueno, sea como sea. Me alegra verte, y sé que a ella también —lo señaló con su botella, sus ojos verdes divisaron como Brangwy se acercaba hacia ellos, en cada paso disminuía su emoción.
Brangwy quedó sin palabras en su boca al ver a su hermano, hizo una sonrisa incómoda al ver como el asiático los miraba burlonamente después de que Cinco pasara una mano por la cintura de la rubia.
—Vaya, pero si es la simpática Brangwy. —soltó sarcásticamente saludando a su hermana.
La rubia fingió una sonrisa, sintiendo el agarre de Cinco enredado en su cuerpo con sutileza— también me da gusto verte, Ben.
Repentinamente, las coloridas pelotas en aquella piscina brincaron velozmente, dejando a la vista a un Luther contento, llenando de risas aquél lugar felizmente. Brangwy consideraba que el destino había sido cruel con aquél ojiazul al no permitirle vivir junto a Sloane la vida que tanto habían anhelado juntos.
Luther rió— qué susto, ¿eh? —observó los rostros serios de los chicos que se encontraban frente a él, por su parte, la rubia lo miraba con una sonrisa—. Vamos, anímense. No estábamos todos juntos desde hacía años.
—¿Y no crees que tal vez sea por algo? —soltó Ben cortante, observando aún al hombre en la piscina de pelotas.
Brangwy suspiró manteniendo su pequeña sonrisa, compartió miradas con el pelinegro a su lado antes de cuestionar llena de curiosidad— ¿y Viktor? —llamó la atención de todos al ver que Luther había desvanecido su expresión de alegría ante el comentario de su hermano.
—Oh, él dijo que iba a venir. —.
—¿También Allison? —inquirió Cinco aún manteniendo su agarre en la cintura de su rubia.
Brangwy tomó una pequeña pausa, ganándose la atención de los tres— por lo que sé, no le agrada venir a este tipo de reuniones —contestó al ser la única de los Hargreeves que mantenía contacto con ella, puesto que a los demás, aún les era difícil comunicarse con ella después de lo que había pasado hace tiempo—. Quizá sea mejor así. —finalizó sonriéndole a Número Cinco.
Un pequeño silencio algo incómodo los invadió por pequeños segundos, hasta que Luther se salió de la piscina, tumbando algunas pelotas de plástico. La rubia notó como el ojiazul se había quedado viendo a un punto fijo, pronto descubriría que se trataba de Klaus, el cual se acercaba hacia ellos con cautela.
—¿Klaus?
Ben y Cinco dirigieron sus miradas hacia aquél adulto el cual lucía muy paranóico, para Brangwy no era una sorpresa, ella había hablado respecto al tema pero los Umbrella simplemente no lo creían.
—¡Qué alegría! ¡Ven aquí! —volvió a exclamar Luther, alentándolo a que se acercara hacia ellos, pero Klaus solo suspiró profundamente pasando entre la multitud a su alrededor con sigilo.
Cuando Luther estaba por saludarlo con un abrazo, este negó rotundamente— oh, cuidado, cuidado —levantó sus puños envueltos en sus guantes de látex, apretando sus párpados cerrados—. Sin tocar.
Luther asintió, disculpándose.
—Oh, él ahora es germofóbico y está sobrio —explicó Brangwy a su hermano—. Hola, Klaus.
El anteriormente rizado ahogó un jadeo al ver a dicho asiático— ¡Benjamin!
—Klaus. —saludó despreocupado.
Un tartamudeo salió de sus labios— pero... ¿cuándo saliste? —inquirió con los nervios de punta.
—Salí hace como una hora, pero estoy pensando seriamente en robar un banco y volver a entrar. —respondió lleno de sarcasmo y sin más, su silueta estaba por dispersarse entre la multitud, sin embargo, Luther no se lo permitió.
Todos habían sufrido algunos cambios a lo largo de aquellos seis años, la vida sin poderes no era tan fácil después de todo. Brangwy consideraba que era un estilo de vida muy diferente al que ella llevaba, puesto que antes solo vivía para complacer a la Academia Sparrow, siempre ocupada en misiones, entrenamientos y demás. Digamos que llevar una vida normal era todo un reto, uno muy complicado sobre todo al tener diecisiete años.
Se sentía satisfecha con la nueva etapa que vivía junto a Cinco, el cual consideraba el amor de su vida, uno que siempre había estado esperando y que llegó en el tiempo menos indicado. El viaje de conocerse el uno al otro seguía día con día, a pesar de las discusiones que tenían el uno con el otro siempre estaban para apoyarse al final del día.
La complejidad que llevaban en su relación los hacía únicos, el carácter del pelinegro era uno muy difícil de digerir, sin embargo, Brangwy lo había aceptado tal y como era. Por eso, aquél chico siempre estaba a sus pies.
Él era capaz de asesinar a alguien con tal de cumplir alguna profecía impuesta por su rubia. Eso demostraba lo importante que se había vuelto aquella chica en su vida a lo largo de los años.
Brangwy dio un largo suspiro, observando sus hoyuelos situados en su mejilla izquierda con una sonrisa. Cuando aquél ojiverde se dio cuenta, le devolvió la sonrisa, sus ojos color avellana aún lo volvía loco como el primer día en el que los vio desde otra perspectiva, pero antes de que le dijera algo fueron interrumpidos por la voz de alguien que parecía discutir con Lila.
Desvanecieron sus sonrisas lentamente de la misma manera en la que cortaban su contacto visual, dirigieron sus miradas hacia el mismo punto, donde se encontraba Lila, una pelinegra bastante madura, cargando algunas bebidas para servir en la fiesta a la par que tenía entre sus dedos unas llaves que Brangwy podría reconocer a la perfección, las llaves del auto de Allison.
Para sorpresa de muchos, aquella morena se encontraba suplicándole a Lila que le diera aquellas llaves del auto, pero la pelinegra simplemente hacía oídos sordos, sintiendo las miradas de todos y notando como el ambiente se notaba incómodo.
Nadie esperaba verla allí después de todo lo que hizo.
Allison le susurró algo a Lila por lo bajo, todos la contemplaban con algo de tensión. Ambas mujeres murmuraban sin quitar la vista de los demás. Luther tomó una pequeña pausa antes de cortar el silencio incómodo que se formaba.
—¡Miren! Es Allison. —se acercó dudando, pintando una sonrisa en sus labios—. Hola, qué bueno que viniste.
La morena lo observó sin saber qué decir— se... se me ocurrió venir a saludar —levantó sus llaves fingiendo una sonrisa—. Hola.
—Ha pasado bastante tiempo, ¿no? —decía aquél alto hombre tratando de romper el ambiente lleno de tensión—. Desde que...
Ella tartamudeó un poco— sí, eh, ¿está Viktor?
Mientras tanto, los demás observaban la escena algo desconcertados. Diego, quién solo había pasado a dejar unas cuantas cajas, siguió con su camino tras esa incómoda pausa, al igual que el resto. Los únicos que quedaban eran la joven pareja.
—Mierda, no creí que esto sería tan pesado. —susurró Brangwy a su novio antes de irse junto a Grace, quién jaloneaba de su mano para invitarla a jugar junto a ella.
El adolescente solo suspiró, yéndose a buscar otra botella de cerveza.
Después de un largo rato, el cielo afuera del gran parque de diversiones se estaba oscureciendo, por lo que Número Cinco se comenzaba a mostrar algo impaciente. Había llegado la hora de la piña, por lo que la multitud de niños rodearon en un círculo a la pequeña cumpleañera. Por otro lado, los Hargreeves se encontraban detrás de aquellos infantes, observando la escena con una sonrisa.
—¡Vamos, Grace! —alentaba Allison mientras aplaudía, a su lado estaban Claire y Brangwy envueltas en un abrazo mientras contemplaban aquél momento.
El lugar estaba repleto de palmas y algunos gritos de niños. Diego le daba vueltas a su hija, desconcertándola mientras sostenía el palo de la piñata como si su vida dependiera de ello—...cuatro, cinco, seis. ¡Ahora!
Grace golpeaba la piñata con todas sus fuerzas, haciéndola girar. Esta parecía indestructible, el palo decorado de diversos colores entre sus manos chocaban con dureza sobre dicha piñata.
—¡Un poco más! —gritaba su tío Cinco junto a su tío Ben asombrados, con intenciones de animarla a romperla con fuerza.
Diego observó a su hija con una sonrisa entre sus labios— lo hiciste genial, amor —exclamó, cediéndole el palo a otro niño.
Todos observaban como a pesar de los golpes que los niños le obsequiaron a la piñata, seguía sin romperse aún— está difícil de romper, ¿no? —murmuró Luther sin quitar la vista del frente.
—Las piñatas de la zona este son populares por eso. —comentó Diego extrañado.
Luther parecía luchar contra sus instintos— al carajo, tengo hambre —soltó sin más, encaminándose hasta el centro, sosteniendo la piñata entre sus manos, viéndola fijamente— te haré sufrir.
Aquél ojiazul comenzó a golpear la piñata con sus puños como si de un saco de boxeo se tratase. Brangwy observaba con sorpresa, notando como los demás comenzaban a verlo con confusión mientras que los niños se veían algo atemorizados.
Todos los niños comenzaron a gritar despavoridos cuando Luther mordió la piñata con sus dientes, provocando que Brangwy hiciera una mueca irritada. Sin más, estrelló accidentalmente la piñata sobre el pastel que Diego y Lila cargaban cuidadosamente.
Los sollozos de Grace comenzaron a resonar cuando su pastel cayó al suelo. Todos observaron con la boca abierta aquella escena, por su parte, Brangwy y Allison trataban de calmar el llanto de la cumpleañera, mientras que Diego observaba a su hermano con ganas de asesinarlo en aquél preciso momento.
—Logré abrirla. —soltó el rubio apenado.
. ָ࣪ ִֶָ 𖥔 ━━━━BIENVENIDOS AL SEGUNDO Y ÚLTIMO ACTO DE BRANGWY!! NO OLVIDES VOTAR, ME AYUDAS MUCHO! <3 💚🌪
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