𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒚-𝒕𝒘𝒐. i'll forget you, but i'll never forgive.
・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙩𝙝𝙞𝙧𝙩𝙮-𝙩𝙬𝙤.. ✦ ❝ i'll forget you, but i'll never forgive ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .
𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐃𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐑𝐔𝐁𝐈𝐀 𝐒𝐄 𝐄𝐍𝐑𝐎𝐋𝐋𝐀𝐁𝐀𝐍 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐁𝐋𝐄 𝐍𝐄𝐆𝐑𝐎 del teléfono fijo de la casa de Diego y Lila con impaciencia. Trataba de comunicarse con Claire sin tener éxito, recibiendo el buzón de contestadora de la casa de Allison.
Soltó un suspiro colgando el teléfono, había conseguido una sudadera oscura para cubrir la parte superior de su cuerpo, puesto a que la tela rasgada de su camisa blanca no ayudaba en nada a combatir el frío que se avecinaba. Era nochebuena, y los pequeños hijos de Diego estaban enloquecidos por ello.
Brangwy volvió a marcar con la esperanza de que la pequeña voz que tanto anhelaba oír contestara el teléfono, notó como Diego se dirigía hacia la puerta de la entrada de la casa, observó cómo el moreno se detuvo en seco al divisar a dos siluetas bajo el clima frío que comenzaba a reemplazar los rayos de sol que habían salido una hora antes.
La rubia sintió el pequeño tropiezo que tuvo Grace con ella mientras corría hacia la sala de estar, la rubia bajó el teléfono color negro, asomando su cabeza hacia donde se dirigía la pequeña hija mayor de Diego— Grace, ten cuidado... —guardó silencio ante la escena que sus ojos contemplaban.
Era él. Lila y Cinco finalmente habían vuelto. La mujer parecía querer derrumbarse en aquél abrazo que mantenía con su hija mientras sollozaba, por otro lado, el hombre que tanto amaba se encontraba adentrándose a la gran casa.
Brangwy sintió su corazón latir con fuerza al verlo, sin embargo, una reacción muy diferente se apreciaba en el rostro de aquél pelinegro. Lucía pálido y agotado, el singular brillo que mantenían sus ojos verdes al verla ya no estaba, su aroma era diferente y un detalle que Brangwy notó era que lucía un poco más alto de lo que recordaba.
—Blonde... —fue lo único que salió de sus temblorosos labios, la rubia se acercó hacia él con una sonrisa, fundiéndose en un abrazo conmovedor. Cinco envolvió sus brazos en el cuerpo de su novia, no quería soltarla, ejercía dicha muestra de afecto con necesidad, como si no la hubiera visto en mucho tiempo cuando realmente solo habían pasado un par de horas.
—Te extrañé, mucho —soltó Brangwy apreciando el rostro melancólico del ojiverde, una sensación de extrañeza la recorrió cuando sintió como Cinco apretaba el agarre de sus brazos sobre su cuerpo, lo que comenzaba a preocuparla en el fondo—. ¿Te encuentras bien?
El pelinegro se aferraba más a su cuerpo, bajando lentamente la mirada con remordimiento. Sus ojos verdes estaban cristalizados, y Brangwy podía sentir sus fornidas manos temblar sobre su cuerpo. Muy pocas veces lo había visto así. Destrozado.
—Perdóname. —murmuró apenas audible, la rubia frunció el entrecejo inmediatamente, sin entender a lo que se refería. El primer pensamiento que recorrió su mente fue la promesa rota de Número Cinco: salvar a Ben.
Sentía como el ojiverde se desprendía con lentitud de su agarre, ambos cruzaron miradas. La rubia intentaba consolarlo, pasando una mano por su cabello mientras le dedicaba una pequeña sonrisa a pesar de que se sentía devastada al verlo así. Antes de que ella soltara una frase, la puerta de la entrada de la casa se abrió, dejando ver a Klaus y Allison junto a la pequeña Claire.
—Oh, qué bien huele por aquí —se oía la voz de Klaus, quién tocó la puerta con despreocupación. Lila se dio la vuelta, esbozando una gran sonrisa de oreja a oreja al observarlo—. ¡Hola! ¿cómo están?
Brangwy no pudo procesar ni siquiera un par de segundos antes de que Claire se abalanzara contra ella, envolviendo sus brazos sobre ella en un cálido abrazo— estos días sin ti han sido una catástrofe. —soltó pasando su mano por su frente con una sonrisa.
—Por lo que veo, ya sabes cuidarte sola. —Brangwy y ella rieron, apreciando el espléndido vínculo que las unía. Aquella pequeña era muy especial para la rubia.
El pequeño y extraño ambiente que se había formado por la llegada de Cinco y Lila se iba desvaneciendo lentamente, aunque Brangwy seguía preocupada por el estado mental del pelinegro en el fondo.
—¿Por qué estás lleno de tierra? —preguntó Diego mientras su hija repartía calcomanías en forma de estrellas por toda su cara.
—Ah, sí. Allison y Claire tuvieron que desenterrarme de la tumba de un galgo muerto —contestó Klaus fingiendo emoción, Brangwy solo alzó las cejas con sorpresa—. ¿No tienen hambre? Podría comerme un caballo entero.
Los demás fueron pasando hacia el gran comedor, donde Klaus ya se encontraba degustando la comida con desesperación.
—¿Vienes? —Brangwy le extendió su mano a Cinco al notar que solo ellos quedaban en la sala de estar regada de juguetes coloridos.
El pelinegro tomó su mano, entrelazando sus dedos con los de ella. Sus nervios salían a flote, por lo que Brangwy se percató. Ella solo le dio una cálida sonrisa mientras se encaminaban hacia el comedor.
Esperaba hablar con él cuanto antes. Su extraña y vulnerable actitud comenzaban a preocuparla.
El cielo se oscureció por completo, dándole preámbulo a la fría y helada noche navideña que les esperaba a los Hargreeves. El vecindario estaba repleto de luces coloridas y brillantes, sin mencionar la blanquecina nieve que caía como lluvia.
Una música clásica se reproducía a través del pequeño televisor de la sala de estar, dónde Claire y Grace contemplaban con admiración las bailarinas de ballet que danzaban entre magníficas piruetas.
Los hermanos se encontraban relajados en los cómodos sillones extensos con los que la pareja de esposos decoraban el espacioso vestíbulo de su hogar, sin embargo, entre ellos se encontraban precisamente dos personas con el rostro cabizbajo e inquietas.
Cinco y Lila.
Por su lado, Brangwy recostaba su cabeza sobre el hombro del pelinegro, acariciando su espalda al notar como su cuerpo se encontraba tenso. Después de unos segundos, sintió la mirada de la mujer sobre ella, solo le dedicó una pequeña sonrisa que Lila no supo devolver, por lo que tragó saliva bajando su mirada.
—¿Alguien sabe algo de Viktor? —Lurther rompió el pequeño silencio entre ellos.
—Tal vez encontró a Ben y a Jennifer. —intuyó Klaus mientras mordisqueaba un pedazo de comida con sus ojos cerrados.
Allison dudó por algunos instantes— de ser así, habría llamado o dejado un mensaje.
—¿Nadie tuvo éxito? Dios, qué bola de fracasados.
Después de unos cuantos instantes, Luther y Brangwy compartieron miradas de complicidad mientras pequeñas sonrisas se pintaban en sus rostros.
—Bueno, de hecho, no es tan así. —el rubio chocó puños con Diego, exclamando por lo bajo victoriosos.
—Descubrimos que el subdirector Ribbons forma parte de los Guardianes —informó Brangwy con emoción mientras observaba a su novio—, junto con el resto de la CIA.
Diego resopló divertido y con superioridad— es tu jefe, Cinco —Luther asintió ante las palabras del moreno—. El movimiento de Gene y Jean parece ser más grande de lo que creíamos.
—Debemos alcanzar a Ben y a Jennifer antes que ellos y evitar la purga. —sugirió el ojiazul con un rostro pensativo.
—Sí, pero para eso debemos encontrarlos.
—Lo sé, pero ¿cómo?
Después de un pequeño silencio incómodo, Luther observó con extrañeza al pelinegro al lado de Brangwy, el cual no había pronunciado ninguna palabra, demostrando la poca importancia que le daba a dicha revelación que los hermanos hicieron.
—¿Y tú qué tienes? —preguntó arqueando una ceja, notando como Cinco se hallaba tenso bajo las caricias que le brindaba la mano de su novia sobre su espalda—. Estás demasiado callado, eso no es normal.
Cinco revoloteó sus ojos sin emoción, realizando una mueca frustrado.
—Se llama pensar, Luther —contestó con arrogancia y frialdad, dirigiendo su mirada fulminante al grandote—. Intentalo alguna vez.
—¡Oye! Eso estuvo de más. —exclamó Klaus con su ceño fruncido mientras doblaba sus piernas en la alfombra.
—Cierra la boca.
—Sí que pienso, enano tarado. —Luther se veía irritado por la actitud del pelinegro, por lo que Brangwy solo arqueó la ceja ante el repentino cambio que su prometido había tenido desde su llegada.
—El abuelo no durmió la siesta. —soltó Klaus con diversión mientras le daba otro mordisco a su galleta.
El aire que los envolvía comenzaba a ponerse pesado, pero sobre todo, lleno de tensión acumulada. En gran parte, se debía al ojiverde que refunfuñaba desde el sofá amarillento.
—Oigan, no hagamos esto ahora. —opinó Allison mientras realizaba un ademán con sus manos, señalando con su mirada a las pequeñas niñas que veían atentamente la encantadora presentación del Cascanueces por la televisión de dicha sala de estar.
—No, yo si quiero hacer esto ahora. —Cinco se levantó del sofá, provocando que Brangwy soltara un quejido al perder el soporte en el que apoyaba su cabeza. Se veía frustrado e incómodo.
La rubia no podía soportar más, sentía la impotencia invadirla. Su entrecejo se frunció inmediatamente ante la insoportable conducta de su novio, sabía que algo le ocurría, puesto a que poco a poco se volvía irreconocible para ella.
—Cinco, detente —la voz de Brangwy resonaba a sus espaldas, se podía apreciar su rostro lleno de seriedad y confusión—. Deberías calmarte.
—Todos fracasamos, Brangwy. No hay nada mejor que hacer. —soltó sin pensarlo, por lo que un silencio sepulcral se instaló nuevamente entre los hermanos, quienes observaban la escena con sorpresa.
Indudablemente lucía bastante irritado, lo que solo causaba intriga y extrañeza en Brangwy. La rubia se levantó del sofá, dirigiéndose hacia él con sus brazos cruzados. Definitivamente no era el mismo chico que le había propuesto matrimonio esa misma mañana.
—Todo estará bien, Cinco. —Lila empleó dicha oración con los nervios a flote, sintiendo a su vez como Diego dejaba de abrazarla por el cuello.
—Nada va a estar bien. —escupió el pelinegro alzando su tono de voz, lo que desconcertó por completo a la rubia frente a él.
Diego se levantó de su asiento mientras entrelazaba los dedos de sus manos— oye, no le hables así a mi esposa y menos aquí, y menos en Navidad —.
—¿Y qué harás al respecto, imbécil?
—¡Hey! —Brangwy se posicionó a un lado de Diego molesta, su paciencia comenzaba a colmarse, y nadie tardó en darse cuenta de aquello—. ¿Qué mierda te sucede? Bájale a tu ego. —la mirada del ojiverde se centró en la rubia, por lo que solo apretó su mandíbula mientras suspiraba con frustración.
—Sí, hazle caso a tu novia o voy a romper tu p, u, t, o, c, u, l, o a patadas. —comenzó a deletrear Diego mientras Brangwy observaba de reojo cómo los demás visualizaban la escena con atención.
—Conque sí aprobaste el primer grado. —la rubia estaba más que segura que ambos se destrozarían a golpes de no ser porque ella se encontraba presente junto a ellos.
Lila se puso de pie rápidamente al notar como la discusión subía de tono— oigan, ya basta los dos, ¿sí? —se encargó de separar a Diego de su hermano antes de que soltaran alguna otra frase ofensiva.
—¿Y eso?
Diego observó con el entrecejo fruncido y una mirada de confusión la muñeca de su esposa, la cual tenía un brazalete sutil hecho aparentemente de cobre. Brangwy notó cómo el cuerpo de Lila se volvió tenso mientras tragaba saliva nerviosamente.
—¿Qué cosa?
Cinco se dio la vuelta mientras mantenía sus manos sobre su cintura, la rubia arqueó una ceja ante todo lo que estaba ocurriendo, sospechando que la conducta pesada que llevaba el pelinegro probablemente tenía que ver con Lila.
Diego tomó la mano de su esposa, analizando más a detalle el brazalete— lo que tienes en la mano —Lila solo le dio una mirada fugaz a Número Cinco, una fina capa de sudor se dispersaba en su frente—. Los odias.
—No los odio. —bajó su mano velozmente, evitando que siguiera viéndolo, sin embargo, Diego aún seguía observándolo con extrañeza.
—Sí, te regalé uno en San Valentín y lo cambiaste por una aspiradora —el moreno observó esta vez a su hermano con desconfianza, temiendo que su pequeña intuición fuera acertada—. ¿Qué...? ¿Tú le diste el brazalete?
Brangwy se mostró indignada ante aquello, solo guardaba silencio entre sus labios, sin embargo, sus ojos color avellana estaban llenos de desesperación, estrés e impotencia al ver como el pelinegro guardó silencio.
—¿Por qué tanto misterio? —soltó la rubia con dureza, a pesar de que sentía como el equilibrio en su cuerpo comenzaba a desvanecerse, se cruzó en brazos notando la mirada angustiada de Lila sobre ella—. Responde, Cinco.
Después de unos cuantos segundos en medio del silencio, contestó.
—No tiene importancia, blonde... —trató de evadir el tema con voz susurrante, lo que terminó de confirmar las sospechas de la rubia que sentía punzadas intensas dentro de su corazón.
Por su lado; Klaus, Luther y Allison aún se encontraban sentados sobre el sofá con expresiones de sorpresa ante la confesión de Cinco. Aquella discusión se encaminaba por otro rumbo lentamente, uno que terminaría destrozando al moreno y a la rubia.
Brangwy bajó su mirada sintiendo como sus pulmones rechazaban el oxígeno a su alrededor, sus manos comenzaban a temblar sin control, temiendo ante lo próximo que se avecinaba. No quería descubrirlo. No podía ser cierto...
Pero ya no había vuelta atrás.
Diego compartió miradas con la rubia, ambos demostraban cómo sus mundos se caían a pedazos lentamente, aunque el moreno mostraba firmeza, una parte de él se sentía devastado. Por otro lado, Brangwy solo escapaba de la presencia de Cinco en aquella sala, temía verlo a los ojos.
Diego tomó el valor, uno que Brangwy no encontraba por ninguna parte.
—¿Hay algo más entre ustedes dos? —inquirió sintiendo el miedo invadirlo.
Un pequeño silencio sepulcral se instaló en la sala, pocos segundos después, Lila observó a Brangwy una última vez antes de responder aquella pregunta.
—Diego...
Brangwy sintió su corazón romperse en millones de pedazos, su mirada vacía observaba la alfombra. Una mezcla de emociones y sentimientos desgarradores recorrían su interior, estaba destrozada, pero sobre todo, decepcionada.
—No me jodan —Diego colocó sus manos sobre su rostro con frustración acumulada, retrocedió unos cuantos pasos mientras jadeaba con sorpresa—. No puede ser.
Los demás hermanos entreabrieron sus labios tratando de procesar todo lo que ocurría, la sala se llenó de muecas de asombro.
—¿Qué? —murmuró Allison con sus brazos cruzados mientras el ojiazul a su lado seguía sin poder reaccionar.
—Mierda. Eso nunca lo vi venir. —confesó Klaus impactado y lleno de tristeza, observando con su entrecejo angustiado al moreno y a la rubia.
Brangwy estaba completamente helada, sin encontrar las palabras correctas para escapar de su trance, una ola de desesperación llenó su cuerpo, apenas podía emitir una palabra. Sus ojos color avellana reflejaban lo devastada que se sentía en aquél vulnerable momento.
Con una máxima lentitud, levantó su rostro en dirección al pelinegro frente a ella. Cinco la observaba suplicante y avergonzado, se sentía un imbécil por ocasionar tales sentimientos a la rubia, al tan aclamado "amor de su vida".
Rápidamente trató de tomar el dorso de su pálida mano, la cual ya no se encontraba cálida como solía recordarlo. Brangwy quitó su agarre con brusquedad, sentía su pecho quebrarse, estaba molesta con aquél chico de ojos verdes que alguna vez la había hecho enloquecer completamente, estaba decepcionada de la única persona que jamás pensó que la traicionaría.
Después de todo, si terminó siendo una extraña para él.
—No puede ser. ¡Lo sabía! —repitió Diego incrédulo mientras pasaba una mano por su frente—. El club de lectura. ¡Tenía razón! Todo el tiempo estuviste engañándome con... —guardó silencio al percatarse de las miradas que la familia de Lila tenía sobre la escena.
La rubia pasó saliva duramente, todo había sido un engaño. Si las suposiciones de Diego eran ciertas, significaba que al ojiverde acobardado ni siquiera le importaba aquella pedida de mano que le propuso en esa fría mañana de Nochebuena.
—No te engañé —habló Lila con suavidad, cargando una sensación de culpabilidad sobre sus hombros—. Es decir, no cuando tú crees que lo hice. —pasó una mano por su antebrazo mientras bajaba la mirada.
—Deberíamos irnos... —susurró Allison a sus dos hermanos con incomodidad, sin embargo, Luther siseó en negación.
Luther señaló su dedo anular izquierdo disimuladamente, haciendo referencia al anillo de Brangwy, explicando en un susurro— se iban a casar.
Klaus ahogó un jadeo mientras observaba a la pareja de jóvenes envuelta en aquella complicada situación. Por su parte, Cinco trató de acercarse a Brangwy sin éxito.
—Cariño... te prometo que te lo explicaré todo. —el pelinegro tomó sus manos atemorizado, sin embargo, Brangwy se encontraba quieta, sus ojos color avellana habían perdido el singular brillo que los hacía resaltar, reflejando el dolor, la ira y la tristeza inundar cada parte de sus emociones.
—Eres un imbécil. —la voz quebrada de Brangwy tomó presencia finalmente, sus labios temblaban mientras sentía su vista nublarse por las lágrimas oscuras que se avecinaban.
Se dio la vuelta enfurecida, con el objetivo de escapar de aquél hogar destruido. Su cuerpo se movía con prisa mientras sentía una energía demasiado potente y luminosa recorrer sus venas, notaba como las luces navideñas brillaban con intensidad antes de que se escuchara un estruendo en el interior de la casa, ignoró los gritos que ejercían los hermanos con intenciones de detenerla.
Finalmente sintió el impacto de la fuerte nieve caer sobre el helado vecindario como una avalancha. Su cabello rubio se movía en una sintonía desorganizada gracias al viento. Observó la brillante luna mientras estaba envuelta en la oscuridad de la noche.
Su respiración era entrecortada, sentía su cuerpo desvanecerse frente a la entrada de la casa. Sus ojos eran un completo desastre, la máscara de pestañas negra se encontraba revuelta en sus ojeras, dándole preámbulo a las primeras lágrimas que se resbalaron sobre su mejilla.
Se derrumbó sobre el suelo, sus rodillas chocaron con la dureza de la blanquecina nieve mientras sentía su pecho romperse como un delicado cristal. Sus ojos se tornaron de un color blanco sin vida y vacío, mientras que su cuerpo era rodeado por un aura verde que desprendía brillantes resplandores del mismo color.
Necesitaba irse.
Escuchó la desesperada voz de Número Cinco a sus espaldas, suplicándole que no lo hiciera. Su mano envolvió el brazo de su novia, la cual estaba completamente cegada por el dolor.
LUGAR DESCONOCIDO.
0000.
—¿Acaso te envió alguien que quería verme muerta? —exclamaba con impotencia mientras su pecho se oprimía.
Una vez más había vuelto al oscuro páramo que la había atormentado durante todas las noches antes de dormir, al bosque de sombras y tinieblas escondidas preparadas para acechar. Al infierno de verde brillante y un cielo ahogado en ceniza, donde las almas mueren y caen en la pérdida.
Donde el amor no existe.
—¡Sobrevivimos como pudimos! ¡Perdí la cabeza al creer que no te volvería a ver! —gritó Cinco en medio de la tormenta tempestuosa que atravesaban. Los graznidos de los lúgubres cuervos invadían en lugar junto con las crujientes ramas poseídas—. Eres lo más valioso que tengo... yo... jamás quise lastimarte —decía frente a la rubia, sintiendo como sus pies se desplazaban por aquél escalofriante terreno—. Casi ocho años sin verte, mon amour. Solo la tenía a ella... creíamos que no encontraríamos la manera de regresar. Perdóname...
—Lo pides como si fuera fácil, Cinco, entiende que para mí solo pasaron doce malditas horas —Brangwy sollozaba desgarradoramente entre las oscuras tinieblas—. ¿Ni siquiera pensaron en cómo nos sentiríamos? Solo fui una imbécil por dejar que el amor de mi vida me decepcionara de esa manera.
Cinco resopló con frustración, su ropa era un completo desastre, fugaces rayos caían cerca de él mientras ondas de energía luminosa y potente se expandían por aquél páramo. Brangwy estaba completamente destrozada.
—No debíamos llegar a esto, blonde...
—No me llames así.
Cinco sintió como una lágrima se resbalaba por su mejilla mientras ella se distanciaba. Le dolía la indiferencia en las frases que se escapaban de aquellos labios que tanto amaba besar. La había perdido un estúpido error, y no se lo perdanoría.
—Todos los malditos días veía tu rostro en mi mente, más de una vez me ilusioné creyendo que volvería a tus brazos, sentía tu esencia en medio de la locura en la que caía. Brangwy, yo... —el miedo de perderla lo carcomía completamente, verla hecha un desastre le ardía en el alma, nunca creyó que ellos terminaran así—...hice de todo para volver a verte. Pero nos rendimos y, no pudimos evitarlo, solo fue con el fin de sobrevivir.
La rubia rió con sarcasmo entre sus lágrimas, sollozaba con fuerza mientras que su pecho se quebraba. Su corazón roto le provocaba una sensación profunda de dolor, solo quería evadir la realidad.
—¿Sobrevivir? —resopló con ironía en un hilo de voz—. Demostraste que no te importaba lo suficiente al final del día, pero piensa en Diego, por Dios. ¡Es tu puto hermano! ¡Ellos tenían una familia!
—Créeme que lo recordaba todos los días y a cada segundo, recordaba que tu y yo estábamos comprometidos, recordaba que tenía a mi futura esposa esperando por mí y simplemente dejé que todo eso se arruinara por creer que jamás volvería a verte...
Brangwy sorbió su nariz, apretando sus párpados cerrados con fuerza. Los graznidos de las oscuras aves seguían retumbando por el tenebroso bosque en el que se encontraban.
—Al fin y al cabo terminamos siendo dos extraños. Tenía razón, nunca debieron caer en esa maldita línea de tiempo, nunca debimos enamorarnos, todo esto fue un error —su mirada era vacía y oscura, su rostro lucía débil y frágil, entonando tales palabras con el dolor punzante en su pecho—. El alma ya se ha ido, nunca volveremos a ser lo que éramos.
La tempestuosa tormenta los envolvía en un ambiente caótico y hecho trizas, aquellos jóvenes que aún se amaban en el fondo sólo compartían miradas como si fueran desconocidos, desconocidos que no habían sobrevivido a la cruel guerra que el destino les puso como prueba.
—Vamos, hazlo —la voz enfurecida de Brangwy llenaba sus oídos junto a las crujientes ramas secas—. Ten el coraje suficiente como para decir: "no te amo como lo hacía ayer".
Estaba harta, harta de lucir vulnerable ante él.
—Brangwy, yo necesito tu perdón. No me permitiré perderte, no después de todo lo que hice para estar a tu lado al caer la noche. —Cinco no tenía fuerzas para rogar por más, se sentía como un hombre pequeño en medio de una jaula de barrotes de oro llena de depredadores a sus espaldas.
—Te olvidaré, pero nunca te perdonaré, Cinco.
Sin más, lo dejó allí, varado en el desastre desencadenado por ella. Finalmente asumiría aquél papel de la desastrosa y extraña chica Sparrow que jamás debió conocer.
Brangwy retrocedió unos cuantos pasos atemorizada cuando del cielo ahogado en ceniza pura de un paisaje muerto cayó la mitad de un tentáculo sobre el suelo en ruinas lleno de lianas venenosas.
Observó dicha escena con horror entre sus finas expresiones, sintiendo los pasos del pelinegro hasta llegar a sus espaldas. Un eco recorrió su mente como un recado como espinas pinchando su alma.
Ben la necesitaba.
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