𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒚. jennifer incident.

・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙩𝙝𝙞𝙧𝙩𝙮.. ✦ ❝ jennifer incident ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .

—¡𝐀𝐒𝐄𝐒𝐈𝐍𝐀𝐒𝐓𝐄 𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐎! —.

Finalmente, aquél gran misterio que se ocultaba bajo las penumbras de la Academia Umbrella había sido revelado.

Después de unos cuantos minutos, las luces de la habitación se tornaron nuevamente de un color azul eléctrico, varios reflectores dejaron de iluminar sus rostros cuando los cuatro hermanos ahogaron un jadeo al dar por finalizada la operación.

Habían recuperado sus recuerdos. Pero aquella misión que se había llevado a cabo de una manera oscura solo se reproducía monótonamente en sus cabezas como si hubieran descubierto un invaluable tesoro.

Rápidamente Lila, Cinco y Brangwy se observaron con extrañeza, intrigados por saber la cruda verdad del misterio envuelto en fragmentos de la línea de tiempo "original". Allison quitó los chalecos de seguridad de su cuerpo con impotencia y desesperación mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.

—¡Tú mataste a nuestro hermano! —volvió a repetir la morena dirigiéndose a ni más ni menos que Reginald Hargreeves. La rubia cerca de ella solo abrió sus ojos más de lo normal, sintiendo como su novio suspiraba frustrado a sus espaldas.

—Hijo de puta.

Todas las miradas estaban sobre el inquieto y cínico científico. La verdad había salido a la luz.

—Niños, sin importar cuánta ira sienta por mí, está mal dirigida —intentó calmar el intenso ambiente que se sentía en dicho salón—. Les recuerdo que fue el otro sir Reginald Hargreeves quien cometió ese terrible acto.

Lila observó la escena desconcertada, respirando agitadamente— ¿me pueden explicar qué es lo que ocurrió?

—Cuando éramos niños, el otro Hargreeves asesinó a Ben y a Jennifer. —explicó Luther hecho furia, sus puños estaban cerrados con fuerza y varias gotas de sudor recorrían su frente.

—Y tuvo un motivo más que válido para hacerlo. —la voz del mayor se hizo presente nuevamente.

Viktor se dirigió hacia él, sintiendo el enojo invadirlo por completo.

—¡Eran niños inocentes!

—De no haberlos contenido, habrían desatado una serie de catástrofes culminadas por la extinción de la humanidad. —defendió guardando la calma.

—¡Eres igual al otro Hargreeves! —soltó Diego desesperado, señalándolo con impotencia—. ¡Dos putos psicópatas!

Brangwy fruncía su entrecejo con estrés, ella había permitido que su hermano fuera en busca de Jennifer, por lo que una tragedia no tardaría en suceder. La rubia mordió el interior de su mejilla con preocupación, a pesar de todo, el asiático seguía siendo lo único que le quedaba de su familia, le gustara o no.

—No es su culpa —todos observaron de manera fugaz a Abigail, quién había irrumpido en la conversación con el objetivo de defender a su esposo—. El responsable de lo que les pasó a esos pobres niños no es su padre. Soy yo.

Las miradas llenas de sorpresa caían sobre ella. Brangwy esperaba aquella explicación con intriga.

—Hace años, sinteticé un nuevo elemento, la esencia del mismo Marigold —tomó una pequeña pausa nerviosa manteniendo su pacífica voz—. Y, en ese momento, sin que yo supiera, se creó en paralelo una segunda partícula: Durango.

La rubia y Número Cinco compartieron miradas con lentitud al escuchar dichas palabras.

—Cuando Marigold y Durango interactúan, provocan una reacción, un proceso físico... incontenible, irrevocable —Abigail observó una última vez a la rubia, soltando un suspiro—. La extinción de todo lo que conocemos.

—La purga. —soltó Cinco, por lo que la mayor pasó saliva.

—Cuando me di cuenta de lo que pasaba, ya era tarde para mi mundo.

—No podías prevenirlo, querida. —interrumpió Hargreeves consolándola.

Abigail bajó su mirada por la atención que todos depositaban sobre ella.

Brangwy pasó su mano por las marcas que aún se encontraban esparcidas a lo largo de su cuello, debido a la comezón que había sentido debido a la Psicosis Paradojal momentos atrás. Sin más, aclaró su garganta.

—Eh, no quiero sonar grosera, pero necesito saber ¿qué mierda tiene que ver esto con Jennifer y nosotros? —su voz resonó por la habitación iluminada de color azul.

Se sentía perdida y desconcertada, tenía una pequeña sospecha de la respuesta ante su duda, por lo que mordió su uña impaciente.

—La otra partícula está dentro de Jennifer —explicaba Hargreeves—. Por eso es imperativo que ninguno de ustedes entre en contacto con ella.

—¿Y qué ocurre si lo hacemos?

Un pequeño silencio se instaló en la habitación, hasta que Número Cinco contestó con voz susurrante.

—El fin del mundo.

Luther pasó saliva con nerviosismo, haciendo presencia una vez más mientras dudaba— eh, oigan... Creo que tenemos un problema. —todos los Hargreeves lo observaron expectantes y llenos de intriga.

Brangwy pasó sus manos por su rostro con frustración, se sentía una estúpida por dejar que Ben se fuera solo a buscar a Jennifer, pero ya probablemente era muy tarde. Intentó guardar la calma, deseando algo que jamás hubiese imaginado tener que rogar: que su hermano se encontrara bien.

Todos se encontraban reunidos nuevamente en el gran y elegante salón de la mansión de Hargreeves— imbécil... —maldecía la rubia por lo bajo mientras su cuerpo se tensaba.

—¿Y dejaste que se fuera así como si nada? —inquirió Lila frente a Luther, el cual solo asentía nervioso con su cabeza.

—¿Cómo iba a saber que Ben estaba infectado con... lo que sea que sea esa cosa? —mordió el panecillo entre sus manos, excusándose.

Cinco acomodó sus manos dentro de los bolsillos de su traje oscuro— qué bien, Luther. Te luciste. —aludió con sarcasmo.

—El sarpullido en el brazo, ¿cómo era? —cuestionó Abigail ignorando el comentario del pelinegro.

Luther dudó por unos instantes, tratando de recordar las pequeñas marcas que tenía el asiático antes de marcharse del taller dónde arreglaron la van de Diego.

—No lo sé, era... —se quedó en silencio, observando un punto fijo—. Era como esa cosa que le salió a Klaus cuando volvió de Ibiza.

Diego gruñó con sus brazos cruzados y lleno de sarcasmo— ¿acaso eres médico? ¿O juegas al doctor en tus fiestecitas?

—¡Hey! —regañó bajando su tono de voz, cuidando que los mayores no oyeran tal comentario—. Soy bailarín profesional.

—Luther, ¿ese sarpullido tenía algo inusual? —el rubio negó ante la pregunta de Abigail.

—No, era colorado —mordisqueó su panecillo mientras pensaba—. Y brillaba, parecía que palpitaba en su brazo.

Cinco rió con ironía, dirigiéndose hacia él— ¿y no te pareció importante mencionar ese detalle?

—Creí que tenía algo que ver con nuestros poderes —se exaltó Luther ante los regaños de sus hermanos—. Todos nos hemos sentido raros, o, al menos, yo.

Entre las columnas del gran salón, se oía la voz de la silueta de Reginald Hargreeves.

—Ya oí suficiente. —sin más, se encaminó hacia el vestíbulo con un rifle entre sus manos, alarmando a los demás.

Brangwy se levantó de su asiento desconcertada y con su entrecejo fruncido— ¡Hey, hey! ¿qué mierda crees que haces?

—Va a matar a Jennifer y a Ben otra vez. —soltó Viktor posicionándose al lado de la rubia, observándolo con ira.

—Uno de los huéspedes debe ser eliminado antes de que la reacción se complete.

Allison resopló alterada— ¿reacción? Estamos hablando de seres humanos, no de ratas de laboratorio, ¿lo sabías?

El ambiente se tornaba tenso, todos en la sala mantenían una mezcla de emociones inigualables. Cuidando de que Reginald no ejerciera una cacería en contra de los dos supuestos amantes.

Brangwy estaba notablemente harta de seguir siendo una persona con límites decentes, por lo que solo se estaba dejando llevar por el enojo, esperando el momento dónde su punto de quiebre la traicione y vuelva a ser la desquiciada que solía ser antes, sin preocuparse por posibles apocalipsis o situaciones que comprometieran el riesgo en el mundo.

—Reggie, por favor, escúchalos. No puedes matar a Ben. —Abigail lo trataba de convencer con su pacífica y calmada voz.

—Tiene razón, debe haber otra forma. —señaló Luther irritado.

—Lo entiendo, se encariñaron con su hermano —decía Reginald firmemente con el rifle aún en sus manos—. Pero parece que no comprenden lo que está en juego. Debemos actuar antes de que sea tarde.

Al darse media vuelta, un gruñido de impotencia salió de los labios de Allison cuando le lanzó un cenicero color blanco que se encontraba encima de la chimenea. Reginald soltó un quejido al recibir el impacto del objeto en su cabeza, cayendo al suelo por completo.

—¿Por qué mejor no cierras la boca? —exclamaba dirigiéndose hacia él con furia. Su padre solo la observaba desde el suelo con una expresión de incredulidad—. Es hora de que te des cuenta de que ya no tienes el control, viejo imbécil.

Cuando Hargreeves extendió su mano con el objetivo de agarrar el rifle a su lado, Viktor se posicionó junto a Allison, dejando liberar una onda naranja de su cuerpo— ¡que ni se te ocurra!

La capa de energía se desprendía de él como una tormenta, envolviendo a Reginald en las distintas y agudas resonancias que emanaba su poder.

—¡Estos trucos infantiles no van a detenerme!

—Si lo deseas, puedo subir la intensidad. —la respiración de Viktor era agitada, su piel se tornaba de un color anaranjado mientras sus poderes se intensificaban más.

—Viktor, ¡no! No lo lastimes. —pedía Abigail con preocupación de ver a su esposo en el suelo siendo víctima del poder de su hijo.

—¿Por qué no? ¡Lo único que hace él es lastimar a los demás! —su habilidad se envolvía en una infinita tormenta, una que él no podía controlar, estaba cegado por la furia—. ¡A Ben, a Jennifer, a mí! ¡A todos!

Reginald Hargreeves hablaba con dificultad desde el suelo, sintiendo los zumbidos retumbar en sus oídos— una vida no es más importante que la de todo el planeta.

—La de tu esposa sí.

Brangwy dio unos cuantos pasos hacia atrás cuando unas profundas grietas se esparcían por el refinado suelo del vestíbulo donde Viktor atacaba a su padre.

—Metieron las narices donde no debían —soltó Reginald débilmente—. Y dejaron que Jennifer se escape. ¡Esto es su culpa!

—No, no, no, no. ¡Esto es tu culpa! —el cuerpo de Viktor era invadido por ondas energéticas y resonancias que se hacían más agudas conforme se intensificaban. Reginald soltaba quejidos, sintiéndose inmovil—. Pasé toda mi vida deseando únicamente que me aceptaras, que me hicieras parte del equipo. Pero en vez de eso, me trataste como si fuera un fracaso, y me convenciste de eso, de que me conocías mejor de lo que me conocía a mí mismo.

Todos observaban la escena sin sentir remordimiento alguno por el sufrimiento de un Reginald a punto de clamar por ayuda en el agrietado suelo.

—Pero ¡ahora sé que no sabes una mierda! ¡Tú eres el fracaso! ¡Tú tienes la culpa de lo que ocurrió! ¡No voy a dejar que mates a Ben, ni ahora ni nunca! ¿Te queda claro?—a decir verdad, Brangwy estaba algo sorprendida por aquél lado de Viktor que no había logrado conocer a profundidad. Normalmente era el más amable entre la Academia Umbrella, siempre había sido así, incluso desde cuando se conocieron.

Reginald contemplaba indefenso a su hijo, divisando como Abigail colocaba su cálida mano sobre su hombro— Viktor, detente —el chico bajaba la intensidad de las resonancias mientras jadeaba, dejando su poder poco a poco—. Tú y tu padre... son iguales de tenaces.

Sir Reginald se levantaba del suelo con dificultad, arreglando su ropa una vez que estuviera de pie. Uno de sus hombres de seguridad se adentró a la mansión, dirigiéndose hacia él.

—Al fin te dignas a aparecer, dime, ¿qué sucede? —el hombre de gafas oscuras se acercó a su oído susurrando únicamente audible para él.

Un pequeño silencio sepulcral y lleno de misterio se esparcía por el gran salón. Los demás solo observaban expectantes como su padre fruncía el entrecejo.

—Según parece —su vista se dirigió hacia Brangwy, por lo que un escalofrío recorrió su nuca de manera fugaz—, hemos encontrado a tu hermano.

Todos los Hargreeves se encontraban en medio de cientos de cadáveres ensangrentados a su alrededor. La localización de Ben aparentaba ser en una peculiar finca, sin embargo, aún no tenían rastro del asiático y de Jennifer.

Las sirenas de los autos de policía retumbaban en aquél espacio abierto repleto de cuerpos humanos sin vida, una obra de la cual Ben parecía ser el autor sin duda alguna.

—Ben es un idiota, no lo niego, pero ¿un masacrador? —Allison se cruzaba en brazos debido al terrible clima que se presentaba, y es que, sin darse cuenta, una frustrada Brangwy manipulaba los vientos. Provocando que una pequeña tormenta se avecinara.

La rubia resoplaba mientras veía a lo lejos como su novio conversaba con distintos agentes, muy probablemente de la CIA, quienes evaluaban cada pista del caso. Después de unos minutos, el pelinegro se encontraba dirigiéndose hacia donde se encontraban sus hermanos y su novia.

—Mis agentes me informaron que toda esta finca es propiedad de los dos lunáticos que nos emboscaron en New Grumpson: Gene y Jean Thibedeau. —informó posicionándose a un lado de Brangwy, a pesar de que no habían hablado como se debía desde lo ocurrido en el metro, intentaba ser empático con ella, una necesidad mucho más grande de protegerla lo invadía en aquél momento, por lo que solo le dedicó una brillante mirada a la temblorosa rubia.

—Quizás Ben también los mató. —opinó Luther observando horrorizado como Allison tocaba con un palo de madera uno de los cuerpos ensangrentados que yacía en el suelo un par de horas atrás.

—Los forenses encontraron huellas que salen del granero, así que yo pienso que escaparon. —el pelinegro desvió su mirada hacia donde se encontraban los expertos en criminalística recorriendo con precisión y detalle cada pista de la escena del crimen.

—No deben estar lejos —todos observaron expectantes a Allison—. Por la rigidez, diría que murieron hace seis o tal vez siete horas.

Diego se cruzó en brazos desconcertado— ¿cómo sabes eso?

Policía de Wichita. Todos los jueves a las ocho. —contestó haciendo referencia a su más reciente papel.

—Preparen el auto. —resopló Reginald dándose media vuelta para dirigirse hacia su oscura camioneta seguido de Viktor y Allison. Por otro lado, Luther comenzó a recorrer el lugar repleto de cadáveres, mientras que la pareja de esposos parecían hacer lo mismo pero por otra zona.

Brangwy soltó un suspiro cuando se quedó sola junto a su novio. Jugaba nerviosamente con las descargas eléctricas que generaba de las yemas de sus dedos mientras su mirada se cristalizaba lentamente, sentía su respiración entrecortada y su cuerpo temblar sin control. Se sentía diminuta, sin escapatoria.

Su cuerpo se tensó cuando sintió unas fornidas manos envolver sus hombros, velozmente un escalofrío recorrió su nuca, su cabellera rubia se movió rápidamente cuando se dio la vuelta, quedando frente a Número Cinco.

—Detesto cuando estamos así, cariño.

—Lo sé, blonde —Cinco tomó un mechón de su largo cabello rubio, pasándolo por detrás de su oreja con suavidad mientras suspiraba pesadamente—. Lamento si estos días hemos estado distantes, solo quiero que sepas que eres lo más valioso que tengo, y no te quiero exponer ante tanto peligro.

—Todo lo contrario, —Brangwy trataba de encontrar las palabras correctas, nunca fue buena pidiendo disculpas, mucho menos con ese nivel de sinceridad—...perdóname. Desconfié de ti durante los últimos días por orgullo. Sé que no es una excusa, pero estoy preocupada, muy preocupada por Ben —esbozó una sonrisa con mucho dolor detrás, mientras sentía como las lágrimas amenazaban por salir—. Créeme que elegiría mil veces vivir la desastrosa vida que llevaba con tal de tenerte en mi vida, cariño.

Juntó sus frentes lentamente mientras sus largas pestañas descansaban sobre sus pómulos, el pelinegro la tomó de la cintura para acercarla bruscamente hacia su cuerpo, por lo que la rubia rió antes de que ambos jóvenes se fundieran en un suave y exquisito beso.

Sus labios chocaban acaloradamente en sintonía, encajando a la perfección. Un ambiente lleno de deseo y necesidad los envolvía, Cinco la tomaba con delicadeza del cuello mientras que Brangwy escondía sus finos dedos entre el pelo oscuro del ojiverde.

Ambos se sentían complementados en aquél momento, convirtiendo el beso en la prueba de que su amor verdadero era tangible. La rubia reía mientras sentía como los labios de su novio se escabullían traviesamente por su mandíbula.

—Te debo pedir una última cosa, blonde —susurraba depositando besos alrededor de sus labios, a la par que Brangwy cuidaba que ninguno de sus cuñados estuvieran observando dicha escena, ella asintió—. Estaré tranquilo si sé que no corres peligro a mi lado. Necesito que te quedes con los demás.

La sonrisa de Brangwy se esfumó en cuanto escuchó tal frase, sin embargo, cuando estaba por protestar, fueron interrumpidos por un hombre de traje similar al que usaba Cinco.

—¿Señor? —llamó el pelinegro tomando la mano de Brangwy, dirigiéndose hacia el hombre con respeto.

—Agente Cinco. Creí que tenías controlada esta situación. —comenzó a caminar a paso rápido. La rubia arqueó una ceja ante aquella suposición.

—Pues la situación se volvió más dinámica de lo que esperaba.

—No me digas, tenemos un kraken asesino suelto —detuvo su paso mientras observaba el sangriento y nevado paisaje, ignorando la presencia de la pareja de su agente estrella—. Necesito saber quién es el responsable de este baño de sangre.

Cinco exhaló un poco de aire antes de hablar.

—Bueno, tengo algunas pistas, pero necesito un favor antes de continuar —culminó mirando a su novia con una pequeña sonrisa. Brangwy frunció su ceño sin entender lo que pasaba—. Ella es mi prometida —la señaló mientras los presentaba—. Querida, él es mi jefe. El subdirector Lance Ribbons.

—Brangwy Hargreeves, un placer. —estrecharon sus manos mientras la rubia fingía una sonrisa. No se esperaba que Cinco la presentara oficialmente como su prometida, puesto a que ni siquiera se lo había propuesto.

—Okey, y esos dos idiotas que están allá —señaló el pelinegro a Luther y a Diego divagando por el lugar—, son mis hermanos, los dos están invadiendo la escena del crimen.

Cinco posicionó una de sus manos en la cintura de su chica, mientras que ella lo observaba con intriga, teniendo una pequeña sospecha de lo que estaría por pedirle a su jefe.

—¿Le importaría llevarlos a la sede central? Solo deles un recorrido, que vean las armas. —Brangwy intentó no realizar un jadeo de sorpresa ante la petición de su novio, finalmente conocería su trabajo, por lo que guardó su expresión de emoción para otro momento.

—¿Pides que sea su niñera?

—¿Quieres resolver este caso?

—Me debes una.

Cinco sonrió satisfecho, llamando los nombres de su hermanos hasta que se acercaron, quedando frente a el jefe del pelinegro.

Brangwy y Cinco se alejaron un poco de la escena, la rubia lo abrazó velozmente, repleta de emociones positivas. El ojiverde tardó en procesar dicha acción por lo que solo acarició su cabeza con dulzura— gracias, gracias, gracias.

—No hay de qué, señorita Hargreeves. —dijo sintiendo como Brangwy depositó un casto beso en su mejilla, dejando marcados sus labios con su labial rojo.

—Cuando me presentaste ante Ribbons —enredó sus brazos alrededor del cuello de su novio, una sonrisa se pintaba en sus labios—. Me llamaste como tu "prometida", ¿puedo saber a qué se debe?

Cinco dio un suspiro, sintiendo como cada parte de su cuerpo era invadido por el nerviosismo, se alejó unos cuantos centímetros de la rubia, sin tener una gran distancia que los separe. Por su parte, Brangwy fruncía el ceño desconcertada y sin entender lo que sucedía.

Temía por que la dejara allí sin decir una sola palabra, sin embargo, no sucedió de tal manera.

Finalmente, entre la ensangrentada nieve que los rodeaba, entre todos los cadáveres sin vida rodeándolos, en un ambiente lleno de misterio y crimen por doquier, pelinegro se arrodilló frente a ella.

La rubia relajó su expresión, quedándose completamente perpleja, un revoltijo de emociones y sentimientos llenaban cada parte de su ser. Estaba ocurriendo, finalmente estaba ocurriendo.

Brangwy no se esperaba menos de su auténtico y genuino novio, considerando todos los momentos inoportunos que pasaron juntos, hacer una propuesta como esa en medio de una fría mañana testigo de una masacre era perfectamente su toque. La rubia sentía como su corazón bombeaba con intensidad, notando como su piel se volvía pálida.

—Quería esperar hasta que las cosas se calmaran un poco. Pero solo nosotros podemos volver estas situaciones inoportunas en un momento perfecto en nuestras vidas. —Cinco bajó su mirada con lentitud, hurgando entre el bolsillo de su abrigo oscuro, sin más, un precioso anillo se adentró al campo de visión de Brangwy.

La rubia entreabrió sus labios con incredulidad, creyendo que solo su mente jugaba con ella, realmente no se lo esperaba en lo absoluto. Sin embargo, hablabamos de Número Cinco, un hombre descabellado y calculador que sólo buscaba la felicidad junto a la mujer que amaba.

—Quisiera dar un último cortocircuito a tu lado —tomó la mano izquierda con delicadeza, depositando un casto beso sobre el dorso—. ¿Quieres casarte conmigo, blonde?

Brangwy sintió como sus pulmones se negaban a recibir más aire, un pequeño silencio se formó entre ellos. El anillo frente a ella la hipnotizaba completamente, era de plata y elegante, sin embargo, lo que destellaba de dicha pieza, era la encantadora esmeralda verde incrustada en el medio. Captaba la caótica pero a su vez perfecta armonía que representaba con precisión a la rubia.

La chica asintió apretando sus párpados cerrados, sintiendo como pequeñas lágrimas de felicidad se resbalaban por su mejilla, sintió como el pelinegro deslizaba el anillo sobre su dedo anular, sin embargo, lo atravesó por completo.

Brangwy rio al notar como su cuerpo desprendía una llama verde a su alrededor, se había convertido nuevamente en fantasma. Trató de regular sus poderes con sus emociones, por lo que finalmente, el anillo ya posaba con perfección sobre su dedo— te amo, Cinco.

Ambos se fundieron en un suave beso, cargado con muchas emociones. Para Brangwy, había sido un rayo de luz en medio de la tormenta causada por la desaparición de su hermano.

—Yo también, blonde —Cinco divisó sus ojos color avellana con una pequeña sonrisa—. Espero te encante el recorrido en la central, intentaremos llegar a tiempo para la cena.

—Espera, espera —su entrecejo se frunció levemente—. ¿Irás con Lila? ¿A dónde?

—He estado pensando en usar el metro, es por eso que necesito que supervises todo por acá, ¿sí? —pasó su mano por su mejilla—. Salvaremos a Ben, te lo prometo.

Sin más comenzó a alejarse, dejando a la rubia sola, quién solo observaba como su chico se iba— ¡Cinco! —el pelinegro se dio la vuelta con un rostro más neutro— ¡Ten cuidado! 

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pd: AMÉ con locura a estos dos par de raros. Y sé que ustedes también los extrañaran por que solo faltan menos cinco caps y esta maravillosa obra llegará a su fin. So... disfruten los episodios restantes <3

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