𝒔𝒊𝒙. the disappearance of marcus h.
・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙨𝙞𝙭.. ✦ ❝ the disappearance of marcus h.❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .
𝐓𝐑𝐀𝐒 𝐋𝐀 𝐒𝐔𝐏𝐔𝐄𝐒𝐓𝐀 𝐀𝐔𝐒𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐀𝐑𝐂𝐔𝐒 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐄𝐄𝐕𝐄𝐒, la Academia Sparrow comenzaba a tomar un nuevo rumbo, uno en el que se iría al carajo todo. Con Ben tomando el puesto de Número Uno, ideas cada vez más psicópatas invaden sus pensamientos. Debía seguir el protocolo antes de asumir el poder total, por lo que dirigió sus sospechas a lo obvio.
Una bandada de cuervos alzando vuelo en el perfecto paisaje azulado y radiante tomó por sorpresa a uno de los integrantes de la Academia Umbrella, Luther Hargreeves. Quién empezó a correr tras la persecución de dichas aves, tratando de escapar.
Cuando los cuervos lo alcanzaron mientras soltaban ruidosos graznidos, Christopher no tardó en acercarse.
El gigante hombre blanco se daba vuelta para comprobar que era perseguido por un cubo, y sin darse cuenta su gran y tonificado cuerpo impactó contra un poste de luz que posaba en el floreciente y llamativamente verdoso parque, ocasionando que caiga al suelo totalmente defectuoso junto a él debido a la gran fuerza que poseía.
Al intentar levantarse del suelo, su tierra se había ido de cabeza. Luther sintió como si la gravedad jugara suciamente con él. Sloane extendía la palma de su mano utilizando su habilidad de caída de gravedad, manejandola a su completo antojo.
Fei y Ben también aparecieron a la vista. Los cuatro querían confrontar al Número Uno de aquella academia que los perturbaba desde el resto del día anterior. Habían hallado la forma de crear un plan a base de una excusa. Ben optó por darle una patada cerca de la cara, por otro lado, Sloane aprovechó tirándolo en el suelo. Haciéndolo quedar completamente inconsciente.
SPARROW ACADEMY.
El rubio abrió lentamente sus pesados párpados, una sensación de temor lo dominó cuando no reconoció el lugar donde se encontraba. El cual era un perfecto y organizado cuarto de limpieza. Se sentó débilmente en la camilla mientras sentía como su antigua madre androide dejó de recorrer su rostro con una toalla húmeda.
—¿Mamá? —su pacífico tono de voz inundó los oídos de Grace, quien sonrió ante el llamado.
—¿Por qué ustedes persisten en llamarme así? —inquirió extrañada, por lo general, los Sparrow no la llamaban por dicho apodo.
—¿Dónde estoy...? —ignoró Luther, su ceño pasó a uno fruncido mientras observaba el lugar con detenimiento.
—En la academia, tonto. —respondió Grace pasando delicadamente el pañuelo una vez más— Ve, te están esperando.
Un Luther completamente alarmado se puso de pie, agarrando lo que se encontraba más cerca a su alcance, un trapeador, el cual reposaba en una de las paredes del frío cuarto. Era algo pequeño, asfixiante. Al salir alzó el trapeador en modo de defensa, pero aquella chica que había puesto su mundo cabeza abajo esbozó una sonrisa al verlo.
—¿Batido? —se acercó a él con un apetecible vaso lleno de jugo verde en su mano derecha, ofreciéndole al nuevo rehén.
—Gracias. —Luther, también sonriendo, lo tomó con una mano mientras Sloane le quito el trapeador de su otro agarre sin dejar de mirarlo.
—Debes estar hambriento. —habló Fei sentada desde la mesa, llamando la atención del gigante rubio, quien observó el amplio comedor donde se hallaba todo el equipo sirviendo su comida, entre ellos, la rubia adolescente. La cual se servía una tostada con mermelada de fresas.
—No, no debería.. ¿eso es mantequilla de cajú? —señaló impresionado.
—Sí, de hecho, tenemos de almendras, girasol, tahini, nuez de Brasil. —comentó Sloane tomando asiento frente a su hermana.
—Vaya. ¿Saben qué? Ahora que lo dicen, tengo un poco de hambre. —.
—Sírvete. —habló Alphonso vertiendo dos cucharaditas a su humeante café con leche recién hecho.
—Gracias. —Luther dió un sorbo al batido que tenía en mano, quedando totalmente encantado. Tomó asiento en medio de Fei y Brangwy, Ben se encontraba comiendo frente a él.
El Umbrella dirigió sus miradas hacia ambos lados saludando con un tierno "¿Qué tal?" a las dos hermanas, pero su expresión cayó rápidamente al notar el silencio de parte de Fei y la mirada fulminante de la rubia que lo escaneaba con indiscreción.
—Bueno, sabemos que eres el Número Uno, pero aún no nos hemos presentado formalmente. —empleó el pelinegro, rompiendo el silencio— soy Ben, Número Dos.
—Qué gusto volver a verte, hermano. —observaba el grandote con nostalgia.
—¿Por qué todos me miran así? —murmuró el asiatico con molestia en sus rasgos.
—Porque llevas 15 años muerto.
A pesar de que ya existía un ambiente algo hostil dentro del moderno comedor, el aire se volvió tenso debido a las palabras que salían de la boca del gran rubio, causando un silencio inquietante e incómodo, ganándose todas las miradas.
—¿Cómo que muerto? —inquirió Ben entre dientes, perdiendo su paciencia.
—Larga historia. —al notar la pesadez en la sala evitó entrar en detalles, sin embargo, Brangwy lo miraba con atención.
—Da igual. Soy Fei, Número Tres. —intervino la chica de glamurosas gafas oscuras.
—Alphonso. Cuatro. —dijo este sin notable esfuerzo.
—Soy Jaime. Seis. —dijo la pelinegra seguido de su hermano mientras masticaba una tostada cubierta de mantequilla de maní.
—Sloane. Cinco. Hola..— se presentó la castaña nerviosamente antes de meterse un malvavisco a la boca.
—Él claramente es Chritopher. Número Siete. —enunció Ben señalándolo.— No le prestes atención, está de mal humor esta mañana. —dicho esto, la mayoría empezó a reír, negándole una explicación al grandulón.
Las risas se detuvieron cuando Ben decidió presentar a Brangwy.
—Oh, ella es Brangwy. —Ben fingió una sonrisa, encogiendo su nariz— Nuestra Número Ocho.
Brangwy batió sus pestañas a la par que hacía una irónica sonrisa sin mostrar sus dientes, mordiendo un último pedazo de su desayuno saludable.
—¿Número Ocho? —Luther la miró confundido.
—Larga historia. —.
—Y.. ¿qué fue lo que pasó con Número Uno? —Ben devolvió su mirada hacia él.
—¿Qué con él? —preguntó Fei.
—¿Dónde está?
Ben clavó repentinamente un grueso cuchillo en medio de la mesa, la sala se quedó en un profundo silencio —Es precisamente lo que queremos saber. —Ben cambió su rostro a uno más serio. Luciendo amenazante.
Brangwy vertía toda su atención al rubio que se hallaba a su lado, sin mencionar una sola palabra, esperando la siguiente acción por parte de su hermano. Quería ver que tan lejos podía llegar sin asesinarlo de una vez.
—¿Acaso es parte de un juego?
—Sea cual sea su juego. Perderán. —dijo el asiático.— Ustedes raptaron a Marcus, y nosotros te tenemos a ti. —una sonrisa de superioridad se pintó en su rostro.
—¿Dices que tenemos a Marcus? ¿Por qué lo haríamos? —el grandote frunció su ceño, al parecer, no tenía idea alguna de lo que estaba hablando.
—¿Declaración de guerra? ¿Suicidio? —cuestionó Jaime.
—La última vez que lo vimos salió con tu hermano. —explicó Sloane.
—¿Cuál?
—El pequeño y poderoso. —Fei realizó un ademán.
—¿Viktor? Bueno, si de algo sé es que Viktor no es del tipo de secuestrar gente. —Luther se hallaba dudoso— aunque suelo ser el último en enterarme de las cosas, ¿saben? —.
—¿No debería ser al contrario? Eres su Número Uno. — verbalizó Brangwy dirigiéndose a este.
—En teoría. Pero la disciplina nunca fue nuestro fuerte, somos bastante caóticos. —todos fruncieron el ceño.— Pero veamos, esto no es difícil de resolver. Regresaré. Sinceramente, mi familia debe estar preocupada, si tienen a Marcus, lo enviaré aquí sin ningún rasguño. ¿Les parece bien? Genial. —Luther intentó ponerse de pie, pero uno de los tentáculos de Ben le detuvo el paso.
—No hay prisa. Quédate hasta que vuelva Marcus.
Christopher se acercó amenazante al gigante. Este sintió un escalofrío al notar que el ambiente se tensaba.
—Mi familia vendrá por mí. —se opuso completamente seguro.
—Perfecto. Ponte cómodo. —dicho esto, Ben encaminó su plato vidrioso hasta la barra— Oh, y si intentas escapar, las aves de Fei te arrancarán los ojos y harán un nido en tu cráneo. —esta solo pudo sonreír. Quizá Luther haya quedado perturbado después de eso.
Todos se levantaban de su asiento, pues, podrían haber terminado el desayuno o simplemente quedaron llenos. A excepción de Sloane, quién aún se mantenía en la mesa.
Brangwy le dio una última mirada a su hermana antes de retirarse, lanzándole una señal discreta. La castaña asintió con poca seguridad.
—Cuéntame, ¿Qué haces para divertirte?— cuestionó Sloane con una sonrisa a un Luther intimidado.
La rubia bastante angustiada hurgaba en la oficina de quién sería su padre, Sir Reginald. Bastante preocupada removía todo con rapidez, a tal punto de desordenarla por completo. Cosas regadas por doquier y sus manos temblorosas husmeando todo lo que alcanzaba a ver desde su perspectiva. Sentada en el gran escritorio hecho a la medida adulta, conforme a esta, no incomodaba a la adolescente debido a su estatura pero de vez en cuando se acomodaba en el asiento.
Una silueta extraña se formó en frente de ella. La cabizbaja, aún estaba revolviendo todo lo que se hallaba en el cajón de la mesa, el silencio de la sala con tan solo pequeños suspiros de parte de la chica era sospechoso, puesto que aquella presencia la estaba observando, manteniéndose completamente callado.
—Consumes mi oxígeno. —dijo la rubia sin siquiera verlo.
—¿Qué haces aquí? —inquirió Alphonso— por lo que sé no deberías estar en este lugar—.
—No es tu problema. —dijo sin más. El chico cambió su semblante a uno más serio— Estoy buscando algo, ¿contento? —.
—¿Qué? —ella rodó los ojos y se señaló a sí misma. Alphonso finalmente entendió.
—Ni lo intentes, Reg puso bajo llave toda la información de la academia, es completamente obvio. —Brangwy alzó su mano dejándole ver una llave, Alphonso levantó su ceja— Qué impredecible.
—¿Qué quieres? —respondió la rubia observandolo.
—Jayme y yo iremos a comprar, iba a traerte unos cigarrillos pero como ahora nos llevamos rudo.. —el chico suspiró fingiendo tristeza, dándose media vuelta.
—Espera.
Alphonso se giró con una sonrisa— Ben trama algo, así que dime que no estás de su lado. Por favor.
—No seas estúpido. Sabes que me pondría de acuerdo con un Umbrella antes que con él. —resopló con leve molestia.
—Tus papeles están en el otro mueble. —dijo mientras abría un cajón del cual sacaba un tarro de pastillas, probablemente para drogar a su padre— veo que no eres tan lista después de todo.
Sin más, Alphonso abandonó la rústica oficina de Hargreeves, dejando sola a Brangwy.
La rubia se levantó de la enorme silla y se dirigió a uno de los muebles de madera que sostenía una fea lámpara para su gusto. Abriendo uno de los cajones, su mirada brilló al encontrarse con siete folders apilados ordenadamente. Indagó entre ellos hasta dar con uno que al abrirlo, podía notar su nombre enmarcado en el centro de la primera hoja de introducción.
«Bingo.» dijo Brangwy en sus adentros.
Brangwy recorría el amplio pasillo en busca de Christopher, sin embargó su sorpresa fue grande cuando, al recorrer la gran parte del recibidor de la academia, pudo divisar la figura del Umbrella cautivo en su hogar entre algunas columnas que separaban el lugar de la gran sala que abarcaba casi todo el espacio de la primera planta.
La rubia se encontró con la enorme espalda del Número Uno de la academia opuesta. Luther observaba con cierta impresión en el rostro el majestuoso cuadro que colgaba sobre la chimenea. Estaba completamente inmovil, como si sus pies y su mente no se hallasen sobre la tierra. Ya que, dió un pequeño brinco asustado al escuchar la susurrante voz de Brangwy a sus espaldas a pesar de que sus ruidosos botines habían resonado por todo el lugar.
—Lo irónico es que realmente nunca fui la favorita. —dijo viendo hacia la misma dirección, refiriéndose a la exagerada y delicada pintura de su imagen posada en el centro del salón. Luther se dió vuelta rápidamente seguido de un pequeño brinco sobre su espacio.
—Santo Dios, me asustaste. —puso su mano izquierda sobre su pecho, sintiendo su fuerte corazón acelerado mientras sacaba una sonrisa completamente apenado.
Brangwy levantó sus cejas a la par que resoplaba— escucha, Luther. —se sentó en uno de los muebles de cuero— Mis hermanos son unos idiotas. También tontos. Pero yo no. —confrontó dominante. Luther fruncía el ceño.
Por la mente de Brangwy se maquinaba un ingenioso plan que estaba por poner a prueba. Se negaba rotundamente a aceptar que Ben asumiría el control de vuelta, por lo que necesitaba hallar a Marcus.
El pensamiento intrusivo de que lo pudo haber desterrado hacia el más allá la carcomía en sus adentros. La noche anterior había sentido el control total de su poder desaparecido después de mucho tiempo invadiendo cada parte y extremo de su pequeño cuerpo, temiendo por la vida de su hermano, puesto que, horas más tarde de aquél intolerable acontecimiento se había notado su ausencia de Marcus.
Solo podía recordarle la inquietante semana antes de ponerle punto y coma a su inimaginable caos. Miles de almas en pena vagando por el infierno lleno de tenebrosas auroras borrosas y aquellos escalofriantes rayos luminosos llenos de potencia que Brangwy a través de su habilidad podía ofrecerles.
La rubia tenía la gran sospecha de que su poder olvidado había vuelto para acecharla una vez más desde que los Umbrella irrumpieron en la mansión.
Pero tenía miedo de comprobarlo.
—Necesito saber qué es lo que ustedes traman. Me dirás lo que le ocurrió a Marcus o... —continuó una amenazante Brangwy con su rostro sin alguna expresión adornándolo. El gigante se tensó arqueando una ceja, observando como la chica susurraba cerca de su oído— le diré a los demás que ustedes no son más que unos pobres impostores en la línea de tiempo equivocada.
Luther sintió como los nervios se inyectaban en cada una de sus venas. Tartamudeando, interrogó a Brangwy de prisa.
—¿Cómo mierda sabes eso? —inquirió con sorpresa en su rostro, sabía que pequeño hermano Número Cinco lo asesinaría si personas externas se enteraban de aquél secreto. Por lo que no le quedó más remedio que seguirle el juego a la adolescente, quien estaba satisfecha con su reacción.
—Como te decía —se volvió a posicionar frente a él con una sonrisa falsa sin mostrar los dientes—, soy el cerebelo brillante de esta familia de desquiciados. No fue una tarea tan difícil.
Vil mentira, su estado mental era el peor en toda la escala Sparrow.
—¿Dos apocalipsis, eh? —sus ojos lucían insistentes, Brangwy tomó asiento nuevamente en el sillón.
—Escucha.. Brangwy. No sé cuales sean tus intenciones ni que planeas hacer con cual sea la información que hayas oído —dijo Luther tratando de solucionar el juego al que estaba sometido—, pero te aseguro que nosotros no tenemos a su Número Uno.
—¿Esperas que confíe en tu palabra? —la rubia se cruzó en brazos— apenas te conozco a ti y a tu patética familia.
Qué ironía.
Luther se daba golpizas mentales cada vez que la oía hablar. En sus palabras, veía el borroso reflejo de su pequeño hermano.
—Dios, eres tal para cual con Cinco. —susurró casi inaudible, pero lo suficiente claro para los oídos de la rubia.
—¿Disculpa? —se exaltó disgustada, recordando su reciente enfrentamiento con aquél adolescente de shortcitos— su equipo es un circo lleno de fracasado. Perdieron a uno.
—¿Piensas que no me he dado cuenta del misterioso aire que invade esta academia desde que llegamos? —dice Luther en defensa— ¿Qué me dices de Número Siete? ¿qué le pasó? —frunció su ceño, refiriéndose a Christopher, pero Brangwy estaba dispuesta a confundirlo.
Un profundo e inquietante silencio invade la sala.
—Yo soy Número Siete. Siéntate.
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