𝒏𝒊𝒏𝒆𝒕𝒆𝒆𝒏. apocalypse.
・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙣𝙞𝙣𝙚𝙩𝙚𝙚𝙣.. ✦ ❝ apocalypse ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .
𝐄𝐋 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐎𝐋𝐋𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐀 tumbándose en la cocina del Hotel Obsidian provocó que ambos adolescentes despertaran aturdidos de su profundo sueño. Brangwy sintió como el pelinegro a su lado gruñó cerca de oído, quejándose.
Todo era un desastre. La rubia traía el saco oscuro del traje de Cinco sobre ella, cubriéndose de los fríos vientos de la noche, su labial se había corrido al igual que el resto de su maquillaje negro, lucía como un mapache, uno muy amanecido.
Número Cinco sonrió levemente al abrir sus ojos verdes por completo, encontrándose con la cercanía que tenía su pecho con la espalda de la chica y su revoltoso cabello rubio. Su mente era todo un lío, su corbata negra estaba desarreglada y habían varias marcas de labial regadas por su mejilla.
Brangwy sintió la incomodidad que brindaba la estufa debajo de ellos, por lo que se sentó sobre ella mientras maldecía por lo bajo. Las náuseas inundaron todo su ser tras sentir un pequeño escalofrío recorrer su nuca, se levantó rápidamente encaminándose hasta el fregadero con la mirada del ojiverde sobre ella, cuando estuvo por botarlo todo, sus ganas fueron oprimidas, por lo que solo se inclinó recuperando el aire.
—¿Qué fue lo que sucedió anoche...? —la susurrante voz de Cinco retumbó en sus oídos agudizados una y otra vez, por lo que ella solo soltó un suspiro desconcertada.
Entre sus recuerdos había varias copas de licor, risas, y muchos besos repentinos. Sus sentimientos salían a flote con la persona indicada, por lo que sentía cierta paz en su interior al recordar que aquél último detalle había sido totalmente recíproco.
Cinco divagaba entre sus pensamientos, tratando de buscar conciencia sobre lo que había ocurrido la noche anterior y, probablemente, la última de sus vidas. Un fugaz y distorsionado recuerdo invadió su cabeza, provocando que frunciera su ceño.
El pelinegro murmuró desconcertado— Brangwy...
—Ni siquiera lo menciones. —contestó la rubia cerrando sus ojos fuertemente, sentía su cuerpo desvanecerse por sí solo—. Si me disculpas, tomaré un baño. Apesto a licor. —se acercó a Cinco para depositar divertidamente un casto beso en la comisura de sus labios.
Cinco observó irse a la deslumbrante rubia de aquella cocina con un gesto burlón. Ella lo hacía perder la cordura cada vez más, incluso con el más mínimo roce entre sus labios. Era una sensación inefable.
Sin embargo, para el ojiverde, un revuelo de pensamientos lo atormentaba. Era el jodido fin del mundo y por fin estaría cerca de experimentar una situación amorosa sincera por primera vez en su vida, qué ironía.
Brangwy se recostó en medio del sofá amarillo mientras resoplaba en medio de Klaus y Ben, un dolor en su cabeza era la razón de su mal humor.
Todos los Hargreeves estaban reunidos en el vestíbulo del Hotel con el semblante fruncido al escuchar las palabras de Reginald, su fuerte tono de voz llenaba el lugar con misterio e intriga.
—Los nórdicos tenían siete durmientes, los pies negros, siete estrellas. —empezó a relatar mientras todos lo observaban con atención—. De pequeño, oí la leyenda de las siete campanas.
Número Cinco batía sus largas pestañas mientras arqueaba una ceja, vaciando su atención en él.
—Todas las historias eran iguales: un pueblo amenazado por inundación, por fuego, o por una noche eterna. —continuó provocando que los Hargreeves se observaran confundidos entre ellos—. Un chamán lleva a sus discípulos a una cueva sagrada. Les dice qué, si pueden hacer sonar las siete campanas mágicas, el pueblo se salvará y todo volverá a ser justo como era antes.
Un silencio sepulcral los invadió, hasta que Lila alzó su mano, llamando su atención.
—¿Reggie? —la peliblanca demostró su curiosidad en sus expresiones—. ¿Qué tal un poco menos de los hermanos Grimm y un poco más de... "qué tiene que ver esto con nosotros"? —.
—Hay algo cierto en esos mitos. Ninguno de ustedes puede negar lo que sucede alrededor. Todo lo que existe desaparecerá al terminar el día, pero quién sea o lo que sea que haya unido el espacio y el tiempo, también dejó un modo de unir todo de nuevo —Brangwy frunció el ceño, mientras que sus ojos claros color avellana lo miraban con desconfianza—, si el universo enfrentaba la aniquilación total.
« Oblivion. » Aquél pensamiento se unió a la mente de la rubia sentada frente a Reginald, maldijo en sus adentros al analizarlo detenidamente.
—Hay un portal en el universo. Construí este hotel alrededor de él, y del otro lado... —Brangwy dirigió su mirada atenta hacia su padre— está la respuesta.
La voz grave y sarcástica de Luther llenó el lugar— ¿y qué se supone que debemos hacer? ¿Ir ahí, sonar unas campanas y arreglar todo? —.
—Sarcasmo de lado, estás en lo correcto. —intervino Reginald dando una breve pausa antes de continuar—. Excepto por el guardián.
Todos guardaron silencio, viéndose entre sí llenos de suspenso.
—¿Qué guardián? —Viktor inquirió desconcertado.
Diego mostró sus dos dedos mutilados cubiertos por un guante negro— el tipo de guardián que hace esto.
—Se trata de un oponente brutal. —continuó Reginald ignorando al moreno.
Luther rió divertido para volver a su estado serio nuevamente— a mi no me vas a engañar.
—¿De qué engaño hablas? Casi muero ahí dentro de esa cueva sagrada. —interrumpió Lila tratando de guardar la calma.
—¿Por qué los que construyeron esa puerta trasera pusieron un guardián? —Viktor comenzaba a sentirse agobiado.
Sloane alzó su dedo índice— ¡Ah! Para protegerla de quienes buscan usarlo con fines malvados. —su esposo la miró con el ceño fruncido, por lo que solo alzó sus hombros en respuesta.
—Eso es correcto, Sloane. —Reginald fue interrumpido por Allison, la cual se encontraba sentada sobre un carrito de equipaje.
Su mirada café se dirigió hacia sus hermanos—. Tendremos que enfrentar todos juntos al que protege las campanas.
—¿En serio le crees el relato? —Número Cinco la observó incrédulo, desconfiando de la mujer.
—Un guardián y campanas suenan más creíbles que maletines del tiempo y sicarios máscaras de caricatura infantiles, ¿no crees? —dijo con sarcasmo.
—La verdad es que tiene razón.
El asiático junto a Brangwy se puso de pie a un lado de Reginald, contribuyendo a su padre. Seguido de él, Diego copió su acción, dejando caer la cabeza de la peliblanca que anteriormente estaban en sus piernas en el sofá, soltando un pequeño quejido.
—Yo también iré —su vista se dirigió hacia su pareja—. Pero algunos deberían quedarse. Cómo Lila.
La peliblanca se puso de pie junto a él, desafiándolo— o... tú puedes quedarte y yo iré.
—No. Esto nos supera a todos —negó Allison esta vez con seriedad—. Nadie puede quedarse. —.
—Ustedes, mis hijos, son lo único que hay entre nosotros y el olvido. ¿Están listos para ir? —finalizó Reginald ganándose todas las miradas sobre él, sujetando firmemente sus anotaciones en su antebrazo.
Viktor resopló desde su asiento— ¿y si votamos?
Ben levantó su cabeza, observándolo con intensidad.
—Esto no es una democracia. Papá está a cargo.
La voz de Cinco volvió a escucharse en el vestíbulo, provocándole un pequeño escalofrío a la rubia sin siquiera verlo— estoy de acuerdo con Viktor, votemos. —su mirada verdosa se había vuelto firme y desafiante.
—El mundo se acaba, ¿y quieren contar votos? —cuestionó con notable irritación aquél anciano frente a ellos.
—Nos pides que arriesguemos nuestras vidas. Es justo que nos des tiempo de discutirlo —Luther se puso a la defensiva, ganándose una mirada llena de decepción por parte de su padre, el cual se mostraba inquieto—. En privado.
Reginald Hargreeves abandonó el vestíbulo con una mueca de incredulidad.
—Encontrémonos aquí de vuelta en una hora. —sugirió Diego recibiendo respuestas desganadas por parte del resto, asintiendo a su petición.
Brangwy observaba a través de la ventana de su habitación como el mundo se destruía lentamente gracias al Kugelblitz. Aquél pozo sin fondo que abarcaba cada espacio del universo, aquél que engullía las sombras y el eco de vidas inocentes. Una esfera de hambre voraz, convertida en un remolino que arrasaba cada camino del ser humano.
Aquél que había nacido de una ruta que nunca debió ser. El Kugelblitz era una herida en la nada, que crecía y devoraba sin dejar rastro. Un oscuro abismo donde ser y no ser se consumen al par.
Aquella rubia pensaba en las fuertes y tormentosas consecuencias que dejaban sus rebeldes acciones, había aprendido su lección, pero era demasiado tarde.
Unos toques en su puerta de madera hicieron eco en sus oídos, de sus labios salió un susurrante "está abierto", para luego divisar la silueta de aquél pelinegro por el cual sentía todo, pero a la vez nada. El único que lograba que la egocéntrica y enloquecida Brangwy perdiera todos sus conocimientos solo con un cruce de miradas.
Sin embargo, para el amargo Número Cinco, era difícil aceptar una declaración como esa. Tras pasar muchos en un apocalipsis con el planeta tierra aún en pie y pasar los últimos días de su vida saltando entre líneas temporales para salvar el mundo, jamás se había hecho la simple pregunta de cuándo encontraría la felicidad, nunca creó la necesidad de pasar el resto de su vida junto a alguien. Sin embargo, esa "estupidez" como él solía llamarlo, comenzaba a ser lo más anhelado en el fondo de su corazón.
No estaba seguro, por primera vez en su maldita vida no estaba seguro, pero necesitaba un descanso. Iba a morir dentro de unas horas al fin y al cabo, pero lo haría feliz.
—¿Pensaste en tu voto? —rompió el pequeño silencio que se había formado entre el contacto visual que ambos adolescentes ejecutaban.
—Creo que jamás estuve tan segura de algo —Brangwy rió para luego volver a observar el Kugelblitz—. ¿Y tú?
Cinco resopló, posicionándose frente a la rubia, la cual seguía sentada en la cama— igual.
Un silencio se volvió a instalar dentro de la habitación, el pelinegro podía notar como Brangwy había perdido los ánimos mientras veía como el Kugelblitz destruía todo, por lo que soltó un largo y profundo suspiro.
—Anoche, cuando estábamos ebrios, vi algo —comenzó con su semblante lleno de seriedad—. Vi a papá en la suite y al parecer, no estaba solo. Estaba haciendo una especie de trato, no vi con quién y tampoco sé de qué estaban hablando.
Brangwy lo miró intrigada y con su ceño levemente fruncido, gracias al poco tiempo que había pasado junto a él, podía notar cuando estaba nervioso, podía notar el cambio repentino que había en su personalidad cuando estaba con sus hermanos a comparacion de cuando pasaba tiempo junto a ella.
—Llevo todo el día tratando de recordar si he visto a la persona con la que había hecho el trato, pero... todo está borroso.
La rubia posicionó su cálida mano encima de su hombro cubierto por el traje negro que portaba, lo atrajo hacia ella, sentándolo a un lado suyo en la cómoda cama.
—Debes dejar de forzar tu mente, Hargreeves. Te notas tenso —acarició su hombro en señal de apoyo—. Ya no estás solo, estamos los dos en esto.
Cinco dió un suspiro, su respiración comenzaba a entrecortarse,
—Es por eso que necesito darte a entender algo, Brangwy... —por su parte, la rubia sintió como millones de mariposas revoloteaban dentro de su estómago al oírlo pronunciar su nombre roncamente—. Quiero emprender una última travesía a tu lado, quiero saber si me harías el honor de dejarme enfrentar el apocalipsis junto a la chica que me hace enloquecer y de la cual jamás pensé que terminaría suplicándole algo así.
El pelinegro hablaba suavemente, observando con dulzura a la chica frente a él, la cual se encontraba completamente estática. Observaba sus labios entreabiertos, divagando entre su mente alguna respuesta, sin embargo, cada rincón en el interior de su cabeza se hallaba en blanco.
Brangwy sentía como su respiración comenzaba a fallarle lentamente, sentía una oleada de emociones recorrerla por completo, sus sentimientos por primera vez no se quebraban. Asintió suavemente con una sonrisa, lo que hizo que los ojos verdes del pelinegro brillaran ante ella.
—¿Quieres hacer un último cortocircuito antes de irnos...?
Sin dudarlo, y por primera vez segura de sí misma ante ello, la rubia se abalanzó contra él en respuesta, callando su pregunta uniendo sus labios con muchas emociones encontradas, ambos transmitían pruebas de amor vulnerable a través de aquél suave beso.
Ambos rieron brevemente en el beso imponente y dominante que había empezado Brangwy, sintió como las fuertes manos de Cinco se colocaban delicadamente en su cabello para profundizar el beso, que en un roce apenas, sus dos mundos se encontraban.
Sus labios se buscaban con la temible pausa del miedo y el deseo, envolviendo en un beso fuerte, delicado y a su vez eterno. Sus pulsos acelerados, sus pestañas reposando sobre sus pómulos, todo era increíble. El tiempo se quebraba y el ambiente que los envolvía se veía desaparecer.
Perdidos en aquel emocionante beso, sus almas se complementaban.
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