𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏. burn the page.

・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
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𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .

𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐌𝐎 𝐆𝐑𝐈𝐒𝐀𝐂𝐄𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐎𝐋𝐓𝐎 𝐄𝐋 𝐂𝐇𝐈𝐌𝐏𝐀𝐂𝐄 de su boca provocó que, nuevamente, Brangwy tosiera con brevedad, mientras que Cinco se encontraba perdido en la escena que sus verdosos ojos trataban de descifrar. Para ambos adolescentes fue una sorpresa, encontrar a Pogo con un aspecto tan.. rudo. El chimpancé mostraba un rostro amenazante junto al cigarrillo que tenía entre sus labios.

Pogo le dio una calada a este antes de hablar— no tatúo niños. —.

—Estupendo, no hemos venido a eso. —respondió Cinco contemplándolo aún desconcertado—. Estamos acá porque tu y yo tenemos un amigo peculiar en común: sir Reginald Hargreeves. —explicó el pelinegro moviéndose lentamente, dejando a la vista a la rubia que Pogo reconocería donde fuera.

Brangwy sabía sobre el pequeño altercado que había tenido su padre junto a Pogo. Solo recordaba que no había terminado del todo bien y es que, según las mismas palabras de su hermano Marcus, papá no había vuelto a ser el mismo debido a la caja de drogas con una perla incrustada en el medio que Pogo le había encargado a Número Uno antes de partir.

El chimpancé hizo una breve pausa luego de observar a la rubia con detenimiento.

—No me interesa saber nada de él. —desde lejos se podía contemplar como aquellas palabras habían salido con dolor de su boca.

—No creo que lo entiendas. —dijo el ojiverde apreciando como Pogo se daba la vuelta, recogiendo sus cosas—, soy uno de sus hijos de otra línea de tiempo. —dicho esto, el chimpancé se detuvo en seco, dándose la vuelta en dirección a los adolescentes.

Pogo río incrédulo— ¿línea de tiempo? —.

Los motociclistas rodeaban lentamente a Brangwy y a Cinco, la chica ante las rudas miradas buscó refugio tras el ojiverde inconscientemente.

—Aunque parezca una locura, tú y yo ya nos conocíamos. —el pelinegro se acercó junto a la rubia—, en 1963, cuando eras un monito en pañales y uñas extremadamente afiladas. —Cinco tomó parte del cuello de su camisa de vestir para dejar ver dos pequeñas marcas en parte de su cuello— no sé si lo recuerdes, pero tengo una cicatriz que lo prueba.

—Dios, lo que tienes de guapo sí que lo tienes de idiota. —murmuró Brangwy únicamente audible para el pelinegro.

Pogo dio unos cuantos pasos, quedando frente a ellos— si eso fuera cierto, estaría hablando con un hombre bien entrado en sus sesenta años, ¿no lo crees?

Brangwy lo contempló con el ceño fruncido, había sido un reencuentro muy inesperado y difícil de procesar, por lo que el silencio formaba parte de ella.

—Si me disculpas, estoy muy agotado. —el chimpancé se dio media vuelta, colocándose unas gafas de sol, a pesar de ser de noche.

En el momento que Cinco trató de llamar nuevamente su atención, varios motociclistas rodearon de cerca a los jóvenes. Brangwy apretó su agarré en el brazo del pelinegro, pasando saliva nerviosamente.

—Es hora de ir con su mami, niñitos. —advertía uno de los pandilleros.

—¿O qué? —contestó la rubia, Cinco rápidamente la tomó de su pequeña cintura para teletransportarse hacia la salida del club.

Brangwy sintió unas enormes náuseas que ni siquiera le dejó procesar el momento cuando Cinco se dirigió a un pandillero encima que se encontraba a bordo de una motocicleta al darse cuenta que el auto clásico del hotel no estaba donde lo habían dejado.

—Rayos.. —dijo al ver como Pogo abandonaba el establecimiento encima de una moto oscura— Hey, dame tu moto. Es una emergencia. —se dirigió al motociclista.

—Me importa una mierda tu emergencia. —escupió para luego abandonar el lugar de igual forma tras haberse escuchado el rugido de su humeante motocicleta.

Cinco maldijo en sus adentros, encaminadose hasta donde se hallaba la rubia escondida entre el humo grisáceo— por favor, no otra vez..

Sintió la mano del pelinegro enroscarse nuevamente en su cintura para después teletransportarse encima de la moto del pandillero, el cual Cinco empujó seguido de un gruñido saliendo de sus labios. Cuando ambos adolescentes se acomodaron velozmente en la motocicleta, Brangwy pasó sus frías manos por la cintura de Cinco, este aceleró la velocidad del vehículo oscuro.

Ambos sentían la adrenalina recorrer sus venas, y el fuerte viento de la noche era un total descontrol.

Cinco dio vuelta su cabeza, quedando a pocos milímetros del rostro de la rubia— ¿te encuentras bien? —la rubia asintió, lo que le dio la autorización completa de manejar lo más rápido posible.

La luna se había escondido junto a su cruel frialdad, y los rayos de luz mañaneros comenzaban a salir. Brangwy, para su sorpresa, había logrado conciliar el sueño sobre el hombro de Cinco cubierto por su saco negro. Este prefirió no decirle nada, simplemente había dejado que la rubia descansara un poco antes de encontrar el paradero del chimpancé.

Cuando Brangwy sintió que el vehículo había bajado su velocidad, abrió sus ojos color avellana, encontrándose con un brillante bosque rodearla, rápidamente se dió cuenta en la posición que estaba, incorporándose de inmediato.

—Lo siento. —murmuró suavemente, el ojiverde la observó.

—No me molesta. —.

Cinco se estacionó frente a una casa rodante, donde se hallaba una voluptuosa mujer sentada en un sillón de jardín con un cigarro entre sus labios y un libro abierto en sus manos. Ambos chicos se bajaron de la motocicleta, pisando la tierra del lugar, y se encaminaron hasta la mujer.

—¿Los ayudo en algo?

la rubia contemplaba los diferentes tatuajes de la chica— buscamos a Pogo. —dijo el ojiverde con las manos en sus bolsillos.

—Aquí no está, primor. —se cruzó en brazos.

Brangwy y Cinco se acercaron amenazantes a la mujer, la cual se puso de pie dándole una calada a su cigarrillo.

—Les sugiero que se retiren de mi propiedad antes de que llame a su escuela. —advirtió nuevamente observando a ambos jóvenes de cerca. Un gorjeo de aves se escuchaba a lo lejos entre las ramas del bosque.

Próximamente, se escucharía la voz ronca de Pogo permitiéndoles el acceso a la casa rodante, Cinco le dio una mirada orgullosa a la mujer que, al parecer, tenía por nombre Tammy.

La puerta se abrió, dejando ver a Brangwy y al pelinegro entrar al interior seguidos de Tammy. Encontrándose con el chimpancé sentado frente a la pequeña mesa de madera y un vaso de alcohol entre su mano, la otra parecía estar escondida bajo la mesa, apuntandolos con un revólver.

—tomen asiento. —ordenó, los adolescentes hicieron caso omiso, quedando frente a él— Brangwy, Brangwy.. luce imposible pero, sigues igual.. —la chica levantó sus cejas, abriendo sus ojos color avellana un poco más de lo usual— y tu.. o eres idiota o estas desesperado, ¿cual de las dos? —el pequeño sonido del clic del arma bajo la mesa sonó por un instante.

Cinco dio un largo suspiro, tirando sobre la mesa el pedazo de cuero lleno de tinta— tú dime. —Pogo tomó la piel con su otra mano, dejando el vaso a un lado.

—Parece un trabajo mío, sin embargo, nunca he hecho este tatuaje. —el chimpancé lo volvió a dejar en la mesa.

—Aún no lo haces. —soltó Brangwy a un lado de Cinco con un tono de voz firme— lo cortó de su versión de cien años. —el chico asintió, dándole la razón.

Pogo tomó su vaso nuevamente, acercándolo a sus labios— ah, desesperado entonces.

—Lo estarías si supieras que el universo corre riesgo. —el pelinegro lo miró fijamente.

La mirada del chimpancé se alivianó, sacando el arma debajo de la mesa, dejándola a la vista de Brangwy y Cinco— entonces, ya pasó. —.

Ambos adolescentes se miraron entre sí desconcertados, Pogo dejó sobre la mesa un cuaderno lleno de bocetos y en una de las páginas, se hallaba el diseño del tatuaje sobre el cuero de la otra versión de Número Cinco.

—Reggie estaba obsesionado con esos símbolos. —murmuró al ver como el ojiverde posicionaba el pedazo de piel encima del boceto— Es un sello. Un símbolo que se cree con poderes mágicos

Cinco resopló dándole un vistazo a Brangwy antes de proseguir— Papá creía en la ciencia, en hechos. No respetaba mucho al viejo, pero si respetaba eso, la magia no le interesaba.

—Un momento, ¿acaso soy la única que no entiende nada aquí? Digo, eso debe tener un significado lógico—inquirió Brangwy desconcertada al ojiverde.

—No sé mucho, pero él lo llamaba Proyecto Oblivion— dijo Pogo suavemente, provocando que todas las miradas cayeran sobre él.

Cinco se quedó en silencio por unos instantes— ese proyecto.. cuéntame más.. —pidió con curiosidad.

Luego de varios segundos llenos de silencio sepulcral por su parte, dirigió su mirada hacia Brangwy, Pogo dio un largo suspiro antes de continuar.

—Era una misión Kamikaze. Él los preparaba a ustedes, a los Sparrow, a sabienda de que quizás no volverían. —Brangwy frunció el ceño, sintiendo unos ojos verdes sobre ella— por eso les dí esas píldoras, para que estuvieran a salvo de él en tu ausencia.

La rubia maldijo en sus adentros procesando todo, incluso, no se había dado cuenta que Número Cinco comenzaba a ingerir el alcohol desde su propio vaso—. Y mi hermano drogón lo ayuda a estar sobrio, qué ironía. —.

—Eso significa que el Proyecto Oblivion sigue en marcha, y todos ustedes están en peligro—.

Ambos bebieron lo último de sus vasos, Número Cinco dejó el vidrio circular en el centro de la mesa—. Debería hacerme ese tatuaje, completar el ciclo. —.

—¿Estás seguro? —cuestionaron Pogo y Brangwy al unísono.

Cinco resopló— no creo que al destino le importe lo que haga o no. —aseguró poniéndose de pie y sacándose el saco oscuro que portaba, extendiéndoselo a Brangwy.

La rubia sonreía con su labio inferior mordido entre sus dientes superiores, observando como Número Cinco se despojaba de su corbata negra y entre otras prendas de su traje oscuro. El sonido de la habitación no era más que la máquina de tatuajes haciendo su trabajo.

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