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Sarada se removió nuevamente en el asiento que ocupaba tras Kawaki en una de las aves de Inojin. Tal parece que ambos iban molestos, pues por parte del rubio azabache, este mismo mantenía una constante riña con el rubio cenizo que se portaba de manera casi infantil ante la presencia del otro.

– ¿Podrías dejar de comportarte como una niña? Hasta a mi me dan celos – le dijo Kawaki con seriedad.

– ¡¿Celos?! ¿De dónde sacas la absurda idea de que estoy celosa? – reprochó de inmediato.

– Ay por favor, desde que Sumire subió a la misma ave que Boruto y tu viniste conmigo, no te la has pasado nada más que viéndolos y gruñendo como ogro cada vez que ves que ambos se ríen de algo – comentó de manera seria pero divertida.

– ¡Es que no entiendo el porqué tenemos que ir en parejas cuando Inojin puede crear una ave para cada quien! – no fue por contestarle, se repetía eso constantemente en su mente.

– ¡Si quieres que el chakra se me agote y que Himawari no vuelva con nosotros tendrías que haber aprovechado el momento y haberte montado en la ave con Boruto desde un principio y no haberlo dudado tanto! – le gritó Inojin desde su ave, pues había escuchado toda la conversación por la cercanía que llevaban.

– Por primera vez concuerdo con la rubia – agregó Kawaki.

– ¡¿A quien le dices rubia, idiota?!.

Por enésima vez, ambos comenzaron a pelearse e insultarse, Shikadai y Sarada escuchaban hastiados la misma riña que se repetía constantemente, tal parecía que estos dos tenían un pleito interno que solamente ellos comprendían.

– ¡Oye, Sarada! – casi le da un paro al oír la voz del rubio acercándose – ¿Trajiste las benditas de sapos? Seria una lástima rasparme y no tenerlas a la mano.

Todos rieron ante la acusación del Uzumaki, algo que este no comprendió.
Sarada no podía creer lo infantil que estaba siendo, pero en parte, sentía añoranza por esa actitud, en donde el rubio confiaba plenamente en las personas que apenas conocía aunque haya sido traicionado más de una vez; a ese rubio que causaba problemas para llamar la atención de su padre; a ese rubio que le prometió protegerla y ayudarla en el momento que fuera Hokage.

Era cierto, él le había prometido estar con ella en las buenas y en las malas. Apoyarla en su camino ninja.

Y lo valoraba, demasiado. Pero sentía que ahora más que nunca, estaba demasiado lejos de ella. Que si se alejaba un poco más no podría alcanzarlo nunca y que ambos no pudieran trazar el camino que habían prometido para el otro.

Sacudió su cabeza, últimamente recordaba y agregaba más a la realidad.
Sacó las benditas y se las mostró al rubio, quien sonrió con satisfacción.
¿Por qué le encantaba su sonrisa?.
Hacia tiempo que no salía a una misión con él, por lo que empacó lo que antes usaban en su prescencia, por alguna razón lo había recordado, o tal vez era por que seguía llevándolas a cualquier parte por muy solitaria que fuera la misión.

Todo tipo de pensamientos fueron repelidos al momento de ser cubiertos por una gran sombra que los cubría de una oscuridad parecida a la nocturna.
Y es que, de un momento a otro pasaron de estar bajo un intenso sol de invierno a estar bajo algo gigantesco que apareció de la nada.
No podían explicar que fue lo que pasó, todos estaban atentos a sus alrededores, tenían vista por todas partes en su entorno. Solamente eso apareció sobre ellos, abrazándolos de humedad y provocandoles escalofríos tan solo ver la longitud que eso tenía.

Sumire confirmó que las lentillas que usaba como reflector rayos X se dispersaba tan solo abrir los ojos. Por lo que Shikadai se vio a la obligación de ordenar que permanecieran juntos pero que tendrían que investigar lo que era eso.
Por lo que buscaron la más cercana terminación de esto y se dirigieron a ella.
No sabía cuánto más podría soportar tal penumbra.

Parecía un laberinto, había paredes erguidas por doquier. Inmensos muros de cemento esparcidos por lo que parecía una superficie plana del mismo material, y al final de todo, una edificación de un templo.
Se miraron entre sí, pensaban lo mismo y eso era, tener que ir a investigar.
De primera, intentaron ir de seco al templo, pero algo delante ellos los retenía; intentaron más lugares, pero el resultado era el mismo, por lo que tuvieron que bajar en donde menos querían, al inicio de todo.

– Este lugar esta repleto de chakra – comentó Inojin.

El instinto de Sarada le decía que había algo raro en ese lugar, no solo era ella, al parecer Kawaki y Boruto lo sentían también.
Comenzaron a caminar por el laberinto, estaban todos juntos debido a que solo Shikadai había memorizado y resuelto la salida desde que estaban arriba. Por eso mismo decidieron no separarse.

Era un sombrío lugar, en donde había bastante humedad y moho por doquier. Las paredes y el piso tenían grietas y en algunos momentos el ruido de los animales pasar los asustaba.
Solo es un simple laberinto, ¿no es así?.
Todo el lugar tembló, de las paredes se desprendió polvo y pequeños fragmentos también cayeron.

– ¡Kawaki, cuidado!.

Boruto empujó al rubio azabache antes de que una pared cayera sobre él, luego otras paredes cayeron y rodearon a Kawaki, dejándolo encerrado.
Boruto lo llamó a gritos pero no había respuesta, por lo que comenzó a golpear las paredes para poder romperlas pero era en vano.

— ¡Boruto-Kun!.

Nuevamente el piso comenzó a temblar y ahora, Boruto estaba sobre el piso que comenzaba a quebrantarse. Sarada, quien estaba más cerca del rubio, lo jaló de la chaqueta hacia donde ella estaba, así librandolo de caer por la rotura del piso.
En cuestión de segundos, el lugar en donde estaba comenzó a moverse para quedar en postura vertical. Al caer ante la inclinación y comenzar a deslizarse por la misma, Shikadai usó sus sombras para poder detener a Inojin y a Sumire, mientras este se sostenía de un kunai que había clavado en el suelo.

Sarada concentró bastante chakra en sus pies para no caer, pero cuando estaba demasiado inclinado, resbaló y cayó, comenzando a resbalar.
Trató de sostenerse pero no encontró de donde hacerlo, hasta que Boruto la tomó del brazo con fuerza, el rubio mantenía su chakra bien estabilizado y su espada le servía como soporte.

– ¡No te soltaré! – le dijo al momento de comenzar a perder fuerza en el agarre.

Todo cesó.

Así como de un momento a otro su alrededor había comenzado a moverse, así mismo terminó.
Su corazón latía a mil por hora, tal vez por el ajetreo o por la mirada decisiva que tenía el rubio.
Fueron cuestión de al menos dos minutos para que el lugar volviera a entrar nuevamente en movimiento.
Y ahora no fue lentamente. La pared en donde estaba se dejó caer en sentido contrario a las manecillas del reloj, rápido, con la fuerza de gravedad de su lado.

El ensordecedor sonido del aire llegaba sus oídos que no la dejaban escuchar lo que el Uzumaki le gritaba, su cabello le cubría el rostro y el mismo viento lo mecía con fiereza ante la situación. Lo único que no cambiaba era el agarre, seguía siendo fuerte y no estaba dispuesto a soltarla.
El lugar en donde estaban dio un giro de 360°, dando la vuelta completa, Boruto y Sarada se dejaron caer cansados al suelo.
Todo a su alrededor parecía ser el mismo de unos minutos antes, pero también era totalmente diferente. Pues la repentina construcción en donde se hayaba Kawaki no se veía en lo absoluto, también de que no había ni rastro de sus otros amigos.

Solo estaban ellos dos.

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No sabían si estaban incómodos o más en paz entre ellos, pero el silencio que se prolongaba no era para nada insatisfactorio y les agradaba, pues acostumbraban a estar en territorios sepulcrales y serios, pero ese momento no se asemejaba para nada en estos.

Habían caminado un par de minutos —por no querer decir que horas— buscando rastros de sus compañeros, pero nada, todo indicaba que pasaban una y otra vez por el mismo lugar.
Tal vez no daban vueltas en círculos como tal, pero Boruto aseguraba haber visto la misma grieta unas cuantas veces.

– Demonios 'ttebasa, hemos pasado por aquí nuevamente – maldijo al momento de analizar la grieta en la pared – Por más que buscamos un camino distinto, terminamos en el mismo lugar.

– Entre más lo pienses, más veces terminaremos en el mismo lugar – contestó.

Boruto suspiró con resignación y se dejó caer de sentón, estaba cansado de haber caminado tanto y solo quería salir de ahí e ir por su hermana.

– ¿Te puedo preguntar algo? — Sarada se puso a la altura del rubio y tomó asiento a su lado, ambos, evitando el contacto visual. Boruto asintió ante la pregunta – ¿Por qué no has mirado a Kawaki desde que salimos de la Aldea? Si cuando Konohamaru-sensei nos asignó la misión se veían muy unidos para ni siquiera haberse saludado directamente.

Boruto titubeó, aún no podía asimilar lo que el rubio azabache le había confesado la noche anterior.

– No es nada malo, solo... – se detuvo un momento, pensando en si debía contarle a ella – Él solo me confesó que estaba enamorado de Hima; y bueno, yo no...

– ¿No sabes cómo interpretarlo? – concluyó ella, el rubio asintió – Bueno, tal vez seas el hermano mayor de Hima-chan, pero al final será ella quien tome una decisión tan importante como esa, ya sea con Kawaki o con otro, deberías apoyarla; sabes que ella siempre te ha querido y apoyado, tu deberías hacer lo mismo. Claro, sin dejar tu rol de hermano ante ello.

– Lo sé – el Uzumaki bajó la vista y cerró los puños – Pero ahora mismo no quiero pensar en eso y solo quiero a mi hermanita conmigo, no podría soportar perderla también a ella.

Sarada se sentía de cierta forma culpable, no podía hacer nada para que su contrario saliera por la menor o siquiera, podía hacer que salieran de ese lugar.
Solo puso su mano en la espalda del chico, brindándole apoyo. Acto que fue roto al momento en que Boruto sintió ese apoyo y se giró para abrazar a la azabache, quien sorprendida, correspondió al abrazo.
Boruto se hundió en su cuello, su aroma era fresca y embriagante, le gustaba. De cierta forma, en que Sarada le brindará ese apoyo que necesitaba y que lo escuchara ante todo, era un gran consuelo para él y lo querían hacer desear seguir así.

Se separaron del abrazo y se quedaron viéndose el uno al otro directamente a los ojos.

Sarada hace mucho tiempo que había deducido que los ojos del Uzumaki son mucho más azules que los de Séptimo, y le agradaban mucho más estos.

Boruto siempre se había sentido atraído ante la mirada penetrante de aquellos ojos carbonizados, tan oscuros que ni la pupila se alcanzaba a reflejar más que con una luz directamente.
Y ahora, que esos orbes estaban libres de algún armazón, se podían contemplar perfectamente.

¿Qué les pasaba a ambos? Estaban tan embelesados en sus mirada que de un momento a otro comenzaron a acercar cada vez más sus rostros, hasta el punto de sentir la respiración del otro y el roce de sus labios era suave y apenas notorio.
Los unieron, esta vez en un exquisito pero inexperto beso.
Algo que duró tan poco como comenzó, pues al ser conscientes de lo que hacían, se separaron  inmediatamente y apartaron la vista del otro, sumamente avergonzados y con un sonrojo más notorio que un tomate.

– Y-yo lo siento, Sarada – se disculpó el rubio – No era mi intención.

– No, yo debería disculparme – agregó la azabache – No debería sentir todo esto, es inevitable pero simplemente, no es correcto.

Sarada se puso en pie tan rápido como sus piernas se lo permitieron y comenzó a andar nuevamente; el rubio titubeó si seguirla o no, se sentía demasiado avergonzado y sus sentimientos estaban dispersos, algo que le sucedía de igual forma a la azabache, quien solo quería razones para justificar su comportamiento con el Uzumaki.

Ahora, el silencio que se prolongaba ante ellos si que era sepulcral, incómodo. Pero tal pareciera que sin el otro estuvieran más que perdidos en aquel laberinto —aunque ya lo estaban—, el saber que se tenían como apoyo —aún con las circunstancias de incomodidad— los hacia sentirse más seguros.

– Sarada, de verdad lo lamento – el rubio no soportaba más el silencio – No sé lo que me pasó y juró que no significo nada...

– ¿Estas seguro de que no significó nada? – cuestionó con la mirada baja, no sabía porque ese comentario le había herido.

Boruto titubeó, realmente no estaba seguro, pero si decía que realmente ese beso habia aclarado la mayoría de sus tormentos dentro de él, seguramente su contraria no volvería a hablarle y su amistad se perdería.
¿Qué más daba mentir? Seguramente las cosas mejorarán con una pequeña mentira blanca.

– Sí, estoy seguro de que no significó nada – aseguró con un leve temblor en su voz.

– Ya veo...

De nuevo silencio. Sarada se sentía tan mal ante la respuesta de su acompañante y es que esperaba que su respuesta fuera otra y aceptara que no fue un accidente.
Pero lo era, quería convencerse que solo fue un impulso del momento y no que no había nada tras ello.
Solo que su corazón no se quedaba conforme con eso y su mente la atormentaba con el recuerdo.

Boruto creyó que con aquel ameno aclaramiento las cosas habían mejorado, pero era evidente que no, y tal vez había empeorado todo.
Ahora, la Uchiha no se atrevía siquiera a ver en su dirección y a él le molestaba que lo evadiera.
Sarada iba a varios pasos delante de él, ensimismada en sus pensamientos tormentosos por el chico que iba tras ella, le dolía pensar que los únicos besos que ha dado en su vida han sido un solo accidente y uno de ellos, había sido solo por despecho.
Boruto no lo veía así. Sí, el primer roce que tuvieron aquel día en su departamento había sido a consecuencia de un descuido de él, pero lo había ayudado a que esos sentimientos reprimidos salieran a flote como nunca y el beso de hace unos momentos, provocaba más en él de lo que podría creer.

Por instinto, tomó del brazo de la Uchiha con fuerza, provocando que esta se detuviera y por primera vez lo mirara, confundida, pero su vista estaba centrada en él.
¿Por qué lo hacía? No tenía ni la menor idea, se había movido involuntariamente y ahora, tenía que lidiar con ello, de la mejor forma que hacía siempre.

– Lo siento – se disculpó – No sé... yo no sé lo que me pasa últimamente y me disculpo por mi comportamiento extraño. Tú no deberías ser quien soporte mis acciones extrañas ni mi actitud distante, pero agradezco que seas tú quien esté conmigo aún con eso.

Sarada parpadeo varias veces, no entendía por qué su corazón latía tan rápido y con tanta fuerza que incluso podría salirse de su pecho.

– Yo siempre estaré para apoyarte – dijo sin titubeos – Así tus acciones sean erróneas, cuentas conmigo para hacertelas saber y poder remediarlas, siempre nos hemos apoyado, y seguirá siendo así.

Boruto sonrió, por fin se comprendían nuevamente y el lazo volvía a ser más fuerte entre ellos.
Aunque era de esperar que todo eso despertara en ambos el sentimiento del que tanto estaban huyendo.

Boruto apretó con un poco más de fuerza el brazo de la Uchiha.

– Siento el chakra de los demás – agregó con una sonrisa, pronto, la voz de Sumire llamándolos se hizo presente. Sarada no sabía cuando es que la voz de la de pelo morado se haría tan agradable – ¡Vamos!.

La jaló, sin soltar su mano.
Siguieron el sonido de la voz de la fémina, quien seguía gritando preguntando por ellos. Cuando estuvo seguro de que lo podrían oír, Boruto gritó en respuesta a sus llamados, algo que alegró a esta y le siguió nombrando hasta que ambos pudieron llegar a donde se encontraban los cuatro.

– ¡Por fin los encontramos! – suspiró con alivio el rubio – Esa cosa es un maldito juego sucio, 'ttebasa.

– Oigan... ¿por qué están tomados de las manos? – cuestionó el Nara al notarlo.

Ambos se vieron entre sí y luego, notaron a lo que se refería el de ojos esmeralda.
Sonrojados a más no poder, se soltaron rápidamente y escondieron sus muñecas en los bolsillos de sus ropas, tratando de evadir y asimilar que eso no había sucedido.

– En fin, ya estamos todos juntos – el Nara trató de evadir de igual forma la situación – Ahora, veamos que hay dentro del templo, ¿no lo creen?.

Frente a ellos, se edificaba un inmenso templo de piedra.
Kawaki lo miraba con atención, parecía ausente y cansado, más distante de lo que solía ser. A la vez se le veía pensativo.

– Oye, Kawaki – lo llamó Boruto – ¿Qué fue lo que te pasó a ti cuando quedaste encerrado?.

– Nada en particular ni nada interesante – contestó con sequedad – Solo hay que concentrarnos en este lugar, algo me dice que hay pistas de como llegar a la luna.

Evitandolos, comenzó a subir los prolongados escalones que conducían a la puerta principal, los presentes fueron tras de él.
Boruto lo seguía de cerca, le parecería un poco extraño su comportamiento.
Pero dejó de tomarle importancia cuando sintió a la azabache cerca de él, ella también había sentido que algo había pasado con Kawaki que este no quería admitir, pero no le daba tanta importancia.

Al estar frente a la gran puerta —donde todos se sentían diminutos— Boruto fue quien reunió el valor y se acercó hasta donde esta estaba.

– Esto se ve algo peligroso, tal vez sea bueno derribarla de un golpe – analizó, mientras tentaba con sutileza la piedra de lo que estaba hecho, hasta que pegó el rostro a esta, como si quisiera escuchar algo del otro lado – ¡Uawawawawa...!

La puerta se abrió rápidamente cuando el rubio estaba pegado a ella, provocando que éste cayera inevitablemente y se golpeara contra el suelo.
Se sobó la mejilla, pues ahí había recibido el mayor impacto. La primera y única en actuar fue Sumire, quien de inmediato utilizó medicina científica para que a este le disminuyera el dolor.

Todo presente –a excepción de Boruto y Sumire— podían sentir el aura asesina que tenía Sarada ante la escena.

Ignorando el ya pasado momento, siguieron caminando por el enorme y oscuro lugar, todos lo más cerca posible, para así evitar que sucediera lo de antes.
Todo era sombrío y tenebroso, las linternas que llevaban no amortiguaban el escalofrío que generaba aquel lugar.

– Bienvenidos sean – les dijo una voz.

Todos voltearon al lugar de donde habían escuchado el sonido y alumbraron en dirección, pero no había absolutamente nadie en su alrededor.

Pronto, una luz se fue haciendo presente frente a ellos, algo que al poco tiempo comenzó a tomar forma de una esfera azul que flotaba. Dentro de ella, algo comenzaba a notarse, pero no se formaba aún con claridad.

– ¡Hima! – gritaron al unísono Boruto y Kawaki, cuando la silueta de la aludida se hizo notoria.

– Ella está bien por el momento, pero si se demoran más, su vida correrá una inminente riesgo.

Tras la esfera se hizo presente un hombre en kimono blanco, cabello del mismo color, de edad mediana, con dos cuernos como protuberancias en su cabeza y que, aparentemente, poseía el famoso ojo blanco del clan Hyūga.
Todos se pusieron el guardia de pelea, pero el hombre solo alzó sus brazos en señal de derrota.

– Se que están alterados y que deben tomar precauciones, pero les aseguro que yo no soy ningún enemigo – le hablo con sinceridad – Mi nombre es Hamura Ōtsutuski y no puedo ayudarles del todo a sacar de las manos de Masaki a la princesa, pero puedo orientarlos un poco.

Todos guardaron silencio, bajando un poco la guardia y volviendo a sus posturas, originales.

– Como ven, esta es la situación actual de la princesa – les dijo, mostrándoles el orbe que cada vez se tornara se un azul más intenso – Esta esfera que la cubre es solamente chakra, tanto el de ella como el del Tenseigan. Si no es sacada de ahí pronto, ella será capaz de despertar el Dōjutusu y eso, traería consecuencias, tanto para ella como para toda la Tierra.

– Yo quiero saber, el porqué se dirigen a ella como "princesa" – quiso saber Kawaki, pues no era la primera vez que lo escuchaba de alguien.

– Su madre, Hinata Hyūga fue la anterior princesa del Byakugan. Al nacer Himawari, aparentemente no había heredado el poder del clan Hyūga apesar de tener sangre Ōtsutsuki corriendo por sus venas. Con el tiempo eso se desmintió, logrando incluso despertar un Byakugan más puro que el que mi madre, Kaguya, poseía. Era extraño, pues su sangre era mestiza, aún así, ella posee incluso más capacidad de soportar tal poder como lo es el Tenseigan.

– Ya, eso quedó claro – anunció el rubio – Yo solo quiero saber en donde esta mi hermana y como puedo sacarla de ese lugar lo más rápido posible.

– Masaki la llevó consigo a la Luna – afirmó, Boruto celebró a lo bajo, eso ya era un avance – Solo necesito darles una pequeña indicación.

Todos se quedaron quietos, esperando que el mayor hablara.

– Tal vez en el pasado se haya logrado convencer a Toneri de que el ideal que tenía acerca del Tenseigan era erróneo, así como también Masaki lo sabe – comentó este – El problema es que, aún sabiendo el peligro que conyeba, Masaki quiere el poder del Kekkei Genkai y con el, destruir la Tierra, solamente que el no puede despertar dicho poder ocultar y para eso se llevó a Himawari. No dejen que nada le pase a ella y a la Tierra, y detengan a Masaki a toda costa, sus ideales son más que equívocos y temo que, el mundo que construyó mi hermano, se vea envuelto en una destrucción tan masiva como la que se haría con el Tenseigan.

¿Qué podían decir? Los dejaron con las palabras en la boca. Y es que el hombre hablaba más enserio que de lo que podían imaginar.

La esfera en donde se encontraba Himawari se fue desvaneciendo poco a poco. Cuando se esfumó por completo, otra luz se hizo presente, ahora, con la apariencia de un portal espacio-tiempo.

– Esto es lo más cerca que puedo dejarlos de donde ella está – anunció – Les dejo el resto a ustedes.


















































★彡Chyio67🌻

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