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Un paso tras otro,
las ganas de frenarlos invaden tu mente,
sin embargo,
tu cuerpo hace caso omiso.

Tu corazón
ahora es tu guía,
puedes reprenderlo,
pero no puedes persuadirlo".


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-Y cuando creía que el amor no era para mí, apareciste tú... - tomó ambas manos de su contraria y las posó en su pecho - Me hacías sonreír y en el proceso ibas saturando mis heridas, me curabas el corazón y con risas me hacías creer en el amor.

En sus ojos se formaron unas pequeñas lágrimas; las reprimió, no quería arruinar su maquillaje.

- Tu haces estremecer mi alma, haces latir con fuerza a mi corazón - continuó ella - No se exactamente desde cuando comenzó esto pero sé, que me hace totalmente feliz. La sensación de tenerte a mi lado, saber que me apoyas y me quieres tal como soy. A pesar de tus problemas, tienes un lugar para mi. Y eso me hace amarte aún más.

El sacerdote pone tres cuencos lacados llenos de sake sobre el altar. Boruto y Sarada se arrodillaron y bebieron de ellos en un determinado orden: acercándoselo a la boca dos veces para beber solo a la tercera.
La música clásica se escuchaba leve y las sacerdotisas Miko comenzaban a repartir sake a los familiares, quienes, al terminar el ritual de bendición, bebieron de este; como una forma de mandar buenos augurios a la pareja.

Después de que el sacerdote cerrara la ceremonia con unas palabras, el templo se llenó de aplausos, de felicitaciones a los recién casados y de alegría de parte de los invitados.

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A pesar de ser una ceremonia precipitada y ligeramente anunciada, varios amigos cercanos que Boruto llegó a hacer dentro de otras naciones ninja, iban llegando al lugar.

Entre ellos: Kagura Karatachi, de Kirigakure; Shinki Sabaku no, futuro Kazekage de Sunagakure —este viene acompañado de Yodo y Araya—; Tentō Madoka, futuro Daimyo del país del fuego.

Himawari se encargaba de recibir a cada uno de ellos con cordialidad y entusiasmo. Pues ya que Boruto y Sarada aún se estaban preparando, alguien tenía que dar la bienvenida.

Las historias siempre tienen un final. Ante cualquier suceso. Después de ver tantas risas, tantas lágrimas, lamentos y determinación. Los relatos llegan a un determinado punto.
Donde ya no hay más que contar.

Cuando luchas por aquello que sueñas y anhelas, ten en cuenta que siempre habrá obstáculos en medio del camino.
No son fáciles de pasar, en lo absoluto. Pero logras hacerlo de una forma u otra. Y cuando crees que todo está logrado, siempre aparecerá un conflicto nuevo. Pero ya eres más fuerte que antes, te has convertido en un ser imparable y capaz; otro obstáculo no te detendrá.

Solo mira al frente, con la cara en alto. Mantente imponente e intocable. Hazle saber al mundo que estás ahí y que estás listo para superar todo tipo de pruebas que tenga para ti.

Y se feliz con las decisiones que tomes.

- Hemos llegado aquí, sin pensarlo o imaginarlo.

- Lo sé. No creía verme vestida de esta forma nupcial.

Al tomarse las manos y salir juntos al jardín del templo, la gente los recibió con sonoros aplausos.

Aquellos invitados y amigos saludaban a la pareja con una pequeña reverencia al momento que estos caminaban al altar.

Era una fiesta acogedora, con colores cálidos y personas que no hacen la estancia tan aburrida.
Solo era cuestión de tiempo para que los bandos se separaran por géneros.

Los hombres bebían sake como si fuese agua, pero parecían sobrios más que nada. Se la pasaron e ingeniaron para hacer juegos con lo que tenían en mano, su lugar estaba lleno de risas y fuertes gritos emotivos y de celebración.

- Son tan molestos - se quejó Chōchō - Aunque admito también que saben divertirse de una forma peculiar.

- Tienes razón - sonrío en respuesta Himawari - Supongo que eso los hace tan...ellos.

Todas se rieron en forma de aceptación.

- Ay no, nunca más volveré a beber más alcohol de lo habitual - se quejó Sarada, con sus manos sobre su cabeza - Mañana creo tendré una resaca horrible.

- Sarada, solo llevas tres pequeños vasos - recalcaron todas.

Solo un rato más de temas triviales, hasta que Sumire tuvo que levantarse e ir al tocador.

- Ah, pobre de Sumire - resopló la Morena - Sarada le terminó quitando a su adorado rubio de ojos azules, a quien persiguió desde que estamos en la academia.

- ¡Oye, Chōchō! - le regañó Wasabi - ¡No creo que deberías ha...!

- De cierto modo te envidio, Sarada - volvió a resoplar la Morena - También a ti, Himawari - ambas aludidas se centraron en esta - Ustedes ya tienen un hombre guapo con el que saben y quieren estar toda su vida. Yo todavía no sé si las papas de consomé son mejores que las de limón.

A una que otra presente se le escapó una risita divertida.

- Seguro es una decisión bastante difícil - la consoló Wasabi, con un poco de ironía.

Se quedaron en silencio unos instantes.

Sarada volteó a dirección de los hombres, percatándose que Mitsuki miraba detalladamente hacia cierta chica castaña.

- Talvez, solo tengas que dejar de prestar atención a tu papas fritas por un momento.

- Sarada, es como si te dijera que abandonaras tu sueño de ser Hokage - recalcó con algo de tristeza.

De nuevo, otro silencio. Más porque, Sumire acababa de regresar.

- Cambiando de tema - Yuina habló - ¿Cómo van los preparativos para tu boda con Kawaki, Hima-chan?.

La mencionada se sonrojó un poco. Todas las presentes ahora se centraron en ella, pues también les causaba intriga.

- Bueno, mi abuelo empeoró un poco y quiso que adelantáramos unos meses la boda - comentó un poco triste - Dice que no morirá sin antes verme casada.

- ¿Y cómo lo tomó Kawaki?.

- Él está de acuerdo, mi abuelo lo mantiene bastante ocupado y él ni reprocha - aseguró - El abuelo es bastante estricto y la tía Hanabi está muy emocionada, así que nos tienen algo abrumados a ambos.

- Vaya, si que los están llevando rápido.

Mientras las demás hablaban sobre vestidos y demás cosas, Sarada volteó nuevamente al lugar donde estaban los hombres.

Más exacto, a donde estaba Boruto.

Dicho rubio se percató, era imposible no hacerlo. Ambas miradas conectaron entre todas las personas, sus corazones latían con fuerza cada que se miraban y las ansias de tenerse cerca los carcomían.

Son sutileza, cuando todos los demás estaban centrados en algo más, se alejaron de su grupo. Asegurándose de que no los vieran, se alejaron de la fiesta.

- Pensaste lo mismo que yo - sonrió Boruto al tener a Sarada frente a él.

- He convivido contigo lo suficiente como para leerte la mente - respondió con picardía.

- ¡Cierto!, suelo olvidar ese detalle - se acercó a ella, la tomó de las manos y la acercó a él, hasta que sus cuerpos estaban juntos - Sigues viéndote hermosa aún estando medio ebria.

- Más bien, me sorprende que tú no estés ebrio. Has bebido demasiado hoy.

Boruto se rió, sorprendido de que su ahora esposa estuviera al tanto de cuanto alcohol había bebido en el día.

Ambas miradas volvieron a conectar, ahora estaban más cerca. Ante la oscuridad y solo el alumbrado de las calles, sus ojos azules se veían más oscuros, pero el brillo permanecía y los hacía cristalinos. Era algo que le encantaba ver a la azabache.

Boruto recorrió un pequeño mechón suelto, llevándolo detrás de su oreja; aún embelesado con la Uchiha.

- ¿Ahora qué?.

- Nada - fue un susurro - Solo cierra los ojos y déjate llevar.

Sus labios se juntaron, uniéndose en un beso suave y apasionado.

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- Una vez, el séptimo me dijo: El chakra te une a la gente. Un día lo entenderás. Cuando tu corazón conecte con alguien - sonrió ante el recuerdo - En ese momento pensaba que se refería a la convivencia con otros, pero ahora lo entiendo mejor.

Apretó un poco más su mano, no tenía la intención de soltarla.

- Quisiera que papá y mamá estuvieran aquí - agregó con tristeza.

- También yo - aseguró - Pero tenemos que seguir adelante, con o sin ellos.

Himawari sonrió y asintió.

Frente a ellos, un gran campo de girasoles cabizbajos por la noche se movían con el ligero viento. Las estrellas y la luna menguante adornaban el cielo nocturno. Y la música se escuchaba un poco lejos, pero las luces de la fiesta aún se reflejaban hasta ese punto.

- ¿De verdad quieres hacerlo? - su contrario volteó a verla un poco confundido - ¿De verdad quieres que nos casemos?.

- Hima, anhelo casarme contigo - afirmó - Nunca he querido nada más en el mundo que esto.

Se acercó más a él y se recostó en su hombro, Kawaki solo pasó su brazo, abrazando la por la cintura.
Esa era su posición favorita, a lado de la personas que aman.

– La noche es perfecta – mirando al cielo, sus ojos relucían.

Esta vez, fue Kawaki quien tomó en sus manos las mejillas de la menor. Haciéndola voltear y mirarlo a los ojos.

– Puedo y quiero prometer, que si no sueltas mi mano, yo tampoco soltaré la tuya. Te prometo que si te quedas conmigo jamás te pediré que te vayas. Himawari, yo te prometo que si quieres pasarte la vida entera conmigo, lo acepto, porque yo sí quiero una vida a tu lado.

Los ojos de la Uzumaki se cristalizaron, las lágrimas amenazaban con salir de sus orbes.
No dudó un segundo en cambiar de posición y abrazarlo.

– Sin duda, siempre he deseado para ti las cosas más hermosas de la vida. Que fueras feliz y vivieras en paz – respondió con una sonrisa – Te prometo nunca soltar tu mano y hacerte feliz cada día.

– Ya me haces bastante feliz.

"Porque mi corazón está conectado con el tuyo".





































★彡Chyio67🌻

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