☾︎☀︎︎ 15 ☀︎︎☽︎

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"Tú decías que nunca me abandonarías,
que estarías siempre a mi lado;
ahora que no estás aquí...
Dime...
¿El cielo es hermoso?
¿Estarás volando?
como los ángeles...
te fuiste y me dejaste un gran dolor".

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– ¿Tu crees que, si ellos supieran desde antes el cómo morirían, hubieran aceptado tal destino sin reproches?.

Himawari acomodó los girasoles. Esos bonitos y grandes girasoles que ahora estaban decaídos, esperando a que la luz del día volviera a hacerse presente.

Ella volteó a verlo, Kawaki estaba ayudando a repartir las flores para que no tuviera que hacerlo sola.
Le sonrió con nostalgia.

– Mi padre había cumplido la mayoría de sus propósitos y no le importaba morir, intercambiar su vida por la de muchos más – respondió segura – Él seguro está feliz sabiendo que ante su muerte, todos se unieron.

Kawaki alzó la vista, con un brillo particular en sus ojos.
Aún no podía asimilar el echo de que la persona que le dio un significado a su vida ya no estuviera presente.

– ¿Y Hinata-san? – ella volteó a verlo y su mirada se volvió baja de nuevo.

– Mamá siempre buscó nuestro bienestar. No lo pensó dos veces cuando supo que Boruto y yo estábamos en peligro, y ella estaba decidida a, si era necesario, sacrificarse por nuestras vidas.

Ambos suspiraron, poniendo de nuevo su atención en las tumbas.

– Antes de que la guerra se suscitara, no imaginaba a mi madre sin mi padre y viceversa – agregó – Pero no imaginé perderlos a ambos en un lapso de tiempo tan corto.

– Debió ser duro – dijo, con la vista en otro punto – La verdad, al principio no recordaba nada de lo acontecido, pero el tiempo me lo mostró todo – no se atrevía a verla de frente, imaginaba su reacción – Lo siento.

Himawari no pudo evitar sorprenderse ante su repentina disculpa.

– No...

– No, si tengo que disculparme contigo y con Boruto, incluso con Sarada – bajó la vista – Yo estuve ahí cuando todos cayeron, y yo... – de sus ojos comenzaron a brotar pequeñas lágrimas – Yo ni siquiera me inmuté o traté de evitarlo. Yo soy culpable de la muerte de ellos.

En sus manos se formaron puños, como forma de reprimir la culpa innegable que sentía en ese instante, aunque las lagrimas ya invadieran su rostro.

La palma cálida de ella se posó en su mejilla, con un suave tacto acarició la zona y después, su otra mano descansó en el otro extremo de su rostro. Con sutileza, Himawari giró el rostro de su contrario, para quedar frente a su vista.
Kawaki abrió sus ojos, llenos de lágrimas; frente a él estaba la chica que amaba, que aunque ella también tuviera rastros de lágrimas en su rostro, le sonreía. Una pequeña y linda sonrisa. 

Acto seguido, lo abrazó. Él hundió su cara en su cuello, escondiéndose en su mechones azulinos; sollozó un poco antes de que él también la rodeara con sus brazos por la cintura, apretándola contra él, disfrutando de la calidez y del bello aroma a flores de ella. 

– El pasado quedó atrás – susurró ella – Tenemos que vivir en el presente – se separó un poco para mirarlo directo a los ojos – Mi presente eres tú, y también quiero que seas mi futuro.

Su mirada se suavizó y una sonrisa apareció.

– Te amo.

No importa quien lo dijo, el sentimiento es el mismo en ambos.

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Sus ojos se iluminaron ante tal preciosa vista: sus facciones finas y blanquecinas relucían bajo la luz de la luna y su pelo, los mechones como finos hilos de seda se movían al compas de la severa brisa de invierno. 

Su mirada iba al cielo, contemplando encantada el firmamento cubierto de estrellas, reluciente, como una imagen sacada de un cuento de hadas.

Dejó también que la brisa lo abrazara, que la vista lo deslumbrara. A tales alturas podían ver toda la aldea iluminada, llena de adornos invernales e iluminada de luces  de todos colores. También, podía sentirse la armonía de las personas; riendo junto a sus seres queridos y amigos, disfrutando de la hermosa noche que hacía. Tal como ellos la disfrutaban, teniéndose el uno al otro.

Kawaki tomó asiento junto a ella, el monte Hokage ofrecía una hermosa vista de más allá de Konoha. Había estado ahí una infinidad de veces, buscando sentirse completo y analizando la razón de su vida, cuál era el motivo por el cual él existía. 

Himawari se recargó tiernamente en él, buscando calor y mas tranquilidad. Sus respiraciones al unísono, calmadas y profundas. Él sabía que, justo ahí, en ese momento, había encontrado el motivo por el cual seguía en ese mundo. 

– Pensé por un momento, que jamás volvería a estar tan conectado al mundo, conectado a otro ser humano, tanto como me siento en este momento – le sonrió – Estar aquí, junto a ti, es tan perfecto. Como si nada más allá que esto existiera, como si todo se desvaneciera. Todo se vuelve brillante y mágico. Y es perfecto, más de lo que merezco.

Ella sonrió y un tenue carmín adornó sus mejillas.

– Es como si solo fuéramos tu y yo, nada más. 

Ambos se miraron, Kawaki no pudo evitar darle un beso en la mejilla y otro en la frente; se sentía tan bien haciéndolo, pues, aunque no fuera bueno expresando sus sentimientos, sabía que esas pequeñas accionas decían más de lo que él podía denotar.

- Tu mirada - habló ella con moderación - sueles tener una mirada dura pero, cuando eres dulce y tierno, me gusta como se suaviza. Con tan solo tenerte aquí y escuchar tu voz, haces que mi corazón se sienta cálido, provocas que no pueda pensar en nada más que el echo de que estás a mi lado. 

– Gracias - ella lo observó – Gracias  por confiar en mi en todo momento. Gracias por ser tú quien le da sentido a mi vida. Ahora sé y te digo, aquí bajo la mirada de millones de estrellas, que es contigo con quien quiero compartir el resto de mi existencia. Es a ti a quien quiero ver por las mañanas al despertar, saber que eres tú quien me tranquilice si llego a tener pesadillas. 

– Estaré para ti, siempre.

"Hasta mi último aliento"

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"Verte sonreír es como:

Ser rescatado del naufragio,

como presenciar el arcoíris después del diluvio

es como recibir una segunda oportunidad,

como ser abrazado por la tranquilidad".

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★彡Chyio67🌻

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