☾︎☀︎︎ 13 ☀︎︎☽︎

❛ ━━━━━━・❪ ❁ ❫ ・━━━━━━ ❜

El ventilador daba vueltas en el techo, ChōChō comía sin parar y las luces eran claras.
Aún así, no las veía.

Su alrededor era blanco y negro, una escena que se mueve en cámara lenta, y que, no le tiene importancia.
Nadie la ve, nadie se percata que lleva más de una hora viendo la rebanada de pastel situada en la vajilla.

O eso es como ella así se siente.

Alza la vista, conmocionada. Esta consciente de que no está prestando real atención a su entorno.

- ¡Sarada...! ¡Sarada! - terminó por gritarle su contraria.

Todo cambió; las palabras eran claras, sonoras; se podía apreciar totalmente a las personas moverse con naturalidad.
Se enfocó en la morena que tenía en frente, moviendo su mano a la altura de su cara para llamar la atención de la azabache.

- Estas pensando en Boruto, ¿no es así? - en su tono burlesco se notaba también lo coqueto.

Sarada no contestó con palabras, pero el sonrojo que se plantó en su rostro habló por si solo.
Negó de inmediato, con un brusco movimiento de cabeza. Acción que hizo reír a su contraria, quien sabía que le estaba mintiendo.

- Yo pienso que es lindo que se te haya declarado - comentó - También pienso que tu descripción ha sido totalmente absurda.

- ¿Disculpa?.

- Esa idea de ser Hokage que ronda por tu mente solo te nubla otros propósitos, ¿no dijiste una vez que no querías estar sola toda tu vida y que querías dos lindos hijos que alegrarán tu día? - recalcó - Pensé que eras más lista.

La morena tiró con molestia de la silla y se levantó bruscamente, solo dejó la cantidad exacta de el dinero que debía y se fue sin decir palabra.

Sarada solo quedó boquiabierta, sin palabras.
Nunca creyó que su mejor amiga le fuera a decir algo como aquello o se iba a poner de tal forma respecto a las desiciones que ella tomara sobre su vida y como vivirla.

Dejó salir el aire que no sabía que había retenido, con profundidad suspiró y miró por la ventana.
Tal parecía que ese día el mundo estaba en su contra.
Las parejas caminaban de la mano mientras hablaban animadamente con grandes y magníficas sonrisas adornado sus rostros.

¿Estaba haciendo bien? No lo sabía con exactitud, pero no se resignaba a creer que esa era una decisión errónea. Más bien, mantenía la firme idea de que estaba haciendo lo correcto.

Caminó por las calles de Konoha, frías y llenas de nieve. Mientras exhalaba el vaho se notaba en su entorno, como si fuera humo.
Cerró los ojos estando en la puerta de su hogar, buscando el momento en el cual entrar sin estar distraída en sus pensamiento.

Adentro era calentito, no necesitaba usar su abrigo. Dejó sus zapatos de lado y tan solo pasar por el vestíbulo pudo ver a su madre arreglando la mesa, mientras su hermano pequeño bajaba por las escaleras.

- ¿Vas a comer? - fue una forma de darle la bienvenida, con una agradable sonrisa de parte de la pelirosa.

- Si, mamá.

Sarada subió las mangas de su camisa hasta los codos y lavó sus manos, analizó un poco su entorno y llevó a la mesa lo que hacía falta.
Todo, en un total silencio. Como si ella fuera la única en el lugar.

El pequeño oji-jade parecía morir de hambre y, tan pronto como todo estuvo ordenado de nuevo, subió a su habitación.
Sarada se quedó en el comedor, tomando un té negro que aún seguía demasiado caliente.

- ¿Me vas a contar? - Sakura observó a su hija con curiosidad.

La azabache se sorprendió, titubeó y de inmediato tomó un sorbo de té. Quemándose en el proceso.

- No tengo nada que contarte - titubeó, mientras su voz estaba temblorosa.

- No sé realmente lo que te pasa, pero después de que regresaron de la misión has estado demasiado pensativa - comentó esta, con cierta preocupación - Puedes contarme lo que te molesta o lo que sea que piensas.

Sarada volvió a tomar de su té, su miraba pasaba de un lado a otro, nerviosa.

.

.

.

❛ ━━━━━━・❪ ❁ ❫ ・━━━━━━ ❜

❛ ━━━━━━・❪ ❁ ❫ ・━━━━━━ ❜

.

.

.

Armonioso, pacífico; así se sentía el ambiente en la habitación.

A pesar del silencio, estar ahí resultaba agradable y reconfortante al mismo tiempo. El té era más que agradable en ese temporada del año, y hacia mucho tiempo que no estaba con ellos tanto tiempo y compartiendo de momentos gratos.

- Realmente me alegro de que estés de nuevo aquí, mi pequeña Himawari - dijo con un voz gruesa el patriarca del lugar - Aún no puedo creer que ese clan se atreva a hacer este tipo de cosas.

- Lo sé, abuelo - respondió la aludida - Pero parecen estar tan solos allá, es algo aciago ver el mismo comportamiento de ellos. El lugar es tan sombrío y gélido, no creo que nadie haya tenido una vida feliz y plena en ese lugar.

El hombre mayor dejó la taza con dureza sobre la mesa, algo abatido sobre lo que acababa de decir la menor.

- Ellos te secuestraron a ti y a mi hija, Hanabi. No creo que sea bueno que te estés compadeciendo por ellos y su mala reputación que han ganado aquí en la tierra - su voz seguía siendo gruesa y firme, a pesar de que ya no era el hombre tosco y hostil de hace muchos años.

Himawari bajo la vista, avergonzada y a su vez afligida.

El mayor solo suspiró.

- Tienes un corazón bastante noble, Himawari - le aseguró - Heredaste eso de eso de tus padres - volvió a tomar su taza, dejándola reposar en la palma de su mano mientras con la otra muñeca la sostenía - Supongo que tienes razón, no sabemos lo que debieron haber pasado ellos para ser esos seres tan crueles que son.

- Toda persona tiene una parte buena en si misma - por primera vez, Boruto hacia mención de algo - Tal vez no se logre notar a simple vista, pero debe estar oculto hasta el fondo. Solo tienes que aprender a ver más allá de las simples apariencias.

Volteó a ver a su hermana, quien tenía una linda sonrisa en su rostro, mientras también lo observaba.
Él sonrió, se sentía extrañamente feliz.

El silencio volvió que invadir el salón; nunca incómodo, todo el tiempo es agradable estar aún así.

- ¿Y?

Ambos hombres voltearon a ver a la menor, quien con una sonrisa ladina veía a su hermano.
Boruto parpadeó un par de veces, tratando de descifrar lo que su hermana quería hacer referencia con la pregunta que hizo.

- ¿Pasa algo entre Sarada-san y tú? - al recordar, Boruto se sonrojó levemente - De regreso la noté rígida y seria, además de nerviosa.

Boruto tragó con fuerza, estaba asustado de lo perceptiva que podía ser su hermana.

Himawari dejó su taza de té sobre la mesa, después apoyo las palmas sombre la madera y en un movimiento, acercó su rostro al del rubio, justo como solía hacer de pequeña.

- Dime, Boruto - además de parecer precioso a esa cercanía, el azul de sus ojos era más que intimidante - ¿Qué le dijiste para que ella se comportara de esa forma?.

Boruto titubeó, mientras una gota de sudor bajaba por el costado de su frente.

- ¡Himawari! - la voz grave del patriarca fue en tono de orden. Al escucharlo, la aludida se separó rápidamente de la posición en la que estaba y tomó una postura recta en su asiento anterior - ¡No muestres tales modales en mi presencia! - corrigió este.

La menor esbozo una pequeña disculpa a su abuelo, quien le exigía el "comportamiento digno de una lider".
Tal vez sea malo de su parte, pero Boruto no pudo evitar dejar escapar una leve risa ante aquello.

- Estoy enamorado de Sarada y solo se lo dije - confesó con total honestidad - Creo que ella no siente lo mismo que yo.

Tras tomarle a su té, se dio cuenta que había un silencio extraño. Volteo a ver a sus contrarios; su abuelo lo miraba estupefacto, mientras procesaba un poco lo admitido. Sin embargo, Himawari tenía los ojos totalmente abiertos y con un brillo inexplicable en ellos.

No sabia que esperar de ninguno de ellos.

- Sarada es una buena chica - el primero en intervenir fue Hiashi - Tal vez ella no te haya dado una respuesta en ese momento. Déjala pensar un tiempo y veras que vendrá corriendo por ti. Nadie podría resistirse a mi apuesto nieto.

Quien parece un hombre modesto y sumamente intimidante a simple vista, ahora jala la mejilla del rubio con total cariño y ternura, como si fuera un pequeño de apenas cinco años.
Se quejaba de aquel trato, se sentía vergonzoso que lo tratara así aún a sus veintidós años.

- ¡¿Es enserio?! - exclamó la menor - ¡Eso es genial! No es genial que ella haya reaccionado así, pero si es genial que por fin hayas aceptado que la quieres.

Ella sonrió, como si hubiera salido victoriosa.

- Solo tenle paciencia. Es Sarada, sabes que es terca respecto a sentimientos - aseguró esta - Nadie se puede resistir a mi hermano.

Acompañado de una sonrisa burlona, Himawari se acercó al rubio y golpeaba suavemnete con su codo el costado del abdomen de este, como forma de molestarlo.




























★彡Chyio67🌻

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top