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Las rocas hicieron en especie de explosión y salieron disparadas hacia todos lugares con una gran potencia.
Todos se cubrieron, tratando de evitar que los residuos los golpearan en la cara.

El hielo se expandió demasiado rápido que apenas les dio tiempo de esquivarlo.
Casi todo el lugar estaba congelado, el suelo era resbaloso y el aire estaba frío; como un invierno.

Himawari activó su línea sucesoria para estar más atenta de su alrededor.
Buscó al Ōtsutsuki entre toda la superficie y lugares donde podría estar oculto.
Sin éxito; parecía como si se hubiera esfumado de un momento a otro.

Debajo de ella se abrió una especie de portal, algo que fue tan repentino y apenas notorio.
Cuando se dio cuenta, esto la estaba absorbiendo.

No le dio tiempo de gritar o advertir lo que sucedía; Boruto se percató a tiempo de la abertura de aquel portal y cuando se giró ante la presencia de dicho, pudo notar como su hermana comenzaba a ser jalada a él.
Se movió por si solo y, en un solo movimiento rápido, sacó a Himawari de aquel lugar.

– ¿Cuántas veces tendré que repetirles que, ¡no se metan en mis planes!? – enfurecido, Masaki apareció tras ellos.

Del cuerpo del albino se expulsaron varios fragmentos de hielo en forma de picos; su desplazamiento era veloz, firme, estaban bien dirigidos a un punto específico.
Sarada, Shikadai, Inojin y Sumire.
Los tres fueron el principal blanco de este ataque.

Mientras estos esquivaban, Kawaki se preparó para atacar por la espalda al Ōtsutsuki. Al igual que Boruto lo hacía, ambos estaban listos para tomarlo por sorporesa, ya que este aparentaba estar bastante entretenido con los otros cuatro. 
Ambos se hicieron una pequeña señal de avance, pero tan solo poner un pie frente al otro, la presencia del Ōtsutsuki se sintió tras ellos.

Ambos estaban a unos metros de distancia pero, cada quien, al apenas sentirlo y darse la vuelta para encararlo, este los golpeó tan fuerte que los lanzó algunos metros más lejos.

Dejando a Himawari sola.

El albino la contempló con una sonrisa ladina, arrogante, mayormente macabra.
La menor no se intimidó,  no dio un paso atrás, no se inmutó; solo se quedó firme en su lugar, la cara en alto y mirándolo fijamente a los ojos.
Ella no era débil ni mucho menos era una principiante en el mundo de los ninjas.

Ella es la futura matriarca del clan más longevo y fuerte de Konoha.

Y no se dejaría ni se rendiría ante un enemigo que le quiera quitar cualquier prestigio de su vida.

Masaki la seguía observando con la misma mirada que antes, más disfrutaba hacerlo así.
Sintiendo que tiene la ventaja sobre ella y todo aquel que llego a la Luna.

La Uzumaki vio a su alrededor. Su hermano y Kawaki peleaban cada uno contra un clon del albino; mientras que los demás lideaban con otro clon más que los estaba emboscado con ataques múltiples de larga distancia y que los hacía retroceder cada vez más.
Estaba consciente de que ella debía luchar por su cuenta. Y eso estaba dispuesta a hacer.

Pero la mirada de Masaki cambió.
Sus ojos mostraban tristeza y su sonrisa era nostálgica, su rostro blanquecino se mostraba pacífico.
Como si estuviera arrepentido. Sus ojos parecían estar a punto de derramar lágrimas.

Princesa, mi intención nunca ha sido lastimarla, de ninguna manera – su voz también tenía una tonalidad suave – Por favor, le pido que se una a mi y que, después de llevar a cabo mi plan, tengamos una vida pacífica y tranquila aquí, en la Luna; juntos, solos. ¿Está de acuerdo con eso, mi princesa?.

Extendió su mano, seguro de que ella accediera y le diera la mano.

Sin embargo, Himawari solo la apartó bruscamente de un golpe.

– Quieres destruir el planeta en donde vivo y en donde viven las personas que amo – alrededor de sus ojos se marcaron algunas venas al mismo tiempo en el que su iris y pupila se tornaban completamente blancos – Estas loco si sigues creyendo que accederé.

Llevó su mano derecha al frente, estirándola y solo dejando su dedo índice al frente, mientras los demás estaban contraídos.
Estaba más que dispuesta a dejarlo inconsciente de un solo golpe.

– Lock on – dijo en una tonalidad neutra, vacía.

La menor se abalanzó sobre el Ōtsutsuki en un movimiento veloz, pero este, tomó el antebrazo de la chica y así lograr esquivar el ataque con facilidad.
No obstante, Himawari de inmediato formó un puño en su mano contraria y luego, una gran cabeza de león color  púrpura sobresalió; dándole así, un fuerte golpe en la mejilla al albino.
Como consecuencia de esto, Masaki soltó el agarre en el que tenía a la Uzumaki, para así protegerse de los golpes con ambos brazos puestos frente a él, de forma cruzada.

La menor formó en su otro puño otra cabeza de león. Al tener ambas, prosiguió a atacar a Masaki con golpes consecutivos, cerca del rostro.
Al ver que no podía acertar ningún golpe, notó que el abdomen de su contrario estaba desprotegido y de inmediato dirigió su golpe a dicho punto.
Acertando de primera, el Ōtsutsuki escupió sangre y saliva debido al gran impacto; eso lo llevó a descubrir su rostro, Himawari aprovechó para darle un buen golpe en el rostro de frente; algo que lo hizo retroceder algunos metros lejos.

– No entiendo el por qué de tus acciones – comentó la de pelo azulado, mientras se mantenía apartada – No tiene ningún sentido que quieras destruir la Tierra y a sus habitantes sin ninguna razón.

Masaki se incorporó, algo aturdido debido a los golpes que había recibido.

– Yo vivía en la Tierra... – contestó, con la mirada baja – ¡Pero los humanos me lo quitaron todo!.

Se levantó de inmediato y se lanzó contra Himawari, en un cuerpo a cuerpo.

– Mi esposa... – lanzó un golpe, el cual la menor esquivó – Mis dos hijos...– volvió a atacar, pero ahora, con algunas lágrimas bajando por su rostro – ¡Me quitaron a mi familia por ese estúpido árbol sagrado!.

Himawari lo vio desconcertado y logró emplear el puño suave en el abdomen de este.
Masaki solo lo recibió y retrocedió de golpe, estrellándose con una roca.
A diferencia de otras veces, en donde el Ōtsutsuki se levantaba al instante, en ese momento solo se dejó caer de cuclillas, mientras se oían sollozos provenir de él.

– Nosotros vivíamos en paz, éramos más que felices – comenzó a relatar, con tristeza – Pero un día, la Señora Kaguya se llevó a mi esposa, para ofrecerla al árbol sagrado, no volví a verla... Mis hijos y yo estábamos devastados, nos hacía tanta falta en el hogar. Constantemente nos invadían las pesadillas y apenas lograba poner un orden en la casa.
No eramos una familia común, perteneciamos al clan Ōtsutsuki y en ese tiempo, era el clan que regía en el pueblo.
Sin embargo, nosotros éramos los simples sirvientes de la matriarca Kaguya y de sus dos hijos, Hagoromo y Hamura.
Al igual que todos a los que los habían separado de sus seres queridos, nosotros no dijimos absolutamente nada al momento en que mi esposa fue llevada con ellos.
"No te preocupes por mi, cuida bien a los niños en mi ausencia". Fue lo último que me dijo antes de irse.
Pero yo no sabía cómo hacerlo, no sabía cómo no depender de ella. Pues, por varios años ella era la única que me ayudaba a mantenerme en pie, a seguir adelante y seguir esforzándome.
Un día, mis hijos también se me fueron arrebatados. Ese día habían salido a jugar al bosque, pero no regresaron por la noche.
Estaba preocupado, así que tomé una vela y salí a buscarlos.
Me destrocé al verlos muertos en el piso a medio bosque. Sangre esparcida por todo el suelo y por todo sus cuerpos; algunas de sus extremidades ya ni siquiera estaban adheridas a ellos.
Regresé a la aldea, con el corazón roto y en trance. Golpee con insistencia la puerta de la matriarca pero, no había absolutamente nadie en la residencia.
Por alguna razón, corrí hasta donde se encontraba el árbol del Shinjyu, anhelando con que Kaguya se encontrara ahí.
Tropecé y algo tragué al caer de cara al suelo. No le tomé importancia y me levanté para seguir mi trayecto.
Cuando llegué al lugar, en ese preciso momento, pude contemplar como Hagoromo y Hamura sellaban a su propia madre.
Ellos se dieron cuenta de mi presencia en el lugar y fueron atentos conmigo.
Les comenté lo que había pasado, ellos amables me dejaron buscar a mi esposa entre las personas que se habían ofrecido al árbol.
Una sola advertencia me hicieron: "es muy probable que no todas las personas despierten".
Para mi mala suerte, mi esposa nunca despertó. Ella también estaba muerta.
No me quedaba nada, no tenía por quién o para quien vivir.
Pero acepté la propuesta de Hamura para venir aquí, la acepté sin dudar.
Era extraño, pues comenzaba a volverme más fuerte de lo que era, nadie me dio una explicación para eso…

Masaki se quedó en silencio, con la mirada puesta en el suelo y las lágrimas cubriendo su rostro.

Himawari no dijo nada, no sabía que podría decir en ese momento.
Solo estaba consciente de que se sentía muy mal por él.
Dio unos pasos al frente, sin bajar la guardia.

– ¿Cómo estas tan seguro de que fueron los humanos quienes te quitaron a todos? – cuestionó ella – Entiendo lo de tu esposa, y lo siento mucho. Pero tus hijos... ellos pudieron haber sido víctimas de un animal salvaje, no necesariamente de un humano.

De nuevo silencio, solo que ahora, el Ōtsutsuki estaba pensativo.

– No todos los humanos son crueles y la época en la que me hablas sucedió hace ya mucho tiempo – volvió a hablar – Estas aquí solo. La Tierra tiene lugar  para uno más...

– ¿Enserio crees eso?.

Himawari esbozó una linda sonrisa.

– Estoy segura de ello.

La Uzumaki estaba a escasos centímetros de él, le extendió su brazo para que este lo tomara.
Masaki podía sentir nuevamente la esperanza en él y estaba por aceptar la propuesta de ella.

Pero una bestia grande apareció de forma rápido tras ella, con su hocico la jaló del suéter y corrió a otro lugar.

– ¿Nue? – Himawari estaba algo confundida debido a la repentina aparición de este.

Volvió su vista a donde estaba el Ōtsutsuki, después, a donde todos sus amigos estaban, quienes ya no luchaban contra ningún clon.

Sarada hizo unos sellos, Himawari sabía que se trataba de su técnica especial.
"Técnica de sangre: Sepulcros de Gardenias".
Una técnica que la Uchiha había desarrollado al despertar el Mangenkyo Sharingan.

Un camino de flores rojas brilló hasta donde el Ōtsutsuki y luego, ató sus extremidades con raíces, las cuales se extendieron por todo su cuerpo, dejándolo inmóvil.

Boruto alistó su espada y activó su Kāma y su Jōgan, al igual que Kawaki activaba su propia marca.

Quería detenerlos, pero el agarre de Nue era demasiado fuerte para lograr safarse.

Sin pensarlo, una sola lágrima bajó por su mejilla cuando vio que estaban listos para atacar.

En ese momento cerró los ojos.
Luego, sintió el viento provocado por la explosión.

Hasta que dejó de sentir la presencia del Ōtsutsuki.




























★彡Chyio67🌻

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