003 || the return to mystic falls
LA VIDA DE SCARLETT SE VIO POR COMPLETO AFECTADA después de que su corazón fue roto por Elijah, no solo por el hecho de separarse del hombre con quien había compartido casi medio milenio de vida... su corazón pareció romperse en millones de partes, su pecho parecía encontrarse vacío y las lágrimas no eran suficientes para demostrar todo el dolor por el que se encontraba pasando.
El hombre a quien había amado durante tantos años la había engañado. El padre de su hija se encargó de destrozar aquella familia por la que tanto decía luchar. El amor de su eternidad había destrozado cada parte de su ser...
Scarlett no sabía que hacer con tanto dolor, con tanto sufrimiento. Sentía tanto odio y dolor en su corazón que en un intento de que este desapareciera, rompió un sin fin de cosas, lloró durante horas.
La ojiazul parecía estar perdiendo la cabeza y ella así lo creía, creía fielmente que ahora que Elijah se había ido de su vida, no sabría exactamente quién sería, después de todo había pasado siglos siendo la esposa de Elijah Mikaelson... y ahora no sabía quien era.
¿Cómo se supone que avanzaría? ¿Cómo dejaría atrás tantos siglos de memorias cargadas de amor? ¿Cómo podría vivir una vida sin el hombre a quien le prometió una eternidad de amor y lealtad?
Había noches en donde solo podía encerrarse a llorar y lamentar su decisión de vivir mas de una vida a lado de alguien que había sido capaz de causarle tanto dolor... había perdido la oportunidad de en algún momento reencontrarse con su familia en la muerte, todo por ir permanecer junto a alguien que o la había amado como ella lo creía.
Lyra odiaba ver a su madre tan decaída. Detestaba saber que la mujer mas importante en su vida tenía el corazón hecho añicos a causa de alguien que juraba que su familia era lo mas valioso para él... pero eso no era todo, su propio corazón también se encontraba hecho pedazos.
Elijah Mikaelson era el mundo para Lyra, era el hombre a quien mas admiraba y adoraba en la vida. Era su salvador, su protector, su lugar seguro, el hombre en quien mas confiaba... era su padre.
El original le había destrozado el alma a las dos mujeres y no parecía que pudiera existir una manera de repararlo o para que doliera menos. Todo lo contrario, el dolor parecía incrementar por cada segundo que transcurría...
Scarlett ya había perdido la cuenta del tiempo que había transcurrido desde que decidió aislarse del mundo exterior para permitirse llorar en la soledad de un viejo castillo. Lo único que sabía es que su corazón no parecía dar indicios de querer sanar.
Las noches eran una pesadilla, por lo que llegaban a existir días en donde la ojiazul no cerraba los ojos. Temía que al hacerlo, la imágen de Elijah con Katerina la volviera a atormentar y el dolor volviera a incrementarse.
Ya no quería sentirse así, ya no quería que su vida se viera tan afectada por todo ese sufrimiento... ¿Pero como logras dejar atrás casi medio milenio de amor y recuerdos?
¿A que lugar de la tierra puedes huir para no pensar en aquella persona que tanto te lastimó, cuando cada lugar del mundo te recordaba de alguna manera a aquel sujeto?
¿Cómo podría volver a ser la persona que era antes de que su corazón fuera hecho pedazos por la persona que juró protegerla de todo y todos?
Y es que después de esa trágica noche para los amantes, el brillo en los bellos ojos azules de Scarlett desapareció para ser sustituido por una mirada cargada de dolor y sufrimiento.
Odiaba admitirlo, pero Scarlett se sentía perdida sin Elijah Mikaelson...
Elijah había sido su alma y su corazón por tantos siglos, que ahora que no estaba no sabía como seguir sin él.
Lo había amado de una manera única en la vida, de una manera en la que nadie había amado nunca a otra persona... de una forma tan intensa, tan profunda, tan honesta, tan pura...
Y aún así, eso no pareció ser suficiente para él.
Y vaya que eso hizo que Scarlett deseara morir.
•••
¿Pero que había sido de aquel hombre después de su engaño a la mujer que lo amó con tanta intensidad?
Niklaus cegado por el coraje le colocó una daga que lo mantuvo dormido durante un par de años. Su intención era dejar así hasta que pudiera pensar en un castigo apto para él, sin embargo Rebekah Mikaelson apareció y al descubrir que su hermano mayor se encontraba dormido le retiró la daga... sin saber antes las razones de Niklaus para mantenerlo así.
En cuanto el original abrió los ojos solo pudo pensar en su esposa e hija, por lo que sin decir una palabra salió lo más rápido que pudo para ir en busca de ambas.
Fue toda una búsqueda duró años... décadas enteras y aunque contó con el apoyo de algunas brujas que realizaron hechizos de localización, ninguno parecía dar resultado. Scarlett y Lyra vaya que sabían como ocultarse del resto del mundo.
Estaba desesperado y destrozado.
Intentó pedir ayuda a sus hermanos, sin embargo Niklaus ni siquiera deseaba dirigirle la palabra y ni hablar de Rebekah, quien al enterarse de todo lo ocurrido clavó una estaca en el estómago de su hermano mayor.
Elijah sabía que no podría contar con el apoyo de sus hermanos y eso lo hizo sentirse aún más miserable.
No lograba recordar con claridad todo lo que había pasado, algunos de los recuerdos aún eran borrosos en su memoria.
¿Cómo había llegado a tal situación?
¿Cómo acabó en la cama en compañía de Katerina Petrova? ¿Cómo era posible que hubiera traicionado todo el amor que sentía por su esposa?
No podía dar una explicación a nada de eso porque simplemente no lo recordaba...
Aunque para su mala suerte había algo que si recordaba claramente.
El dolor y la decepción en los ojos de su esposa e hija cuando lo vieron rompiendo todos sus votos.
Elijah consideraba a su familia como lo mas sagrado que podía existir, durante años dio su eternidad para mantener a todos juntos y sobre todo, para hacer feliz a su amada.
Era por eso que en su cabeza no cabía la idea de que hubiera traicionado todos sus principios...
¿Qué rayos había ocurrido con él?
●●●
Fue casi un siglo de aislamiento. Casi un siglo en donde Scarlett derramó miles de lágrimas en nombre del amor que en algún momento juró que sería eterno. Casi un siglo en donde Scarlett deseó que su inmortalidad terminara para dejar de sentir tanto dolor. Casi un siglo en donde el deseo de venganza la consumió...
El año 1510 llegó y con eso, el término de la que sería la mas grande depresión en la existencia de Scarlett, quien en el inicio de ese año decidió retomar su vida por completo. Saliendo de su aislamiento y sintienndo que ya era el momento indicado para darse la oportunidad de ser feliz.
Tal vez la alegría que la inundaba no era la misma, pero al menos se sentía con la suficiente fuerza para retomar todas esas cosas que dejó atrás desde que su corazón se destrozó.
— ¿Te parecería recorrer el mundo conmigo?— le propuso Scarlett a su hija— Siento que me he perdido de tantas cosas en las últimas décadas... no quiero seguir así. Quiero volver a vivir
— No sabes lo feliz que me hace el que quieras intentarlo de nuevo— exclamó Lyra con alegría mientras abrazaba a su madre— Verás lo cambiado que está todo... en algunos lugares están en guerra, así que evitaremos todo eso
— ¿Guerras? ¿De nuevo?
— Es Europa, parece que siempre encuentran una razón para pelear y lo sabes— respondió Lyra levantando los hombros— Pero no quiero abrumarte con toda esa clase de problemas y si te soy honesta tampoco tengo ganas de ir. Ya estuve mucho tiempo metida en las guerras como enfermera y no quiero volver a eso
— ¿Te enlistaste como enfermera? Pero tu problema con la sangre...
— ¿¡No es increíble!? Por fin logré controlarme y no enloquecer cada que veo una gota de sangre— sonrió Lyra— Cuando me pediste estar a solas... en los años que solo venía a visitarte un par de veces al mes, aproveché mi tiempo sola para seguir trabajando con mi lado destripador. Conocí a una chica llamada Lexi... es muy agradable y buena. Ella me ayudó demasiado
— Estoy muy orgullosa de ti, mi pequeña— sonrió Scarlett abrazando nuevamente a su hija— Que alegría me da que conocieras a alguien que pudo ayudarte
Ese abrazo fue lo que terminó de sanar el corazón de Scarlett. Sabía que con el apoyo y la compañía de su hija, ella por fin saldría adelante.
Había pasado demasiados años aislada de todos para permitirse sanar todas sus heridas y aunque sabía que el recuerdo de Elijah Mikaelson iba a permanecer eternamente en su corazón, por fin se sentía lista para tener un nuevo comienzo y descubrir quien era ella por si sola.
— Cariño, antes de comenzar con todo este viaje y todo lo que podamos tener planeado... quiero comentarte sobre una decisión que tomé en los últimos años— dijo Scarlett rompiendo el abrazo para ver a su hija— He decidido desprenderme del apellido Mikaelson... ese apellido porté por años con gran orgullo y felicidad... pero si lo llevé, fue por tu padre y bueno...
— No tienes porque darme ninguna explicación, lo entiendo— sonrió la menor— Vaya que lo entiendo... de hecho yo llevo varios años sin usar el apellido Mikaelson. Siempre que me presento... digo que mi nombre es Lyra Petrova
— Pero hija...
— También pasé años pensando en si estaba tomando la decisión correcta, después de todo el ser una Mikaelson no significa ser solo familia de Elijah, también están mi tío Klaus, mi tío Kol, la tía Rebekah, incluso el tío Finn ... y por supuesto que los amo, de hecho he tratado de seguir viéndolos en los últimos años... pero yo tampoco quiero que se me siga relacionando con Elijah— explicaba Lyra mientras se sentaba en uno de los sillones de la sala— Lo hablé con mi tío Klaus y aunque le dolió mi decisión, lo aceptó. De cualquier manera me dijo que para él siempre sería su familia, sin importar el apellido que lleve
Scarlett no sabía como reaccionar a la confesión de su hija, pero eso para ella no importaba. La iba a apoyar en cualquier clase de decisión que quisiera tomar y si había optado por ser una Petrova, Scarlett no se iba a oponer.
— Entonces creo que seremos las hermanas Petrova— bromeó Scarlett
— Es raro tener que fingir que eres mi hermana ante los que no saben del mundo sobrenatural, pero creo que sería mas raro decirles que somos madre e hija cuando ambas tenemos nos vemos de una edad similar— reía Lyra
— Sin duda alguna
•••
1863, Scarlett y Lyra decidieron volver a Mystic Falls, habían pasado varios siglos desde que madre e hija decidieron separarse de los Mikaelson, de ocasionalmente veían a Klaus, Rebekah y Kol, después de todo, eran los tíos de Lyra y ellos jamás les hicieron daño, en especial Klaus, el adoraba a su sobrina y amaba a Scarlett como a una hermana, por lo que él mismo se encargó de hacer pagar a Katerina y a Elijah el daño que habían causado.
Se sentía increíble estar en el lugar que ambas realmente consideraban como su hogar. El lugar que había visto nacer a Lyra y en donde comenzó toda su eternidad juntas.
Por supuesto que había momentos de sus vidas en donde elegían estar separadas, pero siempre volviendo la una a la otra.
Ambas habían optado por mantenerse con un perfil bajo, una decisión que no resultó fácil de sostener. Su belleza extraordinaria, combinada con un aire de misterio que las rodeaba, atrajo inevitablemente la atención en el pequeño y conservador pueblo. Los rumores sobre las hermanas Petrova no tardaron en propagarse, avivados por la curiosidad y la admiración. Era común ver hombres bien vestidos presentarse en la puerta de su casa con obsequios, cartas y promesas, buscando cortejarlas o proponiendo alianzas matrimoniales que las unirían a las familias más prestigiosas de la región.
Fue en ese contexto que los hermanos Salvatore entraron en sus vidas. Giusseppe Salvatore, un hombre de convicciones rígidas y gran influencia social, vio en las Petrova una oportunidad inigualable para fortalecer el prestigio de su apellido. Insistió en emparejar a Lyra con su hijo menor, Stefan, y a Scarlett con Damon, su primogénito. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba.
—Aunque agradecemos el interés, ninguna de las dos está en busca de un esposo—dijo Scarlett con una sonrisa impecable, dirigiéndose a Damon.
El joven la observó con una mezcla de admiración y diversión.
—No tiene por qué darme explicaciones, señorita Petrova—respondió Damon, devolviendo la sonrisa—. Si puedo serle honesto, mi hermano y yo tampoco estábamos buscando una esposa. Pero estoy seguro de que puede comprender que tuvimos que seguir las órdenes de nuestro padre.
Scarlett arqueó una ceja, intrigada por su franqueza.
—Me gusta su honestidad, señor Salvatore. Puedes llamarme Scarlett. Basta de formalidades, que tampoco soy tan mayor.
Damon inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara su propuesta.
—Lo haré, solo si tú aceptas llamarme Damon.
Ese intercambio marcó el inicio de una peculiar amistad entre Damon y Scarlett, una relación que, aunque fuerte y marcada por una mutua admiración, no alcanzaba la profundidad de la conexión que más tarde surgiría entre Damon y Lyra.
Desde su primera conversación, Lyra y Damon parecieron entenderse de una manera que desafiaba toda lógica. En un principio, sus interacciones estuvieron limitadas a reuniones familiares y eventos sociales, pero bastó un momento a solas para descubrir una conexión única. Compartían un sentido del humor ácido, una visión crítica sobre el mundo que los rodeaba y una sinceridad que resultaba refrescante para ambos
Toda esa cercanía hizo que en algún momento, Lyra decidiera confesarle la verdad a quien se volvió su mejor amigo.
— Escucha... esto es muy complicado de decir, pero en estos meses lograste ganarte mi confianza de una manera que no creía posible. Siempre he sido bastante reservada y trato de no encariñarme mucho con las personas... pero es imposible no quererte— le sonrió Lyra al pelinegro— ¿Puedo confiar en que no le dirás nada a nadie y que mi secreto estará a salvo?
— Por supuesto que si. Yo jamás traicionaría tu confianza— asintió Damon
Lyra suspiró y miró a su alrededor para asegurarse que nadie estuviera cerca.
—Scarlett... bueno, ella no es mi hermana como lo hacemos creer... en realidad ella es... mi madre— confesó Lyra con temor a la reacción del chico
Hubo un silencio entre ambos. Damon aún parecía estar tratando de procesar lo que acababa de escuchar y Lyra mordía ligeramente sus labios en espera de una respuesta.
—¿Cómo es que...? Es imposible... sus edades
—Somos vampiros— soltó la castaña haciendo que Damon la mirara aún más sorprendido— Mi madre fue convertida cuando tenía 22... cuando tuve la capacidad de entender todo lo que me rodeaba se propuso la idea de también transformarme y ya que ella no quería perderme, me convirtió cuando cumplí... me debatí mucho en contarte esto porque se que tu familia es parte del consejo que busca acabar con los de nuestra especie... pero algo me dijo que podría confiarte esto...
Damon aún no parecía querer decir nada. Era como si estuviera buscando las palabras correctas, sin embargo estas no parecían llegar.
— Tu secreto está a salvo conmigo y te prometo que voy a hacer todo por protegerte de aquellos que busquen dañarte— sonrió Damon sujetando la mano de la castaña
Y fe entonces como aquella confesión logró que ambos se volvieran mas unidos.
Stefan, por su parte, había encontrado en Scarlett una compañía inesperadamente agradable. Aunque al principio su relación parecía surgir más por el hecho de que Damon convivía demasiado con Lyra que por una conexión genuina, pronto descubrieron que compartían más en común de lo que ambos habían anticipado. Sus conversaciones fluían con naturalidad, abordando desde temas triviales hasta reflexiones más profundas sobre la vida, y sus encuentros estaban llenos de risas y momentos de serena complicidad.
A diferencia de la relación entre Damon y Lyra, lo que crecía entre Stefan y Scarlett no podía catalogarse únicamente como amistad. Stefan lo sabía, aunque prefería no admitirlo en voz alta. Había algo en la manera en que Scarlett lo miraba, en cómo su risa iluminaba la habitación, que lo hacía desear estar cerca de ella más tiempo del que consideraba prudente. Por su parte, Scarlett luchaba con sentimientos similares.
Y es que después de lo que había sucedido con Elijah, la ojiazul había construido murallas alrededor de su corazón, prometiéndose a sí misma no volver a confiar ciegamente en nadie.
Sin embargo, Stefan parecía tener la habilidad de atravesar esas barreras sin siquiera intentarlo. Sus atenciones eran genuinas, nunca invasivas, y estaban llenas de pequeños gestos que hablaban más que cualquier palabra. Un libro dejado en su puerta porque sabía que ella lo disfrutaría. Una rosa encontrada en su ventana después de una larga jornada. Una sonrisa reconfortante en los momentos en que sus pensamientos la arrastraban hacia la melancolía.
Aunque Scarlett trataba de convencerse de que sus interacciones con Stefan eran simples cortesías, su corazón le enviaba señales contradictorias. Cada vez que él la miraba con esa mezcla de ternura y determinación, sentía cómo su corazón latía más rápido, casi traicionándola. Y aunque no lo notaba conscientemente, los días que pasaba junto a él empezaron a tener un efecto transformador. Sus ojos, que habían perdido el brillo tras la infidelidad de Elijah, comenzaban a recuperar una chispa de vida.
Stefan no se atrevía a confesar lo que sentía, temiendo que cualquier paso en falso pudiera hacer que Scarlett se alejase. Sin embargo, había algo en su forma de ser que lo animaba a esperar, a creer que tal vez el tiempo, y sus acciones, podrían convencerla de que no todos los hombres eran como Elijah. Y aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el primer paso, cada mirada, cada sonrisa y cada conversación parecía acercarlos más, como si el destino jugara a reunir dos almas que, pese a sus cicatrices, aún creían en la posibilidad de un amor verdadero.
— Gracias por el paseo, la paso muy bien a tu lado Stefan— sonrió Scarlett al ser dejada en la puerta de su hogar
— No agradezcas nada, yo también disfruto estar contigo... muchísimo— le sonrió de vuelta
— Te veré mañana, descansa Stefan— dijo la chica sintiendo su corazón acelerarse al ver la sonrisa de su acompañante
Scarlett se despidió dando un beso en la mejilla del menor de los Salvatore.
Stefan sonrió y colocó su mano en el lugar donde Scarlett había depositado aquel beso.
Madre e hija habían hecho un juramento silencioso: protegerían a los hermanos Salvatore de cualquier amenaza que pudiera acecharlos. Y es que para ellas, no era ningún secreto que existían otros vampiros rondando el pueblo, criaturas cuya presencia suponía un peligro constante para los humanos desprevenidos.
A pesar de los riesgos, tanto Scarlett como Lyra estaban decididas a mantener a Damon y Stefan a salvo, incluso si eso significaba exponerse ellas mismas.
Fue en una tranquila tarde de 1864 cuando la promesa de Lyra fue puesta a prueba. Había decidido visitar a Damon, planeando sorprenderlo con una caminata por el bosque para contarle más sobre su vida inmortal. Sin embargo, al llegar a la propiedad de los Salvatore, un olor metálico en el aire la alertó de que algo no estaba bien.
Siguiendo su instinto, Lyra recorrió los pasillos hasta que un estremecedor espectáculo la detuvo en seco. Allí, en el suelo del salón principal, yacía Stefan, inmóvil, su cuerpo rodeado por un charco de sangre que se extendía como una sombra macabra. La visión la llenó de terror y preocupación.
Sin perder tiempo, Lyra se arrodilló junto a él. Pudo ver que sus heridas eran graves, mortales incluso para un humano, pero todavía había esperanza. Sin dudarlo, mordió su propia muñeca, sintiendo el dolor agudo de sus colmillos al perforar su piel. La sangre brotó con rapidez, y con un gesto delicado pero firme, acercó su muñeca a los labios de Stefan.
—Bebe, Stefan—murmuró con urgencia, su voz temblando ligeramente, aunque sus manos permanecían firmes—. Por favor, no te rindas.
— Damon— dijo Stefan con mucha dificultad— Arriba
Lyra corrió y entró a la habitación de Damon, había un vampiro mordiendo de su cuello, Lyra no lo pensó dos veces y le arrancó el corazón.
Se arrodilló a su lado mientras lo hacía beber de su sangre, sus manos temblorosas apenas logrando tocarlo con suavidad. Damon abrió los ojos apenas un poco, y una débil sonrisa apareció en sus labios, tan característica de él incluso en un momento como ese.
— Vas a estar bien, te lo prometo— dijo Lyra entre lágrimas— No me dejes... por favor, bebe
— ¿Que está sucediendo aquí?— dijo el padre de los Salvatore entrando a la habitación corriendo— Tu, eres una de ellos, eres una maldita chupa sangre
— Señor no...— fue interrumpida por Giusseppe quién le disparó en múltiples ocupaciones
– ¡Papá, no!— gritó Stefan desesperado— ¡Ella es inocente!
Esas fueron las últimas palabras que Lyra escuchó ya que todo se volvió negro para ella.
Giusseppe le llamó al consejo, quienes llegaron inmediatamente para llevarse el cuerpo de Lyra, Stefan y Damon no paraban de gritarle a su padre que soltara a la joven, que ella era buena, pero todos sus intentos fueron en vano, esa noche, quemarían a Lyra Petrova.
Los hermanos Salvatore corrieron en busca de Scarlett para advertirle sobre el consejo.
— ¿A donde se la llevaron?— gritó Scarlett aterrada, si algo le pasaba a su hija jamás se lo iba a persona— ¿Quién la tiene?
— Damon y yo tenemos un plan para rescatarla— contestó Stefan
El plan era sencillo, solo debían esperar a que la carroza donde llevaban a Lyra, pasara por el bosque, ahí Scarlett atacaría a quién estuviera al frente, eso les daría el suficiente tiempo a los Salvatore de rescatar a Lyra. Pero nadie contaba con que Giusseppe vendría siguiendo la carroza y al ver como dos personas sacaban el cuerpo de la chica, no dudó ni un segundo en dispararles, terminando así con la vida de sus propios hijos.
Scarlett gritó horrorizada al ver el cuerpo de los hermanos caer al suelo, ella tampoco lo dudo y corrió hasta donde se encontraba Giusseppe, le rompió el cuello antes de que este pudiera hacer o decir algo.
Volvió su vista a los Salvatore, su hija se encontraba en medio de los chicos, Scarlett lloraba, había perdido a dos de las personas que más quería, se sentía tan culpable por no protegerlos como lo había prometido.
— ¿Mamá?— dijo Lyra despertando— ¿Que fue...? Stefan, Damon
Lyra volteó a sus lados y vió los cuerpos de los hermanos.
— No pude hacer nada, lo siento tanto— lloró Scarlett
— Mamá, yo les di mi sangre hace unas horas— confesó Lyra— Estaban heridos cuando llegué a verlos, les dí mi sangre para curarlos
Scarlett abrió los ojos por la confesión de su hija, los Salvatore no tardarían en despertar, entrarían en transición.
— Debemos sacarlos de aquí pronto— dijo Scarlett— Es hora de irnos de este pueblo, ayúdame a cargarlos
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