01┃𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 𝐑𝐎𝐒𝐄𝐒
Donde todo empezó . . .
Jungkook
Observé la hora en mi reloj siendo las doce y cuarto de la noche, llevaba más de media hora en aquel edificio abandonado mirando como torturaban al agente que habia estado trabajando para nosotros, cuando en realidad estaba encubierto para sacarnos información.
─¿Para quién trabajas? ¡Habla maldito americano! ─ordenó uno de mis hombres dándole otro golpe en la cara ocasionando que el agente escupiera sangre.
─Pegas como niña, imbécil ─dijo mostrando una sonrisa burlona.
Vi como el hombre de gran tamaño iba dispuesto a golpearlo nuevamente.
─Detente ─le ordené. Me levanté de la silla para acercarme hacia donde estaban los dos.
─¡Sí, señor! ─dijo haciendo una reverencia para seguidamente dar pasos hacia atrás.
Me quité la gabardina que llevaba puesta y que fue recibida por otro de mis hombres, quien a comparación del primero era esbelto pero poseía buen porte. Me arremangué la camisa para evitar ensuciarla mientras me dirigía hacia la mesa donde yacian la mayoría de las armas.
─Vaya, miren quién se animó a acercarse ─lo escuché decir a mis espaldas mientras soltaba una risa irónica.
Yo por mi parte seleccioné a la hermosa daga con un filoso y fino filo. Me llamó la atención al ser tan lúcida que podía ver mi reflejo en ella.
─¿Cómo te atreves a siquiera dirigirle la palabra, traidor de mierda? ─cuestionó molesto otro de mis hombres, quien llevaba una coleta recogiendo todo su mañoso cabello con claras intenciones de querer golpearlo pero lo detuve al instante.
Caminé en dirección al agente quien ahora poseía un rostro serio. Me agáchate frente suyo para mirarlo a la cara, especialmente buscando sus ojos verdes. Dicen que los ojos son la ventana al alma, entonces quiero ver qué poseía el alma del hombre que me había traicionado.
─Alex ─lo nombre─. Trabajaste conmigo durante cinco años, ayude a tu familia económicamente, te di mi confianza absoluta porque eras como mi hermano ─él nisiquiera se inmutó, pero no bajo su mirada─. Y aún con todo lo que te dí me traicionaste. A caso, ¿en algún momento pensaste en lo que nos podría pasar cuando entregabas nuestra información a la CIA?
El americano no dijo palabra alguna ante mi pregunta, sin embargo, sus ojos expresaron una gran confusión ante la última oración dicha. Era de esperarse, siempre prefería quedarse en silencio a resolver sus dudas.
─Ah, desde el principio sabía que trabajabas para la CIA, aún así espere a que no me traicionaras. Una pequeña parte de mi anhelaba que mi hermano no me apuñalara por la espalda. Lo cual fue el peor error que pude cometer ─peiné mi cabello hacia atrás─. Te di una oportunidad, Alex. Una enorme oportunidad que nadie jamás podría tenerla, ¡Pero deciste joderme y mandar todo a la mierda! ─escupí con furia mientras clavaba la daga en su pierna y escuchaba su quejido de dolor, que extrañamente me causaba cierto placer.
La moví en círculos y profundizando la herida, generando más quejidos de su parte ya que estaba aguantando gritar, supongo que se había entrenado bastante bien para soportar el dolor. La saqué de su pierna liberandolo de la presión, pero la sangre empezó a brotar sin control. Oí su respiración rápida y entrecortada, su cara estaba roja, llena de moretones y sangre.
─Jungkook, perdo... ─sus palabras quedaron a medias en el momento que clavé la daga en dos puntos precisos de su pecho. Vi sus ojos y sentí su desesperación y miedo. Habia perforado sus pulmones con la daga, lo cual permitiría la filtración de sangre en ellos.
─No puedes traicionarme y después pedirme perdón ─sentencié, alejándome de él, observando como su respiración empezaba a disminuir resultandole difícil mantenerse consiente, ya a estas alturas la sangre también brotaba por su boca─. Ojalá fuera así de fácil, hermano, pero me conoces y sabes mi modo de trabajar.
Tomé el pañuelo azul que estaba sobre la mesa para limpiar la sangre de la daga.
─Estas agonizando ─musité observando su estado deplorable mientras perdía sangre manchando su ropa─, pero por el gran trabajo que realizaste para mí, no morirás en agonía.
Uno de mis hombres me alcanzó su nueve milímetros.
─Señor Jeon ─la voz de mi asistente llamo mi atención. Me giré dirigiendo mi atención hacia él─. Recuerde que en veinte minutos debe reunirse con el señor Dimitri Petrova.
Cerré mis ojos al recordar la reunión de negocios que me había encomendando el señor Matteo, mi padre. Pues según él era la forma más certera de introducirme aún más al negocio familiar del cual soy el próximo líder.
Me acerqué hasta Alex, quién ya mantenía su cabeza baja, intentando mantenerse con vida sin éxito alguno. Levanté su rostro para mirar una última vez a los ojos verdes del que alguna vez fue mi hermano.
─L'Ndrangheta es familia y la familia no se traiciona ─disparé directo a su cráneo provocando que un poco de su sangre me saltara encima.
Miré mi camisa blanca de marca manchada con algunas gotas rojas.
─Maldición, es mi camisa favorita.
Mis hombres se acercaron a mi ofreciendome sus pañuelos para limpiarme el rostro qué tal parece también me había salpicado sangre.
─Señor, ¿Qué hacemos ahora?
─Tiren su cuerpo en el Río Han, alguien lo encontrara y le informara a sus superiores ─ordené, mientras me colocaba nuevamente la gabardina─. Su familia es intocable, seguirán bajo nuestra protección.
Salí del edificio para encontrarme con Namjoon quien me esperaba junto al auto.
─Namjoon, encárgate de darle todo lo necesario a la familia Whitney.
─A pesar de su traición, ¿Seguirá brindándole ayuda y protección a su familia? ─cuestionó con curiosidad, mientras me abría la puerta de copiloto.
─Podré ser un hijo de mil puta Nam, pero tengo límites.
El vehículo fue aparcado fuera del club permitiendome observar la larga fila de hombres y mujeres que había para ingresar al lugar. Tal parece que era un sitio muy famoso, aunque no podía decir nada al respecto aún, era la primera vez que venia, o mejor dicho, me citaban.
─Señor Jeon ─la voz del moreno llamándome me sacó del divage mental en el que me había sumergido─. ¿Bajará?
Miré hacia mi costado encontrándome con la neutral mirada de Namjoon esperando una respuesta. Asentí sin decir nada para luego bajarme del auto recibiendo de lleno la fría brisa nocturna. Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón, pues llevaba la gabardina desprendida.
─Tómate la noche libre ─le ordené al más alto en cuando se posicionó a mi lado. Realmente estaba agradecido con Namjoon al acompañarme a todos lado, pero de verdad necesitaba estar solo y sé que él también necesitaba su tiempo para estar con su familia.
─Pero Señor... ─se calló en el momento que le hice una señal con la mano de alto.
─No te preocupes por mi, pediré un taxi por cualquier motivo. Ahora vete a tu casa, tu esposa y tu hija te han de estar esperando ─le dí unas palmadas en el hombro finalizando la conversación.
El moreno no me contradijo, solo asintió a mis palabras y de inmediato regresó al vehículo para ponerlo en marcha e irse. Solté un suspiro pesado antes de encaminarme hacia el Club Bright Night, presentía que sería una noche aburrida. El guardia de la entrada pidió mi nombre en cuando estuve frente suyo para buscarme en la famosa lista VIP o, como también suele llamarsele, lista de invitados especiales, que usualmente son personas famosas o que tienen gran influencia en cualquier área importante en Corea del Sur.
─Señor Jeon, sea bienvenido, el señor Petrova aún no ha llegado, pero puede esperarlo adentro ─me informó con una reverencia mientras abría la puerta de entrada.
Le saludé con un asentimiento de cabeza para seguidamente adentrarme al lugar. Las luces neón eran a juegos de colores entre rojos, azules y violáceos. Una combinación un poco fuerte para aquellos que tuvieran una visión sensible. La música era tolerable y el ambiente se encontraba tranquilo para lo que me había imaginado.
Caminé hasta la barra para pedirme un trago así poder pasar el tiempo más relajado y que la espera no se me haga eterna. Tan solo pensar que en un futuro tendría tantas responsabilidades me estaba resultando un dolor en los huevos.
─Aquí tiene señor ─el bartender dejó el vaso con la botella de sambuca, los granos de café y un encendedor.
Tomé el vaso y vertí un poco del licor, luego coloqué siete granos de café dentro del vaso junto al líquido para finalmente encender el fuego en la superficie del vaso, para después taparlo con la palma de mi mano y agitarlo un poco. Quité mi mano e inhale el aroma era maravilloso, seguidamente me lo tomé de un solo trago.
─Señor ─llamo mi atención el joven bartender─. ¿Qué fue lo que hizo con la bebida?
Sonreí. No había cosa sobre el planeta tierra que amara más que a mi querida Italia, aunque a mis quince años tuve que mudarme a Corea con mi madre.
─La sambuca es un licor dulce que esta basado en anís, es una bebida típica en Italia ─le conté─. La forma de beberlo correctamente es como me viste hacerlo, eso sí son siete granos de café ni más ni menos.
Una desconocida melodía empezó a sonar en cada recoveco del lugar, llamando mi atención al oírla conocida, mientras que una luz blanca era encendida y dirigida directamente hacia uno de los escenarios donde había un tubo y al lado una mujer de cabello rojizo de espaldas. Su cuerpo se podía apresiar a grandes rasgos, pues la vestimenta que llevaba puesta se dividía en dos partes superior e inferior, sin desmerecer los bonitos tacones de plataforma transparente. La falda blanca le quedaba algo corta por lo que se podía ver algo de sus nalgas. Sus piernas largas al descubierto se veían jodidamente sexis. Se dió la vuelta en el momento que la letra de la canción empezó. De frente la vista era aún mejor, el corset que tenía, que era del mismo color que su falda, marcaba espléndidamente su cintura y pechos. Maldita sea, la condenada era hermosa. Sus rostro parecía el de un ángel.
La flexibilidad y fuerza que manejaba para poder moverse libremente en el tubo era impresionante y admirable. Su rostro era bellísimo y su cuerpo era deslumbrante. ¿Cómo una mujer podía ser tan malditamente hermosa?
Sus ojos negros conectaron con los míos y una pequeña sonrisa se dibujo en sus rojizos labios de manera provocativa. Sus manos recorrieron tocando su cuerpo sin vergüenza alguna mientras seguía la música sin perder ritmo. Los hombres a su alrededor enloquecian al verla moverse de manera espectacular. No puedo negarlo yo también estaba hipnotizado por ella.
Una sensación extraña apareció en mi al tener su mirada fija en mi persona y darse una nalgada así misma en una provocación evidente. Sentí mi cuerpo caliente por esa simple acción. Miré hacia mi zona baja y allí pude ver perfectamente el gran bulto que se había formado entre mi entre pierna. Maldijé internamente a la mujer que seguía dando su show como si no me hubiera provocado una erección.
Agradecí internamente de que el lugar estuviera casi a oscuras. Necesitaba atender mi situación porque el dolor me se me estaba volviendo insoportable y no quería que el señor Petrova me viera así. Me alejé de la barra para buscar un lugar donde hubiera privacidad llegando hasta los baños. Nunca me había masturbado en el baño de un club, pero bueno, dicen que siempre hay una primera vez para todo.
Entré y le pusé seguro necesitaba mi privacidad para concentrarme. Me senté sobre la tapa del retrete, desabotoné un poco mi camisa de la parte final dejando expuesta parte de mi abdomen, las queñas gotas de sangre ya se habian secado aunque muy poco importancia les dí. Desabotoné el único botón que tenía el pantalón y seguidamente bajé el cierre dejando casi a la vista el bulto que se había hecho. Bajé mi boxer liberando mi pene erecto y endurecido. Sonreí al verlo, estaba más que orgullo de mis veintiséis centímetros.
Lleve una de mis manos para rodear mi falo y empezar a masajearlo de manera lenta desde la pelvis hasta la glande repitiendo el mismo patrón varias veces. Mi cabeza fue hacia atrás en el momento que había aumentado la rapidez de los movimientos. Mi respiración se entrecorto. A mí cabeza llegaron imágenes de aquella pelirroja imaginandola de rodillas frente a mi mientras lo esta chupando con esos labios rojizos que poseía y mierda que eso me había exitado aún más, se sentia deliciosamente bien. La imagen mental había sido suficiente para incentivarme a terminar viniendome sobre mi mano.
Me tomé mi tiempo hasta recuperar el aliento, mientras tomaba un poco de papel y limpiaba el semen de mi miembro y mi mano.
Me levanté del retrete para acomodarme el pantalón y la camisa, una vez listo salí hacia los lavabos para lavar mis manos y mojar mi rostro pero un pensamiento llegó a mi... ¿Cómo se vería la pelirroja completamente desnuda?
─No, Jungkook, controlate ─me repetí mentalmente mientras me miraba en el espejo─. Debemos evitar otra erección.
Mi celular empezó a sonar desde mi bolsillo trasero, lo saqué para verificar de quien se trataba y era nada más ni nada menos que el dueño del lugar.
─Señor Petrova ─salude formalmente al atender su llamado─. Tuve una urgencia, nada grave, en unos minutos estoy con usted ─corté la llamada.
Respire hondamente antes de salir. Algo me decía que sería una noche larga de negocios, pero prefería mantener la cabeza ocupada en eso a tenerla maquinando escenas fuertes con aquella mujer, pero maldita sea quería cojerla.
( 🌹 ) JAJAJA #noalafuna
Tengan piedad de mi pobre alma que es la primera vez escribiendo tan explícitamente.
En fin, espero que les guste este corto fic puercas. No se olviden de votar y comentar ❤️
Les dejo un meme hecho por mi.
Ahora sí, bye, mentes sucias ;)
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