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❝ A BAD BEGINNING ❞
part four
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El grupo de niños se apresuró a salir al patio trasero y buscaron desesperadamente a sus hermanos menores por todo el lugar; gritaron sus nombres, buscaron en los montículos de pasto y hojas secas e incluso los buscaron en la carretilla en la que habían echado los troncos, pero jamás tuvieron suerte para encontrarlos.
—No niños, me temo que no están buscando en el lugar correcto. —dijo el Conde acercándose a los cuatro infantes. —Para lo mucho que leen es increíble lo poco inteligentes que son.
—No están aquí. —dijo Klaus.
—Creo que eso es obvio, cuatro ojos. —mencionó Miles bruscamente.
—Aww, no se depriman. —comentó el Conde haciendo un pequeño puchero. —Yo diría que siempre hay que tener la frente en alto... alto... muy alto.
Dicho eso, los cuatros niños levantaron sus miradas y pudieron ver en lo alto de la casa a los dos bebés que tanto buscaban. Pero eso lejos de aliviarlos, causó la reacción contraria en ellos, pues Sebas y Sunny se encontraban encerrados en una jaula, atados de manos y con cintas en la boca. Por si no fuera poco, la jaula en la que los dos pequeños estaban se encontraba colgada de manera que, si la soltaban, ambos bebés tendrían una caída libre de alrededor de nueve metros.
—¡Suéltalos, no te han hecho nada! —exigió Violet, dando un paso al frente.
—¡Son solo unos bebés! —reclamó Blue.
—Bueno, si en verdad quieren que los suelte, lo haré. Pero incluso unos niños estúpidos como ustedes podrán darse cuenta de que si la suelto o le digo a mi camarada...
—¡Hola! —saludó el manos de ganchos desde arriba.
—...Que los suelte, no podrán sobrevivir la caída. Es una torre de nueve metros, que es una distancia muy grande para que caigan personas tan pequeñas, incluso si están dentro de una jaula. ¡Pero si insisten!
—Maldito bastardo.
—¡No, no lo hagas!
—¡Ese bebé es tu hijo!
—¡Por favor, Sunny solo es una bebé!
Dijeron Miles, Klaus, Blue y Violet al mismo tiempo mientras que el Conde se dedicaba a darles la espalda, totalmente dispuesto a dar la orden de que dejaran caer a los bebés.
—¡Haremos lo que sea, pero no la lastimes! —afirmó Violet, por lo que el Conde se giró para poder verla.
—¿Lo que sea? Piensa bien lo que dices, Violet. No deseamos forzarte a nada. —dijo James desde el umbral de la puerta, recordándole a todos los niños su presencia en aquel lugar. —¿Considerarías tal vez casarte con Olaf durante la presentación de mañana?
—Jamás dejaré que eso suceda. —intervino Miles.
—Estoy hablando con ella. —respondió James sin siquiera mirar a su hermano.
— Niños, sus hermanos son como la estaca que golpea a la mula empacada. — explicó el Conde logrando atraer la atención de Klaus y Blue, quienes fruncieron el ceño mientras pequeñas muecas aparecían en sus rostros.
—Nuestros hermanos no son una estaca. —dijo Klaus.
—Cualquiera que tenga animales siempre les dirá que una mula empacada siempre irá hacia la zanahoria porque quiere la recompensa de la comida y lejos de la estaca porque quiere evitar el castigo que le causará dolor en el trasero. De la misma manera, harán lo que ordenamos para evitar el castigo; la pérdida de sus hermanos. — explicó detenidamente Olaf antes de hacer el intento de acercarse a Violet, siendo detenido inmediatamente por Miles. — Oh, vamos, ¿sería tan malo ser mi novia y vivir en mi casa el resto de tu vida, Violet?
—Es una niña muy linda como para vivir toda su vida aquí encerrada con un esposo mediocre. —afirmó Blue, haciendo que James soltara una pequeña risa.
—Después de la boda no me desharía de ti como de tus hermanos y el otro par de mocosos, Violet. —dijo el Conde, ignorando por completo a Blue.
—Si sueltas a Sunny... —murmuró Violet y tras mirar por unos segundos a Klaus, Blue y Miles, asintió ligeramente. —...sí me caso.
—¡Mazel tov! —exclamaron los secuaces del Conde y tiraron arroz por los aires.
—Bien, dejaremos ir a sus hermanos después de la actuación de mañana. —aseguró James, alejando de un pequeño empujón a Miles del Conde. —Mientras tanto, se quedarán en la torre para asegurarnos de que no intentarán nada.
—No, no. —negó Miles firmemente. —Suéltenlos ahora.
—Esto no es una negociación, Miles, comienza a entender tu lugar. —respondió James de manera seria antes de darse la vuelta e irse de ahí, dando a entender que él tenía la última palabra.
Poco después de eso, el Conde Olaf y sus secuaces volvieron al interior de la casa sin darles tiempo a los Baudelaire o a los Snicket de replicar de alguna otra manera. Finalmente, tras unos segundos de silencio en el que los niños permanecieron quietos mirando hacia la jaula en la que estaban sus hermanos menores, Violet ató su cabello en una coleta y no mucho tiempo después logró idear un plan para así ayudar a sus hermanos a escapar.
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—Sebas y Sunny deben estar muy asustados. —murmuró Blue, viendo la pila de rocas que estaba frente a la cama en la que estaba sentada.
—Todos lo estamos, Blue. Pero sentándonos en este cuarto a lamentarnos no arreglaremos nada. —respondió Miles, ayudando a Violet a quitar la hamaca en la que había estado durmiendo Klaus.
—¿Saben? Creo que deberían dormir un poco. Se desvelaron descubriendo el plan del Conde, es necesario que descansen. —sugirió Violet por lo que Klaus dejó de mirar hacia la ventana y miró la hamaca en las manos de Violet.
—Pero estás desarmando mi cama. —dijo Klaus y Miles señaló hacia su catre antes de hablar.
—Puedes usar la mía, no es tan cómoda como una hamaca, pero de algo te servirá. Además, Violet tiene razón, ustedes ya hicieron algo y ahora es nuestro turno.
—Igual no sirvió de nada averiguar el plan de Olaf si tenía otra manera de voltear la tortilla. —murmuró Blue antes de sentarse sobre la cama que compartía con ambas Baudelaire. Tras esto, Violet se acercó a ella y negó ligeramente.
—Claro que sirvió, solo que hizo falta la segunda parte del trabajo. —aseguró la castaña y volteó a ver a su hermano. —Klaus, la vez que llegó Sunny a casa, ¿qué fue lo primero que hizo?
—Mordió el pomo de una puerta. —respondió Klaus casi al momento causando que una pequeña sonrisa se asomara en el rostro de su hermana mayor. Al ver esta escena, Miles se acercó a alborotar el cabello de Blue.
—Mamá me hizo prometer que cuidaría de ti y de Sebas, Blue; y créeme que eso haré. Pero en este momento todos estamos juntos y saldremos juntos de esto, ¿bien? Para eso necesitamos que ustedes dos descansen.
Solo bastaron unos minutos para que Blue y Klaus cayeran profundamente dormidos, mientras que Miles y Violet ponían en marcha el plan de la pequeña inventora. No faltó mucho para que ambos descubrieran que hacían un buen equipo, mientras que Violet lograba que los engranajes encajaran a la perfección, Miles hacía los cálculos pertinentes para que el invento funcionara de la mejor manera posible con las cosas que tenían a la mano.
Pero no todo podía ser tan fácil, ¿cierto?
—Creo que deberías intentarlo un poco más a la derecha. —sugirió Miles al ver que el tercer intento de Violet para atorar el arnés había sido nuevamente un fracaso. Violet volteó a ver a Miles y sin pensarlo dos veces asintió e hizo que sus pies se movieran dos pasos hacia la derecha antes de volver a lanzar el arnés, que volvió a caer directo al suelo, causando un pequeño quejido de frustración por parte de Violet.
Finalmente, después de varios intentos, por fin el arnés se enganchó en una estructura sobresaliente de metal por lo que Miles y Violet voltearon a verse con grandes sonrisas de orgullo.
—Bien, cuando yo te diga comienzas a girar la polea para que yo pueda subir a sacar a Sunny y Sebas de la jaula. —explicó Violet haciendo que Miles asintiera y se colocara en el lugar en el que la castaña le había indicado con anterioridad. Después de unos segundos en los que ella dobló un clip para lograr la forma de una llave, le dio la señal a Miles, que de inmediato comenzó a girar la polea, haciendo que, en cuestión de segundos, Violet se encontrara frente a ambos bebés.
Los segundos se convirtieron en minutos, por lo que el rizado frunció el ceño y alzó la mirada encontrándose con que Violet ya no estaba ahí. Ante las circunstancias, la mente de Miles comenzó a trabajar tan rápido como pudo en armar un plan para salvar a Violet y los bebés, sin embargo, antes de que él pudiera ponerse en marcha hacia la habitación para hablar con Blue y Klaus, sintió una mano colocándose firmemente sobre su hombro.
—¿Buscabas algo, Miles?
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—Será mejor que te sientes. —dijo el manos de ganchos por lo que Violet negó con la cabeza haciendo que el secuaz del Conde frunciera el ceño y empezara a hacer ademanes tan raros con sus ganchos que terminaron por hacer que Violet se sentara de mala gana. —Es claro que el Conde Olaf no está muy contento con su novia.
—No soy su novia. —replicó Violet mientras hacía una mueca de desagrado.
—Oh, muy pronto lo serás. Y eso solo significa que muy pronto seré tu secuaz político. —explicó el mayor antes de acercarse a Violet, causando la incomodidad de la niña.
Afortunadamente para Violet, en ese momento la puerta del cuarto de la torre se abrió y entró el Conde junto a James que traía del brazo a Blue y Klaus mientras que el Conde jalaba a Miles.
—Algunos dicen que el trabajo más difícil es cuidar a un niño. Pero no es lo mismo que escribir, dirigir y producir una obra de teatro con el propósito de robar la fortuna de los padres muertos, es algo muy difícil, ¡y no dejaré que ningún huérfano o hijo mío lo eche a perder! —exclamó el Conde mientras que todos los niños lo veían con atención.
—Nunca tocarás nuestra fortuna. —dijo Klaus intentando mantenerse tranquilo al ver que el Conde Olaf se acercaba a Violet y colocaba una mano sobre su hombro.
—Klaus... tocaré todo lo que yo...
—Tú no tocarás nada. —replicó Miles, empujando a su padre lejos de Violet y colocandose frente a ella para evitar que el hombre de la uniceja se volviera a acercar. —Ni a Violet, ni a sus hermanos o su herencia.
—Deja de jugar al héroe, Miles. —habló James. —Ese papel no te queda.
—A ti nadie te está hablando, imbécil. —contestó el ruloso, dirigiendo su mirada a su hermano.
Blue estuvo por intervenir para evitar que la situación se hiciera más incomoda de lo que ya era, sin embargo, Miles volteó a verla y negó ligeramente con la cabeza, restándole importancia a la conversación. Posterior a eso, el Conde soltó un largo suspiro antes de indicarle a su secuaz que cerrara todas las posibles salidas por las que el grupo de niños podría escapar.
Y antes de por fin abandonar la torre al igual que el manos de ganchos y James, Olaf tomó un reloj de arena y lo levantó para que tanto sus hijos como los Baudelaire pudieran verlo.
—Cuando toda la arena termine de caer, Violet estará casada conmigo. —y sin más que decir, abandonó la habitación.
—¿Qué sucedió? —preguntó Blue, decidiendo romper con el denso silencio que había inundado el lugar.
—Intentamos rescatar a Sebas y Sunny con un invento de Violet que servía para escalar la torre. —explicó Miles por lo que Blue y Klaus voltearon a ver a Violet.
—Es muy alta, ¿no te aterraste? —cuestionó Klaus y Violet negó.
—Es más aterrador tener que casarme con el Conde. —murmuró Violet mientras extendía su mano hacia Sunny.
—Lamento que no haya funcionado, era un buen plan. —dijo Blue y Klaus asintió, dándole la razón. Por otro lado, Miles negó y chasqueó la lengua antes de hablar.
— Funcionó de maravilla.
—El problema fue que el secuaz del Conde Olaf nos descubrió. Tenemos que rescatar a nuestros hermanos antes de que termine de bajar la arena del reloj. —comentó Violet y en el momento en el que todos voltearon a ver el reloj, toda la arena ya se encontraba en la parte baja del cristal.
Y cuando creían que no podía ser peor, el papá de los Snicket asomó su cabeza por la escotilla de la torre.
—No me había dado cuenta de que la arena bajaba tan rápido, lo compre por internet, así que tendrán que darle un par de vueltas, ¿entendido?... ¡Y no toquen a los bebés!
Tan rápido como llegó, se fue, permitiendo que los niños soltaran largo suspiros y voltearan a ver a sus hermanos menores.
—Todo saldrá bien, ¿sí? Solo resistan. —murmuró Klaus.
—¿En serio? —balbuceó Sunny de la manera que pudo, puesto que tenía una cinta en la boca.
—Ustedes no están colgados. —dijo Sebas intentando mover sus manos, sin tener éxito alguno debido a las cuerdas que lo ataban.
—Creo que tienen un punto. —dijo Blue volteando a ver al resto del grupo.
—Violet, Miles. ¿No pueden hacer algo que nos ayude a escapar? —preguntó Klaus. Al escucharlo, Violet volteó hacia todos lados buscando algo que le pudiera servir para un invento. A su vez, Miles se asomó un poco por el balcón para asegurarse de que realmente estuvieran a nueve metros de altura, y tras unos segundos de pensar en algún plan, ambos niños se vieron entre sí y asintieron.
—Tal vez, ¿ustedes podrían encontrar una forma de zafarnos de la boda? —preguntó Violet.
Klaus y Blue se miraron por un momento, decepcionados. No sabían en dónde había quedado el libro de la Jueza Strauss después de que el Conde se los quitara. Pero ese día parecía ser el día de suerte de Klaus Baudelaire y Blue Snicket, ya que justo cuando estaban por darles la triste noticia a sus hermanos mayores, ubicaron el libro sobre uno de los muebles de la torre.
Así que rápidamente un par de amplias sonrisas aparecieron en sus rostros y sin dudarlo asintieron.
—Blue, ¿crees que con keroseno podríamos hacer bombas molotov? —preguntó Miles tras algunos minutos, y su hermana hizo un movimiento con su mano para responder positivamente.
— Solo tengan cuidado con la cantidad. —advirtió Blue sin despegar su mirada de su libreta.
—¿Que son bombas molotov? —preguntó Klaus.
—Son bombas pequeñas. —explicó Violet antes de señalar una esquina. —Tenemos aquellas botellas de vidrio y si las lanzamos podríamos llamar la atención. Solo hay un problema, no tenemos keroseno a la mano, todas las cosas de Blue están abajo.
—Si no firmas el documento y tampoco dices acepto, no estarás casada con el Conde Olaf. —respondió Klaus, como si fuera la salida más obvia.
—Pero entonces Olaf dejará caer a nuestros hermanos. —puntualizó Miles.
—Sin duda lo haría. —dijo el Conde, entrando una vez más al cuarto en el que estaban los niños. Y esta vez ya iba vestido de manera sumamente formal. — Vamos, niños, es hora del gran evento. Mi socio de aquí....
—Hola. — saludó el manos de ganchos.
—Se quedará con sus hermanos y estaremos en contacto constante mediante estos radio transmisores. —informó el Conde agitando en el aire un walkie-talkie. —Si algo sale mal durante la presentación de hoy, sus hermanos morirán de golpe. Ahora sí, vámonos.
Los 4 niños, voltearon a ver a los más pequeños y Violet extendió una de sus manos hacia Sunny.
—Volveremos pronto. —prometió Violet.
—No se preocupen. —dijo Miles y Blue le dio un codazo. —Cierto, perdón. Bueno... preocúpense un poco.
—Sí, claro. —balbucearon ambos bebés.
Finalmente, el cuarteto de niños abandonó el cuarto de la torre bajo la atenta mirada del manos de ganchos.
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Tras haber contestado algunas preguntas de Eleonora Poe y repasar el itinerario, el Conde Olaf dirigió a los niños a los vestidores para que pudieran vestirse con sus respectivos vestuarios. Los de Miles, Klaus y Blue simulaban ser trajes de marineros, e incluso llevaban unas boinas y moños como corbatas a juego, contrario a ellos, el vestuario de Violet era un vestido de novia acompañado de una delicada corona de flores que sostenía el velo.
—Ustedes 4 se quedan aquí hasta la escena de la boda y si hacen algo extraño, le bajaremos el telón a sus hermanos. —dijo el hombre calvo mientras dejaba a los niños en una pequeña banca detrás del escenario. —Telón significa que los dejaremos caer, aunque también significa...
—Sabemos lo que significa. —interrumpió Blue, pero antes de que él pudiera replicar, una de las personas que se encargaban de la escenografía le informó que faltaba un minuto para empezar, por lo que terminó yéndose.
Segundos después, llegó James junto con el Conde y la jueza Strauss.
—Te ves terrible. —aseguró James con un ápice de burla mientras que veía a su hermano menor, haciendo que Miles bufara, y el Conde rodara los ojos al creer que James se estaba dirigiendo a él.
—No me distraigas con charlas inútiles, trato de meterme en el papel. —reclamó el Conde, acercando una silla a la jueza para que ella pudiera sentarse.
James se limitó a reír brevemente debido a la estupidez del Conde y posteriormente se acercó a Justicia Strauss para poder explicarle a detalle que era lo que debía hacer; sentarse tras el telón hasta la escena de la boda, decir las palabras que diría en una boda real y no creer en nada de lo que los Baudelaire o los Snicket dijera.
Por supuesto que, a pesar de esas indicaciones, los niños intentaron una vez más convencer a la mujer adulta de que todo se trataba de un plan del Conde y James para robar sus fortunas, pero ella nunca escuchó. Y como si no fuera suficiente, el Conde Olaf optó por cambiar a la jueza de lugar para evitar que los niños sembraran dudas en ellas.
Ahora sí que estaban acabados.
No muy lejos de ahí, el manos de ganchos les ofreció a Sunny y Sebas una partida rápida de póker, partida que pronto se convirtió en una ronda de apuestas en las que Sebas y Sunny pudieron liberarse de las cuerdas que los ataban.
De regreso en la muy aburrida obra de teatro del conde Olaf, había llegado la esperada escena de la boda. El cuarteto de infantes se encontraba en el escenario junto al Conde y la jueza Strauss, quien se había quedado paralizada por unos segundos al estar frente a toda la audiencia y los reflectores.
Entonces el Conde aclaró su garganta y Justicia logró salir de su embelesamiento y dijo su diálogo sin titubear.
—¿Aceptas a esta mujer cómo tu legítima esposa? —dicho esto, el Conde solo tomó el acta de matrimonio y la firmo sin decir una sola palabra. Tomando esto como una respuesta afirmativa, la jueza Strauss volteó a ver a Violet. —¿Aceptas a esta mujer...
—Hombre. —corrigió el Conde.
—Hombre, sí. —repitió Justicia. —¿Aceptas a este hombre para qué sea tu legítimo esposo?
Violet al escuchar las palabras de la jueza, volteó en dirección a Klaus, Miles y Blue, los cuales asintieron ligeramente, impulsando a Violet a asentir y tomar la pluma con su mano izquierda para poder firmar.
—Acepto.
—En virtud de la autoridad que la escuela de derecho me confiere yo los declaro Conde y Condesa. —finalizó la jueza Strauss y en ese momento empezó a sonar una melodía a manera de felicitación.
El Conde sonrío ladinamente antes de intentar darle un beso a Violet, pero al ser rechazado por la menor, le restó importancia y procedió a caminar hacia el borde del escenario.
—Damas y caballeros, quisiera hacer un anuncio. No hay necesidad de continúar con la obra esta noche. —dijo el Conde y el señor Poe que había estado dormido, comenzó a aplaudir. —Pues el propósito ya se ha cumplido, porqué esta no fue una escena de ficción, mi matrimonio con Violet Baudelaire es completamente legal y ahora tengo el control de toda su fortuna.
—No puede ser. —cortó la jueza Strauss al escuchar las exclamaciones de sorpresa del público.
—Al contrario, las leyes de este país estipulan claramente que la novia debe decir acepto y firmar con su puño y letra el documento correspondiente. —el Conde Olaf, tomó el acta entre sus manos y la mostró al público. —Y todos ustedes, damas y caballeros, fueron testigos.
—¡Pero no tiene edad para casarse, es una niña apenas! —exclamó el señor Poe.
—La tiene si su tutor lo permite y además de ser su esposo, yo soy su tutor legal. —informó el Conde mientras que detrás de él, Justicia negaba con la cabeza.
—Ese papel no tiene validez oficial, es utilería solamente. —aclaró la jueza.
—Si miras con atención, podrás darte cuenta de que figurativamente real.
—Literalmente. —corrigió Blue.
— Eso dije.
—Me temo que este documento es... completamente vinculante. Violet, dijiste acepto y firmaste con tu puño y letra. —explicó la jueza enseñándole el acta a los 4 niños presentes. —El Conde Olaf ahora es su legítimo esposo.
—¿Y...?
—Y también una persona vil y horrible. —murmuró Justicia.
—Una persona vil y horrible que ahora tiene todo el control sobre la fortuna Baudelaire... ¡Ah claro! Y también de la Snicket. —al decir esto; Miles y Blue fruncieron el ceño, estando completamente seguros de que su dinero estaba completamente a salvo. —Así es, niños. Su hermano logró transferirme hasta el último centavo de sus cuentas bancarias mientras estaban distraídos viendo la obra.
—¡Esto es inaceptable y no lo permitiré!
—Me temo que ya nadie puede hacer nada. —dijo el Conde con orgullo y soltó una risa macabra que solo hizo que la jueza Strauss bajara la mirada.
—El Conde Olaf tiene razón, este matrimonio es legalmente oficial y si el dinero fue transferido, también fue de manera legal. —tras decir estas palabras, Olaf comenzó a bailar mientras reía y la jueza comenzó a llorar. —Lo siento tanto, niños. No puedo creer cuan fácilmente me dejé engañar.
—Sí que los engañé con facilidad, obtener estas fortunas fue tan fácil como quitarle un dulce a un niño y ahora les tengo preparada una celebración para mi día especial. ¡Toquen, músicos!
—¡Alto! —exclamó Klaus causando que la música que recién empezaba se parara. —Primero suelta a Sunny y Sebas.
—¿Dónde están ellos? —preguntó Strauss.
—Me temo que por ahora están atados de manos. —dijo el Conde y al ver que nadie se rio, el soltó una pequeña risa. —Es una broma. Verán es un juego de palabras, en sentido figurado...
—¡Prometiste soltarlos! —replicó Violet.
—¿Y qué clase de esposo sería si no cumpliera con mis promesas? —preguntó el Conde e intentó acariciar la mejilla de Violet, pero fue detenido por Miles que se interpusieron en el camino de su mano. —Cómo sea... —murmuró y tomó su walkie-talkie para hablarle al manos de ganchos. —Suelta a los mocosos en caída libre.
Blue y Klaus estaban por decirle algo al Conde, pero en ese momento llegó el manos de ganchos atado de los brazos y con cinta en la boca mientras que empujaba a los bebés sanos, salvos y libres en una carretilla. Al ver esto, Olaf se acercó a su secuaz y le arrancó bruscamente la cinta de la boca haciendo que soltara un grito.
—¿Qué crees que haces, idiota?
—Tenía que traerlos, les salió flor imperial. —se excusó el secuaz, y antes de que al Conde se le ocurriera hacer algo más en contra de los bebés, Violet y Miles se apresuraron a levantarlos de la carretilla.
—De cualquier manera, sigo estando casado con Violet, me desharé de esos mocosos en nuestra luna de miel. —dijo el Conde y se acercó a Violet extendiendo una mano hacia ella. —¿Quieres bailar, condesa?
Miles le hizo una seña apenas perceptible a Blue, que asintió sin pensarlo y ambos hermanos comenzaron a sacar sus catalejos, tal y como lo estaban haciendo dos personas más del público. Sin embargo, la respuesta de Violet hizo que tanto los Snicket como los voluntarios en el teatro se detuvieran.
—No soy Condesa... al menos no creo serlo. —respondió Violet mientras que el Conde comenzaba a enarcar su uniceja.
—Dime, ¿por qué no lo serías? —preguntó.
—No firmé de puño y letra como el estado exige. —confesó Violet.
—No me mientas, huérfana, todos te vieron. —replicó el Conde mientras que la jueza Strauss y el público asentían.
—Pero soy diestra y firmé el documento con la mano izquierda. —explicó la castaña por lo que el Conde solo rio con diversión, confiando por completo en su plan.
Pero la Jueza Strauss frunció el ceño, al igual que James. Ambos se veían completamente confundidos, pero el mayor de los hermanos Snicket no solo estaba confundido, sino que también podía ver como todo el plan que el Conde Olaf había construido, comenzaba a desmoronarse en un millón de pedazos y eso lo hacía sentirse furioso.
No podía ser que cuatro niños en menos de un día hubieran podido descubrir la manera de librarse de un plan que Olaf había elaborado con semanas de anticipación.
Y es que no era para menos, James había estudiado una carrera en leyes. No podía ser que Klaus Baudelaire con una sola noche de lectura hubiera descifrado la clave para destruir un plan que él mismo se había asegurado de reforzar de todas las maneras posibles para evitar que precisamente eso sucediera.
Y mientras James Snicket escuchaba más sobre la explicación y fundamentación legal del porqué Violet no estaba legalmente casada con el Conde, ese sentimiento de enojo se plantó cada vez más en su pecho, como si de una plaga se tratase.
Una plaga de rencor y odio.
—Así como dijo Martín Luther King; "la moral no se puede legislar, pero la conducta se puede regular. Los decretos judiciales tal vez no cambien el corazón, pero pueden disminuir la crueldad." —recitó Klaus a la par de la jueza Strauss que finalmente y gracias a la explicación entre Klaus y Blue, pudo tomar una decisión.
—Esta explicación fue impresionante y sin lugar a duda me convenció. Y ante esto me alegra decir que cómo Violet que es diestra y firmó con la mano izquierda, el matrimonio no es válido.
En ese momento, todo el público comenzó a aplaudir y festejar el hecho de que el plan del Conde había salido mal.
— Bueno... ¡Violet podrá no ser mi esposa, pero sigo teniendo la fortuna de los Snicket y ustedes siguen siendo mis hijos!
—No lo creo. —dijo Miles, negando levemente con la cabeza. —Nuestro tío Jaques sabía que en algún momento intentarías algo así.
—Entonces convenció a nuestra mamá de movilizar el dinero a una cuenta alterna que los Britter amablemente nos prestaron. —explicó Blue. —El dinero que estaba en nuestras cuentas no era ni siquiera el diez por ciento.
Parecía que, con esa aclaración, esa terrible pesadilla estaba por terminar. Que simplemente sería un capítulo cerrado en sus vidas, un mal rato que recordarían como una anécdota cuando los Baudelaire estuvieran a salvo en la casa de su nuevo tutor, un hombre que se hacía llamar Montgomery.
Pero esto se llama "Una Serie de Eventos Desafortunados" ¿no?
En el momento en el que el señor Poe dijo que no solo irían los Baudelaire con él, sino que también los Snicket, los niños no pudieron celebrar debido a que todas las luces del lugar se apagaron, dejando en incertidumbre a todos los presentes.
— Me quedaré con su fortuna así sea lo último que haga y cuando la tenga, los despedazaré a ustedes y a sus hermanos miembro por miembro. —susurró el Conde Olaf en los oídos de Violet y Miles.
Y entonces escapó y las luces se prendieron, haciendo que se comenzara una discusión sobre quién era la persona más apta para acoger al grupo de niños. Pero eso no importaba, no cuando el testamento de los Baudelaire y el último telegrama de Kit Snicket decían tan claramente que debía suceder desde un inicio.
Es difícil entender varias cosas en la vida, incluso después de años y años de pensar en ellas mientras deambulas solo por desolados paisajes, por lo general en temporada baja. Los Baudelaire no entendían porqué los mandaban con otro pariente desconocido, mientras tanto, los Snicket no entendían el porqué de la repentina desaparición de su madre, se preguntaban constantemente: ¿cuál era la razón de que ella los hubiera mandado a playa salada aquel día sin ninguna otra indicación de que debían hacer? ¿Debían esperar acaso ordenes de V.F.D?
Pero como en el caso de muchos otros eventos desafortundos en la vida, solo porque no lo entiendes, no significa que no sea bueno. Los niños pensaban que se movían de forma aberrante, una palabra que aquí significa una dirección muy, muy mala que les causaba muchas penurias.
Y desafortunadamente no estaban equivocados.
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[MEET ME IN THE AFTERGLOW]
addictionsmic 2020/2025
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