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A BAD BEGINNING
part two
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—Vamos niños, ahora que les encontré un tutor legal apropiado los dejaré en su nueva casa antes de que abran los bancos. —dijo el señor Poe saliendo detrás del grupo de niños en dirección a su auto. —Sé que deben estar nerviosos por ir a vivir con un tutor. Recuerdo como era yo a su edad.

—Tenemos diferentes edades. —mencionó Miles mientras rodaba los ojos.

—Como sea. Creo que al menos una parte de su tristeza disminuirá cuando conozcan a este hombre. Sé que está ansioso por conocerlos y... ¡Es actor! Así que su emoción es genuina.

—¿Y cómo se llama? —preguntó Klaus distraídamente, mirando la mitad de catalejo que había encontrado.

—Conde Olaf. —esta respuesta hizo que Blue se ahogara con su propia saliva y comenzara a toser, por lo que los Baudelaire la miraron con confusión.

—No sabía de él. —comentó Violet.

—Es veamos... su primo tercero o su primo cuarto. En cualquier caso, es su primo lejano, vive cerca y el testamento dice que deben ir con su familiar más cercano, además los Snicket permanecerán con ustedes. ¿No es eso bueno?

—¿Sabe qué significa "familiar más cercano"? —cuestionó Klaus ignorando todo lo demás.

—Señor Poe, si vive tan cerca, ¿por qué nuestros padres jamás lo invitaron a cenar? —preguntó Violet, haciendo que Miles bufara.

—No lo sé, Violet, tal vez porque no es su familiar. Todo esto debe de ser una confusión, señor Poe. —replicó Miles mientras que el señor Poe negaba.

—La razón es simple, seguro siempre está ocupado. —esta respuesta hizo que pequeñas muecas se dibujaran en el rostro de los Baudelaire, por otro lado, Miles rodó los ojos una vez más y Blue se cruzó de brazos mientras resoplaba. —Como banquero yo muchas veces estoy ocupado, por lo que los dejaré en su nueva casa de forma apresurada, apresurada significa rápida.

—Sabemos lo que significa. —respondió Klaus.

—Claro, el punto es que debo estar en el banco pronto.

Y con eso la conversación se dio por terminada. Eso al menos hasta que el auto se detuvo en el pintoresco vecindario en el que ahora vivirían los Baudelaire y los Snicket, y afortunadamente, los niños y el señor Poe tuvieron la suerte de encontrarse con una amable señora que comenzó a contarles por qué había comprado las cosas que llevaba en bolsas de papel. Fue entonces que los Baudelaire se ofrecieron a ayudarle con cosas en las que eran buenos creyendo que ella era la esposa del que sería su nuevo tutor.

Sin embargo, aquella dulce señora les dijo que en realidad solo era la vecina de su nuevo tutor y procedió a indicarles la que sería su nueva casa.

Y mientras que los Snicket solo intentaban alejar terribles recuerdos de su niñez en esa casa, los Baudelaire no pudieron evitar sentir como un escalofrío recorría su espina dorsal al ver aquella casa lúgubre y descuidada que opacaba toda la alegría que anteriormente habían visto en el vecindario.

Por otro lado, el señor Poe sin perder más el tiempo llevó a los niños hasta la entrada de la casa y tocó el timbre sin obtener ninguna respuesta.

—Que raro. —dijo el señor Poe después de unos segundos. —Dijo específicamente que ansiaba ponerles las manos encima.

Esto hizo que todos los niños se vieran entre sí con ceños fruncidos, sin embargo, no dijeron nada y su silencio fue interrumpido poco después por una voz detrás de la puerta.

Hola, no. Holaa, hola, ¿Hola? ¡Hola!

Y después de eso, un ojo apareció por la mirilla de la puerta y esta misma no tardó mucho en abrirse, dejando ver a un hombre de mal aspecto, utilizando ropa y zapatos viejos, rematando con una uniceja.

—Hola, hola, hola niños

Sin olvidar el horrible tatuaje de un ojo en su tobillo.

—Soy el Conde Olaf, el reconocido actor y su nuevo tutor. —se presentó aquel hombre, haciendo que los Baudelaire lo miraran con pequeñas muecas dibujadas en su rostro. Mientras tanto, los Snicket solo miraban sus pies con incomodidad. —Bienvenidos.

—Gracias. —dijo Violet sin saber muy bien que decir.

—No hay de qué. —aseguró el Conde con una pequeña sonrisa. —Pasen, por favor. Límpiense los pies en el tapete para no dejar huellas de lodo. ¡Y no olviden sus enormes fortunas!

Tras decir eso, el Conde Olaf se hizo a un lado para dejar que el grupo de niños pasara a su humilde —y realmente muy humilde— hogar y se apresuró a ir a una pequeña periquera que había en el recibidor de la casa para cargar a un bebé de la edad de Sunny en sus brazos.

Blue pudo reconocer a su pequeño hermano de inmediato y corrió para quitárselo de los brazos al Conde, que parecía aliviado de no tener que cargar a esa bola de carne y huesos por más tiempo.

Mientras tanto el señor Poe mantuvo una conversación con el Conde por unos segundos, mismos que los niños utilizaron para recorrer con la mirada el sucio y deteriorado lugar en el que vivirían de ahora en adelante.

—...Bueno, sé que no ha de ser tan impresionante como la mansión Baudelaire o el hotel en el que viven los Snicket, pero tal vez niños, podremos repararla con un poco de su dinero.

—Sí claro. Y luego nos tomaremos de las manos y cenaremos como una familia feliz. —dijo Miles sarcásticamente, el señor Poe por su parte, negó brevemente.

—Conde Olaf, las fortunas de los niños no pueden utilizarse para tales fines. El testamento de los Baudelaire especifica cómo deben ser educados estos niños en caso de un evento desafortunado. —explicó el señor Poe mientras que los cuatro niños mayores asentían.

—Ay sí, el incendio. —comentó el Conde, fingiendo sentirse mal por lo sucedido. Aunque en el fondo no sentía nada, y eso lo sabían perfectamente bien sus hijos.

—Y en cuanto a la fortuna Snicket, aún es custodiada por su tutora legal, su madre.

—Pero yo soy su padre, pueden compartir un poco...

—Ni lo pienses, Olaf. —replicó Miles.

—Cada centavo de ambas fortunas permanecerán guardados hasta que Violet y Miles sean mayores de edad. —el señor Poe acomodó un poco su sombrero mientras hablaba, por lo que no notó como el Conde miraba a los niños con confusión.

—Pregunta, ¿quienes son Violet y Miles?

Blue suspiró y Miles rodó los ojos, llevaba 16 años diciendo ser su padre y aún no podía reconocerlo cuando lo veía.

—Son los mayores.

El Conde asintió mientras hacía una pequeña imitación de un gruñido, por lo que los Baudelaire los miraron sin poder ocultar sus ansias, no se sentían para nada seguros en esa casa, y no era solo porque parecía que el techo podía caerse en cualquier momento por lo descuidada que estaba la construcción.

—Muy bien niños, espero ser para ustedes como el padre que nunca tuvieron. —mencionó el Conde y Klaus acomodó sus lentes antes de hablar.

—Tuvimos un padre.

—Sí, lo sé. También tuvieron una madre, extraordinaria mujer, seguro ha de ser la envidia de los todos los montones de cenizas en el mundo.

Los Baudelaire fruncieron el ceño y el señor Poe tuvo que fingir que tosía para evitar que los niños se dieran cuenta de que estaba riéndose del cruel chiste que había hecho el Conde. Pero los niños no eran tontos, y al notarlo se miraron entre sí con incomodidad.

No pasó mucho tiempo antes de que el momento que los niños tanto temían que sucediera llegara, el señor Poe por fin se había ido y los había dejado sin importancia en la horrible casa del Conde, y estaban seguros de que ese hombre no tenía buenas intenciones.

La terrible maldad de este vil enemigo me ha acechado desde que pude conocerlo cuando éramos jóvenes. Les confieso que cuando pude tomar el caso Baudelaire/Snicket terminé sorprendido y llorando al notar su absoluta perversidad y su completa ausencia de talento para actuar.

Tras asegurarle a los Baudelaire y a sus hijos que estaba cada vez mejor, el Conde sacó una lista de su saco y se la entregó a Miles, quien de mala gana comenzó a leerla y pudo notar que se trataba de una interminable lista de tareas que incluían limpiar los baños, pulir el piso y la platería e incluso lavar la ropa interior del Conde.

Violet, que también se encontraba leyendo la lista hizo una mueca de asco al leer eso último y Miles estuvo por reclamar, pero Blue le hizo una seña para que se mantuviera callado, lo que permitió que el Conde Olaf comenzara a darles un recorrido por la casa.

Les mostró la cocina —que estaba hecha un desastre— y les enseñó a encender la estufa a golpes antes de decirles que la quería inmaculadamente limpia, luego los llevó a la biblioteca carente de libros y les ordenó mantenerla libre de polvo, después fueron al salón de baile y el Conde ni siquiera tuvo que mencionar que tenían que cambiar el piso porque era algo notorio. Pasaron también por el cuarto de lavado, el tendedero, el patio, el baño número siete, el nido de ratas debajo del piso del baño número siete y finalmente, el cuarto de los niños.

A decir verdad, el cuarto era mucho más amplio que el de Albert y Edgar Poe, pero lo único que había en dicha habitación era una cama individual, una ventana con cortinas rotas, un montón de basura en las esquinas y una pila de rocas.

—Solo hay una cama. —comentó Klaus.

—Como pueden ver soy tan generoso que añadí al mobiliario sin costo una pila de cómodas rocas. Podrías dormir ahí, Milton.

—Miles. —corrigió el azabache de mala gana.

Los niños permanecieron en silencio al ver que el Conde Olaf no decía nada más, se preguntaban porque la vida los estaba tratando de esa manera cuando toda su vida habían sido niños buenos. No merecían vivir rodeados de infortunio, suciedad y miseria.

—¿Comentarios, niños?

—Olaf... —murmuró Miles con visible enojo, pero fue interrumpido por Klaus que estaba igual de molesto que él.

—¡Conde, primero que nada...!

—¡Primero que nada! Las primeras impresiones suelen ser equivocadas. —interrumpió Violet esta vez, agregando al final una pequeña sonrisa amigable que hizo que el Conde asintiera.

—Pero Violet, esta no es nuestra primera impresión. —susurró Blue, la sonrisa de la castaña flaqueó un poco, pero no desistió de su idea de ser dulce y amable con su nuevo tutor.

—Muy cierto, Púrpura...

—Violet. —corrigió la pequeña.

—Ustedes justo ahora pueden creer que soy una persona horrible. —afirmó el Conde. —Pero con el tiempo, niños, espero que entiendan que no tienen la menor idea.

Dicho eso, el hombre empujó a los niños a un lado para poder salir y tras decirles que les daría tiempo para desempacar cerró la puerta, dejando al grupo de niños solos. Miles vio los muebles arrumbados en las esquinas del cuarto e intentó buscar algo con lo cual hacer una cama extra, mientras tanto, Violet y Blue fueron a la cama para poder dejar ahí a sus hermanos pequeños.

—¡Es horrible! —dijo Klaus con pesar, sentándose en la cama. —Y el tatuaje en su tobillo...

Esas palabras captaron la atención de los Snicket de inmediato.

—Un tatuaje solo decora la piel. —contestó Blue y Violet asintió.

—No es señal de una persona malvada, Klaus. —apoyó la castaña y Klaus bajó la mirada a sus manos.

—Exactamente. No porque tenga un tatuaje significa que sea malo. —dijo Miles, moviendo la basura que había en la habitación.

—Él es una persona malvada. —replicó Klaus y Miles asintió sin dudarlo.

—Eso no puedo negarlo.

—¡Miles! —replicó Blue y su hermano alzó los hombros.

—Él se dio cuenta solito. —finalmente Miles sorprendentemente encontró un colchón y unas tablas en buen estado que juntó para poder poner el colchón encima. Por primera vez le servía de algo que su padre fuera tan idiota, pues había podido hacer una cama más. —No te mortifiques, Klaus, claramente es un error que ustedes estén aquí, se resolverá.

—Pero hasta entonces esta será nuestra casa. —murmuró Violet, haciendo que el ánimo de Klaus empeorara.

—Mamá decía que casa es donde cuelgas tu sombrero. —dijo Klaus antes de mirar la pila de rocas. —Pero no tenemos sombreros, solo rocas.

—¿Has leído sobre personas que construyen casas en lugares dificiles? —preguntó Violet y Klaus asintió.

—Hay una población en las islas del pacífico suspendida sobre cuerdas encima de un volcán activo.

—¿Cómo se las arreglan? —preguntó Violet nuevamente.

—Con pocas pertenencias por si hay erupción.

—Pues ya les llevamos ventaja. —mencionó Miles, que probaba la cama que había hecho. —No tenemos nada.

Blue miró mal a su hermano y le hizo una seña con la cabeza para mostrarle que no era el mejor momento para hacer comentarios de ese tipo, pues los Baudelaire atravesaban una crisis por todo lo que les había pasado tan solo en dos días. El ruloso suspiró con derrota y murmuró un pequeño "lo siento", Violet Baudelaire hizo un ademán con una de sus manos para restarle importancia.

—Si ellos sobreviven a eso... sobreviviremos al Conde. —afirmó Klaus con un poco de esperanza. —Después de todo no puede ser tan malo si ustedes son sus hijos.

Violet se mostró de acuerdo con lo que Klaus había dicho, pero los Snicket estaban seguros de que incluso eso sería peor, pues tenía el derecho de tratarlos como estropajos mientras no supieran que había pasado con su mamá.

Los pensamientos de los cuatro mayores se vieron interrumpidos por el Conde Olaf, que abrió la puerta de la haitación abruptamente, sosteniendo cubetas, escobas, mechudos y plumeros para que los niños comenzaran sus tareas.

—Hora del show.

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—Recuerden que si trabajan extra duro podrán entrar al salón de baile, que por cierto, está más mugroso. —los niños hicieron muecas de asco al escucharlo y el Conde sonrió. —Y cuiden sus cepillos porque deberán lavar sus dientes.

Esas palabras hicieron que las muecas de asco se agrandaran, si era necesario, dejarían de lavarse los dientes hasta que todo se arreglara.

—Miles, Blue, si se les ocurre decirle algo a su madre les juro que voy a...

Antes de que el Conde pudiera terminar de hablar, el timbre de la casa sonó y Klaus estuvo por levantarse para ir a abrir, pero fue detenido por el hombre.

—Quedense ahí y no se atrevan a salir. —Olaf salió del baño y cerró la puerta antes de ir a ver quien se atrevía a interrumpir su malvado momento.

Mientras eso sucedía, los cuatro niños comenzaron a tallar el piso, el lavabo, el retrete y la superficie de la tina con sus cepillos de dientes, dejando a los bebés en el interior de la tina para que ellos no tuvieran que hacer nada. Blue estaba harta de que el jabón barato que compraba su padre no limpiara bien, así que se acercó a su mochila y sacó de ahí una caja de bicarbonato y un limón partido a la mitad.

Posteriormente dejó caer el bicarbonato en la superficie del lavabo y le echó el limón encima, haciendo que esa mezcla burbujeara, y tras unos segundos volvió a tallar, notando que la mugre salía mucho más fácil de esa forma.

Al ver como Blue había facilitado su trabajo, Miles le robó el bicarbonato y el limón e imitó la acción de su hermana en el retrete.

Así fue que gracias a la idea de la pequeña, los niños pudieron casi terminar por completo el baño cuando el Conde regresó, y al ver que los niños habían limpiado bastante rápido frunció el ceño y agitó su pieza de cordero para dejar caer la grasa en el piso.

—Violet. —llamó el Conde, haciendo que la niña volteara a ver el lugar con grasa que Olaf señalaba. —Te faltó una parte.

Y sin más, volvió a salir del baño, dejando a los niños hacerse cargo de las tareas por el resto del día mientras él disfrutó la pata de cordero que la jueza Strauss llevó para los niños.

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Después de al menos cuatro horas en la que el grupo de infantes se había dedicado a limpiar, pulir y ordenar la realmente sucia mansión del Conde Olaf, por fin habían terminado de hacer todas las tareas de la lista. En realidad había sido más rápido de lo que pensaban, pues después de salir del baño, dividieron las tareas y así acabaron aún más rápido.

Pero igualmente había sido cansado.

Así que por eso mismo, Miles se encontraba recostado en la cama improvisada que había hecho y sus hermanos menores se encontraban sentados en la orilla de la misma, frente a los Baudelaire que estaban en su propia cama.

—Jamás volveré a usar un cepillo de dientes.

—Ahora tendré un trauma con los baños. —murmuró Blue al recordar el nido de ratas que habían encontrado debajo del piso del baño.

Los Snicket y los Baudelaire creyeron que por fin podrían tener un momento a solas, para relajarse y tal vez deprimirse por los sucesos de aquellos días, pero esas ilusiones se desvanecieron tan pronto como llegaron cuando el Conde entró a su habitación.

—¿Por qué no están limpiando? Mi lista es muy específica.

—Ya terminamos. —contestó Violet, levantándose de la cama al igual que Klaus y los Snicket.

—A ver, dame eso. —el Conde Olaf le quitó la lista de las manos y cuando verificó que realmente habían terminado cada una de las tareas, murmuró cosas inentendibles para los niños mientras sacaba una pluma y escribía algo más al reverso de la lista. —Les faltó algo.

—No lo creo, también lavamos tu asquerosa ropa interior. —replicó Miles, pero el Conde lo ignoró y le entregó la lista a Violet nuevamente.

—Aún tienen que preparar una gran comida para mí y mi grupo de actores.

—No sabemos hacer esas cosas. —dijo Blue y el Conde hizo un pequeño puchero fingiendo tener lástima por ellos.

—Planean el menú, compran los ingredientes, preparan la comida, tienden manteles, sirven la cena, limpian y lavan los trastes y se alejan de los invitados. —enumeró el Conde, Miles le quitó la lista a Violet y dio un paso hacia enfrente para poder romper la lista frente a su padre.

—Sin dinero, no hay cena. —dijo Miles de manera retadora.

La tensión aumentó en el ambiente, pero afortunadamente Blue tomó del brazo a su hermano y lo jaló hacia atrás antes de que su padre comenzara a ponerse violento. Después de algunos segundos, el Conde sacó de su bolsillo un pequeño saquito y se lo lanzó a Klaus.

—¿Saben que es eso?

—Algo grasoso. —respondió Klaus haciendo una mueca de asco al sentir la textura de la bolsa.

—Es dinero. Dinero ganado con trabajo. Es la sustancia más importante del mundo después de los aplausos y el protector labial.

—¿Sustancia? —preguntaron los niños al unísono.

—Ya que el señor Poe y su madre no nos dejan ocupar sus fortunas, ahora me veré forzado a usar mis propias ganancias de actuaciones y trabajos ocasionales. Así que rápido, muévanse que mi grupo llegará aquí a las siete. Mientras tanto y estaré arriba en... adivinen.

—¿El cuarto secreto de la torre? —preguntó Klaus.

—¡Error! Mi cuarto secreto de la torre. Y tienen prohibido entrar ahí, ¿entendido? ¡Prohibido!

—Prohibido. —repitió Blue y el Conde asintió.

—Prohibido. —repitió el Conde y salió de la habitación.

Los niños se miraron entre sí sin saber muy bien que prepararían para la cena y todos estuvieron de acuerdo cuando Klaus sugirió ir a la casa de la Jueza Strauss para buscar un recetario que pudiera ayudarlos y darles ideas de lo que podían preparar.

Cuando la jueza los dejó pasar a su biblioteca privada, Blue y Klaus comenzaron a apuntar en sus libretas cosas que sí o sí necesitarían como; sal, pimienta, agua purificada y especias. Por otro lado, Violet y Miles se dedicaron a buscar en los libros de cocina de la mujer alguna receta que fuera fácil y económica de preparar.

Y la Jueza Strauss solo se dedicaba a jugar con Sebas y Sunny.

Tras varios minutos de buscar y buscar, Violet encontró la receta para hacer pasta a la puttanesca y descubrió que era realmente fácil. Solo tendrían que saltear ajo y cebolla en una olla, agregar anchoas, aceitunas, perejil cortado finamente, tomates y sal a fuego lento y esperar a que la salsa se cocinaba. Recordó que había visto una máquina para hacer pasta en la cocina del Conde, era como si esa receta hubiera caído del cielo y se acomodara a lo que tenían.

Entonces la Jueza guio a los niños hasta un mercado local al aire libre que estaba cerca del vecindario en el que vivían, de esa manera podrían poner manos a la obra y acabar la cena justo a tiempo para cuando llegaran los invitados del Conde Olaf.

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Un socio mío llamado Brillat-Savarin dijo esta frase famosa: Invitar gente a cenar significa encargarse de su felicidad durante todo el tiempo que permanezcan bajo tu techo.

Pero él era un filósofo y gastrónomo del siglo XVIII, y estos niños tienen muy poca experiencia en comidas. A pesar de eso, los Baudelaire y los Snicket no perdieron tiempo y entraron en acción, pues habían tenido una pequeña plática con la Jueza que los había motivado a verle lo positivo a las cosas.

—Esta maquina me recuerda a la que construyó Thomas Jefferson. —dijo Violet mientras se dedicaba a arreglar la maquina para hacer pasta.

—¿Crees que funcione? —preguntó Miles y en ese momento Violet movió la manivela para demostrar que ya funcionaba.

—Ahora sí lo hace.

—Me pregunto si los amigos del Conde disfrutarán la cena. —murmuró Klaus mientras echaba en un recipiente varios huevos para hacer la masa de la pasta.

—Mi mamá suele decir que los actores comen de todo. —contestó Blue mientras media exactamente 2 tasas de harina las cuales echó en el mismo recipiente en el que Klaus echó los huevos.

—¿Segura que tu mamá conocía a tu papá? Lo has visto actuar, yo no lo llamaría actor.  —dijo Klaus haciendo que Blue comenzara a reír.

Mientras esperaban que la pasta estuviera lista, Violet salteó el ajo, Miles cortó y limpió las anchoas, Klaus peló los tomates y Blue deshuesó las aceitunas. Mientras tanto Sunny golpeaba una olla con una cuchara de madera para lograr que ella y Sebas se inspiraran y compusieran una canción. Eso al menos hasta que fue el turno de que la más joven de los Baudelaire picara el perejil con los dientes y el mas pequeño de los Snicket amasara la masa para la pasta.

Claramente los 6 niños se sentían menos infelices que cuando llegaron a la casa del Conde Olaf.

—Creo que papá estaría orgulloso de esa salsa. —dijo Violet con una sonrisa que inmediatamente fue correspondida por Klaus.

—Yo creo que mamá estaría orgullosa de tu pasta.

—Tal vez... si podamos hacer de esta nuestra casa, incluso ya tenemos amigos aquí. —dijo Violet e inmediatamente volteó a ver a los Snicket que se encontraban en la mesa de la cocina sonriendo mientras hacían un postre de chocolate solo por diversión. —¿Recuerdas que dijo papá cuando quemó las quesadillas?

—Sí... "es mejor que nada". 

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—La cena está servida. —anunció Klaus que entraba al comedor con una sonrisa, siendo acompañado por el resto de los niños.

Los Snicket comenzaron a servir la pasta y detrás de ellos iban los Baudelaire, sirviendo la salsa encima de la pasta. Mientras que ellos servían la cena, el Conde Olaf que estaba notoriamente ebrio, comenzó a hablar sobre el teatro y cosas que realmente no le interesaban al grupo de infantes, por lo que ignoraron la conversación y se concentraron en apurarse a servir para poder irse.

Y todo iba sin problemas hasta que llegaron a servirle al Conde.

—¿Y el filete? —cuestionó, viendo a los mayores que lo miraban con confusión.

—¿Qué? —preguntó Violet, haciendo que el Conde dejara fuertemente su copa sobre la mesa.

—¿Dónde está el filete? —repitió el Conde detenidamente.

—No hicimos ningún filete. —aclaró Miles.

—Hicimos salsa puttanesca. —dijo Violet.

—Y pasta casera. —dijo Klaus haciendo que el Conde volteara a verlo a él.

—¿Qué? ¿No hay filete? —preguntó el Conde por lo que Blue frunció el ceño.

—Si querías un maldito filete, debiste darnos más...

Blue no terminó de hablar porque Miles colocó su mano sobre su boca. 

—No dijiste que querías filete, Olaf. —mencionó Miles intentando mantenerse tranquilo.

—¡Miren a mis invitados! A duras penas pueden probar su repugnante comida extranjera. —dijo el Conde haciendo que todos sus secuaces los cuales comían plácidamente, escupieran sus bocados como si fuera lo mas asqueroso que hubieran comido.

—Se han metido peores cosas en la boca. —replicó Miles dejando el recipiente con salsa sobre la mesa.

—Cuando acepté recibirlos aquí me convertí en su padre.

—Ya eres nuestro padre.

—¡Exacto, Blue! ¡Y como su padre soy alguien a quien no deben tomar a la ligera! —el Conde se mantuvo en silencio por unos segundos. —¡Exijo que nos sirvan filete, a mí y a mis invitados.

—No tenemos, hicimos salsa puttanesca y pasta casera. —repitió Violet y antes de poder decir otra cosa, el Conde tomó a Sunny y la levantó en lo alto. —¡Sunny!

—¡Bájala! —exclamó Klaus.

—Oh, pobre Sunny... —dijo el Conde al ver que Sunny comenzaba a llorar y volvió a levantarla con una sola mano.

—¡Déjala en paz, es solo una bebé! —replicó Miles mientras que todos los presentes en la mesa se aseguraban de que el Conde no fuera a tirar a Sunny, pues estaba tan ebrio que incluso se tambaleaba. 

—Que asco de mesa, no hay ni donde poner un bebé. —murmuró antes de bajar a Sunny y dejarla sobre su plato totalmente vacío para después deslizarlo por la mesa hasta que llegó al otro extremo, por lo que Miles corrió hasta ahí y levantó a Sunny de la mesa.

—Llegó el momento de ensayar. —informó el Conde. —Niños, limpien la mesa, laven los platos, pulan la platería, enjuaguen las botellas para reciclarlas y luego directo a sus camas.

—Mejor dI cama, solo nos diste una cama. —masculló Klaus haciendo que el Conde sonriera sin ningún tipo de gracia.

—Si quieren otra cama mañana pueden ir al centro a comprar otra.

—No tenemos dinero, lo sabes. —contestó Klaus.

—Claro que tienen, escuincles afortunados, tienen dos enormes fortunas. —el enojo que sentía el Conde Olaf era notorio, pero eso no espantó a Klaus.

—¡El dinero que heredamos no será usado hasta que Violet... —antes de que pudiera terminar la frase, el Conde Olaf le propició un golpe en la cara a Klaus haciendo que él cayera al suelo.

Miles se apresuró a tapar los ojos de Sebas y Sunny mientras Violet y Blue corrían a ayudar a Klaus.

El Conde salió del comedor junto al resto de sus secuaces y eso permitió que Miles dejara a ambos bebés en una silla y corriera a ayudar a Klaus a levantarse.

—¿Estás bien, Klaus? —preguntó Miles y Klaus se apresuró a negar.

—¡No! Esto no es... —murmuró y dejo las palabras al aire por lo que Violet ladeó la cabeza.

—¿Qué? —preguntó, haciendo que Klaus suspirara.

—Mejor que nada.

Hay muchas, muchas cosas que son mejor que nada. Una comida casera es mejor que nada, un techo sobre nuestra cabeza es mejor que nada y una cama para dormir incluso si la cama es muy pequeña o la cobija está empapada por lagrimas, es mejor que nada. Pero crecer en un ambiente siniestro y violento en el que interesa más una fortuna que el bienestar y comodidad de los niños que acogió, no es mejor que nada.

Y como descubrirían los Snicket y los Baudelaire hay cosas que incluso una larga noche de introspección, no logran cambiar. El grupo de niños sabía que tenían que encontrar una salida de sus terriblemente desafortunadas circunstancias y tal vez, resolver el misterio de como los Baudelaire acabaron así.

Me dedico de la misma forma, a informar y presentar esta historia sin importar que peligros conlleve. Los problemas y las luchas hacen que este mundo se oscurezca como la noche al igual que el humo de un incendio sospechoso y cuando eso pasa... toda la gente moral y honesta sabe que es momento de ayudar.

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N/A: Hola chiquillooos, hace mucho que no me aparecía por aquí, pero traigo buenas noticias. Tengo toda la temporada uno escrita desde hace un tiempo y solo me hace falta editarla, si todo sale como lo espero, muy pronto verán este acto finalizado por completo.

Quiero agradecerles por el apoyo que esta historia ha recibido a pesar de todos los inconvenientes que se han presentado, espero que esta nueva versión les guste, pues no está ni cerca de ser como la versión original.

Sin más que decir, les pido que voten y comenten lo que opinan, los estaré leyendo para tomar todo en cuenta<3

Tengan una linda semana, muaaak.

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[MEET ME IN THE AFTERGLOW]
addictionsmic 2020/2024

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