𝟏.
Derry, 1989.
Clara estaba terminando de guardar sus materiales de estudio en su mochila, mientras charlaba animadamente con su nuevo amigo Ben sobre su canción favorita de "New Kids on the Block". Su entusiasmo era evidente, y Ben la escuchaba con una sonrisa tímida, disfrutando de la conversación. Cuando Clara giró para ver cómo Ben metía todo a su mochila de manera desorganizada, notó un libro en particular que sobresalía. "Anuario", decía en la portada. Con un gesto rápido, se lo quitó de las manos.
—Déjame tener el honor de firmarlo primero —expresó con una sonrisa traviesa.
Ben abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera protestar, Clara ya estaba firmando la primera página con un plumón morado brillante. Escribió con cuidado: "Te quiero, mejor amigo Ben att: Clara Halloway", rodeando la dedicatoria con pequeños corazones. Cuando terminó, le devolvió el anuario a Ben, quien lo recibió con las mejillas sonrojadas y una expresión de sorpresa.
—Gracias, Clara —dijo Ben, su voz apenas un susurro. Sus palabras estaban llenas de gratitud, y aunque era un chico de pocas palabras, Clara podía ver cuánto significaba ese gesto para él.
—¡De nada, Ben!. Eres un gran amigo —respondió ella con una sonrisa cálida.
Ambos se dieron un corto abrazo, algo torpe pero sincero, y se desearon un buen verano. Clara recogió con cuidado la maqueta del Puente de los Kissing Bridge, una estructura emblemática de Derry y uno de sus lugares favoritos en la ciudad. La había trabajado durante semanas para la clase de arte, y ahora la sostenía con orgullo mientras se dirigía hacia la puerta.
Al salir de la clase, que ya estaba casi vacía, Clara se encontró caminando por los abarrotados pasillos de la escuela. El bullicio de estudiantes despidiéndose antes del verano llenaba el aire. Mientras avanzaba con cuidado para no golpear su maqueta, notó un grupo de niños que se encontraban delante de ella. Al segundo los reconoció: eran los Perdedores.
—Perdonen, permiso, feliz verano —dijo Clara con un tono dulce, mientras pasaba entre ellos, con una sonrisa amable.
—N-No hay pro-problema, Clara...—Bill, el líder del grupo, tartamudeó al responderle.
Ella giró su cabeza, sonriéndole antes de seguir su camino. Los chicos del grupo no pudieron evitar notar cómo el dulce perfume de Clara quedó flotando en el aire, impregnando sus sentidos.
—¡Dios!, Clara huele delicioso —comentó maravillado Richie, mientras la observaba alejarse.
—¿Quién no huele bien cuando se baña en perfume? —agregó Eddie con un toque de sarcasmo, pero sin quitarle la razón a Richie.
Mientras los Perdedores seguían observándola, notaron cómo uno de los amigos de Henry Bowers, Patrick Hockstetter, se inclinaba hacia Clara, lanzándole un comentario desagradable.
—Hey, rubia, ¿quién te dio esas piernas? ¿Tu papi rico o la tienda de muñecas?— expresa para luego sonreírle de manera coqueta.
Clara apenas lo miró, levantando la barbilla con superioridad, y continuó su camino, mostrando claramente que los comentarios de Patrick no le importaban lo más mínimo.
—Es una engreída hija de papi —murmuró Stanley con evidente disgusto, pero sus amigos lo fulminaron con la mirada.
—Di lo que quieras, pero nadie le quita lo guapa —comentó Richie, un leve sonrojo cubriendo sus mejillas.
—No entiendo qué le ven —masculló Stanley, pero sus palabras quedaron en el aire mientras el grupo se daba la vuelta para marcharse.
Pasaron cerca del grupo de Henry Bowers, pero, en lugar de enfrentarse a ellos, corrieron de ahí rápidamente, queriendo evitar cualquier problema.
Al girar en un pasillo, Stanley chocó accidentalmente con Gretta, una chica conocida por su actitud altanera. Ella lo miró con desdén, pero Stanley no se detuvo; solo murmuró una disculpa antes de seguir a sus amigos, su mente aún distraída por el encuentro con Clara, la realidad era que él no la soportaba ni lo más mínimo, lo bueno del verano es que ya no tenía que ver a la rubia hija de papi.
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Clara estaba charlando animadamente con Nathan Porter, uno de los chicos más populares y guapos del instituto. Nathan, con su cabello perfectamente peinado y sonrisa encantadora, era el tipo de chico que podía hacer sonrojar a cualquier chica con solo una mirada.
—Entonces, Clara, ¿ya tienes planes para el verano? —preguntó Nathan, inclinándose un poco hacia ella, su voz baja y sugerente.
Clara sonrió, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago ante la cercanía de Nathan.
—Tal vez vaya a Los Ángeles, visitar la playa con mi familia... pero aún no he decidido —respondió, dejando un espacio para la intriga.
—Una chica como tú en la playa... apuesto a que todos se quedarán boquiabiertos —dijo Nathan, sus ojos recorriendo el rostro de Clara con admiración.
Ella se rió suavemente, disfrutando del cumplido.
—Bueno, espero que al menos haya algo de sol para broncearme un poco —bromeó, levantando una ceja con coquetería.
—Con ese brillo natural, no necesitas mucho sol —replicó Nathan, mientras la rodeaba suavemente con un brazo, acercándola un poco más a él.
La cercanía hizo que Clara sintiera el calor de su cuerpo, y por un momento, el mundo a su alrededor pareció detenerse. Nathan la miró a los ojos, bajó la mirada a sus labios, y sin pensarlo más, se inclinó hacia ella, rozando sus labios con los de Clara en un suave y breve beso.
Clara respondió al beso, dejándose llevar por el momento, sintiendo una chispa de emoción correr por su cuerpo. Cuando se separaron, ambos sonrieron, sus miradas entrelazadas por un segundo más antes de que Clara diera un paso atrás.
Justo cuando se separaban, Clara vio de reojo al Club de los Perdedores, específicamente a Stanley, quien la observaba con una mezcla de curiosidad y algo más que ella no podía descifrar.
Para evitar la incomodidad que sintió al cruzar miradas con Stanley, Clara desvió la vista, volviendo a centrar su atención en Nathan.
—Espero verte mucho este verano, Nathan —dijo Clara, con una sonrisa que ocultaba sus pensamientos.
—Definitivamente. No puedo perderme la oportunidad de pasar tiempo con la chica más guapa del instituto —respondió Nathan, guiñándole un ojo.
Estuvieron abrazados solo unos segundos, cuando Clara vio que la limusina con su chófer ya estaba a unos metros de distancia. Se despidió de Nathan, quien estaba en su último año de instituto, con una sonrisa encantadora.
—Nos vemos, Nathan —dijo, su voz suave mientras se alejaba.
Nathan, con una sonrisa confiada, asintió antes de girarse para unirse a sus amigos. Clara, por su parte, se encaminó hacia el auto que la esperaba, extendiendo su maqueta al chófer, quien la recibió con cuidado.
Fue entonces cuando notó algo que la hizo detenerse. El grupo de Henry Bowers se estaba acercando a los Perdedores. Sin pensarlo dos veces, Clara apuró el paso hacia ellos, su corazón latiendo más rápido con cada segundo.
Patrick Hockstetter, uno de los secuaces de Henry, tenía la kipá de Stanley en las manos, claramente con la intención de tirarla por un autobús que se acercaba. Pero antes de que pudiera hacerlo, una mano suave y bien cuidada se interpuso, agarrando la kipá antes de que Patrick lograra su cometido.
Patrick la miró sorprendido, pero con una sonrisa torcida en los labios.
—¿Qué te ha hecho él para que lo jodas, Patrick? —preguntó Clara con una voz dulce, tan natural en ella, irradiando una inocencia que contrastaba con la situación.
—Bonita... Será mejor que te vayas. No me gustaría verte junto a estos perdedores —le respondió Patrick, su tono insinuante, mientras intentaba recuperar la kipá.
Clara negó con la cabeza, su expresión firme. Medio empujó a Patrick a un lado y se acercó a Stanley, devolviéndole la kipá con una leve sonrisa. Stanley, sorprendido, apenas logró murmurar un "gracias", pero Clara ya estaba mirando a Henry, quien se acercaba con su habitual actitud de matón.
—Será mejor que te marches, Henry —le dijo Clara, manteniendo la mirada fija en él, sin mostrar un ápice de miedo.
Bill, el líder de los Perdedores, decidió entonces provocar a Henry, cansado de sus constantes abusos.
—¿Qué pasa, Henry? ¿Necesitas que una chica te diga qué hacer? —dijo Bill, su voz temblorosa pero desafiante.
Henry dio un paso hacia adelante, claramente enfurecido por la provocación, pero justo cuando estaba por decir algo a Clara, dos voces lo interrumpieron.
—No vale la pena, cariño. Déjalos que se larguen —dijo Kelly, la novia de Henry y prima de Clara, mientras se acercaba con aire despreocupado.
—No te atrevas a ponerle una mano encima —agregó una voz masculina, firme y protectora. Era Nathan, el chico que salía con Clara, quien había regresado al notar la situación.
Kelly se acercó a Henry, quien, con un gesto de fastidio, le besó la mejilla y la abrazó por los hombros.
—Mi chica tiene razón. Nos vamos —dijo Henry, aunque en realidad había visto a su padre cerca, lo que lo hizo pensar dos veces antes de causar problemas.
Antes de irse, Kelly miró a Clara
—Dile a papá que llego después.— ordenó, realmente la relación entre ellas dos no era nada más que compartir sangre, porque si por ellas fuera, no se verían ni en sus sueños.
Clara asintió con la cabeza, sin decir nada, y vio cómo Kelly y el grupo de Henry se marchaban. Nathan, asegurándose de que Clara estuviera bien, la vio.
—¿Tú estás bien?— inquiere dudoso mientras le levanta un poco el mentón con ayuda de sus dedos.
—Sí, no es nada —respondió ella con una sonrisa tranquila.
Nathan le dio un beso rápido en la frente y se despidió para irse con su hermano. Clara, ahora sola con los Perdedores, se volvió hacia ellos.
—Gra-Gracias, Clara —murmuró Bill, aún impresionado por lo que acababa de pasar.
—No es nada, chicos. Nos vemos —respondió Clara con una sonrisa amable. Luego, con un gesto cariñoso, ayudó a Richie a colocarse mejor los lentes, provocando que el chico se sonrojara intensamente.
—Gra-Gracias —dijo Richie, tartamudeando por la sorpresa.
Clara les dedicó una última sonrisa antes de subirse a la limusina y marcharse. Mientras el auto se alejaba, los Perdedores no podían dejar de mirarla, embobados por su presencia.
—Creo que he tenido una erección —comentó Richie con total sinceridad, lo que desató las risas del grupo.
—Beep Beep, Richie —le regañó Eddie, pero con una sonrisa divertida, mientras todos se alejaban del lugar.
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Clara ingresó a la imponente mansión que su familia poseía en Derry, con sus pasos resonando ligeramente sobre el mármol pulido del vestíbulo. Una sirvienta con una cálida sonrisa se acercó a recibir sus cosas.
—Bienvenida, señorita Clara —dijo la sirvienta mientras tomaba la mochila y la maqueta que Clara traía consigo—. Las llevaré a su habitación.
—Gracias, Martha —respondió Clara con una sonrisa amable, agradeciendo el gesto.
Se encaminó hacia el comedor, anticipando el almuerzo, cuando de repente escuchó el sonido de pequeñas pisadas que descendían rápidamente por las escaleras. Antes de que pudiera reaccionar, un niño pequeño se abalanzó sobre ella, rodeando su cintura con sus brazos.
—¡Clara! ¡Estás en casa! —exclamó Logan, su primo pequeño, con una sonrisa radiante.
—¡Logan! —dijo Clara, riendo mientras se agachaba para abrazarlo—. ¡Qué sorpresa tan agradable!
—¡Hoy fue un día increíble en la escuela! —dijo Logan con entusiasmo, sus palabras fluyendo rápidamente mientras Clara lo escuchaba con atención.—Aunque....extraño a Georgie, sabes que es un gran amigo, ¿Cuándo crees que regrese?— inquiere al final, realmente ninguno de los adultos le a querido decir la verdad, la verdad de que Georgie no volverá.
—Estoy segura de que pronto podrán verse otra vez, Logan —respondió Clara, acariciándole suavemente el cabello.
Los dos caminaron juntos hacia el gran comedor, donde visualizaron al padre de Clara, el señor Halloway, sentado en la cabecera de la mesa, revisando unos papeles. Su semblante se suavizó al ver a Clara y Logan entrar.
—Ah, Clara, Logan —los saludó con una sonrisa paternal, dejando los papeles a un lado—. ¿Cómo ha estado su día?—inquiere con interés.
—Muy bien, papá —respondió Clara, mientras Logan se apresuraba a sentarse a la mesa—. Logan estaba contándome sobre su día en la escuela.—informa para también extenderle su atención a su primo hermano.
El señor Halloway asintió, luego su mirada se endureció un poco mientras preguntaba con calma.
—¿Y Kelly? ¿Dónde está?—ahora inquiere con un poco más de seriedad.
Clara sintió un ligero nudo en el estómago, pero mantuvo la compostura.
—Fue a casa de una amiga para almorzar —dijo, intentando sonar casual, pero la tensión en su voz era apenas perceptible.
El señor Halloway frunció el ceño, no del todo convencido.
—Espero que no esté con Bowers. Ya sabes lo que pienso sobre ese chico. Me he negado rotundamente a que ella lo vea.— le recuerda lo que han hablado con su prima en las charlas familiares.
Clara tragó saliva, consciente de la advertencia implícita.
—No está con él, papá —dijo, intentando sonar segura.
Su padre la miró fijamente, sus ojos oscuros y penetrantes buscando cualquier signo de mentira.
—Si me entero de que me mientes, Clara, ya sabes lo que puede pasar —advirtió en un tono grave.
Clara cerró los ojos un momento, sintiendo la presión. Justo cuando estaba por abrir la boca y decir la verdad, su madre ingresó al comedor acompañada por dos sirvientas que traían bandejas con el platillo del mediodía.
—Llegó la hora de comer —dijo la madre de Clara con una sonrisa, aliviando la tensión que había comenzado a formarse.
El ambiente en la mesa pronto se llenó de risas y anécdotas, las tensiones del momento anterior disipándose mientras la familia compartía historias del día. Clara, Logan, y el señor Halloway disfrutaban del almuerzo, con Clara contándole a su padre sobre la maqueta que había hecho para la escuela, mientras Logan añadía sus propias observaciones infantiles.
...........
Cuando los últimos rayos de sol descendían por la ciudad de Derry, Clara, Logan y su padre se reunieron en la sala para jugar un juego de mesa. El ambiente era relajado y familiar, una escena que Clara atesoraba.
—Logan, es tu turno —dijo el señor Halloway, moviendo una ficha en el tablero.
—Voy a ganarles a los dos, ¡lo verán! —exclamó Logan, concentrado en su jugada.
Clara rió, disfrutando del entusiasmo de su primo.
—¿Y qué harás si ganas, Logan? —preguntó, mientras movía su ficha.
—Pediré un helado gigante de chocolate —respondió Logan con una sonrisa traviesa—. Y no compartiré ni un poquito.
—¡Eso es trampa! —protestó Clara, riendo—. ¡Apuesto a que te lo acabarás todo antes de que te des cuenta.
Mientras todos reían, la puerta principal se abrió, y Kelly entró en la mansión. Era de noche, y aunque llevaba puesta la misma ropa del día, su cabello estaba mojado, como si se hubiera bañado.
El señor Halloway levantó la vista, su expresión se tornó severa.
—¿Qué son estas horas de llegar, Kelly? —preguntó con una voz cargada de desaprobación, mientras Clara tragaba saliva con dificultad, esperando la respuesta de su prima.
Kelly se detuvo, sorprendida por la presencia de toda la familia en la sala.
—Eh... estaba con Emmy en la cantera —respondió Kelly, aclarando su garganta y evitando la mirada de su padre—. Nadamos un poco, por eso tengo el cabello mojado.
El señor Halloway la observó detenidamente, no del todo convencido, pero finalmente asintió con la cabeza.
—Tu cena está en la cocina —dijo, aún con una nota de desconfianza en su voz.
Kelly dejó escapar un suspiro de alivio y se dirigió rápidamente a la cocina para comer algo. Mientras lo hacía, Clara no pudo evitar sentirse aliviada de que la tensión hubiera pasado, al menos por ahora, mientras que el pequeño Logan fue a indagar más sobre la tarde de su hermana, realmente no tenía ninguna mala intención con preguntar.
—¿Te has divertido en la cantera? —preguntó Logan, con la inocencia de un niño.
—Sí, pequeño. Mucho —respondió Kelly, sonriendo mientras se servía un plato de comida.
La noche continuó sin más incidentes, con el señor Halloway y Logan jugando en la sala, mientras Clara se retiraba a su habitación, donde se permitió relajarse finalmente. La mansión estaba en calma, pero Clara sabía que en Derry, esa calma siempre era engañosa.
Continuará...............
Espero les haya gustado el capítulo, reescribir todo es algo un tanto agotador, pero divertido, el cambio de escritura realmente se notable jaja.
sin más, nos leemos prontoooo.
xx Ali <3
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