𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍: 𝑪𝒊𝒕𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝑱𝒂𝒌𝒆

Cabe decir que esto no tiene nada que ver con la historia. En este especial Jake y Hyo-ri sienten atracción mutua. Mientras que en la historia solo le gusta a Jake, a Hyo-ri no. Todavía 😏.

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—¡Jake!— grita la chica al llegar al lugar donde había quedado con dicho chico.— Espero no haberte echo esperar mucho.

—No pasa nada, linda. He llegado hace cinco minutos.— respondió el intentando tranquilizarla.

Llevaba puesto unos pantalones vaqueros de color negro, una camisa blanca y la típica chaqueta de Big Deal.

A Hyo-ri no le molestaba para nada, es más, lo hacía ver muy tierno. Le encantaba.

Por otro lado, Hyo-ri tenía puesto un vestido blanco de lana, un bolso del mismo color junto a unas botas beige hasta las rodillas y una gorra también beige. (Multimedia)

A los ojos de Jake estaba preciosa. Parecía una ángel caído con ese vestuario.

—Jake...— preguntó la chica con timidez.

—¿Si, Hyo?—

—Por el camino me ha parecido ver una pista de hielo. ¿Te gustaría ir?— le propuso con una sonrisa deslumbrante.

Jake sonrió y le respondió.— Claro, por qué no.

Y así lo hicieron. Hyo-ri sujetó a su cita del brazo y se dirigieron hacia su siguiente parada, la pista de hielo.

Cuando llegaron fueron a la recepción para recoger sus patines. Cada uno escogió el suyo y se sentaron en unos asientos de al lado y se los pusieron. Jake tenía un 42 de talla y Hyo-ri un 37. Bastante era la comparación.

—Jake, ¿Puedes ayudarme con los cordones por favor?—

—Si.— el chico se agachó ante ella y empezó a atarle los cordones del patín derecho, luego siguió con el izquierdo, y cuando estaba por terminar, los dos escucharan a un grupo de ancianos hablando entre ellos sobre ellos. No decían cosas malas por supuesto, si no todo lo contrario.

—Pero que bonita pareja.—

—Que caballeroso es aquél muchacho con su novia.— decía otra mujer mayor.

Los dos se sonrojaron y siguieron con lo suyo, intentando ignorar los comentarios vergonzosos.

—Ya está. Bien atados.— Jake le sonrió a la muchacha.

—Gracias, Jake.— sonríe ella con agradecimiento. La rubia se levanta y sujeta al chico para luego llevarlo a la pista.— ¿Sabes patinar?

—No...— respondió con un poco de vergüenza. Tenía que admitir que nunca antes había ido a una pista de hielo. Sus padres nunca le habían llevado a uno y tampoco tenía la necesidad de ir.— Espero no caerme.

—Jaja, tranquilo. Yo me ocuparé de que no te resbales.— intenta tranquilizarlo sobándole el hombro.— Solo tienes hacer unos simples pasos. Observa y copia.

La fémina se alejó del chico y éste se sujeto en la barandilla. Al dejar de estar un poco nervioso puso atención a los movimientos delicados que hacía la rubia.

Cada que avanzaba hacía juntar y separar sus piernas. Hyo-ri dobló un poco su pié derecho, provocando que se frenara un poco y que diera la vuelta sobre su eje.

—Wow, lo haces genial.—

—Gracias. De pequeña solía practicar patinaje sobre hielo. Pero ocurrió algo y no pude seguir con ello. Aún así me gusta seguir viviendo a sitios como este. Puede que no pueda hacer movimientos bruscos pero puedo seguir patinando.— sonríe con un aura de tristeza.— Pero bueno, estoy bien. ¿Y tu? ¿Has visto como lo he echo? Pues tú tienes que hacer lo mismo.

—¿Estás segura? Es mi primera vez, espero que no te burles.— Jake toqueteo la mejilla de Nan de una forma divertida.

—Si si, no te preocupes. Estaré aquí, observándote, por si pasa algo.—

—Bien, pero mejor sujetame las manos. No quiero arriesgarme.— su acompañante se rió. Como él lo había pedido, le agarró de las manos y comenzaron a patinar con tranquilidad. Intentando que Jake cogiera el tranquillo.

Tiempo después el chico por fin había conseguido tener el equilibrio suficiente para poder quedarse de pié y no caerse, así que ya no necesitaba la ayuda de Hyo-ri.

—¡Eso es, Jake! Ahora puedes hacerlo solo.—

La cara del recién nombrado estaba seria, aún así por dentro estaba muy feliz. De no necesitar ayuda y de que su rubia estuviera felicitandolo.

—Gra-gracias.— en sus mejillas se notaba un poco de sonrojo.

Estuvieron un buen rato divirtiéndose y pasándola bien. Hasta que al final llegó la hora de irse. Al parecer las dos horas habían pasado rápido por lo bien que se lo habían pasado.

—Bueno, creo que ya es hora de que nos vayamos. Si mi padre se entera de que he llegado más tarde de las nueve me castigará sin escuchar música. Y tu sabes que yo sin la música no puedo vivir.— dijo rascándose la mejilla con nerviosismo.

—Lo sé perfectamente. Me acuerdo cuando éramos pequeños. Casi me dejas sin dentadura cuando te quité tus auriculares.— los dos empezaron a reírse. Salieron de la pista y entregaron de nuevo los patines en la recepción.

Cuando salieron el cuelo estaba oscuro. Y como no se podía ver nada, Jake decidió acompañarla a casa. Aunque era más para que nadie le hiciera nada y pudiera llegar a salvo a su casa.

No tardaron más que solo diez minutos. El dúo se quedó parado en la entrada de la gran casa.

—Me lo he pasado muy bien, Jake. Gracias.— sonríe la de ojos verdes.

—Yo tambien me lo he pasado bien. Por no decir genial.—

—Bueno... Creo que ya es hora de que entre.—

—Claro...— se podía notar en la cara de Jake que el quería algo más.

Hyo-ri estaba por darse la vuelta, pero giró sobre ella y caminó a paso rápido hacia el chico. Se puso de puntillas se acercó al rostro pálido del moreno.

Lo que recibió lo dejó con la boca abierta y los ojos como platos.

Hyo-ri, la chica más deseada y bella de todo Corea le había dado un pequeño, pero suficiente, beso en los labios. Ésto era más de lo que estaba esperando. Y no se quejaba para nada.

—De recompensa poe haber durado mas de diez minutos caerte.— con esa última palabra salió corriendo de nuevo y entró a la mansión.

Jake todavía se encontraba ahí parado. Con la misma expresión.

Poco a poco fue cobrando sentido y sonrió como bobo. Después, para terminar, empezó a caminar hacia las calles de Asunto Importante.

Por otro lado, Hyo-ri estaba recibiendo un pequeño regaño de su padre por haber llegado quince minutos tarde y por el reciente beso que había visto por la ventana de la planta baja cuando estaba espiando a su inocente hija.

Aún así, de sus labios brotó una sonrisa, sin ningún remordimiento. Da igual si estaba recibiendo una bronca de parte de su padre. No se arrepentía de su muestra de cariño, es más, lo repetiría de nuevo.

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