𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲. 𝑑𝑜𝑜𝑟 𝑜𝑓 𝑟𝑎𝑔𝑒
" I'M OUT "
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Una mala noche la podría tener cualquiera y cientos, pero una mala vida era peor por mucho. Naenyra pensaba que descansando, mañana saldría el nuevo sol, pero su cuerpo estaba tan débil como para despertar. ¿Ella era una mala niña? ¿Por que Aemond la odiaba y los dioses la castigaban con la pérdida de familiares? En un solo día ya había extrañado a Aemond como si no lo hubiese visto en muchas lunas.
Sus sueños se vieron interrumpidos por una de las sirvientas. Naenyra se aferró a ella cuándo la ayudó a salir de la cama, ella negó, quería volver a sus sueños. El resto de sirvientas que se encargaban de la pequeña aparecieron llevando consigo la ropa para el funeral. Naenyra terminó en un susurro a la sirvienta que siempre estába con ella, llamada Dalya.
- ¿Puede venir, madre? -
Dalya notó la tristeza en los ojos de la princesa, asintiendo y acercándose a las demás ordenandolas retirarse. Pasado un tiempo apareció Rhaenyra acercándose a su pequeña y tomándola en sus brazos.
- ¿Qué ocurre, mi dulce niña? -
- Nunca más podré ver a la tía Laena... - El brillito de tristeza se hizo más evidente en los ojos de Naenyra.
- Ella seguirá en tu corazón, prometo no dejarte sola, mi pequeña. -
Las palabras de su madre eran como un bálsamo al alma, la consolaban un poco aunque su tristeza engullese a su corazón. Rhaenyra se encargó de vestirla y peinarla arropandola en el abrazo materno por momentos.
Una vez todo listo, ambas bajaron tomadas de la mano con Harwin protegiendolas, Naenyra todavía no se había enterado sobre las graves consecuencias que sufriría Harwin poco después.
La sorpresa llegó cuándo descubrieron que irían los Hightowers con ellos por pedido de Viserys. Por suerte Naenyra iría con Helaena y Lucerys. Ella no estaba lo suficientemente fuerte para entablar conversación alguna con Aemond o Aegon.
Durante el viaje Naenyra iba tomada de la mano por Helaena, al enterarse de lo ocurrido. Lucerys iba acurrucado tomando la otra mano de su hermana mayor. Una vez llegaron se dispusieron a bajar, cada uno separándose a cada lado.
Lucerys y Naenyra se acercaron cabizbajos al notar la atmósfera cada vez más triste de perder a alguien importante. Los ojitos de ambos niños observaban a su padre Laenor separándose para poder llorar a solas. Jacaerys se los llevo mientras su madre se encargaba de la situación.
- Jace... ¿No estás triste? - Los ricitos más pequeños preguntaron al mayor.
- No, no puedo llorar, debo ser duro. - Soltó con un suspiro leve.
- ¿Por qué? - Ambos pequeños preguntaron casi a la vez.
- Soy el mayor y debo protegeros, es mi deber. - El tono de Jacaerys era algo apagado, como si se hubiese tragado muchas cosas.
Ambas criaturas asintieron, pero sus concentraciones se dirigieron hacia sus primas, Baela y Rhaena. Los tres hermanos decidieron acercarse, ellos no sabrían que hacer si perdiesen a su madre y ahí estaban ellas que acababan de perder a la suya.
Naenyra correteo a darles un abrazo a ambas niñas, ellas tenían los ojos hinchados además de rojizos, habían llorado hasta quedarse sin aliento. El grupo se quedó en silencio solo mirándose con comprensión, menos Naenyra que tomaba sus manos.
Jacaerys iba a decir algunas palabras pero se quedó en silencio al ver como Aemond se acercaba. Aemond tenía una mirada arrepentida, extrañaba a su princesa. Naenyra lo notó, acercándose un poco a él pero manteniendo las distancias. Aemond la observo con una sonrisa cerrada pero que mostraba tristeza. Naenyra quiso abrazarlo, decirle cuánto lo había extrañado pero Aegon les interrumpió, venía de hablar con Helaena que estaba tirada en el suelo junto a sus insectos.
- Aemond déjalo, vamos. - Aegon tiro del brazo del menor con fuerza separandolo de los otros niños.
Naenyra agachó su mirada observando la sombra que hacía la pequeña capa negra que llevaba puesta. Parecía que tenía alguna enfermedad y que por eso Aegon impedía a Aemond estar cerca o incluso la reina verde.
Terminó abandonando todo para alejarse hacia donde estaba Helaena, ella solo la observaba en silencio sin querer molestarla.
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La ceremonia ya había comenzado, ambos lados por separado observando como los Velaryon estaban en frente y Vaemond enunciaba algunas palabras en alto valyrio. Rhaenyra abrazaba a los varones, mientras que Laenor tenía en brazos a Joffrey y tomaba la mano de Naenyra.
El discurso era algo digno de un Velaryon comparando a Laena con la mar, pero también era ofensivo. Vaemond empezó a declarar como las hijas de Laena eran sangre pura a comparación de los hijos de Rhaenyra con Laenor. El hombre aniquilaba con la mirada a los niños a la par que hablaba, lo que hizo sonar una risa irónica de Daemon cuándo Vaemond mencionó la política. Jacaerys entendió a lo que se refería Vaemond agachando la cabeza junto a sus padres, sus hermanos pequeños no comprendían esas lenguas aún.
Una vez bajaron el cadáver encerrado a la alta mar, todos se dispersaron un poco. Jacaerys volvió a ir con Baela e Rhaena, Aemond con su hermano, Naenyra con Lucerys. Cada situación era distinta Aemond observaba a su hermano emborracharse hasta el desmayó, Jacaerys consolaba a Baela y Naenyra jugaba con Lucerys. Corlys se acercó a Lucerys con una pequeña sonrisa.
- Tu hermano será el heredero al trono, pero tú serás el señor de las mareas y gobernaras el océano.
- Lo siento, pero yo no lo quiero. -
Corlys se agachó a su altura tomando sus hombros con algo de pena.
- Es tu derecho de nacimiento, eres mi nieto. -
- Pero significa que todos murieron. -
Lucerys se apartó del mayor tomando su juguete y la mano de Naenyra, Naenyra lograba entender la decisión de su hermano. Al ser heredero significaba que sus antecesores habrían fallecido para poder tener ese cargo.
Ambos se retiraron dividiéndose entre direcciones, Lucerys fue con su hermano mayor mientras que Naenyra bajo a buscar a su padre a la arena, ya no estaba allí. La única persona que estaba en esa zona era Aemond, él al verla se acercó a ella con una sonrisa apenada.
- Nyra... - El tono en el que hablaba el joven tranquilizó a Naenyra un poco.
Ella se acercó lentamente con cierta desconfianza aún a pesar de su tranquilidad, temía que el la tratase con crueldad otra vez.
- ¿Si? -
Sin ningún pensamiento, Aemond tomó la mano de está como siempre solían hacer. Ninguno se negó observando la mar salada moverse al ritmo de las olas.
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Era de noche, crujian los suelos, además de ser la hora del lobo. Un gran gruñido resonó de fondo haciendo eco en la habitación de los niños. Baela y Rhaena, ambas niñas se despertaron asomándose por los cristales, logrando ver al dragón gigante volando. Ellas empezaron moviendo a los demás para despertarlos.
- Nyra, Jace, despertar...-
Jacaerys fue el primero en despertar seguido de Naenyra y poco después Lucerys.
- Alguien se está llevando a Vhagar. -
Esas palabras sonaban horrendas despertando finalmente la mente de los pequeños. Naenyra fue escondida junto a Lucerys detrás de Jacaerys, siendo protegidos por su hermano mayor. Las otras niñas tomaron unos candelabros dirigiéndose hacia los zumbidos. Lograron ver una sombra acercándose a ellos, descubriendo al príncipe Aemond.
- ¡Es él! - Grito Rhaena.
- Soy yo. -
Naenyra no tuvo temor ninguno al verlo intentando apartarse de Jacaerys pero éste no le dejó, jamás dejaría que le pasase nada a su sangre.
- Vhagar era el dragón de mi madre. -
- Tu madre murió, ahora yo soy su jinete. -
- Es mía, iba a reclamarla. -
- Haberlo hecho antes. -
Rhaena empezó a fruncir el ceño, la ira guardada dentro de ella. Los demás niños miraban expectantes que pasaría en la situación.
- Tus primos podrían darte un cerdo, es más para ti. - Aemond sonrió de forma burlona, provocando que Rhaena fuese a por el, finalmente soltando toda su rabia.
La niña le agarro pero Aemond fue más rápido empujandola, haciendola chocar contra el frío suelo. Baela soltó un gruñido de ira propagando un puñetazo que tumbo al niño. Naenyra al ver que Aemond se levantaba a por Baela no se resistió.
- ¡Aemond no! -
Éste la miro pero el poder por reclamar al dragón más grande, cubría su pensar devolviéndole el golpe a Baela tirandola también.
- Pegame otra vez y te echaré a mi dragón. - Continuó con fuerza.
Jacaerys se abalanzó sobre él, ganando otra vez Aemond, estampando al otro niño al lado de Baela. Lucerys a pesar de ser el más pequeño fue a por él. Naenyra estaba congelada sin saber que hacer, pero ver que Aemond no era el mismo niño que solía estar con ella siempre, se abalanzó también. Ella empujó al mayor para que dejase a sus hermanos.
- ¡Detente! - Naenyra gritó.
Los ojos de Aemond reflejaron traición, pensandose que ella la apoyaría a pesar de ir en contra de sus hermanos y ser sumisa a él. El poder le corcomia, había logrado todo lo que se había propuesto y no le importaba nada más.
Naenyra se llevó una bofetada, la niña casi lloraba pero no se dejó, sacando su dragón Targaryen. Todos fueron a por el mayor atacándolo y reforzándose entre todos.
No tardó tanto hasta que él volvió a tumbarlos a todos a patadas. Lucerys no se resistió a dejar la disputa llevándose un ahorcamiento por parte del mayor mientras su nariz se cubría de sangre.
Éste alzó al pequeño con fuerza sin dejar su cuello, tomando una piedra del suelo listo para asesinarlo.
- Vas a morir como tu padre, entre las llamas, bastardos. - Dirigiendo su mirada a los tres dándole igual todo, su amor por Naenyra había sido opacado por la rabia.
- ¡Padre está vivo! - Dijo Lucerys intentando soltarse mientras los demás estaban considerando que hacer.
Naenyra negó ante los comentarios de Aemond, uniéndose a los pensamientos de su hermano.
- ¿No lo saben, cierto Strong? - Aemond miro casi riéndose a Jacaerys.
El mayor finalmente se armó de valor sacando una pequeña daga.
- ¡No, Jace! - Gritaron las niñas.
Naenyra tomó la mano libre de Jacaerys con el labio temblando. Éste bajo la mirada a su hermana poniéndose a su altura.
- No dejaré que os pase nada. -
Con esas palabras este corrió hacia Aemond, mientras Baela acercaba a Naenyra tomándola del brazo. Jacaerys volvió a caer, pero esta vez Aemond se dirigió hacia él, lanzando lejos a Lucerys y listo para asesinar a Jacaerys con la piedra anterior.
Naenyra notó la intención de Aemond rompiéndose en llanto, tirando de su brazo para que Baela la soltase. Ella corrió gritando con rabia a por el mayor. Sin dudarlo Aemond la agarro del pelo que anteriormente solía trenzar el mismo, tirando fuertemente.
- Despidete de tu familia, bastarda. - Aemond soltó con valor.
Como hizo con el pequeño, lanzó a Naenyra volviendo a por Jacaerys. Antes de que pudiese dañar a su hermano, la niña le lanzó arena al rostro, molestando al peliblanco provocando que cerrase sus ojos. Lucerys se levantó tomando la daga, lanzando la parte cortante al parpado de Aemond, dejándolo ciego de ese ojo.
Naenyra gritó a la vez que Aemond de dolor. Aemond gritaba por la cortadura de su córnea, mientras que la pequeña gritaba por ver a la persona que alguna vez amo hasta el fin, sufriendo. Los guardias finalmente aparecieron, observando como el príncipe se cubría el ojo entre sollozos.
- ¡Deteneos! - El guardia comandante apartó a los niños y se acercó a los gritos.
Aemond fue tomado por el guardia moviendo la mano que cubría su ojo dañado, quedándose impactado.
- Por los dioses... -
Más guardias aparecieron tomando al pequeño para llevarlo con la reina verde, mientras algunos se movían, avisando a todos.
Jacaerys tomó a sus hermanos protegiendolos bajo sus brazos, ya que sabía que tendrían consecuencias por lo que había ocurrido.
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Alrededor del fuego encendido estaban diferentes personas, desde el rey Viserys hasta los verdes. Una llamada de fuego ardiente era el significado a lo ocurrido, pero también el valor de una casa.
Aguja e hilo cubrían la gran herida expandida por la vista de Aemond Targaryen. El rey Viserys instalaba la voz pacífica entre enfado, mientras que Alicent instalaba el deseo de la hostigacion escondida.
- ¿Cómo es que permitió que esto pasará? - Viserys comentó lentamente por su enfermedad. - Tendré respuestas.
- Se suponía que los príncipes y la princesa estaban en cama, mi rey. -
- ¿Quién estába a cargo de la guardia?
- Él príncipe fue atacado por sus primos, majestad. -
- Ustedes juraron proteger y servir a mi sangre. - Viserys con la poca fuerza que tenía se levantó, tambaleándose sobre su bastón.
- Perdoné majestad, la guardia real nunca ha protegido a príncipes de príncipes. -
- ¡Eso no es una respuesta! - El rey gritó a la cara del guardia.
- ¿Va a sanar? - La reina verde interrumpió observando a su hijo.
- La piel va a sanar, pero su vista fue pérdida, majestad. -
Alicent se recompuso mirando con odio a su hijo, dándole una gran bofetada.
- ¿Dónde estabas? Debías proteger a tu hermano. -
- ¿Por qué has hecho eso? - Aegon replicó cubriendo su mejilla.
- No es nada comparado con el abuso que sufrió tu hermano, mientras tu te ahogabas entre copas, imbécil. - Alicent escupió con rabia zarandeando a su hijo.
Antes de que la reina verde pudiese seguir hablando, las puertas fueron abiertas mostrando a los Velaryon que corrieron hacia sus nietas y sobre todo la reina negra junto a Daemon.
Rhaenyra no tuvo tiempo a pararse hasta llegar a sus hijos, gritando sus nombres. Los rostros de los niños fueron acunados a su madre, las lágrimas secas entre los ojos de los pequeños.
- ¿Quién es el culpable de esto? - Rhaenyra preguntó al ver a Lucerys herido en la zona de su rostro e cuello y a Naenyra con su cabello dañado con algo de sangre. Jacaerys sangraba también por la cabeza pero el doble que su hermana.
- ¡Ellos empezaron! - Gritó Aemond girándose hacia ellos sin importarle el dolor.
- ¡Él nos atacó! - Respondió Lucerys.
Las voces empezaron a entre mezclarse con disputas y intercambio de culpas. Entre las voces eran los niños pero también la reina verde.
Viserys cansado de que su familia discutiese intento alzar la voz.
- ¡Silencio! -
Automáticamente los labios de todos se silenciaron, pero Jacaerys aprovechó la cercanía de su madre para confesar.
- Nos llamo bastardos. - Susurró.
- Aemond, quiero saber la verdad. -
Viserys se acercó débilmente hacia el niño.
- ¿Qué más quieres? Han mutilado a tu hijo, la culpa es de ellos. - Alicent miró con decepción al rey.
- A sido un trágico accidente. - Defendió Rhaenyra.
- ¿Accidente? El príncipe Lucerys llevo una daga a la emboscada para atacar a mi hijo. -
- Han sido mis hijos los atacados y se han visto obligados a defenderse. Se vertieron grandes insultos contra ellos.
- ¿Qué insultos? -
- Se puso en duda la legitimidad de su nacimiento. - Rhaenyra no contuvo más lo dicho por sus hijos.
- Nos llamo bastardos. - Naenyra confirmó.
Alicent agachó su mirada viendo la pequeña sonrisa en el rostro de Aemond, saboreando lo que había causado a pesar de su pérdida.
- Mis hijos están en la lista de sucesión al trono de hierro, alteza, ésto es alta traición. -
Todos observaron con tensión la situación menos algunos que lo saboreaban.
- Es obligatorio que lo interrogueis para descubrir de dónde vienen tales calumnias. -
- ¿Por un insulto? Mi hijo a perdido un ojo. - Ambas reinas se miraron con frustración.
- Muchacho, ¿Dónde escuchaste esa palabra? - La pregunta de Viserys hizo temblar a los verdes.
- En el campo de entrenamiento, no tiene importancia. - Los ojos de Alicent temblaron, el castigo sería la pérdida de lengua.
- Aemond, te he hecho una pregunta.
- ¿Dónde está sir Laenor? El padre de los muchachos, quizá el tenga algo que decir. - La reina verde buscaba cualquier excusa para esquivar la traición.
- Si, ¿Dónde está? -
- No lo sé, alteza, no podía descansar y salí a pasear. - Rhaenyra tardó en responder.
- Estará haciendo de anfitrión para algún escudero. - Alicent insinuó la homosexualidad del Velaryon, haciendo que estos la matasen con la mirada.
- Aemond, mírame, tú rey exige una respuesta. -
El ya mencionado tenía el odio en sus ojos por la situación, pero se debilitó sabiendo las consecuencias de culpar a su madre. Viserys también lo notó observando a su reina que temblaba.
- Fue Aegon. - Soltó como si tuviese un nudo agarrado a su cuello, quitándole toda la respiración. Aegon se sintió traicionado por su hermano.
- ¿Y tú? ¿Dónde oíste tales calumnias? - Viserys se acercó al mayor, pegándose a él.
- Yo... -
- ¡Aegon! - Alzó la voz fuertemente el rey.
- Sé sabe, padre, todos lo saben. - Aegon con voz débil observo a los Velaryon. - Miralos... -
Las miradas en la habitación se posaron en Rhaenyra. Los hijos de está se abrazaron a ella sintiéndose incómodos mientras que los ojos de su madre se llenaban de lágrimas.
- ¡Poner fin a estás dispuestas! ¡Es agotador! - El rey soltó en tono frustrado, aguantandose el dolor. - ¡Sois familia! - Éste se apartó, dándole las espaldas a sus hijos. - Ahora pediros disculpas entre todos, vuestro padre, vuestro abuelo, vuestro rey, os lo ordena.
Los ojos expresivos de la reina verde se llenaban de agua, frustrada por no recibir una venganza.
- No es suficiente, Aemond a sufrido un daño irreparable, la fé no lo recompondrá. - Ella se giro hacía el rey.
- Lo sé, pero no puedo devolverle el ojo. -
- Porqué se lo han quitado... -
- ¿Y qué quieres que haga? -
- La deuda debe saldarse... Exijo un ojo de su hija. - Ella miro a los niños con rabia sobretodo a la niña.
- Amada esposa...-
- Es tu hijo, Viserys, tu sangre. -
En el fondo todos murmuraban sobre la actitud de su reina.
- No dejes que tu temperamento nuble tu buen juicio. - Viserys temió acercándose a ella.
- Si el rey no exige justicia, lo hará la reina. - Alicent soltó con orgullo mirando a su guardia. - Sir Criston, traerme un ojo de Naenyra Velaryon.
- Madre... - La niña soltó con pánico poniéndose detrás de sus hermanos y madre.
- La dejaré elegir cuál, un privilegio que mi hijo no a tenido. -
- No harás tal cosa. -
- No intervengais. - El rey ordenó a Criston que estaba impresionado.
- ¡Me debéis lealtad! - El gritó de rabia resonó en la habitación.
- Alicent está zanjado, ¿Lo has entendido? - Susurro en tono amenazante el rey.
Aemond compartió contacto con Naenyra, sintiendo al fin ese cariño después de que la adrenalina abandonase su cuerpo.
- ¡Que corra la voz! Quién ose cuestionar la legitimidad de los hijos de la princesa, perderán la lengua. -
- Gracias, padre. - Rhaenyra se dispuso a darse la vuelta tomando a sus hijos.
En menos de unos segundos la larga melena rojiza de la reina verde se movió a gran velocidad, tomando la daga del rey con sus dedos.
- ¡Majestad! - El guardia comandante gritó.
Alicent camino con velocidad abalanzandose a por Rhaenyra que se ponía delante de sus hijos. Lucerys y Naenyra gritaron por la situación.
Criston Cole corrió a ayudar a su reina, Daemon se precipitó para agarrarlo. Entre ellas se agarraban con la daga alzada en el aire casi contra el rostro de Rhaenyra.
- Tu juicio se a ido. - Rhaenyra susurro protegiendo a sus hijos.
- ¿Yo? Solo he hecho lo que se esperaba de mí. -
En la habitación los ojos las rodeaban sin saber que hacer. Los ojos de Rhaenyra solo observaban la daga puntiaguda sobre su vista.
- Defender el reino, a mi familia y la ley, mientras tu obrabas a tu antojo. -
- ¡Alicent, sueltala! - El rey ordenó.
- Y el deber y el sacrificio, pisoteados bajo tus lindos pies. -
El color verde había perdido cualquier pensamiento debido, la venganza y ira contenida desde años nublando su mente.
- Suelta la daga, Alicent. - Otto ordenó a su vez.
- Y ahora te creés con derecho de arrebatarle un ojo a mi hijo... - Sus propios ojos cubiertos de lágrimas.
- ¿No estás agotada? Oculta tras ese manto de rectitud tanto tiempo... Ahora te ven tal como eres.
La cólera consumió los ojos de Alicent cortando la muñeca de Rhaenyra, cayendo casi hacia atrás con la daga.
Corlys tomó a la Targaryen, agarrando su brazo, revisandolo y notando la sangre gotear hacía el suelo. Las diferencias estaban ahí, mientras que una sangraba la otra dejaba caer la daga, golpeando al suelo y resonando igual que la sangre.
Las vistas de un lado miraban con horror a la reina verde, al paso que su hijo se acercaba a ella, haciendo contacto con Rhaenyra.
- No lo sientas por mí. - Aemond emitió haciendo que su madre lo mirase paralizada. - Es un intercambió justo, e perdido un ojo pero e ganado un dragón. - Él sonrió con orgullo.
Cada uno observó al niño sorprendidos por sus palabras, menos el rey.
- Esto a terminado. - Susurro hacía el oído de su esposa.
Cada persona se dividió, finalmente escogiendo un lado. La habitación estaba entre el negro y el verde, marcando una gran guerra futura entre familiares.
Cada hijo se acercó a su madre abrazandola, mientras que personas como Daemon y los Velaryon eligieron el lado de Rhaenyra, otras como Criston eligieron el lado de Alicent.
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