𝐕𝐈𝐈𝐈
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/𝟎𝟎𝟖/
𝐂 𝐇 𝐀 𝐒 𝐄
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─La carta no se va a dar sola, Baji-san─
El pelinegro lo fulminó con la mirada al escuchar su comentario sarcástico. ─Si no vas a decir nada útil, mejor cállate, Chifuyu─ Frunció el ceño mientras escuchaba a Chifuyu sonreír.
─Han pasado semanas. Tienes que dárselo ya, no puedes seguir esquivando ese momento─
─¡¿Quién lo dice?!─ Baji frunció aún más el ceño. Y Chifuyu hacía lo posible por no reírse más.
─¿Entonces ya no te vas a confesar?─
─Por supuesto que si, solo que no encuentro el momento perfecto para hacerlo─ Baji hizo una mueca al recordar sus varios intentos de darle la carta a la chica.
Hubo más de tres intentos que le dieron ganas de golpearse la cabeza contra alguna pared.
El primer intento Los hermanos Haitani fueron una total distracción.
Los dos estaban estudiando. Baji miraba la carta que tenía en la mano mientras recitaba mentalmente las palabras que pensaba decir. Palabras que llevaba días practicando.
Tan pronto como Baji pensó que estaba listo para darle la carta a Rin, dos figuras familiares aparecieron tras de sí. Un largo brazo pasó por encima de sus hombros.
Haitani Ran y Haitani Rindou lo invitaron a unirse a su sesión de estudio, haciendo que Baji perdiera la concentración y el valor que había estado intentando reunir con tanto esfuerzo.
La Haitani le sonrió con una dulzura enfermiza. Unos ojos amatista le miraban secretamente a él y a la carta que tenía en las manos. Baji miró a Rindou, que también le sonreía mientras negaba levemente con la cabeza, dándole a entender que dejara de hacer lo que pensaba hacer.
Los dos fueron entonces echados a patadas por su prima, pero en ese momento, Baji perdió por completo la voluntad y la confianza para darle a Rin la carta.
La segunda vez, la distracción fue Kurokawa Izana.
Baji estaba acompañando Rin a su clase temprano por la mañana. Decidió esforzarse más y se levantó extra temprano ese día, demasiado temprano en comparación con su hora habitual, su madre se sorprendió mucho de lo emocionado que parecía estar su hijo por asistir a la escuela. Baji pensó que sería imposible darle la carta a Rin después de la escuela debido a sus perros guardianes.
La hora del almuerzo era aún más aterradora porque no sólo Rin está con Izana, si no también con los otros miembros de Tenjiku. Baji estaba seguro de que iba a terminar en el hospital si se atrevía a dar Rin la carta delante de ellos.
¿Su solución? ¡Dársela cuando ella no esté con ellos! ¿Y que mejor hora para hacerlo que temprano en la mañana?
Fue casi perfecto en realidad. Eran sólo ellos dos, caminando por el silencioso pasillo, hablando de las cosas al azar que les gustaban en común.
Y justo cuando estaba a punto de sacar la carta, una voz familiar llamó su atención. Allí, detrás de ellos, estaba Izana Kurokawa en toda su aterradora gloria. Izana caminó hacia ellos y Baji escondió inmediatamente la carta al notar cómo la mirada del chico mayor se desviaba hacia él.
Baji sólo pudo observar cómo Izana le sonreía con fastidio. Se dio cuenta de que el chico mayor definitivamente sabía lo que estaba a punto de hacer. También llegó a la conclusión de que los hermanos Haitani probablemente le habían contado a Izana de antemano su intención. Como no quería empezar una pelea, Baji decidió conformarse con maldecir internamente al chico mayor.
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