VII

Chapter 7:-

Lisa azotó la puerta inmediatamente y los dos jóvenes se miraron el uno al otro, Rosé estaba tan roja como hace unas cuantas horas atrás y Jimin controlaba la carcajada que amenazaba con salir de su garganta. Rápidamente la muchacha saltó de la cama y se puso una bata de seda negra.

-No te afanes.-le dijo Park mientras se sentaba en la cama.

-¿Cómo de que no me afane? ¿qué le voy a decir? .-preguntaba alterada.

-Que estábamos jugando a la familia, ¿qué más? .-se burló el chico y se colocó los bóxer. Ella rodó los ojos y forzó una sonrisa, luego salió de la habitación.

La rubia buscó a la Tailandesa con la mirada esperando encontrarla detrás de la puerta, sin embargo, al no hacerlo hizo una mueca de desconcierto y se puso a llamarla por todo el lugar. La halló en la cocina con una cuchara en mano y en la otra el envase de Nutella a medio terminar. 

-¿Qué haces? .-le preguntó Rosé al encontrarla con la cuchara en la boca.

-Trato de que me dé un coma diabético, para que cuando despierte puedas decirme que lo que vi fue sólo una pesadilla.-respondió la pelinegra con un tono lleno de ironía.

-Entiendo ... .-musitó desviando la mirada.

-Creí que nos contábamos todo.-dijo Lisa con un tono amargo.

-Lo siento.-murmuró bajando la cabeza.

-No, no es cierto.-negó la contraria suspirando.

La rubia no levantó la mirada del suelo, de algún modo era verdad.

-Está bien.-prosiguió Manoban.-Ni que fuese tu madre, sólo cuídate, ¿sí?. Como dicen por allí, cada quien hace de su trasero un candelero.

-¡Lisa! .-exclamó Park ruborizada.

-Eso decía mi madre.-replicó la muchacha encogiéndose de hombros.

-Prometo que te lo compensare.-dijo la chica juntando ambas manos.

-No me prometas nada ahora.-respondió la Tailandesa tratando de no mostrarse herida.

-¿Por qué estabas molesta cuando llegaste? .preguntó entonces, tratando de cambiar él tema y minorar el incomodo ambiente. Lisa fingió salirse también por la tangente.

-Porque el estúpido de Park volvió a arruinar mi subasta.- explicó la de cabello corto recobrando su mal genio inicial.

-¿Y ahora qué hice? .-cuestionó Jimin entrando a la cocina, usando la misma camisa blanca de la noche anterior y los pantalones algo ajados.

Se encontraba descalzo y despeinado. Lisa alzó las cejas mientras la chica Park giraba los ojos.

-En está ocasión, nada, hablo de Park Jungkook.-explicó la Tailandesa con veneno en sus palabras.-que ahora que lo pienso, podría ser tu ¿primo?

-Hermano menor.-aclaró el de ojos avellanos.-mis más sinceras disculpas por cualquier problema que te haya causado.

-Que disculpas ni que nada, quiero su cabeza en una bandeja.-explotó la pelinegra.

-Tú y otras más.-se burló él único hombre de la habitación.

-Pero, ¿qué fue lo que te hizo, Lili? .-preguntó Rosé con verdadera preocupación.

-¡Compró todos mis cuadros! ¡Otra vez! Ni si quiera dejó que el juez de la subasta golpeará la mesa para iniciar las ventas.

Los dos empresarios se miraron desconcertados.

-¿Y eso es malo? .-se atrevió a preguntar la de cabellos dorados.

-¡Sí! .-contestó la menor cruzándose de brazos.

-Pero, aunque mi hermano no deje a nadie más comprar tus pinturas.-intervino Jimin intentando ser diplomático.-él las coloca en los restaurantes de la familia, prácticamente los tiene repletos con ellas, sinceramente es más fácil que millones de personas en todo el país las vean si están en lugares públicos y de esa calibre, a que si los dejas en una casa de algún millonario o en alguna oficina, ¿no crees?

-No me importa.-replicó la pelinegra sorprendiendo a Park.

-¿Cómo? .-preguntó el mayor.

-Pues como escuchaste, no me importa, Madame Lacrair había venido a mi exposición y se marchó furiosa por mi falta de seriedad, Kim Namjoon viajó desde su ciudad natal exclusivamente a comprar una de mis pinturas en la subasta. A mí no me importa lo que ese hombre haga con sus restaurantes, en el negocio del arte no sólo se trata de fama sino también de prestigio, no voy a negar que me hace feliz que mucha gente vea mi trabajo, pero de ver a admirar correctamente hay mucho trayecto. ¿Cuántos multimillonarios con conocimientos del arte van a esos dichosos restaurantes?, ¿cuántos realmente ven mis pinturas?; le puedo asegurar señor Park, a que ni siquiera usted conoce en verdad mi trabajo, o ¿me equivoco?

Jimin torció la boca, la verdad es que ni siquiera podía recordar con claridad alguna de las pinturas del lugar al que acababa de ir con Rosé, el arte no era su fuerte, ni su mayor interés. Se dio cuenta de que iniciar esa conversación había sido un gran error.

-No, no te equivocas.-admitió a regañadientes Park.

-¿Ves a lo que me refiero, Rosie? .-refunfuñó la joven pelinegra.

-Creo que sí, sabes que tampoco sé mucho sobre arte, yo sólo sé que me parecen preciosos tus cuadros.-dijo la aludida. Lisa sintió que en cualquier momento lloraría. 

-Igual, ¿no crees que estás siendo un poquito dramática? .-criticó el mayor con un tono jocoso para tratar de subirle el ánimo, sin embargo la chica de ojos marrones se enfureció aún más.

-¡Pues claro que estoy dramática! ¡Éste es un país libre y por lo tanto puedo ser todo lo dramática que quiera! .-exclamó Manoban moviendo los brazos alternadamente, salpicando de chocolate al Park.

Rosé la tomó de los hombros y le quitó el chocolate de las manos. Luego le pidió que se calmara. Jimin la miró y suspiró pensando; "Una artista de ¿qué? ¿Veinticinco años? ¿qué más podría esperar? "

Luego con un movimiento rápido se quitó con la muñeca el chocolate de la cara y se lo lamió con la lengua.

-Era Madame Lacrair.-sollozó al fin la chica.-¡Madame Lacrair! Querían ver mi trabajo y por culpa de ese maldito egocéntrico, se han marchado creyendo que soy quien sabe que irresponsable que les hace perder su tiempo. Y para empeorar no puedo venir a sollozar tranquila a casa de mi mejor amiga, porque ella se está acostando con el idiota que le dije hace tres meses que no se acostara.

-Bien, esa es mi señal de "lárgate" .-dijo el muchacho y suspiró. Dejó la cocina y fue al cuarto de Chaeyoung por su chaqueta y sus zapatos.

La rubia dejó a su amiga en el sofá y alcanzó a Jimin en la puerta, justo antes de que saliera.

-Lo siento.-le dijo al chico con una sonrisa.

-Hay gente dramática en el mundo y ella.-dijo el mayor devolviéndole la sonrisa y robándole un beso.

-Tienes razón.-contestó la muchacha con naturalidad- pero ya se le va a pasar, ella sabe que está exagerando, pero es su manera de desahogarse.

-¿Tú haces lo mismo, no? .-preguntó Jimin guiñándole un ojo.

-Todos tenemos derecho a ahogarnos en un vaso de agua de vez en cuando, ¿no? .-respondió la fémina y vaciló en ir a donde estaba su amiga, pero Jimin la ató con la mirada.

-Roseanne.-le llamo con voz profunda y aterciopelada.

-¿Qué?

-¿Crees en cuentos de hadas? .-cuestionó mirándola fijamente. 

-No, ¿y tú?

-Yo tampoco.-contestó él meditabundo. Luego quedó mirando sus hermosos ojos chocolate y su sonrisa se ensanchó.

-Bueno, adiós, Rosie, la pasé muy bien.-le dijo ,y se echó el saco al hombro.

-Yo también.-le escuchó decir desde la puerta.

-Te veré mañana o el miércoles si algo extraordinario ocurre.-le gritó el chico lanzándole una última mirada. El brillo en los ojos achocolatados no tenía precio.

Satisfecho en muchos niveles se marchó del edificio a su departamento, dejando a las dos muchachas solas. De camino a su apartamento, tomó el celular y llamó a su hermano. La bocina sonó tres veces antes de que alguien contestara. Al cuarto timbre alguien respondió.

-¿Hola? .-cuestionó una voz femenina.

-Por favor, con Park Jungkook.-ordenó Jimin molesto.

-¿Ahora? .-preguntó la voz de la chica algo quejumbrosa.

-Sí, ahora mismo.-repitió él con mal genio. La chica llamó al susodicho con un apodo estúpido que a Jimin casi le da nauseas. 

-¿Hola? .-preguntó la otra línea con una voz seria.

-Hola, grandísimo idiota, ¿cómo estás? .-lo insulto 

-¿Jimin hyung?

-No imbécil, soy cupido. ¿Dónde estás?

En un bar de Hongdae, ¿por qué? .-volvió a preguntar el menor con un tono extrañado.

-Porque ya mismo voy por ti, ni se te ocurra moverte de alli.-le contestó Jimin, y le colgó. En menos de quince minutos ya había llegado por Jungkook al lugar indicado y sin darle explicaciones lo había arrastrado, literalmente, a entrar al auto.

-¿Qué pasa, hermanito? Aún estoy sobrio.-le decía alzando sus manos para que se calmara. 

-Pues veras, sucede que yo estaba muy contento con Rosé, cuando llegó una loca de cabello negro llamada Lalisa Manobab, porque tú le arruinaste su linda velada y de paso la mía ¿cómo la vez?

-¿Lalisa Manoban? .-cuestionó Jungkook atónito.-¿La diosa del arte?

-Esa misma.-asintió con el ceño levemente fruncido. 

-¿Cómo de que arruine su velada?

De camino al departamento de Jimin, éste le contó a su menor palabra por palabra lo que había dicho la chica Manoban. Mientras tanto Rosé trataba de hacer sentir mejor a su amiga.

-Ya no importa.-dijo la pelinegra una vez se hubo sentido mejor.

-¡Oh! Ya era hora.-comento Chaeyoung trayéndole una frazada del armario.-A veces creo que no te sirven de nada las clases de teatro.

-¿Dónde crees que aprendí a relajarme de esta manera? Prefiero hacer este descargue de energías, patalear, gritar, y chillar hasta que sienta alivio a pasar días con esta frustración. ¿Sabías que cuando nos reprimimos conseguimos estrés, dolor de cabeza, migrañas y acides estomacal?, técnicamente estoy ahorrándome muchos malos momentos.

-Sí, sí... ya había escuchado eso antes.

Lisa le lanzó un almohadón a la chica, y ésta soltó unas cuantas carcajadas. Parecía mentira todo el dolor que había sufrido, lucia como un pasado lejano una vez la risa llenaba su cuerpo. En verdad quería creer que no era una ilusión tanta felicidad, pero era humana y la duda siempre está presente en nuestros corazones.

🌹

A la mañana siguiente Park encontró en su oficina un ramo de rosas rosadas y blacnas junto a un pequeño tigger de peluche. Lo tomó sorprendida y entró con él en brazos a la oficina. A penas se sentó sonó su celular, con la nueva canción de coldplay que Jimin le había hecho colocar.

-Buenos días- respondió la chica.

-Ahora sí lo son, ¿te gustó el regalo?.-preguntó Jimin del otro lado. Asombrada, Rosé sintió como su corazón palpitaba a mayor velocidad.

-Eh... sí, gracias.-contesto, para después quedarse en silencio.

-¿Qué pasa Rosie? .-volvio a preguntar el Park luego de unos minutos de silencio.

-Nada..., sólo pienso un poco.

-¿En qué piensas?

-Oh, simplemente en que fue una linda despedida.-respondió la chica arrastrando la última palabra. Del otro lado del móvil celular, Jimin se atraganto con un sorbo de café.

-¿Despedida?.-preguntó el empresario del otro lado del auricular.

-Si..., ¿no?

-En realidad, no sé de qué me estabas hablando... .-dijo él haciéndose el desentendido. Rosé no supo que decirle, después de todo era una mujer insegura, y creía que todo había quedado claro la noche anterior.

-Roseanne.-le habló Jimin nuevamente.

-¿Si?

-Esperaba que pudiéramos hablar hoy en la tarde.

-¿Otra vez?.-se burló la chica.-alguien como que disfruta mucho el verme, ¿no?

-Chaeyoung-ah, a mí siempre me encanta verte.-respondió el pelinegro con un tono serio que tomó por sorpresa a la muchacha.

-Ok... .-fue lo único que supo decir ella.

-Te veré cuando salgas del trabajo, necesito que aclaremos una cosa, ¿sí?. Nos vemos.

-¡Ah! ¡Jimin!.-le llamó Rosé de pronto. El tigre Park soltó una risita burlona.

-Dime, Ro.

-Gracias por el tigger y las rosas. Están muy lindos.-alcanzo a decir la chica con un dulce y pausado tono de voz. Jimin sonrió en su oficina, con la taza de café rosando sus labios.

-De nada, pequeña florecilla.-le respondió y colgó.

Y mientras los empresarios empezaban el día con una estúpida sonrisa en sus rostros, en otro lugar de la ciudad una pelinegra de cortos cabellos llegaba a su lugar favorito de trabajo, una bodega que Rosé le habia obsequiado en su cumpleaños número veintiuno; estaba acondicionada con enormes ventanales góticos, la luz del día le daba un color agradable a las frías paredes, tropezando con lienzos sin terminar y creando sombras que acariciaban las hojas de los pocos lirios blancos que adornaban el curioso lugar. Lo mejor era que quedaba lo suficientemente lejos del bullicio de la ciudad como para poder ahogarse en la inspiración del silencio hasta que la noche se tragara los últimos rayos de luz.

Una vez abrió la puerta, se quitó los zapatos y tomó un overol viejo y lleno de manchas de pintura que estaba colgado en un gancho detrás de la puerta. Se lo colocó sin abrochar las correas, dejando al descubierto completamente la blusa negra que llevaba ceñida al cuerpo. Luego se cubrió el cabello con una pañoleta y empezó a buscar los oleos para empezar a pintar. La ira de la noche pasada era una excelente fuente de inspiración, mucho mejor que el silencio del apacible lugar. Así que aprovechando las llamas azules de su corazón empezó a dar fuertes pinceladas, una azul, una negra, una blanca y una roja. Pincelada tras pincelada fue creando hermosos, aunque oscuros y deprimentes cuadros. Hasta que de pronto el ruido de un auto estacionándose la distrajo.

Relajada por las horas de trabajo, se pasó una mano detrás del cuello y salió a ver quién era. Sorprendida se topó con Park Jungkook.

-Buenos días, señorita Manoban.-le saludó aquel apuesto hombre mientras bajaba del Mercedes-Benz negro. Lisa pasó la muñeca por su frente; tenía pintura en la mejilla y la nariz, suspiró y sin si quiera responder entró de nuevo a la bodega.

-Espere.-le pidió Jungkook y sacó un enorme conejo de peluche blanco de la parte de atrás de su automóvil. Lalisa arqueó una ceja.

-¿Qué es eso? .-preguntó ella con fingida apatía.

-Pues..., técnicamente un conejo de peluche.-respondió el Park y se acercó con el hermoso animal de felpa.

-¿Y para que trae un conejo de peluche blanco a la mitad de la nada?

-En primer lugar esto no es la mitad de la nada, es el palacio de la más grande artista que he tenido la dicha de conocer, y en segundo lugar, éste no es un simple conejo de peluche blanco, es... mi manera de pedirle disculpas.-explicó Jungkook con cierto ademán dramático que hizo reprimir a la chica una carcajada.

-Pues lléveselo de aquí, no necesito ningún estúpido conejo de peluche

-¿Enserio? .-preguntó Jungkook.-Es una verdadera lástima, escuche que a las niñas lindas les gustaban.

Lisa suspiró y echó un vistazo a dentro de la bodega. Park Jungkook, al ver que no parecía tener intenciones de hablar, dejó el peluche en el capo del auto. Se colocó las manos en los bolsillos y luego habló:

-Escucha.-dijo en tono sereno y firme.-de verdad no fue mi intensión arruinar tu oportunidad con madame Lacrair, ¿está bien?, me encantan tus cuadros. Por eso los compro.

Lisa lo miró fijamente y se sorprendió con la imagen tan imponente que tenía la sola forma en que estaba de pie. Conteniendo los vergonzosos saltos de su corazón la muchacha le lanzó una mirada orgullosa que hizo a aquel hombre diera un respingo. Caminó a zancadas al auto y levantó rápidamente la mano; por un segundo Jungkook llegó a pensar que le daría una cachetada, sin embargo, la chica únicamente tomó el peluche.

-Acepto la discukpa.-dijo ella atropelladamente.-pero no vuelva a comprar todas las pinturas de mis subastas.

Dicho esto giró en sus talones y se dirigió al interior de la bodega con intenciones de continuar su trabajo, pero Jungkook la detuvo.

-Tal vez podamos hacer un trato.-dijo él deteniéndole de la mano. La pelinegra se soltó y arqueó las cejas.

-Me parece bien.- contestó ella.-Usted se va y yo no llamo a la policía, ¿le parece bien?

-Eh..., no.-respondió él y sonrió ante ese carácter tan peculiar.-me gustaría venir aquí de vez en cuando a ver tu trabajo. Prometo no comprar todas las pinturas, si me dejas echar un vistazo.

Lisa quedó con el "no" en la garganta, pues el rostro sonriente del entusiasta muchacho le quitó el aliento.

-Bueno, pase... ¡Pero no toque nada! .-aceptó la cortos cabellos a regañadientes.

Sonriendo el peculiar caballero entró y dio un vistazo a las obras de arte que había hecho Manoban.

🌹

Para cuando el reloj marcó las tres, Rosé se encontraba recostada en su sillón; le dolía la cabeza. Llevaba varios días con terribles migrañas, que siempre empezaban a la misma hora, y aún no había ido al médico para averiguar la causa.

Mientras el dolor se disipaba un poco, la chica trataba de no pensar en más nada. Fue entonces cuando la puerta se abrió y Min Yoongi entró a su oficina.

-Hola.-le saludó desde su asiento la chica y volvió a acomodarse.

-¿Qué hay en el techo? .-preguntó el pelinegro tomando asiento.

-Un montón de puntos de colores ...

-Te he dicho que no fumes verde.-dijo Yoongi de manera burlona.

-Tengo migraña.-explicó ella y dejó la mano derecha apoyada sobre los ojos.

-Huy, que malo ¿ya fuiste al médico?

-No, aun no he ido, pero no creo que sea grave.

- ¿Cuántos días llevas con migraña?

-Creo que cumplí la semana... se me acabaron las pastillas.-respondió ella, forzando cada palabra, conteniendo su deseo de mandar a callar al azabache. Min frunció el ceño.

-De verdad creo que deberías ir al médico, Rosie.-le aconsejó el chico colocando una mano sobre la de ella.

-Vamos, Yoongi, sabes que soy tan sana como una mandarina en plena temporada.

-Pero Seokjin dijo que te hicieras unos exámenes.-le recordó él y se levantó para colocarse a su lado.-No me obligues a arrastrarte hasta su consultorio, porque sabes que lo haré, mi pequeña Park.

Rosé levantó la mano de sus ojos y lo miró, Min era su mejor amigo desde hace mucho tiempo así que sabía perfectamente que cumpliría su amenaza y seguramente de la manera más vergonzosa posible; no tenía salida.

-Está bien, está bien, sólo déjame reposar un rato, recuperare la vista en media hora más o menos.

-De acuerdo, pero recuerda esos síntomas cuando vayas a la oficina de Jin, ¿sí?.-le preguntó Yoongi y le dio un suave beso en la mejilla.

Justo en ese momento la puerta se volvió a abrir y Jimin entró con un girasol en mano. Rosé le lanzó una mirada, y luego se dejó caer la mano sobre los ojos de nuevo.

-Se juntaron el hambre y las ganas de comer.-dijo la chica con la apatía que le daba el dolor de cabeza.

-¿Interrumpo algo?.-preguntó el de ojos avellanas con un tono algo seco.

-No, para nada.-respondió la fémina.-Yoongi ya se iba.

-¿Ah sí? .-le preguntó el azabache con el ceño fruncido.

-Sí- contestó la chica. Entonces Min miró de una manera despectiva al empresario y se marchó sin chistar.

-¿Quién era? .-preguntó el recién llegado mientras cerraba la puerta.

-Mi mejor amigo, Min Yoongi.-respondió la chica. Jimin se sentó en donde Min había estado hace sólo un par de minutos.

-¿Te sucede algo? .-le preguntó notando la expresión en el rostro de Rosé.

-Tengo migraña.-contestó ella.- así que si tuvieras la amabilidad de resumir lo que me quieres decir, te lo agradecería mucho.

-Bien.-respondió el aludido.-Vengo a aclarar un poco las cosas. Lo de ayer, para empezar, no lo tomé como una despedida.

-¿Ah no? ¿Entonces que fue?.-preguntó la rubia; aunque de algún modo ella sospechaba lo que iba a decirle, necesitaba escucharlo de su boca, así le doliera, así se equivocara, las cosas se aclararían allí y en ese momento; aunque la cabeza le explotara en el intento.

-No creo que exista un nombre para eso.-contestó el mayor.-"para resumir" fue el fin del juego, pero no cojas la idea equivocada, no es porque no quiera estar más contigo, es porque... quiero tener algo serio. Quiero que dejemos de llamarlo jugar, Roseanne. Así que ¿qué dices?, ¿quieres ser mi novia oficial?

El cerebro de Rosé hizo Bum con aquella pregunta.

-No lo sé, Jimin.-salió de sus labios de manera involuntaria.

-¿Por qué no?, yo no le veo ningún problema a nuestra relación..., aunque parece que tú no tienes problemas en inventarlos.

-No se trata de que haya problemas, tigre... ¿O acaso crees que no me gustas? .-preguntó ella de manera brusca, quitando la mano de sus ojos y clavando una mirada penetrante en los ojos oscuros del chico.

-¿Entonces qué es mujer? .-preguntó él desesperado por no saber cuál era la pared que los separaba.

-¡Tengo miedo!, ¿está bien?. Tengo miedo.-respondió molesta la chica, y al instante sintió que había sido un error haber dicho eso. Sin embargo Jimin no lo tomó mal, todo lo contrario, parecía causarle mucha gracia lo que ella le había contestado.

-¿Miedo? ¡vamos, únete al club! .-dijo el Park y la miró de una manera tan tierna, que Rosé sintió que se le aceleraba el corazón al perderse en los marrones ojos del contrario. 

-El miedo es una sensación normal, Rosie.-prosiguió él- pero no me quedare con las ganas, ¿tú qué dices?

Rosé no sabía si le dolía más la cabeza o el nudo en medio de su corazón. Solamente tenía la certeza de que ella quería aventurarse a Jimin, aun si gastaba las últimas esperanzas de su corazón, estaba dispuesta a gastarlas junto a él. Así que se volvió a acomodar en la silla.

-Está bien, pero, por favor, deja de darme tantas flores ¡vas a acabar con el ecosistema!

Jimin soltó una carcajada, se levantó y apoyado en el escritorio le dio un beso fugas a la muchacha.

-No hay problema.-le dijo y se volvió a sentar. Rosé sonrió, su visibilidad parecía volver a la normalidad.

-¿Y en qué términos quedamos, Jimin-ssi? .-le preguntó regalándole una sonrisa.

-En que yo soy el novio y tú la novia.-jugó él. Ella se rio un poco, pero se detuvo por el dolor en su cabeza.

-Parece que siempre hacemos esto en malos momentos. Cuando quieras terminar dirás que no estabas en total capacidad física y mental cuando me aceptaste, ¿no?.-dijo Jimin cruzándose de brazos en su silla.

-Mira, si no dejas de hacerme reír te vas a es a quedar sin novia.-comento la menor después de sentir de nuevo el dolor que le causaban sus carcajadas.

-Bien, bien, pero debo de decirte algo... Soy extremadamente celoso.

-¡Hay no! .-se burló la chica.-ahora no me vas a salir con eso de "él o yo" ni nada parecido. ¿O sí?

-Depende.-comento siguiéndole el juego. Entonces se levantó y le dio un dulce beso en la frente.

-¿De qué?

-De si ese tal Yoongi está interesado en ti o no.

-¡Jimin-ah!

-¡Hey! Soy honesto.

-Ya habláremos de eso después, estoy segura de que te escapaste de la pobre Jennie unnie para venir.-comentó la rubia echándolo con un gestó de la mano. Jimin rio entre dientes, y le beso los labios. Dejó el girasol en su regazo y se dirigió a la salida. Estaba por irse cuando sonó su celular.

-Detesto que me conozcas tan bien.-le refunfuñó el chico a Park y contestó.-Ya voy para allá Señorita Kim.

Rosé lo miró irse y sonrió de oreja a oreja cuando él le lanzó un último vistazo antes de cerrar por completo la puerta de cristal.

Cuando supo que se había marchado tomó el teléfono y llamó al consultorio de Jin para pedir una cita.

🌹

Varios días después, Roseanne se hizo un par de exámenes y fue al hospital para escuchar el resultado de estos.

-Buenos días, Rosie.-le saludó Kim con una mirada seria que la asustó.

-Buenos días, Jin.-le contestó la muchacha tomando asiento, mientras su estomago se encogía; detestaba el olor a hospital.

-Ya revise tus exámenes...

-¿Y? .-preguntó impaciente la muchacha, Kim suspiro dejando caer su mirada en la menor frente a él.

-Es algo delicado ...





🍃🌺🍃

Momo 🍑💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top