VI
Chapter 6:-
"Porque aunque tu corazón está roto este aún late"
Tras la noche del cine ambos se hicieron más cercanos, y sin detenerse a pensar en lo agradable de su mutua compañía se empezaron a dejar llevar por el juego ardiente y mordaz que habían comenzado.
Cada tres días salían a cine, o a comer; y en ese plan se la habían pasado ya varias semanas.
Ahora era un viernes por la noche y ambos jóvenes Park estaban viendo Enemigo público número uno, sentados en el cómodo sillón del apartamento Jimin.
Rosé se divertía viendo a al mayor imitar a Johnny Dilliger:
-"Me gusta el baseball, las carreras de caballo, el Whisky y tú".-decía el pelinegro en coro con el dialogo del actor en la pantalla. Y Le guiñaba el ojo a la fémina, quien reía de pura gracia.
Cuando la película finalizo, se pusieron a escuchar la exorbitante colección de música que Jimin tenia en su reproductor. Como Rosé había descubierto esos días, Park Jimin era un aficionado a todo tipo de música, y cada lugar en el que él se encontrara debía tener a mano su móvil para así escuchar de aquellas canciones, además que tenia que admitir su excelente gusto musical.
Chaeyoung alzó las cejas y le tiró una almohada para que despertara de su ensueño, y la mirara de frente, ya que estaba perdido en su mundo.
-¿Por qué lloras, Park? .-preguntó la chica y lanzó una cantarina carcajada. Jimin la miró con las cejas arqueadas y terminó riéndose con ella.
No recordaba haber tenido una relación con una mujer que no se basara en sexo, desde los dieciséis años. Se perdió en el rostro alegre de la muchacha.
-¿Jimin-ssi? .-volvió a preguntar la rubia tratando de atraer su atención.
-Lo lamento.-dijo él y sacudió el rostro para despabilarse.-creo que ya es algo tarde.
-Son las diez, Jimin.-señaló Rosé con el rostro lleno de consternación.
-Ah ¡Es verdad! .-respondió riendo entre dientes.
-Actúas como si estuvieras borracho.-le reprocho.
-Porque tú sabes muy bien cómo actúo borracho, ¿no, Rosie ? .-señaló burlón y la despeinó con un rápido movimiento de sus manos. La menor rodó los ojos empujándolo levemente.
-No lo arruines, Park.-gruño con ojos brillantes.
-Wow, mi apellido, eso quiere decir que me estoy portando mal, entiendo. Te diré una cosa, cariño, estoy algo cansado ¿qué tal si terminamos nuestra reunión mañana?
-¿Mañana? .-repitió extrañada.
-Sí.
-No puedo, Lisa tiene una subasta de sus pinturas, le prometí estar allí .-dijo vacilante.
-Ya veo.-exclamó él y recostó la barbilla en su mano, haciendo un ademan de que pensaba profundamente, y fingiendo tener una gran idea, continuó.-¡Se me ocurre algo! .-dijo mirándola a los ojos.-¿Y si te ofrezco llevarte a esa pastelería que tanto te gustó?
-No, Jimin, realmente no puedo.-respondió fingiendo que no deseaba ser convencida.
-Muy bien, muy bien, muchacha difícil. Está bien, una mejor oferta, a Songwon Art.
-¿El restaurante-galería de lujo que sirve comida internacional y que abrirán mañana? .-preguntó ella con los ojos iluminados.
-Me parece que tengo puntos extras por la sorpresa.-exclamó con una sonrisa galante.-Siempre estamos yendo al parque, al cine, o a lugares así, pensé que ir a algo un poco más... ya sabes, a la altura de nuestro salario, estaría bien, para variar. ¿Qué me dices, linda?
-Suenas como un esposo de un viejo matrimonio acabado.-se burló y sonrió radiante.
-¿Vienes o no? .-se apresuró a decir ignorando el cometario.
- Supongo que Lisa estará bien sin mí.-dijo ella encogiéndose de hombros, e hizo una mueca graciosa- pero si me descuartiza viva, pesará en tu conciencia.
-¿Conciencia? ¿qué es eso? .-se burló, y ella se levantó para tomar su bolso.
-¿Lo que tú no tienes? .-cuestionó la rubia siguiendo su broma.
-Te acompañaré a la puerta.
-No hace falta.-lo evadió con un inusual nerviosismo que el mayor pudo notar fácilmente.
-Como quieras.-contestó Jimin sin darle importancia.
-Oye, pero antes de irme.-dijo de pronto llamando la atención del contrario.
-¿Si?
-Ya dime como sacaste los carros del estacionamiento.
-Adiós.-fue lo que le contestó cerrando la puerta en sus narices. Rosé frunció el seño.
-¡Algún día tendrás que decirme! .-gritó la de cabellos dorados junto a la puerta.
-Ya vete.-se escuchó del otro lado de la puerta y luego una carcajada. Chaeyoung suspiró y dio una leve sonrisa, luego tomó camino al elevador.
-Vaya.-exclamó el hombre dando un largo suspiró, se dejo caer en el sofá donde siempre estaba la chica, y respiró el aroma de su cuerpo. Ese sofá ya no era su sofá, era de ella. Sacudió la cabeza negativamente, era demasiado para él.
Se levantó y se sirvió un vaso de Whisky, lo acercó a su boca, pero no tomó ni un trago. Caminó hiperactivamente en el apartamento, hasta que su móvil celular empezó a sonar.
-¿Hola? .-respondió con impaciencia.
-Hola, hermanito, ¿qué pasa? .-preguntó una voz masculina, profunda y suave del otro lado del teléfono.
-No tengo idea, Jungkook, no tengo una maldita idea.-contestó francamente.
-¿Aún deprimido por Seulgi noona?
-Tengo una herida en mi orgullo, pero, eso es ahora insignificante.
-Escuché por allí que sales con Roseanne Park.
-¿Quién te...? ¡Kim Taehyung! Ese idiota.-gruño haciendo un puño su mano libre.
-Según las ultimas noticias el idiota eres tú.
-¡Ah! No me jodas.
-Soy tu Dongsaeng, Jimin-ssi, mi deber es joderte.-contestó burlón Jungkook, sin embargo su semblante cambio a uno serio después de sus palabras.
-Sólo somos amigos.-dijo el Park mayor después de unos minutos de silencio.
-Oh claro, y yo seguiré esperando a mi dinosaurio en el árbol de navidad.-replicó el menor con sarcasmo.-Escúchame Jimin, sé que nuestra familia no es un excelente ejemplo de educación y buenas costumbres, es decir, papá es un idiota que engañó a mamá cuantas veces pudo. Pero eso no es excusa para que tú también seas un cretino.
-No estoy siendo un cretino ¡No le he puesto un dedo encima! .-mintió a la defensiva.
-Jimin, por favor, no tienes diez años, ya sabes cómo es el corazón de una mujer, se enamoran sin que te des cuenta. Y hyung, tú estás cumpliendo todos los requisitos, sin mencionar que ya te acostaste con ella, no seas descarado que no te luce.
-Taehyung te tiene al tanto de demasiados detalles, parecen un par de viejas chismosas.¿No crees que estamos demasiado grandecitos para que me andes vigilando?
-Eso te lo pregunto yo a ti, Jimin-ssi, ¿no crees que ya están grandecitos para jugar a los novios? .-contradijo el menor.
Jimin se calló por un momento, en realidad su hermano menor tenía razón. El juego tomaba mal rumbo. Pero lo estúpido y realmente increíble, era que a pesar de que él lo sabía y a pesar de que estaba seguro de que ella también se había dado cuenta, él no quería detenerse. El peso sobre su pecho era como Rosé había dicho la primera vez que salieron: Sadomasoquistamente placentero.
-Gracias por las boletas.-le dijo al contrario después de perderse en sus confusos pensamientos. Escuchó como Jungkook suspiraba de cansancio junto al auricular.
-Sabes que mi cadena de restaurantes está a tu completa disposición.
-Por eso dije gracias.-contestó él rodando los ojos. Había un mensaje oculto en su tono de voz.
-Bien.-contestó Jungkook captando la idea.-te dejaré hacerlo a tu manera, sólo para después poder decir "te lo dije". En fin, mañana voy a ir a otra subasta.
-Construyes restaurantes solamente para meter la cantidad de pinturas que compras, ¿verdad? .-le preguntó de pronto con ironía.-¿no crees que ya tienes suficientes?
-No.-contestó sin pensarlo.-tú decides como gastar tu dinero, yo decidiré como gastar el mío. Además, no son sólo pinturas, son magia enmarcada, hyung. Y merecen ser vistas por todos.
-¿Por eso siempre agotas las subastas?
-No cualquier subasta, Jimin-ssi.-corrigió el menor.-únicamente las de ella.
-¿Ella, las de quién? .-quiso saber el pelinegro, después de todo darse cuenta del estilo de las pinturas no era lo suyo. Y si Jungkook no lo hubiera acabado de decir, él jamás se habría dado cuenta de que era el mismo autor o autora.
-Es una excelente artista, es lo único que puedo decirte.-contestó el menor y Jimin se empalago inmediatamente.
-¿Sabes qué? ¿ya no me digas nada? No quiero saberlo.
-Tú te lo pierdes.-dijo con orgullo.
-Seguramente.-contestó en sarcasmo. Luego preguntó por su madre y por su prima, se despidió y colgó.
Tirado en la cama deseó dejar de pensar en su madre, quien se había separado de su padre a los cuarenta años y que ahora vivía con su prima Jeongyeon, al otro lado del mundo, en los Angeles; Estados Unidos. También quiso dejar de pensar en Rosé y en sus hermosos labios, por lo menos esa noche para poder dormir bien, sin embargo, sus deseos no se harían realidad. Y pasaría toda la noche revolcándose en su cama sin poder descansar.
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Rosé por otro lado, llegaba a su casa también cansada. Aparcó el auto y se preguntó por qué había ido a su cita de cada tres días con Park si estaba tan cansada como estaba. Su corazón retumbó dándole la respuesta, pero ella no lo quiso escuchar, en vez de eso escuchó a sus adoloridos pies y con bastante cansancio encontró su cama.
Se dejó caer en ella y el resto de la noche hasta pasadas las nueve del día siguiente, se la pasó soñando con Park Jimin.
Despertó adolorida y con ganas de seguir durmiendo, pero en vez de eso se dio dos palmadas en el rostro y fue al baño a ducharse. El agua estaba helada. Cuando salió del baño se quedó mirando su cuerpo en el espejo. No sabía que buscaba, simplemente no podía dejar de mirarse. Luego de parpadear un par de veces recobró la conciencia, y se dio cuenta de que trataba de recordar la noche que había conocido a Jimin, pero todo estaba bastante borroso en sus recuerdos.
Termino de asearse y ya no quiso pensar más, era demasiado para ella.
Se colocó una blusa larga y bragas coloridas, peinó su cabello y se sentó en frente del teléfono. Hizo una mueca y fue a la cocina a desayunar, volvió y se sentó enfrente del teléfono nuevamente. Volvió a quitarse y se puso a organizar la casa. Finalmente, cuando ya no tenía nada más que hacer, o al menos nada que involucrara quedarse con la camisa y bragas sin salir de casa, se quedó quieta por largo rato enfrente del teléfono.
Finalmente tomó el auricular y marcó un número.
-¿Hola? .-contestó Park y Rosé le colgó rápidamente. Suspiro y volvió a marcar otro número.
-¿Bueno? .-respondió Lisa, y la rubia colgó nuevamente.
Se dejó caer en el sofá y dio un grito de frustración. Ella sabía que lo que estaba pasando con Jimin no tenía buena pinta. Pero no quería dejar de verlo, sentía la necesidad, tenue y mil veces negada, de estar con él. No lo amaba, pero le gustaba y eso era peligroso.
Miró el techo, en su cuerpo apareció la sensación del beso que Jimin le había dado el día que la llevo al trabajo por primera vez. Sus labios se entre abrieron rememorándolo.
-No, no, no, no, no y no.-se decía a sí misma, luego marcó el número del apartamento del pelinegro.
-¿Diga? .-contestó el susodicho con una voz masculina y arrulladora. Rosé se quedó sin habla.-¿Bueno? ¿Quién habla? .-volvió a hablar con impaciencia.
-Yo.-salió por fin de la boca de la chica.
-¿Rosé?
-Este... sí, soy yo, Park. Mira te llamo porque de verdad que no puedo ir al restaurante contigo hoy.-dijo con rapidez.
-¿Y eso por qué? ¿sucedió algo? .-preguntó el chico dejando ver su preocupación.
-No, bueno... .-trató de explicar vacilante.-Jimin ...
-Dime.-urgió el mayor.
-No quiero seguir jugando.-dijo la rubia mordiéndose el labio. Jimin no le contestó por unos largos segundos.
-¿Por qué? .-quiso saber él con tono estoico.
"Porque me estoy enamorando", pasó por la mente de ella y se mordió más fuerte el labio inferior.
-Porque me aburrí.-mintió. Jimin dio un respingo en su sala y luego suspiró.
-Chaeyoung, esto no es algo que pueda hablarse por teléfono, escucha, iré a buscarte y lo habláremos en el restaurante, ¿está bien?
-No, Jimin, yo... voy a ir al evento al que me invitó Lisa. Yoongi va a volver a venir por mi más tarde.-volvió a mentir ella, está vez tratando de mantener un tono despreocupado.
-No me importa.-espetó a secas.-iré por ti a las siete, quieras o no.
Dicho eso, colgó. Rosé estaba estática escuchando el timbre del teléfono. Luego suspiró y se calmó, ella había dicho que no iba y él no podía obligarla a lo contrario.
🌹
Mientras Rosé pensaba que haría por los próximos días entre en trabajo y sus amistades, Jimin se reventaba la cabeza tratando de pensar que habría podido pasar para que de un momento a otro ella quisiera salir corriendo así de su vida. Pensándolo, solo consiguió ponerse de peor humor del que ya estaba cuando la chica le dijo que no quería jugar más.
Horas más tarde, Rosé se convencía de que había olvidado someramente el tema, cuando de pronto tocaron a la puerta de su apartamento. Golpes desesperados y estruendosos que indicaban que la persona del otro lado estaba furiosa.
La muchacha dudó unos momentos en abrir, pero los golpes se hicieron más tenues.
Con algo de nerviosismo giró la perilla y se encontró frente a frente con el muchacho de los ojos avellanas.
-Jimin-ssi.-dejó salir de sus labios.
-Buenas noches.-dijo el mayor evidentemente molesto, pero de todas manera atractivo. Forzó una sonrisa. Vestía un esmoquin negro, sin ningún lazo al cuello.
-Te dije... te dije que no quería verte.-tartamudeo apartando la vista del deslumbrante hombre que estaba ante sus ojos.
-Y yo te dije que lo hablaríamos en el restaurante.-replicó el pelinegro.
Rosé posó sus manos en la cadera y, en un valiente movimiento, le sostuvo la mirada. Sus ojos centelleaban de desesperación, mientras mantenían una batalla interna entre el deseo y la razón.
-No puedes obligarme.-exclamó ella.
-Oh, claro que puedo, jovencita.-contradijo con un tono burlón pasando una rápida vista por el aspecto de la muchacha. E hizo un esfuerzo por no perderse en el contorno de las hermosas piernas que surgían de las bragas.
-Así que tú decides.-continuó el Park.-O entras y te cambias, o te llevo así arrastras.
Rosé lanzó un bufido al escuchar esas arrogantes palabras, luego le dio la espalda para cerrarle la puerta en las narices. Sin embargo, él ya había previsto sus intenciones y en un ágil movimiento la alzó en brazos.
-¡Bájame! .-exigió la chica dando patadas, pero él la apretó de tal modo que no pudo sino retorcerse en sus brazos.
-Ya te dije que hablemos en el restaurante.
-No acepto ordenes de nadie, y mucho menos tuyas, ¡así que bájame!
-Vas a hacer que te oiga al edificio entero.-le replicó la soltó. Rosé vio el dolor en su rostro y suspiró.
-Esa manera tuya de pedir las cosas.-siseó la menor. Él sonrió, sabía que no tenía sentido lo que estaba haciendo, sin embargo, no era como si fuese capaz de evitarlo.
-Y esa manera de hacer todo más complicado, ¿qué difícil es aclarar las cosas a las romántica luz de las velas del restaurante al que te mueres por ir?
Rosé se cruzó de brazos, esto no tenía ni pies ni cabezas, estaban comportándose de manera irracional.
-Está bien, tú ganas, Park.-dijo ella y se encogió de hombros.-habláremos en el restaurante, sólo dame unos minutos para cambiarme.
Jimin la despeinó aún más de lo que ya estaba y entró con ella al departamento. La chica tratada de que no se diera cuenta de cuan aprisa latía su corazón, realmente no tenía ni la menor idea de que le iba a decir.
"Estoy enamorándome de ti, idiota, por eso no puedo seguir viéndote la cara... Es vergonzoso y humillante... no soy tu plato de segunda mesa", pensaba la joven mientras buscaba un vestido negro que aún no había estrenado y que le sentaba de maravilla.
"Claro que eso debí pensarlo antes de iniciar este estúpido juego, yo sabía que terminaría así ¡Es mi culpa!", seguía pasando por su mente mientras sus perfumes inundaban la habitación.
Cuando se hubo terminado de arreglar, salió y encontró a Jimin observando las fotografías que se encontraban en la mesita del café.
-Preciosa, ¿es nuevo? .-le preguntó cuando la vio llegar, y colocaba los marcos en su lugar.
-Sí.-contestó sonriendo radiantemente.
Park Jimin era el tipo de hombre que sabía alagar a una mujer cuando esta le importaba, aún cuando el muy idiota no se hubiera dado cuenta de ello.
Sin decir una palabra más se dirigieron a la inauguración del lugar.
🌹
Cuando llegaron, atrajeron la atención de muchos fotógrafos que se encontraban en el evento. Algo incómodos por ello caminaron más aprisa para adentrarse en las instalaciones.
El lugar contaba con tres pisos y una azotea. En las paredes de los tres pisos se notaba el fino color de rosa viejo, mientras que los candelabros dorados iluminaban de manera perfecta cada una de las piezas de arte que estaban colgadas en los diferentes niveles. Arriba de este magnífico espectáculo, de sobria e impecable decoración, estaba la azotea. Con la infraestructura de un invernadero de cristal, permitía a la clientela más selecta disfrutar de las constelaciones, al tiempo que su comida era amenizada por música clásica en vivo.
Como era de esperarse nuestra pareja se dirigió a la parte más alta, se sentaron en una mesa e hicieron la orden. Comieron en silencio hasta que llegó el postre.
-Roseanne.-le llamó Jimin degustando del vino tinto.
-¿Qué? .-preguntó ella tomando un bocado del dulce manjar.
-Se acabó nuestra excusa... hablémos.
-Lindo modo de llamar a la comida.-jugó ella y miró la bella vista del horizonte.
-¿Por qué? .-insistió en saber.
-Porque esto va mal .-dijo al fin, y él pudo leer sus pensamientos.
Lo que todos le habían estado diciendo, lo que ambos sabían, lo que querían negarse... estaba marcando en sus brillantes ojos chocolate. Por alguna razón no sintió culpa... sino en cambio una pequeña porción de orgullo junto al sabor de vino.
-Sí.-apoyó el pelinegro ocultando su sonrisa.-está cogiendo mala pinta, ¿no?
Rosé buscó sus ojos, rogando que no supiera. Pero encontró lo contrario, era obvio incluso para él.
-Me estoy enamo... .- trató de decir ella mientras las mejillas se cubrían de carmín. Jimin la miró sorprendido de su valor. A ese punto él no esperaba más nada. Todo estaba dicho, sin haberse pronunciado. Y ella quería huir de la verdad.
Pero no pudo escuchar el final de esas palabras, dado que un castaño de brillantes ojos los interrumpió.
-Buenas noches, Rosie.-le dijo a la chica el recién llegado. Rosé quedó estupefacta, el hombre que le había roto el corazón unos meses atrás estaba ahora enfrente de ella, mirándola de manera acusadora. Quiso decirle que se fuera, sin embargo ni una sola palabra salió de sus labios.
-Disculpe mi descortesía, señor... - intervino Jimin dándose cuenta del estado de la muchacha.
-Jaehyun.-exclamó el de cabellos castaños.-Jung Jaehyun.
-Señor Jung.-continuó Park.-nos está interrumpiendo.
-¿A sí? .-cuestionó Jaehyun arrogantemente.
-Sí, así es.-respondió tajante la menor de ambos, quien al fin pudo arrancar las palabras de su garganta.
-No pensé que fueras de las chicas que olvidan tan rápido.-replicó el tercero haciéndose el dolido, a leguas se veía que no era más que un machista marcando su territorio. Rosé frunció el ceño.
-No eres nadie para decirme eso.-replicó la fémina en un tono de voz moderado.
-¿Nadie? .-repitió el castaño y sonrió. Susurró una palabra que solo Jimiin entendió y luego se levantó.
Rosé apartó el plato con desagrado y su acompañante frunció el ceño ante ese gesto.
-¿Te sientes mal? .-preguntó terminando de tomar la última gota de vino.
-Si.-contestó ella, sin ganas de ocultar lo obvio.
Era una noche desastrosa. Jimin hizo un ruido desde la garganta que significaba afirmación. Llamó al mesero y pago la cuenta, luego se dispusieron a marcharse. Antes de llegar a la salida, Rosé le dijo al Park que tenía que ir al tocador de damas un momento, y mientras la esperaba Jimin meditaba sobre la desagradable presencia del ex prometido de la chica, cuando de pronto lo diviso en el bar hablando con una muchacha de cabellos marrones y curvas despampanantes.
Sin pensarlo dos veces se dirigió hacia ellos.
-Hola de nuevo.-le dijo Jung cuando lo vio, tenía una sonrisa casi tan arrogante como la de Jimin.
-Hola.-contestó el aludido y se sentó a un cuerpo de distancia del castaño.
-¿Rosé ya te dejo por otro? .-se bufó Jaehyun amargamente. Jimin alzó las cejas y sonrió.
-No.-respondió el mayor.-está en el tocador, así que aún tengo la suerte de su agradable compañía.
-Ya veo... Vaya suerte la tuya.-exclamó Jung despectivamente.
-¿Pasa algo malo con Rosé? .-le preguntó el Park lo más sereno posible.
-No es muy fiel que digamos, ¿eh?. Estábamos comprometidos, y en sólo tres meses ya me ha olvidado.
-Tal vez no eres lo suficientemente hombre para marcar a una mujer.-corrigió Jimin con una sonrisa burlona.
-O tal vez ella es demasiado perra como para ...
No había terminado de decir esto cuando Jimin le clavó un puñetazo en la cara. Los rostros asombrados de los presentes no se hicieron esperar y mientras algunas mujeres gritaban aterradas, los demás observaban expectantes. Jimin apretó el puño con el que le había golpeado y sus nudillos sonaron. Habría disfrutado partirle un poco más la cara a ese imbécil, pero detestaba hacer espectáculos.
Sin darse cuenta había atraído la atención de demasiada gente y lo peor era que empezaban a amontonarse. Entre la multitud divisó a Chaeyoung, quien había llegado justo a tiempo para ver cómo lanzaba a Jaehyun contra el suelo. Le sonrió y volvió a mirar a la bazofia que todavía no se levantaba del piso.
-No vuelvas a llamar a Roseanne Park"perra", ¿entendido? .-siseo con un tono amenazadoramente sereno.-Ese nombre no te cabe en la boca.
Dicho esto se dirigió hasta donde estaba Rosé, y tomandola de la mano pronuncio, "Camina Park".
Entonces, desaparecieron en la multitud.
🌹
El viaje al apartamento de Rosé fue en silencio. Cuando llegaron al edificio, Jimin la escoltó hasta su puerta y mirándola fijamente esperó a que le dijera algo. La muchacha lo miró a los ojos, se aferró a su pecho y lo abrazó. El Park correspondió al abrazo y le acarició la cabeza. Ella lloraba con rabia.
-Soy una idiota.-decía ininteligiblemente.
-No, no lo eres.-le repetía el mayor cada vez que la escuchaba.
Rosé le pidió disculpas de pronto y alterada abrió la puerta del apartamento. Odiaba que la viesen llorar. Jimin dio un bufido al verla y entró detrás de ella.
Le sirvió un vaso de agua fría que encontró en una de las jarras de la nevera, luego la hizo sentar en el sofá y tomarse hasta la última gota del líquido. Cuando la vio más relajada abrió los brazos y la invitó a su regazo. La chica se acomodó sin chistar.
-¿No llorabas por él o sí? .-preguntó el de cabellos negros con un tono extraño.
-Claro que no.-replicó ella sin si quiera dudarlo.-Lloraba por lo tonta que soy.
-El amor es ciego, cariño.-le dijo acariciando sus largos cabellos.
-Ciego, sordo, mudo y retardado.-refunfuñó ella contra su pecho y sus latidos se perdieron en el aroma varonil del cuerpo de Jimin.
El hombre la aprisionó y dejó que sus dedos recorrieran la piel aterciopelada de la muchacha. Esta subió la vista e hizo un esfuerzo por desear apartarse, pero era demasiado para ella. Era como si no hubiera mejor lugar que ese. Casi como si sólo ellos dos fuera el mismísimo paraíso. Y Jimin sentía lo mismo, se podía sentir en el retumbar de su corazón.
Entonces él se acercó a sus labios y le mordió el labio inferior. La chica no se movió, simplemente disfrutó del contacto.
-Entonces seamos unos retardados, ¿qué dices, Chaeng? .-dijo él junto a su oído. La chica sintió que los latidos de su corazón se iban a detener.
Empezaron a besarse, y la sensación les invadió el cuerpo entero. Primero despacio, luego apasionadamente. Las manos de Jimin acariciaron el cuerpo de la chica tras las telas del vestido, mientras ella acariciaba su cabello con las manos, entre tanto movimiento cayeron al suelo y se detuvieron conteniendo algunas risas.
-Lo siento.-dijo el mayor, quien fue el culpable de que cayeran.
-No tiene importancia.-decía ella soltando al fin las carcajadas. Se miraron. Estaban ebrios solamente de pasión.
Jimin pasó delicadamente la mano por la mejilla de la muchacha y le cuestionó: "¿Estás segura de esto, cariño?"
Rosé lo miró a los ojos, y sin pensar en nada más, respondió: "Sí, sí quiero"
Entonces él la ayudo a levantarse y tomándola en brazos la hizo cerrar los ojos mientras la besaba. Con una agilidad impresionante la guio hasta el cuarto y allí la hizo caer en la cama. Sin darse cuenta ya estaban desnudos.
Jimin acariciaba con la mano derecha el contorno del cuerpo de la de cabellos dorados, entre tanto ella disfrutaba del contacto de sus cuerpos. De pronto Jimin se detuvo y de los labios de Rosé salió un pequeño gemido de protesta.
Park sonrió ante ese dulce sonido.
-Tranquila.-le dijo a la chica mientras besaba su cuello.-Solo quiero grabarme tu cuerpo desnudo ...
La menor le clavó una mirada incompresible. Y Jimin le besó la frente. Había tanta dulzura en él, que la chica Park dudó por un momento el hecho de que jugara, o el hecho de que lo hiciera enserio.
-Eres hermosa.-le dijo sacándola de sus pensamientos. Estaba maravillado con la belleza del cuerpo de Roseanne.
Las mejillas de la chica ardieron. Él la miraba con un profundo embelesamiento, como si sus encantadores ojos color caramelo pudiesen atravesarla.
Lentamente él volvió a llevarla al clímax del momento, con caricias tan dulces y tan suaves que hicieron a Rosé sentir una nube de sensaciones que jamás había experimentado antes ...
Horas más tarde, Jimin abrió los ojos, y mientras su cabeza volvía al insulso mundo mortal su mano recorría torpemente la cama, su brazo tropezó con un tibio bulto a su lado. Rosé dormía desnuda entre las sabanas. Sin poder evitarlo, sonrió. Se dejó caer nuevamente en la cama y el abrazo de la cintura, la chica ronroneó en sus brazos y despertó perezosamente.
-Buenos días, bella durmiente.-le dijo él mientras mordía su oído y la aprisionaba a su cuerpo. La chica sintió que su corazón estaba lleno de dicha cuando sus labios tocaron los de él.
-Hola, grandote.-contestó ella.
En ese momento la puerta se abrió estrepitosamente y una muchacha de cabellos negros y cortos entró gritando: "¡Ese maldito de Park, volvió a arruinar mi subasta!"
Los dos enamorados quedaron en estáticos al ver a la chica de escasos veinticinco años entrar de esa manera al cuarto. Lalisa Manoban quedó patidifusa observando la escena de los dos jóvenes en la cama y todos los colores se subieron a su rostro.
🍃🌺🍃
Momo 🍑💕
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