I
Chapter 1:-
Era una noche despejada y los bares en Seúl estaban llenos, "una buena noche para ahogar las penas en alcohol" pensaba aquel joven sentado en la barra. Este era dueño de un fornido cuerpo y de unos cabellos negros, sus ojos eran oscuros y penetrantes, llevaba una camisa blanca y la corbata desamarrada. Parecía deprimido y desinteresado por todo a su alrededor.
Pidió un whiskey doble en las rocas, observo a cada persona cerca y luego se dio cuenta de que estaba pensando en lo vacío de su vida. Entendió, por qué siempre habían noticias de suicidios en el periódico, -"por que la vida es una mierda"- pensó sonriendo ante la idea de olvidarse de todo con un solo balazo,y empezó a tomar de la copa.
Estaba por dar un segundo trago, cuando vio que a su lado se sentaba una mujer que lucia casi tan sombría como él. Detuvo un momento el vaso de vidrio en sus labios y la recorrió con la mirada. Llevaba un vestido negro con escote en la espalda que le llegaba hasta la cintura y un corte de capas en las telas oscuras que le cubrían llegando a las rodillas. Su cabello era rubio y ondulado en las puntas, mientras que sus largas pestañas abrían paso a dos hermosos estanques de chocolate. Le escuchó pedir un Martini doble con voz ahogada.
-Para un mal de amores es mejor el whiskey.-dijo con la mirada fija en sus ojos y una sonrisa rebuscada. Ella hizo la misma mueca y le sostuvo la mirada.
-¿Quién ha dicho que es mal de amores?
-Usted misma lo ha dicho.- dijo, tomando un trago amargo.-se le salió de la boca sin que lo notara.-volvió a decir mientras jugaba con él licor restante.
-Son cosas sin importancia.-exclamo suspirando y saboreó sin ganas el Martini.
-Eso es verdad, cuando no hace lucir apetecible una locura.-comentaba sin mirarla.
-¿Usted también esta sufriendo de un mal de amores? .-le preguntó notando el Whisky en sus manos. Él alzo los hombros y dejo la copa en la barra.
-Y ¿será que estamos pensando lo mismo?... .- preguntó él, tratando de mantener la conversación lejos de aquel tema.
-La vida es una porquería.-soltó al fin con la mirada nublada.
-Interesante..., era exactamente lo mismo.- dijo él y alzo su mirada conectándola con ella.
No era el único que sufría esa noche. Pensó que el sufrimiento era algo que no le gustaba tener en común con nadie.
-¿Quién es el ciego? .-preguntó amistosamente
-No es un ciego, más bien, es alguien que ya pudo ver que no valgo nada... .- sollozó mientras colocaba la copa en la mesa. Unas lágrimas solitarias empezaban a correr por sus mejillas. Avergonzada, intento limpiárselas.
- ... Lo siento, no se que me pasa.- se excusó sin lograr detener el llanto.
-Está triste, eso es todo .-le dijo comprensivo, y ofreció a la desconocida su pañuelo.
-De todas maneras, no es razón para llorar.
-¿Usted creé?, a mí me parece que es la mejor razón para hacerlo.- opinó encogiéndose de hombros y dándole una sonrisa, está vez, un poco más sincera.
Ella no tardó en componerse.
-Ya está.- nuevamente fue él quien hablo.-No le debe de dar a ese infeliz la dicha de arruinarle una noche de tragos.
-Es Miércoles, no debería ser noche de tragos.-se burló ella, más de si misma que de aquel hombre
-¡Al diablo con eso! Somos jóvenes, todavía aguantamos.- exclamó, palmeando en su muslo como si fuese decisión de un juez. Ella se rió.
-Es verdad, tenemos un poquito más de mierda por delante.
-Amén.-finalizo él y pidió otra ronda para los dos.
-Usted también está mal, ¿no es verdad? .-le preguntó ella tímidamente, tomando como si fuese limonada.
-Algo, solo muerto en vida.-respondió irónicamente. Bebía igual que ella; con dolor, el alcohol parecía agua.
-Las mujeres somos el diablo también, ¿eh? .-comento mirando el cielo del bar.
-Supongo que ahora debería decir que no, pero la verdad no me acuerdo una buena razón para opinar lo contrario.-confesó y soltó una carcajada.
Ella sonrió y suspiro con cansancio.
-¿Qué hacemos aquí?
-Nos desahogamos con él primero que se nos pase por en frente.-respondió él.
-Lo hacemos bastante bien ¿no es cierto? .-bromeó pidiendo un cuarto trago. El de cabellos negros se quedó mirando su vaso.
-Brindemos.-sugirió alzándolo a la altura de sus ojos.
-Vale, ¿por qué?
-Por el despecho.
-El despecho y la traición.-dijo ella y con una expresión extraña en su rostro chocó su copa con la contraria.
-¡Salud! .-dijeron al unisonó y bebieron.
En ese momento una canción estridente resonó fuerte en todo el lugar y mirando la pista de baile con entusiasmo, aquel hombre la sacó a bailar. Rozando sus cuerpos, entre mezclando sus aromas, era como si en ese momento la música les reventara todos los sentidos y el resto del mundo no existiera.
Jadeando, después de otro par de canciones, quisieron sentarse de nuevo en la barra, pero estaba ocupada. Pensativos se miraron el uno al otro. Aún no querían volver a la realidad.
-¿Qué tal si continuamos nuestro despecho en mi apartamento? .-ofreció el de cabellos negros.
-¿Tienes whisky allá? .-fue lo único que preguntó
-Y vodka... si quieres.-respondió con una pícara expresión.
-Vale.
Dicho eso, ambos pagaron los tragos y se dirigieron a la salida. Los dos tenían sus autos estacionados, sin embargo ninguno dijo nada al respecto, habían tomado demasiado para conducir, aunque no lo suficiente para no saber lo que estaban haciendo. Sin mas, tomaron el primer taxi que hicieron parar y emprendieron camino a un lugar mejor.
"¿Qué estas haciendo?" .-provenía una vocecita en la mente de la rubia. Ella simplemente la ignoró.
"¿A que juegas, imbécil?" .-se repetía él, mientras indicaba al conductor la dirección de un lujoso apartamento en el centro de la ciudad.
El deseo por olvidarlo todo era demasiado grande para querer pensar.
🌹
El trayecto fue corto y en silencio. Una sola palabra antes de pisar la alcoba y quizás se arrepentirían.
La entrada estaba oscura y un adormilado portero les saludo. Él la guio al décimo piso del edificio. Torpes y nerviosos por la adrenalina hacían todo con rapidez
Entraron al espacioso departamento con tímidos siseos. El alcohol les nublaba los pensamientos de ética y moral que insistían en detenerlos al fondo de su conciencia.
- Lindo lugar.-elogió ella suavemente.
-Gracias.-respondió él y la invitó a acomodarse.
-Hay una linda vista.
- Sí, es verdad... ¿Qué quieres tomar?
-¿Qué tal un experimento?.- preguntó sonriendo.
-¿Un experimento? .-repitió con ese mismo tono infantil en el que ella lo había dicho
-Sí, ¿por qué no?. Dijiste que tenías Whisky y Vodka, podríamos juntarlos a ver que sale.
-Bueno, como desees.-aceptó y le preparó lo que le había pedido.
Después de unos cuantos tragos más, el ambiente se relajó.
-¿Me permites hacer algo? .-susurró él a su oído cuando ella estaba lo bastante cerca como para no haber tenido que preguntar. Ella asintió con la cabeza.
El de cabellos negros la empezó a besar, con el alcohol los besos ardían mucho más sobre la cálida piel de aquella muchacha.
Las caricias se hicieron bastante apasionadas y los besos más urgentes.
La necesidad de más apareció en los dos. Las manos empezaron a desabrochar la ropa, mientras que las lenguas danzaban la una en la boca de la otra. Se miraron por unos instantes y sin siquiera darse tiempo de razonar continuaron con acciones salvajes.
Era el animal que ambos tenían dentro ...
Momentos más tarde entre sabanas blancas, se despertaban perezosos, perversamente satisfechos y bastante cansados.
-¿Cómo te llamas? .-preguntó él cuando se juntaron sus miradas
-¿Eso importa? .-evitó la primera con otra pregunta.
-¿A ti te importa como me llamo? .-volvió a decir acomodándose a su lado.
-No esta vez .-admitió sintiéndose totalmente avergonzada de lo cierto de sus palabras.
-No pareces de las que hacen esto a diario .-le susurró sin exigirle ni reprocharle nada. (¿Quién era él para hacerlo?)
-No lo soy... .- dijo, y se aferró a las sabanas
-¿Te olvidaste del infierno? .- le preguntó sabiendo perfectamente la respuesta.
-Bastante.-afirmó sonriente.
-Yo también, ... gracias.-suspiró, eso de verdad que sonaba estúpido, pero ¿qué más podía decirle?.
Ella se echo a reír.
Se levantó aún aferrada a las sabanas y él la vio tomar su ropa.
-¿Qué hora es? .- le preguntó, atando el lazo de su vestido al cuello.
-Las tres y media .-contestó sentado en la cama.-¿te llamo un taxi? .-pregunto al tomar su movió celular del buró.
-No es necesario, puedo coger uno abajo.-se negó haciendo un ademán con su diestra.
-Me sentiría mejor si te fueras en uno que yo hubiese llamado.-dijo mirándola de pies a cabeza.
-No te preocupes.-le sonrió de nuevo, él frunció el ceño.
No sabían sus nombres. No les importaba. No se verían jamás.
Eso pensaban..., eso querían.
Había sido un impulso, ¿puro despecho? No, también se gustaban a pesar de ser un par de extraños.
"Tal vez eso era lo mejor, la gente no suele gustarse cuando se conocen bien".- pensaron ambos, y se dieron cuenta de que se estaban mirando.
Desviaron los ojos a otro lado y casi sin aliento, ella le dijo adiós.
-Realmente no sale de pesca a diario... .- se dijo a sí mismo una vez estuvo solo, sonrió para sus adentros- y yo tampoco.
Se levantó, ya no podía seguir durmiendo. Se colocó un bóxer y pensó en echarse una ducha fría, pero no quería perder la agradable sensación que tenia en el cuerpo, en vez de eso se dirigió a la cocina. Preparó café, porque sabía que lo iba a necesitar y tomo lentos y largos sorbos mientras detallaba el desorden de su desolado departamento. Sonrió con maliciosa ironía. En eso había terminado la noche.
Mientras tanto, ella llegaba a casa sin problemas; a pesar de que se sentía algo abochornada, no había culpable. Suspiró, tiró las llaves en el sillón de su departamento, luego pensó en el de aquel hombre. No es que el suyo fuera malo, es que simplemente quería recordarlo.
Sacudió la cabeza para sentirse despertar mientras sus largos cabellos le chocaban en la espalda, se detuvo al darse cuenta de la jaqueca. Se rascó la nuca y fue por un par de aspirinas al botiquín del baño.
Las encontró sin problemas y se las tomó con un té helado. Tendría que irse a trabajar en tres horas, pero ya no podía descansar. Esperaría a que se movieran las lentas manecillas del reloj.
Aburrida del atrevido vestido se puso el pijama, se quitó el rímel y se dejo caer en el cómodo sillón sin importarle que después tuviera que buscar las llaves entre las grietas del mueble.
Pensando de nuevo en la cantidad de locuras que había hecho por despecho, se hecho a reír un momento y cuando terminó se sentía ligera como una pluma. "Que importa"- pensó y dejó pasar el tiempo.
Destino
🍃🌺🍃
Momo 🍑💕
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