𝟎𝟏 | meet the holloways



chapter one, act one
meet the holloways



Habían pasado meses desde que el Djinn le había enviado a aquel sueño. Meses en los que habían pasado muchas cosas en la vida de Dean. La peor de todas, ver morir a su hermano pequeño ante sus ojos. Lo que le obligó a hacer un trato con un demonio para devolverle a la vida. Un trato que ahora le dejaba menos de un año de vida.

Dean trató de no pensar en Freya. Sabía que estaría mejor lejos de él y de su vida como cazador. Ahora lo sabía aún más. Si quería mantenerla a salvo tenía que alejarse. Pero su tiempo se acababa, y no sabía si podría morir en paz sin verla una última vez.

Sam sabía que algo atormentaba a su hermano. Él buscaba la forma de ayudarle a poner fin al trato que le enviaría al infierno en menos de un año, mientras que le ayudaba a cumplir sus últimos deseos. Al menos así los llamaba Dean.

Cada vez que podía, Sam le llenaba de preguntas, intentando averiguar qué era lo que su hermano no quería contarle. Había llegado a la conclusión de que se trataba de una conversación pendiente con alguien, ya que a menudo lo encontraba mirando los contactos de su teléfono, dudando si pulsar el botón de llamada.

—Bobby llamó. Dice que tiene un caso para nosotros. Bueno, más bien un favor.—Le dijo a su hermano aquella mañana.

—¿Un favor?—Dean frunce el ceño, guardando su ropa en la mochila para salir del motel donde habían pasado la noche.

—Sí. A un viejo amigo.

—¿Un cazador?—Inquiere, colocándose la chaqueta.

—No lo sé.—Sam se encoge de hombros, siguiendo sus pasos fuera de la habitación y hacia el coche.

—Vale. ¿Dónde?

—San Francisco.—Responde, entrando en el vehículo.

—¿San Francisco?—Repite Dean, confuso. Sam asiente.—Vale. Vámonos.—Declara, sentándose en el asiento del conductor del Impala.—¿Dijo algo más? ¿De qué va el caso?

Sam niega.

—No fue muy específico.—Admite.—Dijo que era urgente y envió una dirección.

Dean no dijo nada más después de eso, arrancando el coche para iniciar el viaje a California.

Podía sentir un nudo en el pecho mientras subían las escaleras hasta el porche de la casa cuya dirección les había enviado Bobby. Fue Sam quien pulsó el timbre, ambos esperaban que alguien les abriera la puerta. Pero ninguno de los dos esperaba que fuera un niño quien lo hiciera.

—Hola. ¿Es esta la casa de los Holloway?.—Cuestiona Sam, mirando al joven de no más de 14 años.

—Eso depende.—Responde.—¿Quién lo pregunta?

Sus cejas se levantan con curiosidad mientras los recorre con la mirada.

—Soy Sam.—Se presenta, antes de señalar a su hermano.—Este es Dean. Estamos buscando a Henry Holloway. Bobby nos envía.

—Esperad un momento.—Les pide, levantando un dedo.

—Espera.—Dean intenta frenarle al ver como les cierra la puerta en las narices.

Sam frunce el ceño, observando a su hermano con confusión. Dean parecía alterado y nervioso. Lo cual era extraño de ver para Sam, ya que estaba acostumbrado a verlo ocultar muy bien ese tipo sentimientos, especialmente frente a él.

Entonces la puerta se abre de nuevo a su lado, encontrándose ambos con un hombre en lugar del chico que anteriormente les había abierto la puerta.

—Hola.—Saluda él.—¿Dean y Sam?

—Sí, señor.—Esta vez es Dean quien responde. Asintiendo con la cabeza.

—Gracias a Dios que estáis aquí. Bobby dijo que vendrías.—Suspira aliviado, haciéndose a un lado.—Pasad, pasad.—Les hace un gesto para que entren en la casa. Dean y Sam no dudan en hacerlo, cerrando la puerta tras ellos.—Este es Peter, mi hijo pequeño.—Henry señala hacia las escaleras, donde el joven se encontraba sentado. Un cómic de Deadpool en sus manos.

Dean asiente con la cabeza como saludo, mientras Sam levanta la mano. Peter los observa atentamente mientras caminan detrás de su padre, hacia su despacho.

—Bobby nos dijo que puede que tengas un caso para nosotros.—Habla Dean, observando los libros y documentos esparcidos por la habitación. Fue entonces cuando se dio cuenta del estado en que se encontraba el hombre. Estaba muy claro que no había dormido en mucho tiempo. Desaliñado y con ojeras bajo sus ojos.

—Sí, así es.—Asiente, buscando algo entre todos los documentos.—¿Dónde demonios está?—Murmura para sí antes de alzar la voz.—Peter, ¿dónde está la foto?

—En la estantería. Encima de los libros.—Responde el chico, sin molestarse en levantar la vista de su cómic.

—Si, si. Gracias.—Henry se acerca de nuevo a los hermanos Winchester, esta vez con un marco de fotos en las manos. Señalando con un dedo a la chica en la fotografía.—Esta... esta es Freya. Mi pequeña. Ella... Ha desaparecido.

Dean ya había deducido sólo por sus nombres y apellidos que Henry y Peter eran la familia de la chica con la que había salido años atrás. Pero cuando vio aquella foto y oyó su nombre sus sospechas se confirmaron definitivamente.

—¿Cuándo fue la última vez que la vio?—Le pregunta Sam, sacándole de sus pensamientos.

—Hace dos noches.—Responde Henry.—Se fue a su habitación después de una noche de películas. No hay señales de violencia o lucha. Creo que se fue ella sola. Hace eso a veces. Sale por la noche y caza algunos fantasmas, vampiros u otras criaturas.

—Espera.—Dean le interrumpe, llamando su atención. Henry lo mira confundido mientras Dean se esfuerza por pronunciar la pregunta que quería hacerle.—Eh... Lo siento. Ella... ¿es cazadora?

—Ella cree que lo es.—Señala, corrigiéndole.—Quiero decir... ella es buena en eso. Muy buena. Su madre la entrenó cuando era una niña. Y no ha dejado de entrenar desde su muerte. Yo... Soy profesor en la universidad. Enseño sobre mitos y criaturas. Ella sabe cómo matarlas.

—Entonces, ¿cree que fue tras algo?—Sam pregunta.

—Bueno, sí. Esa sería la razón más lógica.—Admite.—Por eso llamé a Bobby.

—¿Alguna idea de lo que podría ser?

—No. Yo... No lo sé.

—¿Sabe de algún lugar donde podría haberlo escrito? ¿Alguna información que haya recopilado que pueda darnos alguna idea de lo que podría ser?

—Ah... Si ese es el caso, estaría en su habitación.—Declara, señalando las escaleras.

Pero antes de que pueda guiarles hasta la habitación, el teléfono de la casa suena anunciando una llamada.

—Disculpad.—Les dice, caminando hacia el teléfono.—Peter, llévales a la habitación de tu hermana.

El chico suspira, poniéndose en pie. Sam y Dean se acercan a él, este último echando un último vistazo rápido al hombre.

—Por aquí.—Les indica, comenzando a subir las escaleras.

Una vez en el segundo piso, los hermanos siguen los pasos del joven de pelo rubio rizado y ojos azules como el mar por el largo pasillo. Sam, aún confuso por la actitud de su hermano, se gira para observarlo con preocupación.

—Dean, ¿estás bien?—Cuestiona, interesado.

—¿Mmm?—Dean lo mira con confusión.—Sí. Estoy bien.—Le asegura.—Eh... ¿Peter? ¿Cuánto tiempo lleva tu hermana cazando?

—Desde que cumplió 16 años.—Responde el chico.—Ahora tiene 24. ¿Crees que puedes contar cuántos años son esos?

Dean y Sam comparten una mirada ante su respuesta.

—Muy gracioso.—Murmura.

Peter detiene sus pasos en ese momento, acto que toma a los hermanos por sorpresa. Ambos a punto de tropezarse con él.

Entonces se vuelve hacia ellos.

—¿Vais a encontrarla?—Pregunta de forma nerviosa.

—Esa es la idea. Sí.—Afirma Sam.

Dean entrecierra los ojos, observando la expresión en el rostro del joven.

—Oye, chico.—Le llama.—Seguro que está bien.

Dean no sabía si sólo estaba tratando de calmar al chico o si también estaba tratando de convencerse a sí mismo. Todavía estaba tratando de procesar el hecho de que había roto con Freya por su trabajo y ahora descubría que ella también era cazadora.

Peter asiente ligeramente, abriendo la puerta tras él.

—Lo esconde todo en ese armario.—Señala con su mano, dejándoles entrar en la habitación.

—¿Tienes la llave?—Inquiere Dean, observando la cerradura en la puerta del armario.

—Lleva una en su collar. No sé dónde esconde la de repuesto.

—Podríamos forzarla.—Sugiere Sam, mirando a su hermano.

—Ella te mataría.—Declara Peter, sentándose en el borde de la cama.

—Podríamos buscar la llave. Si no la encontramos, lo abrimos sin ella.—Sugiere Dean entonces.

—Vale.—Asiente su hermano.

—Peter, ¿estás seguro de que no sabes dónde podría haberla escondido?

El chico se encoge de hombros, haciendo que Dean y Sam compartan una mirada.

Peter suelta un suspiro entonces antes de hablar.

—Le encanta este osito de peluche. Tiene un bolsillo en la espalda.—Explica, estirándose en la cama hasta alcanzarlo. Dean asiente, tomándolo entre sus manos.

—Aquí está.—Celebra, entregándole la llave a su hermano.

Sam la toma en sus manos, abriendo el armario con ella. Sus ojos se encuentran entonces con un montón de libros y armas guardados dentro.

—Vaya. No sabía que tuviera tantas armas.—Admite Peter, acercándose.

—¿Te ha dicho alguna vez lo que caza?—Cuestiona Dean, poniéndole una mano en el hombro para apartarlo antes de que pueda coger uno de los cuchillos.

—Suele contarme los casos como cuentos para dormir.—Se encoge de hombros.—Suele cazar fantasmas. Le gusta el hecho de que les está enviando a descansar cuando quema sus huesos. También le gusta la parte de la búsqueda. Ha cazado algún vampiro. Y a un hombre lobo una vez.

Sam levanta las cejas, sorprendido.

—¿Y demonios?

—¿Existen?

—Sí. Existen.

—No lo creo.—Responde entonces.—Pero puede ser. Cazó a un par de brujas también.

—Vale. Así que sabe cazar lo básico.—Apunta Sam, llamando la atención de su hermano.—Pero si no sabe sobre demonios... Quizá no sepa que no pueden morir y que hay que exorcizarlos.

—¿Exorcizarlos?—Peter abre los ojos sorprendido.—¿Cómo en la película?

—Sí, como en la película. Más o menos.

Peter entrecierra los ojos, observando a Dean, quien agarra uno de los pequeños diarios encuadernados en cuero de una de las cajas.

—No... toques sus diarios.—Dean le ignora y lo abre. —Te va a matar, tío.

—Mejor eso que dejarla morir, ¿no crees?—Declara. Sus ojos recorriendo rápidamente las páginas del diario.

—Solo digo. Lees sus diarios, a ella no le va a importar si le salvaste la vida.

Dean deja de escucharle cuando sus ojos se topan con una pequeña foto. Era una polaroid que la propia Freya les había hecho a los dos una noche dentro de Baby. Había encontrado la cámara en una tienda y le había parecido divertido.

Esa fue la última noche que pasaron juntos. La última vez que Dean la vio.

—Este es viejo.—Observa, leyendo la fecha que Freya había escrito en la esquina superior derecha de la página.—¿Sabes dónde guarda el actual?

—No.

Dean se vuelve para mirarle mientras Sam comprueba las armas.

—¿Por qué no te creo?—Comenta. Peter se encoge de hombros.—Escucha, chico. Estamos intentando encontrarla con vida. Pero necesitamos que nos ayudes para que eso ocurra, ¿entiendes?

Peter lo observa sin saber muy bien qué responderle. No conocía a Dean ni a Sam. No confiaba en ellos. Pero estaban hablando de su hermana. Podía estar metida en un buen lío. Y ella era su persona favorita en el mundo, no podía perderla.

—Hay una tabla suelta en el suelo.—Responde entonces.—Lo esconde debajo.

—¿Dónde?

Dejando escapar un suspiro, Peter se levanta del borde de la cama, caminando hacia la estantería donde su hermana guardaba sus discos y cintas de música.

—Aquí.—Señala, arrodillándose en el suelo.

Dean no tarda en imitarle mientras Sam observa el resto de la habitación en busca de alguna otra pista. Sus dedos agarran la tabla con cuidado, levantándola para abrir el pequeño escondite. Sus ojos encontrándose entonces con el diario.

—¿Algún amigo? ¿Cazadores con los que iría a cazar?—Dean pregunta entonces.—¿Un novio tal vez?

Esa última pregunta salió de su boca con vacilación. La verdad era que no quería escuchar la respuesta que Peter tuviera que darle. Tenía sentido pensar que Freya habría seguido adelante con su vida, pero eso no hacía que la idea de que estuviera con otra persona le doliera menos.

—No.

Una oleada de alivio recorrió su cuerpo ante la respuesta del rubio. Pero Dean hizo todo lo posible por ocultarlo.

—¿No?—Sus cejas se alzaron cuando sus ojos se encontraron con los azules del chico.—¿Nada? ¿Ningún amigo?

—Es una chica bastante solitaria.—Peter se encoge de hombros.—Yo soy su mejor amigo.

—Qué tierno.

Dean no podía juzgarla por eso. Pues para él, su hermano pequeño era también su mejor amigo y todo lo que tenía.

Después de unos minutos más revisando la habitación de Freya, Dean y Sam se prepararon para salir de la casa. No tenían mucha información, así que lo mejor era empezar a buscar por el barrio. Comer algo para recuperar energías y buscar un motel, ya que parecía que iban a tardar en encontrarla.

—¿Puedo ir con vosotros?—Cuestiona Peter, bloqueándoles la salida de la habitación.

—No.—Declara Dean.

—¿Por qué?—El chico lo mira con confusión.

—Porque es peligroso.—Sam fue el que contestó esta vez.

—Si es un fantasma sé cómo luchar contra ellos.—Les asegura.—Y con los vampiros también.

—Tú no vienes.—Declara Dean firmemente, cansado de su insistencia.

—¿Por qué?

—Primero, tu padre nos mataría.—Apunta.—Segundo, tu hermana nos mataría.

Antes de que Peter pudiera decir nada para argumentar esa afirmación, su padre llegó a su lado.

—Todavía estáis aquí, genial.—Henry suspira aliviado.—¿Tenéis alguna pista?

—No. Todavía no.—Contesta Sam.—Íbamos a un motel. Intentaremos reunir toda la información que Peter nos ha dado.

—Que no es mucha.—Murmura Dean para sí mismo.

—Oh, por eso me alegro de que aún estéis aquí.—Explica Henry. Ambos hermanos lo miran con confusión.—Podéis quedaros con nosotros. La casa es lo suficientemente grande. Tenemos una habitación de invitados. Puedo poner otra cama en ella.

—No queremos molestar.

—No lo hacéis.—Asegura.

Dean y Sam comparten una rápida mirada antes de responder.

—De acuerdo, entonces.—Respondió el mayor de los dos.

—Genial.—Celebra Henry, uniendo sus manos en una pequeña palmada.

—Vamos a salir a investigar un poco, volveremos más tarde.—Le informa entonces Dean.

—Muy bien.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

—Entonces... ¿vas a hablar de ello?—Pregunta Sam mientras ambos se adentran en una cafetería a un par de manzanas de la casa.

—¿Hablar de qué?—Dean frunce el ceño, buscando una mesa vacía con su mirada.

—No lo sé.—Sam se encoge de hombros, siguiendo los pasos de su hermano hasta una mesa al fondo del local.—Estás raro desde que llegamos. En realidad, llevas raro un tiempo, pero hoy lo has estado aún más.

—No sé de qué me hablas.

—Claro que no.

—¿Qué quieres que te diga, Sammy?—Dean lo mira confundido.

—La conoces.—Señala.

—¿Qué?—Dean frunce el ceño. Pero algo había cambiado en él, y Sam podía notarlo a pesar de sus esfuerzos por ocultarlo.

—Freya. La conoces, ¿verdad?

—¿Qué te hace pensar eso?—Su mirada se aparta de la de su hermano, señal inequívoca de que sabía exactamente a qué se refería pero intentaba mantener su falsa confusión.

—En realidad es bastante obvio.—Sam se encoge de hombros, apoyando la espalda en el asiento.

—No es tan obvio.—Se queja Dean, devolviéndole la mirada.

—¿Entonces es verdad?—Sus cejas se levantan, una pequeña sonrisa asomando en sus labios.

—Yo no he dicho eso.

—Oh, vamos, Dean.—Insiste, apoyando los codos en la mesa mientras se inclina hacia delante.—Escucha, tal vez las cosas que sabes sobre ella puedan ayudarnos a encontrarla.

—No sé nada de ella. Ni siquiera sabía que era cazadora.—Declara con frustración.—Nosotros... salimos juntos. Fue antes de que papá desapareciera. Justo después de que te fueras a Stanford. Estuvimos un par de meses juntos.

—¿Meses?—Sam le mira sorprendido.

—Sí, meses.—Asiente, estudiando la expresión de su hermano.—¿Qué?

—Nada.—Responde. Dean suspira, contento de que la conversación hubiera llegado a su fin. Pero Sam no sentía lo mismo y continúo hablando.—Es que no sabía que pudieras abrirte tanto a alguien. Apenas sales con mujeres un par de semanas, Dean.—Declara. Ganándose una mirada molesta de su parte—Oye, no te estoy juzgando. Todo el mundo se tiene que abrir a alguien en algún momento.

—Sí, bueno, yo no. Fue estúpido acercarse tanto.—Declara, mirando a su hermano con molestia al notar la sonrisa divertida en sus labios.—¿Quieres parar?—Pregunta, molesto.—Parpadea o algo.

—La querías.—Afirma Sam. Dean suspira, apartando la mirada de él.—Estabas enamorado de ella, pero la dejaste.

Dean cierra los ojos durante unos segundos. Intentaba pensar qué debía responder. Pero su boca empezó a moverse antes de que pudiera pensar con claridad.

—Iba a contarle el secreto.—Sam le mira sorprendido.—Ya sabes, nuestro trabajo y todo eso. Pero entonces papá llamó diciendo que necesitaba mi ayuda y... Se dio cuenta de que estaba con alguien cuando me negué a ir a un caso con él. Era su cumpleaños, no podía irme y dejarla. Que es exactamente lo que hice cuando papá me abrió los ojos al decirme que hablándole de nosotros sólo la pondría en peligro. En lo que tenía razón.

—Sí, puede ser. Pero también es una cazadora.

—Ojalá lo hubiera sabido entonces, sinceramente.—Asegura.—Sabía que su padre enseñaba sobre este tipo de cosas, pero no que supieran que eran reales. Es como si no la conociera.

—Ok. Entonces... Que la conozcas no nos va a ayudar a encontrarla.

—No.

—¿Estáis buscando a Freya?—La camarera se acerca a ellos con un pequeño cuaderno en las manos. Les había oído decir el nombre de Freya al cruzarse con ella cuando entraban en el local.

—¿La conoces?—Pregunta Sam, levantando los ojos hacia ella.

—Sí. Viene aquí a menudo. De hecho, se sienta exactamente en esta mesa.—Les informa, apoyando un dedo en la tabla de madera de la mesa.—Nuestras hamburguesas son las mejores del barrio. Al menos eso dice ella. Pasa aquí un par de horas al día. Come y lee mientras escucha música en su walkman. Un poco old-fashion para mi gusto.—Explica.—¿Esta bien? Hace un par de días que no viene.

—¿Te dijo algo extraño la última vez que la viste?—Pregunta Sam.

—No. No hablamos mucho, en realidad.—Admite.—Parecía bastante concentrada leyendo un periódico, pero nada más fuera de lo normal.

—¿Tienes un periódico de ese día?—Pregunta Dean, llamando la atención de la chica.

—No lo sé.—Responde.—Aunque puedo ir a comprobarlo.

—Eso sería estupendo.—Responde Sam.—Gracias.

Ella asiente.

—¿Y puedes traernos un par de esas famosas hamburguesas?—Cuestiona Dean.—Y un par de cervezas.

—Sí. No hay problema.—Ella le sonríe, escribiendo su pedido en el bloc.

Sam se vuelve entonces hacia su hermano, con una pequeña sonrisa en los labios.

—¿Un walkman?—Repite divertido.—Estáis hechos el uno para el otro.

—Oh, cállate.—Se queja, poniendo los ojos en blanco ante su comentario.


─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

Cuando Dean y Sam regresaron a la casa de los Holloway ya había anochecido. Ambos pensaron que Peter y Henry ya se habrían ido a dormir y que no les abordarían con preguntas. Pero fue todo lo contrario.

Peter fue el primero en aparecer, encendiendo la luz de la entrada. Dean entrecerró los ojos ante la repentina claridad.

—¿Habéis encontrado algo?—Cuestiona.

Dean suspira, acostumbrándose a la luz y encontrándose por fin con la figura del joven al pie de las escaleras de la casa.

—No.

—¿No?—Repite, cruzándose de brazos y alzando las cejas con incredulidad.—¿Qué clase de cazadores sois?

A Dean no le hizo ninguna gracia su comentario.

—Vale, chaval, aunque hayamos encontrado algo, no te lo vamos a decir.—Le responde, tras unos segundos mirándole con seriedad.

—¿Por qué? Es mi hermana, sabes.

En ese momento apareció Henry, bajando las escaleras mientras se colocaba las gafas sobre sus ojos.

—¿Habéis encontrado algo?—Cuestiona, al llegar junto a su hijo. Sus ojos observaban a los hermanos Winchester, buscando respuestas.

—No. No sirven para nada.—Responde Peter antes de que ninguno de los dos pueda decir nada.

—Seguimos buscando.—Explica Sam, ignorando las palabras del chico.

—De hecho, tenemos una pregunta para ti, Peter.—Admite Dean. El chico alza las cejas viendo como Dean le enseña un periódico.—¿Conoces a esta chica?—Su dedo señala una foto en la página.

—¿Kaila Matthews?—Inquiere, observando la foto.—Sí. Desapareció hace un par de días después de clase.

—¿Vas a clase con ella?—Le pregunta Sam.

—Tal vez.

—Responde a la pregunta.—Le ordena Dean, cansado de sus sarcásticas respuestas.

—¿Por qué? Se supone que estáis buscando a mi hermana, no a ella.

—¿La conoces?—Insiste Dean.

—Vale. Sí. Vamos a la misma clase.—Admite finalmente.

—¿Sabes algo de ella aparte de su desaparición?

—No mucho. Es bastante tímida. Le gustan los cómics Marvel, como a mí, así que creo que es guay. Una vez hicimos un trabajo de clase juntos.

—Eso no.—Dean suspira molesto.

—Oh, como... ¿cosas personales?—Peter entrecierra los ojos, recibiendo un pequeño asentimiento por parte de Dean.

—Sí.

—Vive con su padre y su hermano pequeño a un par de manzanas de aquí—Responde.

—¿Padre y hermano pequeño?—Repite Dean, compartiendo una mirada con su hermano.

—Sí.

—¿No te suena familiar?—Cuestiona, volviendo su mirada hacia el chico.

—Espera, ¿crees que la misma persona o monstruo que atrapó a Freya la atrapó a ella primero?—Peter entrecierra los ojos confundido.

—Puede ser. O tal vez alguien o algo estaba tratando de llamar la atención de tu hermana. Y ella cayó en la trampa buscando a la chica

—Así que esto es personal.—Señala Henry, captando la atención de los hermanos.—Si ese es el caso... Freya podría estar ya...

—De acuerdo. No... saquemos conclusiones precipitadas.—Dean le interrumpe.—Ella no está muerta.

Henry asiente levemente, intentando aferrarse a la esperanza por su hija. Pero la atención de Dean vuelve a centrarse en el joven de rizos dorados que en ese momento se alejaba de ellos.

—Oye, ¿a dónde vas?—Cuestiona, siguiendo sus pasos hasta el despacho de Henry.

—Freya me dijo algo antes de irse.—Explica Peter, mirando entre los papeles esparcidos sobre el escritorio. Su padre y Sam se colocan junto a Dean, mirándole con confusión.

—Ah, ¿y lo mencionas ahora?

—Estaba dormido cuando se fue. No me acordaba.—Explica en su defensa.—Dijo algo de un parque.

—Kaila desapareció en un parque.—Recuerda Sam, señalando el periódico que sostenía en su mano.

—Sí, exacto.—Exclama Peter.—Toma.

Camina de nuevo hacia Dean, entregándole un mapa de la ciudad y señalando un lugar en él.

—¿Golden Gate Park?—Dean frunce el ceño.

—Sí. Recuerdo que Kaila mencionó que le encanta ir a visitar el invernadero de flores con su padre. A su madre le encantaba ese sitio.—Le explica.

—Vale. Así que Kaila desapareció allí un día, su padre fue a la policía y Freya se enteró de alguna manera. Fue allí la noche siguiente y usted llamó a Bobby para pedir ayuda.—Resume Sam. Henry asiente. 

—Muy bien, vamos a ese invernadero.—Declara Dean, dirigiéndose de nuevo a la puerta mientras dobla el mapa entre sus manos.

Mientras Sam y Dean se subían al coche, Peter miro a su padre con expectación. El chico no soportaba la idea de quedarse en la casa mientras ellos iban en busca de su hermana. Dean había exclamado un 'quedaos aquí' antes de marcharse, pero Peter no era muy fan de seguir las normas. Y a decir verdad eso era algo que había heredado no sólo de su madre, sino también de su padre. Henry no podía quedarse en casa sin hacer nada mientras su hija podía estar en peligro, o peor aún, muriendo. Así que, ignorando las palabras de Dean, ambos subieron a su coche, siguiendo al Chevy Impala que conducía el mayor de los hermanos Winchester.

—Creí haberos dicho que no nos siguierais.—Se queja Dean al bajarse del vehículo una vez llegan a la entrada del parque más cercana al invernadero.

—No pensarás en serio que me voy a quedar de brazos cruzados, ¿verdad? Es mi hija de quien estamos hablando.—Henry se acerca a él, observando como Dean abría el maletero del coche, repleto de diversas armas.

—Además, ni siquiera sabemos si sabéis cuidar de vosotros mismos.—Comenta Peter.—¿De verdad debemos esperar que vayáis a salvarla?

—Somos cazadores, ¿sabes?

—No teníais ni idea de dónde encontrarla antes de que yo os diera una pista.

—Pista que tardaste horas en decirnos.—Le recuerda Dean con molestia, cerrando el maletero.

—No estaba seguro de poder confiar en vosotros—Admite, encogiéndose de hombros. Siguiendo sus pasos por el parque.—Y aún no estoy seguro si te soy sincero.

Dean se vuelve hacia él con una expresión irritada en el rostro, dispuesto a contestarle.

—Dejaos de discusiones.—Interrumpe Sam.—Guardad silencio y no os alejéis.—Les indica a Peter y a su padre.

—En realidad creo que deberíamos separarnos.—Declara Dean al alcanzar la puerta del invernadero, que extraña y muy claramente se encontraba forzada.

—Eso nunca es buena idea en las películas.—Comenta Peter.

—Esto no es una película...—Un extraño ruido interrumpe sus palabras, alertándole.

Abriendo la puerta lentamente, los cuatro entran en el lugar. Era plena noche, así que la tenue luz lo hacía todo más siniestro. Peter había sido lo suficientemente listo como para agarrar una linterna de su casa y llevarla consigo, al igual que habían hecho los Winchester. Aunque ellos también llevaban una pistola y un machete en las manos, aún sin saber a qué se enfrentaban exactamente.

Al encender la linterna, la luz iluminó intensamente una figura frente a ellos.

—¿Kaila?—Frunce el ceño con confusión, reconociendo a su antigua compañera de clase. Pelo oscuro y ojos azules, la respiración nerviosa de la chica se calmó al reconocer su voz en la distancia.

—¿Peter? Gracias a Dios.—Suspira aliviada. El chico corre hacia ella mientras Dean y Sam revisan la gran sala principal en busca de la criatura que la había llevado hasta allí.—Tu hermana...

—¿La has visto? ¿Dónde está?—Inquiere.

—No lo sé.—Responde, mientras Sam, Dean y Henry se colocan junto a Peter.—Me dijo que me quedara en el círculo de sal y que no me moviera.—Señala el círculo dibujado en el suelo que la rodeaba.

—¿Cuándo fue la última vez que la viste? ¿A dónde a ido?—Pregunta entonces Dean, tratando de calmar sus propios nervios.

—Él me... Me había encerrado en una de las habitaciones de las flores. La de las margaritas, la favorita de mi madre. Esa sección está cerrada por mantenimiento, nadie me encontró en días.—Explica nerviosa.—Pero Freya lo hizo hace dos noches. No recuerdo mucho más después de eso, creo que me desmayé. Esta noche, cuando me desperté, Freya y yo intentamos escapar, pero él volvió y ella me dijo que me quedara aquí. Que estaría a salvo.—Sus ojos se elevan de nuevo, encontrándose con las miradas de Dean y Sam.—No sé por qué un círculo de sal lo detendría, pero lo hizo. Pasó por aquí hace unos minutos y... sólo me miró.

—¿Estás herida?—Cuestiona Henry, agachándose para quedar a su altura. Ella niega con la cabeza.

—No. No me ha tocado.—Asegura.—Aunque no podría decir lo mismo de Freya. Espero que ella...

Un fuerte grito de dolor resuena por todo el edificio, interrumpiéndola. Las cabezas de todos se giran hacia la dirección de la que este provenía.

Ese grito fue rápidamente seguido por otro un segundo después. Dean no perdió tiempo, corriendo en su dirección. Sam siguió sus pasos de cerca mientras Peter y Henry se quedaban con Kaila.

—¡Freya!

El grito de Dean se escuchó en todo el invernadero. La chica cuyo nombre pronunció no fue capaz de reconocer su voz, pero el demonio que se inclinaba sobre ella sí.

—Has tenido suerte, preciosa.—Murmura, acariciando su mejilla manchada de sangre. Freya cierra los ojos con fuerza, intentando reprimir un grito de dolor.—No quiero tener que enfrentarme a esos dos cazadores. Al menos todavía no. Nos volveremos a ver, no te preocupes. Quizá la próxima vez reconozcas más mi cara.—Sonríe ligeramente antes de separarse de ella.

Freya sintió una pequeña oleada de alivio al no sentir más su presencia junto a ella. Pero aún sentía el miedo en el pecho.

Dean fue el primero en llegar hasta ella, agachándose a su lado después de revisar la habitación en busca de posibles amenazas. Sus ojos verdes se encontraron durante un segundo antes de que la visión de Freya se nublara. Todo se volvió negro unos segundos después cuando cayó completamente inconsciente.


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