19. Now I'm a witch.

Capítulo diecinueve:
" Ahora soy una bruja "
[🕯🕸]


Zoe entró a la habitación nuevamente, esta vez cabizbaja.

— Hablé con Myrtle — anunció.

Luego de lo ocurrido con Madison, Myrtle, la mujer pelirroja, se llevó a Zoe por razones desconocidas.

— ¿Que sucedió? — pregunté, aún sentada a un lado de Kyle sobre la cama.

— Madison cree tener los poderes suficientes para sobrepasar a todas las brujas del aquelarre, es peligrosa. Y Moira quiere que los tres estemos a salvo — nos señaló —. Ustedes deben irse, sobre todo tú Juniper. Creo que tu poder superará al de Madison, pero primero debes controlarlo. Lleva a Kyle contigo.

— ¿Y tu? ¿Piensas quedarte aquí? — la seguí con la vista mientras buscaba un bolso de mano.

— No tengo muchas opciones — me tendió el bolso, sonriendo mínimamente—. Guarda todas las cosas de Kyle aquí, y vete lo antes posible.

— No puedes quedarte aquí, Zoe. Tu misma lo dijiste, es peligroso — fruncí el ceño.

— Myrtle me dio algo... — dudó en decírmelo —. Eso me servirá para detener a Madison si intenta atacarme. No te preocupes por mi, solo mantén a Kyle a salvo, a fin de cuentas Madison lo quiere a el.

No me costaba creer que Zoe estaría bien sola, ya que era una mujer ingeniosa, y muy poderosa. Pero aún así me daba un poco de desconfianza toda la situación en la que nos veíamos envueltas.

Solo aceptaría el plan de Zoe por Kyle, para asegurarme que estuviera sano y salvo a mi lado. Porque si en un principio me adentré a este extraño mundo de brujas y poderes, fue solo por el, y no podía perderlo.

— Está bien, nos iremos — asentí.

— Estaré abajo, vigilando que Madison no regrese hasta que ustedes se hayan ido — finalizó, saliendo de la habitación.

Tome una bocanada de aire y me levante, dispuesta a comenzar a empacar. Guarde la ropa, y las demás cosas de Kyle en el bolso con rapidez. Armé mi mochila con los libros de mi madre y la dejé sobre la cama.

Un sollozo me distrajo. Confundida, voltee en dirección al chico.

— ¿Kyle? — me senté nuevamente a su lado.

— No voy a irme — susurro.

— ¿Porque dices eso? Tenemos que irnos — peine el cabello que caía sobre sus ojos hacia un lado, para observarle el rostro libremente. Lágrimas humedecían sus mejillas.

— No...

— Te llevaré a mi casa, tú conoces mi casa. Conoces a mi hermano Jason, ¿recuerdas?

— Cuando me vea... va a temerme — musito y apenas alcancé a oírlo.

Alce su rostro con mis manos, obligándolo a mirarme fijamente. Negué con la cabeza suavemente, mientras contenía mis propias lágrimas. Nunca me sentiría bien por verlo en ese estado, me destruía interiormente.

— Kyle, cariño, mírame — pedí cuando huyo de mis ojos. Acaricié sus mejillas con todo el amor posible —. Jason te adora, eres su mejor amigo, siempre lo serás. Estará feliz de verte, lo prometo.

— Estoy muerto — sollozó nuevamente.

— No lo estás. Estás aquí, conmigo.


Sostuve la mano de Kyle con fuerza mientras abría la puerta de entrada. Aunque quisiera negarlo, estaba muy nerviosa por la reacción de mi hermano al ver a su amigo con vida.

Apenas llegamos a la sala, dejé el bolso de Kyle junto a mi mochila sobre un sofá.

— ¡Jason, estoy en casa! — grite, asomándome por las escaleras —. ¡Ven aquí un momento!

Escuche como la puerta de su habitación se abría y seguidamente descendía por la escalera. Su rostro lucia adormilado, como si acabara de despertar.

— Ya era hora de que regresaras — se despeinó el cabello mientras soltaba un bostezo. Los nervios me estaban consumiendo, por lo que no conseguí decir nada —. ¿June, estas bien?

— No — sostuve su brazo, arrastrándolo a la sala.

No tuve que decir ni una palabra mas, porque cuando los ojos de Jason cayeron sobre Kyle, todo estuvo dicho. Mi hermano tardo unos segundos en reaccionar, pero finalmente salto sobre el rubio para brindarle un abrazo, algo que Kyle necesitaba desesperadamente.

Mis ojos se cristalizaron al verlos de esa manera, ese par de chicos eran lo más importante que tenía en mi vida, y verlos a los dos en ese estado de vulnerabilidad me rompía el corazón.

— ¿Como...? ¿Como es posible? — balbuceó Jason.

— Tuvimos mucha suerte — me limité a decir, con la voz débil.

— Ahora entiendo porque desapareciste de casa tanto tiempo — Jason habló en mi dirección y luego volvió a abrazar a su amigo con fuerza.

Me preocupe al notar que Kyle continuaba sin decir palabra, pero el chico lloraba desconsoladamente, volviéndosele imposible hablar.

>> Amigo, lo siento, por todo... — comenzó mi hermano.

Decidí dejarles su espacio cuando mi padre apareció por la puerta principal, luciendo completamente confundido. Le hice una seña y ambos nos dirigimos a la cocina.

— ¿Ese chico es tu novio? — abrió los ojos a tope, asustado —. Junie, no lo entiendo... ¿él había...?

— Muerto — termine su frase. Asentí —. Esta vivo.

El rostro de mi padre demostraba pura sorpresa e impresión.

— Es un milagro, vi las entrevistas sobre el accidente y...

Tuve que cerrar los ojos por un momento, eliminando los recuerdos que atacaron mi mente del día en el que me enteré de la muerte de Kyle. Aquel día una parte de mi corazón murió con el, y todavía no podía recuperarla.

— No quiero hablar sobre eso, por favor — rogué.

— Lo siento — se vio arrepentido por mencionarlo.

Sostuve las manos de mi padre entre las mías, sintiéndome segura junto a él.

— Necesito que Kyle se quede aquí por unos días — pedí y mi padre formó una mueca de confusión —. Él está vivo, lo sé, pero su madre no lo está. Necesita ayuda.

— ¿Que? ¿Qué ocurrió?

— Ella no pudo cargar con el dolor de la muerte de su hijo, y sé suicido — mentí —. No sé mucho más, solo que Kyle esta solo, apenas recuperándose de todo lo ocurrido.

Al instante, cuando el rostro de mi padre entristeció, supe que recordó a mamá, y yo sentí pura impotencia al saber que la asesinaron. Pero me trague toda la información, no podía atormentar a mi familia con eso, al menos no hasta que se resolviera.

— Por supuesto que puede quedarse — terminó por aceptar, sonriéndome.



Cerré la puerta de mi habitación y voltee a ver a Kyle. Me sonrió mínimamente, sentado sobre mi cama.

— ¿Recuerdas todo esto? — pregunté, señalando los alrededores. Rebusque en mi armario uno de mis pijamas con dibujos y se lo enseñe —. ¿Recuerdas esto?

Kyle asintió. Sonreí.

Aunque supiera que el rubio recordaba todo, nunca podía dejar de asegurarme. La simple pregunta "¿Lo recuerdas?" escapaba de entre mis labios sin permiso, no podía evitarlo. Me asustaba pensar que alguna de esas veces, el me respondiera que no, que no lo recordaba. ¿Qué sería de mi en ese caso? Prefería no pensarlo, porque me sentiría destruida.

Me senté a su lado y acerqué mi rostro al suyo, rozando nuestras narices.

— Te amo — susurro sobre mis labios.

Kyle podía decir eso mil veces, y aquellas mil veces se me detendría el corazón por un completo segundo.

— Yo te amo a ti — correspondí, uniendo nuestros labios de forma corta —. Te amo eternamente.

Cuando nuestros labios se fusionaron nuevamente, no pude pensar en nada más. Me perdí en su beso, en el toque de sus manos en mi cintura, en como su corazón se aceleró cuando lleve una mano a su pecho.

De un momento a otro Kyle me alejó de él, tomándome por sorpresa. Las luces en mi habitación tintineaban extrañamente, y no entendí el porque hasta que destaque el cosquilleo en todo mi cuerpo, mis venas adquirieron un color más fuerte, asustándome un poco.

Mire a Kyle con el terror impreso en mi expresión y no tardo en sostenerme el rostro con sus manos, dejando suaves  besos en mis mejillas, con la intención de relajarme.

— Aguarda — lo detuve cuando una idea cruzó mi mente.

Fijé mi atención en un libro de mi estantería y sin tardar demasiado este salio disparado en mi dirección. Luego observé las luces del cuarto y, un minuto más tarde, dejaron de titilar.

No pude ocultar la sorpresa e incluso me cubrí la boca con las manos para soltar un pequeño grito. ¡No podía estar pasando! Tan pronto, y parecía tan fácil.

Era la primera vez que podía controlar mi poder por completo. Cuando me enfrente a Madison, el poder se desató por la ira, pero ahora, fui yo misma.

— Junie, no lo entiendo — murmuró Kyle, inocentemente.

— Creo que... ahora soy una bruja.

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