16. Dear damn grandmother.

Capítulo dieciséis:
" Querida maldita abuela "
[🕯🕸]


Devuelta en la habitación, estaba siendo acorralada por todas las chicas del Aquelarre y Kyle, aunque el simplemente se sentó a mi lado, jugueteando con una de mis manos sin intenciones de molestarme.

— Vi algo en tus ojos ayer por la noche — Madison me atravesó con la mirada —. Ese destello de ira es únicamente proveniente de la bruja que habita en ti.

— Si Cordelia está en lo cierto, eso quiere decir que al igual que tú madre, tienes tus poderes encerrados. Algo debe desatarlos, hacer que exploten — Zoe aceptó la idea de la chica.

Ambas hicieron crecer mi sensación de confusión. Lo decían como si fuera algo sencillo, pero se olvidaban de que acababa de enterarme de que podría llegar a ser una bruja. Primero lo de Kyle, después lo de mi abuela, lo de mi madre, y ahora esto. Era más de lo que podía procesar.

— ¿Porque los poderes saldrían a relucir justo ahora? No lo hicieron en toda mi vida, ¿como sería posible? — inquirí con incredulidad.

— El aquelarre da fuerza a las brujas, más aún cuando un grupo entero habita aquí. Por eso vimos un ápice de tu poder ayer, cuando tú y Madison discutieron. El poder está intentando salir, y ahora que tu sabes sobre eso, lo hará con mayor intensidad — Zoe intento explicarme.

— ¿Entonces debo enfadarme? ¿Esa es la forma ideal para liberarlo?

De mi boca continuaban saliendo únicamente preguntas.

— Es una de las formas — afirmó Nan.

— No lo se... No se que hacer — me peine el cabello con los dedos, repleta de frustración.

— Te dejaremos sola por un rato, ¿bien? — Zoe incitó a las chicas a que salieran del cuarto —. Piensa las cosas con tranquilidad.

Las tres se fueron, dándome un respiro.

Casi olvido que a mi lado se encontraba Kyle, a no ser porque pinchó mi mejilla con su dedo índice, llamando mi atención. Lo observé cautelosa, el chico señaló la cama.

— No voy a hacer nada contigo, Kyle — lo rechacé, decepcionada de que se refiriera a eso. Velozmente sacudió la cabeza, señalándome y luego señalando la cama. Repetitivamente —. Kyle, dije que no. Si quieres eso, puedes irte.

Dio la vuelta a la cama y se recostó, seguidamente cerrando los ojos. Cuando pasaron unos segundos, volvió a abrirlos y me señaló. Quería que durmiera, ahora lo comprendía.

— Lo siento — me arrepentí por acusarlo de lo contrario. Me acosté a su lado, quedando frente a frente, cerré los ojos con cansancio. Hasta ese momento no me di cuenta de lo agotada que me sentía, y cabía recalcar que había despertado hace sólo unas horas, pero lo ocurrido me quitó toda energía que aún quedaba en mi —. Gracias...

No respondió, como era normal, en su lugar llevo una mano a mi mejilla, dejando allí suaves caricias que me ayudaron a dormir.


Por la tarde, apenas desperté, me escabullí del aquelarre para ir a mi casa durante un rato. Le pedí a Kyle que no le dijera a las brujas donde me fui, por las dudas de que fueran a buscarme.

Sabía que ese día mi casa estaría vacía, ya que Jason me escribió por mensaje diciendo que papá y él saldrían para una de sus reuniones de rehabilitación. Por lo que tenia el camino libre para hacer lo que debía.

Al llegar, me dirigí a la habitación de mi padre, rebusque debajo de la cama, sacando una pequeña caja. La abrí cuidadosamente, encontrando unas cuantas fotos de mi madre y una llave, justo lo que necesitaba. Saqué la llave y guarde todo nuevamente.

Me hice camino a la puerta de al lado, la antigua oficina de mi madre. Dando un suspiro coloque la llave y abrí la puerta.

Nadie entraba a ese lugar desde que mamá murió, solo lo hacía mi padre una vez por mes, con el único fin de mantener la limpieza.

Trate de no detenerme a percibir su esencia en cada adorno, cada foto, cada mínima cosa, porque acabaría llorando, y no había venido hasta aquí para eso.

¿Por donde empezaba a buscar? Se supone que si mi poder era cierto, y aquellas brujas me dijeron la verdad, mi madre tendría que tener mucha información guardada en su oficina. Nunca nos dejaba pasar dentro sin su permiso, ni a Jason, ni a mi, incluso a mi padre.

Intente abrir los cajones del escritorio, pero estaban cerrados con llave. Llaves que no tenía.

Busque unas pinzas en mi cuarto y regrese a la oficina cuando las obtuve, maniobre las cerraduras pero fue imposible abrirlas. Solté un suspiro antes de encestarle una patada al cajón, con la fuerza aplicada salto hacia adelante, finalmente abierto. Repetí la acción con los otros tres cajones.

Dentro se encontraban demasiados libros con las tapas cubiertas de símbolos en dorado, cartas selladas pero nunca enviadas, fotos sueltas en el fondo del cajón, y demás cosas extrañas.

Tome los libros y los guarde todos en mi mochila, los leería luego, porque estaba segura de que me ayudarían en algo.

Me senté en la silla que acompañaba el escritorio y fui observando las fotos dentro de un cajón, en ellas aparecían mi madre y Fiona, juntas, sonrientes. Forme una mueca y volví a guardarlas. En su lugar sostuve las cartas y comencé a leerlas una por una.

"Querida Fiona:

Siempre añore tu cariño, algo que desde
mi nacimiento me negaste. Nunca lo entendí,
y lo único que hacía era culparme a mi misma.
¿Tal vez yo era el problema?
Pero apenas mi hijo nació, y después lo hizo mi niña,
entendí que tú odio hacia mi no era y nunca sería mi culpa.
Porque yo amo a mis niños, con todo lo que soy."

"Querida Fiona:

Tu demencia me sorprende cada día más.
Tu no eres mi madre, eres un monstruo que busca destruirme. Juro que no logro comprenderte.
Pareces consumirte por tu propia maldad,
y añoras que yo lo haga de igual forma.
Pero sabes que nunca será así,
porque yo si tengo un corazón.

Tus poderes están actuando en tu contra."

"Querida Fiona:

Tu mayor tesoro es lo que yo contenía,
tu perdición es lo que ahora habita en mi hija.
Se lo que harás, te esperare aquí."

"Querida Familia:

Los estoy dejando con un gran peso que cargar,
lo lamento mucho. Los amo, y los esperare en otro lugar,
se los prometo que los estaré esperando, a ustedes
y a ella, para verla destruida y a nosotros victoriosos."

Tarde unos minutos en ordenar mis ideas, observando las cartas como si nada más existiera a mi alrededor. Cordelia me dijo la verdad, un poder habitaba en mi, un poder que había sido de mi madre y anteriormente de Fiona.

Era tan sorprendente que algo de mi madre haya quedado en mi. Algo con lo que podría derrotar a Fiona, para vengar a mi madre y cumplir lo que su última carta decía.

Entonces, querida maldita abuela, lo que habita en mi será tu perdición.

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