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"𝐓𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞𝐧 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐢𝐧𝐨𝐜𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚". 

𝐄𝐫𝐧𝐞𝐬𝐭 𝐇𝐞𝐦𝐢𝐧𝐠𝐰𝐚𝐲. 


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<<DESENTRAÑANDO EL PASADO [PARTE 1]>>



[OCHO AÑOS ATRÁS]



Refugio "Nuevas Oportunidades", Bradersfille (IL).
Marzo 25, 2016

03:00 PM

Poco después de que Lidia Harris, una West Highland Terrier adulta y reconocida enfermera del Hospital General de Bradersfille, fuese arrestada y acusada de perpetrar una serie de asesinatos en su área de trabajo, sus dos hijas pequeñas, July y Sweetie Harris, fueron enviadas a un refugio para cachorros(as) sin hogar. 

Se trataban de un par de gemelas, ambas de 3 años. Y cuyo pelaje blanco —además de ser suave como una nube, por cierto— era tan claro como la nieve misma. Pero, al igual que el día y la noche, ambas féminas eran notablemente diferentes respecto a sus personalidades. O al menos, lo eran en ese momento. 

Aquel 25 de marzo (siendo un caluroso día de verano, además), parecía ser tan típico y ordinario como cualquier otro. Hasta que, aproximadamente a las tres de la tarde, al refugio "New Opportunities"  llegó una pequeña familia, despertando en ambas gemelas caninas cierto sentido de curiosidad. 

Se trataba de una pareja, ambos de treinta tantos años, que yacían acompañados por su hija adolescente, pelirroja y de 15 años. Y con base en la expresión de ésta última, estaba más que contenta. Resulta que la chica estaba de cumpleaños, y tras muchas insistencias, sus padres finalmente decidieron cumplirle su único gran deseo: Obsequiarle una mascota. Una cachorra, para ser exactos.

Mientras la jovencita caminaba por el pasillo, observando a varios cachorros de distintas razas y edades —encerrados en jaulas individuales, dependiendo del tamaño de cada uno—, July Harris, que yacía dentro de una jaula al final del lugar junto a su engreída hermana, observaba en silencio a la sonriente pelirroja. 

<<Desearía irme con ella>> —pensó la cachorra, para luego, esbozar una sonrisa y acercarse a los barrotes. 

—No pierdas la fe, July —se animó a sí misma—.  Estoy segura que me adoptará. 

Sweetie escuchó esto. Se le acercó por detrás. Y tras hacer a un lado a su hermana (haciéndola caer, chocando contra la pared), la malvada fémina soltó una risilla. Se irguió. Y con total arrogancia dijo:

—No te ilusiones, hermanita. De seguro esa chica me llevará a mí. Después de todo, soy la más bella y hermosa de nosotras dos.

—Pe-pe-pero.....¿Cómo puedes decir eso? Ambas somos iguales —agregó July mientras se ponía de pie y se colocaba al lado derecho de su hermana.

—Pues verás, tontuela —dijo la caprichosa, para luego darle a July un ligero golpe en la nariz—. A diferencia de ti, yo no tengo la nariz de color marrón oscuro. Además, soy segura de mí misma. Tengo la habilidad de socializar con otros sin problema. Soy capaz de crear y construir cosas que ningún otro can es capaz de hacer a nuestra corta edad. Y eso me califica para ser la mascota ideal para cualquiera. En cambio tú.....—le miró con desagrado—. Bueno, aquí entre nos, tú no tienes nada que aportar.

Esto último hizo que July bajara las orejas. Gimió y su mirada se empañó ligeramente.  

—E incluso también eres una.......

Pero antes que Sweetie pudiera seguir con la hiriente charla, guardó silencio al ver que, al frente de su jaula, estaba la pelirroja anteriormente mencionada. 

—Eres muy linda —dijo la adolescente—. Pareces un copo de nieve. 

—Oh, gracias —respondió Sweetie, alagada—. Resulta que lavo mi pelaje con shampoo importado y.......

Al ver que la jovencita no le estaba hablando, y mucho menos le miraba, la arrogante West Highland Terrier guardó silencio y, tras cruzarse de patas, frunció el ceño. 

—¿Cómo te llamas, linda? —preguntó la pelirroja a la cabizbaja fémina. Ésta última levantó la vista. 

—Ju-July —respondió tímidamente, mientras se limpiaba las lágrimas.

—Un gusto, July. Me llamo Carmen. Carmen Goldman. Y dime ¿te gustaría irte conmigo?

Tras oír aquello, la mirada de la West Highland Terrier se iluminó. 

—¿En...en serio?  

La pelirroja asintió. Y sonrió. Poco después, abrió la jaula y sacó de ella a la pequeña cachorra. 

—Ahora tendrás un hogar —agregó, sonriendo de oreja a oreja—. Y serás parte de mi familia.

En cuanto oyó esas palabras, el estado apesadumbrado de July se desvaneció casi al instante. Y, al ser abordada ahora por sentimientos de alegría, una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Estaba feliz, incluso más. Como resultado, abrazó fuertemente a su nueva dueña y, sin poder evitarlo, comenzó a darle un par de lamidas en el rostro. 

—Jeje. Ya basta —añadió Carmen—. Hace cosquillas.

La fémina de pelaje blanco se detuvo. 

—Jeje, lo siento. Me dejé llevar. 

Y así, Carmen Goldman (con la West Highland Terrier en sus brazos) regresó con sus padres, Karla y Steve Goldman. Y tras charlar con ellos, explicándoles que ya había tomado una decisión, ambos miraron a la cachorra. Esbozaron una sonrisa y asintieron. Se acercaron a la recepción. Y en cuanto firmaron los papeles de Adopción, la familia Goldman, junto a la alegre July, abandonaron el lugar. 

Sweetie, por su parte, observó la bella escena, y sólo sintió una cosa: Envidia. 

Pasado un par de minutos, al refugio llegaron dos personas más. Se trataban de un hombre mayor, acompañado de una niña pequeña (bajita, morena, y de aproximadamente 6 años). Y con base en sus prendas elegantes, y en sus posturas rectas al momento de caminar, la cachorra dedujo que ambos podrían pertenecer a la clase alta. O Incluso, tal vez, a la realeza misma.

—¡Es muy linda! —exclamó la niñita al momento de ver a Sweetie, corriendo hacia ella—. Quiero llevármela al castillo —añadió con fervor, mientras sacaba a la cachorra de la jaula.

—Entendido, princesa —dijo el conde, asintiendo. Giró en redondo y se encaminó a la recepción. 

La jovencita, por su parte, colocó a Sweetie en el suelo. Se acuclilló. Y del interior de su bolsillo sacó un pequeño collar, el cual, estaba adornado con pequeñas gemas y fragmentos de oro. Tras colocarle el collar a Sweetie, le regaló otra sonrisa. 

—Te irás conmigo, lindura —comenzó a decirle—. Ahora tendrás un hogar. 

—Jeje. Gracias. Sé que soy linda —agregó la West Highland Terrier, mientras realizaba al mismo tiempo una pose de diva—. Y muchas gracias por adoptarme. 







[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]







Hospital General Marshall Memoriam, BA (CA).
Noviembre 20, 2024

07:23 AM

En cuanto regresó al Hospital General, lo primero que hizo el pastor alemán fue buscar a sus dos colegas, Jhonny y Rachel, encontrándoles con éxito junto a la entrada del laboratorio de Patología.

Poco después, les dijo que descubrió algo importante con respecto a los dos casos de infección por bacteria, pero que necesitaban hablarlo en un lugar privado. Ambos canes asintieron, y junto a Chase, se dirigieron al "Cuarto de reunión". Una pequeña habitación situada en el segundo piso, utilizada por los médicos veteranos cuando se trataba de discutir sobre la toma de decisiones asociadas con la realización de procedimientos invasivos en los pacientes. 

Mientras el Corgie cerraba la puerta, y la Samoyedo se apresuraba en cerrar las cortinas, el oficial canino (y actualmente capitán de la decimocuarta estación) procedió a colocar su pequeña laptop sobre la enorme mesa rectangular de la sala. La encendió. Y tras dar un par de tecleadas, en la pantalla procede a aparecer una ventana, mostrando unos cuantos archivos; todos ellos guardados en carpetas.

—Acérquense.....—comenzó a decir Chase, sin apartar la vista en su ordenador portátil—. Acabo de descubrir el punto de origen de la primera ola de infección. 

—¿En serio? —preguntó la Samoyedo, colocándose al lado derecho del pastor alemán—. ¿Y cómo lo lograste?

—Bueno.....—prosiguió el can—, tras interrogar a los familiares de los pacientes, descubrí que todos, y cada uno de ellos, eran estudiantes y maestros de la escuela pública Mackentire. Y según los familiares, hace dos días se llevó a cabo una fiesta de fin de año en el gimnasio de la escuela. Todos ellos, a excepción de mi amigo Alex Porter, asistieron al evento.

—Así que es allí en donde se infectaron —convino Rachel. Chase Schülze asintió. 

—Y no solo eso —agregó el pastor alemán—. También descubrí que esa primera ola de contagios no fue un incidente imprevisto. Fue provocado. 

—¿Y cómo sabes eso? —inquirió el Corgie, que yacía al lado izquierdo del pastor alemán. 

—Pues verás, Novato. Revisé las cámaras de seguridad cercanas a la escuela la noche de la fiesta. Y encontré esto. 

Sin decir más, el pastor alemán dio un último click, y en la pantalla del ordenador portátil comenzó a correr un vídeo. La fecha, que yacía situada en la esquina inferior/derecha de la pantalla, decía: Noviembre 18/2021. 09:34PM

Lo siguiente que vieron los tres canes, fue el desolado y sucio techo del gimnasio de la escuela pública Mackentire. Segundos después, una figura encapuchada (un can, dado su apariencia) apareció y, lentamente, procede a acercarse a uno de los dos ductos de ventilación. Con dificultad, retiró una rejilla. 

Por consiguiente, la extraña figura saca de su bolsillo lo que parecía ser un pequeño y delgado tubo de ensayo. Lo examinó con la mirada por un par de segundos. Luego, y con algo de duda, el misterioso can introduce dicho tubo dentro del ducto y, simultáneamente, procede a agitarlo, como si estuviese vaciando el contenido del tubo dentro de aquella pieza de metal.

Diez segundos después, el can retiró el tubo del ducto. Lo guardó en su bolsillo. Y tras colocar la rejilla nuevamente en su lugar, abandonó la escena. Y dado que llevaba puesto una capucha, dándole siempre la espalda a la cámara de vigilancia, su cara jamás se llegó a ver.  

En cuanto el vídeo finalizó, el pastor alemán apagó su ordenador. Se volvió hacia el atónito Corgie. 

—Sospechoso ¿verdad?

—Y mucho —respondió Jhonny. 

—Eso confirmaría el modo de transmisión —agregó Rachel. Ahora a Chase le tocaba tomar el papel de oyente—. Verás, analizamos a más detalle las muestras de tejido de los infectados, y determinamos que la bacteria tiene ciertos elementos que la hacen capaz de ser adquirida por medio de la respiración. Aquello es raro para éste tipo de patógeno. Y ahora que sabemos donde se infectaron, tendremos que.....

—Sé a donde quieres llegar —le interrumpió Chase—. Y descuida, ya me encargué de eso. Le pedí a un par de mis oficiales que custodien el lugar. Nadie tiene acceso a la escuela hasta que un equipo de cuidados especiales le haga una profunda limpieza. 

—Excelente, Chase —convino Jhonny—. Y de casualidad, ¿descubriste también el segundo foco de infección?

—Ahora que lo mencionas, sí. Lo hice. Y no fue difícil —aclaró—. En cuanto vi a los recién infectados, los identifiqué casi al instante. Todos ellos estuvieron conmigo en el restaurante Porter ayer por la tarde, al igual que Skye. Ya lo verifiqué con las cámaras cercanas al lugar y con los registros de las tarjetas de crédito de las víctimas. Es evidente que se infectaron allí. Posiblemente de la misma forma que los que estaban en la escuela. 

—¿Y alguna cámara logró ver a algún sospechoso cercano al restaurante? —inquirió Rachel.

—Por desgracia, no. 

—Pero si estuviste con ellos.....—comenzó a decir Jhonny—, ¿cómo es que tú no presentas signos de la infección?

—Esperaba que me lo dijeran ustedes —respondió el pastor alemán. Sus amigos se miraron, mostrándose confusos. Después de todo, no tenían explicación alguna—. Dejaremos eso para después. Y escuchen. Todos los que estuvieron en el restaurante están aquí. Excepto el dueño, el señor Porter. Ya llamé a su casa, pero nadie contesta. 

—Pediré que lo traigan ahora mismo. Enviaré un ambulancia a su residencia —dijo Rachel. Luego, se apartó y abandonó la habitación.  

Chase Schülze, por su parte, se volvió hacia Jhonny. Y tras ver la expresión de éste último, se le acercó y preguntó:

—¿Qué sucede?

—Hay algo que no está bien, Chase. 

—¿Sobre?

—Sobre la bacteria —respondió Jhonny—. Como dijo Rachel; no es usual que las bacterias come carne viajen por el aire. Lo que podría indicar que: O se trata de una nueva bacteria, o la modificaron genéticamente para que se transmita por ese medio. 

—¿Y eso es importante por......?

—Pues, si alteraron la bacteria para que pueda propagarse por el aire, debieron tardar bastante tiempo, tal vez un par de meses. O incluso años. Lo que indicaría que nos estamos enfrentando a personas peligrosamente inteligentes que cuentan con los medios suficientes para lograr esto. Y teniendo en cuenta los lugares dónde se llevaron a cabo los contagios, y el tiempo transcurrido entre ellos, podría sugerir que todo esto es..........

—..........terrorismo —completó Chase—. Terrorismo biológico.

—Exacto —añadió Jhonny—. Y si estos dos son sólo los ataques iniciales, quiere decir que apenas están empezando. 







[EN OTRO LADO DE LA CIUDAD]







Mercado de Agricultores Harvey, BA (CA).
Noviembre 20, 2024

09:34 AM

En cuanto la Señorita Marjorie (mujer soltera de 54 años y encargada de la biblioteca pública de Bahía Aventura) llegó al puesto de la granjera Yumi, saludándola casi al instante, apartó la vista, centrándola ahora en las cajas llenas de frutas situadas frente al puesto de la agricultora. Naturalmente, cogió una de éstas. Una manzana, para ser exactos. La olió, y al sentir su dulce aroma, dijo:

—Huele bien. Dame 13 manzanas, Yumi. Por favor. 

—Claro, espere un momento —dijo la granjera, mientras se daba la vuelta y buscaba una bolsa. 

Simultáneamente, la Srta. Marjorie abrió su bolso, con el propósito de buscar su monedero. Mientras hacía esto, levantó la vista —brevemente—, y notó que, a sus alrededores, otro par de compradores allí presentes comenzaban a toser con brusquedad. 

<<Han de haberse resfriado>> —pensó ella. A la par, sintió un leve dolor de cabeza, acompañado de un mareo momentáneo. Lo ignoró y siguió buscando su monedero. 

La granjera Yumi, por su parte, regresó con una bolsa llena de manzanas en la mano derecha. Y tras ofrecérsela a su cliente habitual, dijo:

—Son 5 dólares. 

—Un momento......—dijo la cincuentona. Encontró el monedero y sacó el dinero. Pero antes de que pudiera dárselo a la granjera Yumi, vio su rostro y, con algo de angustia, exclamó—: ¡Oh, Por Dios! ¡Yumi! ¡Tu cara!

—¿Qué? ¿Qué tiene mi cara? —preguntó ella con el mismo tono. Luego, y de manera inevitable, dio un par de toces.

—Tienes una ampollas negras en las mejillas —respondió la Srta. Marjorie.

Al oír esto, la granjera se agachó y comenzó a buscar dentro de su puesto algún espejo. Lo halló. Y al ver su reflejo, su rostro palideció. 

—¿Qué es esto? —preguntó consternada. Poco después, volvió a toser. Solo que ésta vez, expectoró un poco de sangre. 

Seguidamente, tanto Yumi como la Srta. Marjorie comenzaron a sentirse mareadas, y cansadas. Instintivamente, pero sin poder evitarlo, cayeron al suelo. Más no dejaron de toser. Los otros compradores y vendedores allí presentes vieron esto, y se alarmaron. Pero antes de que pudieran acercarse y brindarle ayuda a ambas féminas, ellos también comenzaron a sentirse mal. 

Se tocaron las sienes, argumentado dolores de cabeza. Algunos incluso habían comenzado a sangrar por la nariz, seguido por los oídos, y los ojos. 

<<¿Qué esta pasando?>> —se preguntaron algunos. 

La sensación de asfixia no tardó nada en hacerse presente. Y tras cogerse el cuello con ambas manos, uno a uno (casi al unísono) fueron cayendo sobre el suelo de grava, dando inicio a las terribles convulsiones, siendo éste el último síntoma del cuadro clínico agudo de la bacteria come carne. 

En menos de tres minutos, las 179 personas murieron cruel y dolorosamente allí mismo. Y dado que nadie tuvo la oportunidad de llamar a emergencias, la ayuda jamás llegó. 

.............

En cuanto el viento cesó, el misterioso can (un dálmata de 10 años y socio actual de July) guardó el tubo de ensayo en su bolsillo. 

Yacía situado en la cima de una pequeña colina (ubicada a cuantos metros frente al área sur del mercado). A continuación, se apresuró en abandonar el lugar. Sin embargo, tras dar un par de pasos, se detuvo. Se volvió y observó por última vez la terrible escena. Bajó las orejas, gimió tristemente y soltó un par de lagrimas. 

El remordimiento le invadió casi al instante. 

<<Perdóname, Dios>>  —suplicó mentalmente. 

Soltó un suspiro y volvió a caminar, sólo para acabar chocando contra otro can que venía caminando en sentido contrario. Se trataba de un mestizo, de pelaje gris. Sus prendas de vestir, al igual que su gorra, eran del mismo color: Verde claro.

—Lo lamento —dijo el dálmata mientras se colocaba su gorra y levantaba su capucha.

—No hay problema —dijo Rocky, levantándose casi al instante—. Dame la pata. Te ayudo a......

Descuida —agregó el can. En cuestión de segundos, se puso de pie y procedió a correr, alejándose cada vez más y mas del lugar. 

—Extraño.......—musitó el mestizo. Luego, se encogió de hombros—. Ha de estar ocupado...—concluyó, y volvió a retomar sus asuntos. Con ayuda de su pinza, levantó del suelo una hoja de papel. La leyó. Al mismo tiempo, se encaminó hacia el mercado—. Vamos a ver....... —dijo él—, necesito comprar harina, mantequilla y..... y....... ¡Manzanas! Claro. No puedo olvidarme de las manzanas. Solo espero que Yumi aún teng........

Para cuando llegó a la entrada sur del mercado, pero antes de ingresar al mismo, el mestizo se detuvo en seco tras observar la larga estela de cuerpos. Aquello parecía irreal. Tardó un momento en procesar lo que veía. Para cuando finalmente salió de su estado de shock, exclamó:

¡¿Qué rayos pasó aquí?!






[OCHO AÑOS ATRÁS]







Residencia de Carmen Goldman, Bradersfille (IL).
Diciembre 25, 2016

08:23 AM

El luminoso cielo azul estaba despejado. Los carámbanos de hielo se hicieron notables por debajo de las ramas de los árboles secos. Y las calles y avenidas principales estaban atiborradas de nieve densa, tan densa, que los pocos autos estacionados quedaron enterrados hasta la altura de sus espejos laterales. 

Mientras los adultos se mantenían ocupados despejando la nieve de sus entradas principales (al igual que de la acera), sus hijos, siendo en su mayoría menores de entre 5 a 10 años, se mantenían ocupados jugando en la calle a una improvisada guerra de bolas de nieve. Los gritos de algarabía no tardaron nada en hacerse audibles. 

Y todo esto era atentamente observado por Matthew Goldman, veterano de cincuenta y seis años y patriarca paterno. 

<<Hermosa época del año>> —pensó él, esbozando una leve sonrisa. Sin duda, le gustaba la navidad. 

Saludó con la mano derecha a los pequeños que se materializaron en su campo de visión. Acto seguido, regresó a su labor. Subió el volumen de la radio. Y en cuanto Jingle Bells, de Bring Crosby, se hizo fuertemente audible en toda la cocina, el anciano se colocó las manoplas y procedió a sacar (lentamente) la bandeja de galletas del interior del horno. 

Al mismo tiempo, su nieta adolescente, Carmen Goldman, junto a su cachorra, July Harris, disfrutaban tranquilamente del día nevado, construyendo esculturas de nieve en el patio trasero. 

—Brrr, Sí que hace frío.....—comentó Carmen tras sentir un escalofrío. Se colocó su bufanda y volvió con su escultura: Un niño pequeño sentado, en pose pensativa. Al terminar, dio un suspiro. Se volvió hacia la cachorra, que yacía a su izquierda, y tras esbozar una sonrisa, preguntó—: ¿Qué te parece?

—Wow. ¡Te quedó muy bello!  —respondió July al ver al "mini" pensador—. Ahora mira mi escultura —agregó ella con fervor—. Quiero saber tu opinión.

—Bueno, está muy ..... muy....... ¡Oh vaya! —exclamó la pelirroja con sorpresa al momento de ver la escultura de July, la cual, por cierto, era una copia perfecta del David de Miguel Ángel—. Te quedó super. ¿En serio ésta es tu primera vez haciendo esculturas de nieve?

—Jeje. Sí. Es mi primera vez —contestó tímidamente. Bajó la mirada y comenzó a mover su pata derecha (de un lado al otro) sobre la nieve fresca—. ¿En serio te gusta?

—Por supuesto que sí. Es una obra maestra —respondió. Casi al instante, sacó su teléfono celular—. Tomémonos una foto junto a él —sugirió. July asintió. Ambas féminas se abrazaron y se colocaron delante del "David" de nieve. Carmen encendió la cámara—. Di: "Feliz Navidad" 

—¡Feliz navidad! 

Carmen apretó el botón. Un pequeño flash se hizo visible. La instantánea quedó guardada en el dispositivo móvil. 

—Volvamos adentro —sumó Carmen mientras guardaba su teléfono. Se cruzó de brazos y tembló un poco—. Ya está haciendo mucho frío.

—Jeje, claro. ¿Te parece si hacemos una carrera?

—Por supuesto. Y la ganadora escogerá la película de navidad. 

—¡Perfecto! —dijo la West Highland Terrier, colocándose en posición para correr. Carmen le imitó—. Uno...

—Dos...

—Dos y medio... ¡¿Qué eso eso?! —preguntó ella, apuntando hacia el lado izquierdo del patio. Carmen se volteó para ver. En cuanto se distrajo, la cachorra gritó—: ¡TRES! 

Y echó a correr.

—¡Ey! ¡Eso no se vale! 

Pero July Harris no se detuvo.

—A que no me alcanzas —agregó la can sin mirar atrás.

Dada la distancia entre el patio y la casa, la West Highland tardó menos de diez segundos en llegar a la residencia, dirigiéndose ahora al salón familiar. Se sentó en el sillón de terciopelo rojo de un salto. Cogió el control de mando. Y tras encender el televisor y zapear canal por canal, Carmen Goldman llegó al lugar. 

La cachorra le dedicó una sonrisa divertida 

—¿Por qué tardaste tanto?

—Eso no... fue justo —respondió Carmen entre jadeos—. Hiciste trampa y lo sabes. 

—Sí, lo admito. Hice trampa. Pero seamos honestas. Tú también lo hubieras hecho de haber tenido la oportunidad. 

Carmen se quedó perpleja. 

—Yo jamás haría trampa —aseguró la pelirroja. 

—Oh, ¿en serio? ¿Y qué tal si hablamos de esa vez en la que me hiciste tropezar para llegar primero a la cocina y comerte todas las galletas del día de acción de gracias? 

Carmen recordó el suceso. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente.  

—Bueno... —dijo la pelirroja, acercándose al sillón, sentándose al lado derecho de July—, una apuesta es una apuesta. Así que dime, ¿qué veremos el día de hoy? 

—Jeje, una excelente película navideña. Trata sobre un par de cachorros que...

En ese momento, el timbre sonó, y la conversación cesó. Carmen se levantó, dirigiéndose (lentamente) hacia la puerta. July le siguió. En cuanto la abrió, lo primero que vio la pelirroja fue a un joven oficial, de entre 20 a 25 años.

—¿Puedo ayudarlo?

—Buenas tardes, jovencita —saludó el oficial. De apellido Lewis, según su gafete dorado—. ¿Está sola en casa? 

—Eh, No. Mi abuelo está aquí. 

—¿Puede llamarlo, por favor? Necesito hablar con él. 

—Oh, Claro —respondió ella—. Iré por él y.......

—No es necesario, linda —dijo el cincuentón, quién ya había llegado al lugar. Se movía con lentitud, y se apoyaba en un bastón. Tras ver al oficial, preguntó—: ¿Qué desea, joven?

—Buenas tardes, señor. ¿Es usted familiar de Karla y Steve Goldman? 

—Por supuesto —confirmó el anciano—. Soy el padre de Steve ¿él está bien? 

Hubo un breve momento de silencio. El oficial dio un suspiro.

—No, señor —finalmente respondió—. Lamento decírselo. Pero su hijo y su esposa murieron en un terrible accidente. Cayeron por el barranco de la ruta 56. Lo siento mucho. 

En cuanto oyó eso, un nuevo muro de silencio se alzó entre Lewis y el veterano. 

Carmen, por su parte, que había permanecido detrás de la puerta, se acercó a su abuelo. Luego miró al oficial, y tras titubear (brevemente), dijo:

—No puede ser...........eso no.......n-no es verdad. De seguro se está equivocando. 

—Lo lamento, jovencita —agregó Lewis, manteniendo su tono sereno—. Pero no es un error. 

—¡Pues debe serlo! —exclamó ella, dejando escapar un par de lágrimas—. Ha de ser un error.......

July Harris le vio e instintivamente le abrazó, gimiendo tristemente.  

Mathew Goldman, por su parte, que había permanecido en silencio durante esos quince segundos, salió del estado de shock en el que se había envuelto y, lentamente, retrocedió. Simultáneamente, comenzó a hiperventilarse. Dejó caer su bastón, y en cuanto se colocó una mano sobre su pecho, él también cayó al suelo. Cerró los ojos y dejó de respirar.

Carmen se alarmó, se arrodilló rápidamente. Cogió al anciano por los hombros y comenzó a agitarlo, tratando ineficazmente de despertarlo.

El oficial Lewis entró a la casa, colocándose de cuclillas al lado derecho del inconsciente. Con ayuda de su radio, pidió un ambulancia. Luego, apartó a la pelirroja, y procedió a tomarle los signos vitales al anciano. Poco después, procedió a realizar la RCP.

.............

Tras la trágica muerte de sus padres, seguida por la imprevista muerte de su abuelo, Carmen Goldman, junto a July Harris, fueron enviadas a un hogar temporal ese mismo mes, el cual, por cierto, parecía ser más una cárcel que un hogar mismo. 

Resulta que la dueña del hogar temporal, Julie Myers, trataba a los niños bajo su cuidado como si fuesen sus sirvientes, denigrándolos a todo momento, obligándolos a realizar trabajos caseros para vivir y comer. 

<<Las comodidades cuestan>> —decía Myers constantemente. Y quien se negara a cumplir con las ordenes, sufriría un terrible castigo: Desde no recibir comida hasta dormir en el patio durante las noches de lluvia. 

Carmen Goldman, al ser la más grande de los ocho jóvenes sin hogar que vivían con ella, sacaba la cara por ellos y, constantemente, les defendía. Por lo tanto, acabó recibiendo una mayor parte del abuso, tanto físico como emocional. 

Y este suceso se repitió una y otra y otra vez durante un periodo de seis meses. Tanto Carmen, como July Harris (al igual que los otros chicos y chicas sin hogar) pasaron por un total de 5 casas adoptivas. Una más abusiva que la anterior. 

Pero además de Carmen, quién más recibió una mayor parte del abuso físico fue la misma July. Después de todo, los dueños de los hogares temporales (todos y cada uno de ellos, sin excepción) detestaban a los animales. 

Su comida era servida en un sucio plato, o incluso, en el suelo. Si se negaba a comerlo, los "padres adoptivos" pisoteaban el alimento y la obligaban a ingerirlo. En los días de bajas temperaturas, era obligada a dormir fuera. Incluso, una vez, fue agredida sin razón alguna. Como resultado, acabó con cuatros costillas rotas, una fractura en su pata izquierda, tres dientes perdidos y un daño hepático permanente. 

Acostumbraban a quemarle el lomo con un cigarro. Le doblaban las orejas hasta hacerla llorar. La utilizaban frecuentemente de alfiletero. La pisoteaban como si se tratase de un felpudo. Incluso también (en más de una ocasión) fue encerrada en un viejo cobertizo, el cual, estaba lleno de serpientes y cucarachas. 

Poco a poco, la inocencia y buena voluntad de la cachorra se fue apagando, dando lugar al nacimiento de un par de nuevos sentimientos, entre ellos: Ira, Odio, y Rencor. 

Para el 24 de julio del 2017, Carmen y July fueron finalmente separadas, siendo enviadas a dos estados diferentes. Al no poder soportar esto, la West Highland Terrier se fue a vivir a las calles. Los primeros días fueron terribles..... demasiado. Pasó hambre y frío. Y además de luchar por la poca comida intacta que hallaba en los basureros, la fémina de pelaje blanco tuvo que cuidarse de los prominentes machos lujuriosos que le acosaban por las noches. 

Pasaron dos semanas. Y al no poder seguir con dicho estilo de vida, July Harris se vio obligada a pedir alojamiento. Y dado que no tenía amigos o conocidos que pudieran ayudarla, se vio obligada a recurrir a su última alternativa: Ir con su hermana.

<<Debo ir a Ladriburgo —se dijo mentalmente—. Debo hablar con Sweetie>> 








[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]








Mercado de Agricultores Harvey, BA (CA).
Noviembre 20, 2024

09:51 AM

—....y eso fue todo —terminó de explicar Rocky—. Sólo llegué y encontré esta escena.

A continuación, un par de forenses (vestidos con trajes especiales y máscaras de gas) pasaron a su lado, transportando tres cuerpos en camillas, metiéndolas ahora en un par de furgonetas negras. 

Tras ver esto, el mestizo guardó silencio.

Y por casualidad... —comenzó a decir Chase, sacando así a Rocky de su estado pensativo—, ¿viste a algún sospechoso? ¿Alguna persona o cachorro huyendo del lugar?

Ahora que lo mencionas, sí —respondió. Chase se aseguró de tomar nota mental de todo—. No lo recordé hasta ahora. Choqué con él. E-Era un dálmata. De nueve o diez años dado su estatura. Y posiblemente latinoamericano, dado su acento. Pero no le vi la cara. Lo siento. 

—No hay problema —agregó Chase, para luego, hacerle una seña a un hombre vestido con un traje especial—. Debes irte con este señor —agregó—. Te examinarán para asegurarse de que no te hayas infectado. 

El mestizo asintió, y acompañó al sujeto de traje, dirigiéndose ahora a un ambulancia. Chase Schülze, por su parte, se dio media vuelta y se acercó donde el Corgie, que estaba guardando su equipo de paramédico en un maletín de cuero. 

Tras tocarle el hombro, captando así su atención, le dijo:

—¿Has podido hallar a alguien con vida?

—No, Chase —respondió el Corgie, meneando la cabeza a ambos lados—. Todos están muertos. 

—Y la causa de la muerte es bastante obvia —añadió la Samoyedo, acercándose hacia ellos—. Pero lo que no sé, es por qué la bacteria come carne mató a estas personas en cuestión de minutos, y a los primeros pacientes en un par de horas. 

—Si nuestra teoría es cierta, los responsables debieron de alterar nuevamente la bacteria para acortar el periodo de infección —sugirió Jhonny—. Y si ese el caso, es bastante obvio que quien está haciendo esto, está desesperado por matar a una gran cantidad de personas en tan poco tiempo. 

—Pediré que cierren los accesos y salidas principales —dijo Chase, mostrando seriedad—. Es poco probable. Pero si el responsable o posiblemente responsables continúan aquí, al menos, quedarán atrapados en la ciudad —suspiró—. Debo decírselo a la alcaldesa. 

—Algo me dice que esto no va a gustarle para nada —añadió Jhonny. 

Sin decir más, el pastor alemán abandonó el lugar. A la par, ladró. Tras activar su placa, procedió a llamar a la lideresa de BA. Luego de un par de tonadas, no hubo respuesta. 

Chase cesó con la llamada e ingresó a su vehículo patrulla. Pero en vez de encenderlo, se quedó quieto por brevedad. Algo en el tablero atrajo su atención. Se trataba de una vieja instantánea (tomada dos años atrás, cuando aún trabaja con los Paw Patrol). Al ver a sus colegas sonriendo en dicha instantánea, al igual que a su ex-jefe, el pastor alemán se quedó pensativo.

Sucesivamente, reaccionó de golpe.

Dado lo acontecido en el último par de horas, no le había notificado a Ryder sobre la condición de Skye. Se apresuró a encender su placa, pero por algún extraño imprevisto, éste ya no funcionó. 

<<Extraño>> —pensó él. Entonces, decidió recurrir por otro medio. 

Se apresuró y encendió el pequeño monitor que yacía en medio de su tablero. Pero antes de que pudiera marcar el número de Ryder, en la pantalla chica apareció el ícono de video-llamada entrante, acompañado por el logo del FBI.

Aquí el capitán Chase —dijo él tras contestar.

—¡Hola, Chase! —saludó la pastor alemán.  

Oh, Avery. Qué sorpresa. Hacía tiempo que no sabía nada de ti. 

—Jeje. Sip, he estado ocupada, con el trabajo y todo eso —añadió ella—. Pero ahora estoy de vacaciones. Y estoy pensando en ir a visitarte con......... 

Se oyó una voz en el fondo. 

—¿Quién está contigo? —inquirió el can. La agente federal sonrió.

—Tendrás que verlo por ti mismo.

Posteriormente, la pastor alemán se alejó, dando lugar a la Husky siberiana. 

—¡Hola, Chase! —saludó alegremente la fémina—. ¿Cómo has estado?

¡¿Everest?! —respondió con sorpresa—. ¿Y-Ya estás libre? ¿Pero cómo? Aún faltan seis años.

Jeje. Eso se lo debo a tu hermana —aseguró, mirando a Avery—. Gracias a sus influencias, logró hacer que un juez me sacara antes. Por cierto ¿estás bien? —inquirió con preocupación—.  Te veo fatigado. Y muy serio, mucho más de lo normal.

Chase hizo una breve pausa. 

Son... cosas del trabajo. 

—Oh, y por como lo dices, no debe ser nada bueno  —aventuró Avery, quedando al lado derecho de la husky siberiana—. ¿De qué se trata? 

En ese momento, el pastor alemán guardó silencio. 

Pensaba si debía o no hablar sobre la terrible situación actual que azotaba a su ciudad. Optó por callar. Pero en cuanto apartó (brevemente) la vista hacia el espejo retrovisor, descubriendo que a la escena habían llegado un par de furgonetas de varias cadenas de televisión, supo que mentirle a su hermana y a su amiga sería en vano. 

<<En media hora, esto se sabrá a nivel nacional>>

Dio un suspiro. Miró nuevamente la pantalla. Se centró en ambas féminas y, poco a poco, procedió a contarles todos los sucesos que acontecieron en la ciudad costera en el último par de días.

En cuanto acabó con la narrativa, nadie dijo nada. Al menos, no en ese momento. 

Ahora mismo iremos para allá —dijeron ambas canes casi al unísono.

Esperen ¡¿Qué?!

—Lo que oíste, Chase —respondió Avery sin dudar—. Iremos y te ayudaremos. 

—Por supuesto que no, Avery. Es una mala idea. Y si esto es tan malo como creo. Tú y Everest estarán a salvo en Virginia. 

No nos haremos a un lado sabiendo que Bahía Aventura está en problemas, Chase —añadió Everest.

Everest, Avery, por favor. Entiendan que no.....

—No lo discutiremos más, Chase —agregó la agente federal—. Llegaremos a la ciudad en un par de horas. 

Posteriormente, la llamada terminó, y el monitor se apagó. Chase estaba anonadado. Y antes que pudiera decir algo, alguien tocó a su ventanilla. Con oprimir uno de los tres botones que yacían situados por debajo del asa de la puerta, el cristal opaco descendió. Y lo primero que vio el pastor alemán, fue a la colega de Jhonny, Rachel. 

Con base en su expresión, ésta no traía consigo buenas noticias. 

—Chase..... nos llamaron del hospital. Se trata de Skye.







[SIETE AÑOS ATRÁS]






Castillo de Ladriburgo, Condado de York. 
Agosto 14, 2017

06:13 PM

Al no tener dinero ni recursos, July Harris se vio obligada a recurrir al "arte de la manipulación" para poder viajar. Con ayuda de su buen carisma y aptitud, sumado a su rostro de "cachorro tierno y necesitado", pudo convencer —fácilmente— al capitán de un barco pesquero (y de nacionalidad inglesa, por cierto) para que le dejara acompañarlo hacia Ladriburgo. 

En un par de semanas, arribó a su destino. Y con ayuda de los locales, pudo localizar y llegar rápidamente al castillo real, que yacía situada en el área este, por delante del bosque Evergreen.

Para cuando vio la inmensa infraestructura de piedra, la West Highland Terrier quedó boquiabierta. 

 —Wow.....—alcanzó a decir mientras caminaba hacia la entrada principal, cruzando por un camino adoquinado—. Este lugar es hermoso.

Los guardias, que yacían situados a los lados laterales de dicha ruta central, y que mantenían sujetos un par de lanzas con la mano derecha, le vieron. Pero no hicieron movimiento alguno. Ni siquiera cuando la fémina de pelaje blanco les saludó. 

Una vez arribado a la gran entrada principal, July Harris se quedó perpleja al ver que, tras las dos enormes rejas de la entrada, su hermana gemela yacía recostada, hablando en voz baja con su juguete "Busby. 

 —¡Hola, Sweetie! —saludó alegremente la can. La arrogante West Highland, por su parte, levantó la cabeza. Tras ver a su hermana, frunció el ceño—. Mírate. Ha pasado mucho tiem......

—¿Qué rayos haces aquí, tontuela? —inquirió Sweetie amargamente—. Y más importante aún ¿cuando te irás?

La sonrisa de July se borró lentamente. 

—Han pasado años, ¿y aún me sigues despreciando? 

—Por supuesto que sí —respondió Sweetie sin cambiar de tono, mientras se levantaba, acercándose ahora a una de las dos enormes rejas—. Después de todo. Tú tuviste la culpa de que nuestra madre jamás me quisiera. 

July Harris se le quedó mirando. 

—¿En serio sigues con lo mismo? —respondió July—. Debes desechar esa idea errada de una vez, porque mamá nos quería a ambas por igual. 

—Uy, sí claro. "Ella nos quería por igual" —añadió Sweetie con sarcasmo, apartando la mirada.

—Mira.........—volvió a tomar la palabra—, no vine a hablar sobre eso. Estoy aquí porque........necesito tu ayuda. 

El ceño fruncido de la West Highland Terrier cambió. Ahora su rosto expresaba extrañeza. Se volvió hacia su hermana. Arqueó una ceja y dijo:

—Disculpa. ¿Mi ayuda?

—Sí —confirmó July—. Necesito donde quedarme y.......

—¡¿Quedarte?! Pensé que ya tenías una dueña y una casa. A menos que.........—pausó. Y sonrió malignamente—. Oh, claro. De seguro esa pelirroja se hartó de ti. Y te echó a la calle ¿no es así?

—No, eso no fue lo que pasó —respondió rápidamente. Bajó la mirada—. Sucedió algo, pero..........es complicado de contar. 

—Pues ni quiero escucharlo —añadió Sweetie con frialdad—. Y si sólo has venido para que te de comida y techo, te sugiero que te des media vuelta y te largues. 

July Harris se quedó en shock. 

—¿Có-Cómo puedes decirme eso? Soy tu hermana y......

—Sí, lo eres. ¡Pero no por eso debo encargarme de ti!

—Sweetie, por favor. No me des la espalda........

—¡GUARDIAS! —exclamó la mascota real. En menos de diez segundos, una fila de uniformados (compuesta por doce hombres de alta estatura) llegaron a la entrada principal. Sweetie apuntó a su hermana y dijo—: ¡Atrapen a esa forastera y enciérrenla!

Los guardias asintieron. Miraron a July. Y, sin previo aviso, comenzaron a acercársele, apuntándole con sus enormes lanzas. Asustada por esto, la fémina se dio media vuelta y comenzó a correr.

<<Patitas, ¿para qué las quiero?>>  

Tras darle la vuelta a la mitad del castillo, July Harris se ocultó detrás de un árbol (un pequeño manzano, para ser exactos). Se colocó una pata sobre su pecho, y tras tragar varias bocanadas de aire, trató de controlar su respiración. 

<<Logré perderlos>> —pensó. Al mismo tiempo, y para su desgracia, los pasos acompasados de los guardias volvieron a hacerse audibles. Cada vez más y más fuertes. 

—¡Rodeen ese árbol! —dijo uno de ellos. 

La respiración de July se aceleró nuevamente. 

Miró a ambos lados, tratando de hallar alguna ruta de escape. No había ninguna. Esto la inquietó aún más. Hizo un esfuerzo por mantener la calma. Y tras rezarle a Dios (de manera mental), retrocedió. Y en el momento que su cola tocó el tronco del árbol que la mantenía oculta, una pequeña puerta se abrió. July Harris cayó dentro del tronco, aterrizando poco después sobre una rampa de caracol.  

El descenso fue exageradamente largo, tardando casi un minuto y medio. Para cuando llegó al final del trayecto, aterrizó sobre un pequeño cojín. 

Cinco segundos después, se levantó. Se quitó el polvo de su pelaje. Y tras dar un par de ojeadas al lugar en donde se encontraba, quedó estupefacta. 

<<¿Qué es este lugar?>> —pensó ella con interés y curiosidad. 

Tras observar las enormes paredes grises (las cuales albergaban varios monitores, y un par de aparatos extraños), se acercó a un par de mesas. Sobre las mismas descansaban un par de documentos enrollados. Los desdobló. Y al descubrir que se trataban de un par de planos para construir raros inventos: Desde herramientas de camuflaje (incluyendo un collar de invisibilidad) hasta armas potencialmente peligrosas, llegó a la conclusión de que se encontraba en un laboratorio secreto. 

<<¿A quién le pertenecerá este lugar?>>

Gracias a una fotografía enmarcada (que yacía situada a un lado de la mesa), la fémina de pelaje blanco descubrió que dicho lugar le pertenecía a su hermana gemela. 

Nuevamente, miró los planos. Luego, volvió a ver la foto de Sweetie. La cogió. Y tras pensar en una idea, esbozó una sonrisa maliciosa. 

—Te arrepentirás de haberme dado la espalda, hermanita. 

Y así sin más, arrojó la fotografía enmarcada hacia el muro gris, destruyéndola totalmente.

Poco después, cogió los planos y los colocó dentro de una pequeña mochila. Y con ayuda de un pequeño dispositivo móvil (tomado también de la mesa de trabajo del laboratorio), abandonó el lugar por una ruta de escape secreta. 

.............

En los meses siguientes, y con ayuda de esos planos robados, July Harris pudo construir y vender novedosos inventos al ejército de los EE.UU., solo para, poco después, obtener un empleo como diseñadora de armas en el pentágono. 

Gracias a esto, la vida de July tomó un nuevo rumbo. Uno positivo. 

Ahora tenía dinero, un empleo estable, al igual que su propia residencia (una mansión de 54 habitaciones, situado en el poblado más tranquilo del condado de Spokane). Sin duda alguna, todo le estaba yendo fenomenal. 

Como resultado, la West Highland Terrier pensó en retirarse de su trabajo, y dar los primeros pasos para buscar pareja y formar una familia. Pero en cuanto llegó la víspera de navidad (2017), estas ideas fueron descartadas. 

Tras investigar un poco sobre su ciudad natal (Bradersfille), y tras reencontrarse en línea con sus "hermanos adoptivos", la can descubrió que Gertrude Yates (una de sus abusivos padres adoptivos) dejó que una niña de cinco años muriera de hambre. Pero al ser una persona influyente, no fue a juicio. Y mucho menos fue castigada. 

Esto sin duda encolerizó a July...... demasiado. Haber escuchado tal noticia fue la gota que, finalmente, colmó el vaso. Y toda la ira reprimida que había retenido por varios meses afloró hacia la luz, trayendo consigo una insaciable sed de venganza. 

<<Alguien debe hacer justicia —pensó ella—. Todos y cada uno de ellos deben pagar>>

Ante esto, la cachorra decidió actuar. Y en el siguiente par de días, se dedicó a planificar su ola de asesinatos. 

Para el 7 de Enero del 2018, puso su plan en marcha, cobrándose primero la vida de Gertrude Yates, asesinándola durante su estancia en el Hospital General de Bradersfille. Y en los meses posteriores (y con ayuda de dos cómplices, a los cuales, también asesinó) logró acabar con el resto de sus objetivos. 

Y aunque es cierto que logró terminar con éxito su "misión personal", ésta no sería la última vez en que dicha cachorra asesinaría.






[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]






Hospital General Marshall Memoriam, BA (CA).
Noviembre 20, 2024

10:54 AM

—....eso no puede ser —alcanzó a decir Chase. Trataba de mantenerse fuerte, pero le costaba hacerlo. Haber recibido dicha noticia le había sacudido hasta la médula. 

Lo lamento mucho —dijo el Dr. Grant tras un breve momento de silencio. Posteriormente, abandonó el lugar. 

El pastor alemán, por su parte, se quedó fuera de la habitación de Skye. Miró la puerta. Pero no se atrevió a volver a ingresar. Jhonny y Rachel se le acercaron. En cuanto estuvieron a una distancia de 2 metros, el capitán de la decimocuarta estación les miró con una expresión pesarosa. 

—Está muriendo —musitó, con una voz casi quebradiza—. No creen que....... pase de esta noche. 

La Samoyedo y el Corgie se le quedaron mirando, con rostros inexpresivos. No sabían que decir. Chase Schülze apartó la vista. Se limpió las pocas lágrimas que ya habían recorrido la mitad de sus mejillas. Seguidamente, su ceño fruncido volvió a aparecer. Dio un suspiro. Y con enojo, dijo:

Atraparemos al que hizo esto. 

—Y lo haremos, Chase —convino Jhonny, acercándosele. Rachel asintió—. Ten por seguro que lo haremos. 

—Debemos elaborar un plan para atrapar al que lleva a cabo los ataques —añadió Chase, mirando nuevamente al Corgie—. Si lo atrapamos, llegaremos a las personas detrás de la operación. 

—Y creo saber como lograrlo —aseguró Jhonny—. Hasta ahora, los tres ataques se llevaron a cabo en lugares altamente concurridos. Debemos colocar seguridad en los posibles blancos como: El Hotel Diamond White, el resort de la montaña de Jake, el centro comercial McKallister y el estadio Goodway. Es nuestra única opción. 

—Y también.......—comenzó a decir Rachel—, debemos averiguar si hay posibles ataques similares perpetrados en el pasado. Dada la eficacia que han demostrado con estos ataques y la falta de errores, es posible que estos no hayan sido sus primeros actos de terrorismo. 

—Contactaré a mis colegas en la CIA e Interpol para que lo investiguen........

—Eso no será necesario, Chase —interrumpió una nueva voz. 

El trío de cachorros se dio media vuelta. Y en cuanto vieron a una pastor alemán, acompañada por una husky siberiana, sólo Chase reaccionó. Se les acercó. Y tras darle un abrazo a ambas féminas, se volvió hacia sus otros dos colegas y dijo:

Chicos, ella es Avery. Mi hermana menor y agente especial del FBI. 

Un gusto en conocerlos —saludó cortésmente, mientras estiraba su pata a ambos canes especializados en medicina. 

—El placer es mío —dijo la Samoyedo, sonriendo. Estrechó la pata de Avery—. Me llamo Rachel. Y él es Jhonny. 

Un gusto, señorita —añadió él, devolviéndole el saludo. Y (brevemente) quedaron viéndose fijamente a los ojos.

El apretón de patas duró más de lo normal. Tanto Rachel como Chase notaron esto. Pero solo la primera lanzó un gruñido (casi en silencio, por cierto), para luego, lanzar un par de "toces", logrando sacar a Jhonny del estado de trance en el que se había envuelto. 

Hubo un breve silencio incómodo. 

Y ella es Everest —continuó Chase—. Es una vieja amiga. 

—¡Hola! —saludó enérgicamente la husky. 

—Jejeje, Hola —saludaron Rachel y Jhonny casi al unísono. 

—Bueno, ya que nos presentamos, hay que ir al grano —sugirió Avery. Los canes asintieron—. ¿Hay algún avance en el caso, Chase? ¿Ya lograron hacer algún arresto? 

Él lo negó con la cabeza. 

—Pero tenemos a un testigo que vio al perpetrador huyendo de la más reciente escena del crimen. Se trata de un dálmata, de entre 9 a 10 años, posiblemente forastero. Lamentablemente, no tenemos una descripción de su cara. 

—Pero estamos elaborando un plan para capturarlo —sumó Jhonny a la conversación—. Si lo atrapamos, lo usaremos para llegar a los planificadores de los ataques. 

— Es curioso que lo menciones.....—agregó Everest. 

—Justo eso es de lo que queremos hablarles —prosiguió Avery—. Descubrimos algo importante. E inquietante a su vez. Pero no podemos discutirlo aquí. Necesitamos un lugar privado.

—Por supuesto, síganme —dijo la Samoyedo. 

Y así sin más, el cuarteto de cachorros se dio media vuelta, siguiendo a la Samoyedo hacia el cuarto de reuniones del segundo piso. 

En cuanto ingresaron, la pastor alemán sacó de su mochila un pequeño ordenador. La colocó sobre la mesa. Dio un par de tecleadas. Y tras insertar una tarjeta SD en una de las dos entradas del aparato, hizo una seña para que todos se le acercaran. 

Jhonny y Chase se colocaron a su lado derecho. Rachel en el izquierdo. Everest, por su parte, decidió quedarse fuera. 

<<No necesito ver eso de nuevo>> —pensó la husky siberiana. 

—Lo que voy a mostrarles....... —comenzó a decir Avery, sin apartar la vista de la pantalla—....es material de un caso altamente confidencial, acontecido cuatro años atrás. Se trató de una operación que involucró no sólo al FBI, sino también, a la OMS. 

Sucesivamente, tras dar un par más de tecleadas, en la pantalla chica procede a mostrarse una cadena de instantáneas virtuales, todas fechadas en: Agosto 13/2020. 

Los allí presentes, al ver dichas imágenes, se quedaron perplejos. 

En ellas, podía verse una larga estela de cadáveres: Desde niños pequeños hasta jóvenes y ancianos. Todos yacían boca arriba, regados en las calles. Y en sus rostros (los cuales mostraban una expresión de extremo pavor) podían apreciarse las hemorragias masivas, al igual que también, las inconfundibles ampollas negras. 

—Todo esto sucedió en Valsari, Florida —explicó Avery—. Era una comunidad cerrada y poco conocida, con una población de 1500 personas. A mediados de Agosto del 2020, sucedió este desastre. Surgió una enfermedad rara, causada por una nueva variante de la bacteria come carne común. Y dada a su extraña morfología, el patógeno tuvo la capacidad de desplazarse fácilmente por el aire, como si se tratase de un virus —tras apretar un botón, en la pantalla procede a aparecer lo que parece ser una figura amorfa, casi rectilínea—. Se le llamó: Bacillus necrophorum anaerobius 20. BCA-20 para abreviar. No hubo sobrevivientes. 

Este comentario estremeció un poco a los canes.  

—Tres días después, un par de turistas llegaron a la ciudad, y tras hallar la horrible escena, notificaron a las autoridades, quienes a su vez, llamaron a la OMS. Se llevó una investigación. Se recolectó varias muestras del patógeno, los cuerpos fueron incinerados y el caso se cerró como CLASIFICADO. 

¿Y  por qué hicieron eso? —inquirió Rachel—. ¿Por qué prefirieron callar y no decirle nada al público?. 

—Originalmente, sí se tenía pensado avisarle a las personas sobre tal descubrimiento—respondió la agente federal—. Pero se optó por no hacerlo debido al....... "incidente" —soltó ella. Los canes se miraron e intercambiaron miradas de preocupación—. Verán, dos semanas después de este desastre en Florida, las muestras del patógeno fueron enviadas a la base militar de Fort Detrick, donde un ingeniero bioquímico y bacteriólogo suizo, el Dr. Martin Zubrich, estaría a cargo de estudiar las muestras. Pero sucedió lo imprevisto. Zubrich robó las muestras del patógeno y desapareció sin dejar rastro. 

Hubo un breve momento de silencio. Avery suspiró, y continuó. 

—Si hubiéramos avisado al público sobre las muertes que causó la bacteria en la ciudad de Valsari, hubiéramos tenido también que informar sobre el robo de las únicas muestras del patógeno. Y eso, sin duda, hubiera generado una histeria colectiva. 

—¿Y que pasó con ese Doctor? —preguntó Chase—. ¿Podría ser él quien está llevando a cabo estos ataques recientes?

—Lo dudo mucho, hermanito. Verás, tras saberse de lo del robo, la OMS llamó al FBI para que investigara. Resulta que Zubrich tenía muchas deudas multimillonarias. Y se especuló que posiblemente robó las muestras del patógeno con el propósito de venderlas a alguna potencia extranjera enemiga —A continuación, dio un par de tecleadas. Ahora en la pantalla podía verse el cadáver de un hombre, de entre 25 y 30 años, y con una herida de bala en medio de la sien—. A la semana siguiente, hallaron muerto al Dr. Zubrich en un descampado a las afueras de Cincinnati. Se piensa que el comprador le mató para no dejar testigos. Y se llevó las muestras del patógeno consigo. 

—Y de seguro ese comprador misterioso es quien está detrás de esto. 

—A esa misma conclusión llegué yo —agregó Avery—. Verán, el día que Zubrich fue hallado muerto, fue visto por última vez en la plaza Archer, acompañado de una cachorra. Con ayuda de los testigos, se hizo un retrato hablado. Pero jamás la identificaron...........hasta ahora. 

—Alto —interrumpió Rachel—. ¿Quieres decir que has logrado identificarla?

—Sip. Y no fue difícil —respondió—. Los agentes que trabajaron en el caso me enviaron una copia del boceto de la sospechosa. Y en cuanto la vi, la reconocí casi al instante.

Dio un par más de tecleadas. En la pantalla chica apareció una nueva imagen. 

—No puede ser —musitó Jhonny, desconcertado—. Es.....es..... 

July —completó Chase con enfado, sin dejar de ver el boceto de la West Highland Terrier—. Es July Harris. 






[CINCO AÑOS ATRÁS]






Residencia de July Harris, Condado de Spokane (WA).
Noviembre 18, 2019

05:39 PM

—No puedo esperar para decírselo —dijo July Harris con ansias, deseosa por contarle una increíble noticia a su amiga, Carmen Goldman (ahora de apellido Sayer, y con quien se había reencontrado hacía un par meses)—. Esto sin duda le gustará. 

—Eso espero —añadió Gary Gable, el novio de Carmen—. Con todo lo que ha pasado, espero que este viaje pueda ayudarle ha recuperar su vida. 

A fines de Mayo de ese mismo año (2019), se llevó a cabo el juicio contra el doctor Harold Hadford, mejor conocido como "El acechador Nocturno de Bahía Aventura", un infame asesino en serie que, durante un periodo de tres años, asesinó a más de 60 personas.

La testigo estrella (y la única, por cierto) era Carmen Sayer. Y entre lágrimas, brindó su testimonio, uno totalmente estremecedor. Algunos miembros del jurado se conmovieron tras oírlo. Con base en eso, los fiscales pensaron que ganarían el caso. Sin embargo, sucedió lo inesperado. 

En cuanto Carmen Sayer terminó de hablar, los abogadores defensores de Hadford usaron una sarta de mentiras para desestimar el testimonio de la fémina y engañar al jurado. 

Como resultado, Harold Hadford fue declarado inocente. Y tras abandonar el edificio de la corte, prometió vengarse de Carmen por haber testificado en su contra. Ese mismo día (Mayo 29), asesinó a la familia adoptiva de la pelirroja. Y en una de las paredes de la escena, dejó el siguiente mensaje:



TÚ SERÁS LA SIGUIENTE



Dada la fuerte amenaza, July Harris decidió actuar. 

Dos días después, Gary y Carmen abandonaron la ciudad de Bahía Aventura y se mudaron a la residencia de la cachorra en el condado de Spokane, con el propósito de mantenerse a salvo. Pero, sin embargo, este hecho fue en vano. El asesino les siguió, y en los meses posteriores, convirtió la vida de Carmen en un nuevo infierno, acechándola día a día, haciéndole saber (mediante cartas anónimas) que, tarde o temprano, le mataría. 

Y ese día llegó. Pero el asesino falló. Incendió el cine local Roycewood, asumiendo que Carmen y sus amigos se encontraban en el edificio. Un par de horas después, la noticia se hizo en eco todos los noticieros. Más ningún nombre de ninguna víctima fue publicado. 

July Harris vio aquello como una oportunidad. Hadford vería las noticias, y tras pensar que asesinó a Carmen con éxito, abandonaría la ciudad tarde o temprano. July habló con Carmen sobre esto, y le dijo que ahora podía retomar su vida, y que podría volver a salir a la calle.

Carmen le prometió que lo intentaría. Pero, tras varios intentos, no pudo hacerlo. Sentía mucho miedo.

Ante esto, July y Gary charlaron a solas. Y tras tomar una drástica decisión, optaron por comprar boletos de avión con destino a "Faruth". Una isla remota ubicada en el Océano Pacífico, a unos 30 kilómetros al norte de Honolulu. Y a la cual, por cierto, sólo July y sus colegas del ejército tenían acceso. Se trataba del lugar ideal para vivir. Y en donde Carmen podría estar a salvo y sentirse segura nuevamente.

—Oye, Carmen —llamó a toda voz la fémina de pelaje blanco—. ¿Puedes venir un momento? Tenemos una sorpresa. 

No hubo respuesta. 

—Tal vez está durmiendo —sugirió Gary, mientras guardaba los boletos en su mochila—. Será mejor ir a despertarla. 

July Harris asintió. 

Subieron las escaleras. Caminaron por el largo pasillo. Y en cuanto llegaron a la habitación de la pelirroja, tocaron a la puerta. Nuevamente, no hubo respuesta. Insistieron dos veces más. Y nada. Se preocuparon. Y optaron por entrar. 

Lentamente, abrieron la puerta. Pero en cuanto cruzaron el umbral, se encontraron con lo peor. Ahora sus rostros mostraban inquietud y dolor emocional. Gary se congeló, dejando caer su mochila sobre el suelo alfombrado. July, por su parte, y con lágrimas en su rostro, corrió hacia la cama. Se subió. Y tras coger la hoja de afeitar ensangrentada (que yacía sujeta en la mano izquierda de Carmen), la arrojó hacia la ventana. 

Se volvió hacia el cadáver de la chica y le abrazó con fuerza. A la par, suplicaba porque aquello no estuviera pasando en realidad. 

<<¿Por qué? —pensó July Harris—. ¿Por qué has hecho esto?>>

Medio minuto después, Gary salió de su estado de shock. Se recompuso. Se limpió las lágrimas y abandonó el lugar. Sacó su teléfono móvil y, con una voz casi quebradiza, llamó y notificó a emergencias. Al cabo de un momento, regresó con July. Y, con dificultad, le pidió que dejara el cuerpo de Carmen. Ella se negó y abrazó el cadáver con mayor fuerza. Gary suspiró y, nuevamente, abandonó el lugar. 

Pasado un par de segundos, la dolida cachorra apartó la vista hacia su derecha, percatándose que, sobre la mesa de noche, junto a una pequeña lampara, yacía un pequeño papel doblado. 

<<¿Y eso?>>

Con dificultad, soltó el cuerpo de Carmen y se acercó a la mesa. Cogió el papel y, lentamente, leyó su contenido.  


El contenido del texto era el siguiente:


En serio lamento esto, pero ya no puedo más. No puedo seguir escondiéndome. Ya no quiero vivir con miedo. 

Meses atrás, tomé una decisión, la cual a su vez, resultó ser un terrible error. 

Testifiqué contra ese monstruo, porque estaba convencida de que las autoridades de Bahía Aventura le condenarían y le encerrarían para siempre. Pero no sucedió. Ese sujeto salió. Y en el último par de meses, hizo de mi vida un infierno. 

Ese sujeto no va a parar hasta verme muerta. Y ya nos demostró que hará lo necesario para lograrlo. Y si él llegase a lastimarlos a ustedes dos para llegar a mí, jamás me lo perdonaría. Así que esto, no lo hago sólo por mí. Sino también, por ustedes dos. 

Adiós, Gary. Mis más humildes y sinceras gracias por todos esos años de amistad, y por haber sido mi pareja. Gracias a ti, me convertí en la chica más feliz de ésta tierra.

Y July, mi pequeña "copo de nieve". Desde que llegaste a mi vida, cambiaste todo mi mundo. Siempre estuviste ahí para mí. Me apoyaste en las buenas y en las malas. No sólo fuiste mi mascota, también eras....y eres mi familia. Mi mejor amiga. Y mi hermana del alma. 

Cuídense mucho. Los amo a ambos. Y siempre lo haré. 

Adiós para siempre. 



Carmen






[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]






Cuarto de Vigilancia, Isla Nublar.
Noviembre 20, 2024

11:18 AM

En cuanto terminó de releer (por vigésima segunda vez, por cierto) la carta de suicidio de su difunta amiga, July Harris cerró los ojos y, a la par, dejó escapar una sola lágrima. 

<<Ellos la mataron —se dijo para sí, reforzando nuevamente su odio hacia los habitantes de Bahía Aventura—. Si tan sólo lo hubieran encerrado, ella no habría muerto>>

Se irguió en su asiento, dando un suspiro. Miró nuevamente la carta, y la dobló. Tras guardarla en su cajón, cogió el micrófono yaciente sobre su escritorio. Lo encendió, y tras aclararse la garganta, dijo:

—Atención. Reúnanse todos fuera del pabellón "C" en diez minutos. Repito, los quiero a todos fuera del pabellón "C" en diez minutos. Ni un minuto tarde. 

Apagó el micrófono.

Sucesivamente, encendió su laptop. Dio un par de tecleadas y, casi al instante, en la pantalla chica procedió a aparecer un reloj en retroceso, acompañado por una pequeña oración.


23:32:05

MENOS DE 24 HORAS PARA ATACAR BAHÍA AVENTURA.


 <<Ya falta poco —pensó July Harris—. Mañana por la mañana, todos morirán>>


[9176 PALABRAS]

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Buenas días/tardes/noches amigos, amigas, asociados y colegas wattpaders, lectores y futuros escritores. Sé que les debe parecer extraño que, tras cuatro capítulos, escriba nuevamente un mensaje como este. 

Pero dada la fecha en la que nos encontramos, quise aprovechar esta oportunidad para enviarles a todo un fuerte saludo y, a su vez, agradecerles por todo el apoyo que me han dado durante el largo trascurso de esta historia. 

En verdad. Mis más humildes y sinceras gracias. Estoy agradecido con todos ustedes, especialmente con laloz17, zumaexe345, UnaiAbad3, MARIASOFIAALVARADOTO, ELDUO2, Solandres85 y Marshall_1311. 

Y por cierto: ¡Feliz próspero año nuevo, colegas! 🥳🥳🥳. Espero que este 2022 traiga consigo maravillosas sorpresas para todos ustedes. Les deseo lo mejor. 

Maicky se despide. Nos vemos en el próximo capítulo. 


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