𝟏𝟐


<<ATRÁPAME SI PUEDES>>


Fábrica "PixtonFoods", BA (CA).
Noviembre 21, 2024

12:12 PM

Luego de una media hora llena de intenso trabajo y esfuerzo, el departamento de bomberos (conformado por 7 hombres, incluido el capitán) logró apagar el fuego antes de que se consumiera el resto de la escena del crimen. 

Poco después, un grupo de técnicos forenses llegaron al lugar. Y sin perder tiempo, se dividieron en dos equipos; mientras la mitad se centraba únicamente en la recolección de evidencia y en la toma de fotografías, la otra mitad estaba enfocado en retirar (en bolsas negras) los restos recuperados de las víctimas mortales. Chase Schülze, por su parte, yacía sentado dentro de la cabina del ambulancia, observando todo con detenimiento.

Para cuando el Corgie le terminó de vendar la pata, le preguntó:

—¿Mejor?

—Sí —respondió el pastor alemán, sin siquiera verle. 

En ese momento, una estruendosa sirena hizo que Chase volviera su vista hacia el lado derecho de la fábrica. 

Dentro de la segunda ambulancia (que ya estaba partiendo), sobre una camilla, yacía Avery Schülze, herida e inconsciente. Tras la detonación, la agente federal fue empujada violentamente contra una pared. Como resultado, perdió el conocimiento. Y por si no fuera poco, también terminó con dos fracturas abiertas en ambas patas delanteras.

De no haber sido por Jhonny, y a su pronta respuesta, hubiera sido peor.  

Para cuando la ambulancia finalmente partió, al dúo se le acercó cierta husky siberiana. Con base en su expresión, estaba más que molesta. Pero por dentro, estaba confusa. 

—¿Alguien podría explicarme lo que pasó aquí? —preguntó directamente. 

Chase Schülze se bajó del vehículo, y con dificultad se le acercó. 

—¿Qué no es obvio? Nos pusieron una trampa, Everest —respondió—. Todo esto fue una emboscada muy bien elaborada.

—Eso explicaría por qué July se tomó la molestia de hacer ese vídeo —agregó Jhonny, entrometiéndose en la conversación. 

En ese momento, una oleada silencio se apoderó del lugar. Cinco segundos después, Chase habló.

—Jhonny.....—comenzó a decir, volviéndose hacia él—, quiero que regreses al hospital. Mantente atento a la situación de Avery y de Skye. Cualquier cambio......

—Por supuesto —le interrumpió, adivinando lo que el can quería solicitarle. Seguidamente, giró en redondo, y tras cerrar ambas puertas del ambulancia, se dirigió a la cabina de la misma—. Los llamaré en cuanto llegue —añadió casi en voz alta.

Mientras el vehículo partía, el capitán del departamento de bomberos, Joseph Nieggles, se le acercó al pastor alemán. Se quitó el casco. Y tras aclararse la garganta, dijo:

—Ya puede pasar, oficial. 

Chase Schülze asintió. Y tras hacerle una seña a Everest, ambos canes procedieron a dirigirse hacia la fábrica. Durante el corto trayecto, el pastor alemán notó (por el rabillo de su ojo derecho) a una camioneta de los medios. Fuera de esta, una gatita montés (con ayuda de una mochila especial, de la que sobresalía una garra metálica que mantenía sujeta una cámara de vídeo) estaba grabando a un Border Collie. 

<<Los buitres nos están siguiendo>> —pensó. 

Para cuando pasaron por la entrada principal, y observaron los alrededores, Chase comenzó a rememorar (inevitablemente) los sucesos que acontecieron a la detonación. En el momento en que los soldados ingresaron, seguidos por Avery y Chase, se oyó un bajo pero notable clip metálico. El líder de los soldados miró hacia abajo, había pisado un cordón. Como resultado, el detonador se activó. 

Avery Schülze reaccionó a tiempo. Y con todas sus fuerzas, empujó a Chase fuera del edificio. Dos segundos después. la bomba explotó. Y el suelo desapareció. 

Tras volver a la realidad, el pastor alemán se acercó al área en donde yacía el enorme agujero. Lo olfateó. Y tras identificar los restos de una serie de componentes específicos, dijo:

—Es C4. Un detonador de grado militar. 

Everest le oyó, más no le prestó atención del todo. Tras pasar por delante de él, se detuvo en seco tras clavar la vista en la pared del fondo. 

—Oye, Chase. Mira esto.....—dijo en un tono vacilante.

El pastor alemán levantó la cabeza. Y se volvió hacia la misma dirección que veía la fémina, clavando la vista en la misma pared. En ella, y con grandes letras rojas, estaba escrito el siguiente mensaje:


ADIÓS CHASE


La expresión de Chase mostraba seriedad. Pero por dentro, esto le había estremecido. 

Seguidamente, ambos canes miraron hacia la derecha, hacia una serie de escaleras. No tardaron nada en moverse. A grandes zancadas (subiendo de a dos escalones), llegaron al segundo piso. Cruzaron por un largo pasillo. Y tras llegar al final del trayecto, hallaron una puerta entreabierta. 

Everest miró a Chase con duda. Este último mantenía su expresión seria. Pasado un par de segundos, abrió la puerta. La habitación (que era increíblemente amplia) estaba a oscuras. Costó un poco hallar el interruptor. Para cuando la luz tenue y baja comenzó a vislumbrar el ambiente, lo primero que vieron ambos canes fue que, en medio de la sala, yacía un can muerto atado a una silla. Su vestimenta, al igual que la bolsa de yute que le cubría la cabeza, eran de color negro. A su derecha, había una cámara de vídeo sobre un trípode. El lente estaba manchado parcialmente por unas gotitas de sangre. 

La husky se congeló en el aire. Su mirada se empañó. Al mismo tiempo, experimentó una sensación de profundo dolor. Uno que no sentía desde los sucesos acaecidos en Bahía Aventura cuatro años atrás. 

<<Ahora sí está muerto —dijo Everest para sí—. Lo he perdido para siempre>>

Chase, por su parte, se acercó hacia el cadáver. Y mientras lo hacía, hizo algo que jamás había hecho desde pequeño: Hizo una plegaria, rogándole a Dios de que aquel can muerto no fuera su amigo moteado. 

Tras quedar delante del cuerpo, el can retiró pausadamente la bolsa. Tras tener claro el rostro del occiso, la sensación de preocupación que le tenía invadido disminuyó casi al instante. Luego, dejó escapar un suspiro de alivio. 

—No es Marshall......—aclaró finalmente Chase. 

Everest cesó el llanto y levantó la cabeza. Ahora su expresión mostraba desconcierto. Se acercó a donde el pastor alemán. Y en el momento que vio la cara del prominente Doberman, su desconcierto aumentó aún más.

—¿Quién es él?

—Su nombre era Rick McDelham —contestó, sin apartar la vista del cuerpo sin vida—. Delincuente reincidente. Y violador serial. Yo lo encerré hace un par de años. 

En ese momento, Everest se centró en la herida de bala situada en medio de la sien del can. Aquello causaba repulsión. La husky apartó la vista. Al cabo de un momento, preguntó:

—Pero ¿si Marshall no estaba aquí, entonces por qué oímos su voz?

El pastor alemán se quedó callado. Después de todo, no tenía una respuesta clara. Más adelante, una idea pasó por su mente. 

A continuación, giró en redondo y, lentamente, se dirigió hacia el trípode que mantenía sujeto un rifle automático (que estaba situado a sólo dos metros y medio por delante de la ubicación del Doberman). Chase examinó el aparato con detenimiento, de pies a cabeza. 

Luego, notó que, por detrás del trípode, había un extraño objeto cubierto por una manta. La retiró. Entonces, encontró una pequeña radio-casetera. La cogió. Y sin perder tiempo, presionó el botón "Reproducir".

En ese momento, la voz de Marshall (solicitando ayuda) comenzó a hacerse audible. Chase Schülze apagó la grabación. 

—Todo esto fue un truco......—comenzó a explicar, volviéndose hacia la husky—. Pero estuvo aquí. Yo sé que sí. Pero July se lo llevó a otro lado. Y no tengo idea de por qué ni a donde. 

—Pero, ¿por qué lo haría? —inquirió la husky—. Mira, entiendo que nos haya guiado hasta aquí para matarnos, pero.... ¿por qué orquestar la falsa muerte de Marshall? Eso no..... no tiene sentido. 

Chase no respondió, al menos no en ese momento. Tardó un momento en entenderlo. Tras unir todos los puntos destacados de ciertos acontecimientos, miró a la anonadada husky y dijo:

—Esto se trata de mí. 

Everest le miró confusa. 

—¿Cómo dices?

—Esto se trata de mí —reiteró. La Husky seguía confusa—. Sólo piénsalo, Everest.....—añadió—. La laptop que fue hallada en la playa y que estaba dirigida a mí, el vídeo provocativo, y este intento de asesinato y ese mensaje en el muro, todo eso me dice que July se está enfocando únicamente en mí.....—pausó. Y continuó—. Eso también explicaría por qué, en el último minuto, nos hizo ver como "asesinaban" a Marshall, quien en realidad era este can. Ella quería que lo viera. Yo específicamente. Fue su intento de hacerme sufrir antes de matarme. 

Para cuanto terminó. Hubo un breve momento de silencio entre ambos. 

—Pero ¿por qué hacer eso? —preguntó ella finalmente. 

—No lo sé con certeza —respondió—. Pero creo que tengo una idea. 

—Te escucho.

El can dio un suspiro.

—Hace casi tres años.....—comenzó a explicar—, poco después de que fui ascendido al cargo de capitán, reabrí la investigación de July. Obviamente, la prensa se enteró. Y en cuanto me rodearon fuera de la estación, y me atacaron con un centenar de preguntas, recuerdo haber declarado que: "sin el pasar del tiempo, y sin importar lo que tuviera que hacer, atraparía a July como de lugar". 

—Eso último..... me suena a un desafío. 

—Eso pienso ahora —convino el pastor alemán—. Y si July vio el reportaje, debe creer que le he desafiado. Por eso ha puesto tanto esmero en hacerme sufrir y en acabar conmigo. 

Entonces, y para sorpresa de ambos canes, una tercera voz se oyó en el lugar. 


¿Chase? ¿Estás ahí? Responde, Chase 


Era Ryder hablando por la placa de Chase. Este último atendió el llamado. 

—Dime, Ryder, ¿qué sucede?

—Tienes que venir a la estación cuanto antes —dijo el chico rápidamente—. Atrapamos a los cómplices de July. 

En cuanto dijo eso, tanto el pastor alemán como la husky siberiana se miraron entre sí. Poco después, abandonaron el lugar con rapidez. 

.............

El aeropuerto JFK, que yace situado en el lado norte de Queens, estaba atestado de personas; desde turistas latinoamericanos y asiáticos recién llegados hasta un par de neoyorkinos furiosos, cuyos vuelos comerciales se habían atrasado inesperadamente. 

Tras el mostrador estaba Marjorie West (mujer castaña de 24 años). Tenía la vista clavada en su monitor. Para cuando terminó de verificar un par de datos, apartó la vista del aparato. Miró al hombre que tenía delante suyo. Le devolvió su pasaporte. Esbozó una sonrisa y dijo:

—Disfrute de su viaje, Señor. 

Para cuando el sujeto se fue, al lugar llegó una can. Una Norfolk Terrier de 9 años, para ser exactos. Y con base en su expresión, parecía estar consternada por algo. Vestía un traje sumamente fino. Y en el centro de su placa, estaban grabadas las iniciales WNBC. 

En cuanto la Srta. West le vio, la reconoció casi al instante. 

—Wow......—alcanzó a decir, quedándose boquiabierta. 

—Un vuelo para Bahía Aventura. Y rápido —solicitó la can. Marjorie tardó un momento en reaccionar. 

Tras dar un par de tecleadas, pero sin apartar la vista del monitor, dijo:

—Tiene suerte. Hay un vuelo disponible que saldrá pronto. Diríjase a la sala 45 y.......—pausó. Seguidamente, abrió los ojos como platos—. ¡Oh vaya! Olvide lo que dije, me retracto.  

—¿Por qué? ¿Qué sucede?

—Parece que la ciudad ha sido cerrada. Y todos los vuelos comerciales han sido cancelados —respondió en un tono sereno. Se acomodó las gafas y entrecerró los ojos—. Pero aquí no dice por qué. Lo lamento, Señorita. Pero me temo que no puedo ayudarle.

La aludida asintió. 

—Entiendo, gracias. 

Sin perder tiempo, la Norfolk Terrier giró en redondo, apresurando el paso hacia la salida principal. Sin embargo, a mitad del trayecto, se detuvo en seco. Luego, se volvió hacia la derecha, hacia la gran pantalla plana que yacía atornillada a una columna de concreto. 

La cadena de la BBC estaba transmitiendo los acontecimientos recientes en Bahía Aventura; desde las extrañas hemorragias masivas hasta el tiroteo en "Adventure Beach". 


—................tras el último ataque, se reportaron un total de 68 bajas.......

.............

—...........Hasta el momento, las autoridades no han dado una declaración. 

Sin embargo, está corriendo el rumor de que July Harris, mejor conocida como "la bombardera de la mochila azul", y responsable de los ataques con bombas perpetrados hace cuatro años en los que murieron un alrededor de 70 personas, podría estar detrás de estos terribles sucesos. 


En cuanto oyó esto, Sarah Lewis apartó la vista del televisor. Su mirada, al igual que su sonrisa, reflejaban frialdad. 

—Hicimos bien en aliarnos con ella —dijo Lewis. Ryder le oyó, y con los brazos cruzados, se le acercó. 

—¿Por qué lo dices? —preguntó, su tono de voz expresaba un poco de furia—. ¿Acaso te parece correcto haber asesinado a muchas personas inocentes?

—¿Inocentes? —señaló la centinela—. Ustedes no son nada inocentes. Y lo que ella les hizo, y lo que nosotros les hicimos, fue simplemente lo que ustedes merecían desde hace mucho. 

Ryder estaba a punto de decir algo. Pero en ese momento, Rocky se le acercó y dijo:

—Ya llegaron. 

Perfecto. Diles que vengan aquí cuanto antes. 

El mestizo asintió. Diez segundos después, al lugar llegaron Chase y Everest. 

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Chase directamente. Al mismo tiempo, clavó la vista en la larga fila de chicos que permanecían esposados. 

Ryder se volvió hacia él y dijo:

Chase, te presento a Sarah Lewis y a sus amigos. Ellos son.....

—¿Los hijos del Alcalde Humdinger? —se adelantó, arqueando una ceja.

Sarah Lewis le clavó la mirada. Su sonrisa se mantenía intacta. 

—¿Así que nos recuerdas, eh? 

—Es difícil de olvidarles —respondió, mientras se acercaba a la fémina—. Después de todo, ustedes ayudaron al alcalde Humdinger a hacer ese fraude electoral. Pero por la falta de pruebas, la policía no pudo encerrar a ninguno de ustedes. 

Sarah Lewis se encogió de hombros. 

—Fue una pena para ustedes, pero algo bueno para nosotros. Jeje. Y ahora, finalmente, tras seis largos años, pudimos vengarnos de todos ustedes. 

—¿Venganza? —preguntó—. Olvídalo, no quiero saber.....—agregó Chase, manteniendo su firme tono de voz—. Pero ya que están aquí, dejémonos de tonterías y vayamos al grano. ¿En donde está July Harris?

La chica ladeó la cabeza. Luego, elevó la vista ligeramente al techo. 

—¿July Harris? Ese nombre no me suena.....

El pastor alemán soltó un resoplido. 

—Déjate de juegos y dime lo que quiero saber. 

—Pero es la verdad......—prosiguió ella, volviendo a verle—. Yo no conozco a la tal July. ¿Y ustedes chicos? —tras volverse hacia sus otros colegas esposados, ellos negaron todo con la cabeza, haciéndose los ignorantes. 

—Perdemos el tiempo con estos sujetos —comentó Rocky en voz baja. A su lado estaba Everest.

—Seamos pacientes —dijo la husky en susurro—. Tal vez Chase pueda hacerlos hablar.

En cuanto le oyó, la centinela desvió la vista del pastor alemán, clavándola ahora en la desprevenida husky siberiana.  

—Miren a quien tenemos aquí. La dulce Everest.....—comenzó a decir Lewis, con cierto tono de burla. La can ártica le miró casi al instante—. Oye, ¿cómo has estado? ¿Te gustó la prisión?

—Eso no te incumbe —respondió la husky. La fémina esposada se irguió en su asiento.

—Me sorprende que hayas sobrevivido allí —agregó Lewis—. He oído que ese es un lugar extremadamente horrible. Sobre todo para las cachorras como tú. Después de todo, las prisioneras no son más que temibles fieras que se comen a las débiles. Y dada tu apariencia, tienes pinta de ser débil. Déjame adivinar. ¿Alguna de ellas ya te hizo suya? 

Everest trataba de mantenerse firme. 

—Cierra la boca —soltó con amargura. 

—¿Eso es un sí? —la sonrisa de Lewis creció un poco más—. Por cierto, ¿que pasó con ese cachorro manchado, eh? ¿Ya lograste hallarlo? —la furia interna de Everest comenzó a apoderarse de ella—. Quisiera verle la cara cuando sepa que su "cachorrita" ya fue hecha la presa de otras. 

En cuanto dijo eso, la husky se transformó en una bestia sin límites, sacando a la luz sus enormes garras y sus afilados colmillos. Trató de abalanzarse hacia la centinela, pero Chase y Ryder, seguidos por Rocky, le detuvieron. 

—¡Suéltenme! —exclamó con furia, mientras soltaba fuertes gruñidos—. ¡Suéltenme ya! 

—Sí, suéltenla. Háganlo. ¿Qué esperan? —retó Lewis, sin inmutarse. 

Con máximo esfuerzo, el trío de amigos se llevó a Everest fuera de la estación. Para cuando finalmente cruzaron las puertas, ella se calmó (aparentemente), y le soltaron. 

—¡Dame cinco minutos con ella, Chase! —dijo volviéndose hacia el can—. Le haré hablar. Créeme. 

—Eso no será necesario —aclaró el aludido—. Son leales a July. Así que no nos dirán nada más.

Everest golpeó el suelo. 

¿Y que haremos entonces? —espetó. 

En ese momento, Unai Abad Tercero salió de la estación y se acercó al pastor alemán. 

—¿Es verdad? —comenzó a decir el Labmatian, mostrándose levemente angustiado—. ¿Es cierto lo de Avery?

Chase Schülze tardó un momento en contestar. Finalmente, sólo se limitó a asentir. 

—¿Y lo de mis hombres? —prosiguió. 

—Todos murieron —habló el can por fin—. En resumen, caímos en una trampa. 

El Labmatian tenía una expresión seria. No habló por un momento. 

Al menos atrapamos a los cómplices. Eso le quitará cierta ventaja a July. 

—Yo no estaría tan seguro —añadió Chase—. Con o sin cómplices, July es extremadamente peligrosa. Y a propósito, ¿cómo fue que los hallaron?

Ahora fue Ryder quien procedió a hablar. 

—Fue un golpe de suerte. Verás. Poco después de que te fuiste, Katie me llamó. Recibió una llamada anónima de una mujer que aseguró haber visto a los cómplices de July en Washington Heighs. 

—Pero de haber sabido a lo que nos enfrentaríamos, hubiéramos llevado más protección —dijo nuevamente el Labmatian. 

Chase Schülze arqueó una ceja. 

—¿A qué te refieres?

—Pues, cuando fuimos a capturarles, ellos se resistieron. Y en cuanto devolvimos el fuego, bueno......

—Oigan —dijo ahora Rocky—. ¿Y Everest?

En ese momento, se oyó un fuerte grito proveniente de la estación. Seguido por otro y otro más. Temiendo lo peor, el grupo de canes, seguidos por el chico de cabello alborotado, retornaron al lugar. Y en cuanto llegaron al área de Recepción, menuda sorpresa que se llevaron al ver a Sarah Lewis sangrando del lado derecho de su cabeza. 

Everest, por su parte, y con una mirada asesina, mantenía sujeto entre sus dientes un trozo de una oreja humana. 

—Díganme que no......—titubeó el mestizo, mirando la escena con horror—. Acaso.....ella.......ella le......

Para extrañar aún más las cosas, Sarah Lewis, en vez de continuar con el griterío de dolor, sólo guardó silencio. Levantó la cabeza, y tras clavar la vista directamente en los ojos de la iracunda Everest, se limitó a sonreírle. Posteriormente, y en menos de quince segundos, su oreja derecha comenzó a regenerarse. Los allí presentes, con excepción de los centinelas, quedaron anonadados. 

—¿Qué rayos.....?

—Sorprendente, ¿no? —dijo Lewis. 

.............

Poco después de rememorar una serie de viejos sucesos, July Harris cerró la puerta de una habitación. 

A continuación, mientras se limpiaba las pocas lágrimas que le habían recorrido la mitad de las mejillas, se dirigió a la habitación adyacente. Encendió el interruptor. El intenso resplandor iluminó todo el lugar. Y en medio del amplio cuarto, yacía un can moteado, inconsciente y amarrado.

La West Highland Terrier estaba feliz por esto. Se le acercó. Y con suma delicadeza, comenzó a pasar lentamente uno de sus dedos sobre el lomo del durmiente dálmata. 

<<Es muy suave —pensó al tocar su textura—. Y es muy lindo, además. Es una pena que aún no despierte>>

Poco después, el dálmata comenzó a moverse y a gemir de dolor. Trató de decir algo, pero la mordaza se lo impidió. Lentamente, abrió los ojos, y en cuanto vio a la fémina de pelaje blanco, su primera acción fue gruñir y fruncir el entrecejo. 

La West Highland Terrier, por su parte, sonrió para sí. Sintió que la suerte estaba de su lado. 

—Me alegra que despertaras.

.............

<<Aún no puedo creer esto>> —pensó Rubble tras volver con Skye. 

La enfermera canina, por su parte, cogió la vía intravenosa, y procedió a inyectar un medicamento. Rubble notó esto y preguntó:

—¿Qué es eso?

—Es un poderoso antibiótico —comenzó a explicar Rachel—. Hasta el momento, esto ha sido lo único que ha impedido que la bacteria siga progresando, y es lo que le ha dado a Skye un par de horas más de vida. Pero me temo que no durará mucho. La bacteria es fuerte, y lentamente sigue progresando. 

Tras volver la vista hacia la cockapoo, Rubble gimió de tristeza. 

—Ella no merece esto —alcanzó a decir—. Desearía poder tomar su lugar. 

La Samoyedo le regaló una mirada comprensiva. 

En ese momento, y de forma sorpresiva, la puerta de la habitación comenzó a ser golpeada por fuera con brusquedad, de la misma forma en la que lo hace un niño de preescolar deseoso por entrar a casa, encender el televisor y sintonizar las caricaturas. 

Con el ceño fruncido, y con la postura recta, Rachel Holden abrió y exclamó:

—¡¿Quién se cree usted para tocar así?!

El dálmata no respondió. En su lugar, apartó a la enfermera canina y entró rápidamente a la habitación. Con base en su expresión, parecía agitado. Llevaba consigo un pequeño maletín blanco. 

—Lo he logrado —dijo Riley en un tono apresurado, mientras sacaba del maletín una pequeña jeringa. 

Rubble sólo le miraba con furia. Rachel, por su parte, se acercó donde el dálmata. Y sin cambiar el tono reprochador, dijo:

—¿Qué cosa?

En ese momento, el can moteado cogió la vía intravenosa y, lentamente, procedió a administrar el medicamento.  

Véanlo por ustedes mismos —dijo al terminar, con una sonrisa en el rostro. 

La Samoyedo y el Bulldog se acercaron a la cama de la cockapoo. Y lo que vieron a continuación, los dejó sin palabras. Fueron testigos de como, en un par de segundos, las inconfundibles manchas negras, que estaban presentes en el rostro de Skye, comenzaron a desaparecer casi al unísono. Al mismo tiempo, las heridas abiertas que yacían en otras áreas de su cuerpo, comenzaron a cerrarse con la misma rapidez. 

.............

—La vacuna es efectiva —comentó Chase, rompiendo el intenso silencio que se hizo en la habitación.

Sarah Lewis se volvió hacia él y preguntó:

—¿Así que ya sabías sobre lo de nuestra "vacuna", eh? —El pastor alemán asintió vagamente. Lewis prosiguió—. Es una pena que no sepas como producirla. Después de todo, eso salvaría la vida de tu amada, ¿no es así?

El pastor alemán dejó escapar un bajo gruñido. 

—Un momento.....—dijo ahora Rocky—. ¿Cómo es que sabes lo de Skye? 

La centinela se calló brevemente. 

—Adivina una vez, mestizo. 

Esto fue suficiente, los canes y Ryder salieron del lugar, reuniéndose en la entrada principal de la estación. Al mismo tiempo, una camioneta blanca (con el logo de la BBC grabado en la puerta izquierda) estaba estacionada al otro lado de la calle. Y sus ocupantes les estaban vigilando en silencio. 

—Esa es la prueba de que lo que me dijo Riley es verdad —habló Chase—. Significa que sí hay esperanza para Skye. 

—¿Pero quién es Riley? —dijo confundido Unai Abad Tercero—. ¿De qué estás hablando, Chase?

Ante esto, el pastor alemán le contó al Labmatian los pocos pero importantes detalles que sus colegas y él habían mantenido ocultos del conocimiento de la prensa y del público; desde lo del secuestro de Riley (incluido su inesperado regreso y participación en los bio-ataques) y de la posibilidad de crear una vacuna capaz de destruir la bacteria y de acelerar el proceso de restauración tisular.

Tras terminar de narrar los hechos, el Labmatian quedó anonadado. No sabía que decir. 

Por consiguiente, un estruendoso ruido familiar comenzó a hacerse audible. Chase ya sabía lo que era. Rápidamente (y seguido por sus colegas) se dirigió hacia su vehículo patrullero. 

Tras sacar la laptop, y luego de colocarla sobre el capó del vehículo, Chase atendió la video-llamada entrante. Poco después, cierta can de pelaje blanco apareció en la pequeña pantalla plana. 

—Vaya vaya.......—dijo la West Highland Terrier con arrogancia—. Tal parece que sobreviviste a mi pequeña trampa explosiva. No sé si estar feliz o furiosa. 

.............

Eran las 23:54 PM cuando Andreé Mastriano, director ejecutivo del WNBC, se despertó para contestar el teléfono. 

<<¿Quién en su sano juicio se atreve a llamarme a esta hora?>> —pensó mientras descolgaba. 

—Quién quiera que sea, espero que sea importante —dijo con algo de pesadez. 

—Señor.....—dijo su secretaria—. Lamento haberlo despertado, pero es de suma importancia. 

Debido al cansancio, el neoyorkino tardó un momento en hablar. 

—¿Es un problema asociado con el nuevo diseño del logo de nuestro canal? 

—No, señor —respondió educadamente. 

—¿Me necesitan para alguna reunión? 

—No, señor.

—¿Se trata de los empleados, acaso han adelantado la huelga?

—No, señor.

Por cada respuesta monótona, el señor Mastriano estaba perdiendo la paciencia. 

—¿Se trata de mi ex-esposa pidiendo más dinero acaso? Porque de ser así, puede decirle a esa bruja que no tengo nada.

—Nada de eso, señor. No se trata de su mujer. Pero....

—Pues en ese caso.....—le interrumpió—, no me interesa saber. Ahora déjeme dormir. Adiós.

—Es Kelly Crown.....—soltó rápidamente. En cuanto oyó el nombre de su reportera favorita (y la más eficiente de todo el canal WNBC, por cierto), Mastriano se detuvo en seco. Poco después, su humor cambió drásticamente. 

—Páseme con ella —solicitó el director. 

Seguidamente, se oyó un clip en la línea.

—¿Andreé?

—¡Kelly! —exclamó alegremente el neoyorkino—. Oye, sé que somos amigos y todo eso. ¿Pero has visto la hora que es?

—En serio lo lamento, Andreé. Pero es de suma importancia. 

—Sí, lo sé. Ya me lo dijo mi secretaria —agregó, mientras se frotaba los ojos—. Dime, Kelly ¿qué sucede?

La fémina tardó un momento en responder. 

—Necesito un avión privado que me lleve a Bahía Aventura. Y cuanto antes, mejor. 

—Por supuesto. En un momento llamaré a......—se detuvo. Tras sacudir la cabeza, dijo—: ¿Un avión?

—Sí —respondió la Norfolk Terrier—. Y lo necesito ya mismo. 

El director del WNBC tardó un momento en procesar lo dicho. Es cierto que en el pasado, su reportera con mayor reconocimiento le había solicitado muchas cosas, algunas más extrañas que otras. Pero esta última, sin duda, se llevaba el primer lugar. 

—¿Y se puede saber para qué necesitas ir allá? —preguntó, confuso pero curioso. 

—Es un asunto personal —respondió Kelly—. Así que dime, ¿podrás cumplirme este favor?

Hubo un largo silencio. 

—¿Andreé? —insistió la Norfolk Terrier.  

—Está bien —dijo finalmente, mientras esbozaba una afable sonrisa—. Llamaré a mi piloto para que aliste el jet. Tú dirígete al aeródromo de Brooklyn.

—Eres grande, Andreé. No sé como podré pagártelo. 

—No te preocupes, Kelly. Para eso son los amigos. Además, gracias a ti, nuestro canal es el más sintonizado de todos los demás. Así que soy yo quien está en deuda contigo. 

La Norfolk Terrier, nuevamente, le agradeció por el favor. Y colgó. 

.............

Mientras que los canes y Ryder miraban la pantalla con perplejidad, Chase Schülze, por su parte, mantenía su expresión seria. 

—¿Qué te pasa, Chase? ¿Por qué tienes esa cara? —se burló July. 

—Déjate de estupideces y vayamos al grano —espetó el pastor alemán—. ¿En dónde estás? ¡¿Y en dónde tienes a Marshall?!

La West Highland Terrier soltó una risilla. 

—Está vivo, si eso te hace sentir mejor —respondió en el mismo tono burlón—. Pero no lo estará por mucho. Y tú tampoco lo estarás —agregó—. ¿Sabes, Chase? Cuando hace tres años, declaraste ante la prensa que harías lo necesario para capturarme, pensé....que sólo hablabas por hablar. Pero ahora, me has demostrado mi equivocación. Se nota que eres decidido. Y muy difícil de destruir, además. Te has vuelto un digno contrincante. Y eso me agrada mucho. 

—Pues en ese caso, dime donde estás. Y terminaremos con esto de una vez por todas.

—¿Y arruinarme la diversión? Nunca....—a continuación, una idea pasó por su mente—. Pensándolo bien, ¿por qué no? Podría ser divertido. Además, mereces una recompensa por haberte librado de mi trampa explosiva, jeje. Y a propósito, ¿cómo está Avery?

En ese momento, el Labmatian (que estaba al lado izquierdo del pastor alemán) frunció el ceño y dejó escapar un gruñido. 

—Eso no es de tu incumbencia —respondió Chase—. Ahora dime lo que quiero saber. 

—Esta bien, presta mucha atención.......—hubo una breve pausa—. El lugar en el que me encuentro, es el mismo en el que murieron dos pares de inocentes. Y la sangre que ensució una de las cuatro paredes, quedó impregnada en las manos de esta ciudad. ¡Listo! —exclamó al terminar, sonriendo de oreja de oreja—. Eso es todo. Mucha suerte, Chase. La necesitarás. ¡Ah! Y si fuera tú, me apresuraría en encontrarme. 

—¿Y eso por qué? —inquirió el can. 

La fémina de pelaje blanco tardó un momento en responder. 

—Ya te enterarás —y colgó. 

Por consiguiente, al correo de Gmail que estaba registrada en la laptop le llegó un nuevo mensaje. El pastor alemán lo abrió. Se trataba de un link. Hizo click en él. Lo que vio a continuación, le hizo abrir los ojos como platos. 

.............

En otro lado de la ciudad, en un estacionamiento subterráneo, la centinela Jesse Pierce estaba feliz y contenta.

Unos minutos antes, la aludida abrió el compartimiento secreto que yacía dentro de su vehículo. Tras encender un pequeño cronómetro (con ayuda de un teléfono móvil, por cierto), encendió la cámara de vídeo que traía consigo. Para cuando colocó ésta última sobre el trípode, ajustó el enfoque de la cámara para que se centrara únicamente en el pequeño pero potente dispositivo explosivo que yacía dentro del compartimiento.  

<<En menos de tres horas, ésta ciudad arderá>>

.............

Eran las siete con cinco de la noche cuando Chase Schülze y sus colegas regresaron a la sala de reuniones del segundo piso del Hospital General. 

Jhonny, acompañado por Rachel y Rubble, miraban boquiabiertos la pequeña pantalla de la laptop. 

—Díganme que esto no es cierto.....—musitó el pequeño bulldog.  

—Pero lo es —confirmó Rocky—. Es una bomba, y está oculta en algún lugar de la ciudad. 

—¿Y qué es eso? —dijo ahora Rachel, mientras señalaba algo en la pantalla. 

El Labmatian se le acercó, y dijo:

—Son paquetes de C4. Y con base en la cantidad, hay suficiente como para destruir todo un edificio. 

La enfermera canina se estremeció tras oír aquello. Luego, volvió la vista al ordenador. Por debajo del vídeo, había un mensaje adjunto:


"EN CUANTO EL RELOJ LLEGUE A CERO, ÉSTA CIUDAD DESAPARECERÁ. QUE NO LES ENGAÑE LA APARIENCIA DE LA BOMBA, ES MUCHO MÁS LETAL DE LO QUE PIENSAN" 


—¿Y qué haremos ahora? —preguntó Jhonny.

—Evacuar —volvió a hablar el Labmatian, todos voltearon a verle—. Este lugar se ha vuelto un campo de batalla. Y dado que no sabemos el lugar donde ocultaron la bomba, es lo único que nos queda. Sólo así podremos evitar más muertes —aseguró él—. Reuniré a mi gente para preparar la evacuación. Y con base en ese reloj, tenemos menos de dos horas para sacar a todos de aquí.

—No lo lograremos a tiempo —dijo ahora Ryder, mostrándose poco esperanzado—. Esta ciudad tiene más de 2 000 habitantes. 

—Haremos el intento —repuso Unai, mostrando seriedad—. No me quedaré sentado sin hacer nada. Mientras tanto.....—agregó, mientras se dirigía hacia la salida—, busquen a Chase, e infórmenle lo que acabo de decirles. 

.............

En la habitación de Skye, el pastor alemán se hallaba en silencio, sentado al lado izquierdo de la cama, observando con suavidad a su durmiente pareja. 

—Me alegra que estés bien —musitó. Luego, y con suma delicadeza, comenzó a frotar la cabeza de la fémina. Tras sentir esto, Skye (que aún permanecía perdida en el mundo de los sueños) comenzó a esbozar una leve sonrisa. 

A continuación, y de manera inevitable, el pastor alemán comenzó a recordar la conversación que tuvo con July Harris hacía un par de horas. Poco después, comenzó a visualizar mentalmente la imagen de la bomba, que yacía oculta en algún lugar desconocido en la ciudad. 

<<Debo encontrarla como sea>> —pensó. 

Un breve instante después, el acertijo de la West Highland Terrier comenzó a resonar en su mente. 


 "El lugar en el que me encuentro, es el mismo en el que murieron dos pares de inocentes. Y la sangre que ensució una de las cuatro paredes, quedó impregnada en las manos de esta ciudad. "


<<Esa es la clave>>

Poco después, al lugar llegó cierto Corgie. Tocó la puerta dos veces. Chase se volvió hacia él. Y en cuanto vio su expresión, supo que pasaba algo.

—¿Qué sucede? —preguntó directamente. El Corgie, por su parte, procedió a explicarle las acciones que planeaba tomar Unai Abad Tercero. Chase no se mostró sorprendido—. Hasta este punto, no veo otra solución —admitió—. July no me la ha puesto fácil. Y mientras esa bomba sigue oculta en algún lugar de la ciudad, lo mejor será sacar a todos de aquí para evitar más muertes.

—Sí, pero seamos honestos, Chase —dijo el médico canino, mientras cerraba la puerta tras suyo—, hablamos de dos mil personas. Y sólo tenemos dos horas. Con ese poco lapso de tiempo, no sacaremos ni a la mitad de la ciudad. Debemos hallar esa bomba y desactivarla. 

—Pero para lograrlo, debemos encontrar a July primero. 

—¿Y qué esperamos? Encontrémosla. ¿Qué es lo que tienes hasta ahora?

En los siguiente dos minutos, el pastor alemán le contó a su colega los detalles exactos de la conversación que tuvo con la West Highland Terrier, incluyendo el acertijo que le revelaría su ubicación. Para cuando terminó, Johnny dijo:

—¿Eso fue todo?

El pastor alemán asintió. El Corgie, por su parte, se puso a pensar. 

—"El lugar en el que me encuentro, es el mismo en el que murieron dos pares de inocentes". Por lo tanto, su escondite debe ser algún lugar en el que murieron cuatro personas —concluyó.  

—Pero eso no nos sirve de nada—aclaró Chase—. Necesitamos más detalles. 

—Entonces sigamos. ¿Qué fue lo que dijo después?

".....Y la sangre que ensució una de las cuatro paredes, quedó impregnada en las manos de esta ciudad" —respondió. 

El Corgie volvió a tomarse su tiempo. 

El lugar en sí mismo fue la sede de cuatro muertes. Y con base en el detalle de "la sangre en la pared", debió tratarse de un asesinato extremadamente violento. ¿Alguna vez investigaste un caso así?

—Nada me viene a la mente. Pero el crimen pudo haber sucedido antes de que yo comenzara a trabajar en la estación. 

—Okey, ahora vamos con el último detalle: ".....quedó impregnada en las manos de la ciudad". Tal vez.....—hubo una breve pausa—, tal vez July piensa que la ciudad entera podría haber cometido el crimen. 

—Pero eso es ridículo  —le dijo Chase—. Créeme, si la ciudad entera hubiera cometido un homicidio cuádruple en conjunto, yo lo sabría. 

—¿Pero y si en realidad sucedió? —inquirió—. Pensémoslo un momento, la motivación de todos los ataques es una venganza contra la ciudad por haber liberado al Dr. Hadford, quien seguidamente, acechó y obligó a Carmen Sayer (la amiga de July) a quitarse la vida. 

—Exacto. Para July, nosotros somos tan culpables como ese asesino por la muerte de Carmen.

—¿Y si también los culpa por esas cuatro muertes? —sugirió—. Tal vez la liberación del Dr. Hadford causó la muerte de cuatro personas más, lo que explicaría por qué July te dijo que la sangre de esas víctimas "ensució las manos de Bahía Aventura". 

—Pero de ser ese el caso, aún debemos reducir las ubicaciones —tras oír este comentarioel Corgie se quedó perplejo por un segundo—. Verás, no muchos saben esto, pero tras la liberación del Dr. Hadford, y un poco antes de que éste abandonara la ciudad, logró cometer un par de asesinatos en 13 residencias distintas. 

—Pero esta no debe ser cualquier residencia —aseguró Jhonny—. Tal vez para July, esta residencia tiene un profundo significado. Y si no lo tiene para ella, tal vez lo tenga para alguien cercano.......como su amiga Carmen, por ejemplo. 

En ese momento, una idea se reveló en la mente de Chase. 

—¿Has pensado en algo?

El pastor alemán tardó un momento en responder. 

—¿Chase?

—Vuelvo en un segundo —respondió, mientras se bajaba de la silla—. Debo ir a buscar a Ryder. 

.............

Por fuera del Hospital General Marshall Memoriam, las tropas (que se habían dividido en cuatro equipos, conformados por 100 hombres cada uno) se hallaban listos para iniciar la evacuación. Sólo necesitaban que su líder canino les diera la orden de salida. 

Mientras tanto, Unai Abad Tercero se hallaba caminando por uno de los pasillos del hospital, con el fin de llegar al cuarto de Avery. Pero, y de manera sorpresiva, Ryder se apareció y le detuvo a mitad del trayecto. A su lado, estaba un consternado Corgie.  

—¿Qué sucede? —preguntó el Labmatian. 

—Unai —comenzó a decir Ryder—. ¿Sabes en dónde está Chase?

.............

El pastor alemán tardó menos de quince minutos en arribar al lugar indicado. 

Tras estacionar su vehículo, el can se detuvo un momento para estudiar el lugar con detenimiento. A continuación, soltó un bajo ladrido. Como resultado, de su mochila procedió a salir la garra metálica que mantenía sujeto su arma de oficio. Pasado un par de segundos, se bajó finalmente del auto. 

Con dificultad, hizo un esfuerzo por llegar a la residencia, atravesando el crecido y descuidado césped del patio delantero. Durante el proceso, y sin saberlo, activó un sensor de movimiento. Tras llegar al pórtico, procedió a sacudirse las pocas hojas que se le habían pegado en el pelaje.

 Luego, y con lentitud, giró la perilla de la puerta. 

La abrió lentamente. La madera crujió. Y las bisagras emitieron un bajo chirrido. Chase Schülze observó el lugar. No había nadie dentro. No obstante, en cuanto puso una pata en el umbral, tuvo un presentimiento repentino.

<<Está por aquí>> —se dijo mentalmente.

Con bastante sigilo, y a grandes zancadas, apresuró a subir las escaleras. Tras llegar al segundo piso, cruzó por un largo y sucio pasillo. Halló una puerta, la abrió. Y lo que vio dentro de la habitación le detuvo brevemente. En el centro de dicho cuarto, había una pequeña instantánea enmarcada (en la que aparecían cinco personas. Una pareja y sus tres hijos: Dos niños y una adolescente pelirroja). Y, a su alrededor, había un par de velas encendidas y un pequeño ramo de flores. 

Con la baja luz tenue (producto de las cuatro velas), Chase notó que, en la pared de al fondo, el mensaje: "TÚ SERÁS LA SIGUIENTE" (que fue escrito hacía cinco años) aún estaba visible.


"......La sangre que ensució una de las cuatro paredes......."


El can cerró ligeramente la puerta y continuó el trayecto. Al final del pasillo, había una segunda puerta, entreabierta. 

Con la misma falta de duda, el pastor alemán ingresó en la habitación. La luz de la luna, que ingresaba por los únicos dos ventanales, iluminaban parcialmente el lugar. El cuarto en sí era bastante amplio. No había muchos muebles. Sin embargo, en una de las esquinas, había algo llamativo que atrajo la atención del can. 

Sin bajar su arma, el pastor alemán se acercó a la esquina, situándose por delante de los cinco televisores que yacían agrupados sobre una mesa. Todos estaban encendidos. Y, en cada uno de ellos, podían verse diferentes puntos del Hospital General Marshall Memoriam. En uno, podía verse la habitación de Skye. Y en otro, podía verse la sala de reuniones del segundo piso. 

Antes de que pudiera reaccionar, Chase sintió (repentinamente) una fría textura metálica rozando contra el lado posterior de su cabeza. Al mismo tiempo, oyó un clip metálico. 

—Hola, Chase......—dijo July Harris. Su arma automática (que sujetaba fácilmente con ayuda de una garra metálica, que sobresalía de su propia mochila) estaba sobre la nuca del can—. ¿Por qué tardaste tanto?


[6404 PALABRAS]

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