2: Inseguridades

Kyojuro siempre se ha sentido mal con su propio cuerpo por el simple hecho de ser hombre, a veces a él le gustaría tener las caderas que Mitsuri tiene o tan siquiera tener pecho. Es decir, ¿El físico importa no? Siempre ha importado, el ser profesor de unos adolescentes se ha convertido a la vez en un privilegio pero también una tortura, en especial cuando escucha a los chicos y chicas hablar de la persona que les gusta.

Los chicos la mayoría se inclina por si la mujer tiene grandes pechos o tiene un trasero enorme. El otro porcentaje se va más a lo sentimental que en lo físico. Lo mismo pasa con las chicas solo que ellas son más específicas que los hombres en sí, ellas buscan que sean; altos, bajos, de ojos de color, musculosos, mayores de edad, labios gruesos, delgados, con dinero, sin dinero, con carro, sin carro, amable, bondadoso, etc...

La lista es muy larga.

Incluso el tenerla grande o chiquita también es un requisito indispensable, al parecer. La cosa cambia cuando ambos (mujer y hombre) dicen lo primero en que se fijaron.

Cualquiera de los dos puede mentir y decir otra cosa que no sea la verdadera. Rengoku lo ha visto millones de veces que no es de sorprenderse las millones de rupturas que hay en la escuela y chismes que rondan. El problema surgió cuando por accidente entró al baño de maestros, más específicamente al de mujeres.

Mitsuri no le dijo nada, ni siquiera la maestra Kanae quien se encontraba maquillando. Eran las únicas que estaban dentro. Dejaron que el propio rubio se diera cuenta de su error y que no pasara un momento vergonzoso. Kyojuro precisamente no fue al baño, fue a verse al espejo y peinar su cabello desordenado que Hashibira Inosuke le lanzó una pelota por error. Kanronji lo veía atento, incluso le presto su cepillo y algunos pasadores. En el momento en que cabellos flamas se acerca al espejo cuál chicle los ojos de Mitsuri y Kanae se agrandaron al ver semejante retaguardia ser expuesto de sobremanera.

— ¡Dios mío Kyojuro. Por un momento dude si eras hombre o mujer! — Exclamaron ambas.

Después de eso, el rubio recibió una nalgada que seguramente se escucharía del otro lado, justo después de eso supo que se metió al baño equivocado. Y luego de ese momento vergonzoso, millones de pensamientos cruzaron por su mente. Ya hace tiempo estaba saliendo con su ex- estudiante. Akaza Soyama, el principio fue difícil pues el chiquillo parecía un golden retriever en todos los ámbitos. Siempre a su lado buscando la manera de cortejarlo hasta que después de tantos intentos y en los que el profesor se negaba a sí mismo que le gustaba también y que seguramente iría a la cárcel, por fin correspondieron sus sentimientos. Pero hasta este punto Kyojuro nunca le pregunto al pelirosa qué fue lo primero en que se fijó.

En su momento no le daba importancia. Era un adulto, los adultos no se hacen esas preguntas. Pensó.

Pero ahora...

El tono de llamada lo sacó de sus pensamientos, sacó su celular de su abrigo y da un salto al notar las diez llamadas perdidas de Akaza. No lo escuchó. Al azar la vista nota una motocicleta negra y a su novio con un ceño fruncido y vestido de traje formal, con el cabello hacia atrás y los zapatos relucientes. Ah, era su cena de compromiso. Lo había olvidado.

— ¡Kyojuro! ¿por qué no contestas el maldito teléfono? —

Akaza llega hasta el y agarra su portafolio, le dedica una mirada asesina que luego luego fue reemplazada por una de preocupación, Rengoku estaba llorando.

Y cuando el amor de su vida llora algo está mal.

— ¡Kyojuro! ¿Qué tienes? Perdón, no era mi intención hacerte llorar, no medi el tono de mi voz. — Agarró su rostro y lo hundió en la unión de su clavícula y hombro. No sin antes llenar su hermosa cara de besitos.

La cena de compromiso tendría que esperar, a final de cuentas solo era una cena la mayoría de sus familiares sabía sobre su compromiso el que fueran a esa cena solo era verlo más "formal" y Akaza no le gustaba lo formal él preferiría lo sencillo y básico. Decidieron ir a un parque que queda cerca de la escuela ahí Akaza desordenó sus cabellos y desaflojo su corbata al mismo tiempo que mandaba un mensaje en el grupo en que todos sus familiares estaban. Kyojuro permaneció a su lado cabizbajo sin emitir ningún sonido o palabra, Soyama dejó que el rubio fuera el primero en hablar.

— Perdón..— Rengoku tembló y las ganas de llorar volvieron a él.

Akaza lo miro confundido y alzo su mentón. Entrecerró los ojos odiaba cuando su novio hacía eso. Lo hacía ver más...vulnerable.

— ¿Por qué pides perdón? ¿Algo te hizo Sanemi?— El mayor negó y despegó la vista mirando a su costado. — ¿Qué es entonces? No es normal que llores unas horas antes de la cena de compromiso.

Silencio. Habían hablado acerca de la comunicación y lo importante que es, y si es sincero el rubio, a Akaza le costaba trabajo ser comunicativo con su novio, siempre pensó que lo mejor era guardarse las cosas que decirlas por el miedo a que hubiera cambios. Pero en estos momentos está dispuesto a comunicar sus inquietudes así sea forzar a su novio a soltar la sopa y viceversa.
El menor a lo lejos vio una carrito de helados y una idea cruzó por su mente.

— Amor, iré por un helado. ¿Quieres uno?— Le preguntó. Sin embargo no recibió respuesta, Kyojuro solo miraba la nada. Y Akaza supo de inmediato que no era el momento idóneo irse, era un asunto serio. — Kyojuro, no soy adivino para saber que tienes o sientes, pero necesito que me ayudes a entender lo qué siente tú corazón. Quiero ayudarte...

El rubio tembló al escuchar lo ultimo. ¿De verdad le gusta su cuerpo? Nunca se sintió acomplejado por su cuerpo pero las veces que hacían el amor y de vez en cuando él usaba una lencería de mujer jamás le preguntaba a Akaza sobre cómo el menor veía su cuerpo o si le gustaba. En lo que respecta a Kyojuro, siempre le ha gustado el cuerpo de Akaza, con el abdomen trabajado y esos músculos que por dios, es un ser tallado por los mismísimos dioses y ni hablar de lo de abajo.

¿Sería correcto decirle a su novio lo que estaba pasando, lo que está sintiendo, el miedo que tiene?

— Kyo...

La mano del pelirosa sobre su cara lo hizo despertar de su ensoñación. Lo miro y suspiró, limpio su rostro.

— Lo que pasa es que...— Empezó. De pronto los nervios se apoderaron de él y dudo, pero al ver el rostro de Akaza tan serio y concentrado decidió que era lo mejor decirle. Si la respuesta era negativa tendría el tiempo suficiente para superarlo después de todo habían cancelado la cita del compromiso, era mejor pasar vergüenza frente a él que frente a su familia. — ¿Te gusta mi cuerpo?

Soyama pestañeó dos veces y luego frunció el ceño al mismo tiempo que cruzaba sus brazos en evidente molestia.

— ¿Quién te dijo eso?—

Rengoku volvió a ponerse nervioso y empezar a jugar con sus pulgares.

— Solo era una pregunta...

— Por dios que pregunta haces. ¡Me encanta tu cuerpo, me encanta todo de ti hasta cuando duermes y babeas! Kyojuro no hay nada que no me guste de ti porque todo me gusta.

Los ojitos del mayor brillaron al escucharlo y no pudo evitar que sus ojos se humedecieran.

— ¿De verdad?—

— ¡Por supuesto que Chiiiii! —

Akaza atrajo a su novio y lo besó. Unieron sus lenguas y se separaron para verse a los ojos por algunos segundos y volvieron a fundirse. Pronto las manos del menor se dirigieron al trasero del mayor.

— y también me encanta tu trasero.

Y Akaza recibió una bofetada.

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