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El profesor Chester acepto la invitación en quedarse a cenar con las dos mujeres, Samantha había regresado a su habitación con una confusión más grande que su casa al recordar la preocupación de su tía en evitar aquel tema, sentía que no encontraría respuestas si había personas que trataban ocultar el sol con un dedo se estaba volviendo muy frustrante para ella tener que lidiar con lo que ocurría pero su paciencia se estaba acabando y no quería molestarse con una de las pocas personas que tenía en su vida.
— Puedo pasar? — Ella volteó encontrando al hombre con un libro en su mano.
— Adelante — Dijo con una corta sonrisa.
El hombre al abrir el libro le enseño una página a la pelinegra llamando su atención, allí estaba el reloj giratiempos que había recibido hace unos años atrás como regalo de navidad pero de alguien desconocido.
— Lo conoces?
— Sí, alguien me lo envío para navidad hace dos años — Dijo la chica —. Usted sabe quién me lo envío?
— Fui yo — Dijo sorprendiendo a la chica —. Tu madre me pidió que te lo diera cuando fuese el momento adecuado. Sam, hay muchas cosas que se convierten en obstáculos para que la verdad salga a la luz pero déjame decirte que la verdad siempre sale, sea cuando sea.
— Tiene que ver con el pasado de mis padres, no es así? Mi tía evita decirme y no entiendo el porqué.
— Intenta protegerte eso es todo pero el tiempo que debas usar ese reloj está pronto a llegar por eso se observadora y la mínima señal tómalo como una oportunidad de usar ese grandioso artefacto — Dijo Chester —. Recuerda girar con delicadeza y ten cuidado, el tiempo puede acabarse bastante rápido cuando nos distraemos.
La leona le agradeció la información y regresaron a la mesa con Julia quien había preparado la cena para los tres.
Cuando el profesor Chester se marchó ambas mujeres permanecieron sentadas en un silencio algo incómodo, Samantha tomo valor y hablo para romper el hielo.
— Nunca te he cuestionado nada, pero necesito saber la verdad tía no puedo permanecer encerrada para siempre en esta curiosidad — Dijo la pelinegra provocando que la rubia comenzará a sollozar —. Por favor.
— Mi princesa, temo perderte pero no puedo ocultar la verdad — Dijo con tristeza —. Tu madre traía consigo una línea sanguínea muy poderosa, todos creían que sería parte de Slytherin y de la tradición familiar pero eso no estaba en sus planes provocando la deshonra en su familia. Pero no le importo hasta que supo que traería a una bella bebé al mundo, tus abuelos lo supieron y obligaron a Cassandra a dejarte en manos de ellos para que esa herencia no fuese cortada nuevamente y se pudiese cumplir la tradición de los Roosevelt.
— Y cual es esa tradición? — Pregunto con más interés.
— Cassie jamás quiso y pudo decírmelo, si decía algo al respecto quien lo escuchará moriría — Explico —. Solo podían saberlo aquellos que eran muy íntimos y preferencia, Slytherin.
— Tía debo saber esa tradición...— La mujer soltó un leve suspiro y asintió con pesadez.
— Lo sé y es lo que más temo, el no saber lo que puede esperarte.
Julia tomo la mano de su sobrina entregándole una pequeña sonrisa a lo que Samantha se acercó para abrazarla y decirle que no le ocurriría nada siempre estaría a su lado.
[...]
Recibió un inmenso abrazo por parte de Angelina cuando regreso a Hogwarts como los demás estudiantes. Su amiga la ayudo con sus cosas mientras conversaban sus días de vacaciones junto a sus familiares.
— Me pregunto cómo estuvieron las cosas por aquí — Dijo Samantha viendo que todo parecía tranquilo a pesar que “El criminal, Sirius Black” estuviese suelto.
Pero su curiosidad se esfumó al ver a Oliver llegar, la chica se acercó abrazarlo con alegría para recibir a su novio.
— Te extrañe muchísimo — Dijo el castaño atrapando los labios de su chica.
Había deseado mucho verla en navidad pero ninguno de los dos estaban listos para anunciar su noviazgo a sus familiares ya que ninguno lo había mencionado para arreglar una cena familiar.
Ambos junto con Angelina decidieron dar un pequeño paseo por el castillo pero notaron la presencia de Lucius Malfoy hablando con su hijo y el ministro, la pelinegra supuso que era algo relacionado con el hipogrifo de Hagrid.
— Vayamos con Hagrid — Dijo Samantha viendo con seriedad al hombre quien la vio neutro.
En el camino se les unieron los gemelos quienes confirmaron las sospechas de Samantha. El grupo se encontró a Hagrid muy desanimado viendo a Buckbeak.
— Hola Hagrid, como estás?
El semi-gigante les menciono la tristeza que llevaba dentro y la gran amargura creada por los Malfoy al ver que utilizaron todos sus medios para convencer al ministro de sacrificar a la criatura.
— Y cuando será? — Pregunto la chica.
— El próximo jueves — Dijo dejando escapar unas cuantas lágrimas mientras veía a la criatura encadenada tratando de atrapar a un cuervo.
Los chicos trataron de animar a Hagrid pero era imposible incluso ellos estaban tristes al saber el terrible final que le tocaría vivir a Buckbeak simplemente por los caprichos de Draco.
Debieron regresar al castillo cuando comenzó anochecer ya que estar fuera sin la supervisión de algún profesor podía ser extremadamente peligroso y más aún con esas criaturas rondando muy cerca de Hogwarts.
— Debemos hacer algo para salvar a Buckbeak — Susurro Samantha a Oliver.
— Pero que? Es muy arriesgado.
La chica comenzó a pensar y le sugirió interceder por la criatura con Dumbledore, tenía las esperanzas que él podía hacer algo al respecto.
— Y sino acepta? Sami, el ministro está de acuerdo.
— Tienes razón, entonces hablaré con mi tía ella lo conoce y podrá hablar con él.
Fue en busca de un pergamino y de su lechuza rubí para enviar aquella petición a Julia, por más mínimo que sea ella tenía las esperanzas que su tía podía interceder por la criatura y lograr que Buckbeak no fuese sacrificado injustamente.
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