09
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Su curiosidad aumento aún más después de ver esa puerta y que sus dos profesores, en los cuales sospechaba, ingresaran a ese lugar.
Quería hablar con alguien pero parecía estar sola en esto, sus nuevos amigos no entenderían del tema y la única persona en quien confiaba era Mcgonagall pero sabía que la mujer no diría nada al respecto por esa razón solo hablaba con su conciencia tratando de hallar alguna respuesta.
— Sam, vienes? Con los chicos iremos al campo de Quidditch a despejarnos — Dijo la morena.
La pelinegra solo agradeció la oferta pero negó avisando que iría a terminar unos proyectos a la biblioteca. Mientras caminaba por los pasillos decidió tomar el camino que la llevaba a esa puerta provocando cierto temor pero ansiedad al mismo tiempo, parecía que ese recorrido no lo visitaba ningún alma ni siquiera los fantasmas que diambulaban por el castillo, Samantha se detuvo a varios metros para ver la gran entrada mientras debatía si seguir avanzando o no, solo movió un pie y su cabeza comenzó a oír susurros lejanos.
— Ven conmigo...— Escucho con claridad estremeciendo su cuerpo —. Vuelve a mí...
Samantha dejo caer sus libros cuando su cabeza sintió un horrible dolor, la chica debió sostenerse de la pared para no caer. Aquel malestar le provocaba mareos, ese dolor punzante parecía aumentar cada vez más al igual que los susurros.
— Entregame tu poder y te serviré...— Susurro esta vez aquella voz.
— Basta! — Dijo Samantha cayendo de rodillas.
No lo soportaba más, el dolor era insoportable por un momento sintió que explotaría. Llevo sus manos a su cabeza pero al tocarla estás fueron empujadas como si una fuerza mayor la rodeaba, Samantha quería acabar con cualquier dolor.
Sus lágrimas comenzaron a salir pero de pronto sus dedos sintieron un pequeño cosquilleo en ellas que era trasmitido a su mente, los susurros parecían huir al igual que el dolor. La pelinegra comenzó acercar sus manos acabando con cualquier fuerza que le impedía tocar su cráneo.
— Noo...— Un grito lejano fue lo último que se escuchó.
La chica parecía estar liberada, a pesar de estar débil y aún algo mareada salió de aquel pasillo para regresar a su habitación donde se sentía segura.
— Señorita Butler — Al ser mencionada detuvo sus pasos.
Mcgonagall al ver la palidez de la joven no dudo en llevarla a la enfermería a pesar que estaba con Snape apunto de dirigirse hacia la dirección, Severus solo vio con curiosidad a la pelinegra pero debió correr su mirada ante la atención que Samantha le había puesto, sus ojos a pesar de estar brillosos veían a su profesor con total seriedad llegando a intimidar al hombre.
— Que fue lo que ocurrió? — Pregunto la mujer intentando ayudar.
Samantha debió mentir diciendo que había tropezado y que casi caía por las escaleras provocando así su palidez. Aún así Mcgonagall no la dejo ir hasta que la enfermera Pomfrey la revisara y asegurará que estuviese bien.
Cómo no había herida alguna y el color volvió a la piel de la pelinegra la dejaron ir con la orden que tuviese más cuidado a la hora de subir o bajar las escaleras.
Al estar en su habitación decidió quedarse allí, ni siquiera quiso ir a cenar sentía miedo en volver a oir esas voces en su cabeza o volver a tener ese insoportable dolor por eso hasta evitaba moverse mucho. Tuvo la suerte que Angelina no la hostigo con preguntas o algo parecido a la hora de marcharse pero sabía que lo haría cuando regresara por esa razón debió pensar bien en lo que diría para que la morena no hiciera preguntas.
Mientras tanto se distraía escribiendo una carta a su tía, quería saber de ella y mencionarle que todo iba bien, claro sacando lo ocurrido con sus dos profesores y lo de esta tarde para no preocupar a la mujer.
— Hola Sam — Dijo Angelina ingresando a la habitación.
— Holaa — Dijo Samantha entregándole la carta a su lechuza para que está fuese enviada con su tía.
— Tengo noticias que te pueden interesar — Dijo la morena sentándose en la cama de la pelinegra llamando su atención —. Es sobre tu Oliver.
— Mi Oliver? Angelina, él no es mío — Respondió la chica algo sonrojada.
— Claro como tú digas — Dijo guiñando un ojos causando que la otra chica riera un poco mientras negaba con la cabeza —. Hoy, cuando fuimos al campo de Quidditch con los chicos él estaba allí y se acercó a nosotros para conversar pero luego adivina que, pregunto por tí al igual que ahora en la cena y parecía algo decepcionado al no verte.
— Y?
— Yyy, eso significa que le interesas a Wood — Dijo la pelinegra —. Y en verdad le interesas por qué mi querido amigo ama el Quidditch con su vida y no le pone atención a otra cosa que no sea ese deporte pero ahora amiga mía tienes su atención.
A pesar que no le gustaba admitirlo era cierto. Oliver Wood fue considerado como el capitán más apasionado del Quidditch, muchas veces lo habían descubierto a largas horas en la biblioteca o sala común creando jugadas para el equipo y más, pensaban que su futuro estaba con una escoba en vez de una chica ya que se lo pasaba jugando todo el tiempo.
— Sam serían la pareja perfecta — Dijo Angelina —. Deberías invitarlo a salir.
— No lo creo, tal vez solo quiere hacer nuevas amistades y estoy segura que le gustan chicas de su edad — Dijo la pelinegra roja de la vergüenza.
Hablar de chicos le traía vergüenza casi nunca tocaba el tema, cuando Julia intento hablar sobre ello el rostro de Samantha se volvió tan rojo de la pena que la mujer estallo de la risa.
— Es absurdo, Oliver no está interesado en ellas sino en tí — Dijo Angelina.
La chica no quiso darle esperanzas a su amiga por qué tampoco quería crearlas para ella misma. Por esa razón decidió acabar con el tema mencionando que tal vez solo quería una simple amistad y que no debían hacerse falsas ilusiones.
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