• CAPÍTULO 27 | IR DE PASO EN OTRO CUERPO.


Draco se echó hacia atrás, incómodo.

Muy incómodo por la cercanía inesperada y demasiado comprometedora del atrevimiento qué Camille se había tomado.

—¿Qué mierda haces? ¿Estás loca? —le preguntó con hastío.

Su rostro mostraba la incomodidad latente por haber recibido ese beso totalmente fuera de lugar. Quizás en otro momento había vuelto a tener encuentros con ella, pero no eran más que meramente casuales, ahora al recibir ese beso se percató de que no había nada más vacío que ese roce de labios.

—No sabía que ahora no te interesaba— siseó —, siempre te mostraste interesado en algún tipo de encuentro conmigo, después de todo nunca cortamos el contacto.

Draco apartó su cara de una caricia que ella intentó dejarle en el rostro. Ahora su tacto le repelía, no era como que quisiera sentir su mano en su piel, ya no estaba latente esa parte de él, no entía ningún deseo por Camille, ni siquiera para una noche en su cama.

—No me interesa Camille, no es personal. Eres una mujer hermosa y siempre tienes lo que quieres, pero no estoy interesado en ti ahora—le contestó mostrando todo el orgullo y la ironía que caracterizaban a los Malfoy.

Draco ya no estaba interesado en mantener encuentros con ella.

Y Camille sabía el motivo, por eso había lanzado esas palabras venenosas en su conversación con Hermione Granger. Había visto el modo en que ambos se miraban en las escasas ocasiones en las que esta había estado en el ministerio y les veía conversar, ellos se gustaban estaba claro, sin embargo Camille no se consideraba de aquellas chicas que se metían en medio, pero él había estado involucrado con ella y no le parecía correcto sentirse un juguete. 

Si él hubiera sido sincero, lo más seguro es que no lo hubiera hecho, no obstante habían cosas peligrosas en el mundo y una de ellas era el despecho de una mujer que se ha sentido usada por un hombre. 

—Para otra vez me gustaría que fueras sincero, a ninguna mujer le gusta ser considerada como una opción. Te ahorrara problemas en el futuro.

—¿Qué quieres decir?

—Evitarás confusiones y malos entendidos. Si alguien se acuesta conmigo en reiteradas ocasiones claramente pensaré que es porque le gusto. Que tengas buena tarde— murmuró con los ojos entrecerrados. 

Ya había cumplido con su cometido. 

Draco no entendió muy bien todo ese encuentro con Camille, avanzó  hacia un local para comprar un sándwich debido a que no tenía ganas de comer de la comida que había sido preparada en el casino. Luego de comerlo y conversar un momento con el dueño del local volvió a su lugar de trabajo, caminó hacia  el departamento de educación pensando en que volvería a ver a Hermione.

Se acercó inocentemente a uno de sus compañeros de trabajo.

—¿Will? ¿Se encuentra Hermione?

—No Malfoy, ya se fue. Salió con Potter y luego de eso no volvió, avisó que no volvería pues debía preparar sus cosas para el viaje. 

—Ah, lo entiendo. Gracias. 

Sintió una punzada de decepción cuando supo que ella se había ido y no se habían despedido de manera más profunda. Pero decidió que no se quedaría con esa impresión y acudiría a verla.

Tenía que admitirlo, era a ella a quien añoraba en todos los instantes. 

Tenerla lejos le hacía sentir un vacío catastrófico.

Cuando terminó su día de trabajo, se preocupó de guardar sus pertenencias y acudir a los sitios habilitados para desaparecer en caso de emergencias, no le interesó qué pudiesen amonestarlo, pues claramente sus problemas con la bruja no eran algo de vida o muerte.

Sólo quería verla.

Despedirse de forma más larga y profunda. No quería que Hermione se quedara con la sensación de que solamente había sido un buen polvo de despedida hasta que volvieran a encontrarse.

Pues él sabía que lo que tenían era algo más aunque ninguno lo dijera. Ella también era inteligente y Draco sabía que Hermione era conocedora de la situación, sólo que ambos cumplían el acuerdo tácito de no decir nada porque se morían con sólo pensar la reacción del contrario.

Cuando apareció en el edificio de Hermione subió las escaleras rápidamente y una vez fuera de su puerta golpeó con suavidad, pues tampoco iba a parecer un maldito ansioso.

Sin embargo no hubo respuesta.

Volvió a intentarlo golpeando un poco más fuerte.

—Hermione ¿estás allí?

La puerta de en frente se abrió y una chica de unos veinte años salio de allí y le sonrió.

—Hermione se ha ido —habló al escuchar que él había mencionado el nombre de la bruja —, vino hace un rato y me avisó que no estaría en casa por algunas semanas.

Mierda, ella se había ido y no había alcanzado a verla.

—Oh, te agradezco —murmuró sintiéndose ridículo y expuesto.

Sentía que la muggle que probablemente vivía en ese departamento estaba leyendo lo que su cara debía tener escrito en letras mayúsculas.

Se pasó las manos por el cabello con frustración.

Semanas.

Tendría que esperar para volver a pegar su cuerpo al de ella.

Sólo que él no sabía lo que los ojos de Hermione habían sentido.

Todavía no sentiría su corazón romperse.

Habían pasado ya tres semanas desde que Hermione yacía en Polonia. No todo habían sido celebraciones, también se habían tomado tiempo para trabajar y que todo dentro de la escuela fuera avanzando como lo tenían planeado.

Hermione Granger se había convertido de cierta forma en un faro ejemplificador de lo que muchos jóvenes magos y brujas aspiraban a convertirse. Durante el tiempo en la ciudad se había dedicado a asistir a muchos conversatorios y seminarios donde había impulsado el desarrollo creativo de todos y cada uno de los magos que se acercó a conversar con ella.

—Creo que eres prácticamente una celebridad en Polonia —replicó Harry mientras ambos amigos se dedicaban a pasear por una pasarela con vista a un hermoso canal donde las aves llegaban luego de las migraciones.

—No hagas que me avergüence, Harry. Sabes que jamás me ha gustado llamar la atención en ninguno de los sitios a los que voy.

—Créeme —dijo Harry mirándola de arriba a abajo —, no te funciona. Siempre logras destacar, siempre las miradas están sobre tu persona.

Ambos se quedaron observando la puesta de sol. En la noche tenían una cena en un restaurante muy cercano al hotel donde se estaban quedando por lo que habían decidido hacer una parada en las ajetreadas semanas que a ambos les habían tocado.

Finalmente habían estado allí para calmar el corazón roto del contrario.

Hermione se quedó meditando las palabras de Harry, jamás había caído en las comparaciones con otras mujeres, nunca había competido contra los cánones de belleza establecida pues sabía que jamás sería suficiente para ese tipo de industrias y no quería odiar su cuerpo durante toda su vida porque no llegaba a ser inalcanzable.

Pero ahora una especie de inseguridad estaba acechándola desde detrás de un muro.

—Lo dices porque eres mi mejor amigo y jamás dirás lo contrario.

—¿Qué?

—¿Crees que puedo llegar a ser tan bonita como Camille Kraussell? —le preguntó con toda la intención de hacer notar las abismantes diferencias que habían entre ambas mujeres.

Harry frunció el ceño sin entender del todo hacia donde iba esa conversación.

Herms...

—¿Qué, acaso es una pregunta inadecuada?

—No mal-viajes tu cerebro, sabes que aunque yo te diga lo hermosa y brillante que eres, tú no estarás de acuerdo y seguirás en el ridículo círculo vicioso de comprarte con ella.

—Bueno, al menos logras aterrizarme.

—Hermione —dijo mirándola directo a los ojos —, esto sonará muy trillado, pero sin duda eres una mujer perfecta, llevas contigo algo que nadie tiene y es que eres única ¡mírate!

—Por mucho tiempo me consideré muy poco atractiva, Harry. Y sé que no debería estarme compadeciendo, pero la verdad no entiendo cómo no sentirme desechable.

—Hermione, tú mejor que nadie conoce tus atributos, sabes de sobra que tienes un culo precioso —mencionó aquel atrevimiento para hacerla sentir mejor y lo consiguió, pues ella se rió.

—¿Lo crees? Esto es ridículo. Pero sin duda eres genial.

—Claramente lo creo, jamás he tenido otras intenciones contigo. Pero eso no quiere decir que no observe lo que está delante mío y evidente y visible.

—Ya hemos hablado demasiado de mi y mis tragedias —susurró dejándose cautivar por la forma de la puesta de sol —¿Has hablado con Ginny?

—No mucho. Me ha enviado algunos correos, sin embargo estoy claro en mis decisiones, nos divorciaremos y probablemente tengamos que seguir compartiendo de uno u otro modo, soy muy cercano a los Weasley, pero ella será quien tenga que enfrentar a su familia más profundamente, honestamente puedo tener esa conversación, sin embargo ella fue quien se encargó de destruir lo que teníamos, de cierta forma estoy tratando de darle la oportunidad de ser honesta al menos con su familia antes de comunicar mi decisión.

—Eres un hombre fuerte Harry, sin duda tienes una capacidad de sobreponerte a la adversidad de maneras insospechadas. Tengo mucho que aprender de ti.

Harry pasó su brazo por encima del hombro de su amiga y comenzaron a caminar pues era tiempo de que se alistaran para la cena. Hermione se sentía más tranquila cada vez que tenía la instancia de conversar con su amigo.

Sí que sabía cómo hacer sentir mejor a las personas.

—A mí me gustaría tener tu trasero.

Hey— dijo golpeando su hombro con el puño—, ya basta con eso. Malfoy me lo solía decir, solía estar obsesionado con mi trasero. 

Harry rodó los ojos con fastidio. Que su mejor amiga lo estuviera comparando con Malfoy daba a entender lo implicada que estaba con este a pesar de todos los acontecimientos recientes. 

—¿Han hablado? ¿O se ha hecho el idiota todas estas semanas? —preguntó Harry con expresión dubitativa.

—Algunos correos electrónicos que no me he molestado en abrir—contestó Hermione sin mirarlo a los ojos.

—¿Piensas preguntarle qué es lo que pasó?

—No, creo que es mejor dar por hecho de que nuestra pseudo relación está terminada, así evitamos cualquier tipo de malentendido. No es que haya hecho algo malo, no teníamos compromiso alguno, soy yo quien malinterpretó las cosas.

—¿Le dirás que acabó o simplemente desaparecerás? La verdad es que puede que Malfoy sea un idiota, pero creo que si no está dándose por aludido con tu distancia emocional y comunicacional, es porque quizás realmente cree que no ha sucedido nada.

—Honestamente no lo creo —recalcó —, es un idiota en muchos sentidos, pero es inteligente. Ahora ¿podemos evitar hablar de él? No quiero deprimirme lo que queda de la tarde, tenemos una cena y no quiero ser la aburrida de la velada únicamente porque mi vida íntima se ha convertido en una tragedia.

—Eres una dramática.

—Sí —recalcó ella encogiéndose de hombros —, pero no puedo evitarlo. Lo aprendí de pequeña con las novelas muggles que mamá veía por televisión. ¿Qué sería de nosotros sin drama en nuestra vida? Todo sería plano y gris.

—Lo que digas, creo que estás loca. Vamos, tenemos que prepararnos para la cena. 

Ambos magos volvieron al hotel y lucían elegantes una vez que estuvieron listos para la cena. No era una reunión formal de negocios o trabajo, sólo una buena comida junto a los colegas de Polonia en un buen restaurante. Atravesaron las calles caminando, pues estaban a una distancia muy corta. 

—¡Llegaron al fin!—saludó una mujer morena de pelo rizado en forma de afro.

El grupo de trabajo de Polonia con el que Hermione y Harry estaban trabajando era sumamente interesante y amigable. Todos habían congeniado excelente y el casi mes de trabajo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Jedrell Kroll estaba allí y posó sus ojos en Hermione inmediatamente, ella percibió aquel gesto y correspondió con una sonrisa; con el paso de las horas todos se dejaron seducir por la conversación y la deliciosa comida que habían ordenado, las copas de vino iban y venían. Las risas genuinas de las anécdotas vividas durante el transcurso del tiempo en el instituto Kolysanka estaban siendo el tema central de la cena. 

—Deberían quedarse más tiempo— susurró Jedrell en dirección a Hermione que yacía junto a él en la mesa —,hemos hecho un trabajo excelente, tú en las indagaciones del instituto y Potter en lo que ha implicado los planes de seguridad. 

—Pues ya requieren de nuestra presencia en Inglaterra, además sabes que estoy participando en el proyecto en Australia. No puedo quedarme en Polonia y dejar un trabajo a medias, ya me conoces.

—Claro que lo hago— pronunció las palabras con intención, acariciando el dorso de tu mano con los dedos de forma sensual por lo que el mago temió que ella se intimidara.

Pero Hermione sintió esa caricia recorrer su espina dorsal, la sensación fue abismal. Sonrió y desvió la mirada debido a que había percibido cierta tensión entre ellos. 

Una sensación que no quería propagar. 

Ya sabía de qué manera terminaban esas expresiones de cercanía. 

—Propongo que vamos a mi apartamento— expuso Jedrell— .Ahí podemos beber unos tragos y conversar otro rato. Lo estamos pasando bien ¿no?

Todos se miraron, sin embargo el mago que propuso la idea estaba centrado en los labios y el rostro de Hermione, quien volvió a sonreírle. Él era un hombre realmente agradable y conversar con él era exquisito debido a sus variados temas de conversación. El grupo asintió y tras pagar la cuenta se aparecieron en un apartamento que tenía acceso a la azotea del edificio.

La castaña se acercó en dirección al barandal y observó las luces de la ciudad, desde allí podía ver la luz del faro y el muelle de la ciudad. Se sintió tranquila y sin peso, hacía semanas que no se sentía así, había disfrutado de la cena y de la compañía de los nuevos compañeros que había hecho en el transcurso del viaje.

—¿Vino?— Jedrell se acercó a ella mientras los demás comenzaban a colocar música y cantar.

—Gracias— contestó Hermione, asintiendo, perdiéndose un poco en la cautivadora mirada del mago. 

—¿Hay algo que tu cabeza esté manteniéndote más allá que acá? 

El polaco era sumamente perceptivo, ninguno había tocado palabra, sin embargo podía darse cuenta de que Hermione había sufrido por algunos sucesos antes de venir a su país. Había algo en el brillo de su mirada que no estaba ahí, una chispa no estaba presente y su sonrisa no era tan radiante como de costumbre.

—Quizás, han sucedido cosas pero no es como que quiera hablarlas aquí.

—¿Perdiste algo que no puedes recuperar acaso?— preguntó colocando un mechón de su cabello detrás de la oreja— algo hay en tu mirada, en tus pensamientos que no te dejan tranquila. 

Sonrió, pero no le diría nada sobre Draco, no le parecía correcto.

—No soy una buena compañía en este momento. Lo lamento, soy una aburrida.

El hombre acercó su mano a la mejilla de la bruja y con un dedo delineó su perfil. Sin que ella pudiera oponer resistencia depositó un beso suave sobre los labios de Hermione, los que estaban pintados de un suave color damasco, ahora mucho más oscuros debido al vino.

Ella no lo esperaba, pero sus fosas nasales se impregnaron del perfume de Jedrell. 

Para su pesar muy similar al masculino aroma de Draco Malfoy.

—Jedrell, no puedo...

—Déjate llevar, Hermione. 

El hombre la condujo lejos de las lucecitas que iluminaba la azotea, apoyándola en uno de los murales de cristal. Allí la besó con pasión y se adentró en su boca con hambre, lo deseaba desde hace mucho, Hermione era a  sus ojos, la mujer más atractiva que había conocido. 

Ella se encontraba en una disyuntiva, no sentía lo mismo que él. 

Lo sabía y no quería jugar con sus sentimientos. 

—Jedrell, no puedo corresponder a lo que sientes. No quiero pienses cosas que no sucederán. 

—No me importa, puedo ser tuyo aunque realmente no quieras. 

Algo se desconectó dentro de la mente de Hermione y se dejó conducir por las habitaciones. 

Todos estaban demasiado ebrios como para ser consientes de los gemidos que minutos después provenían de la habitación. 

 A la mañana siguiente cuando Hermione y Harry subieron al avión rumbo a Inglaterra, ambos estaban manteniendo el silencio. Potter sabía lo que había sucedido pero no sabía cómo abordarlo, necesitaba saber que ella no se estaba volviendo una histérica. 

Cuando el avión estaba en el aire, Hermione lo miró dando un sorbo a su botella de agua. 

—La tensión fue demasiada— dijo a modo de explicación—, tuvimos que saciarnos— mencionó al recordar su encuentro sexual con Jedrell Kroll la noche anterior . 

Recordaba sus manos recorrer su cuerpo, los besos mojar su piel y su centro explotar en el orgasmo que este le proporcionó. 

Pero se sentía vacía. 

Nada era igual. 

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