• CAPÍTULO 23 | ACRIBILLAR NUESTRO MUNDO PERFECTO.
Hermione descendió del avión dejando atrás las múltiples reuniones que había tenido en Australia. Se había despedido de forma cálida de sus padres, quienes insistieron en ir a dejarla y poder ayudar en lo que ella requiriera, aceptó debido a que sabía que probablemente tardaría en volver a verles.
Siempre existía ese sentimiento tras hacerse completamente independiente, ella solía extrañar el que fue su hogar, también tenía que ver en que tuvo que dejarlo de forma abrupta cuando emprendió camino en la búsqueda de horrocruxes, se fue siendo una niña y volvió siendo una mujer.
Hermione podía ser una niña cuando estaba con ellos, algo que en ocasiones añoraba.
Volver a Inglaterra era algo abrumador; no porque tuviera que dar cuentas sobre sus resultados en el proyecto –aquello había ido de maravilla– si no porque sabía que ella y Draco se debían una conversación que hasta ahora no tenía valor para enfrentar. No tenía el suficiente coraje para enfrentar sus propios sentimientos, menos para iniciar una plática que no tenía idea cómo llevar a cabo.
Por Merlín.
Godric Gryffindor tenía que estar revolcándose en su tumba debido a su causa.
Había olvidado cuando las cosas se volvieron tan comprometedoras, cuando el sexo había dejado de ser sólo sexo y su mente dejó de actuar con rasocinio. Quizás sólo debía dejar de sobrepensar todo, dejar de lado el control que tanto quería poseer en todas las ocasiones.
Tal vez no debería esmerarse en ser perfecta y querer contentar a todos, incluido Draco Malfoy. En esa ocasión puede que él tuviera que decir las primeras palabras y darle un empujón hacia lo que estaban encaminando.
Cuando llegó a Londres, sentía que su cuerpo no podía más del cansancio y del sueño, el cambio de la zona horaria la tenía hecha un lío y detestaba dormir en los aviones, por lo que le hacía falta una noche de sueños placenteros. Sus compañeros le saludaron en el instante en que caminó por los pasillos en dirección a su oficina, quería dejar los documentos importantes en el ministerio ya que después de esa tarde tenía autorización de tomarse un descanso y quizás aquellos papeles requerirían de inspección por parte de los departamentos correspondientes.
—¿Qué haces aquí? ¿Según yo deberías estar descansando? —Christine era una joven que estaba realizando su pasantía, por lo general rotaba sus funciones en las distintas materias, sin embargo era muy capaz de saber todo lo que sucedía en el ministro —, Kingsley mencionó que estarías de vuelta la otra semana.
Hermione sonrió, tomó una pluma y comenzó a dejar allí un punteo de ideas que no quería que se le olvidaran, si lo hacía no sería capaz de descansar como era debido.
—Sólo vine a dejar estos documentos que iban a ser necesarios estos días para adelantar papeleo.
—Y dejas instrucciones detalladas, de verdad quiero ser como tú en un futuro.
—No, de verdad si eres como yo te estresa mucho, Christine. Por favor, puedes entregarle esto directamente al ministro, asumo que ahora debe haberse retirado a alguna reunión.
—En efecto, salió con algunos miembros del departamento de seguridad.
—Dale esto —mencionó dándole una carpeta con varios documentos —, además ¿podrías decirle que Karine Moore se encontrará aquí la próxima semana? Vendrá personalmente a discutir cualquier tema pendiente por resolver antes de la puesta en marcha.
—Oh, no hay problema. Estoy segura de que mañana se tomará el tiempo de revisar ambos proyectos, el señor Malfoy ya envió su papeleo.
—¿Anduvo por aquí? —preguntó sin poder evitar su interés. Sabía que llegaría entre estos días, lo habían hablado durante su última llamada, no obstante ninguno tenía claridad de cuándo arribaría a Londres, a veces solían haber percances de último momento y sus agendas eran demasiado apretadas como para comunicarse todos los días.
—No, pero también envió una nota indicando que había llegado a Londres y se presentaría el lunes entrante. Además consultó si es que ya habías vuelto— le contó con naturalidad.
—Gracias, Christine. Deja saludos al equipo de trabajo. Me voy a casa, estoy totalmente exhausta.
—Descanse, señorita Granger.
—Sólo Hermione, recuérdalo.
No sabía qué hacer en ese momento, tenía muchas ganas de llegar a su casa y descansar, pero en ese instante al saber que Draco ya había vuelto de América, quiso verlo, lo más seguro es que se hallara en su departamento. Pensar en que él había preguntado por ella le causaba una sensación grata en el fondo del pecho, como si de repente estuviera flotando como una adolescente ridícula.
Se dijo a sí misma que quería saber como había vuelto de su viaje. Después iría a casa de Luna por Crookshanks.
Nada más que una visita por cortesía.
Draco vivía en un sitio muy elegante, era un exclusivo departamento, claramente no todo el mundo podía acceder a comprar un piso allí, ya que la renta era ridículamente costosa. Accedió al edificio y pasó cuando el asistente se distrajo, no quería que este fuera a arruinar la sorpresa, no le gustaba andar a hurtadillas, era algo que detestaba y llevaba haciendo durante meses desde que estaba con Draco.
Tocó a la puerta cuando estuvo frente al apartamento de forma discreta, se apretó los labios, impaciente.
De pronto apareció, con su cabellera rubia despeinada, como si estuviera recién saliendo de la cama, su expresión se hizo un poema por unos segundos y después de eso una sonrisa resplandeciente se plasmó en su rostro. Había sido inevitable, ver a Hermione conseguía que su expresión cambiara, que todo dentro de él diera vueltas, su mundo se ponía patas arriba; antes de que ella pudiera si quiera saludarlo, él la tomó de la mano y la hizo entrar en el apartamento, sus brazos se hicieron alrededor de su cintura y estampó sus labios en los de ella, añoraba su cercanía, deseaba sus besos, sus labios, su presencia, su cuerpo.
—Hermione...—siseó mientras los labios de ambos se entrelazaron, unidos una y otra vez en el broche de un beso apasionado. Draco paseó su lengua por su cavidad, acarició sus labios con ella, sintiendo su aliento y su calidez.
Llevó una de sus manos por arriba de su ropa, sobando su espalda con apremio, sintió su aroma inyectarse en su interior a través de sus fosas nasales.
Le había extrañado mucho, no se había percatado de ello hasta ahora que la veía en su casa, hasta ahora que la mantenía prisionera de sus brazos.
—¿Por qué no me avisaste que volvías hoy? —siseó mientras dejaba besos en su cuello, mientras sentía su olor, mientras trataba de empaparse de su esencia.
—Pues quería que fuera una sorpresa —replicó ella sin poder contener la emoción que ese encuentro le provocó.
—No sabía que en el último tiempo te habías vuelto tan divertida —murmuró besando su oreja.
Él se separó de ella y sin previo aviso tomó entre su mano la de la bruja, quien suspiró por lo bajo. Hermione observó sus ojos grisáceos y apretó su mano a la de él.
—Pues uno de los dos debe serlo, ¿no crees, Malfoy?
Él acarició su mejilla y emitió una carcajada.
—Yo siempre soy divertido, jamás te he visto aburrida cuando estás conmigo.
—Había olvidado lo engreído que eres, realmente en ocasiones eres muy odioso, por no decir que lo eres siempre.
—Y creo que así te gusto ¿me equivoco?—Antes de que ella pudiese responder, se apartó guiñándole un ojo —Iré a darme una ducha, si gustas puedes prepararte algo para comer o ir a tumbarte en la cama, debes estar exhausta por el viaje.
Hermione observó todos los movimientos del rubio y después sintió el grifo de la ducha abrirse en el cuarto de baño. Se levantó dando vueltas por la sala, observó la ciudad desde las alturas del apartamento, nuevamente agudizó el oído y notó la calidez emanar del cuarto de baño y en ese instante sintió excitación, quería tener la oportunidad de ver a Draco desnudo, de verlo relajado tomando una ducha, absorto del mundo, solamente él con sus pensamientos.
Sus dedos fueron más rápidos e inició desabrochando el botón de su blazer azul, seguido se quitó los zapatos de tacón; poco a poco se quedó en ropa interior, debatiéndose si hacer o no aquella lujuriosa invasión a la privacidad que estaba a punto de cometer, sus brazos fueron más astutos y le ayudaron a quitarse el brasier que sostenía sus senos, tanga dejó al descubierto su trasero y sus piernas la condujeron hasta el cuarto de baño que había dentro de la habitación de Draco, ya conocía muy bien ese departamento.
El vapor estaba rondando en la habitación, el calor había subido y los cristales estaban empañados por la temperatura, abrió un poco más la ventana y después de eso abrió la puerta del shower. Draco no se había percatado, por lo que sus ojos se abrieron de par en par al ver el cuerpo desnudo de Hermione , notó la manera sensual en que ella estaba viéndolo, tenía que admitir que le fascinaba cuando ella tomaba la iniciativa y sus instintos más inmorales emergieron de su interior cuando fue mirando cada uno de los detalles de su cuerpo.
Ella no emitió palabra, entró en la ducha y cerró la puerta de corredera tras ella, sintió el agua tibia deslizarse sobre sus pechos, sobre su espalda, golpear su cabello y sus brazos se entrelazaron en su cuello, atrayéndolo hacia ella, comenzó a devorar sus labios con pasión, adentrando su lengua en su boca, que a su vez la recibió gustoso, las manos de Hermione bajaron por su espalda, culminando en su trasero, estas acariciaron de forma vehemente su cuerpo, le había deseado en demasía durante todo el tiempo que se mantuvieron separados.
Draco por su parte sintió crecer su erección de manera inmediata, le gustaba mucho ver y sentir el cuerpo de la castaña cerca de él. Sobretodo su estaba desnuda, arriesgándose a cometer una maniobra alocada, tomó a Hermione en sus brazos, separándole las piernas, sentía su miembro ardiendo, deseaba penetrarla de inmediato, pero quería tomarse su tiempo, la apoyó contra la pared y sus labios se dirigieron a su cuello, a sus pechos. Lamió la extensión de su cuello, desde su oreja hasta sus senos, apretó sus pezones entre sus labios, consiguiendo que ella gimiera de placer, fue succionándolos, intercambiando uno a uno.
Ella jaló el rubio cabello del mago, entrelazándose entre sus dedos. Dejó que los besos del joven subieran su temperatura, hasta que sintió como sus labios bajaban, recorriendo su abdomen, surcando su piel con besos húmedos que no hacían más que subir su líbido. Su lengua acarició su entrepierna, sus pliegues, aquel botón donde se activaba todo su deseo estaba siendo llevado al máximo punto de placer debido a las atenciones de él.
—Mierda...sabes tan bien. Tu sabor es delicioso. Quiero hacer que te vengas, que te vengas en mi.
Hermione se dejó llevar por las sensaciones placenteras que anegaban su cuerpo, por los dedos de él que acariciaban todos sus rincones, por su lengua traviesa y exigente que quería ir hasta el más íntimo de sus lugares. Percibió cómo sus piernas estaban a punto de desfallecer, no obstante los brazos fuertes de su acompañante estaban allí, sosteniéndola aunque estuviera haciendo un montón de otras cosas en su cuerpo; cerró los ojos y apretó sus dedos en su cabeza dejándose ir, sintiendo aquella ardiente lujuria en su centro.
Draco se regocijó sintiendo las pruebas irrefutables del orgasmo que ella estaba sintiendo, percibió sus fluidos, sus espasmos, los gritos de placer que era imposible controlar. Una de las cosas que más placer le causaba era verla retorcerse de satisfacción y que eso fuera gracias a él y sus habilidades.
Sin consultar, cerró el grifo y la tomó en vilo, logrando que ella cerrara sus piernas alrededor de sus caderas; la condujo hasta la habitación, consumido por el deseo y la pasión que transitaban en su cuerpo. La tiró en la cama con algo más que apremio y prisa, necesitaba sentir que estaba dentro de ella.
Necesitaba unirse a ese placer desbordante que la bruja sentía. Le dedicó una sonrisita soberbia de medio lado, la besó en profundidad, regocijándose de hacerla percibir su propio sabor, de forma algo brusca la volvió, dejando su trasero expuesto. Acarició toda la extensión de su espalda, para terminar en una coqueta nalgada.
—Tienes un culo de ensueño —le murmuró al oído, besando su cuello —Voy a follarte, Hermione. Voy a hacerlo ahora y quizás sea algo rudo, porque todo esto de verte húmeda me ha excitado como no te imaginas.
—Pues hazlo, y no seas gentil, hazlo fuerte —susurró Hermione, todavía en la nube en que el orgasmo la había dejado.
Él besó su espalda y jaló su cabello con intención, sus manos recorrieron los rincones de su piel, notaron cada una de las pecas y lunares que decoraban la extensión de ella. Sin más preámbulo, la penetró, dejando que ella proporcionara un ángulo completamente excitante para continuar el encuentro; con ambas manos en las caderas, Draco comenzó a menearse dentro de ella, adelante y atrás, con un ritmo que poco a poco se fue intensificando, que cada vez era más fuerte, donde el sonido de su cuerpo chocando dentro de ella era un vaivén sin frenos, donde masajear su trasero y darle golpecitos coquetos complementaba el ritmo exigente de sus penetraciones. Como pasaban los minutos, ella se sujetó con las manos a la sábana, no quería que sus sensaciones la aletargaran todavía, quería disfrutar la forma en que el miembro del mago hacía cosquillas en su interior.
Draco siguió enterrandose en ella con fuerza, notando como la temperatura de su cuerpo subía, la sangre estaba concentrada en su centro que estaba a punto de explotar. Jaló nuevamente el cabello de la chica, ella le otorgó una mirada coqueta al momento de volver su cabeza de medio lado.
—Voy a correrme dentro de ti— anunció, liberando todos los fluidos que en ese instante estaban siendo dejados llevar por el orgasmo que sentía, abrumador y extenuante —, oh, Hermione.
Hubiera querido que el instante no se acabara, pero salió de su interior sintiéndose exhausto, ambos se estiraron sobre el colchón, calmando sus respiraciones, con los ojos cerrados, siendo conscientes de todo el placer que su pasión desencadenó. Tenían los cuerpos sudados, acalorados y con la sangre que les hervía bajo la piel.
—¿Quieres seguir? —le preguntó Draco —, pues no estoy ni cerca de estar satisfecho de tu cuerpo.
Ella negó con la cabeza, aún tenía los ojos cerrados. Estaba agotada y ahora las hormonas que él y los orgasmos que le había dado, estaban haciendo de las suyas en su sistema nervioso.
—Ahora sólo quiero dormir. Me bañaría nuevamente, pero no soy capaz de mover las piernas.
—Gracias por concederme esa hazaña, Hermione. Un día te dije que cuando follasemos, después no recordarías ni quien eras, ni podrías moverte de la cama. Estoy muy satisfecho de haberlo logrado.
—Eres un engreído.
Draco se acomodó detrás de su cuerpo, abrazándola. No quería sofocarla con la calidez de su cuerpo, por lo que colocó una mano sobre sus caderas y volvió a cerrar los ojos.
Poco a poco ambos fueron siendo vencidos por el sueño y el fresco aire que comenzaba a mover las cortinas de la habitación. Ella también hizo que su cuerpo encajara en las líneas del cuerpo de su acompañante, se sentía relajada, incapaz de mover un sólo musculo de su cuerpo.
Pronto, ninguno era capaz de ser conscientes de los minutos, de las horas, del tiempo que yacían juntos.
Lo único que importaba era el hecho de que sus cuerpos descansaban el uno contra el otro, sintiendo la piel desnudarte y húmeda del contrario. Una sensación que a ambos les agradaba de sobremanera.
•
—Estoy feliz de volver a verte Karine, lamento que no haya podido venir el resto del equipo —comentó Hermione mientras se sentaban en el café que estaba en la planta baja del edificio del ministerio de magia.
Karine Moore había llegado a Inglaterra para mantener conversaciones con el ministro, hablar sobre el proyecto de Australia y cómo iba avanzando.
—Te aseguro que todos te mandan saludos, eres una buena compañera, Hermione.
Ya había cierta confianza entre ambas, habían pasado mucho tiempo juntas en lo que el proyecto implicaba, por lo que estaban compartiendo bastante, era lógico que quisieran beber algo en medio de tanto papeleo administrativo.
Crear una nueva escuela de magia era algo que no podía nacer de la noche a la mañana. Pero hacían lo posible para que fuera un proceso más rápido.
—¿Qué ha pasado con el presupuesto? ¿Fue aprobado allá en Australia?
—Lo importante es que el departamento inglés de economía lo haya aprobado, si es así, lo que opinen mis jefes será más fácil.
—Oh, estoy segura de que aquí ya está visado. No hay inconvenientes.
—¿Quién está llevando a cabo la gestión?
Hermione no pudo evitar que sus ojos fueran a la mesa donde Draco estaba sentado con sus compañeros, vestía tan elegante como siempre y bebía café de grano con una pizca de cacao.
Eso ya lo sabía de memoria.
Hermione ladeó la cabeza e indicó de manera disimulada en su dirección.
—¿Ves al rubio sentado junto a la planta de aquel gran macetero? Él es Draco Malfoy, es quien se está encargando de los presupuestos en el proyecto, es el hombre de confianza del jefe del departamento, por lo que él es quien lo aprobó.
Karine agudizó la mirada y una sonrisita atravesó sus labios. Gesto que no pasó inadvertido por Hermione.
—Así que él es Draco Malfoy.
—¿Le conocías de antes? —Eso no lo esperaba, Hermione no pensó que Karine pudiera conocerlo, teniendo en consideración que él no había viajado al país.
—Pues he oído rumores sobre él, es raro ponerle cara al rostro de la persona de la que he oído hablar últimamente.
—¿Últimamente? ¿A qué te refieres?
Karine le dio un sorbo a su té verde y frunció los labios.
—Una vez que ustedes abandonaron los países, tuvimos una conferencia con América, una mujer llamada Venus Russel es la embajadora del proyecto en Estados Unidos— explicó —, gracias a Merlín solamente estaba en la reunión, pues no dejó de hablar sobre lo profesional y sexy que era el enviado inglés, lógicamente refiriéndose a Malfoy.
El rostro de Hermione cambió de forma drástica.
—¿Enserio?
—Sí, mencionó que entendía porqué su sobrina había estado tan obsesionada con él, pues ella había comprobado lo bueno que era para todo tipo de artes, no tan sólo en su trabajo.
—¿Su sobrina?
—Oh, una modelo, una chica famosa, llamada Camille, no la conozco realmente.
Hermione sí, sabía muy bien a quien se refería su compañera de trabajo.
—¿Osea que ella y él?
—Venus dio a entender que había tenido una aventura con él. Un comentario totalmente fuera de lugar en aquella reunión, desearía que fuera removida del cargo, pero probablemente no lo será —hizo una pausa y notó el cambio de ánimo en la inglesa —¿Todo está bien? Palideciste.
Hermione observó a Draco y en el momento en que hicieron contacto visual, ella desvío la mirada, totalmente incapaz de ocultar su molestia, su ira creciente y sí, porqué no decirlo.
Sus celos.
—No puedo llegar a pensar que un colega de trabajo sea tan poco profesional. Nada más que eso.
—Bueno, hay que admitir una cosa, es un hombre muy guapo, creo que sería difícil resistir a sus encantos.
Hermione sabía que aquella frase era verdad.
—No lo sé, puede que sólo suceda con quienes se dejan cautivar por una cara bonita —escupió con resentimiento.
El mundo perfecto entre ellos había caído al suelo.
Esa simple conversación había reventado la burbuja en la que Hermione había estado viviendo durante meses.
¿Qué demonios haría ahora sin ese mundo perfecto que había inventado para ella y él?
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