• CAPÍTULO 12 | FANTASÍAS ADOLESCENTES.
Hermione jamás pensó que sería tan difícil volver al ministerio después de haber puesto las cosas con Malfoy a raya. Era lo que quería y lo que sintió sería lo mejor para ellos en cuanto a lo laboral. No obstante verlo caminar por los pasillos, con aquella faceta despreocupada y la sonrisa torcida, no facilitaba las cosas.
No es que hubiese esperado que él estuviera sufriendo por no seguir follando con ella. Era sólo una sensación de vacío en su interior la que le preocupaba, como si la adrenalina hubiese desaparecido y el trabajo ya no fuera tan entretenido como la había estado siendo en los últimos meses.
Coger con Draco fue una agradable y placentera distracción que disfrutó cuanto duró. Sin embargo ya era momento de volver a centrar sus pensamientos y concentrarse en lo realmente importante que era poner en marcha la construcción de la escuela mágica que tenía como principal proyecto en su cartera para ese año.
En unas semanas más estaría viajando a Europa del Este y con ello darían el exitoso inicio de las obras donde en un año habría otra escuela de magia que contribuiría a expandir la educación, la cultura y las causas sociales en el mundo mágico.
Esa tarde fijarían la fecha del viaje, puesto que Kingsley, Draco y ella tenían una reunión después de almuerzo, donde afinarían los últimos detalles del inicio de las obras y enviarían los memos correspondientes a los departamentos de economía y cooperación mágica para por fin dar por iniciada la tarea en sí.
Ella sabía ser profesional, por lo que asumió no tendría ningún inconveniente de toparse a Draco Malfoy en la reunión indicada.
Había que separar las cosas.
Por ese mismo motivo ella había puesto los límites necesarios, zanjando cualquier contacto demasiado íntimo entre ellos.
Preparó las carpetas con los pergaminos correspondientes y luego bajó a almorzar al comedor habilitado para los trabajadores, estaba emplazado en un jardín muy bello, al aire libre, donde los funcionarios podían disfrutar de su tiempo libre sin estar encerrados en las oficinas, tras los cristales y los muros impolutos de los edificios.
Hermione gustaba de leer mientras comía, claramente teniendo cuidado de no manchar las valiosas páginas del libro que fuera su acompañante. En ese instante estaba leyendo Persuasión; una historia muggle que era de sus favoritas. Adoraba el hecho de que en una época tan machista hubiese existido una escritora capaz de reflejar la realidad y los sentimientos reales de las mujeres sin sentir el miedo de ser juzgada por la gente de su tiempo.
—Disculpa—Una voz femenina la hizo levantar la vista— ¿tú podrías decirme dónde se encuentra el departamento de economía aquí?
Hermione observó a la mujer más bella que sus ojos habían visto.
Antes creía que nadie podría superar la belleza de Fleur DelaCour, no obstante esta chica era realmente despampanante. Poseía unas curvas acentuadas por el vestido azul que llevaba, logrando hacer ver sus piernas aún más largas. Su cabello largo y rubio caía en ondas detrás de su espalda, lo que conseguía que sus facciones resaltaran, su tez era blanca, sus ojos azules eran grandes e infantiles, sus labios carnosos y nariz respingada eran proporcionados y armoniosos.
Probablemente si hubiese sido adolescente se habría cuestionado su heterosexualidad al verla.
—Oh, sí— respondió después de haberla mirado de arriba a abajo sin mucho disimulo.
No quería ser desagradable y mucho menos envidiosa. Su curiosidad era netamente debido a que jamás había presenciado esos rasgos y ese cuerpo en las mujeres que se relacionaba y realmente estaba impresionada, igual que sus compañeros, quienes disimuladamente volteaban a ver a su mesa.
—Debes entrar al edificio, buscar uno de los ascensores y bajar en el piso cuatro— declaró con una sonrisa en la cara —, allí siempre se encuentran los asistentes de quienes trabajan o los encargados, pero ahora puede que no les halles a todos puesto que es hora de colación.
—De verdad te agradezco, sólo vengo a dejar un cheque y hay tantas puertas y pasillos que estaba volviéndome loca. Hace días he tratado de encontrarme con la persona que busco y no he tenido éxito.
—Espero que puedas dar con ella.
—Te agradezco. Por cierto, que bellos zapatos— murmuró la rubia de ojos similares a los de un gato.
Hermione se sintió totalmente halagada al recibir semejante comentario de esa mujer que parecía ser una modelo de alta costura.
—Pues gracias— sonrió sin saber qué más decir.
En ningún momento se le ocurrió preguntar a quien buscaba. Continuó devorando su comida y el libro de igual manera, sintiéndose a gusto en lo que invertía su tiempo de colación. Tras terminar su comida, subió a su oficina para lavarse los dientes, no quería llegar tarde a la reunión y dejar un mal precedente con su jefe.
Tampoco quería que Draco pensara que se demoraba porque la evitaba, pues no era así. Ella sabía muy bien llevar el trabajo fuera de su vida personal; aunque debía admitir que en las últimas semanas este se había mezclado inevitablemente y no supo cómo reaccionar, por eso volvió a su zona de confort, alejando al rubio.
No sabía cómo manejar el hecho de estar disfrutando tanto del sexo que ambos mantenían.
No sabía cómo sacarlo de sus pensamientos durante sus horas laborales y aquello la abrumaba.
La correcta Hermione temía cometer un error, tenía la cabeza en las nubes o más bien dicho, tenía la cabeza repleta de pensamientos lascivos en donde ella y Malfoy terminaban en su cama desnudos.
Cogió la varita y los documentos que había encarpetado, para posterior a eso dirigirse a la oficina de Kingsley Shacklebolt, –quien aguardaba por ellos en su despacho– Hermione se sentía entusiasmada por los avances en su proyecto y quería recibir los refuerzos necesarios para sentir la confianza total.
—Adelante, Hermione— le saludó el mago de forma animada—, no sabes lo mucho que he estado aguardando por esta reunión.
—Estamos en las mismas condiciones, ministro— respondió la castaña, sonriendo y acomodándose a un costado del hombre, este tenía un alto de papeles esparcidos en la larga mesa de su despacho.
La puerta no tardó en abrirse, no obstante la figura elegante y masculina de Draco no apareció. En su lugar ingresó Susan Bones y se sentó allí ante la mirada desconcertada de los dos magos que ya estaban allí.
—¿Señorita Bones?— cuestionó Kingsley—, ¿sucede algo?
La aludida dejó a un lado los papeles que llevaba y tragó saliva. Probablemente nunca había estado en una reunión tan importante o que implicara tantas responsabilidades.
—Sucede que el señor Malfoy tuvo una emergencia de último momento, por ende dejó en mis manos este asunto de Polonia el día de hoy—contestó con una sonrisa en la cara, mostrando el orgullo que le provocaba ese hecho.
Hermione y Kingsley intercambiaron una mirada de extrañeza. Sin embargo Kingsley la convirtió en una mueca de disgusto y Hermione en una de estrés.
No quería pensar que Malfoy era tan irresponsable e infantil como para no asistir a esa reunión, sólo por el hecho de haber cortado la relación extraña y carnal que mantuvieron.
—Bien, Susan no es tu culpa. Pero Malfoy no se manda solo— espetó el ministro —. Como su asistente espero que le transmitas el mensaje, pues no toleraré nuevamente estas situaciones, él está a cargo del proyecto, si bien no desconfío de tu conocimiento, detesto que las cosas se tomen con liviandad.
Hermione no sabía cómo expresar su molestia. No quería desquitarse con Susan, por lo que no emitió palabra y esperó a que el mago fuera quien llevara la charla en ese instante.
—Granger, esto será breve— señaló el hombre en cuestión—, ¿cuándo te conviene salir a Polonia a supervisar el inicio de la obra? Malfoy tendrá que acatar tu disponibilidad, ya que le gustó faltar a la reunión, no tiene derecho a opinar sobre fechas.
—Lo antes posible, señor. Jedrell Kroll está sumamente ansioso y entusiasmado en que pronto viajemos a suelo polaco para dar el puntapié inicial a las obras.
—Bien, ¿entonces te parece la semana del veinte?
Eso era exactamente en dos semanas.
—Me parece perfecto— contestó.
—Apunta Susan— siseó Kingsley mientras la aludida rápidamente escribía con su vuela pluma.
—¿Cuántos días permaneceremos allí, señor?
—No más de cuatro— respondió—, necesito que una vez que veamos Polonia, organicemos una reunión con el departamento educacional americano para trazar líneas sobre estatutos en políticas interculturales—. Si ven lo que hacemos en Europa del este, quizás quieran unirse al financiamiento de la escuela para Oceanía.
—Eso me parece brillante, podríamos también contactar a Brasil. Se mostraron muy felices cuando las escuelas de magia se apostaron para el hemisferio sur.
—Agéndalo para la primera semana del mes entrante, conseguiremos una auditoría con el ministro oceánico a como de lugar.
—¿Algo más por discutir?
Hermione perdió las palabras de Kingsley después que ella preguntase aquello. Sus ojos se habían posado en el ventanal que estaba a su costado; allí pudo apreciar a la chica que vió en su hora de almuerzo, esta llevaba sus largas piernas y su vestido fuera de las dependencias del ministerio de magia.
No obstante no iba sola.
Iba con nada más y nada menos que Draco.
Y en ese instante Hermione logró identificar quien era.
Camille Krausell era una modista y diseñadora de alta costura. Una bruja alemana quien había sido novia de Malfoy hacía algunos años; la castaña tenía entendido que ambos decidieron terminar y que las cosas no habían ido bien entre ellos durante la época más reciente a la ruptura.
¿Draco había faltado a la reunión para encontrarse con ella?
¿Enserio faltó por juntarse con su ex novia?
—Señor Kingsley, ¿podría disculparme? —preguntó tomando sus cosas—,pasaré por su despacho en unos minutos más para verificar si acordaron algo más con Susan, pero debo ir a corroborar una información allá abajo.
Antes de que el hombre pudiese responderle, ella ya se había puesto en marcha hacia los jardines del edificio ministerial. Draco no podía mantener ese nivel de irresponsabilidad en su proyecto, eran las ideas de Hermione quienes estarían en tela de juicio si es que no funcionaban por alguna irregularidad.
No podía permitir que este fuera por ahí como un Don Juan, menos en horas de trabajo que le tocaban con ella. Cogió uno de los ascensores más rápidos a pesar de ir repleto de funcionarios. Pudo llegar a la planta baja en segundos, sólo fue cosa de localizarlo y emboscarlo.
Allí se encontraba, con su semblante serio y seductor. Usando la voz varonil que por lo general emanaba de su garganta cuando estaba interesado que esta no fuera muy grave y ruda. Él estaba tratando de coquetear con esa mujer y Hermione no supo si el fuego en su interior era porque no se presentó en la reunión o por haberlo pillado ahí en medio flirteo con su ex.
—¡Malfoy!— exclamó y el rubio se quedó de espaldas por un instante antes de volverse.
Cuando Hermione notó su rostro, ya está a allí la mueca de superioridad y arrogancia con la que salía pararse ante el mundo. Algo que no había visto ella últimamente.
—Granger, no estamos en el mercado o en el callejón Diagon para que grites así.
—Ahórrate el sarcasmo y dime, ¿por qué no fuiste a la reunión? Susan dijo que no estabas, y te veo aquí muy relajado.
Los labios de Draco se curvaron en una sonrisa de suficiencia que sabía sacaría de quicio a la bruja. Este la observó de pies a cabeza, dejando de lado unos minutos a Camille, quien observaba la escena sin reparar en lo que verdaderamente pasaba.
—¿Acaso querías verme, Granger?
—Allí está en juego nuestra reputación, Malfoy. No digas tonterías, no te presentaste.
—Sí, dejaré que decidas todo en ese proyecto. Sólo me limitaré a firmar, no es necesaria mi presencia en demasía. Necesito alivianar mi carga laboral por eso dejé a Susan a cargo.
—Eres el encargado del departamento de economía, no digas estupideces...
—Cuida tu boca, Hermione. No vaya a ser que algo caiga dentro de ella— susurró—, puedo dejar encargados mis proyectos a mi asistente, confío en ella, no me presenté porque estaba ocupado en algo más.
—Bueno, el ministro no está contento.
—Bueno, pasaré a hablar con él en un rato. Si me disculpas, ahora tengo otros asuntos que atender—ronroneó con las ironías a flor de piel.
Hermione frunció los labios y se atrevió a hablar antes de que este se fuera.
—Asumo que tu ausencia no se debe a nuestra charla del fin de semana ¿cierto?
Los ojos grisáceos de Draco de inmediato de posaron en los de ella con algo más que simple contacto visual, había algo más que una mirada de educación.
—No, Granger— respondió con determinación—, no tiene nada que ver con nuestra conversación del fin de semana.
—Me alegro, eso no sería nada maduro de tu parte.
—No me interesa boicotearte, me presentaré en todo lo necesario.
—Eso espero. Asumo que las rivalidades se evaporaron...
—Mira, no te creas tan importante, Granger— resopló entrecerrando los ojos—. Ahora si no tienes más que decir...
—No nada más.
Ella observó a Draco alejarse mientras su mano rodeaba de forma delicada la cintura de aquella mujer con bellos ojos y ropa cara.
Sintió una punzada en su interior.
Y sintió locos deseos de encerrarse en el baño de su oficina por el resto del día.
No obstante no podía permitirse aquello.
Lo que sucedió entre ella y Malfoy no tenía importancia o eso era lo que se esmeraba en decirle a su cerebro.
•
Draco sólo tenía intenciones de beber una copa con Camille y saldar las deudas que habían quedado pendientes tras su ruptura.
En ningún momento estuvo en sus planes llevarla a ese hotel para follarsela.
Eso hasta Granger apareció con su arrogante actitud y sensual cuerpo a increparlo por no aparecer en la reunión. Ahí supo que la rabia le podía y que efectivamente no se presentó porque no quería verla y su ex novia fue la excusa perfecta para desaparecer.
Al inicio sólo serían un par de tragos para conversar de la vida y dejar saldadas las cuentas que tenían. Hacía años, la familia Malfoy había puesto capital en la marca de vestidos de alta costura de Camille y ahora que la situación era rentable, ella se acercó para poder quedar al día con su préstamo.
Camille Krausell lo había hallado en medio de una oficina ostentosa, tal como lo recordaba de hacía algunos años. Su relación no terminó del todo bien, habían rumores de infidelidad por parte de ella que nunca se pudieron confirmar ni desmentir. Draco tenía el ego muy alto como para vivir con eso y la relación se dio por terminada a pesar que la rubia insistió en que no tenía nada que ver con aquel atractivo jeque árabe.
Durante la reunión no pensó que la bebida lo llevaría a concentrarse en la forma en la que Hermione fruncía los labios para reclamarle haber faltado a la reunión. Sentía muy a su pesar haberle fallado, aquel proyecto era todo para la castaña en ese momento, pero él sabía que no podría controlarse si la veía ahí con sus pantys negras bajo la mesa de cristal.
Querría besarla en el ascensor y ya había sido muy clara.
Lo había rechazado.
Y no había peor cosa que el ego herido de un hombre.
Por eso no le importó besar eufórica ente a su ex cuando iban a despedirse.
Tampoco le importó desaparecer con ella y llevarla a la habitación donde solía hospedarse cuando tenía una conquista.
No le importó quitarle la ropa y estar cogiendo con ella después de que se repitió que no haría nada estúpido con ninguna mujer hasta aclarar lo que su cuerpo había sentido por Granger.
Sin embargo ahí estaba, causándole placer a Camille, cuando su mente en realidad estaba en otra parte. Detestaba no disfrutar del sexo en su totalidad, le excitaba ver el cuerpo desnudo de una mujer.
Sólo que preferiría que fuera el de Granger y también que fuera su rostro el que yacía debajo de él.
Se sintió miserable y Camille no merecía eso.
Rodó a su lado una vez que sintió que la bruja alcanzó el orgasmo y comenzó a vestirse. No eran necesarias las explicaciones.
—Sigues siendo bueno en la cama.
Draco sonrió al escuchar aquella frase.
—Cuando te vistas puedes salir sin preocupación. Las mucamas vendrán a asear y cerrarán la habitación.
—¿Nos mantendremos en contacto?
Draco percibió una chispa de esperanza en los ojos de Camille. No podía negar que aquellas ropas y lencería de diseñador le sentaban divinas y que de cierta forma extrañaba todo lo que hacían cuando salían de forma oficial.
Sólo que esta vez no le había llenado como otras ocasiones.
—Seguro— mintió.
No quería dar explicaciones de su comportamiento, no quería contarle a su ex novia lo patético que se sentía que la chica de la cual renegó y odió en la escuela, ahora fuera su obsesión personal. No quería contarle que aquella bruja, había cortado todo tipo de contacto con él más allá del trabajo.
Se sintió patético.
Y se sintió más al llegar a su departamento.
Fue directamente al cuarto de baño y abrió la llave de la ducha. Fue quitándose la ropa, luego la pondría a lavar.
Se sintió ridículo por pensar así.
Por desearla en ese momento.
Pero lo necesitaba.
Una vez dentro del agua, Draco cerró los ojos y llevó su mano hasta donde yacía su erección. Pensaba en Hermione Granger, todo el tiempo en que cogió con Camille había pensando en ella, pero no podía expresarlo como quería, ahora tampoco podía hacerlo, no obstante estaba en la soledad de su miseria y podía dedicarle aquel acto en honor a su memoria.
A los encuentros que tuvieron en otros lugares y en ese departamento.
Draco condujo sus dedos alrededor de su miembro, yendo de arriba a abajo, mientras imaginaba que era Hermione quien lo hacía, quien le tocaba, quien estaba ahí dándole placer. Su respiración se volvió irregular a medida que subía el ritmo.
Muchas veces cuando era adolescente, se mastubó en la oscuridad de su habitación, pensando en Granger. Imaginando que tenía sexo con la sangre sucia Granger.
Ella había sido su fantasía sexual por muchos años y le había costado otros más dejar de lado esas ideas perversas sobre ella.
Se le podían perdonar porque era un adolescente hormonal al que le ponía lo prohibido. Había tenido sus primeros sueños húmedos con ella, le había dedicado orgasmos en secreto y ahora siendo un adulto también lo hacía.
Había tardado años en olvidar esas fantasías y ahora las traía nuevamente.
Se sentía avergonzado, pero la polla le dolía de sólo imaginar que hace menos de dos días habían estado cogiendo en la cama de la otra habitación.
—Maldita... —susurró para sí mismo al acabar agitado.
Sintió el calor intenso en sus mejillas que el agua sofocó inmediatamente.
«Fue sólo sexo»
Aquella frase todavía merodeaba en sus pensamientos.
Ella merodeaba en sus pensamientos y debía sacarla de su sistema a como de lugar.
No había sido tan fácil como en otras ocasiones.
Draco Malfoy al parecer estaba perdido.
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Hola mis pecadoras, espero que se encuentren bien.
Primero que todo espero que hayan disfrutado de este capítulo. Yo lo hice escribiendo, jijiji.
Además les dejo esta multimedia de Camille Krausell, pues será otro personaje recurrente en la historia.
Les envío un beso.
Déjenme sus opiniones abajito.
¿Qué creen que sucederá? Me gusta leer teorías.
Les envío un abrazo.
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