IX. Destellos Alados.
CORTE DE LA NOCHE
Azriel
Muchas gracias. Esas palabras habían hecho que su corazón tomara más velocidad que antes, sintió una presión pequeña acomodando su gran espacio por querer volar en su dirección, ayudarla, llevar a su hogar a la chica dracaena que no dejaba de sorprenderlo por sus habilidades. Estaba devastado, deseaba tanto volar que ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de la compañera de su hermano.
──Azriel ──él se giró rápido hacia la voz femenina ──. ¿Qué haces despierto a estas horas?
──No podía dormir.
Mentiroso. Se dijo a él mismo.
── ¿Tiene que ver con tú nueva amiga? ──preguntó la joven castaña mientras acariciaba el tatuaje de su mano.
Observó a Feyre no muy decidido, aunque le dedicó una sonrisa tirándole su abrigo encima.
──Tu te mueres, pero de frío ──se burló discretamente.
── ¿Así como tú por querer ir a rescatarla?
Resopló. Según él, era menos visible aquel sentimiento.
── ¿Qué te detiene?
──Ella no me necesita.
── ¿Cómo lo sabes?
──Porque ella es una constelación ──susurró débilmente──. En cada punto brillante, hay alguien que la conducirá a su futuro deseado.
──También te encuentras ahí ──soltó sin rodeos.
──No.
──Claro que si, Az ──chasqueó molesta.
── ¿No te detendrás hasta que diga lo contrario? ──preguntó.
──Se que eres alguien importante para ella Az, ambos conectan al instante. Uno como ilyrio, y otra como primigenia.
Decidió no decir más nada, se acercó a la baranda apoyándose con fuerza al sentir el viento más rápido de lo normal. Tomó un impulso que lo obligó mirar hacia adelante mientras una vocecita interior le decía te lo dije con un alto carisma de gato sonrisas.
Iba a cobrarse de ese ilyrio después, antes tenía que ocuparse de otro problema.
El frío tormento era parte de su amable bienvenida, sin embargo, estaba allí parada delante de su hogar mientras escuchaba los gritos y gruñidos de felicidad al reencontrarse con una antigua compañera de grupo, y aunque fuera tan ansiado el presunto avistamiento de felicidad, una figura femenina observaba con detalle el cielo estrellado que parecía intentar ocultarse entre las nubes.
── ¿De nuevo ves el cielo? ──preguntó una voz conocida para ella, quiso girarse, pero él se colocó a su lado mientras sus enormes alas lo cubrían por instinto.
Debió esperarse esa grata visita.
──Oh, pero si es el niño del problema gigante ──ella se burló.
Azriel volteó rápidamente su mirada a ella, las horas de vuelo le habían congelado las alas, pero sus ojos no estaban prestando atención a su repentina situación, simplemente se escondía de aquella mirada tan brillante como persistente, ni hablar si observaba su apariencia. Aingeal no se parecía en nada a la niña que había conocido cuando apenas toco las tierras de Prythian, podría jurar que hasta su olor era muy diferente o quizá las miseras gotas de sangre fresca en sus manos resecas eran lo mas hermoso que había notado aunque una parte de el estuviera aterrado a verla pelear con tanta fuerza mientras la rodeaban hombres armados dispuestos a tocarla.
No. Nunca permitiría que le hicieran semejante cosa.
La risa de la joven albina lo dejó estático, comprendía perfectamente de que se estaba riendo, por lo tanto colocando una de sus grandes alas detrás de ella, decidió acercarse hasta que sus manos rozaron por accidente, vio el cielo, luego a ella, y con suma impaciencia le pregunto todo lo que deseaba saber sobre el combate su estad físico, sus heridas.
──Estoy bien, chico murciélago.
──Quería asegurarme, es todo.
── ¿Siempre mientes así de mal, Azriel?
¿Por qué tenía que pronunciar su nombre con ese acento desconocido? En sus oídos sonaban tan bien que tuvo que contener la curiosidad para preguntar como se diría en su lengua su nombre, no iba a mentir sobre aquello, Aingeal era hasta ahora la única persona capaz de liberarlo de su pequeña prisión mental.
──Pregunta ──soltó secamente debido al frío.
Su ala se movió con ligereza sobre ella, provocando que su piel se erizase un poco más debido al naciente calor que producía en ambos ese acercamiento.
── ¿Cómo se dice mi nombre en tu lengua? ──preguntó atónito.
La albina pensó brevemente, apoyó sus dedos en sus labios para luego silbar en respuesta.
──Essalyel ──pronunció segura de lo que decía.
── ¿Essalyel? ──susurró negando ──. ¿Y el de Rhysand? ¿Cassian?
──Oye, detente ahí ──ella lo detuvo ──. Tu preguntaste, no soy un diccionario parlante.
El macho ilyrio resopló guiando su visa al cielo donde recordó una antigua conversación.
── ¿Cuándo me enseñarás a hablarles?
── ¿A quienes? ──quiso saber ella.
──A las estrellas ──la miro ──. He visto cuando lo haces, Rhys también, yo quisiera...
── ¿Aprender a escucharlas de verdad?
Ambos se miraron directamente a los ojos, la hembra movió su cabeza primero mientras con su mano izquierda tomó la mano contraria elevándola hasta el cielo, sus sombras comenzaron a arrebolarse entre amos como si estuvieran expectantes del momento en donde su portador pudiera hablar con ese ser brillante de los cielos.
──Soy profeta, Essalyel ──él la miró cuando pronuncio su nombre en su idioma ──. Pero como eres el único en el que más confianza tengo, te otorgaré el deseo de hablar con una estrella. ¿Estas listo?
El shadowsinger tragó grueso, asintió sintiendo su garganta seca hasta notar una leve presión en medio de sus costillas, bajó la mirada observando el semblante tranquilo de la mujer a su lado, el silencio los rodeo hasta que un susurro fugaz se atrevió a hacerle millones de preguntas, algunas traviesas, otras divertidas, pero la que más le gustó fue ese hermoso susurro que sus sombras le dedicaban al describir el canto de Aingeal.
Ella canta, canta, canta. Las sombras parecían estar encantadas.
Azriel tuvo que tragar grueso, contenía su respiración mas de lo que un ser humano podría resistir, aunque lo siguiente que escucho termino echando todo su autocontrol a la basura.
Dile que no pare, que siga, siga. Volvieron a decir.
Una ventisca suave frenó todos sus pensamientos, sus sombras bailaban al ritmo de las palabras de la joven albina, sin embargo, cuando abrió los ojos, en sus manos entrelazadas con la mas fría nieve había un hermoso destello que se movía de un lado al otro. Dislumbrado por la reluciente esferita volátil, quiso tomarla provocando un chirrido infernal que podría destrozar los oídos de cualquiera, hasta sus mas fieles amigas le pidieron que no vuelva a hacerlo, mas esa vocecita acaramelada también.
Duele, no toques. Estableció irónicamente el destello, Aingeal rio mientras lo observaba.
── ¡Felicidades! ──ella río ──. Lograste hacerla enfadar.
── ¿Merezco un halago por ello? ──preguntó agobiado por ser su motivo de burla.
──Mereces mucho más, Azriel.
Tuvo que reunir toda la fuerza de voluntad que le quedaba para no aventarse a esos carnosos labios de tonalidad rosada, su mente divagaba mientras los cuerpos de ambos hablaban por si mismos, pero cuando pensaban cortar la separación que había entre ellos, una voz femenina junto a la presencia mas autentica del terror aparecieron en su campo de visión.
── ¿Qué hacéis ustedes dos aquí afuera? ──Syrinx los vio con sus vetas obsidianas brillando ──. He traído la cena ──ella mostró una de sus mejores sonrisas ──. ¿Os apetece lavarse y entrar?
Azriel alzó su cabeza, sin prestar atención al hermoso destello que se movia cerca de él, sus vetas avellanas fueron hacia arriba hasta toparse con una cabeza de lo más grande, aterradora que parecía degustar su temor muy bien.
──Oh, eres tú mi lindo Elysium ──le llamó Aingeal.
«Mi hermosa estrella del mar». Le escuchó decir, quiso hablar, pero se abstuvo de hacerlo. «Cantor, ¿te comió la lengua el gato que no saludas?». Azriel alzó su vista, si Elysium era así... ¿Qué tan grande sería Edda?
──Lo siento. Solo puedo...
«No es una obligación, pero entren ya, se están convirtiendo en ese Lord de nieve para nada simpático». Expuso intranquilo el reptil de tonalidad oscura.
Aingeal se echó a reír seguida de Syrinx, el dragón mostró sus dientes siendo ignorado hasta que cierta cabeza mediana se asomó junto a esos hermosos ojos saltones que indicaban felicidad.
── ¡Mi tierno dragoncito! ──exclamó la albina ──. Enseguida cocinaré para ti, lo prometo.
── ¿Cocinar, eh? ──el macho ilyrio le vio con una sonrisa.
── ¿Te apetece hacerme compañía, cantor de sombras? ──preguntó mirándolo.
── ¿Es una invitación?
──Claro, seré mitad dragón, pero sigo teniendo mi parte humana.
── ¿Tu cocinarás? ──quiso saber.
──Si, cantor, nadie toca mi cocina. Solo yo.
Azriel río entre dientes, aceptando con la cabeza se dirigió seguido de las mujeres al interior de la casa mientras alguien le llamó la atención por última vez.
«Cuidado cantor», dijo aquel dragón mientras se dedicaba a irse no tan lejos del hogar, su instinto le decía que algo no estaba bien.
¡Buenas! ¿Cómo les va?
En fin, he aquí les quiero presentar a los personajes de esta historia :')), aunque claramente tiene conexión con NIMUE y EFTIHIA. Si bien las tres historias no están en la misma sintonía, espero aún así que las estén disfrutando :')) Bueno, para dejar este mensaje más corto, les presento a mis creaciones bonitas (?) hechas con artbreeder (y se incluyen los créditos a las carpetas de Pinterest sobre la misma app, y sus creadores).
En el caso de Einarr, pues no quise ponerle la venda (?)
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