“Mamá

Samuel vino a mi habitación sin puerta la noche anterior para arreglar las cosas, pero algo más ocurrió.

Me dijo que podíamos escaparnos por una noche.

Yo reí pero le dije que no.

Siempre me enseñaste a seguir las reglas y sabía que no era lo correcto.

Aunque ganas no me faltaban para hacerlo y poder ejercitar aunque sea un momento.

Entonces cambio su propuesta, dijo que debido a su mejora podía invitar a alguien para poder salir.

Y dijo que me invitaría a mí.

Eso si podría funcionar aunque mi mueca de convencimiento cambió por una seria cuando escuché que iba a llevarme a un restaurante.

Pudiendo hacer tantas cosas en la noche y juntos, me quiere llevar a comer.

Acepté pero no iba a comer e íbamos a ir trotando, no corriendo, ya que no podía excederse con el ejercicio.

Madre tengo anorexia, pero no te preocupes, yo puedo controlarlo”.

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