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Entrada de Diario - XX-07-196X
Si pudiera controlar el tiempo, ¿qué cambiaría?
Me lo he preguntado tantas veces que he perdido la cuenta. Siempre llego a la misma respuesta: haría todo lo posible para que todos fueran felices. Para que Amane pudiera sonreír de verdad otra vez, sin esa tristeza oculta en sus ojos, sin esa sonrisa falsa que usa para engañar al mundo... y a sí mismo.
Si el tiempo estuviera en mis manos, lo rebobinaría hasta encontrar el momento exacto en que todo comenzó a torcerse. Lo arreglaría. Lo cambiaría. Haría cualquier cosa para que no tuviera que cargar con el peso de sus heridas.
Pero no puedo.
Y cada día, cada noche, cada encuentro con él, veo más cortes en su piel, más moretones en sus manos. Y yo... debo sonreír. Como si no los viera, como si no doliera.
¿Creerá que soy insensible por no preguntar?
No quiero hacerlo. Porque si lo hago, él tendrá que mentirme. Y sé cuánto odia tener que hacerlo.
Así que me quedo callada.
Pero entonces, ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?
No tengo respuestas. No tengo el poder de cambiar el pasado ni de aliviar su dolor. Solo tengo esta impotencia, este miedo, este deseo desesperado de ayudarlo sin saber cómo.
Sé cuándo comenzaron los estragos en la familia Yugi... pero no sé cuál es el momento exacto en el que debí detenerlo.
Si pudiera controlar el tiempo... haría cualquier cosa para salvarlo.
¿Pude detenerlo, verdad? Todo es culpa mía, Amane.
¡Hey, hey!
¿Has escuchado el rumor?
Es el misterio escolar número uno.
Los tres guardianes del reloj.
Hay un gran, gran viejo reloj en algún lugar de la escuela.
Ese reloj es el tiempo mismo, el tiempo que fluye a través de la escuela.
Si mueves las manecillas de ese reloj, el tiempo de la escuela estará bajo tu control.
Pero verás...
...Hay guardias vigilando el gran reloj.
Son los tres guardianes del reloj quienes representan el pasado, presente y futuro.
Si alguien toca el reloj sin su permiso...
¡Los tres guardianes del reloj robarán el tiempo de la vida de aquella persona...!
El incienso se elevaba en columnas finas, llenando el aire del templo con su fragancia cálida. El anciano permanecía frente al altar, una figura tranquila que rezaba en silencio. Keitaro estaba de pie a su lado, sus ojos fijos en el humo que se dispersaba lentamente, como si algo tratara de alcanzar el cielo.
Después de un largo silencio, el anciano rompió la quietud con su voz profunda.
—Ese humor de perro mojado que traes está llenando el templo de malas energías.
Keitaro suspiró.
—Otra vez con eso...
—No me mires así, mocoso. Siempre has tenido algo oscuro siguiéndote, pero últimamente está demasiado inquieto. No te haces responsable de lo que arrastras.
Keitaro chasqueó la lengua y desvió la mirada. Sabía exactamente de qué hablaba, pero fingió no darle importancia.
—Estoy bien.
—Ja. Seguro. —El anciano bufó con desdén—. Y yo soy un monje iluminado.
Se hizo un corto silencio, hasta que el viejo volvió a hablar.
—Sabes, muchacho... No te creas que no sé lo que está pasando. —El tono del anciano era directo, pero sin la brusquedad habitual. Había una sabiduría oculta en sus palabras, como si estuviera observando más de lo que dejaba ver.—No deberías entrometerte demasiado en los asuntos de los misterios. —Se hizo un corto silencio, hasta que el viejo volvió a hablar.—Dime, Keitaro, ¿qué tanto sabes de Yugi Amane ?
El joven alzó una ceja.
—¿A qué viene eso?
—Responde.
Keitaro dejó escapar un largo suspiro antes de responder, sabiendo que no podría evitar la conversación.
—No mucho. Sé que es el Séptimo Misterio, el que llaman "Hanako-san de los baños del edificio antiguo".
El anciano soltó una risa seca, casi despectiva.
—Bah. Qué poca cosa.
Keitaro lo miró de reojo, confundido por la actitud del anciano.
—No pareces sorprendido de que te diga que él es un misterio.
El anciano tamborileó los dedos sobre el mango de su bastón, mirando al frente con la mirada fija.
—Porque sé que lo es, la familia Minamoto, aliados nuestros, se mantienen en contacto con este templo desde hace generaciones. ¿De verdad crees que un espíritu como él podría manifestarse en esta ciudad sin que yo lo notara?
Keitaro frunció el ceño, sin entender por qué el anciano respondía con tanta seguridad. El anciano se giró hacia él, sus ojos centelleando con una mirada que parecía atravesarlo.
—Lo que te preocupa no es quién es él, Keitaro. Es lo que está haciendo. Romper los yorishiro podría ser más peligroso de lo que crees. Y tú sabes que hay algo que lo conecta a Tomomi y a Yashiro Nene, algo mucho más profundo de lo que piensas. Nene-chan hizo un contrato con él. Mediante una escama de sirena, selló su vínculo con ese chico, y ese tipo de acuerdos siempre tiene consecuencias.
Kei tragó saliva, la tensión en el aire se hacía más densa, y el peso de las palabras del anciano le cayó como un lastre sobre los hombros.
—¿Entonces qué debo hacer? —preguntó, con la voz algo más grave, reconociendo el peligro en la situación.
El anciano no respondió de inmediato, sólo miró al horizonte, como si sus pensamientos estuvieran muy lejos.
—No puedes enfrentarlo directamente, Keitaro. Tampoco puedes dejar que sigan deshaciendo el equilibrio, especialmente con lo que está en juego. Ese niño tiene un poder que no comprendes, y tú y Tomomi se están involucrando demasiado.
Keitaro no dijo nada.
—Es el mismo chico de hace años, lo recuerdo bien.—él cerró sus ojos—Yo acompañé a la mujer que selló a ese niño, cuando vi su rostro el mundo cambió de sentido para mí, curiosamente, él no me recordaba, ni se inmutó.
El joven frunció el ceño.
—Si sabes que está muerto, ¿por qué sigues llamándolo por su nombre terrenal?
El anciano resopló.
—Porque el nombre no es lo único que define un alma. Incluso después de la muerte, seguimos siendo quienes fuimos. Y porque Noriko nunca me perdonaría si tratara a Yugi Amane con desprecio.
Keitaro sintió un nudo en el estómago.
—Así que... ¿lo conociste cuando estaba vivo?
El anciano guardó silencio un momento. Luego, con voz más grave, respondió:
—Él y Noriko pasaban mucho tiempo juntos, eran inseparables.
Hizo una pausa, como si eligiera las palabras con cuidado.
—Supongo que era inevitable. Tú tienes a Tomomi... y Amane tenía a Noriko.
Keitaro parpadeó, sorprendido por la comparación.
—¿A qué te refieres?
El anciano suspiró, recargándose en sus piernas.
—A que ambos arrastraban oscuridad, aunque no lo mostraban abiertamente. Y sin embargo... cada uno tenía a alguien que se convertía en su luz.
Lentamente, sus ojos se oscurecieron con el peso del recuerdo.
—Era un crío extraño.
Era un día nublado cuando lo encontró en la entrada del templo. El cielo estaba cubierto de nubes densas, y una brisa fría se colaba entre las ramas de los árboles, haciendo que las hojas susurraran en un murmullo casi fúnebre.
Amane estaba sentado en el escalón, los codos apoyados en las rodillas y la mirada perdida en el suelo de piedra. Parecía tranquilo, pero había una rigidez en su postura, una tensión apenas perceptible en la forma en que sus dedos jugaban distraídamente con su sueter. Su cabello oscuro se agitaba con la brisa, pero él no parecía notarlo. Esperaba a que Noriko terminara de arreglarse.
El anciano lo observó en silencio por un momento antes de decidirse a hablar.
—Oye, muchacho.
Amane levantó la vista, pero no dijo nada. Su mirada era inexpresiva, como si estuviera acostumbrado a esperar lo peor de cualquier interacción.
El anciano se cruzó de brazos y ladeó la cabeza.
—¿Qué te ha pasado en los brazos?
El chico bajó la mirada a sus mangas. Aunque intentaba ocultarlo, el anciano ya había notado las vendas que se asomaban bajo los puños de su ropa. Amane ajustó el tejido con un gesto mecánico, pero no respondió de inmediato.
—No es nada.
El anciano frunció el ceño. Había visto muchas heridas en su vida, pero más allá del daño físico, lo que le preocupaba era la indiferencia en la voz del muchacho.
—Escucha, mocoso. Puedes estar con mi sobrina todo lo que quieras, pero te advierto algo: si alguna vez sale herida por defenderte, no te lo perdonaré.
Amane permanecía en silencio. Finalmente, se puso de pie. La forma en que lo hizo fue extrañamente pausada, como si cada movimiento estuviera calculado. Cuando levantó la vista, su expresión no mostraba ni miedo ni enojo. Solo una determinación escalofriantemente serena.
—Antes preferiría morir, que permitir que Nori saliera herida por mi culpa.
El anciano sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No era la declaración lo que le inquietaba, sino la absoluta convicción con la que la había dicho. Como si la idea de su propia muerte le resultara ajena.
—Tomaré tus palabras, aunque no es necesario que mueras por nadie... —dijo preocupado. Luego, tras un instante de reflexión, añadió—Dime, ¿por qué no te hago una bendición?
Amane parpadeó, como si no esperara esa propuesta.
—¿Bendición?
—Sí, estáis en fechas de exámenes, y a todos les viene bien un poco de protección.
El muchacho esbozó una leve sonrisa, pero no era de gratitud. Era una sonrisa amarga, carente de alegría.
—No lo necesito.
—¿Eh?
Amane bajó un poco la cabeza, sus ojos oscurecidos bajo la sombra de su flequillo.
—Una bendición es... —hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas—. Es inútil hacerla en alguien como yo.
El anciano sintió un malestar en el pecho ante aquellas palabras.
—¿De qué hablas, niño?
Amane levantó la cabeza y lo miró fijamente. Sus ojos habían cambiado. Ya no reflejaban indiferencia, sino algo más profundo. Algo oscuro. Algo roto.
—Soy un niño odiado por Dios, señor.
El anciano sintió un escalofrío, como si la temperatura del ambiente hubiera descendido de golpe. Lo supo en ese instante. No era solo un niño cualquiera. Había algo en él, algo que trascendía lo humano. Y en lo profundo de su corazón, comprendió que ni siquiera una bendición podría cambiar eso.
—Sabía que ese chico era diferente. Algo lo atormentaba, lo arrastraba... igual que a ti.
Kei sintió que su garganta se cerraba.
—Ellos dos... Amane y Noriko. Tenían algo raro, algo que no muchos pueden entender. Al igual que tú tienes a Tomomi, Amane tenía a Noriko, y viceversa. No es algo que se pueda explicar con palabras simples. Pero había algo en sus ojos cuando se miraban. Algo que no engañaba.
Keitaro frunció el ceño, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Sin embargo, la conexión no terminaba de encajar.
—¿Qué quieres decir con eso?
El anciano cerró los ojos por un segundo, pensativo. Un leve suspiro se escapó de sus labios antes de que continuara.
—No era unos simples adolescentes. Se protegían mutuamente, como si el mundo estuviera contra ellos. Amane siempre cuidaba de Noriko. Y Noriko lo idealizaba y siempre lo defendía de cualquier comentario negativo hacia él.
—Suena enfermizo.—replicó el joven.—Ese chico claramente tenía problemas.—el adulto continuó.
— Algo lo atormentaba, lo arrastraba... igual que a ti. —dijo, con una voz áspera, pero su mirada reflejaba un destello de melancolía—. Amane... ese chico nunca fue como los demás, siempre parecía cargar con algo más grande que él. Nori lo veía con esos ojos tan llenos de algo que no se puede explicar. Como si ella supiera, como si hubiera visto lo que otros no podían. No se trataba de amor, ni de cariño común. Había algo más profundo, algo que ni ellos comprendían.
Kei lo escuchaba con atención, aunque no lograba entender bien lo que su abuelo le quería transmitir. En su mente, todo parecía enmarañado.
—Él siempre se mostró como un chico distante, pero con Nori... —el anciano suspiró, su mirada se perdió por un momento—. Con ella, se transformaba. Era como si todo su ser estuviera... ligado a ella, como si el mundo entero les estuviera dando la espalda, y lo único que quedaba era esa conexión, ese refugio en el otro. Pero ni siquiera ellos podían cruzar esa línea. Había un muro entre ellos, algo invisible, algo que les impedía ser completamente lo que querían ser.
Kei frunció el ceño, buscando entender. Le parecía sorprendente la delicadeza de las palabras que usualmente serían hurañas en su abuelo. Comprendió que él había sido el observador de una historia que lo había marcado por dentro.
—¿A qué te refieres? —preguntó, sin comprender del todo.
El anciano, con un suspiro cansado, miró el incienso, como si el peso de los recuerdos lo estuviera desgastando poco a poco. Sus ojos, tan penetrantes y sabios, ahora reflejaban tristeza.
—Es difícil explicarlo. Cuando miraba a esos dos, veía algo que no era de este mundo. Eran dos personas que se necesitaban tanto como se temían. Se protegían de los demás con una frialdad que... no sé cómo describirla. Ese mocoso la veía a ella como un tesoro, algo que nunca debía tocarse. Y Noriko...lo idealizaba, su lealtad parecía infinita. E incluso así, siempre había algo entre ellos que los mantenía separados. Era como si pudieran obtener la luna sin llegar a ella, pero nunca podían tocárla, nunca podían ser lo que de verdad querían.
Kei permaneció en silencio, su mente tratando de acomodar las piezas. Pero lo que más le inquietaba era la forma en que el anciano hablaba de Noriko, con una mezcla de ternura y dolor. Se sorprendió que incluso le hablase abiertamente de ella, cuando normalmente parecía hacerles el vacío cuando Tomomi le preguntaba sobre ella.
—Nori nunca dejó de cuidar de él, de protegerlo de la vida. Ella no lo veía como un chico normal. Era frágil, algo que podía romperse con el primer golpe del viento. Siempre estaba allí para él, siempre lo defendía, y lo veía... lo veía de una manera que ni él mismo entendía. Pero el problema, Keitaro, es que no podían ser felices del todo, ni juntos ni separados. Eran solitarios, pero solitarios juntos.
El anciano dejó escapar una risa amarga, como si no pudiera evitar recordar el doloroso final de esa historia.
—Ambos vivieron como si pudieran ser el uno para el otro, pero algo siempre se interponía entre ellos. Y aunque a veces creían estar juntos, en el fondo sabían que no podían. No podían cruzar esa línea invisible que ellos mismos habían trazado, y al final, ni el amor ni la amistad lograron romperla.
Kei se quedó pensativo, con el corazón apretado, sintiendo que algo de lo que el anciano decía resonaba profundamente dentro de él.
El anciano, tras un largo silencio, alzó la vista y lo miró, casi como si le hablara a su propio reflejo en la oscuridad.
—Lo que te quiero decir, Keitaro, es que no tienes que hacer lo mismo que ellos. No cargues con esa soledad... no de la misma forma. No pongas un muro entre ti y quien realmente importa, no te protejas tanto que te alejes del resto del mundo.
—¿Estás hablando de mí o por tí, viejo?—el hombre se quedó en silencio.
—Tu debes cargar con el peso de tus errores, no te diré que cuides de tu hermana, porque se que lo harás, pero...—lo miró con molestia—No cierres tus ojos y cometas imprudencias.
—Entendido.
—Y sobre Yashiro Nene—el peliverde miró a su abuelo—si se vuelve un problema, retroceder.
El anciano no dijo más, cuando la mirada de Keitaro se oscureció, tampoco lo regañó por levantarse abruptamente e irse.
Suspiró.
—Noriko, siempre te gustó hacer bromas pesadas.—miró el incieso y luego se alzó lentamente, tomando una foto que yacía detrás del altar, de una adolescente sonriendo, mientras abrazaba el brazo de otro joven de su misma edad, ellos estaban posando en una foto hecha el día de su primer día de escuela—Parece que ese niño, ha heredado tus viejas costumbres, incluso si ya no te recuerda.
Vió el rostro del Yugi mayor sonriente y algo sonrojado.
—Me pregunto si el destino, te dejará verlo de nuevo, mi querida sobrina.—entonces escondió nuevamente la foto—Ojala tu deseo se cumpla.
La hora de la escuela había llegado, y el ambiente parecía aún más extraño de lo habitual. Tomomi, con su expresión irritada, caminaba por los pasillos, notando cómo las paredes y el techo de la academia parecían haberse envejecido de golpe. La luz que entraba por las ventanas tenía un tono amarillento, como si los años hubieran pasado por ellas en un abrir y cerrar de ojos. El aire estaba impregnado de una quietud incómoda, casi como si el tiempo se hubiera detenido y no supiera hacia dónde ir.
Con un suspiro exasperado, Tomomi se cruzó de brazos y dirigió su mirada fija al séptimo de los misterios, Hanako, quien estaba cómodamente sentado en una esquina, saboreando una dona con una expresión inocente, como si no le importara lo más mínimo que todo a su alrededor pareciera desmoronarse.
Mientras que Nene los observaba con nerviosisimo.
—Dime, ¿acaso no decías que los misterios estaban para mantener el equilibrio entre este mundo y el más allá? —le dijo Tomomi con tono mordaz, su mirada fulminante fija en él. Hanako, algo nervioso, masticó otra dona y asintió lentamente, sin atreverse a hacer un movimiento en falso.
—Sí, claro, es parte de... —comenzó a decir, pero Tomomi no le permitió continuar.
—Entonces, ¿podrías explicarme por qué nuestra academia parece un edificio abandonado, pervertido - inútil?—dijo, su voz cargada de furia, mientras que una felcha invisible atravesaba el cuerpo de Hanako soltando la bolsa de dulces, ahora él con sus palmas en el suelo y lamentandose por los insultos de las miko la miró con unas pocas lágrimas en los ojos.
—No sé a que te refieres Momo-chan.
—¡No me llames así!—le regañó sin expresión—¿Acaso no funciona tu wi-fi espiritual?
—Hanako-kun, lo que Mi-chan quiere decir, es que nuestra clase está hecha un caos.
—¿Qué?—musitó alzandose en al aire.—¿A qué te refieres?
—¡Hanako!—un gritó exasperante abrió de un golpe la puerta de los baños.
—¡Kou-kun este es el baño de chicas!—el mencionado ignoró a sus dos superiores y tomó del uniforme al fantasma de forma amenazante.
—¡Mis amigos se convirtieron en ancianos!—Tomomi entrecerró los ojos, como un gato miró con recelo al misterio el cual comenzó a sudar. Nene, tomó su telefono y la primera miró la foto de los dos muchachos ahora envejecidos para mirar con molestia a Hanako, el cual solo dijo ''Vaya''.
—¡Parece que si tiene que ver con los misterios!
—Evita las obviedades, idiota.—escupió con molestia, Nene rió nerviosa.
—Parece que esta relacionado con el misterio de los guardianes del tiempo.
—¡Entonces, vayamos a resolverlo!—exclamó Kou, mientras que Nene asentía, ambos unieron sus manos y Hanako no pudo evitar uniendose.
Nene miró a Tomomi.
—¡Mi-chan!—su amiga tomó su mano y la apoyó encima del fantasma, sorprendiendo a este, por alguna razón cuando miró de reojo a Tomomi, sintió cierta nostalgia.
—¡Vamos!—gritó el rubio, entonces los tres fueron guiados por el séptimo en los ardedores de los pasillos.
—¡Hey, Hanako!—habló Kou.
—¿Donde podrían estar los misterios?—añadió Nene.
—¡En cualquier parte!
—¿Eh?—musitaron los tres, la última sostuvo su cabellera como si fuese a romperla.
—¡Auch, espera, espera, Momo-chan!—exclamó el espectro, entonces ella apretó de nuevo.
—¡¿Acaso no eres el líder de los siete misterios?!—exclamó Kou sosteniendolo ahora del cuello.
—Bueno...—musitó—el primero puede ser algo obstinado, aún recuerdo la primera vez que los conocí—dijo cerrando sus ojos como si fuese un recuerdo nostalgico—En cuanto les dije que era genial que pudieran manipular el tiempo y disfrutar de ver todas las cosas ''sucias'' que quieran, ellos se negaron a volver a verme de nuevo y nunca dijeron donde esta su límite.
—¡¡Ahh!!—exclamó Kou—¡¡Maldito pervertido!!
—Oye, Mi-chan, ¿por qué sacas tu rosario?—preguntó viendo como su amiga sacaba sus cuentas observando al expectro.
—Este individuo se merece morir de nuevo.
—¡Mi-chan!
—Hey niño, si pudieras manipular el tiempo—pronunció Hanako—¿no te gustaría hacer cosas sucias?
—No lo haría.—dijo temblando.
—¿Incluso si pudieras hacer cualquier cosa ?
—¡Ya te dije que no!
—Los chicos son...—pronunció Nene.
—Ojala los hombres se exintiguieran.—pronunció Tomomi seria.
—¡Mi-chan, no puedes decir eso!—ella la miró—¡Kei-chan también desaparecía!
—No me importa, es bien molesto también.
—¡Hey!—una voz los interrumpió—¡¿a quién llamas molesto?!—el grupo observó al joven de cabello verde.
—Oh, eres tú.
—¡Un respeto, soy tu hermano mayor!—reclamó.
—Por unos segundos.
—¿Quién es ese?—preguntó Hanako a Kou y Nene.
—Él es Kei-chan, es el hermano mellizo de Mi-chan.—indicó Nene.
—Me sorprende que no lo sepas.—añadió Kou, Hanako los observó a ambos y nuevamente sintió cierta nostalgia al verlos.
—¿Aniki, qué haces aquí?—preguntó Kou, él lo miró neutro.
—Mi hermanita siempre está con vosotros metiendose en líos, es por eso que hoy los voy acompañar.
—No soy una niña.
—Tienes razón, eres un bebé.—dijo burlandose de ella con una sonrisa de medio lado.
—Oye, Yashiro—le susurró Hanako a Nene—¿él es bastante apuesto, no vas saltar a sus brazos?—bromeó.
—¡Para nada!—sonrió contenta—¡Es un amigo de la infancia!
—Wow menuda friend-zone...—musitó casi para si mismo viendo la expresión de Nene—Casi siento pena por él...—pensó.
A Hanako le pareció extraño que Nene no hubiese invetando alguna fantasía romántica con el hermano mellizo de su mejor amiga.
—Oye—la voz de Keitaro se hizo mas grave, su mano apoyada en el hombro de Hanako, separo a su amiga del espectro y lo miró de reojo con cierta oscuridad en sus ojos—dejar de cuchichear y acabemos con esto, séptimo.
Nene y Hanako lo miraron sorprendidos, la segunda porqué no sabía que el muchacho también podía ver espiritus, el primero porqué noto la breve amenaza que emitió su cuerpo, también el chico parecía llevar una sombra acechandolo, comenzó a caminar con sus manos guardadas en el bolsillo.
Todos comenzaron a caminar y Hanako se quedó atrás para hablarle a Tomomi, entonces él le susurró.
—¿Momo-chan, a tu oni-san le gusta Yashiro?—dijo curioso.
—¿Por qué, te importa?
—¿Eh?—la mirada de Noriko parecía molesta—¿Por qué estas tan enfadada?
—Preguntatelo tu mismo.—entonces comenzaron a caminar, mientras Hanako la miraba con curiosidad, Tomomi era un misterio para él, siempre decía cosas que lo confundía
De repente, Hanako, quien había estado callada hasta ese momento, se adelantó un poco y habló con voz grave:
—En el aula de Yashiro y Tomomi se encuentra el misterio. Allí está esa persona que buscamos, la que tiene habilidades sobrenaturales y es capaz de pasar desapercibida entre los humanos.
El grupo se detuvo por un momento, sorprendidos por las palabras de Hanako. Kou arqueó una ceja, mientras que Keitaro y Tomomi intercambiaron miradas. El hecho de que alguien pudiera ocultar tan perfectamente su verdadera naturaleza les ponía los pelos de punta.
—¿Pero cómo es posible? —preguntó Kou.
—¿Y por qué no lo hemos notado antes? —añadió Nene, en voz baja, algo inquieto.
—Es alguien muy astuto, probablemente puede ocultar su presencia, aunque solo ha pasado desapercibidos hasta ahora y el hecho de que podamos sentir algo raro en este lugar significa que no pueden ocultarse mucho más —explicó Hanako, manteniendo su tono serio y calculador.
—¿Sospechas de alguien?—preguntó Keitaro.
—Existe una persona que siempre conoce los rumores de los misterios, que coincidencia que sea amiga de Yashiro y Tomomi.
—¿Acaso...?—preguntó la peliverde, él sonrió.
—¡No puede ser Aoi!—exclamó la de cabellos ceniza, Tomomi frunció el ceño, mientras que su amiga la miraba desconcertada—¡Dile que no es ella, Mi-chan!
—Yo...—entonces la ventana se rompió, Keitaro protegió a Nene y a su hermana, Hanako lo imitó junto a Kou.
—¿Qué ha sido eso?—preguntó Nene.
—¡Nene-chan, Mii-chan!—exclamó Aoi contenta de verlas, todos se giraron al verla.—¿Donde estabais?
—Perdón, Yashiro...—Tomomi miró como Hanako posaba su mano en el hombro de la chica, cuando eso sucedió, se adentró en el interior de su cuerpo, provocando que el alma de Nene saliese hacia fuera.
—¡¿Senpai?!—Kou lloriqueó sosteniendola, mientras que Kei observaba con molestia a Hanako el cual ahora yacía en el cuerpo de Nene.
—¡¿Nene-chan?!—Aoi que se acercó a ella, fue tomada por las muñecas y arrojada al suelo lentamente, al mismo tiempo que Nene acercaba su rostro peligrosamente.
—Aoi, ¿hay algo que no me estás diciendo?—Tomomi las miró entendiendo la estrategia de Hanako, pero por alguna razón la molestó.
—¡Ao-chan!—exclamó Akane lagrimoso.
—¡Mi-chan, Kou-kun!—el alma de Nene se encontraba en el techo.
—¡No llores senpai, encontraré la forma de ayudarte!—cuando el extendió su mano hacia ella, automaticamente Kei tomó la de Nene bajandola del suelo y acercandola hacia su cuerpo, sorprendiendo a esta, este tenía esa mirada estoíca, rápidamente la soltó sin mirarla, pero ella comenzó a flotar hacia arriba de nuevo.
—¡A-ayuda!—Kou tomó su mano y la atrajo al suelo.
—Entonces, si no me dices nada, te lo sacaré a la fuerza...—Hanako se aproximó a sus labios, Kou se colocó en cuclillas al ver la escena, pensando en lo sensual que se veía el cuerpo de ella con esa aptitud.
Nene solo reclamó entre lágrimas avergonzada.
Tomomi se acercó a ambas, tomó con su mano el rostro de ''Hanako'' e hizo que la mirase, el de ojos ambar amplió sus ojos.
—Eres un niño malo.—pronunció con ojos oscuros, como un hechizo este se quedó atónito y soltó a Aoi.
—¡Ya basta!—el gritó de Akane, el amigo de la infancia de Aoi, provocó que todos lo mirasen, incluso Hanako que seguía levemente alterado. Este tomó a ''Hanako'' y salió disparado hacia fuera de los pasillos, el grupo comenzó a seguirlos.
Kei que se había quedado atrás miró a Aoi.
—Los secretos son dificiles de ocultar—le dijo sorprendiendo a la joven—lo entiendo porque yo también estoy en tu posición.—entonces siguió a los demás, dejando a Aoi lamentandose por su cobardía.
—¿Ne, alguien me dirá porqué estamos ocultos detrás de estas butacas?—preguntó Tomomi sin expresión.
—Es nuestro momento para conocer el secreto de Aoi.—contestó Hanako.
—Así se sienten los acosadores, ¿no hermana?—pronunció Keitaro.
—No sé, dímelo tú hermano.
—¿Qué clase de imagen tienes de mí, maldita mocosa?
—Solo eres un minuto mayor que yo, microorganismo.
—Chicos no es momento de pelearse.
—¿Pero si parece que se llevan bien?—preguntó Akane.
—Ellos tan solo mantienen esa cara plana, es dificil saber si están enfadados.—se burló Hanako.
—Cierra el pico, maldito.—pronunciaron al unísono con un tono siniestro.
—Sí.
—¿Quién habrá llamado a Ao-chan a un lugar cerrado?—dijo Akane perforando con sus dedos las butacas.
—Tranquilizate.—pronunció Kou nervioso.
—¡No puedo hacerlo, esto ha sido siempre así!—exclamó susurrando—Desde que somos niños he protegido a Ao-chan de esos seres, siempre intentando acercarse a ella o forzarla, como aquella vez, tuve que darles una lección con mi bate.
—Este tipo esta enfermo.—pronunció Kei.
—Que miedo.—pensó Yashiro.
—¡¿Qué le pasa?!—pensó Kou.
—Que genial.—dijo Hanako contento.
—Eres un rarito.—susurró mirando a Hanako.
—Me he prometido proteger a Ao-chan, incluso si ella no me mira de vuelta.—ante sus palabras, Nene, Tomomi y los demás lo observaron con sorpresa, Kei pensó en las palabras de su abuelo y miró a Hanako el cual estaba a su vera, este le miró de vuelta.
—¿Qué sucede?—entonces, Kei miró a su hermana y su expresión triste mirando a Hanako lo destruyó por dentro.
—Nada, solo pensaba en el pasado.—pronunció mirando al frente.
—¿Hm?—él misterio lo observó confundido.
—¿Qué deberíamos hacer?—susurró Nene.
—¡Oh, sí, lo haremos salir!—añadió Hanako.
—¿Y como harás eso?—preguntó Tomomi.
—Así.—él se colocó encima de los asientos y llamó a sus acompañantes espirituales, su capa azotó ligeramente el aire y su expresión firme sorprendió a la peliverde, este alzó su brazo y les dió una orden, aquellos orbes viajaron como dos balas hacia el candelabro que se encontraba encima de Aoi, la cual observaba el escenario con curiosidad.
Nene gritó entre lágrimas, Tomomi sostuvo su capa y le gritó.
—¡Por favor, no la mates!—Hanako se sorprendió al ver su rostro, la chica que solía ser plana y solo había visto enfadada lo miraba aterrorizada, entonces el chico de las profundidades lo entendió.
—Tranquila, solo quería hacer que él saliese.—entonces sonrió al ver a la sombra debajo de los cristales que ahora danzaban a su alrededor como hermosas joyas siendo bañadas por la luz.
—Todo se detuvo.—pronunció Tomomi aliviada al ver a Aoi entre sus brazos.
—Así que Akane es uno de los misterios del reloj.—indicó Kei con calma, sorprendiendo al espectro, dado que parecía que no le sorprendía.
—¿Qué ha pasado?—preguntó Nene detrás de Tomomi, ella se aferraba a su uniforme, mientras que la primera observaba a su kohai detenido y la segunda veía lo que se desarrollaba al frente de ellas.
—Este chico debe ser el guardían del presente.—pronunció la peliverde, sorprendiendo a algunos.
—Tiene sentido—habló Kei—después de todo, es humano, quien mejor para dominar el tiempo actual que uno.
—Kei-chan no se como has llegado a esa conclusión pero...—musitó Nene.
—Como dicen ellos, parece que tu poder es detener el tiempo...—pronunció el espectro sonriente.
—He podido escuchar mucho sobre tí...—dijo con calma el pelirrojo—Ese viejo uniforme, el sello, orbes, eres lord seven, ¿no es así?
—¡Correcto!—dijo Hanako sonriente mientras sostenía su somrbero ligeramente—Es la primera vez que te veo fuera de los tres guardianes.
—Así que, ¿qué es lo que quiere el líder de los siete misterios de Ao-chan?—Akane miró al espectro, después de dejar a su amada en una de las butacas y colocarle su abrigo.—¡¿Como te atreves a ponerla en una situación peligrosa?!—dijo siseando—No puedo dejarlo pasar...—Akane se acercó caminando a paso—Así que...—entonces tomó del uniforme al séptimo de los misterios—¿Puedo golpear tu maldita cara antes de que hablemos?—preguntó tirándolo al suelo.
Entonces, Nene se arrojó a proteger a Hanako.
—¿Por qué te entrometes?—preguntó Akane sorprendido.
—¡Esa debería ser mi linea, primeto tienes que calmarte!—entonces cayó el candelabro sorprendiendo a la pareja, provocando que se acercansen mutuamente y Akane chasqueaba su lengua.
—Se acabó el tiempo, esto es malo...—pronunció el misterio, Kou cayó al fondo y miró a su alrededor.
—Que molestia.—musitó Tomomi, ayudando a levantar a Nene.
—Oíd, viene gente.—pronunció Kei—Akane dejalo por ahora.—le comentó a su amigo, él asintió.
Aoi Akane observó el pequeño reloj de bolsillo en su mano. El segundero se movía con precisión, marcando el paso inquebrantable del tiempo. Un tiempo que, irónicamente, él podía detener, pero solo por cinco minutos.
—Cinco minutos... —susurró con una sonrisa amarga—. A veces, eso es todo lo que se necesita para cambiar un destino.
Su mirada se perdió en el vacío, mientras su mente regresaba al momento en que todo cambió.
Había sido una tarde cualquiera, o al menos, así lo recordaba. Akane Aoi, su amiga de la infancia, su primer y único amor, estaba en peligro. La vio allí, al borde de la muerte, y el pánico se apoderó de su cuerpo. No podía dejarla ir. No así. No sin hacer nada.
Desesperado, gritó un deseo al universo: que el tiempo se detuviera, que le diera una oportunidad de salvarla. Y el universo, o algo mucho más siniestro, le respondió.
Antes de darse cuenta, dos sombras lo rodearon. Los otros dos guardianes del Reloj lo observaron con una mezcla de solemnidad y determinación.
—¿Es este el poder que deseabas?—dijo uno de ellos con voz grave.
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, su destino quedó sellado. Recibió el poder del presente, el don de congelar el tiempo con aquel reloj de bolsillo que ahora ardía en su palma. Pero el precio había sido demasiado alto.
—¡Mierda con eso!—exclamó molesto después de destruír la pared, todos observaron a Akane en el interior de la enfermería.
—Él es bastante violento.—comentó Tomomi, recordando momentos pasados.
—Siempre ha sido así.—comentó Kei.
—Oh, vosotros dos sois cercanos.—comentó Nene recordando.
—Conozco a Akane desde que entramos en la academia.—dijo el peliverde.
—Woah...—pronunció Kou—No sabía eso aniki.
—Siempre ha sido especialmente violento, grosero y altanero cuando se trata de alcanzar a esa chica.
—¿Te refieres a Aoi-chan?—preguntó Nene.
—No se que le ve.
—¿Has dicho algo lagartija?—pronunció Akane sosteniendo su hombro desde las sombras, Kei suspiró.
—No he dicho nada.
—Tiene un gran oído cuando se trata de Aoi, no se porqué lo intentas.—le dijo su hermana.
—Lo sé—suspiró de nuevo—Oye Akane.
—¿Qué quieres?
—Ahora que sabemos tu historia, necesitamos que arregles el estropicio de tus compañeros.
—¿A qué te refieres?—entonces se escuchó un alboroto en el pasillo, el grupo corrió hacia fuera viendo como todos los alumnos se convierten en ancianos.
—¡Tenemos que hacer algo, antes de que la academia se convierta en un asilo!—comentó Kou.
—Que molesto.—añadió Kei rascando su cabellera.
—¡Mirad, ahí!—Nene señaló a una pequeña niña sonriente en el hombro de Lemon uno de sus compañeros.
—¡Espera!—Akane saltó hacia ella sin poder atraparla, suspirando, entonces, Hanako colocó su cuchillo en el cuello del joven y tomó su reloj.
—Entonces, todos estos problemas, sois los culpables de ellos, guardián del reloj.
—Ugh, sí.—Tomomi los miró frunciendo el ceño—Mirai se escapó.
—¿Quién?—pronunciaron Nene y Kou.
—Como ya sabeis, hay tres de nosotros, uno de ellos protege el futuro, como no tiene nombre, solemos llamarla Mirai.—relató—Como pudieron ver, ella puede adelantar el tiempo de todo lo que toca, para asegurarse de que no lo haga, el abuelo la hizo usar un par de guantes, se supone que él se la había llevado al otro lado del limite.
—¿Abuelo?—preguntó Kou.
—Ah, el que protege el paso, es el más razonable, su nombre es Kako.—sonrió—Heh, aunque él sigue siendo un espectro...—suspiró—Me dijo que la atrapara rápido, ¿qué quiere decir con que está ocupado? ¡Es una excusa! ¿Tu eres quien la dejó salir, sabes?—murmuró para sí mismo.
—Eso significa que ambos tenemos el mismo objetivo, atrapar a Mirai.—setenció Hanako, Tomomi miró al espectro sorprendida—¿Qué tal si trabajamos juntos? ¡Vamos todos a atrapar a esa niña!—su sonrisa calentó el corazón de Tomomi ligeramente.
Kei lo miró con cansancio, Akane no tomó la mano que él había extendido.
—Esto, me gustaría una pregunta—pronunció Nene—Akane-kun, ¿tú odias a los espectros?
Kei miró a Nene con cierta preocupación.
—¿No es obvio? ¡Por supuesto que los odio!—dijo alegre—Por lo que he visto, Yashiro-san parece ser muy cercana a ese desagradable pervertido, ¿eh?—dijo mirándo a Kei brevemente—Eso me da curiosidad.
Tomomi miró a Nene y Hanako consciente de sus palabras.
—Viste lo que le hizo a Ao-chan, ¿no es así? Casi la mata, aún así sigues tan relajada a su lado... ¿No es tu amiga?
—P-pero Hanako-kun no es una mala persona, puede que sea un pervertido, peor en realidad lo penso antes de atacar a Aoi-chan.
—Sin duda lo es.—asintió Kou por detrás.
—Sí lo es.—confirmó de nuevo Tomomi.
—Hey, ¿podeis dejar de llamarme así? Me duele.—dijo Hanako.
—¿Asi que no es una mala persona, eh?—sonrió falsamente—Eso es lo que crees, eh...
—Akane basta.—Kei tomó su hombro y su amigo lo ignoró, Nene miró a ambos.
—Basta, eso debería de decir yo, Kei—lo miró de reojo con frialdad—Tu eres el menos indicado...—entonces soltó su agarre y sostuvo el brazos del espectro con fuerza—Esta persona es un asesino, ¿no es cierto?—Hanako y él cruzaron miradas—Lo mismo ocurre con los otros guardines, los espectros no pueden entender a los humanos...
Tomomi miró a Akane con empatía.
—No saben lo que significa vivir, y aún más importante, la vida no es un juguete, es algo tan precioso para nosotros.
—¡Suéltame!—exclamó Hanako.
—¿Qué es todo este acto? ¡¿Y qué si eres bueno ahora?! ¿¡Crees que el pasado puede ser olvidado?!
Tomomi miró la expresión de Hanako, sus ojos se abrieron ampliamente al verla, Kei escuchó las palabras de su amigo con entendimiento por sus sentimientos, e inevitablemente no pudo evitar recordar las palabras de su abuelo esta mañana.
—¿Entiendes? No importa cuantas buenas acciones hayas hecho o a cuantas personas hayas salvado, todo lo que has hecho en el pasado hecho está. ¡Los muertos nunca podrán volver a la vida!
—¡Basta!—todos observaron los puños cerrados de Tomomi y su expresión enfurecida, Hanako se sorprendió al verla, la niña que siempre parecía una muñeca una vez más lo sorprendía siendo más humana que nunca.
Akane empujó al espectro.
—Relajaros, yo también quiero atrapar a Mirai y la ayuda que me ofreces claro que la aceptaré.—dijo colocando nuevamente sus guantes—Incluso si eres un asesino...—Nene se acercó a Hanako y Kou observó a su superior mientras sostenía la mano de Tomomi—Hagamos nuestro mayor esfuerzo, Lord Seven.
—Heh—emitió Hanako caminando hacia él—Sabes los humanos como tú, son mis favoritos, será un placer trabajar contigo.
El sol brillaba cálido sobre el bosque, filtrando su luz entre las copas de los árboles y dejando destellos dorados sobre el suelo. Amane y Noriko corrían de la mano por el sendero, sus pequeñas piernas intentando mantenerse al mismo ritmo. Siempre iban juntos, sin soltarse, incluso cuando uno tropezaba o intentaba saltar sobre una raíz grande.
—¡Más rápido, Noriko! —exclamó Amane con una sonrisa radiante.
—¡Pero si ya estoy corriendo! —protestó ella, inflando las mejillas mientras trataba de alcanzarlo.
Era un día perfecto de verano, con el aire lleno del canto de los pájaros y el aroma fresco de la tierra húmeda. Sin embargo, entre los sonidos naturales del bosque, un ruido diferente captó su atención.
Un piar débil. Un aleteo torpe.
—¿Escuchaste eso? —preguntó Noriko, deteniéndose de golpe.
Amane ladeó la cabeza y frunció el ceño. Tirando suavemente de la mano de su amiga, la llevó entre los matorrales hasta que encontraron el origen del sonido. En el suelo, escondido entre las hojas, había un pequeño pájaro marrón con manchas blancas. Su ala izquierda estaba torcida en un ángulo extraño.
—Está herido... —susurró Amane con tristeza, agachándose para observarlo mejor.
Noriko apretó la mano de Amane con fuerza.
—¿Qué hacemos? No puede volar así.
El pajarillo temblaba, sus ojitos oscuros reflejaban miedo. Amane, con la mayor suavidad posible, se quitó el pañuelo que llevaba atado al cuello.
—Lo llevaremos con el abuelo veterinario. Él sabe cómo cuidar a los animales.
Noriko asintió de inmediato, ayudándole a envolver con cuidado al pajarito en la tela. Una vez asegurado en el pañuelo, ambos se pusieron de pie y comenzaron a correr de la mano, sin soltarse ni por un segundo.
El veterinario del pueblo era un anciano amable que siempre los recibía con una sonrisa y, cuando iban a visitarlo, les daba caramelos de miel como recompensa por preocuparse por los animales. Al llegar a la pequeña clínica de madera, Amane golpeó la puerta con entusiasmo.
—¡Oji-chan! ¡Necesitamos ayuda!
La puerta se abrió, revelando al anciano de barba blanca y ojos amables.
—Vaya, vaya... ¿Qué me traen hoy, pequeños?
—Encontramos un pajarito herido —explicó Noriko, enseñándole con cuidado el pañuelo—. No podía volar...
El veterinario sonrió con ternura y los hizo pasar.
—Déjenme verlo, pequeños héroes. Estoy seguro de que podremos ayudarlo.
Amane y Noriko se quedaron observando con atención cómo el anciano examinaba al pajarito con manos expertas. Sus pequeños corazones latían con emoción y esperanza.
—¿Se pondrá bien? —preguntó Amane, preocupado.
El anciano les guiñó un ojo.
—Con un poco de descanso y cuidados, podrá volver a volar. Hicieron lo correcto trayéndolo aquí.
Ambos niños suspiraron aliviados y se sonrieron mutuamente. Justo en ese momento, el anciano sacó dos caramelos de su bolsillo y se los ofreció.
—Aquí tienen, por ser tan buenos amigos de los animales.
—¡Gracias! —exclamaron al unísono, tomando los dulces con emoción.
El veterinario los observó con una sonrisa mientras se desenvolvían los caramelos y se los llevaban a la boca con alegría.
—Siempre están juntos, ¿verdad? No importa dónde los vea, nunca se sueltan de la mano.
Noriko asintió con energía.
—¡Es porque en el futuro Amane va a pedirme la mano para casarnos como los mayores!
El anciano soltó una risita mientras Amane se quedaba paralizado, sintiendo que su rostro ardía de la vergüenza.
—¿Eh? —parpadeó, girándose lentamente hacia su amiga.
Noriko lo miró con determinación, como si fuera lo más obvio del mundo.
—Si vamos a casarnos en el futuro, tenemos que cuidarnos desde ahora.
Amane abrió la boca, sin saber qué decir. Se llevó una mano a la cara para cubrir su creciente rubor, pero al final, terminó asintiendo lentamente.
—S-Sí... supongo que sí...
El anciano soltó una carcajada y revolvió el cabello de ambos con cariño.
—Eso es un hermoso pensamiento, pequeña. Si siguen cuidándose el uno al otro así, seguro tendrán un futuro muy feliz.
Noriko sonrió ampliamente, mientras Amane, aún con las mejillas rojas, bajaba la mirada con una mezcla de vergüenza y felicidad.
—¡Sí! —respondió Noriko con entusiasmo.
El anciano les sonrió con ternura.
—Ahora vayan a jugar. Yo me encargaré del pajarito.
Amane y Noriko asintieron, tomados de la mano como siempre, y salieron corriendo de la clínica con risas alegres, listos para seguir explorando juntos el bosque de verano.
Kou ahora tenía un aspecto adulto después de ser tocado por la juguetona Mirai. Gracias a las indicaciones de Akane, sobre las preferencias de Mirai, Nene diseñó un plan para atraer al misterio, gracias por supuesto a la ayuda de unos caramelos. Gracias a las nuevas habilidades de Kou, pudieron extender los rayos con el reloj de Akane, capturando a la pequeña.
—¡Te hemos atrapado, Mirai!
—Ah, eso es malo, ¿Mirai ha sido capturada?—preguntó la pequeña.
—Así es...—suspiró Akane—Quizas no has entendido, pero, rindete y mantente en silencio.
—Entonces, por último...
—¡¿Se fue?!—exclamó viendo como desaparecía entre sus manos.
—¡Te convertiré en una fantástica onee-chan!
—¡Nene!—Kei y Tomomi saltaron hacia ella.
—¡Yashiro!—exclamó Hanako.
—¿Are?—Mirai observó extrañada a la joven—El tiempo no se ha movido, lord seven, podría ser que ella...
Tomomi se arrodillo al frente de ella aterrorizada.
—¿Estña al final de su esperanza de vida?—Hanako la sostenía con fuerza entre sus brazos.
—¡¿Qué siginifica eso?!—preguntó Kou.
—Es tal como dijiste niño.—la voz de un anciano y su toque rozaron a Kou regresandolo a su aspecto original.
—Hubiera sido mejor que aparecieses desde un principio, Kako.—indicó Akane.
—No hay tal cosa como llegar tarde, cuando puedes volver atrás en el tiempo.—Kei miró al espectro con orbes oscuros.
—¿Entonces, es él?—preguntó Kou, Akane asintió.
—Él es nuestro líder y el guardián del pasado.
—Oye, tú viejo.—Kei lo miró con furia—Regresala.
—¡Es cierto, senpai!—exclamó Kou.
—Por eso dije que no dejeras que Mirai toque a Yashiro, te lo advertí.—dijo, Tomomi pudo ver sus ojos temblorosos, arrodillada frente a ellos, no se atrevió a tocar el cuerpo inmovil de su amiga.—Yo tampoco pude pararla, supongo que no podía evitarlo.
Entonces repentinamente, Hanako la dejó reposando en los brazos de Tomomi la cual seguía en shock y él acarició su cabellera ligeramente, se alzó y sonrió a los restantes.
—Para resumir, ella intentó adelantar el tiempo de Yashiro, pero a ella, ya no le queda ese tiempo. —entonces miró a Kou, mientras que Kei lo observaba enfurecido—La razón es que Yashiro va a morir, en poco menos de un año.
—¡¿Cómo es que sabes eso, desde cuándo?!
—Él lo sabía desde el principio.—el grupo miró a Kei que observaba a Hanako como si fuese un insecto.—Desde el momento que él vió a Nene en el baño, hizo contacto con ella, porque solo aquellos que nacen con una habilidad sobrenatural o están cercanos al límite.
—¿Por qué reaccionas como si no fuese nada?—preguntó Kou a Hanako.—¿Tu lo sabías también Kei?—él lo miró sin expresión.
—Dime, ¿Cómo debería haber actuado?—preguntó Hanako—''Hey, vas a morir ponto. ¡Vive tus últimos momentos al máximo! ¿Algo así?—entonces el posó su mano en el pecho—Tal vez lo olvidaste, pero estoy muerto, si alguien vive o muere me da lo mismo.
Kou enfurecido tomó su chaqueta.
—¡Es mejor que no lo estés diciendo en serio!
—Minamoto, así son los espectros—dijo Akane—ellos son realmente diferentes a nosotros.—setenció Akane—Él en verdad no se preocupa por ti ni por Yashiro-san.
—Pero aún así he hecho un gran esfuerzo, para que ella viviera el resto de su vida feliz, hasta ahora y en el futuro.—entonces le arrebató el báculo de las manos.
—¡Damelo!—exclamó Kou, y entonces haciendo una llave dejó a Kou en el suelo.
—Guardián del tiempo.
—¿Qué desea?
—Vuelve el tiempo de la escuela a la normalidad, antes de que Mirai escapara, eso sería esta mañana.
—Bueno, es culpa nuetra, así que...—entonces Mirai se posó en su hombro y alzó su báculo—Ha pasado mucho tiempo desde la úlñtima vez que tuve que hacer esto.
Una conversación se inició entre ellos sobre rebobinar el tiempo, Kou comprendió que sus recuerdos serían borrados. Entonces Hanako sentenció.
—Este mundo está lleno de cosas que no se pueden cambiar.—dijo—Lo sabes bien, ¿no es así?—entonces miró a otro lado—Es lo mismo con aquel chico, no había nada que pudieras hacer—dijo refiriendose a Mitsuba.—Así que, solo olvídalo,¿sí? Creo que ella también querría eso, para que seas tan alegre como siempre has sido.
—¡Cállate!—exclamó Kou, sorprendiendo a todos—¡No me importa si así funciona este mundo, si senpai va a morir—Tomomi se aferró a ella con fuerza—¡Tengo que salvarla! ¡al menos, esta vez! —Kou se acercó a ellas y miró de frente a Hanako—¡Yo no me rendiré! ¡¿Cómo podría olvidar todo esto?!
—No te rendirás, es eso...—Hanako lo miró con los ojos entrecerrados—Supongo que para tí es fácil decirlo.
—¿Me das un momento?—Kei miró a Akane sorprendido al ver como tomaba a Hanako y lo derribaba al suelo.
—Yo creo en el uso de la fuerza, pero no puedes estar seguro de que algo es imposible si no lo intentas, por lo menos hay cero posibilidades si te rindes, eso es seguro.—Akane miró a Kei—Kei, no tengo idea de como sabías sobre la esperanza de vida de Yashiro-san, entiendo que tu hermana también lo sabía, para que no borren los recuerdos de este chico—dijo palpando la espalda del rubio—usaré el reloj para que no puedan arrebatarselos, ¿eso te parece bien?
—Haz lo que quieras.—dijo mirando a su hermana que aún sostenía a Nene.
—Si te hago un favor, entonces el presidente...—Akane comenzó a balbucear sobre si mismo y todos observaron la escena confusos, pero por alguna razón se hicieron aliados.
El tiempo volvió atrás, Hanako miró el animo de Kou, mientras que Kei se encontraba ahora a la vera del espectro.
—Tu dices cosas que no piensas, ¿eres bastante idiota, no crees?—musitó el peliverde sorprendiendo al espectro—¿Sabes? Incluso un idiota como tú, en el pasado se aferraba a la vida de alguna forma, incluso tenías alguien a quién querías proteger.
—¿De qué hablas?—Kei miró a Tomomi la cual seguía abrazando a Nene.
—Yo también tengo personas que quiero proteger.—entonces lo miró—Yugi Amane.—los ojos de Hanako se ampliaron aún más al escuchar aquel nombre.—Tal vez no lo recuerdes, pero hubo un tiempo que incluso un misterio como tú, estuvo vivo. Aferrandose a la vida por otra persona o por un sueño, hasta que los dejaste ir.
—¿Una persona?—preguntó todavía confundido—Tomomi siempre dice cosas extrañas también, ¿entiendo que ella sepa sobre la esperanza de vida de Yashiro, pero tú...?
—Por ahora no debes preocuparte por eso, solo quiero que sepas, Lord Seven, que en algún momento, necesitaré la colaboración de Hanako-san del baño.—sus ojos se oscurecieron—Porque Yugi Amane tiene una deuda con nuestra familia.
Ambos se miraron sin decir mucho más.
Hasta que llegó el momento de regresar el tiempo.
Desde el día en que llevaron al pajarito a la clínica, Amane y Noriko hicieron de su recuperación parte de su rutina diaria. Cada tarde, después de jugar en el bosque, pasaban a visitar al pequeño animal, emocionados de ver su progreso.
El anciano veterinario los recibía con una sonrisa y les dejaba entrar en la habitación donde el pajarito descansaba en una pequeña jaula de madera, su ala vendada con cuidado.
—Miren, ya empieza a moverse mejor —les decía el anciano con voz paciente.
—¡Eso es genial! —exclamaba Noriko, apoyando las manos en la mesa con los ojos brillantes.
—¿Cuánto falta para que pueda volar? —preguntaba Amane con entusiasmo.
El anciano se reía suavemente.
—Pronto, pequeños. Un poco más de paciencia.
Día tras día, el pajarito fue mejorando. Aprendió a estirar sus alas nuevamente y a saltar dentro de la jaula con más confianza. Amane y Noriko estaban felices, convencidos de que pronto podría volver a la naturaleza.
Hasta que un día, al llegar como siempre a la clínica, encontraron al anciano esperándolos en la puerta con una sonrisa distinta, más tranquila y serena.
—¿Dónde está el pajarito? —preguntó Noriko, inclinando la cabeza.
El anciano se agachó para quedar a su altura y les habló con dulzura.
—Hoy lo dejé en libertad. Su ala ya estaba completamente curada, y era hora de que volviera a su hogar.
Amane y Noriko se miraron entre sí, asimilando la noticia.
—¿Dónde está su hogar? —preguntó Amane.
El anciano señaló en dirección al bosque.
—Tiene su nido en un gran roble cerca del sendero de flores. Si tienen suerte, quizás puedan verlo volando.
Emocionados, los niños agradecieron al anciano y salieron corriendo de la clínica, tomados de la mano como siempre.
—¡Vamos a verlo, Amane!
—¡Sí! Seguro que está feliz de estar en casa otra vez.
El bosque estaba bañado por la luz dorada de la tarde cuando llegaron al lugar indicado. Encontraron el gran roble, sus ramas extendiéndose majestuosas sobre el sendero. Pero algo estaba mal.
En el suelo, entre hojas secas y tierra removida, yacía lo que alguna vez fue un nido. Estaba completamente destrozado, con plumas esparcidas alrededor y... sangre.
Noriko se detuvo en seco, su pequeña mano temblando dentro de la de Amane.
—A-Amane... —su voz se quebró en un susurro.
Amane no pudo responder. Sus ojos se abrieron con horror al ver las manchas de sangre en la tierra, siguiendo un rastro que desaparecía entre los arbustos.
—No... —murmuró, sintiendo una punzada de dolor en el pecho.
El pajarito... no había logrado sobrevivir.
Noriko llevó una mano a su boca, su respiración entrecortada. Sus pequeños hombros temblaban, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Quién haría algo así...?
Amane sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo más en el aire... un rastro que no era solo de un animal salvaje. Era algo más oscuro, más extraño, algo que incluso él, siendo un niño, pudo percibir.
Pero en ese momento, lo que más le preocupó fue Noriko.
Ella estaba asustada.
—Nori... —susurró, tirando suavemente de su mano para alejarla del nido destrozado.
Noriko negó con la cabeza, incapaz de apartar la vista. Sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas.
—No es justo... —sollozó—. Se había curado... ¡iba a estar bien!
Amane sintió su propio corazón romperse al verla así. Sin pensarlo, la abrazó con fuerza, rodeando su pequeño cuerpo con sus brazos.
—No llores, Noriko... —murmuró contra su cabello—. Estoy aquí.
Noriko se aferró a él con las manos temblorosas, hundiendo su rostro en su hombro.
—Quería que fuera feliz...
Amane apretó los ojos con fuerza, conteniendo sus propias lágrimas.
—Lo sé... Yo también...
Por un largo rato, se quedaron así, abrazados bajo la sombra del roble. Amane sentía el calor de Noriko contra su pecho, su llanto suave que se mezclaba con el viento.
En ese momento, algo dentro de él cambió.
Apretó los puños y tomó una decisión.
—Nori...
Ella levantó la vista, con los ojos enrojecidos y húmedos.
Amane le acarició el cabello suavemente y le sonrió, a pesar de que su corazón dolía.
—A partir de ahora... No dejaré que vuelvas a ver cosas tristes o desagradables. Te protegeré de todo lo que pueda hacerte sentir así.
Noriko parpadeó sorprendida, sus mejillas aún húmedas.
—¿Lo prometes...?
Amane asintió con determinación.
—Lo prometo.
Y quizás... fue por eso que, en el futuro, Amane dejó de decirle a Noriko cuando estaba herido o cuando sufría. Porque quería cumplir su promesa. Porque quería proteger su sonrisa, sin importar cuánto le costara.
¿Alguna vez has deseado volver al pasado para cambiar algo?
—Amane, lo siento, siento haberte empujado a protegerme...—gimoteó la joven en el suelo mojado—Por favor, no me dejes sola.—entonces se recostó en aquella tumba deseando volver el tiempo atrás.
¡Hey, hey!
¡Nuevo capítulo!
¿Qué os ha parecido?
¿Difuso, entendible, mejorable?
Me gustaría saber como veis las interacciones de los mellizos, o que incognitas os gustaria leer en los siguiente capítulos <3
Una foto de nuestros mellizos <3
¡Nos leemos!
Kana-sensei.
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