𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟖
─Gryffindor.
─¡Gryffindooor!
Inmediatamente los integrantes de esta casa comenzaron a pararse y celebrar aplaudiendo y silbando. Mire a mi hermano, él estaba sentado aplaudiendo lentamente, nada me costaba decir Hufflepuff, no romper una promesa y no estar cuidando a este niño inmaduro perdidamente embobado de amor.
─Tienes que ir a cambiarte la túnica ─voltee a ver a Minerva que estaba con una sonrisa de oreja a oreja─. Felicidades, chica Gryffindor.
Me pare y empecé a caminar a la salida, antes de salir escuche a Dumbledore decir unas cuantas cosas. Cuando doble en la primera esquina me encontré con un grupo de chicos y chicas vestidos de rojo y negro, se veían fuertes y fríos, ni bien me vieron empezaron a saludar, yo solo respondía con la mirada y una sonrisa forzada.
─¡Ana!─ Voltee y me fije en el chico que me había llamado, fruncí el ceño acercándome a él.
─Bruno, pensé que no te volvería a ver hasta... ¿nunca?.
─Tan cariñosa mi princesa. Yo también te extrañe.
Me alzo los brazos y yo sin poder evitarlo rodee los míos en su cuello, en un abrazo un poco incomodo, aunque por él parecía un abrazo de mejores amigos que no se veían hace años. Cuando me soltó pude ver a un chico muy famoso.
─Víctor, ¿Qué tal? ─este asintió a la vez que sonreía de costado, hombre de pocas palabras, lo conocía porque era el mejor amigo de Bruno.
─Te escribí como treinta cartas y ninguna de ellas me contestaste.
─Se habrá perdido tu lechuza.─entrecerró los ojos─ Bueno... no prometí que contestaria. ─dije alzando mis manos en signo de inocencia.
─Lo que si prometiste es que serias una Hufflepuff.
Mire al dueño de la voz, ¿Qué hace aquí?
─No fue mi decisión. ─mentí.
Suspiro pesadamente, Cedric sabía que no era su decisión, pero se ilusiono tanto el tener a la rubia en su casa que le había dolido cuando el sombrero menciono otra casa que no era la de él.
─Hermione me mando porque piensa que no sabes dónde queda tu AHORA casa.
─¿Qué dijiste?
Ana estaba entretenida hablando con Bruno que se le había olvidado por completo que el tejón estaba a su costado, aparte, pensaba que ya se había ido, como no escuchaba ni su respiración. De un momento para otro la ahora Gryffindor fue arrastrada por el castaño.
─¿Qué crees que haces? ─la castaña se soltó en un dos por tres haciendo doler un poco el brazo de Cedric─, Te lo mereces, ni si quiera me despedí.
─ ¿Quién es él?
─Es mi- Espera no tengo que darte explicaciones, ya sabes que sé dónde está mi casa, ahora vete.
─Oye... si pensaste lo que te dije del idiota de Malf- ─dijo mientras avanzaba.
─Las cosas siguen igual Diggory ─lo interrumpí, voltee y lo mire a los ojos─. Debiste decírmelo en ese mismo momento, hiciste que te odiara por más de tres años. Ya largate.
─Pero-
─Vete Diggory. ─antes de que este se fuera por la escalera susurro algo audible para Cedric─ Dame tiempo.
Una gran sonrisa se formó en la cara del castaño, tenía esperanzas y esperaría toda una eternidad por ella, aunque estuviera preocupado y curioso por saber quién era Bruno, confiaba en Cayetana.
A los minutos ya estaba lista para salir, pero decidió esperar un rato más, no se quería juntar con el castaño, quería evitarlo a toda costa, salió de su casa y en las escaleras empezó a bajar una por una muy despacio, en la última escalera que tenía que pasar se empezó a mover y tuvo que saltar para alcanzarla.
Al incorporarse se encontró con su mirada, estaba espantado, igual que la primera vez que la vio hacer eso, rápidamente salió de su shock y empezó, esperaba que le dijera lo mismo que la última vez, pero se dio con la sorpresa que no.
─No has cambiado Potter.
─Algunas cosas nunca cambian, Snapee.
Empezaron a caminar juntos hacia el gran salón y antes de entrar Snape hablo.
─¿Fue por Harry, no?
─Sabes que siempre es por Harry.
Se despidió de Snape antes de entrar al gran salón y ni bien entro se sentó al lado de Hermione y de Neville, ella le sonrió y le abrazo, y él la saludo con una sonrisa tierna, felizmente llego a tiempo para presenciar la entrada de las alumnas de Baeuxbatons.
─Denle la bienvenida a las señoritas de Baeuxbatons y su directora Madame Maxime─ dijo Dumbledore, ni bien dijo eso unas chicas entraron suspirando y tirando mariposas de la nada, atrás de ellas venia una señora súper alta, juraba que era dos veces la altura de Hermione─. Y a nuestros amigos y amigas del norte, los orgullosos hijos de Durmstrang y su director Igor Karkarov.
Todos voltearon a ver a los chicos rudos que entraban por la puerta junto con los bastones, las chicas también empezaron a hacer acrobacias, entonces Ron recalco que dentro de ese grupo de estudiantes estaba el poderosísimo ─según Ron─ Víctor Krum.
─También esta Bruno.─susurre para mí.
─¿Dijiste algo?─dijo Hermione a lo que yo negué rápidamente.
Bruno empezó hacer acrobacias adelante en vista de Dumbledore e hizo un hechizo que permitió manipular el fuego en forma de criatura, en este caso fue algún tipo de ave, después todos los alumnos se incorporaron y los profesores se pusieron a charlar y conversar, al mismo momento que empezamos a comer.
Después de un buen rato Dumbledore se paró y comenzó hablar, hasta que de la nada se empezaron a escuchar estruendos en el techo, un hombre apareció y lo calmo.
─Es ojo loco Moody.
─¿Alastor Moody? ¿El cazador? ─pregunto Hermione.
Centre mi mirada en él, tenía un ojo casi salido, la verdad es que no tenía buena apariencia, pero se notaba que había vivido más cosas tenebrosas que nosotros. Después de saludar a Dumbledore, ojo loco retrocedió unos pasos y empezó a tomar de una botella que tenía escondido en el traje.
─ ¿Qué creen que este bebiendo? ─hablo un chico que hace rato se presentó como Seamus Finnigan, los demás que no conocía también se habían presentado.
─No lo sé, pero no creo que sea jugo de calabaza. ─respondió Harry.
Al ratito el Sr. Barty empezó a decir a decir que menores de diecisiete años no podrán participar en el torneo de los tres magos, cuando Ana escucho eso casi sonríe, Harry no podrá participar y ella no tendrá que cuidarlo, estará más tranquila.
Todos los alumnos menores empezaron a protestar, murmurar y gritar, incluyendo Fred y George. Hasta que Dumbledore los callo a todos, para que después con su varita haga visible el cáliz de Fuego y decir las instrucciones para participar.
Miro a Minerva y esta le hizo seña de que quería hablar con ella, definitivamente esta noche iba ser muy larga.
❄︎❄︎❄︎
𝟖
Después de haber adquirido una varita que los padres de Cayetana ya habían pagado con antelación, la pequeña fue a comprar un cuaderno y un par de lápices. Al regresar al caldero Chorreantes y encontrarse con un Hagrid más despeinado de lo que ya estaba a Hagrid se le devolvió el alma al verla y se apresuró a llevarla al castillo para no tener más problemas. Cayetana se excusó con el cuaderno y los lápices, también dijo que en un momento se había perdido en medio de la multitud al querer regresar.
─No le digas a Dumbledore que te perdí por un momento... ehh por un largo tiempo... mejor no le digas y ya ─Cayetana asintió y con un abrazo se fue, agradeciéndole el paseo.
Eso paso hace una semana, y ahora estaba yendo a la biblioteca. Cada vez por semana podía entrar y sacar cinco libros, cinco libros que entre ellos podían ser libros mágicos ─esto lo hacía con autorización de Minerva y un poco de ayuda de Irma, Irma era la bibliotecaria del colegio Hogwarts─. Esta vez Cayetana quería sacar más de cinco libros así que le pidió permiso a Irma que guardándole el secreto le concedió 10 libros.
Cuando la pequeña fue a comprar el cuaderno y los lápices se encontró tirado la lista de libros de primer grado, así que lo recogió y busco los libros en la biblioteca, ahora ya había leído los libros: El libro reglamentario de hechizos, Una historia de la magia, Teoría mágicas, Animales fantásticos ─que ya había leído─ y Las fuerzas oscuras y Una guía para la autoprotección, de Miranda Goshawk, Bathilda Bagshot, Adalbert Waffling, Emeric Switch, Arsenius Jigger, Newt Scamander y Quentin Trimble.
Una semana después de haber estado en la biblioteca, cuando ya había comenzado las clases y los nuevos alumnos ya se habían acomodado en sus respectivas casas, Cayetana practicaba día a día los principales hechizos y encantamientos, que se le complicaba porque no tenía quien la guie.
Cayetana se levantaba muy temprano cada mañana para ir a entrenar a un salón abandonado donde estaba el espejo del Oesed, ya había pasado una semana más, una semana en la que se había estancado en un encantamiento.
─Espongificación. ─señalo con su varita a la roca, se supone que lo tenía que ablandar, pero no pasaba nada.
En ese momento se acordó de cuando Dumbledore se había molestado y como golpeo el escritorio con la palma de su mano, eso lo hizo porque estaba enojado. Si Cayetana en algún momento estuviera enojada seria esta ocasión. Cerro la mano y golpeo con fuerza la roca, de inmediato el nudillo se rasgó haciendo que la sangre empiece a gotear.
─ ¡¿Estas bien?! ─volteo para ver quien la había visto, ¿era posible que alguien se levantara a esta hora de la mañana? ─. ¿Por qué hiciste eso?
Se acercó corriendo, agarro su mano y con mucho cuidado puso un pequeño pañuelo en el corte, lo presiono para después ver a Cayetana atónito, era sorprendente el cómo no se quejaba, ni siquiera hacía ninguna mueca al hacer presión en la herida.
─ ¿No te duele? ─negó con la cabeza, y su otra mano la alzo para poder enrollar un rulo de su cabello rojizo con su pequeño dedo ─. ¿Qué querías hacer?
Dijo Percy sin saber que era lo que Cayetana quería hacer o el por qué había golpeado una roca. Sin darse cuenta ella estaba jugando con su cabello.
─ ¿Pensaste que ya lo habías ablandado? ─Cayetana no supo que decir así que intento otra vez el hechizo, pero otra vez no lo logro─. No es así, es... Spongify.
(Spongify: Es un encantamiento que vuelve los objetos más flexibles, haciéndolos como la goma y elásticos.)
De pronto la roca se convirtió en una esponja, y con la mano que estaba tocando su cabello agarro la esponja que no pesaba nada, era muy blanda.
─No lo dice el libro, pero el profesor Filius Flitwick sí lo dijo. Ahora vamos a la enfermería.
─No, estoy bien, no me duele.
─ ¡Estas sangrando!
─Estaré bien. ─saco su mano y le devolvió el pañuelo.
─Quédatelo. Quisiera ayudarte, pero todavía no sé nada de hechizos sanadores. ¿De qué casa eres?
Cayetana solo lo miraba, no sabía qué hacer ni cómo actuar, no había hablado con ningún niño que no fuera Harry, así que lo único que hizo fue caminar a la salida, no sabía a donde ir, pero era mejor que nadie la viera.
─ ¡No me has dicho tu nombre! ─Cayetana lo miro de reojo y se fue, esperando poder verlo de nuevo.
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