𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟓


Al llegar donde había dejado a Diggory, vi que se estaba intentando parar, y su cara estaba llena de lágrimas.

─¿Sigues llorando?

─Me entro una piedrita. ─solo asentí y trate de ayudarlo a pararse, pero con su pie mal y mi cuerpo descompuesto caímos de costado, entonces comenzó a botar lagrimas más rápido─ Mírate, estas destrozada y sigues ayudándome, ¿Por qué simplemente no te fuiste? ¿Por qué regresaste?

─Créeme, si pudiera te dejaría aquí mismo y me iría a sanar estas malditas heridas que arden demasiado ─dejo de llorar para fulminarme con la mirada. ─pero aunque quiera, no te puedo dejar aquí Diggory, se lo prometí a tu papá y yo no rompo mis promesas.

Suspiro.

─Además sabes que para mí es inevitable hacerlo.

─Oh, sí que lo sé. ─ lo sabía.

Me pare, ya habíamos descansado, el señor Amos debe estar preocupado y mi hermano también. Agarre su brazo y lo ayude a pararse, él se apoyaba en un pie y yo también, por segunda vez casi nos caemos, si no fuera que agarre su cuerpo en mis brazos. Él se rio y yo hice una mueca de dolor en su pecho, sabía que no me iba a ver, por eso lo hice.

─Soy un estorbo para ti.

─No lo voy a discutir. ─ el castaño rio entre dientes y yo rodee su brazo por mi cuello.

Recién me había dado cuenta de lo alto que es y de sus largas piernas, por eso también me costó cargarlo en mi espalda, yo era más alta que Harry, así que solo tenía que mirar un poco arriba para mirarlo a la cara.

Poco a poco íbamos caminando, despacio y lento, hasta que él se tropezó y volvimos a caer, recosté mi cabeza en el piso. Yo seguía sangrando y me quemaba la parte en la que ese tipo me tiro el encantamiento, maldecí no haber aprendido hechizos sanadores, y lo maldecí más cuando tosí y bote sangre.

─Mejor déjame aquí y llama alguien para nos ayude. ─pose mi mirada en la suya, no lo decía en broma.

─Sabes que no hare eso.

─No te lo estoy preguntando.

─Y yo no te voy hacer caso, si te quedas aquí yo también, en cualquier momento pueden volver a aparecer esos tipos.

─Siempre fuiste terca. ─felizmente él no me había visto toser, si no me habría hecho un drama al ver la sangre.

Me volví a parar, tome un poco de aire, lo agarre de los brazos he hice que se parara, al ver su mueca de dolor, pase sus brazos por mi cuello.

─No, no, estas loc- ─entonces lo cargue, al recibir el peso caí de rodillas e hice una mueca de dolor, Diggory se intentó parar pero yo agarre sus piernas con más fuerza, arrugue la cara cuando su pierna roso la herida

«Maldita sea, ¿Qué estaba pagando?»

─No creas que no vi cuando te doblaste el otro tobillo, idiota.

Alce una rodilla y después alce la otra, sentí como la sangre se escurría de mi cuerpo, me quede un rato de pie para acostumbrarme al peso y tomar aire, solo teníamos que subir la montaña. Se lo prometí al señor Diggory, traería a su hijo sano y salvo.

Después de un rato de subir la montaña mis ojos se empezaron a cerrar, a lo lejos vimos a una persona, Diggory empezó a gritar, entonces esas personas comenzaron a correr hacia nosotros, ni bien vi al señor Arthur Weasley caí de rodillas.

─Cayetana.

─Agárrate Diggory. ─con mi brazo agarre su cabeza y caí de costado, sabía que ya estábamos a salvo, lo último que escuche fue a Diggory tratando que no me quede dormida, pero ya no pude más y por fin cerré los ojos.

Poco a poco trataba de acostumbrarme a la luz, con solo ver el techo sabía que estaba en un hospital, el techo era blanco... como esa vez, quise incorporarme, pero una mano me agarro y lo impidió, volteé mi cabeza y vi a mi hermano.

─¡Ana! gracias por despertar. ─me abrazo apenas y yo respondí─ Los doctores decían que despertarías en una semana o dos, pero felizmente despertaste en solo cuatro días, por cierto no te levantes, según los doctores tienes que descansar, la herida perforo tu hígado, ya lo curaron pero tienes que descansar.

Me vi, llevaba una túnica de hospital. Suspiré cansada. Tenía una crema verde en el abdomen donde recibí el encantamiento oscuro. Quise preguntar qué había pasado con los tipos de negros que estaba segura que eran mortífagos, pero en vez de eso pregunté otra cosa.

─¿Y Diggory?

─Está bien, le pusieron una férula en el tobillo, dice que se siente mejor como para cuidarte. Si no fuera por él... estarías quedándote sola en las horas de almuerzo. Esta afuera porque solo se permiten una persona a la vez. Ah también como solo se permitían familiares se hizo pasar por tu novio ─se rio─ aunque nos aclaró que obviamente no lo era, además lo conoces hace solo unos días ─se volvió a reír─ Lo voy a llamar.

Se fue hacia la puerta, ni bien salió de mi campo de visión me pare de la cama. Sentí una punzada en la herida, pero no lo suficientemente fuerte como mis ganas de irme de aquí. Busqué ropa limpia en la habitación y solo encontré ropa de hombre, me la puse, felizmente el polo era holgado así que casi no rosaba la herida, había una gorra también, recogí mi cabello y me puse el gorro.

Cuando estaba por el pasillo me choqué con alguien y de reojo vi que era Diggory, tenía una férula en el pie y cojeaba un poco apoyándose de una muleta.

─Disculpe caballero. ─dije con voz grave.

─No se preocupe, siga. ─seguí mi camino, en unos cuantos segundos se daría cuenta, comencé a caminar rápido para después parar en seco al escuchar mi nombre─. ¡Cayetana!

Comencé a correr, sabía que esos dos no me dejarían salir del hospital. A mí no me gustaba este lugar, ver a tantos enfermos, me enfermaba. Al llegar a la puerta del hospital me agarraron del brazo y me voltearon, sacaron mi gorra y mi cabello salió como si un chorro de agua se tratase, sin querer hice una mueca de dolor que él más alto llego a notar.

─Ya me dieron de alta.

─No, no lo estas, los doctores dijeron que tienes que guardar cama por lo menos dos semanas. ─hablo con una mueca de dolor, de seguro por la férula.

─ ¿Dos semanas? ─pregunte incrédula─, Están equivocados si piensan que me voy a quedar dos semana en este lugar.

─Odio que seas tan astuta. ─dijo Harry al llegar al costado del castaño

Me solté del agarre de Diggory y comencé a caminar para la calle.

─¡Cayetana! ─llamo el castaño a lo que Harry volteo a verlo extrañado, ¿le había dicho su nombre real? según él, era el único que sabía que ella se llamaba así.

─Ya te dije que no me llames así, vámonos Harry.

Cedric quiso protestar, pero Harry lo interrumpió. ─Cuando la conozcas sabrás que no la podemos detener, ella es así.

Oh, sí que lo sabía, soltó un largo suspiro y se despidió de Harry, Cedric conocía una parte de Cayetana que él no.

─¿Le dijiste tu verdadero nombre?

─Solo esta abreviado Harry, te lo he dicho un millón de veces. ─Harry se calló esperando que su hermana le respondiera─ Fue un error decirle mi nombre.

No mentía, de verdad creía que había sido un error habérselo dicho.

❄︎❄︎❄︎

𝟓

Septiembre, 1985

Hace aproximadamente un año había llegado a este gran castillo lleno de misterios, desde el gran gorro puntiagudo de minerva hasta un árbol que bailaba ese lo había visto el primer día que llego con Hagrid a este enorme lugar.

Según lo que entendía del propósito de estar ahí, era estudiarse a sí misma, ya había aprendido que eran las emociones, lo básico era la alegría, el miedo, el asco, la sorpresa, el enojo y tristeza. Hasta ahora no había experimentado ninguna, pero si había fingido alegría según Dumbledore, era eso de sonreírle a cada persona que se le presentara. Los otros cinco ni tenía idea de lo que eran hasta hace un año.

La alegría es diversión, euforia, contentos, sensación de bienestar, de seguridad. Según Minerva, era curiosidad lo que le sucedía con Snapee, las ganas de saber más, eso era... o se suponía, la verdad no sabía. 

El miedo es amenaza, peligro, inseguridad. El asco es disgusto, aversión. El enojo es ira, resentimiento, furia, irritabilidad. La sorpresa es asombro, sobresalto, desconcierto. Y por último la tristeza, este era pena, soledad y pesimismo. Ninguna de esas había experimentado, aunque no le causaba curiosidad saber cómo era, como ella era estaba bien.

También había aprendido que cada una de estas tenían una función, protección en el miedo, ayuda a orientarnos en la sorpresa, rechazo en el asco, la tristeza nos motiva hacia un cambio, la ira nos induce a la destrucción, en cambio la alegría nos induce a la reproducción.

Ahora, todo lo que había aprendido lo tenía que aplicar. Dumbledore me iba tener a prueba durante un año entero, no me dijo que pasaría si lo llegara hacer mal, pero si lo llegaba hacer bien podía pedir lo que yo quería así que estaba todo bien, ya que quería uno de esos palos que tiraban una luz por la punta.

Entro al despacho de Minerva sin tocar la puerta, ya era costumbre hacer eso, Minerva le había permitido hacerlo, pero creo que en esta ocasión no fue la mejor, al frente mío tenía a un hombre trasparente flotando. Cuando las dos personas en la sala se dieron cuenta de mi presencia se quedaron estáticos, igual que yo.

«¿Qué emoción pondría?»

Sonreí. Era una "persona" nueva así que tenía que sonreír. El señor alto con rulos transparentes, pero de seguro canosos se giró a verme, me sonrió al mismo tiempo que se agacho para verme mejor y estar un poco a mi altura. Se le veía muy elegante con su traje, a decir verdad, parecía de hace décadas, y ahora me llamo la atención la línea que tiene en su cuello.

Pero ¿quién es esta preciosa lady? No creo que me haya presentado. Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio. Fantasma residente de la torre Gryffin-en ese momento Minerva comenzó a toser fuertementedor...

¿Gryffindor? ¿Fantasma?

¿Cayetana? la voz era conocida, Dumbledore había entrado al despacho y cuando lo mire estaba con los ojos bien abiertos mirando a Sir Nicholas─ Sir Nicholas... ¿Qué lo trae por aquí?

Director Dumbledore, un gusto de verlo, yo quise tomar una tasa con mi querida Minerva y de pronto apareció la pequeña...

Cayetana dije sonriente─, Cayetana Potter.

Extendí mi mano mientras él ponía una mano en su boca y miraba a los presentes en el despacho, siempre que me presentaba pasaba lo mismo, como con la profesora Pomona Sprout que estrecho muy ansiosamente su pequeña mano cuando se enteró que estaba rondando por los pasillos de Hogwarts junto con Minerva. Nadie dijo nada en la sala y cuando el asombro bajo en sir Nicolás miro a Ana y le extendió su mano.

Sin embargo, cuando su mano estuvo cerca solo sentí un aire frio recorrer mi brazo, había traspasado su mano con la mía. Recordé lo que había dicho hace instantes, él era un fantasma.

Lo siento mucho my lady, no puedo tenderte la mano, si nos hubiéramos conocido hace más de 500 años lo habría podido hacer.

¿Usted tiene más de 500 años?

Cayetana. Dumbledore se acercó a mí y me dio señal a que agarrara su mano, obedecí─. Ya es hora de dormir pequeña. Despídete de Sir Nicholas.

Dumbledore le hizo señal a Minerva que nos acompañara, ella rápidamente se puso a mi costado y agarro mi otra mano, pero antes de hacer eso me despedí con ella del Sir Nicholas.

Espero volver a verla my lady.

Le sonreí y cuando ya estaba a unos metros lejos caminando agarrada de la mano de Minerva y de Dumbledore volteo todo lo que me permitió mi cuello. Sir Nicholas seguía ahí mirando cómo me iba, y cuando sentí otra vez curiosidad por su línea roja de la garganta el agarro su cabello y lo jalo a un costado haciendo que su cabeza se despegara de su cuello.

Sonreí. Esperaba volver a verlo. Me encantaba este lugar. Aunque no lo sintiera, teóricamente se podía.

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