O13; problemas amorosos

Un sonido estridente rompió la tranquilidad de la mañana. 

Jungkook gruñó bajo las sábanas, apretando los ojos con molestia cuando la insistente alarma invadió sus oídos. Se removió con pesadez, sin intención alguna de salir de la calidez de la cama. Su cuerpo aún se sentía pesado por el sueño, y la luz matutina que se filtraba a través de las cortinas solo lograba incrementar su mal humor. 

Forzó sus párpados a entreabrirse, pestañeando varias veces hasta que su vista se acostumbró a la claridad. Con la respiración aún pesada, se estiró un poco antes de removerse en la cama, dispuesto a buscar su teléfono y silenciar la molesta alarma. 

Pero entonces, su mirada se topó con algo que hizo que todo en su mente y cuerpo se congelara. 

A escasos centímetros de su rostro, Taehyung dormía profundamente. 

El mayor estaba de lado, con la boca ligeramente abierta y una expresión serena que contrastaba con la irritante alarma. Su cabello revuelto caía despreocupadamente sobre su frente, dándole un aire de tranquilidad casi irreal. Cada respiración pausada que escapaba de sus labios parecía burlarse del caos que se desarrollaba dentro de Jungkook en ese instante. 

Jungkook tragó saliva con dificultad. 

Estaban demasiado cerca. 

El sonido de la alarma se volvió un eco distante cuando su atención quedó completamente atrapada en el rostro de Taehyung. Su mirada recorrió inconscientemente cada detalle: la curva de sus pestañas, la suave línea de su nariz, la forma en que sus labios se fruncían apenas con cada respiración. 

Era injusto. 

Era cruel despertar así. 

Jungkook inhaló profundamente, tratando de no perderse más de la cuenta en aquella imagen, cuando sintió algo cálido bajo su mano. 

Algo suave y cálido. 

Su cerebro tardó un par de segundos en procesar lo que estaba tocando, y cuando logró hacerlo, su garganta se secó por completo. 

Bajo la sábana que los cubría, su palma descansaba sobre la piel un poco descubierta de la cintura de Taehyung. 

La piel desnuda de su cintura. 

Jungkook se quedó congelado. 

Por un instante, su mente quedó en blanco. La calidez bajo su mano se volvió un ancla, atrapándolo en un estado de shock del que no podía escapar. Lo lógico sería apartarse de inmediato, pero sus músculos se negaban a obedecer. 

El contacto era demasiado real, demasiado íntimo, demasiado peligroso. 

La maldita alarma volvió a sonar. 

Jungkook pegó un respingo en su lugar, su corazón latiendo con tanta fuerza que casi dolía. Observó con horror cómo Taehyung fruncía el ceño, moviéndose apenas antes de hacer un pequeño puchero inconsciente. 

Jungkook estaba perdiendo el control. 

Su cuerpo actuó antes de que pudiera pensarlo demasiado, y con un torpe movimiento, retiró su mano justo cuando Taehyung empezó a despertar. 

Los párpados del mayor se agitaron lentamente antes de entreabrirse. 

Sus ojos somnolientos se encontraron con los suyos, y Jungkook sintió que el tiempo se detenía. 

—Jungkook-ah… —murmuró con la voz ronca y rasposa por el sueño—. Apaga la maldita alarma… por favor… 

Jungkook parpadeó rápidamente, intentando sacudirse el aturdimiento. 

—S-Sí… sí, claro —balbuceó, alcanzando su teléfono a toda prisa para silenciar la insoportable alarma. 

El silencio volvió a llenar la habitación, aunque su corazón seguía golpeando con fuerza en su pecho. 

Cuando levantó la vista, vio a Taehyung comenzar a moverse. 

El mayor se estiró con pereza bajo las sábanas antes de incorporarse lentamente en la cama. Jungkook pensó que ya había superado la peor parte de la mañana, pero entonces, ocurrió. 

En un gesto completamente natural, Taehyung alzó los brazos por encima de su cabeza para estirarse, y su pijama superior ascendió lo suficiente como para exponer una parte de su abdomen. 

Jungkook dejó de respirar. 

El destello de piel fue suficiente para que su mente se llenara de pensamientos peligrosos, imágenes indebidas que lo hicieron sentirse al borde del colapso. 

No mires, no mires, no mires.

Pero era imposible. 

El aire se sintió más pesado a su alrededor, su piel ardiendo con una intensidad ridícula. Jungkook sabía que estaba entrando en un terreno peligroso, uno del que no habría regreso si no hacía algo ya mismo.

Con un impulso desesperado, se levantó abruptamente de la cama… solo para tropezar con las sábanas. 

—¡Mierda! —exclamó, tambaleándose hacia adelante. 

Por un segundo, creyó que terminaría besando el suelo, pero su increíble reflejo lo salvó en el último momento, logrando estabilizarse justo antes de caer de bruces. 

Taehyung lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión. 

—Dios mío, Jungkook. ¿Estás bien? 

Jungkook asintió frenéticamente, evitando su mirada a toda costa. 

—Sí, sí. Todo bien. Solo… eh… —hizo un gesto vago con la mano—. Torpeza matutina. 

Taehyung soltó una pequeña risa antes de suspirar. 

—Deberías ir a tu habitación y prepararte para la universidad —dijo, frotándose los ojos con desgano—. Yo haré lo mismo. 

Jungkook asintió rápidamente. 

—Sí, claro. Buena idea. 

Taehyung se puso de pie, tomando su teléfono antes de dirigirse al baño de su habitación. Jungkook se obligó a mantenerse inmóvil, a no cometer el error de mirarlo demasiado mientras desaparecía tras la puerta. 

Pero entonces, un par de minutos después, el sonido del agua comenzó a resonar dentro del baño. 

El simple pensamiento de Taehyung tomando una ducha, completamente desnudo, invadió su mente antes de que pudiera detenerlo. 

Jungkook sintió un escalofrío recorrerle la espalda. 

—Mierda… —susurró para sí mismo, sintiendo cómo su cerebro entraba en pánico. 

Necesitaba salir de ahí. 

Con pasos apresurados, casi tropezando nuevamente, salió rápidamente de la habitación de Taehyung y se dirigió a la suya propia. 

Cuando cerró la puerta tras de sí, se apoyó contra ella, cubriéndose el rostro con ambas manos. 

—Necesito ayuda… —murmuró en voz baja, sintiendo su piel arder de vergüenza. 

Pensar de esa manera en su hyung era un grave, grave problema.

Veinte minutos después, Jungkook salió de su habitación ya vestido y listo para la universidad. 

Respiró hondo antes de encaminarse a la cocina, aún tratando de despejar su mente de los pensamientos que lo habían atormentado desde que había despertado. Pero apenas dio un par de pasos hacia la cocina y escuchó voces provenientes de allí, supo que aquello sería imposible. 

Cuando cruzó el umbral de la puerta, sus ojos se posaron automáticamente en Taehyung. 

El mayor se movía con naturalidad por la cocina, colocando platos con el desayuno en la mesa mientras hablaba alegremente con Jimin. Parecía completamente relajado, como si nada de lo ocurrido en la mañana hubiese afectado en lo más mínimo su tranquilidad. 

Jungkook, en cambio, sintió que su cuerpo se tensaba de inmediato. 

En ese instante, Taehyung alzó la vista y sus miradas se encontraron. 

Jungkook tragó saliva. 

El rubio le dedicó una sonrisa serena, sin rastro de incomodidad o tensión en su rostro. 

—Siéntate, Kook —dijo con suavidad. 

Jungkook apenas pudo asentir antes de moverse hacia la mesa y sentarse en una de las sillas. Taehyung colocó un plato frente a él, y con el movimiento, el aroma de su colonia lo envolvió de lleno. 

Un aroma fresco, suave, adictivo. 

Jungkook cerró los ojos por un segundo, intentando no sucumbir ante la sensación de estar completamente rodeado por la presencia del mayor. 

Taehyung tomó su propio plato y se sentó junto a Jimin, quien se sirvió jugo antes de retomar la conversación. 

—Te juro que si ese profesor sigue dejando trabajos de último minuto, voy a perder la paciencia —se quejó Jimin con un suspiro—. ¿A qué hora quiere que tengamos vida social? 

Taehyung se rió entre dientes. 

—Creo que eso es exactamente lo que quiere evitar —bromeó, llevando un pedazo de pan tostado a su boca. 

Jungkook observó en silencio, fingiendo estar más interesado en su desayuno de lo que realmente estaba. 

Esa mañana, Taehyung lucía… 

Radiante. 

A pesar de todo lo que había pasado la noche anterior, se veía fresco y relajado. Mucho más tranquilo. Llevaba unos jeans ajustados de mezclilla clara que realzaban sus largas piernas, una camiseta blanca sencilla y encima, una chaqueta de mezclilla un poco holgada. Su cabello rubio, aún húmedo por la ducha, caía de manera perfecta sobre su frente. 

Jungkook se obligó a apartar la mirada. 

—Por cierto, ¿a qué hora llegaste anoche, Tae? —preguntó Jimin de repente, llamando la atención de su menor por meses. 

Jungkook sintió un escalofrío recorrerle la espalda. 

Se quedó completamente inmóvil, manteniendo su mirada fija en su plato mientras esperaba la respuesta del mayor. 

—Algo tarde —respondió Taehyung sin darle importancia—. La lluvia me retrasó un poco. 

Jimin frunció el ceño. 

—Eso pensé. No esperé a que llegaras porque estaba muerto del cansancio y me fui a dormir nada más terminé de cenar, ayer fue un día agotador en el trabajo.

Jungkook se llevó rápidamente su vaso de jugo a la boca, ocultando su rostro. 

Si Jimin se enteraba de que él había salido bajo la lluvia a media noche, preocupado por Taehyung, probablemente recibiría un sermón de una hora. 

Era mejor guardar silencio. 

Taehyung, sin embargo, se limitó a sonreír. 

—No pasa nada, Jimin. Llegué bien, aunque empapado. 

Jimin suspiró. 

—Solo intenta no quedarte afuera hasta tan tarde la próxima vez, ¿sí? No quiero que termines enfermo o que te pase algo. 

—Sí, sí, entendido. 

Jungkook dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio que el tema cambiaba y que Jimin no tenía idea de lo que él había hecho la noche anterior. 

El resto del desayuno transcurrió entre conversaciones sobre la universidad, el trabajo y otros temas triviales. Jungkook, sin embargo, pasó la mayor parte del tiempo en silencio, robando miradas furtivas hacia Taehyung cada vez que podía. 

No podía evitarlo. 

Había algo en la forma en que el mayor sonreía, en la manera en que su risa llenaba el espacio, que lo mantenía completamente cautivo. 

Por más que intentara convencerse de lo contrario, la verdad era clara. 

Siempre había sido él. 

Siempre había sido Taehyung. 

Minutos después, cuando terminaron de desayunar, tomaron sus cosas y salieron del apartamento. 

Jimin iba adelante, revisando su teléfono mientras caminaban hacia el estacionamiento del edificio. Jungkook y Taehyung lo seguían desde atrás, lado a lado, y en silencio. 

El sonido de sus pasos resonaba en el pasillo cuando, de repente, Jungkook sintió un ligero roce en su mano. 

Un contacto apenas perceptible. 

Su respiración se detuvo por un momento, y bajó la mirada justo a tiempo para ver la punta de los dedos de Taehyung rozar los suyos. 

Como si el mayor también lo hubiese notado, alzó la vista para mirarlo. 

Jungkook abrió la boca, listo para disculparse, pero entonces, Taehyung le sonrió. 

Una sonrisa tranquila. 

Una sonrisa que lo desarmó por completo. 

Cualquier palabra que Jungkook pensaba decir se evaporó de su mente en un instante. 

Se quedó en silencio, con el corazón latiéndole con fuerza mientras se obligaba a apartar la mirada antes de que Jimin notara algo extraño. 

Llegaron al auto de Jimin y subieron. 

Jungkook se acomodó en el asiento trasero, apoyando la cabeza contra la ventana mientras el auto arrancaba y comenzaban el trayecto hacia la universidad. 

Sus pensamientos giraban sin control. 

No importaba cuánto intentara ignorarlo, no importaba cuántas veces se repitiera a sí mismo que debía controlarse. 

El problema era simple. 

Taehyung era su problema.

Cuando llegaron a la universidad, Jimin estacionó el auto en su lugar habitual y apagó el motor. Jungkook apenas había prestado atención a la conversación entre su hermano y Taehyung durante el trayecto, demasiado ocupado recordando lo ocurrido esa mañana. Su piel aún hormigueaba con la sensación del roce accidental de sus manos, y por más que intentaba distraerse, la imagen de Taehyung sonriéndole seguía clavada en su mente. 

—Nos vemos más tarde, Kook —dijo Jimin, sacándolo de su ensimismamiento. 

Jungkook parpadeó y levantó la cabeza, encontrándose con la mirada de su hermano y Taehyung, quienes ya estaban fuera del auto, esperándolo. 

—Ah, sí. Nos vemos —murmuró, quitándose el cinturón y saliendo. 

—Adiós...

Taehyung le dedicó una última sonrisa antes de girarse para seguir a Jimin. Jungkook se quedó quieto por un instante, observándolo desaparecer entre los estudiantes. 

Finalmente, sacudió la cabeza y tomó aire. Era hora de concentrarse en la universidad. 

Con pasos decididos, se dirigió hacia su salón. 

Sin embargo, no tardó en encontrarse con dos caras familiares en el pasillo. 

—¡Ja! Sabía que eras tú —exclamó Jake, acercándose con una sonrisa amplia. Sunghoon lo seguía de cerca con una expresión más tranquila, aunque igualmente animada. 

—¿Dónde te habías metido? —preguntó Jake con una ceja alzada—. Ayer desapareciste como fantasma. Ni siquiera te despediste de nosotros.

—Solo tuve cosas que hacer —respondió Jungkook sin dar detalles. 

—Ajá, claro —Jake rodó los ojos y cruzó los brazos—. Y hoy vienes con esa cara de distracción total. ¿Te pasó algo? 

Jungkook frunció el ceño y negó de inmediato. 

—Nada. 

Pero Sunghoon lo observó con sospecha. 

—Mmm… no sé. Tienes toda la pinta de alguien con problemas amorosos. 

Jungkook le dedicó una mirada de advertencia, pero sus amigos eran demasiado perspicaces para su propio bien. 

Jake dejó escapar un jadeo dramático. 

—¡Oh, por favor dime que es eso! 

—No es nada —insistió Jungkook. 

Pero Sunghoon y Jake se miraron, luego lo miraron a él. 

Y Jungkook supo que no lo dejarían en paz. 

—Vamos, Kook —insistió Jake, ahora con un tono más suplicante—. ¿Qué te cuesta contarnos? 

Jungkook suspiró. Miró a ambos lados del pasillo, asegurándose de que nadie estuviera lo suficientemente cerca para escucharlos, y luego murmuró con un poco de vergüenza.

—Hay… un chico que me gusta. 

Jake se iluminó de inmediato. 

—¡Lo sabía! —exclamó, moviendo los brazos con emoción—. ¡Esto es demasiado bueno! ¿Desde cuándo? 

Jungkook hizo una pausa, mordiéndose el labio antes de responder. 

—Desde que tenía trece, más o menos. 

Jake soltó un chillido agudo, cubriéndose la boca con ambas manos como si intentara contenerse. La emoción del momento superaba su esfuerzo de no llamar la atención.

Jungkook suspiró con frustración. 

—No hagas un escándalo. 

—¡¿Desde los trece dices?! ¡Eso son seis años, Jungkook! ¡Esto es histórico! 

—Dios, ¿puedes calmarte un poco? —se quejó Sunghoon, aunque no pudo ocultar la sorpresa en su rostro. 

Jake finalmente se tranquilizó lo suficiente como para sentarse en una de las bancas cercanas. 

—Está bien, está bien. Entonces, ¿cuál es el problema? 

Jungkook bajó la mirada. 

—Es mayor que yo. 

Jake y Sunghoon parpadearon. 

—¿Eso es todo? —preguntó Jake. 

—No solo eso… Probablemente nunca me vea como algo más que… el hermano menor de su mejor amigo. Y eso me jode como no tienen idea.

Jake y Sunghoon se miraron. Esta vez, Jake no exclamó ni chilló. 

Parecía estar procesando la información. 

—Espera —Sunghoon entrecerró los ojos—. Primero que nada, ¿podemos saber quién es este misterioso chico? 

Jungkook se llevó una mano a la nuca, sintiendo una oleada de nervios recorrer su cuerpo. 

Miró alrededor una vez más, asegurándose de que nadie los estuviera escuchando. 

Luego, murmuró: 

—Kim Taehyung. 

El aire pareció quedarse estático. 

La mandíbula de Jake casi toca el suelo. 

—¿¡Kim Taehyung!? ¿¡El Kim Taehyung que conocemos!?

—Shhh, bájale el volumen —susurró Sunghoon, mirándolo con seriedad cuando muchos pares de ojos se posaron en ellos ante tal grito que había soltado el australiano.  

Jake se cubrió la boca de inmediato. 

Sunghoon, por otro lado, frunció el ceño, dirigiendo la mirada hacia Jungkook.  

—¿Espera… conoces a Kim Taehyung? 

Jungkook asintió con la cabeza. 

—Es el mejor amigo de mi hermano. 

—¿¡QUÉ!? —Jake volvió a chillar, aunque esta vez lo hizo en un tono más bajo. 

—Lo sabía… —Sunghoon dejó escapar un suspiro, observando a Jungkook con una expresión pensativa—. Pero eso explica muchas cosas. 

Jungkook no supo si le gustaba o no cómo sonó eso. 

Antes de que alguno de ellos pudiera hablar, decidió adelantarse. 

—Quiero ser más cercano a él. No quiero que solo me vea como "el hermano menor de Jimin". 

Jake volvió a ahogar un sonido de pura emoción, y Sunghoon, que desde hace unos momentos había tomado asiento a su lado, colocó una mano en su espalda baja con suavidad.

—Baja la voz, genio —le advirtió a Jake por enésima vez, quien se apresuró a taparse la boca otra vez. 

Sunghoon luego miró a Jungkook con una expresión seria. 

—Tu situación es complicada… pero no imposible. 

Jungkook frunció el ceño. 

—¿Qué quieres decir? 

Sunghoon no respondió de inmediato. 

En su lugar, miró a Jake. 

Y Jake, con solo una mirada cómplice, supo exactamente lo que Sunghoon estaba pensando. 

Sin necesidad de palabras.

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