O11; preocupación

La noche se sentía más larga de lo habitual. 

Jungkook estaba sentado en el sofá de la amplia sale del apartamento, con las piernas separadas y el control remoto descansando en su mano derecha. Sus ojos estaban fijos en la pantalla de la televisión, pero no prestaba atención a nada. La película seguía su curso, llena de escenas de acción y explosiones que resonaban en la sala, pero no lograba captar su atención. 

El reloj sobre la pared marcaba las 11:51 de la noche y Taehyung aún no volvía. 

Había pasado horas esperando pacientemente. Al principio, su hermano había pedido comida para los tres, pero Taehyung nunca llegó para compartir la cena. Jungkook había limpiado la mesa, arreglado un poco la sala y esperado a que Taehyung diera señales de vida. Sin embargo, la única respuesta que había recibido eran las luces parpadeantes del televisor y el sonido de la lluvia, que había comenzado a caer con fuerza hacía ya más de media hora. 

Jimin se había retirado a su habitación hacía rato. Probablemente ya estaba profundamente dormido, como también debería estarlo él. Pero no podía. Su mente no lo dejaba. Estaba inquieto, preocupado. Taehyung no respondía sus mensajes, ni las llamadas. Todo iba directamente al buzón, como si el mayor hubiera apagado su teléfono a propósito o estuviera fuera de alcance. 

Jungkook se pasó una mano por el cabello, despeinándolo más de lo que ya estaba. Su mandíbula estaba tensa, su pie derecho se movía con impaciencia contra el suelo.

—¿Dónde demonios estás, hyung? —murmuró en voz baja, frustrado. 

De repente, como si algo en su interior lo impulsara, se levantó de golpe. Caminó hacia la entrada del apartamento y descolgó su chaqueta negra que estaba colgada sobre el perchero de madera junto a la puerta. También tomó su gorra negra, colocándosela con prisa.

Ni siquiera se molestó en avisar a Jimin antes de salir. 

El aire frío de la noche lo recibió con fuerza cuando salió del edificio. La lluvia golpeó su rostro y su ropa de inmediato, empapándolo en segundos. El viento parecía burlarse de él, haciendo que las gotas se sintieran aún más heladas al caer. Pero nada de eso le importaba en ese momento. 

—Muy bien, Jungkook, ¿y ahora qué? —murmuró para sí mismo mientras miraba a su alrededor.

No tenía ni idea de dónde buscar. No sabía dónde trabajaba Taehyung, ni los lugares que solía frecuentar cuando salía. Esa realización le golpeó el pecho como un ladrillo. ¿Qué tan distantes se habían vuelto como para que no supiera nada de él? 

Apresuró el paso, girando a la derecha y caminando sin rumbo fijo por las calles cercanas al complejo de edificios. Sus ojos buscaban desesperadamente algún rastro, alguna pista del mayor. Miraba cada rincón, cada sombra. Las pocas personas que aún estaban fuera cargaban paraguas o usaban sus maletines de trabajo como improvisadas protecciones contra la fuerte lluvia. 

—Disculpe, ¿ha visto a un chico de cabello rubio, más o menos de esta altura? —preguntó apresuradamente a un hombre que pasaba. Este negó con la cabeza, apretando su paraguas y siguió su camino. 

El frío comenzaba a calarle los huesos, pero Jungkook no se detuvo.

Sentía cómo la frustración y la preocupación crecían dentro de él, mezclándose con un ligero toque de culpa. ¿Por qué no había insistido más temprano en que Taehyung le avisara cuando saliera? ¿Por qué no había intentado hablar más con él estos días? 

—Maldita sea, Taehyung, ¿dónde estás? —gruñó frustrado, pateando un pequeño charco en su camino. 

De pronto, mientras giraba en una esquina, lo vio. Allí estaba, sentado en un banco bajo un techo improvisado de plástico que apenas lo protegía de la lluvia. Taehyung tenía la cabeza gacha, las manos entrelazadas y parecía perdido en sus pensamientos. 

—¡Hyung! —gritó Jungkook, corriendo hacia él sin dudarlo ni un segundo. 

Taehyung levantó la cabeza al escuchar su voz. Sus ojos, ligeramente enrojecidos, se encontraron con los de Jungkook. Antes de que pudiera decir algo, Jungkook se detuvo frente a él, empapado y con la respiración agitada. 

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Sabes cuánto tiempo llevo buscándote? —preguntó, su voz llena de preocupación y enojo. 

—Jungkook... ¿qué estás haciendo aquí? —respondió el rubio con voz temblorosa, claramente sorprendido. 

—¿Yo? ¡Yo debería preguntarte eso a ti! —exclamó Jungkook, alzando los brazos en un gesto exasperado—. Es medianoche, está lloviendo y no has contestado ni una llamada. Pensé que te había pasado algo malo. 

Taehyung bajó la mirada, mordiendo su labio inferior. 

—L-Lo siento —murmuró. 

—¿Lo sientes? —repitió el pelinegro, arrodillándose frente a él para mirarlo directamente a los ojos—. Hyung, casi me vuelvo loco. ¿Por qué no me respondiste? 

—Mi teléfono se quedó sin batería —respondió Taehyung, encogiéndose de hombros. 

Jungkook soltó un suspiro frustrado, llevándose una mano al cabello. 

—¿Y por qué estás aquí? —preguntó con un tono más suave—. Hace mucho frío. 

Taehyung tardó unos segundos en responder. 

—Tenía muchas cosas en la cabeza. Necesitaba despejarme. 

Jungkook lo miró en silencio por un momento antes de quitarse la chaqueta empapada y colocarla sobre los hombros de Taehyung. 

—Vamos a casa, hyung. Podemos hablar de lo que sea que te preocupa, pero no aquí. 

Taehyung lo miró, sorprendido por el gesto, pero finalmente asintió. Se levantó del banco con ayuda de Jungkook, quien no lo soltó mientras comenzaban a caminar de regreso al apartamento.

La lluvia seguía cayendo sin piedad sobre ellos, empapando cada parte de sus cuerpos, pero eso no parecía preocupar a Jungkook en absoluto. Ni siquiera le pasaba por la cabeza que probablemente amanecería con un buen resfriado. Lo único que importaba estaba justo a su lado: Taehyung, que caminaba con la cabeza gacha, encogido en sí mismo, con la chaqueta de Jungkook descansando precariamente sobre sus hombros. 

El sonido de sus pasos sobre los charcos y el golpeteo de la lluvia eran los únicos sonidos que los acompañaban hasta que Taehyung rompió el silencio. 

—No debiste salir a buscarme, Jungkook —murmuró, con la voz baja, casi cubierta por el ruido de la lluvia. 

Jungkook giró ligeramente la cabeza hacia él mientras caminaban, su expresión era firme pero llena de preocupación. 

—Claro que tenía que hacerlo. Me preocupé demasiado, hyung. ¿Cómo esperabas que me quedara en casa sin saber dónde estabas o si volverías? 

Taehyung soltó un suspiro cansado, negando ligeramente con la cabeza. 

—Eso no importa. Aun así, no deberías haber salido. Son las doce de la noche y está lloviendo. ¿Qué tal si te enfermas? 

—No importa si me enfermo, hyung —respondió Jungkook rápidamente, sin dudar ni un segundo en hacerlo. Su voz era firme y llena de determinación—. Saldría en peores condiciones si eso significara encontrarte. 

Taehyung se encogió aún más sobre sí mismo, abrazándose con fuerza. Jungkook no pudo evitar notar cómo sus hombros se contrajeron, como si intentara protegerse del frío o, quizás, de algo más. 

El resto del camino lo recorrieron en silencio, con la lluvia cayendo sin tregua sobre ellos. Jungkook mantenía su mirada al frente, pero de vez en cuando dirigía un vistazo a Taehyung, asegurándose de que estuviera bien, aunque su postura hablaba más que mil palabras.

Finalmente, después de unos diez minutos, llegaron al edificio. 

Ambos subieron por las escaleras hasta el apartamento. Tan pronto como entraron, Jungkook encendió las luces de la sala y la cocina. No se preocupó por el agua que comenzaba a acumularse en el suelo de mármol bajo ellos. Su prioridad seguía siendo Taehyung. 

Se acercó al mayor con rapidez y le ayudó a quitarse la chaqueta que aún estaba sobre sus hombros, dejándola caer al suelo sin preocuparse en absoluto por el desorden. Luego se quedó de pie frente a él, observándolo con detenimiento. 

Taehyung mantenía la cabeza gacha, sus ojos clavados en el suelo. Su semblante lucía derrotado, como si el peso de lo que fuera que llevaba dentro lo estuviera aplastando. Jungkook frunció ligeramente el ceño antes de levantar una mano y colocarla suavemente bajo su barbilla. Con cuidado, levantó su rostro para que sus miradas se encontraran por segunda vez esa noche. 

Fue entonces cuando Jungkook se dio cuenta. Los ojos de Taehyung estaban rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando por horas y horas. También notó su labio inferior agrietado, con una pequeña herida que parecía reciente. 

—¿Has estado llorando? —preguntó Jungkook, su voz baja pero cargada de preocupación. 

Taehyung evitó su mirada de inmediato, negando con un leve movimiento de cabeza. 

—No —respondió en voz baja. 

Jungkook no se movió. Su mano dejó la barbilla de Taehyung y se deslizó hasta su mejilla, tocándola con cuidado. El contacto hizo que Taehyung temblara de pies a cabeza, como si la calidez de la mano del menor contrastara demasiado con el frío que sentía por dentro. 

—Hyung —insistió el pelinegro, mirándolo fijamente. —¿Has estado llorando? 

—Te dije que no —replicó Taehyung, con un tono ligeramente más firme, pero todavía sin mirarlo a los ojos. 

Jungkook frunció el ceño, claramente sin creerle. Su mirada era tan intensa que parecía capaz de atravesarlo por completo, desnudando cada emoción que Taehyung intentaba ocultar. 

—Entonces, ¿por qué tus ojos están tan rojos? ¿Y qué pasó con tu labio? ¿Alguien te hizo esto? —preguntó Jungkook, sin apartar su mano de la mejilla del mayor. 

Taehyung tragó saliva, cerrando los ojos con fuerza por un momento antes de responder. 

—Es solo... estoy muy cansado. Eso es todo. 

Jungkook lo observó en silencio, su expresión endureciéndose por la frustración de no poder obtener una respuesta honesta. 

—No te creo —dijo finalmente, con voz firme. 

Taehyung abrió los ojos, pero esta vez desvió la mirada hacia un lado, incapaz de sostener el peso de la mirada de Jungkook sobre él. Esa intensidad lo hacía sentir vulnerable, como si cada capa que había construido a su alrededor estuviera desmoronándose poco a poco. 

Y Jungkook, con los ojos clavados en él, no tenía intención de dejarlo escapar tan fácilmente.

Sin querer insistir más, pero tampoco descartando la idea de averiguar por qué había estado llorando, Jungkook tomó a Taehyung de la mano. El contacto fue tan repentino que el mayor se sobresaltó, sus ojos abriéndose ligeramente por la sorpresa, pero no dijo nada. Simplemente dejó que el menor lo guiara en silencio. 

—Qué... ¿Q-Qué haces? —quiso saber, pero el menor no respondió.

Jungkook lo llevó hasta su habitación. Al llegar, abrió la puerta con cuidado y lo hizo entrar junto con él. Por un momento, el aroma dulce e inconfundible de Taehyung invadió sus sentidos, llenando cada rincón del espacio, pero no se permitió distraerse con eso. Su atención permanecía fija en el mayor, quien lo miraba con confusión y nerviosismo. 

Una vez dentro, Jungkook cerró la puerta detrás de ellos y se giró para encararlo. Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos, buscando respuestas, intentando comprender lo que estaba ocurriendo. 

—¿Puedo? —preguntó Jungkook, su voz suave pero clara. 

Taehyung parpadeó, completamente desconcertado. 

—¿Qué...? —murmuró, inseguro de lo que significaba esa pregunta. 

Jungkook no respondió de inmediato. En cambio, sus manos grandes y cálidas se dirigieron al borde de la camiseta blanca y holgada que llevaba Taehyung. 

—¿Puedo? —repitió, mirándolo con una seriedad que le dio un vuelco al corazón. 

Los ojos de Taehyung se abrieron un poco más mientras trataba de procesar lo que estaba sucediendo. Su boca se abrió ligeramente, como si estuviera a punto de decir algo, pero no logró articular ninguna palabra. 

—Solo quiero cuidarte, hyung —dijo Jungkook con un tono tan honesto y lleno de preocupación que Taehyung sintió que su resistencia se desmoronaba. 

El mayor boqueó un par de veces, intentando encontrar algo que decir, algo que hiciera que la incomodidad en su pecho desapareciera, pero no lo logró. Finalmente, asintió en silencio, sintiendo una vergüenza ardiente recorrer sus venas. 

Jungkook tomó su asentimiento como permiso y, aunque sabía que lo que estaba haciendo probablemente rebasaba todos los límites de confianza con su hyung, no podía detenerse. Lo único que importaba era asegurarse de que el mayor estuviera bien. Lo necesitaba. 

Con cuidado, sus dedos se aferraron al borde de la camiseta y comenzaron a levantarla lentamente. La prenda se deslizó con facilidad, dejando al descubierto el torso de Taehyung. Jungkook la retiró por completo y la dejó a un lado, sosteniéndola solo por un momento antes de apartarla completamente de su atención. 

Cuando sus ojos recorrieron el torso desnudo del mayor, Jungkook se quedó en silencio.

No era su intención observar con tanta atención, pero no podía evitarlo. Taehyung era delgado, quizá demasiado. Su abdomen plano evidenciaba lo mucho que había perdido peso, y las costillas visibles bajo su piel solo hacían que la preocupación de Jungkook aumentara. 

Fue entonces cuando notó algo más: una cicatriz horizontal, pequeña pero claramente visible, justo al lado del ombligo de Taehyung. Jungkook frunció ligeramente el ceño, preguntándose qué historia se escondía detrás de aquella marca, pero no preguntó.

No ahora.

Taehyung, por su parte, se sentía completamente expuesto bajo aquella mirada tan intensa y analítica. Se abrazó a sí mismo instintivamente, intentando cubrirse, pero sabía que era inútil. Jungkook lo estaba viendo todo, cada detalle que él prefería mantener oculto. 

—Hyung... —murmuró Jungkook, sus ojos moviéndose por cada rincón del torso ajeno. 

El rubio levantó los brazos con torpeza, cruzándolos frente a su pecho en un intento desesperado por protegerse. 

—No... No mires tanto... —pidió en un susurro, sintiendo cómo el calor subía por su rostro. 

Jungkook levantó la mirada hacia él, capturando la vergüenza en sus ojos. 

—Lo siento —respondió, aunque no apartó la vista. No podía hacerlo, no cuando algo dentro de él le decía que debía seguir observando para asegurarse de que no había nada más que pudiera preocuparle—. Lo siento —volvió a decir.

Fue entonces cuando sus ojos se posaron en una herida muy recién en la muñeca del mayor, apenas visible bajo la luz tenue de la habitación, pero allí estaba.

Jungkook tensó la mandíbula al verla, sus labios apretándose en una fina línea. 

Quiso preguntar qué había pasado, pero se contuvo. Algo le decía que ese no era el momento. Había demasiadas preguntas en su mente, pero por ahora, decidió quedarse en silencio. Ya habría tiempo para hablar, para entender. Ahora, lo único que importaba era cuidar de él.

Luego de lo que pareció una eternidad en silencio, Jungkook dejó escapar un suspiro profundo y con suavidad habló.

—Hyung, deberías ir a darte un baño caliente. Te hará sentir mejor. 

Taehyung, que todavía evitaba mirar al menor directamente, asintió casi imperceptiblemente, con las orejas enrojecidas por la vergüenza. Sin decir nada más, se encaminó al baño de su habitación. Jungkook lo observó desaparecer tras la puerta y se permitió soltar el aire contenido en sus pulmones, acompañado de un suspiro pesado. 

Se pasó una mano por el cabello húmedo y salió de la habitación del mayor, dirigiéndose a la suya propia.

Entró rápidamente, cerró la puerta y se apresuró a quitarse la ropa mojada una vez ingresó al baño. La ducha caliente lo reconfortó un poco, relajando los músculos tensos por la preocupación acumulada de la noche. Sin embargo, mientras el agua corría por su cuerpo, su mente no dejaba de divagar hacia Taehyung. Lo había notado tan frágil, tan perdido, y eso hacía que su pecho se llenara de un deseo incontrolable de protegerlo y cuidarlo de lo que sea que lo atormentaba. 

Al salir del baño, se puso únicamente su ropa interior y un pantalón deportivo adidas. No se molestó en ponerse una camiseta; el apartamento estaba cálido, estaba cómodo así, y además, tenía otras cosas en las que pensar.

Caminó hacia la cocina, donde comenzó a calentar la cena que Jimin había encargado más temprano. Sabía que Taehyung debía estar hambriento, incluso si no lo admitía. 

Estaba colocando un plato de arroz, bulgogi y algunos acompañamientos sobre la mesa cuando escuchó pasos suaves detrás de él. Al girarse, vio a Taehyung de pie en el umbral de la cocina, su cabello todavía húmedo y desordenado cayendo en mechones suaves y largos sobre su frente. Llevaba una camiseta limpia y unos pantalones de pijama holgados, pero aún así, para Jungkook, lucía increíblemente hermoso. 

—Ah, hyung, siéntate —le indicó el menor, señalando el asiento frente a él con una sonrisa cálida. 

Taehyung se acercó con cierta timidez y tomó asiento, evitando mirar directamente al menor. 

—Jimin pidió cena para los tres más temprano —comentó Jungkook mientras se sentaba frente a él en la mesa—, pero como no estabas, la guardamos para cuando llegaras. 

Taehyung asintió con un leve movimiento de cabeza. 

—Gracias... —murmuró, tomando los palillos con manos temblorosas. 

Comenzó a comer lentamente, saboreando cada bocado aunque su apetito no era el mejor en ese momento. Jungkook, mientras tanto, lo observaba con atención desde el otro lado de la mesa.

No apartó la mirada ni un segundo, asegurándose de que el mayor comiera lo suficiente. 

El ambiente estaba tranquilo, roto únicamente por el suave sonido de los palillos contra el plato. Taehyung, consciente de la mirada fija de Jungkook, sintió cómo su corazón latía desbocado en su pecho. Sabía perfectamente que sus mejillas estaban furiosamente sonrojadas, pero no podía evitarlo. Se suponía que él era el mayor, el que debía tener el control de la situación, y aun así, Jungkook lograba hacerlo sentir como un niño tímido con solo mirarlo. 

Jungkook, por su parte, no podía evitar admirarlo. Cada gesto de Taehyung, por pequeño que fuera, parecía tener un efecto hipnótico sobre él. Ya fuera la forma en que sostenía los palillos o cómo mordía su labio inferior de manera inconsciente, todo en él parecía diseñado para mantenerlo fascinado. 

De repente, la voz de Jungkook rompió el silencio. 

—Hyung, ¿puedo preguntarte algo? 

Taehyung levantó la mirada, claramente sorprendido por la repentina pregunta. 

—¿Eh? Claro... 

El pelinegro dudó por un breve momento, pero finalmente habló. 

—¿Puedo dormir contigo esta noche? 

La pregunta lo tomó tan desprevenido que Taehyung se atragantó con el bocado que estaba masticando. Tosió ligeramente, tratando de recuperar el aliento, y Jungkook se levantó de inmediato, rodeando la mesa para llegar hasta él. 

—¡Hyung! ¿Estás bien? —preguntó con evidente preocupación mientras daba suaves golpecitos en su espalda. 

El rubio asintió débilmente, todavía tosiendo un poco. Jungkook le pasó rápidamente un vaso de agua, que el mayor aceptó con manos temblorosas. Bebió pequeños sorbos hasta que finalmente se calmó. 

—¿P-Por qué me preguntas algo así de repente? —cuestionó Taehyung con un hilo de voz, evitando la mirada intensa del menor. 

Jungkook se rascó la nuca, un poco avergonzado pero decidido a responder. 

—Solo... solo quiero estar cerca de ti esta noche, hyung. No es nada raro, lo juro. Es solo que... me preocupas. 

Taehyung lo miró fijamente, buscando algún rastro de burla o doble intención en sus palabras, pero no encontró nada. Jungkook estaba hablando en serio, y eso lo descolocó aún más. 

—No tienes que preocuparte por mí —dijo finalmente, desviando la mirada. 

—Claro que sí —replicó Jungkook sin dudarlo, inclinándose ligeramente hacia él—. ¿No te das cuenta de lo importante que eres para mí? 

Las palabras lo dejaron sin aliento. Taehyung abrió la boca para responder, pero no encontró qué decir. Antes de que pudiera procesarlo, Jungkook levantó una mano y comenzó a acariciar su cabello húmedo con una suavidad que lo dejó inmóvil. 

El contacto fue tan inesperado como reconfortante.

Taehyung cerró los ojos por un momento, permitiéndose disfrutar de la calidez de esos dedos entrelazándose con sus mechones rubios. No podía recordar la última vez que alguien lo había tocado con tanta ternura. Quizá nunca nadie lo ha hecho realmente.

Jungkook, al ver que el mayor no se apartaba, sonrió para sí mismo. Continuó acariciando su cabello durante unos segundos más antes de susurrar.

—Entonces, ¿qué dices, hyung? ¿Me dejas dormir contigo? 

Taehyung abrió los ojos lentamente, mirándolo con una mezcla de incredulidad y algo más que no podía identificar. Tras unos largos segundos de silencio, finalmente asintió con suavidad, aunque lo hizo con una timidez que lo hacía ver aún más adorable a los ojos de Jungkook. 

La sonrisa que Jungkook le regaló en ese momento parecía iluminar toda la habitación. Toda su vida. Por un instante, Taehyung pensó que esa sonrisa era lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.

¡nos leemos pronto! 💗

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