𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞

【𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠】

SU MADRE YA LLEVABA UNAS SEMANAS EN BEACON HILLS, mientras que Alice se encontraba aburrida y alejada de su propia madre, claro que aún iba a la escuela, pero eso no quitaba la soledad que sentía en esa ciudad.

La única persona que le quedaba era su madre, Kate. Su tutor, o en pocas palabras el exnovio de su madre había muerto en un accidente, además de la ausencia de su padre quien para ella es desconocido, lo único que obviamente sabía de el es que era un hombre lobo, ya que compartían la misma condición, y muy obviamente no compartía esa condición con su madre, ya que ella misma es una cazadora de estos.

Por esa razón, su familia Argent no debía saber de su existencia por ninguna circunstancia, por esa misma razón su madre le adoptó uno de sus apellidos antiguos "Valet", claro que su madre estaría rompiendo casi que todas las reglas al dar a luz a una bebé lobo, pero aunque pensara en deshacerse de ella, simplemente no era capaz, aunque fuera la mujer más frivola, al ver una pequeña en sus brazos no dudó en hacerse cargo de ella, ya que era SU bebé.

Y aunque Kate la escondiera durante dieciséis largos años, no significa que fuera fácil, aunque con tanto conocimiento por parte de la rubia sabía "que hacer", pero aún así las lunas llenas eran sumamente difíciles, tanto para Alice como para Kate.

Pero con el tiempo Alice encontró un ancla para controlarse, y esa ancla era su madre, quien la tranquilizaba y la hacia sentir mejor.

Según su madre ella era una beta, por el color amarillento de sus ojos al transformarse, Kate al ser cazadora y estudiar por años sobre hombres lobo le inculcaba su propio conocimiento a su hija, y también le enseñaba técnicas básicas para cazar los de sus especie para que pudiera defenderse si se enfrentaba a cierta situación.

Luego su celular comenzó a sonar, contestando de una vez, sin pensarlo.

-¿Hola, Alice? - saludó su madre a través de la línea.

-Hola mamá, gracias a los dioses que me llamas. ¿Ya vendrás? -preguntó un tanto desesperada la pelinegra.

-Lo siento tanto, mi niña. Pero pronto estaré contigo, lo prometo. Pero necesito que sepas que iré unos días a Washington. Tengo que cuidar a la hija de mi hermano por un tiempo. - dijo la rubia rápidamente.

-Esta bien, mamá. Lo entiendo. - accedió Alice un poco desanimada.

-No estés triste, cariño. Pronto estaremos juntas de nuevo y esta alerta por si algo sucede ¿entendido?- dijo Kate un poco más animada.

-Sí, mamá. No te preocupes siempre estoy alerta. - dijo Alice un tanto aburrida.

-Bien cuídate, te llamo luego. - aseguró su madre, para colgar seguidamente.

-adiós.... Mamá... - se trató de despedir Alice suspirando para colocar el celular en donde estaba.

(...)

Las rutinas en esos días eran siempre las mismas, de su casa a la escuela y viceversa.

No es que no tuviera amigos, es solo que le tenía miedo a que descubrieran lo que era ella, y la trataran como un monstruo, por esa razón era muy apática con ellos, con sus compañeros de clase.

Suspirando se sentó en una de las mesas de su comedor, resolviendo sus deberes.

Entonces Alice observó rápidamente a su alrededor percatándose que algo andaba mal, agudizó su oído escuchando unas pulsaciones cerca de ella, a lo que tomó un arma que estaba debajo de la mesa como emergencia, sacando sus garras a la vez.

Viendo como un hombre salía de entre las sombras con un arma en mano apuntándole directamente.

-¿Qui-quien eres..? - preguntó Alice volviendo a su estado normal ocultado sus garras y sus ojos volviendo a ser cafés en ves de amarillentos.

-¿Que haces en la casa de mi hija, maldito monstruo? - dijo Gerard amenazante remarcando el insulto al final.

-Yo solo... comparto habitación con la señora Kate. - trató de sonar lo más tranquila posible, para que no se diera cuenta que mentía, quien la observó atenta, para luego tomar lentamente una carta de su madre que había llegado esa mañana, que estaba junto a sus deberes.

-Maldita mentirosa, tal vez por tu culpa mi hija esta muerta. - dijo furioso golpeando con su arma la cabeza de la pelinegra haciendo que soltara el arma.

La pelinegra sentía su corazón romperse en pedazos, su respiración se aceleraba cada vez más, podía sentir un nudo en su garganta, haciendo que sus ojos picaran, y solo resonara en su cabeza.

"Tal vez por tu culpa mi hija esta muerta"

¿Muerta? ¿Su madre había muerto?

Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, haciendo que su visita se nublara y solo podría observar el suelo, el mismo suelo en donde aprendió a caminar, en donde creció.

-¿Esta muerta? - preguntó lo más firme que pudo para disimular lo rota de su voz.

-Si esta muerta, por culpa de los de tu especie. - dijo apuntándole en la cien, para luego dispararle a uno de sus brazos.

Haciendo que gritara de dolor, dolor por su brazo atravesado por una bala de plata con aconito, por su madre, por aborrecerse por ser una maldita mujer lobo, no era sino un maldito patético monstruo, que no podía defenderse del todo.

-E-eso es... I-imposble.. Ella estaba bien... N-no puede estar muerta.- logró decir por el inmenso dolor y su voz rota, además de sus respiración agitaba, talves podría hacer algo convirtiendose, pero obviamente moriría si se enfrentan eran cuatro contra uno, perdería de cualquier forma y aún más si eran cazadores.

-Llevensela....- ordenó el anciano, sintiendo Alice el tranquilizante en su cuello, volviéndose todo negro para ella.

(...)

Con los párpados casi a cerrarse saco disimuladamente sus garras y se las clavo en la pierna reaccionando y despertando de una vez, transformándose, sacando como pudo la bala de su brazo, golpeando a los cazadores que la llevaban dejándolos inconscientes, huyendo por fin.

Con su único destino firmado, iría a Beacon Hills, necesitaba respuestas y estaba segura que ahí las encontraría.

Espero les haya gustado.

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