➜𝐀𝐂𝐓 𝐎𝐍𝐄.

—PROLOGO











































—HOLA, SOY MAX, DEJA TU MENSAJE, O NO—,el altavoz del teléfono sonó la alegre voz de Max, marcando otro intento fallido de Mike de contactar con la niñera de Abby.

—Vamos, Max, contesta—,murmuró Mike para sí.

La ansiedad lo atormentaba mientras levantaba la mano para marcar su número una vez más, los ruidos de los tonos de llamada fluyendo por la habitación.

El teléfono sonó una vez más mientras Mike apoyaba el brazo en la pared, esperando alguna respuesta.

—Hola, soy Max, deja un mensaje, o no... —Mike colgó el teléfono con un suspiro, la frustración evidente en su rostro.

Miró a Abby, que estaba ocupada dibujando, ella ladeó la cabeza y miró a su hermano mayor con preocupación mientras él le devolvía la mirada.

—¿Por qué no intentas llamar a Maeve?—.sugirió Abby con una sonrisa. Mike negó con la cabeza, suspirando una vez más.—Sabes que ella ya no puede venir—.

Abby parpadeó mirando a su hermano.—Sí, pero esta vez no dirá que no. Inténtalo, Mike—.

Mike frunció el ceño, dudando mientras pensaba en llamar a Maeve.

La última vez que había hablado con ella había sido hacía más de tres semanas, cuando había acudido al centro comercial en el que él trabajaba.

Ese día había ido a comprar un helado para su sobrino pequeño y la había saludado antes de irse.

Mike se paró frente al teléfono, descolgó el aparato y pulsó lentamente el número de teléfono de Maeve. El teléfono sonó y una voz suave habló al otro lado.

—¿Hola?—La voz preocupada de Maeve alertó a Mike de que había contestado a la llamada.

—Oh, hola... um, hola Maeve.—

—Sí, hola, Michael. ¿Está todo bien?

Mike se mordió el labio antes de suspirar.—No, siento llamarte a estas horas, pero realmente necesito tu ayuda—.

Una pequeña risita fluyó a través del teléfono antes de que ella hablara.—Sí, claro. ¿Qué pasa?

—La nueva niñera de Abby no contesta a mis llamadas, y ahora trabajo en turno nocturno, así que necesito a alguien que la cuide. Entiendo si no puedes, fue idea suya—.

Maeve suspiró antes de hablar.—Lo siento mucho, Mike, pero me temo que no puedo. Sabes que estoy fuera de la ciudad, así que probablemente no llegue a tiempo—.

Mike asintió lentamente, no muy sorprendido por su respuesta, pues sabía que ella ya no vivía en el pueblo, razón por la cual había dejado de ser la niñera de Abby.—Está bien, Maeve. Perdona por molestarte otra vez—.

—No eres ninguna molestia, Mike. Ojalá pudiera ayudarte.—

—Probablemente debería irme. Adiós, Maeve. Que pases buena noche—,dijo Mike antes de colgar, ensimismado en sus pensamientos sobre qué hacer.

Maeve se quedó un momento mirando el teléfono, sorprendida por la repentina petición de Mike.

Era tarde, pero siempre se había preocupado por Abby y la veía como a una hermana pequeña. No sólo sentía que había defraudado a Mike, sino que había decepcionado a su chica favorita.

En ese momento, Maeve ya no sabía qué hacer, excepto tomar el teléfono.

Marcó el número de la casa de Michael y el teléfono sonó un rato hasta que alguien lo cogió.

—Hola, Mike, ¿puedes decirme dónde trabajas ahora? Quizá pueda ir a cuidar de Abby mientras trabajas—.

—Oh, sí, claro. Trabajo en la antigua pizzería Freddy's. Te abriré la puerta cuando llegues—.

Maeve sonrió, satisfecha.—De acuerdo, entonces. Espérame. Estaré ahí. No te preocupes más por Abby—.

Antes de que pudiera volver a colgar el teléfono, se despidió de Mike y colgó.

Se levantó del sofá y se dirigió a su habitación para prepararse.

No conocía la ubicación exacta de la Pizzería Freddy, pero había oído hablar del lugar.

Se decía que había cerrado a finales de los años ochenta, después de que varios chicos desaparecieran y las autoridades no pudieran averiguar qué les había pasado ni adónde habían ido.

Maeve no sabía cómo Michael había acabado trabajando ahí ni qué había pasado con su antiguo empleo, pero estaba decidida a ayudarlo.

Se daba cuenta de lo afectado que seguía estando por el incidente de su infancia y de que se sentía como un mal hermano para Abby.

Por eso no le importaba cuidar de Abby una vez más, la niña ocupaba un lugar especial en el corazón de Maeve.

Los dibujos que Abby hacía de Maeve y los recuerdos entrañables que habían compartido siempre jugaban en el fondo de la mente de Maeve.

Entonces, ¿qué podía salir mal cuando aceptó cuidar de Abby una vez más? No se imaginaba lo que le esperaba.

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