002.
—CAPÍTULO DOS
☾
—¿QUÉ ESCUCHAS?—preguntó Maeve, rodeándose las rodillas con los brazos mientras miraba la nuca de Mike.
Mike se sorprendió por la inesperada pregunta y se giró en su silla para encontrarse con la mirada de Maeve.—No es nada—,respondió.
Ella se burló.—Oh, vamos, Mike. ¿Por qué siempre haces esto?—.
Él enarcó las cejas y giró para mirarla más directamente.—¿Hacer qué?
—Alejarme cuando intento conocerte—,dijo Maeve con un resoplido.—Da la sensación de que no confías en mí—.Suspiró, lanzando una mirada a la chica que dormía a su lado.
Mike tragó saliva, avergonzado. Maeve tenía razón: tenía la costumbre de alejar a la gente y dejarla de lado cuando intentaba acercarse.
No podía admitirlo, pero tenía miedo de que Maeve le gustara y encontrara consuelo en su presencia tanto como Abby.
Le parecía que no merecía la felicidad ni el consuelo, no con los recuerdos que aún le atormentaban.
Pero ahora quería bajar la guardia, al menos por un momento, para buscar consuelo en la única persona que le gustaba de verdad.
Mike se levantó de la silla y tomó asiento frente a Maeve. Ella inclinó la cabeza, esperando a que él hablara.
—¿Qué quieres saber exactamente?—preguntó Mike, levantando la cabeza y apoyando una mano en su regazo y la otra en el suelo.
—¿Por qué siempre tienes ese póster? ¿Y por qué siempre tomas pastillas?—.inquirió Maeve planteando dos preguntas importantes.
Mike sonrió débilmente.—Eso son dos cosas—.
Maeve puso los ojos en blanco.—Revela tus secretos ahora, eres tan misterioso—.Una sonrisa socarrona jugó en sus labios antes de romper a sonreír.
Mike soltó una risita antes de empezar.—Bueno, yo tenía un hermano, se llamaba Garrett. Cuando yo tenía unos doce años, él...—,hizo una pausa, y Maeve asintió pacientemente, dándole tiempo para hablar.
—Se lo llevaron. Yo estaba ahí cuando ocurrió, pero nunca encontramos al tipo que lo hizo. Nunca encontramos a mi hermano...—Mike confesó, con las manos moviéndose nerviosamente en el suelo. Maeve escuchaba atentamente, su expresión mostraba empatía.
Mike continuó:—Hay una teoría que dice que no podemos olvidar las cosas. Básicamente, dice que todo lo que ves en toda tu vida hasta el más mínimo detalle. Se almacena dentro de ti, sólo tienes que saber cómo funcionan—.Miró al suelo, sumido en sus pensamientos.
Maeve asintió lentamente, con el ceño fruncido.—Tu hermano, ¿crees que viste quién se lo llevó?—.
—Sé que sí, y sé que está aquí dentro, pero está... está enterrado—,Mike se señaló la cabeza, exhalando profundamente.
—Así que, cada noche, sueño, y vuelvo a ese mismo recuerdo, y busco detalles, cualquier pequeña cosa que se me haya pasado por alto—.
Pasó un momento de silencio mientras Maeve miraba al suelo, mientras Mike negaba lentamente con la cabeza.—Sí, y esa suele ser la parte en la que la gente me dice que estoy loco—.
—Sé cómo es la locura, Mike. Esto no es una locura, ni de lejos—.Ella le aseguró antes de señalar las pastillas que estaban en el escritorio encima de ellos y preguntó:—¿Y esas?—.
Mike siguió su mirada y asintió antes de explicar:—Quiero decir, volver al mismo sueño, al mismo lugar noche tras noche, no es fácil. Así que las pastillas ayudan, como las vistas familiares, los sonidos familiares—.
Maeve asimiló sus palabras, en lugar de profundizar en la conversación y probablemente incomodar a Mike, Maeve decidió aligerar el ambiente.
—¿Te gustaría divertirte?—,bromeó, curvando los labios. Mike se rió ligeramente.—Visita Nebraska—.
Permanecieron en esa posición durante unos minutos. El suelo les proporcionaba una ligera sensación de confort y la suave respiración de Abby les daba paz.
Maeve apreció lo que Mike había compartido con ella, y los pensamientos persistieron en su mente.
Suspiró profundamente, captando la atención de Mike.—Dijiste que no volverías a llamarme, ¿recuerdas?—.Sonrió, burlándose de él.
Mike se rió entre dientes:—Supongo que mentí—.
—No puedes dejarme ir, Michael, ¿verdad?—.se burló Maeve con una sonrisa socarrona. Mike negó con la cabeza, sonriendo.—Como sea—.
Ella puso los ojos en blanco.—Sí, como sea, Mike. Sigue mintiéndote a ti mismo. En realidad, me necesitas—.
—Abby es la que te necesita más que yo. No sabes lo mucho que significas para ella. Probablemente te quiere más a ti que a mí—,dijo Mike, mirando la silueta dormida de su hermana pequeña mientras Maeve hacía pucheros.
—No, Mike, no digas eso. Eres su hermano—,insistió Maeve.
—Sí, ¿y eso en qué me beneficia? Habla más con el aire que conmigo. No soy un buen hermano para ella—,suspiró Mike, frotándose la frente, sintiéndose abrumado.
Maeve se acercó más a él, colocando las manos en las caderas y sujetándolas con fuerza.
—Oye, no tienes que estresarte. No pasa nada. Estoy seguro de que Abby no siente eso por ti. Te estás inventando cosas—.
Sorprendido por su proximidad tranquilizadora y su agarre reconfortante, Mike asintió lentamente.—No importa, al menos ella te quiere—.Sonrió tristemente mientras Maeve negaba con la cabeza.
—Ella también te quiere. Sabes que siempre te dibuja y habla de ti en sus dibujos—,señaló Maeve con una sonrisa.—Eso es cuando no está hablando de sus amigos, así que considéralo una victoria—.
Mike soltó una risita y Maeve se unió a ella, sus bromas convertían una situación seria o estresante en algo divertido.
Si había algo que se le daba bien a Maeve era aportar humor y ligereza a cualquier habitación.
Mike no se dio cuenta de que una de sus manos se había escapado del agarre de Maeve y le había colocado suavemente un mechón de pelo detrás de la oreja.
Maeve se sorprendió por el inesperado gesto y Mike retiró rápidamente la mano.—Lo siento mucho. No sé por qué he hecho eso—.
Maeve lo tranquilizó con una sonrisa:—No pasa nada, Mike. No he dicho nada—.
—Probablemente debería volver a Nebraska—,dijo Mike al cabo de un rato, poniéndose de pie.
Maeve le sonrió.—Dormiré aquí al lado de Abby—.
Mike se acomodó en su silla y Maeve apoyó la cabeza en una de las almohadas que habían formado parte del fuerte de almohadas.
La reconfortante presencia de la forma dormida de Abby arrulló a Maeve.
Mike se puso el walkman y reprodujo los sonidos de naturaleza para volver a caer en el mismo sueño. Pero esta vez era diferente, los niños de su sueño no huían de él.
Un niño de pelo rubio brillante estaba sentado en la hierba sucia, dibujando en el lodo con una rama de árbol rota.
Mike mira fijamente al chico, un sentimiento de nerviosismo le recorre, mientras empieza a dar pasos cautelosos hacia él.
—Eres uno de esos niños, ¿no?—habló Mike, mientras el chico se paralizaba por un momento.—Los que desaparecieron—.
El chico dudó, y Mike se arrodilló en el suelo, manteniendo su mirada fija en el chico.
—Oye, no sé cómo es posible que estes aqui, asi en mi sueño pero...—
Se detiene un momento entrelazando las manos sobre las rodillas.—...necesito tu ayuda... por favor.—
—Ayúdame a recordar quien se llevó a mi hermano—.
El niño que antes estaba sentado en la hierba sucia, se levantó mirando a Mike con la mirada perdida.—Si te lo enseñamos, ¿qué nos das a cambio?—.
Mike se levantó, sorprendido por las palabras del chico.—Lo que sea, les dare lo que quieran—.
Antes de que el chico pudiera contestar, un fuerte grito resonó en la distancia.
Mike se giró para mirar detrás de él y luego hacia donde había estado el niño, pero éste había desaparecido, dejando sólo un dibujo de conejo grabado en el suelo. Otro grito en la distancia lo inquietó aún más.
Mike despertó de su sueño, se quitó los audífonos y se frotó los ojos. Al mirar a su espalda, se dio cuenta de que Abby y Maeve ya no estaban ahí.
—¿Abby? ¿Maeve?—Mike gritó asustado. Se levantó y se acercó al fuerte de almohadas vacío, otro grito en la distancia le produjo escalofríos.
Comenzó a correr fuera dela oficina, sin saber si podría salvar a su hermana o si ya era demasiadotarde.
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