Capítulo 7

En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen de portada es cortesía de la bella Patitodesu, sus dibujos son hermosos como sus fics.

Aclaraciones

Las palabras resaltadas son la voz de mando.

Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.

Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.

Editado por maaeaca


Tercer Arco: Tragedia

-El error de Yu Kanda.

"Ojalá algún día te despiertes recordando que, a pesar de mis errores, tuvimos hermosos días juntos..."

Quien diga que nunca ha cometido un error es un vil mentiroso, los seres humanos suelen cometer errores a diario, para aprender de ellos y crecer, aunque hay errores que no tienen marcha atrás.

Kanda entendió esto de la peor manera, seis meses después de darle la espalda a Alma y aislarlo por completo de su corazón. Cuando empezó a ir a la universidad conoció al bastardo que rumoreaba se acostaba con Alma, casualmente y como le había dicho Lavi aquella vez, el aroma de omega arremolinado al suyo era parecido al de Alma sí, pero no olía exactamente como Alma aquella primera vez; esto solo despertó una curiosidad intensa en Kanda.

Winter Socalo es un alfa unos tres años mayor, alto, rapado, de ojos azules y lleno de piercings y tatuajes por todos lados complementando su pinta de aparente chico malo. Después de observarlo por aproximadamente una semana e incluso seguirlo los vio, él y Alma en la biblioteca, estudiando álgebra ―la materia favorita del peli azul―, y como el alfa luego de varios minutos sin entender nada y que quedarán "solos" en el espacio, amenazaba a Alma con una navaja al ras del cuello para restregarse a él libidinosamente; por eso el aroma no era igual, estaba impregnado de miedo, odio y rencor.

Se sentía una mierda andante.

No pudo evitar ―o no quiso―, que su instinto lo controlara y le quisiera partir la cara al pelón, cosa que hizo allí mismo antes que las cosas continuaran. No salió ileso, tenía un notable corte en la ceja izquierda, nada profundo, pero aun así de este brotaban sendas gotas de sangre, provocado por uno de los anillos puntiagudos que Socalo usa, pero ni siquiera pegó tan fuerte como para que se le ponga morado el ojo, solo fue suerte que lograra ver su sangre, pero tirarle un par de dientes no fue suficiente para Yu, solo Dios sabe si podrá tener descendencia después de semejante patada que le propinó el azabache.

Para cuando dejó al tipo con la ropa hecha harapos ―si se le podía llamar ropa al estilo rockero que llevaba―, fue que notó que Alma lo sostenía con fuerza de la remera por la espalda como sí así fuese a detenerlo. Alma lloraba a mares y Yu no dudó en sacarlo de ahí rápidamente.

Salieron de la biblioteca hasta el campus, una vez encontraron un lugar despejado bajo la sombra de unos árboles donde por suerte se hallaba una banca vacía, tomaron asiento sin verse el uno al otro, Alma jugaba con sus pulgares nervioso y se miraba los zapatos como si fuera lo más interesante del mundo; y Yu no sabía por dónde empezar, ni tuvo que hacerlo.

― ¿Cómo has estado? ―preguntó Alma mientras estrujaba los bordes de su suéter haciendo puños con la tela entre sus manos manteniendo la misma posición de antes.

―Lo de siempre. No quiero rodeos Alma, ¿Qué mierda pasó entre ustedes? ―Yu se cruzó de brazos conectando su mirada afilada con los irises contrarios, expresando con ellos lo molesto que estaba.

―Siempre quise decírtelo... ―tomó una profunda bocanada de aire y suelta un sonoro suspiro―. Pero eres tan cerrado que fue imposible aclararlo antes...

***

Todo había empezado hacía exactos nueve meses atrás cuando Alma, para ganarse un extra y cubrir algunos de sus gastos, empezó a impartir tutorías particulares de álgebra y cálculo a algunos compañeros que tenían problemas en dichas materias. Socalo era uno de ellos, o por lo menos lo aparentaba, luego de su primera semana enseñando al alfa rapado, descubrió que no era malo en la materia en verdad; solo se había apuntado para las clases particulares para tener un motivo y poder acercarse a él, pero que, al verse descubierto en sus motivos, en vez de disculparse por su osadía tuvo el descaro de insinuarle a Alma una relación informal. Alma no lo tomo en serio hasta que empezó con las amenazas, que incluían el enviar un grupo de matones a herir a sus allegados, y otras usando directamente una navaja contra su cuello. El chico se restregaba contra Alma y buscaba darle caricias furtivas bajo la mesa de la biblioteca, obviamente Alma siendo un omega no enlazado temía una violación o algo incluso peor para él, ser reclamado a la fuerza por alguien a quien no ama. Sus feromonas quedaban impregnadas en las prendas y la piel del alfa cargadas de miedo y completo rechazo, tenían un toque agrio en sí que solo Kanda podía diferenciar correctamente conociendo al omega tan bien.

La experiencia fue horrible y no se quedó hasta ahí, Socalo disfrutaba su miedo y gozaba llenarse el pecho de decir que habían tenido numerosas relaciones íntimas, se engañaba a sí mismo replegando el rumor cada día después de las tutorías, de que había estado con "su" omega y los demás no veían por donde no creerle si aún traía las ropas del día anterior y el aroma algo confuso a su alrededor, una mezcla entre miel a maderada y algo ácido, creyendo que se trataba de un omega recién desarrollado.

***

Kanda escuchaba atentamente cada palabra que salía de la boca de Alma, en ocasiones algo atoradas por los leves gimoteos y las lágrimas que no podía evitar soltar al recordar el infierno que estuvo aguantando por miedo y pudor, un miedo tan grande que lo llevó a dejar perder su propia relación.

―Debiste decirme lo que estaba pasando desde un principio Alma ―Yu estaba consternado, miraba sus manos sintiendo impotencia y las cerraba empuñando el aire con molestia.

―Lo siento, tuve mucho miedo y creí que... Creí que me juzgarías, no sabía cómo ibas a reaccionar o si me ibas a creer... ―dijo sincerandose liberando gruesas lágrimas de sus ojos azules con destellos violáceos y apretando sus finos labios con sus dientes llegando a verse casi pálidos.

―No... Yo lo siento, debí notar que algo pasaba, todo este tiempo, tu prisa por ser marcado... Me diste la tonta excusa de querer hijos cuando solo querías protegerte de ese imbécil. No confiaste en mí ―afirmó más que preguntar, ahora veía todo con claridad.

―Yu, ¿Podrás perdonarme por ser tan idiota? ―preguntó estrechando sus dedos sutilmente en la mano contraria buscando el calor ajeno tan anhelado.

―Alma, tenías razón en que también fue mi culpa, y sí, te perdono ―Yu soltó lentamente su mano de la de Alma para levantarse y comenzar a caminar con la mirada perdida y la cabeza hecha un embrollo de ideas.

― ¿Eso significa que tú y yo...? ―sus ojos brillaron con esperanza, anhelando escuchar las palabras mágicas de la boca del único alfa que ocupaba su mente cada día.

Pero las cosas nunca son color de rosa. Y a veces, nunca salen como uno espera.

―Significa que te perdono por ocultarme que te acosaban; por no confiar en mi como tu alfa; por rendirte tan fácil sabiendo que eras inocente... Pero eso es todo.

Alma no pudo evitar desmoronarse ahí mismo sumido en una profunda tristeza, volvía a sentir que se quebraba en pedazos como aquel día en que Yu lo sacó de su vida, para que justo cuando sentía que la vida le daba un ápice de esperanza la misma se escapara de sus manos como agua entre sus dedos. No es que a Yu Kanda no le doliera verlo así, ni que estuviera resentido ni un poco con el omega "llorón y hormonal", sino que no podía perdonarse a sí mismo por haber tratado así a Alma en el pasado, por haberle dado la espalda así sin más, sin dejarlo explicarse apropiadamente... Ahora entendía que había sido su error y no sabía cómo verle a la cara con ese peso en su pecho que cargaría de ahora en adelante, solo por eso jamás podría volver a llevar la misma relación con el omega, ese omega que un día cualquiera se acercó a él de manera imprevista y se coló en su vida y en su corazón sin siquiera preguntar, que con su insistencia, sus ademanes, sus muecas y su incesante parloteo había logrado poco a poco y muy lentamente cambiar algo dentro de sí, que ya no fuese una persona solitaria, sino alguien que a pesar de su carácter adusto y poco dado a lo social, tuviese una persona incondicional a su lado, que lo seguía a todas partes y a todas horas, que sin importarle sus desplantes y lo poco demostrativo que solía ser, le regalaba una sonrisa y se colgaba de su brazo para seguir siendo ese amigo/novio que no había pedido pero que ya era imposible de renegar.

Se alejó en silencio atravesando el campus con rumbo a su casa, meditabundo, mientras la brisa fría soplaba llevando consigo algunas hojas de los árboles, el cielo lo acompañaba en sus sentimientos y con las gotas constantes que dieron paso veloz a un torrencial aguacero dejó salir su pesar, los gruesos caminos de agua bajando por sus perfiles desde su cabeza y ayudado por su flequillo le permitieron liberar finas y escasas lágrimas. Ya no podía esconder su dolor dentro de su coraza, sentía que se rompería si lo hacía, era mejor dejarlo salir todo y nadie lo sabría. Llegando a la pastelería se detuvo frente a esta observando hacia el interior, podía vislumbrar a su hermana tan sonriente como siempre atendiendo unas mesas, en una de ellas se encontraba el "conejo parchado" hablando animadamente con su madre y su padrino, además de un chico con un extraño color de cabello, blanco como el de un anciano y que al verle a lo lejos le hizo sentir extrañamente atraído y que una leve punzada en su pecho se manifestase, pero que a causa de lo que lo aquejaba dejó aquello de lado sin prestarle mayor atención. Sin ánimos de lidiar con Lavi y las preguntas de Lenalee decidió rodear y entrar por la puerta principal de la casa.

Esa noche no pudo conciliar el sueño.

Los días siguientes no asistió a la universidad, alegando enfermedad ―una enorme mentira para no ver a Alma―, pero aun así cada tarde Alma visitaba la cafetería para dejarle las asignaciones, este proceso duró al menos una semana... Hasta que Lenalee decidió interferir.

―No puedes esconderte en tu habitación para siempre Yu ―la peliverde se cruzó de brazos frunciendo levemente el entrecejo apoyando su espalda al dintel de la puerta.

― ¿Quién mierda se esconde? Estoy enfermo, eso es todo ―respondió cubierto por las sábanas dando la espalda a la beta de cabellera verde y ojos violetas.

―Te conozco Yu, tú ni enfermo te quedarías en cama, tendrías que tener ambos pies fracturados para evitar que salgas de esa cama y apuesto que aun así encontrarías la manera de levantarte ―aseveró masajeando sus sienes con los ojos cerrados, si alguien era testarudo y orgulloso en ese mundo, ese era Yu Kanda―. Es por Alma ¿cierto?

―Sí ya te dijo todo detén tu interrogatorio de una maldita vez ―profesó ya fastidiado levantándose de la cama arrojando las sábanas con furia al suelo en el proceso antes de caminar hasta la mesa de estudio donde descansaba el último módulo que le trajo el susodicho, junto a su laptop y su celular.

―Yu, sé que no es mi asunto, pero soy tu hermana y te conozco, además no me gusta verte sufrir... Pero esto no es tu culpa ―levanta las sábanas del suelo antes de llegar al lado del nipón y abrazarlo por la espalda, a pesar de saber que no es muy presto a recibir contacto físico, sabe también que él no puede rechazar un abrazo suyo.

―Tsk. Ya está bien, suéltame ya. Y dile al idiota llorón que no debe espiar las conversaciones ajenas ―alegó sorprendiendo a la beta, sintiéndose descubierta al igual que el omega escondido en las escaleras próximas a la habitación del azabache.

Lenalee salió de la habitación ocultando una leve risilla, de cierta forma se imaginó que los descubriría, al fin y al cabo, es de Yu de quien hablamos. El omega por su parte decidió hacer algo un poco más arriesgado, pasando de Lenalee, se aventuró a entrar a la habitación donde Yu permanecía de espaldas a la puerta aún sentado en la mesa de estudios, revisando los apuntes de su módulo.

― ¿Ahora entras a las habitaciones sin permiso? ― preguntó girando en su asiento para ver de frente al omega, enarcando una ceja con el rostro serio.

― ¡P-perdón Yu! ¿puedo pasar? ―Alma rasca su nuca hecho un manojo de nervios, el simple hecho de estar frente al alfa lo inquieta y provoca disturbios internos en su mente y corazón.

―Ya estás dentro, idiota ―Yu se levanta y camina a su lado solo para rodearlo y sentarse otra vez en el borde de su cama, actuando lo más natural que sus propios embrollos mentales le permiten.

―Lo siento. Yu, vine a ver como estabas, aunque me parece que te ves muy bien ―su rostro ardió de vergüenza, él mismo malinterpretó sus palabras―. ¡Quise decir...!

―Entendí tonto. Pero estoy seguro que no viniste solo a eso ―cediendo un poco a su carácter frío, hizo un gesto de mano para indicar al omega que podía sentarse a su lado―. ¿Te ha vuelto a molestar?

―No, gracias a ti ni me ha vuelto a hablar, quería agradecerte por eso y también quiero que sepas que no es tu culpa no darte cuenta de todo eso... ―Alma libera un suspiro y se aventura a estrechar la mano derecha de Yu entre las suyas, su pulso es tembloroso y Yu lo nota de inmediato―. Yu, es cierto que debí confiar en mi alfa, porque eso eres para mí, en ningún momento ha dejado de ser así...

―Alma yo... ―es interrumpido antes de pronunciar algo más.

― ¡Escúchame por favor Yu! ―exclama con las mejillas coloradas, su corazón late desbocado y siente que sus piernas le habrían fallado si estuviera de pie―. Yo en verdad quiero arreglar las cosas contigo, quiero volver a salir contigo, ser tu omega. Ya no más mentiras ni secretos, dame una segunda oportunidad.

La súplica de Alma era tan clara como el agua, firme y directa. Un silencio incómodo se hizo entre los dos, Alma se apretaba las manos entre sí intentando refrenar sus impulsos mientras Yu, que parece taciturno no sabe qué decir, está confundido y agobiado, no quiere pasar dos veces por lo mismo, aunque luego de lo que pasó las últimas semanas es posible que no pase nada así. Al fin gira su rostro para dirigirse al peli azul que le mira nervioso y lleno de esperanza.

―No puedo Alma... Lo siento ―libera lo último en un susurro apenas audible que gracias al silencio que reina en la habitación es escuchado claramente por Alma.

Alma se levanta en silencio con la vista en el suelo y un semblante devastado, sabe que Yu no se disculpa por cualquier cosa ni con cualquiera, esa disculpa es el sello de que va en serio y eso Alma lo sabe. Camina hacía la salida y cuando su mano gira el pomo de la puerta acelera el paso, ya no resiste las lágrimas que están por desbordarse y no quiere llorar frente al alfa, no desea ni su lastima ni su consuelo.

―G-gracias por todo... Pero igual te seguiré amando Yu... ―sale casi azotando la puerta y sin mirar atrás desapareciendo de la vista de Yu.

Las cosas cambiaron consecutivamente, al principio Alma rehuía de encontrarse con Yu, pero poco a poco todo volvió a ser como cuando eran niños, Alma siempre revoloteando alrededor de Yu en plan de amigos, molestándolo con nimiedades y cosas por el estilo, caminar juntos a la universidad, pero no de regreso, Yu encontró un trabajo a medio tiempo que le serviría para su carrera: ayudante de veterinaria. Cada día después del curso salía derecho a la clínica y tienda de mascotas de Miranda Lotto, su jefa y veterinaria del lugar; tenía una rutina semanal de sus asignaciones pero silenciosamente lo que más adoraba era alimentar a los animales, en especial a los más pequeños, para Yu cada una de las mascotas en adopción así como las que estaban internadas temporalmente para su cuidado eran seres fieles y sinceros, incluso los considerados peligrosos les ve el encanto, su pensar es que "una serpiente ataca para defenderse, un tarántula pica por el mismo motivo y no porque deseen hacer daño, en eso son más inofensivos que los humanos..." y de esa forma, casi sin darse cuenta, transcurrieron alrededor de tres años.

***

Una de esas tardes se encontraba casualmente alimentando a los caninos cuando llegó Miranda para atender sus citas de la tarde.

―Oh, buenas tardes Yu, ¿Cómo vas con los cachorros? ―la omega sonríe cálidamente mientras pone su bolso sobre el mostrador de la caja de la tienda que en esos momentos estaba vacía.

―Tengo problemas para que el nuevo tome leche como los demás. ―afirma un poco frustrado, el cachorro no bebía la leche del plato y le preocupaba que muriera de inanición por no comer, claro que no lo demuestra en su semblante taciturno.

―Ah, sobre eso, es un cachorro muy joven, aún no sabe beber del plato, debes hacerlo con un biberón. ―cierra sus ojos aún con su sonrisa en el rostro y hace gestos de manos explicando el asunto del biberón.

― ¿Hah? ―respondió algo molesto, no le simpatizaba la idea de lidiar tanto con uno de los animales a su cuidado, tampoco quería encariñarse con ninguno de ellos, porque a pesar de la muralla que parecía rodearlo, era blando cuando de los animales se trataba, ellos no obligan a nadie, no juzgaban y, sobre todo, no te mienten.

―S-si no quieres hacerlo yo me puedo encargar ―respondió algo nerviosa por el comportamiento de su ayudante y aprendiz.

―No, está bien, lo haré yo, tiene pacientes esperándola. Sea más responsable ordenando sus prioridades doctora. ―suspiró con cansancio, en verdad que esa mujer tenía que aprender a organizarse.

―T-tal vez tengas razón Yu, ¿Pero sabes? prevenir es mejor que curar, si ese pequeño come bien, ¿No crees que así evitamos que se enferme? ―sus palabras eran sabias y llenas de experiencia, para ser una persona tan insegura y temerosa, Miranda sabía muy bien lo que hacía y por qué lo hacía―. Bueno, iré a ver a los pacientes de hoy, te lo encargo.

―Hmm. ―quedó en silencio y meditabundo, dejó pasar la lección recibida por el bienestar de las mascotas que esperaban ser atendidas, si le espetaba por eso la omega se pondría de los nervios mientras atiende.

Y ahí sí tendría muchos pacientes que curar.

―Te dio uno de esos sermones inconscientes ¿eh? ―la voz algo profunda y ronca que se escuchó desde un rincón detrás del azabache no era otra que la de Noise Marie.

―Probablemente, ¿Desde cuándo espías las conversaciones ajenas Marie? ―giró sobre sus pies para encarar al moreno frunciendo el ceño.

―No espiaba, estaba aquí hace un rato, y te he pedido muchas veces que me llames por mi nombre Yu. ―su tono era apacible como siempre, es un hombre tranquilo y comprensivo, encaja bastante bien con la personalidad de Miranda, con quien sale desde hace ya tiempo.

―Tsk, sigue siendo espiar, Noise ―vuelve su atención al animal que camina desorientado en la jaula.

―Lo que digas ―respondió sonriendo, no le discutiría al nipón que lucía ocupado debatiendo si darle o no del biberón al canino―. Iré a atender mis asuntos ―y dicho eso se fue a la parte delantera de la veterinaria para dejar a solas al nipón.

Yu tomó aire para darse ánimos, el cachorro lloriqueaba en su jaula con hambre como lo haría cualquier perro de su escasa edad, siendo lastimosamente huérfano y abandonado Miranda lo encontró en un callejón cercano a la veterinaria y ahora estaba ahí en esa jaula sin saber cómo beber la leche sin ahogarse. Yu se animó y buscó un biberón para perros y una toalla, para cargar al animal y alimentarlo manualmente como Miranda le había aconsejado.

En su ensimismamiento y sumergido completamente en la tarea no notó como a lo lejos era observado a través de la ventana del local por un par de orbes azul turquesa, pero que lucía vacía y triste como ninguna otra. Se acercó lentamente hasta entrar a la tienda y al abrir la puerta, la campanilla sonó indicando la presencia de un cliente, logrando que Yu dejará al perro en su jaula para girarse a atender, era Alma quien había llegado.

―No sabía que te gustaban tanto ―opino rascando su nuca y desviando la mirada hacia las jaulas de los periquitos cercana a la entrada buscando disimular su nerviosismo.

―Tsk. ¿Se te ofrece algo? ¿O es que ahora te dedicas a acosarme? ―preguntó Yu con sarcasmo antes de continuar con otra de sus labores, los ruidos de las mascotas le daban un aire movido al entorno.

―Ha ha, te has vuelto gracioso Yu, vine para que me ayudes con algo, me gustaría adoptar una mascota, pero no estoy seguro de que tipo y me preguntaba si me puedes recomendar alguno... ―dijo lo último con algo más de velocidad por sus nervios; aunque sus intenciones parecían obvias solo buscaba que Yu se relajara con él como lo hacía en el pasado.

― ¿Tú cuidando a otro ser vivo que no seas tú mismo? ―espetó conteniendo una posible carcajada de burla―. No puedes cuidar ni de ti mismo, baka [tonto].

Alma sonrió con ternura, solo escuchar a Yu utilizar su idioma natal con tanta naturalidad le tranquilizaba, una de las características del nipón era que usaba su idioma natal solo en dos estados emocionales, uno es cuando está molesto, enojado y se cierra a escuchar, en esos casos explota y deja aflorar cuanto insulto y maldición conoce en su idioma; el otro es cuando está relajado y en confianza con alguien en específico, no en toda la frase pero si usa algún que otro insulto leve o cualquier palabrilla en la oración, como acababa de hacer.

Siguió al nipón escuchando atento sus recomendaciones para escoger peces o tal vez un gato que es más independiente, decidiendose por la segunda opción y luego recorriendo la tienda para reunir todo lo que el animalillo necesitará antes de escoger uno de los aproximadamente ocho felinos que había en las diversas jaulas, escogiendo uno negro de patas y pecho blanco, muy peludo con su nariz rosada y sus enormes ojos, uno azul y el otro amarillo ámbar. Lo llamó Ruffus.

Al retirarse Alma, Yu sintió alivio en su pecho, de cierta forma ahora podía hablar con normalidad cerca del peli azul, sin pensar en los problemas del pasado, y aunque el omega alegara que lo seguirá amando, ahora podía hablarle como un amigo, había superado el amor romántico hacía Alma y ahora solo queda el amor fraternal.

Pero el miedo a amar no se iría tan fácil... aquella sería una herida difícil de sanar, y se manifestaría en toda su gloria cuando unos cabellos albinos se aparecieran en su vida, removiendo aquello que no quería ser removido.

La coraza que rodeaba su corazón...

Holis holis mis queridos lectores... Uff, casi no logro subir el capítulo a tiempo por el trabajo, pero lo prometido es deuda.

Espero que nadie esté odiando a Alma, el pobre era inocente pero como dicen en mi país "perdió por lento..." y ahora solo seguirán como amigos...

Y volviendo a los avisos espeluznantes que me hacían falta luego de dos deliciosas largas semanas de descanso que tuve, en el próximo capítulo las cosas se pondrán fuertes, no daré ni un ápice de spoiler pero les aviso que vayan preparando insulina y clorox, uno de esos dos será necesario... tal vez ambos.

Que tengan un bello fin de semana mis amores, ¡los quiero de gratis a cada uno de los que leen esto! (independientemente de si son lectores fantasmas, a ustedes también los aprecio)

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