Capítulo 3
En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen de portada es cortesía de la bella Patitodesu, sus dibujos son hermosos como sus fics.
Editado por maaeaca.
Primer Arco: Infancia
-La niñez de Lavi
Lavi Bookman es sin duda alguna un niño con suerte, pertenece a una familia adinerada que bajo el esfuerzo de su abuelo ha sido administraba bastante bien; pero sobre todo es muy amado por su abuelo Gregory y su madre Nadine. Ella era la primera persona que buscaba el pequeño al despertar cada día, la omega de cabellos negros y ojos esmeralda es una madre amorosa y comprensiva, a veces un poco consentidora. Pero su hijo es su mayor adoración, al fin y al cabo, es el fruto de su amor con Cross, ese alfa pelirrojo de mal carácter a simple vista es capaz de dar su vida por su amada omega.
Lavi era en definitiva el reflejo de lo mejor que sus progenitores poseen, había heredado de su padre su cabello rojo como el fuego, su carácter fuerte y dominante, su sentido sobreprotector... De su madre Nadine había heredado su gentileza, carisma, buen humor y demás, aunque sin lugar a dudas se parece más a su madre que a su padre.
Además, hoy era su primer día de clases en una nueva ciudad, habiendo llegado a Inglaterra hacía un mes ya, se había aprendido el camino al colegio, insistió en ir a pie, no quería un ostentoso vehículo llevándolo y trayéndolo de la escuela e intimidando a sus compañeros y posibles amigos, tenía la intención de lograr hacer amigos en esta ciudad.
― Mamá, ¿crees que logré hacer amigos si saben de qué familia soy?
― Cariño, solo sé tú mismo y lograrás hacer amigos, aunque tener un buen amigo es como tener diez en uno.
― ¡Gracias mamá, ojalá encuentre uno de esos! ― exclamó entusiasmado antes de salir corriendo para ir a la escuela.
― ¡E-espera Lavi... ―intentó llamarlo su madre en vano, ya el pelirrojo cruzaba el umbral de la salida ― los amigos no siempre se hacen en un día!
Ya era muy tarde para preparar a su pequeño petirrojo de una posible desilusión. Camino a su escuela observaba los parajes de su próxima ruta diaria, sin lugar a dudas la arquitectura inglesa era preciosa, había visto un poco de ellas en alguno de sus libros. Divisó la escuela y se aproximó raudo con la necesidad de encontrar ese día un buen amigo, pero lo que encontró fue a tres chicos casi de su edad que parecían estar a punto de apalear a un niño más pequeño, no puso mucho cuidado en las caras de los presentes a excepción del más alto que amenazaba con golpear su rostro.
― ¿Estás insinuando que soy grosero, Walker?
― No, no era mi intención, solo quería saludar.
― Ah, entonces insinúas que tengo la obligación de saludarte ¿eh?
― Tampoco dije eso, no quiero problemas ¿sí? ― dijo ese tierno niño con una pequeña sonrisa, pero podía oler fácilmente cuan nervioso y temeroso se encontraba.
― Pues ya tienes problemas, enano. ― Lavi lo oyó tronarse los nudillos y decidió que debía intervenir.
― Deberían meterse con alguien de su tamaño ― dijo el pelirrojo interrumpiendo su "conversación".
― ¿Y tú quién eres? ― le encaró con rudeza el más alto de ellos y el que parecía ser el líder ― ¿sabes qué? da igual, no es tu asunto, piérdete.
― Me temo que no puedo ignorar lo que le hacen un indefenso niño mucho menor que ustedes. ― apeló Lavi posando su mano en el hombro ajeno.
― ¿Quieres pelea idiota? ― le gruño mostrando los dientes, en un claro gesto de intimidación que en el pelirrojo no surtió ni el mínimo efecto.
― Les daré una última oportunidad, ¡LARGAOS! ― sentenció con el rostro serio y una expresión llena de ira contraída.
Los tres chicos saltaron en sus lugares ante su grito, y luego de intercambiar una mirada entre ellos, se fueron de allí sin causar mayores problemas. Lavi suspiró para calmarse y se giró en dirección al pequeño que lo observaba atento desde su lugar en el suelo.
― Siento haberte asustado, ¿estás bien? ― El pelirrojo se agachó a su altura para darle la mano y ayudar al menor a levantarse.
― S-sí... gracias por ayudarme.
― No fue nada, no es correcto lo que hacían, por cierto, me llamo Lavi, Lavi Bookman, ¿y tú?
― Ah, yo soy Allen Walker, disculpa, pero no te había visto antes, ¿eres nuevo? ― la curiosidad era algo predominante en el albino.
― Me descubriste ―rio flojo― mi familia se mudó cerca y me inscribieron a esta escuela ― una repentina idea le vino a la mente y sonrió con entusiasmo ― oye, seamos amigos ¿sí?
― ¡Claro!
― Oye Allen, ¿vives cerca? ¿no te gustaría visitar mi casa después de la escuela?
― Eh bueno, sí vivo cerca, pero debo pedir permiso a mis padres.
― No hay problema, si quieres te acompaño a tu casa primero a pedir permiso. ¿En qué grado vas?
― Está bien; yo voy en tercero, en el 3-A.
― Vaya, no eres tan pequeño como pareces, yo voy en quinto, en el 5-C, creí que estarías en segundo.
― Ah es que... no soy muy alto, de hecho, soy el más bajo del salón, tal vez por eso me llaman enano. ― dijo con un leve sonrojo que lo hacía lucir adorable.
― Pues nadie te volverá a molestar de ahora en adelante, porque tu amigo Lavi va a estar aquí para defenderte. ― aseguró decidido y con los brazos en jarra, imitando la pose de los superhéroes que salen en las historietas.
― Haha, eso suena genial ― río entretenido al ver a su nuevo amigo.
Esa tarde había tenido la dicha de conocer a los padres de su nuevo mejor amigo, de paso, presentarlo a su madre y a su abuelo Panda; Lavi no podía sentirse más feliz, bueno, o eso creía él, cuando descubrió que su pequeño amigo albino tenía interés en sus gustos por la lectura, de inmediato se ofreció a leerle a diario cada uno de sus libros más interesantes, claro, era más que obvio que iniciaría con algunos cuentos antes de irse por libros de biología y antropología que eran sus favoritos, comenzaría tal vez con 'Los viajes de Gulliver' o con "Cien leguas de viaje submarino"; un poco de fantasía de seguro lo entretendría y lo mantendría por más tiempo a su lado, aunque no sabía si considerar eso como algún tipo de acoso o sí solo era porque temía perder a su único amigo por el momento.
Entre juegos y risas adorables que resonaban en la mansión Bookman, el tiempo transcurrió a paso veloz, pronto llegó el cumpleaños número doce del heredero de Cross, y él y Allen habían cultivado la más hermosa de las amistades de infancia, Allen era tan adorable y tierno todo el tiempo que Lavi se empeñaba en mantener una sonrisa siempre en el rostro ajeno, sentía que el pequeño de cabellos albinos desde la cabeza hasta las cejas era su principal motivo para sonreír después de su familia a la que tanto amaba, sin duda era un niño con suerte, no por el dinero ni las ventajas que este trajera, sino por todo el amor que lo rodeaba.
Pero la felicidad no es eterna, y ese invierno sería muy frío para el pequeño que estaba por cumplir sus doce años, solo que aún él no lo sabía.
― Oye Lavi, ¿qué quieres como regalo? ― preguntó el albino con una sonrisa preciosa en su rostro.
― Mmm bueno, tal vez podrías quedarte a dormir conmigo ¿no crees?
― Pero tendríamos que pedir permiso antes y tú cumples mañana, pide algo que yo pueda darte.
―Pues ya que insistes, tal vez... ― el pelirrojo miró a la criatura de ahora nueve años frente a él y sintió un deseo en especial al mirar su bella sonrisa ― me gustaría un beso, como esos que nuestras madres les dan a nuestros padres.
― ¿Eh? ¿un beso? mmm voy a pensarlo, no sé si sepa hacerlo correctamente Lavi― dijo el pequeño sumido en su inocencia, cosa que no era tan grande en el pelirrojo que al darse cuenta de lo que estaba pidiendo se avergonzó de su descaro y a la vez de la facilidad con la que Allen había casi aceptado.
― E-espera Allen, mejor no, solo estaba bromeando, no tienes que darme nada, con que estés conmigo en mi fiesta y todo el día es más que suficiente para mí, he he. ― exclamó con una risita nerviosa.
― Oh, bueno, como quieras, pero igual te daré un regalo sorpresa, además me gustó mucho el regalo que me diste en navidad y aparte me diste uno de cumpleaños, yo también quiero hacer algo especial para ti.
― Allen, ¿yo soy especial para ti? ― no tenía malas intenciones en su pregunta, pero era tanta su sorpresa con la insinuación de su pequeño "amigo" que se aventuró a preguntar y salir de sus dudas.
― ¡Claro! yo te quiero mucho Lavi, eres mi mejor amigo de todo el mundo.
―Sí, claro Allen, somos los "mejores amigos" ― mencionó con algo de entonación en lo último, de alguna manera, le había dolido en lo más profundo de su corazón la forma tan inocente y especial en que Allen usaba esas palabras que despectivamente lo ubicaban en su lugar en la vida de su pequeño amigo.
― Siempre estaremos juntos, ¡no quiero irme de tu lado jamás!
― Y yo tampoco Allen, quiero que estés siempre conmigo para poder cuidarte de todo y de todos, y si alguien se mete contigo se las verá con mis puños.
― ¿Significa que yo si me puedo meter contigo?
― ¿Que? ¿heh? ― Allen no tenía malicia en sus palabras, pero, por el contrario, Lavi era dos años y ocho meses exactos mayor que él, iba dos cursos por delante y sus compañeros ya hablaban de temas relacionados con el noviazgo y algunos de esos términos eran insinuantes de lo que hacían los mayores en sus relaciones.
― ¡Así!― El albino brincó sobre el pelirrojo, estando ambos sentados en la cama deLavi minutos atrás debido a que la nieve que caía afuera les impedía permanecer mucho tiempo en el jardín; así es como cayó acostado el mayor con el pequeño sobre él a horcajadas sobre su estómago mientras le provocaba risas simultáneas por las cosquillas que le estaba haciendo, como Lavi bajó la guardia y ya que Allen conocía esa debilidad del pelirrojo, tomó ventaja para "atacarlo" con esas cosquillas deliberadamente.
La fiesta estaba en su mejor punto, había personas de todos los ámbitos, resultó ser, además, que la familia Walker estaba invitada no solo por ser el pequeño Allen parte de esta, sino que coincidentemente Neah Walker, el padre de Allen, resultó ser editor en jefe de la imprenta principal con la que trabaja la Editorial Bookman.
Ajenos a esta amistad de negocio entre Gregory y Neah, Lavi y Allen jugaban en el jardín, a pesar de la presencia de otros niños que habían llegado a la fiesta, hijos de empresarios asociados al trabajo del abuelo del pelirrojo menor; ninguno era conocido para el par de amigos ni mucho menos llamaban su atención, ellos solo estaban ahí, haciendo un muñeco de nieve a la intemperie hasta que los llamaron para cantar cumpleaños con un pastel que la misma Nadine había preparado con amor para su único hijo, el pastel era de malvavisco y chocolate con decorado de fresas, y fue el tema principal durante gran parte de la fiesta.
Una vez esta llegó a su cúspide y las personas empezaron a despedirse, Lavi hizo una "rabieta" nada peculiar de su parte.
― ¡Yo quiero que Allen se quede!
― Lavi, cariño, esas son cosas que se deben organizar antes, habría que pedir permiso a sus padres antes y que pueda traer sus cosas para dormir. ― le dijo su madre con dulzura.
― No seas egoísta mocoso, estás tomando la decisión por ti solo ― intervino Cross, quien ya conocía a Allen desde hacía mucho tiempo, ahora que lo pasaba más en casa haciendo el vago en lugar de ayudar en la editorial.
― Pero papá...
― En verdad nosotros no tenemos problemas en que se quede, solo será una noche después de todo y son unos niños, claro, si ustedes lo permiten ― dijo Mana quien rodeaba con sus brazos a su ansioso pequeño, que sutilmente liberaba el olor que demostraba ansiedad.
― Bueno en ese caso ― comentó Nadine mirando de reojo a su esposo ― por mí no hay inconveniente en que se quede a dormir, a Lavi le encantaría desayunar junto a su mejor amigo, después de todo es su cumpleaños.
― Pues está decidido ― intervino el viejo Bookman apareciendo al lado de Neah mientras terminaban unos temas de negocios aprovechando que se habían reunido en dicha fiesta de cumpleaños.
― Mañana pasaré a traer ropa para ti hijo ―dijo Neah quien cariñoso levantaba a su pequeño para darle un beso en la mejilla y miraba algo coqueto a su pareja quien se sonrojó en el acto por la sospecha de su ventaja.
― ¡Sí! gracias abuelo, gracias mamá. Ven Allen, vamos a mi cama, te mostraré dónde vas a dormir.
― ¡Claro!
Mientras los adultos ultimaban detalles de su conversación, los pequeños salían corriendo escaleras arriba desapareciendo de la vista de los adultos. Al entrar en la ya conocida habitación, Lavi le dijo a Allen que usara su cama para dormir y que él usaría una colchoneta en esa ocasión.
― Pero Lavi, esta es tu cama. ― protestó Allen, incómodo por quitarle su lugar de descanso a su amigo.
―Ya lo sé, ¿y? ― Lavi se encogió de hombros, restándole importancia al tema.
― No puedo sacarte de ella, sería una molestia para ti.
―Tonterías, soy tu anfitrión y deseo que estés cómodo aquí, además es la primera vez que te quedas a dormir.
―No me parece correcto, tengo una idea.
― ¿Y cuál es? ― preguntó curioso.
―Tu cama es lo bastante amplia para los dos ¿y si dormimos juntos? ― A pesar de que Allen declaraba esas palabras con una amplia sonrisa, Lavi por otro lado tuvo un mar de ideas no muy propias de su edad, al fin y al cabo, él leía muchos libros y no necesitaba que le explicaran cómo se hacían los cachorros.
―B-bueno, pero yo duermo del lado de afuera. ― el pelirrojo acepto solo por ser un buen anfitrión, por mantener la sonrisa de Allen intacta y porque sabía que, si dormía del lado de afuera de la cama, podía levantarse sin que Allen se diera cuenta en caso de ser necesario.
― ¡Hecho!
Esa noche el frío fue algo sepulcral, a tal grado que Lavi no puso objeción en que el pequeño Allen se acostara sobre su pecho en algún momento de la madrugada, inclusive le abrazó para buscar de su calor y evitar que pudiera caerse de encima en algún mal movimiento durante su sueño. Pero en otra habitación, algo de lo que los niños eran totalmente ajenos se estaba desarrollando, ya que casi secretamente, la esposa del heredero Bookman era una omega delicada de salud. Nadine había sido frágil desde muy pequeña, y sin embargo, haciendo de oídos sordos a los consejos de su padre en su juventud, un Cross de 16 años se enamoró de ella perdidamente, Gregory Bemus Bookman no tuvo más opción que aceptar a su nueva nuera, ya que intrépidamente Cross había marcado fuera del matrimonio a su joven novia de apenas 15 años, haciendo casi imposible que pudieran impedir su relación y casándose con ella sucesivamente, siendo así cómo concibieron a Lavi a los pocos meses de matrimonio.
Nadine había sobrellevado el parto de Lavi con dificultad y casi pierde la vida en el proceso, por lo cual, para no arriesgarse, Cross tomó la decisión de que no debían tener más hijos; se negaba a la posibilidad de que algo le pasara a su bellísima omega. Había logrado hacer perdurar su vida todos estos doce años con éxito, pero algo desconocido para él aqueja la salud de su joven esposa y desde ese día no volvió a salir de la cama.
Lavi preguntó toda la semana por su madre, sobre el por qué no la podía pasar a ver en su habitación, sobre el por qué nadie le decía que es lo que pasaba, en su mente él no era ningún niño tonto e ingenuo, él sabía que algo malo estaba pasando en la habitación de sus padres y debía ser muy malo si su padre tenía que dormir en otra habitación y la única persona que entraba y salía de la alcoba principal, no era otra que un beta de bata blanca, un doctor. Cuando por fin le permitieron entrar a ver a su madre, con un cubre boca puesto, Lavi deseó no haber entrado nunca, su madre tenía enormes ojeras bajo sus verdes orbes, lucía muy pálida para su color normal y bastante débil, incluso su aroma siempre dulce como flores en primavera era casi imperceptible.
― ¿Mamá? ¿Q-qué te pasa? ― articuló con voz temblorosa y pequeña.
― La... vi... acércate... ― murmuró la omega con tono entrecortado y algo de esfuerzo.
― Mami me estás asustando. ― dijo acercándose hasta quedar frente a ella a un lado de la cama.
―Hacía mucho que no me decías "mami" ― acotó con una pequeña sonrisa ― Lavi, tú serás un alfa muy fuerte ¿lo sabías?
― Hm, pero no seré tan fuerte como tú mami ― las lágrimas estaban amenazando con salir, de alguna manera que el mismo pequeño no podía comprender, su alma le dolía y sentía que algo malo estaba por suceder.
― ¿Sabes? tu padre no es tan rudo y fuerte como aparenta... debes cuidar de él mucho... ¿lo harías por mí? ― el pequeño asintió energéticamente dejando salir la primera lágrima. ― Lavi... quiero que cumplas todos tus sueños y que te enamores... pero que lo hagas de verdad, re... recuerda que... cuando amas a alguien... no debes lastimarlo... pero enamórate de alguien que te amé como eres y no por ser un Bookman, así como nos amamos tu padre y yo...
― Mami... ― hipó sonándose la nariz.
― Me encanta... que me llames... así. ― con un último esfuerzo, levantó su brazo y acarició el rostro de su hijo con suavidad, tratando de reconfortarlo ― Hijo, te amo y siempre estaré contigo, no odies a nadie por esto...
Luego de pronunciar aquello, y ya sin fuerzas, Nadine dejó caer su brazo sobre las cobijas y cerró los ojos, respirando cada vez con mayor dificultad y ocasionando que su cachorro entrase en pánico.
― ¡Mamá! mamá no te duermas, sigue hablando conmigo, ¡mami! ― Lavi sacude con desesperación el brazo de su madre, acerca su rostro a su mano intentando impregnar en su olfato el aroma a margaritas y sol con dificultad a causa de la mascarilla, un apenas perceptible aroma que se va desvaneciendo y hace que entre en mayor desesperación. Grita, llora y suplica a su madre por una caricia, una palabra, un aliento... ― ¡alguien que me ayude!
La puerta se abre creando un sonido estruendoso, el médico entra casi corriendo seguido de cerca por Cross y Gregory, ante el estado visible de la omega pide que se lleven al pequeño que entre gritos y forcejeos lucha por quedarse al lado de su madre y remover la mascarilla para poder captar su fragancia con desespero siendo detenido en el acto para evitar un contagio. Era en vano, sin importar que el médico entró junto a su padre y su abuelo, mientras era sacado de la habitación por este último, Lavi podía ver y sentir como la vida se escapaba del cuerpo de su madre y su característico aroma a margaritas y sol se desvanece en el aire para siempre.
Ese día marcó un antes y un después en la vida del pequeño Lavi, su corazón se quebró en pedazos en un golpe muy fuerte para un simple cachorro; su madre, Nadine de Bookman, murió a sus escasos 27 años de edad producto de una tuberculosis que no pudieron tratar a tiempo por el silencio de la misma Nadine.
Por varios días el pequeño Lavi no quiso probar bocado de algún alimento ni salir de su habitación, en su desesperación por la salud física y mental de su nieto, el mismo Gregory acudió con la familia Walker, tratando así de que permitieran que el pequeño de blancos cabellos intentará levantar su ánimo o al menos convencerlo de comer o salir de su cuarto.
Neah, quien comprendía que la familia debía estar devastada, accedió a que Allen fuera a ver a Lavi, siempre y cuando él no pusiera resistencia, lo cual no fue necesario, Allen llegó corriendo al lado del hombre mayor con "ojeras como panda" como le decía Lavi, preguntando por su amigo con ahínco y desespero, sin saber a ciencia cierta el por qué, sentía la necesidad desde hacía varios días de estar al lado de su amigo.
Sin más espera se pusieron en camino a la mansión para juntar a ambos pequeños, tan pronto como Allen entró a la habitación de Lavi, este giró a verlo con su vista empañada por las lágrimas que derramaba por enésima vez en el día por la pérdida de su adorada madre, recordando cómo ondeaban sus cabellos negros con el viento o como sus orbes tan verdes como la propia le miraban con tanto amor todos los días.
― ¿Lavi?
― ¡Allen! ¡Allen mi mamá...! ― el niño de inmediato corrió a su lado en un profundo abrazo, mientras sentía como más lágrimas rodaban de los ojos del pelirrojo y mojaban su abrigo, sin siquiera notarlo estaba liberando feromonas para calmar a su amigo hasta el punto de que diez minutos después se quedó dormido en sus brazos, Gregory se asomó para ver los avances que podía llevar el albino con su nieto, y los encontró en tan adorable posición, mientras Allen estaba sentado con sus piernas estiradas y la espalda apoyada al respaldo de la cama, dormido; Lavi estaba acostado con la cabeza sobre las piernas pálidas del contrario profundamente dormido; fue un alivio que al menos estuviera durmiendo, ya que siempre tenía pesadillas que lo hacían dormir si acaso dos o tres horas. También pudo percibir el aroma dulce que rondaba la habitación, no muy fuerte, pero presente, sin duda alguna su presentimiento de que ese pequeño con aroma tan dulce sería importante en la vida de su nieto era bastante acertado.
Cuando Allen despertó, habían pasado unas cuatro horas o más, Lavi yacía dormido en sus piernas aún, pero tan pronto Allen se movió un poco por sentir sus piernas adormecidas y quejarse de dolor por ello, Lavi se levantó y se acercó a él, para besar su mejilla con amor, y darle las gracias por ayudarle a dormir.
― Lavi, tengo hambre, vamos a comer algo. ― se quejó con suavidad, restregando sus ojos para quitarse el sueño.
―Yo no quiero, ve tu solo, yo te esperare aquí...
― No, si tú no comes conmigo yo tampoco comeré, aunque me muera de hambre. ― amenazó cruzando sus pequeños y delgados brazos.
― Allen ¿por qué haces esto? ― suspiró cansado. La imagen de Allen era todo menos amenazante.
― ¿De qué hablas? es obvio que te quiero ¿no? si tú no estás bien, yo tampoco.
― Allen... ― un recuerdo vino a su mente, un recuerdo sobre las palabras dichas por su madre y que se había comprometido a cumplir sin mediar palabras: "Lavi, quiero que cumplas todos tus sueños y que te enamores, pero que lo hagas de verdad, recuerda que cuando amas a alguien no debes lastimarlo, pero enamórate de alguien que te amé como eres y no por ser un Bookman, así como nos amamos tu padre y yo..." así fue como se dio cuenta de sus sentimientos por el pequeño albino frente a él ― Allen, ¿tú me amarías aunque fuera un llorón que se pone dramático por cualquier cosa?
― Pues claro, tú eres tú, aunque estés medio loco sigues siendo Lavi. ― dijo firme y sin una pizca de vacilación ― ¿Y bien? ¿Me acompañas a comer? no creo aguantar como tú, siento que si no como algo me voy a desmayar, o te comeré a ti como desquite, ha ha ha.
― A-Allen, no digas esas cosas si no sabes lo que significan. ― dijo con un evidente sonrojo por toda la extensión de su rostro.
― Lo siento, ¿dije algo malo? ― Allen no parecía ni haber sospechado lo que había provocado en el mayor.
― Olvídalo, vamos a comer, y a decirle a mi abuelo que desde ahora dormiré en tu casa en tu cumpleaños.
― Entonces yo dormiré en la tuya en año nuevo ¿puedo?
― Claro, ¿por el meñique? ―dijo mostrando su dedo al más pequeño que rápidamente hizo lo mismo y se entrelazaron ambos para sellar su promesa.
― ¡Por el meñique!
Pero su promesa no pasó de ese año... la llegada de un evento inesperado para el pelirrojo impidió que este cumpliera con su promesa ya que, "a veces, la única forma de cuidar lo que se ama es manteniéndolo a distancia"
Holis holis mis lindos alfas y omegas, aquí el tercer capítulo de esta entrega, y cerramos así este primer arco argumental que abarca la infancia de nuestros protagonistas. Ahora se viene lo bueno, no se pierdan el siguiente capítulo que abarca la adolescencia y el desarrollo de los tres principales personajes de este fic, si este capítulo estuvo lleno de feelings, deben prepararse para lo que pueda traer el segundo arco.
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Próximo capítulo: El primer amor de Yu.
¡Se les quiere de gratis!
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